lunes, 20 de agosto de 2007

146/ Polis - Uruguay productivo - Por Jaime Igorra

En primer lugar, permítanme compartir con ustedes mi visión del fuerte crecimiento de la economía durante estos dos años que se ha mantenido, por tercer año consecutivo, por encima del promedio del crecimiento que tuvieron los países de América Latina. Nuestro Ministro de economía anunciaba hace pocos días que el crecimiento proyectado para este año y para 2008 seguiría manteniéndose y que esta evolución es, en términos históricos, bastante excepcional para el caso uruguayo. Nuestro país está teniendo reiteradamente tasas de crecimiento muy importantes respecto a la evolución histórica que se ha registrado en las últimas décadas.

El Producto Bruto Interno ya ha superado el nivel máximo previo a la crisis. Sabido es que durante la crisis más reciente operó una depresión muy importante de la producción, pero esta recuperación ya ha permitido superar los niveles máximos que se habían alcanzado antes de dicha crisis, básicamente en la segunda mitad de los años noventa, como está indicando esta evolución.
Si analizamos el crecimiento del año 2006, vale la pena destacar que hemos tenido un crecimiento del 32% en la inversión bruta interna, casi 9% del consumo y prácticamente 8% en términos reales de las exportaciones.
Paralelamente la inversión continúa creciendo, alcanzando un máximo histórico.
Las exportaciones continúan marcando cifras de crecimiento records; podemos decir que de mantenerse este ritmo, Uruguay superará los U$S 6.000:000.000 de exportación de bienes y servicios durante el transcurso del año 2007.
El país alcanza niveles muy altos en los flujos de inversión extranjera captados, incluso sin considerar a Botnia. Sin duda, Botnia tiene un peso muy importante, pero el resto de la inversión del exterior también ha tenido una evolución francamente creciente que permitió al país en 2006 captar en términos de inversión del exterior siete puntos del Producto Bruto Interno, que es la cifra más alta que recordamos en materia estadística en cuanto a proporciones de inversión del exterior sobre el Producto Bruto Interno. Para tener una idea, la cifra histórica de captación de inversión del exterior sobre el Producto Bruto Interno del Uruguay es del 1% y en el año 2006 llegamos al 7%.
El país cuenta con un prestigio internacional bien ganado como lo es su seguridad jurídica, el respeto a los contratos y la estabilidad política que le permiten pararse muy bien en la región. Los tres instrumentos que el país tiene para crecer son la inversión extranjera directa, zonas francas y puertos libres; todos ellos vigentes y aprobados en nuestra legislación vigente.

Ahora bien ¿cómo se ha reflejado esto en las condiciones de vida de los uruguayos?. En primer lugar, vemos una variable fundamental, que es el empleo. Tanto desde el punto de vista de su cantidad como de su calidad, el empleo resultó en el pasado un factor determinante, fundamental, del aumento de la pobreza, la indigencia y la exclusión social. Por lo tanto, es absolutamente fundamental que el crecimiento de la economía uruguaya revierta estas tendencias, mejore la cantidad y la calidad del empleo y eso se traduzca en un factor determinante de mejora de las condiciones de vida de los uruguayos. A modo de ejemplo en relación a la industria de la madera, de la celulosa y del papel, el empleo ha crecido un 81%; en la industria química y farmacéutica, un 33%; en alimentos, bebidas, tabacos e industria frigorífica, ha crecido más de un 19%. En casi todos los sectores se presenta un proceso creciente de creación de fuentes de trabajo; incluso, en las empresas de menor tamaño.
Hasta acá este sería un criterio netamente economicista o podría tildarse de industrialista pero este desarrollo económico y productivo no lo podemos concebir sino como sustentable con el ambiente y en el tiempo.
Para ello si analizamos los elementos que nos brinda nuestra legislación vigente y nada menos que la constitución de nuestra República en su artículo 47 se declara que “La protección del medio ambiente es de interés general. Las personas deberán abstenerse de cualquier acto que cause depredación, destrucción o contaminación graves al medio ambiente.”
Asimismo también contamos con otros instrumentos legales como la Ley 17.283 del 12/12/2000 –– Ley General de Protección del Ambiente – que expresa: “Declarase de interés general, de conformidad con lo establecido en el artículo 47 de la Constitución de la República: a) La protección del ambiente, de la calidad del aire, del agua, del suelo y del paisaje.”. También existen otras leyes y decretos complementarios, como el decreto 349/05 de evaluación de impacto ambiental.
Otra de las herramientas de la que dispondremos, esperemos que en poco tiempo, será la Ley de Ordenamiento y Desarrollo Territorial Sostenible actualmente en discusión en Comisión del Senado de la República.
Como ven contamos y contaremos con los elementos jurídicos para tratar de enfrentar este desafío.
Hoy el mundo nos exige cada vez mas invertir en investigación, en ciencias y desarrollar tecnologías que permitan coexistir las actividades industriales y humanas haciendo al planeta sustentable como forma de garantizar nuestra calidad de vida y la de los que nos sucederán en el futuro.
Asumir de manera clara y directa la actividad humana e industrial en el país con el compromiso por la conservación ambiental nos acerca y nos lleva a transitar un mismo camino. Para nuestro Ministerio y en especial para la Dirección Nacional de Medio Ambiente, no hay otra forma de concebir la actividad humana, cualquiera sea esta, sino de manera sostenible, pensando siempre en qué legaremos a las generaciones que nos sucederán.
Para nosotros el crecimiento económico –concepto que otrora y aún hoy tiene un contenido exclusivamente económico— no es sinónimo de desarrollo económico; éste no es concebible sino como sustentable, es decir, contemplando los aspectos sociales y ambientales que inevitablemente contiene.
Hemos asistido en los últimos meses al lanzamiento de las maestrías de nuestra Universidad de la República en Manejo Costero Integrado del Cono Sur o la de Ingeniería de Celulosa y Papel, también en La Universidad de Montevideo, en cooperación con BID-FOMIN (Banco Interamericano de Desarrollo-Fondo Multilateral de Inversiones), a través del programa "Promoción de la Producción Eco - Eficiente en PyMEs", asumió el fuerte compromiso de mejorar la eficiencia y competitividad de las PyMEs o La Universidad Católica con su curso de Postgrado en Ingeniería Biomédica, son algunos ejemplos que pautan una clara diferencia entre ambos conceptos y con lo que acontecía en la década del sesenta cuando la fuerte industrialización de la época no se ocupaba de la preservación del patrimonio ambiental ni de fortalecer y fomentar el crecimiento intelectual, en conocimiento e innovación de la sociedad.
Así nuestra Dirección, la DiNaMA, tiene como misión – expresamente establecida en la legislación nacional - la formulación, ejecución, supervisión y evaluación de los planes que regulen, prevengan y controlen todas las actividades humanas que puedan afectar el ambiente.
En este sentido, hablar en estos tiempos de prevención y control ambiental esta ligado a investigación, innovación y desarrollo científico y tecnológico que nos brinden a nosotros las herramientas e insumos necesarios para el cumplimiento de nuestras obligaciones y a los inversores y empresarios la posibilidad de producir más y mejor de acuerdo con las mejores tecnologías que existan, para cada rubro, de forma amigable con el medio ambiente.
Hoy, dada la realidad del país, es casi inevitable referirse a la actividad industrial, agrícola, ganadera, forestal, prospección minera, etc.; cuyos emprendimientos han llevado la cuestión ambiental a los primeros planos de atención nacional, regional e internacional, podríamos incluso decir.
Pero más allá de las estridencias públicas, para la DINAMA esto ha implicado acelerar procesos internos, asumir desafíos inéditos y encarar una etapa nueva, llena de desafíos y exigencias.
Mejorar las capacidades humanas con que contamos –tanto en términos cuantitativos como cualitativos—, mejorar la infraestructura para el mejor desarrollo de nuestras tareas y contar con los recursos económicos necesarios están siendo objetivos estratégicos de nuestra gestión.
Vale la pena destacar aquí, el reciente lanzamiento de la RED DE LABORATORIOS AMBIENTALES, realizado el año pasado, iniciativa concebida y desarrollada específicamente para el fortalecimiento de las capacidades a nivel nacional de los laboratorios para el control ambiental.
Esta red se concibió para armonizar los procedimientos analíticos, para la capacitación de los recursos humanos y para facilitar y acelerar la acreditación de los laboratorios, medidas todas que apuntan a consolidar la confiabilidad de los resultados y, al mismo tiempo, a fortalecer el sistema de controles: se incrementa la capacidad de trabajo y se posibilita el seguimiento de procesos, a través de indicadores medidos de manera confiable y estandarizada.
Más información, mejor recabada y procesada, más seguridad en los resultados.
La Red de laboratorios que coordina la DINAMA abarca 35 entidades privadas y públicas de, por ejemplo, ministerios, intendencias, entes, universidades, entre otros. Por supuesto también las instituciones emblemáticas del país y del sector como el LATU y UNIT integran también la RED.
Pero además de la RED, la DINAMA encaró el mejoramiento de su propio laboratorio, un referente en el sector que, sin las mejoras imprescindibles, podría verse desbordado. Seiscientos mil dólares es el monto de la inversión en equipamiento licitada en 2006, cuyo resultado redundará en una mejora y modernización que, a esta altura, nos resultaba imprescindible.
También la instalación de un nuevo laboratorio en la ciudad de Fray Bentos –al lado de donde tendremos en el desarrollo de un polo industrial un foco de atención muy especial—, co-gestionado con OSE, es una muestra de la seriedad con que nuestra cartera y la DINAMA están asumiendo los nuevos desafíos que se le están planteando.
Pero todo esto resultaría francamente poco eficaz si no fuera acompasado con el incremento de la conciencia ambiental, de la población del país en general y de los emprendedores industriales en particular. Una sociedad informada y preparada se convierte en un aliado a la hora de producirse estos cambios, interactuando de manera responsable con el ambiente.
El mundo y en particular nuestro país toman cada vez más conciencia de un fenómeno mundial llamado cambio climático. En nuestro país de base productiva esencialmente agrícola, con un sector turismo cada vez más creciente y con una dependencia muy fuerte desde el punto de vista energético de las represas hidroeléctricas este tema pasa a ser esencial. En nuestro Ministerio la Unidad de Cambio Climático desarrolla investigación y tareas de divulgación de información para que las imprevisiones del pasado y el desencadenamiento de las acciones de emergencia puedan preverse de otro modo y con otro resultado. Si bien es cierto que los grandes desastres no son norma en el Uruguay puntualicemos algunos hechos muy significativos como el gran temporal del año 1923 con importantes inundaciones en la faja costera del Río de la Plata con pérdidas económicas muy importantes, las inundaciones de 1959 que coincidiendo con una visita del jefe de gobierno de Cuba, el Cdte. Fidel Castro, que luego de sobrevolar nuestro país expresara “… el piloto me explico que debajo del agua que sobrevolamos se encontraba la República Oriental del Uruguay.”, el fuerte temporal de vientos de agosto del 2005 o las recientes inundaciones de abril de este año con 12.000 evacuados. Será menester entonces ante estos acontecimientos poder tener las evaluaciones, los instrumentos y las mediciones que nos permitan para sectores tan sensibles como el agrícola, el turismo o la energía tener un panorama de anticipación. Recordemos que además de la dinámica cósmica del planeta y del sistema solar las acciones del hombre y su industria pueden ocasionar o incrementar estos desastres.
De poco vale el seguimiento, el control y eventualmente la aplicación de sanciones por parte del Estado si los protagonistas de las acciones económicas no asumen que esto no es una obligación, un fastidio impuesto por el gobierno sino, muy por el contrario, una obligación, un compromiso de respeto hacia la gente y hacia el país.

Como corolario de todo esto creo que hemos podido corroborar nuestro pensamiento original que Desarrollo y Ambiente no son términos antagónicos y que tomando las precauciones y medidas necesarias, el desarrollo industrial puede coexistir con un ambiente sustentable.
Juntos, entonces, es que iremos confirmando, afianzando los pasos que en este sentido estamos dando. Y estos pasos son los que nos confirmarán, para nosotros mismos y para el mundo todo, como un país que asume la marca de “Uruguay natural” con total responsabilidad y sin resignar en lo más mínimo nuestro desarrollo económico que es, en definitiva, las posibilidades de crecimiento y bienestar de la población.

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