lunes, 6 de agosto de 2007

111/ Dossier - Hiroshima, mon amour... - Por RB

El 6 de agosto de 1945, a las 8:15 de la mañana, la bomba lanzada por el Enola Gay estalló a una altura de 580 metros sobre el centro de Hiroshima y mató a unas 70.000 personas al instante. La onda expansiva, a unos 6.000 grados de temperatura, no dejó un edificio en pie y carbonizó los árboles a 120 kilómetros de distancia.
Varios minutos después, el hongo atómico se elevó a unos trece kilómetros de altura y expandió una lluvia radiactiva que condenó a muerte a las miles de personas que habían escapado del calor y las radiaciones
.

Dos horas después habían muerto unas 120.000 personas, 70.000 habían resultado gravemente heridas y el 80% de la ciudad había desaparecido. El área inmediatamente afectada fue de cinco kilómetros cuadrados densamente poblados. Hubo miles de casos de incineración súbita, carbonizaciones parciales y quemaduras de personas expuestas hacia el hipocentro del estallido, a más de 10 km de la zona cero.

EL HORROR

El horror no había terminado. Días después de que la bomba atómica destruyera la ciudad, los médicos comprobaron asombrados que la gente seguía muriendo en forma
enigmática y aterradora, de síntomas desconocidos; "al principio los médicos y cirujanos trataban las quemaduras como cualquier otra, pero los pacientes se licuaban por dentro y morían. Ningún médico había visto nada igual".
Sin alguna razón aparente, su salud comienza a deteriorarse -escribía Wilfred Burchett en su reportaje-,... Los médicos japoneses les inyectan vitaminas, pero la carne de los enfermos se pudre al contacto con la aguja. Hay algo que acaba con los glóbulos blancos, pero no sabemos qué es". Por ejemplo, las víctimas de ‘cataratas por radiación’. Muchos de los afectados estaban en un radio de dos kilómetros. La mayoría de los casos aparecieron años después.

¿DÓNDE ESTÁN?
Las bombas de Hiroshima y Nagasaki acabaron con la vida de más de 250.000 personas y dejaron un legado de horror que aún perdura en nuestros días. En los siguientes años, la destrucción de ambas ciudades quedó asociada con las imágenes de edificios arrasados y llanuras llenas de escombros. Pero, ¿dónde estaban las víctimas?
A principios de 1946, las autoridades estadounidenses habían ordenado la destrucción de centenares de fotografías y prohibido la difusión de cualquier testimonio de la masacre. Se prohibió a la población japonesa cualquier comentario sobre los bombardeos o las informaciones que pudieran “alterar la tranquilidad pública”.
Con los años, salieron a la luz algunos de los documentos clasificados como “alto secreto”, pero Hiroshima y Nagasaki siguieron quedando como un terrible dato en la enciclopedia; a diferencia de lo que sucediera con otras infaustas masacres - las pilas de cadáveres de Mauthausen o los gaseados en el Kurdistán -, en Hiroshima y Nagasaki no quedó imagen ni conciencia del horror, solo unos centenares de miles de víctimas sin nombre, convertidas en una cifra escalofriante a la que nadie ponía cara.

LOS TESTIGOS

Como testigos paralizados de la tragedia, miles de relojes detenidos a las 8.15, hora exacta de la explosión y, en muchas superficies el calor y la fuerza salvaje de la explosión dejaron una impronta sobre paredes y suelos. En algunos casos, como en un puente situado a un kilómetro del centro de la explosión, se ve claramente la denominada “sombra nuclear” que dejó la deflagración detrás de los pilotes. En otros lugares, la explosión imprimió las siluetas de algunas personas, cuyos cuerpos fueron pulverizados de forma instantánea.A unos 250 metros del centro de la explosión, la sombra de una persona que estaba sentada en las escaleras de un banco, probablemente esperando a que abriera. Las temperaturas de hasta 2.000º C lo incineraron sobre el escalón.
Hibakusha ("persona bombardeada") fue el término con que los japoneses designaron a los supervivientes. Oficialmente hubo más de 360.000 hibakusha de los cuales la mayoría, antes o después, sufrieron desfiguraciones físicas y otras enfermedades tales como cáncer y deterioro genético.Paradójicamente, muchos de los hibakusha fueron víctimas dobles: de los norteamericanos y de sus propios compatriotas, que le discriminaron durante años debido a que “la radiación se creía contagiosa”. “'La gente normal no nos dejaba acercarnos”, explicaba uno de los hibakusha años después. "Algunas víctimas de las bombas ocultaron los ocurrido y pudieron encontrar trabajo, pero, en cuanto se les declaraba alguna de las mil y una dolencias derivadas de la radiación, eran fulminantemente despedidas".
El 10 de Agosto de 1945, menos de 24 horas después del estallido de la segunda bomba,
Yosuke Yamahata, fotógrafo del Ejército japonés, llegó a la ciudad de Nagasaki con el encargo de documentar los efectos del "nuevo tipo de arma". Yamahata caminó durante horas entre los escombros del escenario más dantesco que jamás hubiera imaginado. Sus fotografías son una de las pruebas más desgarradoras de la monstruosidad humana: “un viento caliente comenzó a soplar – explicó años después – En todos lados se veían pequeños incendios, como antorchas apagándose: Nagasaki había sido totalmente destruida… prácticamente tropezábamos con cuerpos humanos y de animales que yacían a nuestro paso… Era en verdad el infierno en la tierra. Aquellos que apenas pudieron sobrevivir la intensa radiación -con los ojos quemados y la piel calcinada y ulcerada- deambulaban apoyándose en palos para poder sostenerse esperando ayuda. Ni una sola nube amortiguaba los rayos del sol de ese día de agosto, brillando inmisericorde en ese segundo día después del estallido”.Veinte años después 6 de agosto de 1965, cuando se recordaba el vigésimo aniversario del bombardeo a Hiroshima, Yamahata enfermó súbitamente. A los 48 años de edad, le fue diagnosticado cáncer terminal de duodeno, probablemente debido a efectos radiactivos residuales recibidos en Nagasaki en 1945. Murió el 18 de abril de 1966 y fue enterrado en el cementerio de Tama en Tokio.

HIROSHIMA…

Hiroshima (広島市, 'Hiroshima-shi'
?) es la capital de la prefectura de Hiroshima en la región de Chugoku de Japón. Está localizada sobre el delta del corto río Ota (que nace en los cercanos montes Chugoku), el cual tiene siete brazos que dividen la ciudad en seis islas que se proyectan hacia la bahía de Hiroshima (la cual es una entrada del Mar Interior). La ciudad es casi totalmente llana y se encuentra levemente elevada sobre el nivel del mar.
En febrero de
2006 la ciudad contaba con una población estimada de 1.157.962 personas y una densidad de población de 1.279,5 personas por km². Su superficie total es de 905,01 km². Fue fundada en 1589 sobre la costa del mar de la isla de Seto, y se convirtió en un centro urbano durante la Era Meiji. Adquirió estatuto de ciudad el 1° de abril de 1889. Tiene dos sitios clasificados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Uno es el santuario shinto de Itsukushima. Shinto (神道, shintō?), a veces llamado shintoísmo o sintoísmo, es el nombre de una religión nativa de Japón. Involucra la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza. Algunos kami son muy locales y son conocidos como espíritus o genios de un lugar en particular, pero otros representan objetos naturales mayores y procesos, por ejemplo, Amaterasu, la diosa del Sol. El otro es el Monumento a la Paz, que incluye la Cúpula de Gembaku. Su árbol es el alcanforero; su flor, la adelfa.

EL RUEGO DE EINSTEIN

El
6 y 9 de agosto de 1945 sendos bombarderos estadounidenses lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki en Japón las primeras y únicas bombas atómicas con uso militar no experimental.
El
2 de agosto de 1939, Albert Einstein dirige una carta al presidente de Estados Unidos Roosevelt reclamando su atención sobre las investigaciones realizadas por los científicos Enrico Fermi y Leo Szilard por las que el uranio podría convertirse en una nueva e importante fuente de energía susceptible de utilización militar. Calcula que con él se podría construir una bomba de 2.000 megatones o megatoneladas y recomienda la fabricación de uranio e iniciar un programa de investigación sobre el uso militar de la energía atómica.El 3 de septiembre Francia y el Reino Unido declaran la guerra a Alemania (Segunda guerra mundial) en respuesta a la invasión alemana de Polonia producida dos días antes, el 1 de septiembre.
El
15 de octubre se entrega la carta de Einstein al presidente Roosevelt. Se crea el Comité Consultivo del Uranio. Sin los apoyos necesarios y con escaso presupuesto resulta inoperante. El 9 de ese mes, el mandatario había autorizado la fabricación de una bomba atómica. El 7 de diciembre de 1941 Japón bombardea la base naval estadounidense de Pearl Harbor sin que medie declaración de guerra. El bombardeo produce 2.000 víctimas mortales. Estados Unidos entra en la Segunda Guerra Mundial y el programa atómico adquiere la máxima prioridad. Gran Bretaña y Canadá se suman al programa, que se mantendrá en el más alto secreto bajo el nombre de “Distrito Manhattan” (Proyecto Manhattan).
Miles de científicos e ingenieros, con un presupuesto superior a los 2.000 millones de dólares, se desplazan a Nuevo México, Los Álamos. Durante más de dos años trabajarán, bajo la dirección científica de
Robert Oppenheimer, en dos proyectos de bomba atómica: una basada en el uranio y otra en el plutonio. El 2 de diciembre de 1942 el científico Enrico Fermi logra la primera reacción nuclear.

PROYECTO ACELERADO

El
6 de junio de 1944 los aliados desembarcan sus tropas en Normandía. El 15 de agosto se produce la apertura de un segundo frente en el sur de Francia, en Provenza, con la operación Anvil Dragoon. Alemania intenta una contraofensiva desesperada en la Batalla de las Ardenas en diciembre, donde pierde sus últimas reservas militares. Los aliados avanzan hacia Berlín.
En diciembre de 1944 se acelera el proyecto alargándose los turnos de trabajo en Los Álamos. El
7 de mayo de 1945 Alemania se rinde. En Europa la guerra ha terminado, sólo queda abierto el frente del Pacífico. La noche del 15 de julio, Robert Oppenheimer, desde uno de los tres observatorios que se instalaron a 9.100 m del epicentro de la explosión, accionó el mecanismo que detonó la primera bomba atómica. La prueba, bautizada con el nombre de “Trinity” (Trinidad), explosionó una de las tres bombas nucleares que el proyecto Manhattan había logrado desarrollar (una de uranio y dos de plutonio). Se eligió el paraje conocido por “Jornada del Muerto”, una zona desértica a 80 km de Alamogordo, el lugar habitado más cercano. El cielo se iluminó para segundos después oscurecerse por el polvo radioactivo. Una enorme nube en forma de hongo ascendió, las montañas del fondo se empequeñecieron, la onda expansiva fue registrada a 400 km de distancia. El proyecto Manhattan había culminado con éxito.
Sesenta y dos años después, los niveles radioactivos en la zona aun son muy superiores a lo normal; pueden encontrase rocas color verdoso, restos de la explosión, con altos niveles de radiación.

TRUMAN

El
12 de abril de 1945 muere F. D. Roosevelt, impulsor del Proyecto Manhattan, y le sucede en el cargo Harry S. Truman. Desconocedor del proyecto, es informado de todos sus pormenores, será el que deba tomar la última decisión.
En noviembre de 1944 habían comenzado los bombardeos sobre Japón. Durante varios meses, la 20ª Air Force compuesta por 500 bombarderos
B-29, descargó más de 4.000 t de bombas sobre Japón. A finales de febrero de 1945 las defensas aéreas japonesas habían sido prácticamente anuladas y los principales objetivos de interés militar, alcanzados.
Durante estos meses las operaciones eran diurnas para localizar el objetivo con precisión, y los vuelos a gran altura (más de 9.000 m) para, en gran parte, impedir la respuesta japonesa (durante estos meses, en proporción decreciente, la Air Force perdió 90 bombarderos B-29 en sus incursiones en Japón).
El
10 de marzo de 1945, el bombardeo de Tokio marca el cambio de estrategia en los bombardeos sobre Japón. Inutilizados los principales complejos militares cambia la categoría del objetivo. El valor estratégico ya no se asigna a determinadas fábricas, puertos o nudos de comunicaciones; ahora serán ciudades y zonas más o menos extensas las que, determinando su valor estratégico, serán fijadas como objetivo.
Los objetivos, menos concretos, requerían menor precisión; por lo que los bombardeos podían ser nocturnos. Y la escasa respuesta japonesa junto a la mayor seguridad de los vuelos nocturnos posibilitó que éstos fuesen a baja altura, ganando en efectividad. El bombardeo de Tokio fue nocturno, a baja altura y los 334 bombarderos que recorrieron los 3.000 km que separan las
Islas Marianas de Tokio lo hicieron desprovistos de cañones y ametralladoras, lo que posibilitó que la carga efectiva de cada bombardero pasara de 4 a 6 toneladas. Las bombas rompedoras (muy eficaces contra edificios de hormigón y de estructura reforzada) fueron sustituidas por bombas incendiarias de Napalm (inútiles contra edificios sólidos, pero de efectos más extensos y especialmente mortíferas).
Dos B-29 llegaron con minutos de antelación y bombardearon marcando una gran X, tras lo cual los restantes ocuparon el cielo de Tokio en una extensión de 40
km² aproximadamente, dejando caer 8.250 bombas de 250 kilos que estallaban a 150 m de altura y proyectaban a su vez 50 bombas de 3 kg cargadas de napalm. La ciudad quedó convertida en una enorme antorcha entre la cual, las personas que no habían quedado abrasadas por el primer efecto del napalm, buscaban refugio contra las llamas que hicieron que en la zona atacada la temperatura alcanzase los 800ºC. A la mañana siguiente, en las calles yacían los cuerpos de aquellos que habían muerto asfixiados cuando los incendios agotaron el oxígeno del aire, y en los puentes de los ríos los de aquellos que fueron arrollados por la avalancha humana que huía del fuego intentando encontrar refugio en los ríos. El agua de las acequias, albercas y piscinas se había evaporado y su fondo se encontraba cubierto por los cadáveres de los que se habían refugiado en ellas. Únicamente el cauce central de los ríos se demostró un refugio seguro, aquellos que buscaron los refugios contra los bombardeos convencionales perecieron asfixiados. Más de 100.000 personas murieron y 40.000 resultaron heridas de consideración. El 50% de la ciudad quedó destruida y el 20% de su industria inutilizada. La Air Force sufrió la baja de 14 bombarderos y la desaparición de ocho tripulaciones.

LA ELECCIÓN

Durante los meses siguientes continuaron los bombardeos sobre Japón con el resultado de casi un millón de víctimas mortales. Varias ciudades de supuesto valor estratégico que fueron "reservadas" para el lanzamiento de la primera bomba atómica no fueron objeto de estos bombardeos (
Hiroshima, Nagasaki, Kokura y Niigata entre otras).
En la primavera de 1945 los servicios de inteligencia estadounidense habían descifrado las claves usadas por los japoneses y las “intercepciones mágicas” (así llamadas por los servicios de inteligencia) le llegaban puntualmente al presidente Truman. Por ellas pudo conocer los diversos intentos de Japón para conseguir una rendición negociada.
En junio de 1945 el emperador
Hirohito nombra al almirante Kantaro Suzuki como primer ministro y a Shigenori Togo como ministro de asuntos exteriores, ambos, partidarios de negociar el fin de la guerra.
El ministro Togo dio instrucciones a su embajador en Moscú para que la Unión Soviética (única gran potencia que en aquellos momentos se encontraba en paz con Japón como resultado del pacto de neutralidad que ambos firmaran en 1941) mediara frente a Estados Unidos una rendición pactada. Esta comunicación fue interceptada por los servicios de inteligencia estadounidenses.
El Presidente Truman exigió la rendición incondicional a Japón. El expresidente
Herbert C. Hoover, entre otros, le aconsejaron, como único medio para conseguir la rendición de Japón, garantizar la figura de su emperador. Es objeto de discusión el que el secretario de estado James F. Byrnes fuese el único que le aconsejara mantener las exigencias de rendición incondicional.
El
4 de julio Churchill comunica a Truman la aprobación de Gran Bretaña para el uso de la bomba. El objetivo sería una ciudad que dispusiera de instalaciones útiles para la guerra. También, serían ciudades que no hubiesen sufrido los bombardeos a los que estaba siendo sometido Japón para una óptima valoración de los efectos de la bomba.
El
17 de julio de 1945 Truman, presente en la Conferencia de Potsdam, recibe la noticia de los resultados de Trinity: “Baby satisfactorily born” (nacimiento satisfactorio del bebé): Estados Unidos ha probado con éxito la bomba atómica y el ejército dispone de dos de ellas para su uso inmediato.

HIROHITO

En el transcurso de la conferencia de Potsdam, el Emperador Hirohito envía un mensaje personal a
Stalin expresándole sus deseos de poner fin a la guerra lo antes posible y envía como emisario a un príncipe miembro de la casa real. Truman y Stalin mantuvieron conversaciones sobre los intentos de rendición de Japón. Truman anotaría en su diario: “Telegrama del emperador japonés pidiendo la paz. Parece que los japoneses se rendirán antes de la entrada de Rusia. Estoy seguro que lo harán cuando Manhattan aparezca sobre su patria". Es tema de discusión si Stalin recibió o no al emisario japonés, el hecho es que no respondió a la petición posponiéndola, en un principio, hasta la conclusión de la conferencia.
El 2 de agosto, la Conferencia de Potsdam concluye con una declaración en la que se exige a Japón la rendición incondicional. A propuestas del secretario Byrnes se retira la cláusula en la que se garantizaba la posición a su emperador. Desde Potsdam, Truman no espera a la conclusión de la conferencia y da la orden de lanzar la primera bomba atómica. Japón ignora la resolución de Potsdam no dándose por enterado del ultimátum.

El 2 de agosto de 1945, en la isla de Tinian, en las Islas Marianas, la fuerza aérea de ataque atómico estaba dispuesta para actuar. Durante las últimas semanas sus tripulaciones habían estado entrenándose con vuelos a la altura a la que se iba a realizar el definitivo, a 9.600 m, en misiones a Japón donde dejaban caer una única bomba sobre objetivos muy concretos.

ENOLA GAY

Al
B29 que transportaría la bomba se le retiró el armamento, dejando sólo la ametralladora de cola. Su comandante, Paul Tibbets lo bautizó con el nombre de su madre: “Enola Gay”, y a la bomba se la bautizó con el nombre de “Little boy” (Pequeño muchacho).El 5 de agosto despegó junto a cinco B29. Uno para comprobar condiciones meteorológicas, dos para medir las consecuencias del impacto, fotografiar y filmar, y otros dos como escolta. El objetivo era Hiroshima y, si su cielo no estuviese libre de nubes, lo que impediría registrar los efectos de la bomba, Nagasaki, Kokura o Niigata, la que mejores condiciones meteorológicas ofreciera.
El
6 de agosto, sobre Hiroshima el cielo estaba radiante y a las 8,15 el Enola Gay dejó caer la bomba atómica sobre el puente Aioi, centro geográfico de la ciudad. Sus habitantes, acostumbrados a ver pasar los B29 sin descargar sus bombas sobre ellos, se vieron sorprendidos por aquella gran explosión que en escasos segundos arrasó la ciudad en un radio de tres kilómetros.
Mientras el ejército japonés trataba de ocultar el bombardeo a sus ciudadanos, el presidente Truman se dirigió a su población a través de la televisión: “Hace poco tiempo un avión americano ha lanzado una bomba sobre Hiroshima inutilizándola para el enemigo. Los japoneses comenzaron la guerra por el aire en Pearl Harbor, han sido correspondidos sobradamente. Pero este no es el final, con esta bomba hemos añadido una dimensión nueva y revolucionaria a la destrucción […] Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de fuego que sembrará más ruinas que todas las hasta ahora vistas sobre la tierra.”
Tres días después, el
9 de agosto, el bombardero B-29 apodado "Bock’s Car" dejaba caer sobre el centro de Nagasaki la segunda bomba atómica “Fat man” (hombre gordo), alcanzando a la fábrica Mitsubishi, pero quedando los astilleros de su puerto a más de 2 km del centro de la explosión. La ciudad quedó igualmente destruida.
El presidente Truman pacta en secreto con Japón la rendición a través de su embajada en Suiza. La figura del emperador Hirohito sería preservada.

RENDICIÓN

El
10 de agosto Japón se rinde incondicionalmente. No obstante, una parte del ejército conspira sin éxito para interceptar la grabación del emperador Hirohito dirigida al pueblo de Japón. El 15 de agosto el pueblo de Japón oyó por primera vez la voz de su emperador y fue para anunciar la capitulación.
El 2 de septiembre, en la bahía de Tokio, en la cubierta del acorazado Missouri, se formaliza la rendición.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Hiroshima era una ciudad de importancia militar considerable. En las afueras de la ciudad (a varios kilómetros del centro) se encontraban los cuarteles del Segundo Ejército, los cuales defendían el sur de Japón. Allí funcionaba un centro de comunicación, punto de almacenamiento militar y área de ensamblaje de tropas. En las afueras también había algunas plantas industriales y el puerto. Todo ello no fue tocado por la explosión, que sólo destruyó el centro de la ciudad (donde había una inmensa mayoría de civiles).
Hiroshima para el tiempo de la guerra era un puerto militar y no había sido tocado por los bombardeos convencionales, se decía que
Harry Truman había perdonado a la ciudad, la población civil colaboraba con el esfuerzo de guerra en fábricas de armamentos, Hiroshima era tácticamente un lugar logístico para la Rengo Kentay. Además en ese lugar se organizaba la defensa de las islas Kyushu. Según un informe japonés: “desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, más de mil veces los ciudadanos de Hiroshima habían saludado con gritos de ¡Banzai! a las tropas saliendo desde el puerto”. El centro de la ciudad contenía un número de edificios de hormigón reforzado y estructuras más livianas. En el área de los alrededores se encontraba un conglomerado de pequeños talleres de madera entre casas japonesas. Las casas eran de madera con techos de tejas. Muchos de los edificios industriales eran también de madera. La ciudad en general era extremadamente susceptible al fuego.
Debido a los peligros de terremoto presentes en Japón, algunos de los edificios de hormigón reforzado eran construcciones mucho más fuertes que las requeridas por los estándares de Estados Unidos. Hiroshima tiene 6 brazos del río Ota y es cruzado por muchos puentes. El puente Aioi, con forma de T, fue elegido como blanco de bombardeo por el tripulante (bombardero) del avión que lanzaría [Thomas Ferebee]. Cerca del puente (a 600 m) estaba la clínica del doctor Shima. Hacía el sector centro de la ciudad, a 900 m se erigía el castillo de Hiroshima, donde estaba el cuartel general del Segundo Ejército. El monte Futaba se encuentra a 2 km, las industrias
Mitsubishi a 5 km, en dirección al puerto.
La población de Hiroshima había alcanzado en su mejor momento a más de 380.000 habitantes al comienzo de la guerra, pero previamente al ataque atómico la población fue reducida a aproximadamente a 255.000 habitantes debido a evacuaciones. Este número se basa en la población registrada —que los japoneses usaban para medir la cantidad de raciones de comida necesarias—, pero no son muy exactas las cantidades estimativas de trabajadores y tropas adicionales que se encontraban en la ciudad. Para la designación de los blancos, se tomaron los siguientes criterios: nunca bombardeados convencionalmente antes, de relevancia para el esfuerzo bélico japonés, gran densidad poblacional. Kioto fue sacado a último momento de la lista de blancos por expresa petición de Truman.
Por todos los criterios anteriormente dichos, Hiroshima estaba en la lista de blancos atómicos, estos eran: Kioto, Nigata, Kokura, Nagasaki e Hiroshima.


LA SEGUNDA

En realidad, la
bomba nuclear que se dejó caer en Hiroshima fue la segunda (la primera había sido detonada como prueba en Alamogordo, Nuevo México). La escuadrilla 509, compuesta por los tres B-29 Enola Gay, Great Artist y Nº 91 despegó de la isla de Tinian a las 2:15 (hora japonesa) y tomó rumbo a Iwo Jima. Desde ahí enfilaron hacia Japón.
A las 6:30 la bomba fue armada. Se había previsto hacerlo en vuelo por seguridad, para evitar una activación no esperada, los circuitos que alimentaban el funcionamiento de la bomba contaban con un seguro eléctrico. Para dejar operativa la bomba, era menester retirar un seguro y luego insertar un dispositivo que permitía que la batería interna de la bomba funcionara. Sólo cuando esta cayera y alcanzara cierta altura determinada (para maximizar el daño) se iniciaría la reacción en cadena. Así, pues, con esos seguros eléctricos se prevenía el riesgo de volar todo Tinian, el islote militar de 6 pistas, estadounidense.
Cerca de las 7:00, los
radares japoneses habían detectado algunas aeronaves estadounidenses en dirección noroeste acercándose al sur de Japón. Se dio la alerta y se interrumpieron las transmisiones de radio en varias ciudades, entre ellas Hiroshima. Los aviones se acercaron a la costa a gran altura (nueve kilómetros). Cerca de las 8:00, el operador de radar en Hiroshima pudo determinar que el número de aviones acercándose era mucho menor e hizo levantar la alerta antiaérea. Se transmitió por radio una alerta sugiriendo el uso de refugios al avistamiento de B-29s.
Para entonces, el avión meteorológico Straight Flush, comandado por Eatherly (que fue el que provocó la primera alarma antiaérea) después de dos pasadas se había comunicado con el
Enola Gay, diciendo que la ciudad estaba cubierta por nubes, sin embargo, era visible a través de un boquete de claridad de 16 km de diámetro, el Straigth Flush recomendó el objetivo y se retiró de la escena. Tibbets, recibió el mensaje del Straight Flush y dijó a la tripulación: “es Hiroshima”. A continuación llamó a Tinian y comunicó en clave: “Primario”.
Se aproximaron a la ciudad a 9.460 m de altura, a contraviento y desde el noroeste. En el claro de nubes se perfilaba nítidamente la ciudad y el delta del río Ota.
A las 8:15:17, el B-29 Enola Gay dejó caer la bomba sobre el centro de la ciudad y se alejó a gran velocidad, haciendo un brusco giro de 150° hacia el noroeste en forma ascendente. Algunos testigos vieron además caer algunos paracaídas amarillos a lo lejos (eran los aparatos de medición del B-29 testigo, Número 91). La bomba cayó haciendo un ruido sibilante que no se percibió desde tierra. Para aumentar su alcance letal, la bomba estaba programada para iniciar la reacción nuclear a unos 640 m de altura. Esa altura sería determinada barométricamente (calculando la altura por la presión del aire) y —un sistema alternativo— por radar. A las 8:16:43, la bomba estalló a la altura convenida, con una explosión de la magnitud de 20.000 t de TNT. A las 16 milésimas de s, de la detonación, se desplegó una bola de fuego primero violácea y luego de color blanco intenso y brillante como un flash fotográfico, con una temperatura de 50 millones de grados. Quienes vieron esa luz y vivieron para contarlo, quedaron ciegos permanentemente (muriendo meses después debido a la radiación).
A las 25 milésimas de s, la bola alcanzó un diámetro de 300 m, que vaporizó instantáneamente a todas las personas dentro de la clínica Shima y a miles quienes circulaban directamente debajo del estallido. La presión ejercida por la onda expansiva inicial fue de varias ton/cm2 y comprimió enterrando varios metros las columnas de la Clínica Shima. En algunos instantes se creó una columna invisible cuya compresión resultó enorme, el calor y la presión instantánea vaporizaron a más de 80.000 personas. A las 60 milésimas de s, la bola se expandió abrasando todo alrededor, a más de 500 m de radio y carbonizando con radiación
infrarroja todo ser a 1,5 km del hipocentro.
Dos s después de la detonación de la bomba, la onda expansiva comprimida, denominada «soplo de la explosión», había destruido todo alrededor de 2,5 km de distancia, incinerando a quienes se encontraban en ese sector. La onda expansiva de alta temperatura devastó con vientos desde de 800
km/h, destruyendo totalmente las construcciones ligeras del resto de la ciudad, haciendo que los pedazos de las construcciones ligeras de madera y similares, sirvieran como verdaderas flechas.
En el cuartel del 2º Cuerpo del Ejército, a 800 m del hipocentro, el patio estaba lleno de militares ejercitándose y quedó súbitamente lleno de cadáveres humeantes. La batería antiaérea que estaba sobre la montaña Futaba (a 2000 m del centro) quedó parcialmente destruida por la onda expansiva. Pocas semanas atrás desde allí habían derribado a dos B-24.
La bola de fuego comenzó a ascender, consumiendo miles de m3 de oxígeno. Las corrientes ascendentes crearon una columna de vacío que succionó contravientos hacia el hipocentro, se percibía un sabor a plomo en el aire. En ese momento, observadores hasta a 20 km de distancia de Hiroshima pudieron ver el
hongo atómico ascendiendo completamente silencioso (el bramido los alcanzaría un minuto después, debido a que el sonido se mueve a 340,46 m/s). Cinco s después del estallido, todo el daño estaba consumado.
El área inmediatamente afectada fue de 5 km² densamente poblados. La onda expansiva transportó vientos recalentados a más de 500 °C hacia toda la ciudad. Hubo miles de casos de incineración súbita, carbonizaciones parciales y quemaduras de personas expuestas hacia el hipocentro del estallido, a más de 10 km del punto cero.
Al momento de la explosión había 23 prisioneros de guerra estadounidenses: uno estaba haciendo ejercicios con la tropa, dos estaban en el interior de un carguero en el puerto, tres en las celdas del castillo. 13 de los prisioneros provenían del derribo de dos aviones B-24 sobre Hiroshima en las semanas anteriores. Por lo menos tres de estos supervivientes fueron sacados de sus celdas y ajusticiados bajo un puente a pedradas por la población, de los diez restantes nunca se supo el paradero.

Y LLUVIA NEGRA

Media hora más tarde empezó a suceder un efecto extraño: empezó a caer una lluvia de color negro. Esta lluvia traía el carboncillo condensado de todo material orgánico quemado (entre ellos las víctimas humanas), y del material radiactivo de la bola de humo que se había levantado. Esta lluvia causó muchas víctimas días después por anemia, espasmos y convulsiones de origen hasta entonces misterioso. El caos, el desconcierto y la ruina fue total. El paisaje calcinado adquirió un tono gris uniforme, como si el color se hubiera extinguido, el pasto se volvió rojo grisáceo, el 92% de las edificaciones sólidas de Hiroshima fue arrasado.
Bob Caron, artillero de cola del B-29
n.º82 Enola Gay [fuente: Enola Gay, de Gordon Thomas, pág. 451 y 452] describe así la escena desde 8.000 m de altura:
-"Una columna de humo asciende rápidamente. Su centro muestra un terrible color rojo. Todo es pura turbulencia. Los incendios se extienden por todas partes como llamas que surgiesen de un enorme lecho de brasas. Comienzo a contar los incendios. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... catorce, quince... es imposible. Son demasiados para poder contarlos. Aquí llega la forma de hongo de la que nos había hablado el capitán Parsons. Viene hacia aquí, es como una masa de melaza burbujeante. El hongo se extiende. Puede que tenga mil quinientos o quizá tres mil metros de altura y unos ochocientos de anchura. Crece más y más. Está casi a nuestro nivel y sigue ascendiendo. Es muy negro, pero muestra cierto tinte violáceo muy extraño. La base del hongo se parece a una densa niebla atravesada con un
lanzallamas. La ciudad debe estar abajo de todo eso. Las llamas y el humo se están hinchando y se arremolinan alrededor de las estribaciones. Las colinas están desapareciendo bajo el humo. Todo cuanto veo ahora de la ciudad es el muelle principal y lo que parece ser un campo de aviación. Eso aún resulta visible. Allá bajo hay aviones" .'
En ese momento, el operador de control de la compañía de transmisión japonesa en Tokio notó que la estación de Hiroshima quedó fuera del aire. Intentó utilizar otra línea telefónica para restablecer su programa, pero falló también. Cerca de 20 min más tarde, el centro telegráfico en Tokio notó que la línea de telégrafo había dejado de funcionar al norte de Hiroshima. De algunas estaciones de tren pequeñas a las cercanías de la ciudad llegaron confusos informes oficiosos de una terrible explosión en Hiroshima. Todos estos comunicados fueron transmitidos a los cuarteles generales japoneses. Los cuarteles militares intentaron comunicarse reiteradamente con la estación de control del ejército en Hiroshima.
El absoluto silencio proveniente de la zona confundió a los hombres del cuartel; Algo había sucedido, sabían que ningún ataque enemigo a gran escala podría haber ocurrido, y sabían que en aquel entonces no existían depósitos de explosivos de gran tamaño en Hiroshima. Se le ordenó a un joven oficial el volar inmediatamente a Hiroshima, aterrizar, identificar los daños y regresar a
Tokio con información fiable para los miembros del cuartel general- El oficial se dirigió al aeropuerto y despegó hacia el sudoeste. Tras cerca de tres horas de vuelo, mientras se encontraba todavía a alrededor de 160 km de Hiroshima, pudieron divisar las nubes de humo sobre la ciudad. A media tarde todavía ardían los restos de Hiroshima. Su avión pronto llegó a la ciudad, la cual bordearon sin poder creer lo que veían: todo lo que quedaba de la gran ciudad era una cicatriz sobre la tierra, aún ardiendo, y cubierta por espesas nubes de humo. Aterrizaron al sur de la ciudad y el oficial —después de informar de lo visto a Tokio— comenzó a organizar medidas de ayuda.
En esa época no se sabía que no se debe acercarse a la zona de una explosión nuclear, ya que la
radiación continúa durante varios días o meses, generando cánceres de distintos tipos (intestino, pulmón, etc.). Los miles de médicos, soldados y enfermeros voluntarios que llegaron a Hiroshima en los siguientes días, murieron todos de cáncer en los siguientes años. A la medianoche (16 horas después del ataque) las primeras noticias de la causa del desastre en llegar a Tokio provinieron de la Casa Blanca.

FESTEJO

Al día siguiente, en las principales ciudades estadounidenses festejaron el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Los medios de comunicación exclamaban: Damos gracias a Dios por haberle dado a América la bomba atómica, porque ¿quién sabe cómo la hubiera usado otra
Inmediatamente después de los bombardeos, recién acabada la guerra, las encuestas demostraron que más del 80% de los estadounidenses estaban de acuerdo con los lanzamientos de las bombas atómicas. La versión oficial fue que aquellas bombas habían posibilitado el fin de la guerra y ahorrado muchas vidas japonesas y americanas. Entonces nada se sabía de los intentos de Japón para rendirse, ni de posturas cercanas al gobierno estadounidense que, conociendo las consecuencias de la bomba, recomendaban invitar a una delegación japonesa para presenciar la prueba y así apreciaran sus efectos o lanzarla sobre una zona de Japón deshabitada.
En el momento de los bombardeos regían las leyes internacionales para tiempos de guerra firmadas en La Haya en 1899, 1907 y la ley sobre la guerra aérea firmada en 1923.
Art. XXIII de la ley de 1899 puede leerse: Los derechos de los contendientes para dañar al enemigo no pueden ser ilimitados (esto ya lo expresó Kant).
Art. XXV de la misma ley: Está prohibido el ataque o bombardeo de ciudades y aldeas indefensas.
Estos artículos se reiteran en la revisión de 1907.
En 1927 en artículo XXII queda como sigue: Queda prohibido el bombardeo aéreo con motivo de aterrorizar a la población civil, así como la destrucción de sus propiedades y la agresión a los no combatientes.
Artículo XXIV 1.- El bombardeo aéreo es legítimo solamente cuando está dirigido a un objetivo militar, es decir, objeto del cual su destrucción o inutilización constituiría una ventaja en la contienda.
2.- Tal bombardeo es legítimo solamente cuando está dirigido exclusivamente en los objetivos siguientes: fuerzas militares, construcciones militares; establecimientos militares o depósitos; fábricas y centros importantes que se acredite trabajan para el ejército fabricando armas, munición o suministros militares; líneas de la comunicación o transporte usados con propósitos militares.
3.- Se prohíbe el bombardeo de ciudades, pueblos, aldeas, viviendas o edificios no inmediatamente próximos a las operaciones militares terrestres. En los casos donde los objetivos especificados en el párrafo 2 estén situados de modo que sea imposible diferenciar a la población civil de la instalación militar, el avión debe abstenerse de bombardear.
4- En las inmediaciones de las operaciones militares terrestres, el bombardeo de ciudades, pueblos, aldeas, viviendas o edificios con la condición legítima de que allí se concentran efectivos militares, se efectuará teniendo respeto al peligro que representa para la población civil.
El 1 de septiembre de 1939, el presidente de EE.UU. Franklin D. Roosevelt envió un escrito de súplica a los estados contendientes en la recién iniciada Segunda Guerra Mundial cuyo primer párrafo es el siguiente:
El presidente de los Estados Unidos a los gobiernos de Francia, de Alemania, de Italia, de Polonia y de su majestad Británica, 1 de septiembre de 1939.
“El bombardeo aéreo despiadado contra civiles en poblaciones sin defensas en el transcurso de las hostilidades que han existido en medio mundo durante los últimos años, que ha producido el dolor y la muerte a millares de hombres indefensos, mujeres, y niños, han afectado a los corazones de cada hombre y mujer civilizados, y producido una profunda sacudida en la conciencia de la humanidad.”
En aquel tiempo, los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki ya tenían la consideración de crímenes contra la humanidad. La consideración de si acortaron o no la contienda es irrelevante: los contendientes en una guerra no gozan de derechos ilimitados y las vidas de la población civil es un bien que hay que preservar por encima de cualquier consideración. Aun así, el acto de lanzar las bombas, aunque es considerado por muchos como crimen de guerra, contra la humanidad y genocidio, sigue hasta la fecha sin ser realmente condenado o castigado.
Tampoco valen los atenuantes, porque en los crímenes contra la humanidad no existen los atenuantes.

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