jueves, 25 de septiembre de 2008

601- Ponencia - El sujeto descentrado - Roberto Harari

* tesis y contratesis buscando desde el
yo perdido al yo ilusorio como
camino al inasible yo real, tan
evidente como improbable, red - una joyita -
Acerca de “el yo y la ilusión psicológica”
“No somos dueños de nuestras motivaciones y obramos en función de designios ignorados”, advierte el autor, y sostiene que “éste es uno de los puntos más resistidos del psicoanálisis, por cuanto se inscribe contra toda evidencia inmediata y pone en cuestión las motivaciones yoicoconciencialistas de raíz ilusoria”.

Una noción que ya forma parte de un conocimiento relativamente extendido trata de lo denominado por Freud como las tres injurias narcísicas, las tres “ofensas” infligidas al orgullo y a la vanidad de los hombres. Las mismas son ubicadas, a su criterio, en una serie, en la cual el psicoanálisis ocupa el tercer lugar cronológico. Este es uno de los argumentos más sólidos para sostener que la temática del sujeto descentrado es no sólo lacaniana, sino freudiana en su origen y desde su origen.
Pues bien, la primera injuria alude a un descubrimiento: nuestro planeta no es el centro del sistema solar. En efecto, cuando la concepción geocéntrica fue desplazada por la heliocéntrica –por vía del astrónomo polaco Nicolás Copérnico–, la Tierra pasó a ser tan sólo un planeta más entre tantos otros. Ya tenemos aquí una figura decisiva del descentramiento, debida al mero orbitar de nuestro cuerpo sólido celeste alrededor del Sol.
Una segunda herida, aún generadora de muchas discusiones y polémicas –en particular, respecto de ciertos arraigados dogmas religiosos– se desprende del aporte de Charles Darwin. Así, en función de las demostraciones del célebre naturalista inglés, no habría una discontinuidad absoluta entre el reino animal y el –vamos a llamarlo así, transitoriamente– humano. ¿Por qué “vamos a llamarlo así”? Porque Lacan, en muchos tramos de su enseñanza, ironiza con congruencia sobre lo “humano” vinculándolo con la etimología de humus, esto es, con un producto resultante de la desintegración de la materia orgánica, apto para la fertilización de los suelos. Por otro lado subraya, junto con otros pensadores –por ejemplo, Michel Foucault–, lo siguiente: el concepto de hombre es un invento relativamente reciente, por cuanto no cuenta con más de doscientos, doscientos cincuenta años. Hasta Darwin, entonces, se postulaba la existencia de una discontinuidad rígida y estricta entre lo situado en términos del reino animal, por un lado, y de la especie humana, por el otro. Entonces, merced al autor de El origen de las especies pudo sostenerse con fundamento nuestro parentesco con los antropoides. Por lo tanto, no somos seres especiales ni tampoco constituimos un reino aparte; se plantea, pues, la vigencia de un lazo indiscutible entre la conformación biológica del homo sapiens y la del mencionado reino animal. Segunda injuria narcísica, por ende.
Mentamos ya la herida planetaria, luego la zoológica y, en tercer lugar, incluimos la generada por el psicoanálisis, por cuanto nuestra disciplina conmociona el centramiento en el yo. Para ser más precisos: aludimos al yo, con su consiguiente ilusión psicológica. Su formulación implica, en definitiva y dicho de manera muy amplia, lo siguiente: no somos dueños de nuestras motivaciones, y obramos en función de designios ignorados. Además, al confrontarnos con los efectos de nuestros procederes, por lo general erramos el tiro en cuanto a la captación de sus fuerzas impelentes, a las que situamos en términos de una tibia indulgencia y de una sospechosa autotolerancia –rayana con la más prístina impunidad– hacia nosotros mismos.
Sin lugar a dudas, éste es uno de los puntos más resistidos y combatidos entre los vehiculizados por el psicoanálisis, por cuanto se inscribe contra toda evidencia inmediata, poniendo en cuestión las motivaciones yoicoconciencialistas de raíz ilusoria. Permítasenos al respecto realizar una breve digresión, para encarar esta cuestión de manera sesgada: puede afirmarse, como surge de la específica producción, del número y nivel de practicantes, de las respectivas instituciones, de las estadísticas en juego, de los reportajes críticos e inclusive de distintos “libros negros” circulantes, que la Argentina es, junto con Francia, uno de los países donde el predicamento, la inserción de nuestra disciplina y la mencionada producción de calidad alcanzan los máximos niveles mundiales. Los debates y pronósticos tendientes a vaticinar su decadencia, cuando no su muerte, en función de la presunta desconfianza que inspira y del descrédito interesadamente atribuido, aparecen y desaparecen de manera invariable, según es de constar, en los tantísimos años de dedicación al psicoanálisis por parte del autor de estas líneas. Ahora bien, lo referido hace en realidad no al psicoanálisis como tal, sino a las resistencias suscitadas por éste debido a la injuria narcísica implicada en, y por, sus fundamentos basales.
Proponemos entonces, como una suerte de aforismo respecto del psicoanálisis, el siguiente: su única chance de existir implica la presencia, al mismo tiempo, de esta lucha contra quienes intentan desvirtuarlo y darlo por terminado, “mostrando” que sus días están contados. Hoy día, uno de los rostros de dicha resistencia pretende tomarlo como una práctica nacida en la Viena de fines del siglo XIX; por consiguiente, propia de una época ya superada –el seductor argumento temporal insiste–, muy distante de las exigencias de la vida contemporánea, de sus problemáticas dominantes, de sus urgencias, y así siguiendo. Nuestro aporte al respecto, si bien parcial, insuficiente, pero en coincidencia plena con valiosos historiadores del psicoanálisis preocupados por la temática, consiste en señalar un origen diferencial como motor de dicha repulsa. No se trata en ésta, como a veces se sostiene con extendida ingenuidad, del énfasis puesto por Freud en la sexualidad, en un contexto de neto perfil victoriano donde la misma era censurada de modo terminante. Desde ya, algo es cierto al respecto: el abordaje freudiano enseña cómo la actividad sexual no es algo propio y exclusivo de la adultez ni de la adolescencia, porque da cuenta de la existencia de la sexualidad infantil. Sin duda semejante afirmación, en ese momento –¿tan sólo?– resultaba escandalosa, pues venía a demonizar a los niños cándidos, encarnación de la pureza, del candor y de la inocencia. Además, según la conceptualización freudiana, la noción de sexualidad no puede ser limitada al coito heterosexual, ni el fin exclusivo de ella radica en la procreación. Por cierto, se creyó que estas postulaciones abrirían el camino a un supuesto libertinaje perverso, al legitimar la valía de cualquier tipo de prácticas sexuales, por cuanto parecería situar a todas ellas en un pie de igualdad entre sí. Además, se adjudica a Freud la afirmación conforme con la cual el sexo determinaría todo el acontecer general de los humanos. Entonces, según el ¿juicio? de sus detractores, para el psicoanálisis todo sería sexual. En realidad, la afirmación de Freud implica, en primer término, todo lo contrario de cualquier pansexualismo, de una causalidad sexual única, porque su consideración del conflicto, en tanto dinámica psíquica insoslayable, indica de por sí la existencia de fuerzas encontradas, contrapuestas. Así, al postularse lo sexual –no reductible a lo genital, lo cual es valedero para cualquier sapiens– se requiere dar cuenta, a la par, de aquello no sexual que, de manera conflictiva, se le opone de modo inexorable.
Insistamos: la recusación suscitada desde siempre por el psicoanálisis no se funda en la noción de sexualidad, sino en la tercera injuria narcísica transportada por la noción de inconsciente, absolutamente singular y específica, y propia del desarrollo freudiano. Es ella la generadora de ese repudio, con dosis de virulencia más o menos crecientes o decrecientes según las épocas, mas siempre vigente. De reportarnos a nuestra actualidad, podemos ubicarlo en función de las llamadas nuevas terapias modernas, o alternativas, o de las neurociencias, o de la psicofarmacología, o de las terapias cognitivoconductistas o comportamentalistas, las que pretenden dejar de lado el psicoanálisis y, con él, lo inconsciente y el campo del sujeto. Con un pequeño problema en su accionar: estas “terapéuticas” fracasan en sus intentos de yugulación consolidada de los síntomas, más allá de sus pretendidos efectos inmediatos, los cuales no logran perdurabilidad alguna.
Ahora bien: muchos autores se han planteado la pregunta acerca de cuál es la novedad aportada por esta noción de inconsciente. ¿Por qué se autorizan a plantear esta cuestión, desde dónde la formulan? Bien, es fácil comprobar que “inconsciente” circula como vocablo desde hace siglos. ¿Acaso no hay filósofos, autores muy importantes, pensadores, incluso biólogos, por no aludir a físicos, teólogos, narradores y poetas, que la han articulado antes, y más de una vez?
A nuestro entender, se juega en esa presunción otra delimitación epistemológica crucial: la de la diferencia entre palabra y concepto. En efecto, valerse de un término localizable en distintos discursos, disciplinas, contextos y prácticas no implica que en todos ellos y en todas las ocasiones quiera o pueda o deba denotar lo mismo. Por ejemplo, en la filosofía romántica alemana encontramos construcciones donde se desgranan elaboraciones referidas a una filosofía de lo inconsciente. Lo propio sucede con filósofos como Nietzsche o Schopenhauer. En ese sentido, el propio Freud reconoció cuánto temía leer a aquél con minuciosidad porque podía llegar a mimetizarse con sus planteos, pues éstos parecían ser semejantes a los suyos. Habiendo de todos modos transitado sus páginas, las derivaciones freudianas, como podremos apreciar, lo condujeron por caminos muy diversos a los recorridos por el autor de Así hablaba Zaratustra.
El Otro en mí
Hay una necesidad conceptual y clínica de diferenciar identidad de identificación. Y ello tomando en cuenta, ahora, lo específico de la cura psicoanalítica caracterizable en términos de desidentificación. Lacan puntualiza en uno de sus seminarios finales qué entiende el psicoanálisis por identificación: el modo según el cual algo en principio externo se torna interno. Dicho en esos términos, parece un planteo simple; de hecho, señala la presencia del Otro en mí, por vía de esa dinámica psíquica donde viene a delatarse su incidencia –la del Otro– en mi constitución. Ahora bien, este mecanismo constitutivo debe ser distinguido con nitidez de la imitación voluntaria, de la mímesis deliberada, de un “Voy a ser como...”, por cuanto la identificación se produce según una modalidad definidamente inesperada e inevitable; inconsciente, es claro. En efecto, alguien puede creer que elige con la mayor libertad una gran cantidad de opciones en su vida, cuando en verdad lo hace llevado por identificaciones automatizadas e incuestionables. Y éstas tan sólo comienzan a generar interrogantes movilizadores, sea en el curso del análisis, sea cuando el sujeto, por motivos varios, entra en crisis respecto de ellas. El análisis puede entonces ayudarlo a tomar un camino capaz de apartarlo de una identificación sintónica (con un valor de mandato hasta entonces acrítico).
Por supuesto, hay identificaciones, por así llamarlas, muelles. Aludimos con ello a quienes obran al modo de un autómata, siendo así “felices”. Cuando esto ocurre, nada podemos ni debemos decir; se trata, en efecto, de un suceder que no pone en cuestión al sujeto. Por ejemplo, de cierto hablante se dice: “¡Pero si es casi un clon del padre!”. Claro, si se cometiese la torpeza de formularle este comentario al interesado, preguntándole además si se anoticia de ello, lo más probable es que no tenga la menor percatación. Por otra parte, es claro, puede resultarle ofensivo el comentario. Ese parecido puede incluir incontables trazos: por ejemplo, el tono de voz o la manera de caminar, tanto como elecciones vocacionales o los más diversos gustos u “opciones”, donde algunos biologistas temerarios creen poder señalar la presencia determinante de los genes. Sin embargo, para el psicoanálisis todo ello no es sino el fruto de identificaciones tempranas. ¿Cuál sería el inconveniente del acaecer de este fenómeno? Bien, el precio radica en la fuerte limitación generada por los tan restringidos márgenes de libertad resultantes. Márgenes cuyo alcance es mitigado por el sostén del amor eterno al padre. Ahora bien, dicho amor estagnado e incólume pareciese, por cierto, brindar estímulo y consuelo, erigiéndose en un –gravoso, sí– freno al desamparo.
En su texto Psicología de las masas y análisis del yo Freud estudia el acaecimiento de determinados fenómenos psíquicos en el seno de aquéllas. Pormenoriza, entonces, que las masas se caracterizan por la homogeneidad entre sus componentes, quienes se reportan, uno a uno, al líder. Y éste, como único elemento ubicado por fuera del conjunto, otorga coherencia al mismo, aglutinando a sus integrantes al tomar posición en el lugar del ideal. Con esa notable puntuación, Freud anticipó la psicología de masas del fascismo, cuya indagatoria fue luego continuada por Wilhelm Reich. Investiga, entonces, qué dinámica sucede entre la masa y el líder, de qué modo aquélla lo incorpora, y distingue, a partir de ello, la vigencia de tres tipos de identificaciones.
La llamada primera identificación se postula como previa a toda relación con el objeto; remite a una suerte de “incorporación” directa del padre. Se trata de un planteo que contraría desde el vamos la formulación, brevemente evocada, según la cual la identificación supone o implica tornar interno algo previamente posicionado en lo externo. O sea: corresponde situar esta primera identificación como anterior a todo contacto empírico y “afectivo”. Esa identificación inicial le abre paso a la segunda, designada como identificación con el trazo. Más específicamente: con el trazo único. Dicho trazo puede representar a la persona entera con quien se identifica el sujeto, al modo trópico de la sinécdoque. Para retomar el ejemplo recién incluido, podría tratarse del tono de voz o del ritmo al hablar –lento o precipitado–, del modo de juguetear compulsivamente con el cabello –al punto de considerarlo un acto sintomático de características incoercibles–, de una tos compulsiva surgida al finalizar cada emisión vocálica, o –para retomar el ejemplo de Lacan– puede llegar a implicar el bigotito de Hitler. En suma, un solo trazo representa en sí la asimilación global, la cual deja de ser entonces absoluta y masiva. Lacan rebautiza ese trazo único freudiano nominándolo trazo unario. Lo hace en consonancia con su planteo conducente a diferenciar lo unario de lo binario. Como puede colegirse con fundamentos ciertos, se trata de un capítulo muy vasto en el terreno de lo identificatorio; para nuestro propósito, podemos retener que es el modo según el cual cada quien introyecta trazos relacionales, modalidades vitales o creencias, a más de rasgos o de particularidades faciales y posturales.
En tercer lugar, Freud considera la conocida como identificación por contagio o por infección, llamada también histérica o del pensionado, en función del ejemplo aportado al respecto. Se refiere en él a una muchacha que recibe en un pensionado una carta de su novio secreto y manifiesta su mal de amores, por decirlo así, mediante un ataque histérico; acto seguido, ocurre otro tanto con amigas que han presenciado la situación, conociendo los antecedentes de ésta. Freud consigna lo siguiente: se trata de la acción impelente del deseo de encontrarse en el lugar de quien recibiese el correo. En efecto, si bien las noticias de la misiva no pareciesen ser muy auspiciosas, la pensionada del ataque inicial cuenta con un enamorado capaz de remitirle un mensaje de tono amoroso, aunque, como decíamos, haya suscitado sus celos. A más de ello satisface también, mediante el padecimiento implicado por el ataque, la necesidad de castigo ante la relación “inconveniente” –tiene “mal de amores”–, lo cual consolida otro punto identificatorio entre la muchacha de la carta y sus compañeras “infectadas”. En este caso no se prioriza un trazo necesariamente positivo, valorizado o fecundo, lo cual enseña que la identificación puede producirse incluso sobre la base de aquello negativo o temido del objeto en cuestión. Sería algo así como si la identificación diera pábulo, de manera conjunta, a la siguiente constelación: “Ahí tienes tanto lo que querías, como lo que te tienes merecido por alentar semejante pretensión”.
Como hemos ya desgranado, con Lacan cabe aseverar, por su parte, que las identificaciones son constitutivas tanto del sujeto como del yo: simbólicas las del primero, imaginarias las del segundo. El psicoanálisis, es claro, apunta a cuestionarlas en la cura con vistas a generar cierto distanciamiento a su respecto y, por esa vía, reducir o anular el servilismo voluntario y automático así implicado. Esto mismo había sido señalado, en el plano de las multitudes y de las sociedades, por el difundido principio de Le Bon. Es en ese plano donde Freud sitúa la cuestión de las masas artificiales, donde operarían, según su planteo, la nostalgia de la autoridad paterna, la añoranza por el “mandamás”, lo cual, a su vez, reenvía al intento de desresponsabilizarse, tanto en la escena pública como en la clínica. Sí, por cuanto existen formaciones de masa de dos –tal cual puede suceder en una cura analítica mal conducida–, no requiriéndose ninguna muchedumbre para la generación de dicho efecto “antiherético”.
* Fragmentos de El sujeto descentrado. Una presentación del psicoanálisis, que distribuye en estos días editorial Lumen

miércoles, 24 de septiembre de 2008

600 - Ponencia - Construcciones 1 - RB

* realmente estoy preocupado/ocupado en modelar mi teoría, e hipótesis concurrentes, sobre la clase ocupante, pero no puedo dejar de pensar en la relación "práxica" entre modelo y sistema y su alternancia para construir una teoría sobre la democracia real, que no puede estar muy alejada de como se caracterizó el socialismo "real" desde el colectivo y en su imaginario, con sus correspondientes lecturas y relatos.
* esto es: una democracia consistente debe contener un modelo de socialismo "realmente" distributivo - en verdad, todo socialismo debe poseer esa característica -; entonces, debe ser contexto y texto de igualdad exconómica, y para ello debe forzar el modelo post capitalista en el cual afloran las contradicciones que le dan nacimiento.
* el problema es como encontrar la lectura - socialmente compartida, y por ende socializante - que de lugar al relato que haga posible la sistematización del modelo democrático socialista - ¡ no socialdemócrata por favorrr! -. esa es una tarea militante, la de construir una fuerza alternativa, no de pensamiento único y menos partido único.
* por supuesto, como se ha dicho sobre lo que ocurre en algunos países de la región latinoamericana, para alcanzar los objetivos mayores - una estructura teleológica, preexistente - y las metas circunstanciales un gobierno en disputa, que evite que en el proceso se pueda retroceder y fortalecer el modelo neoliberal. en vez de quedarnos como espectadores vamos a ver si somos capaces de forzar que las cosas vayan para el lado que queremos que vayan, los avances no caen de arriba, hay que tironear y disputar.

* está claro el vehículo del cambio, y gran desafío, que es construir una fuerza alternativa, con amplitud y pluralidad, con unidad en la diversidad, un modelo que avance en la distribución del ingreso, porque, por más crecimiento que se logre, no habrá derrame - sueño que incita a la pereza de los desprevenidos -, no habrá un nuevo modelo/sistema de distribución.
* la distribución de la riqueza es - implica/supone - sacarle a unos para darle a otros, no hay otra manera, primero hay que tener una reforma impositiva, pareja con la eliminación de los privilegios de la oprobiosa renta financiera. y, no confundir, la crisis financiera en Estados Unidos no es el fin del capitalismo. El mundo tiene recursos de sobra pero los usa mal, los globaliza, que es admitir brechas que siempre se utuilizan para salvar el sistema financiero. sin duda, en eeuu, no se están aplicando medidas estatistas, están haciendo la más perversa de las variantes de la política neoliberal que es la socialización de las pérdidas y la privatización de las ganancias. es obvio que NO es cierto que Bush se haya vuelto socialista,
”, y consiguió aplausos.
* en ese sentido, y ante ese tipo de situaciones - que no serán las últimas en los hipotéticos estertores del capitalismo neoliberal postindustrial e imperialista, el progresismo debe aparecer como sinónimo de izquierda democrática, conocedor de que no estamos en un proceso pre-revolucionario sino pos-liberal. como dijo hugo yasky “las fuerzas de la derecha están famélicas, anémicas de ideas en lo político y su lugar lo ocupan otras expresiones de los factores de poder, como los grandes medios de comunicación, tenemos que asumir la complejidad de este proceso, en el que hay una enorme cantidad de violación a los derechos sociales, a los derechos humanos, de policía de gatillo fácil, y eso podría poner en duda el carácter progresista de este gobierno (se refiere al de cfk), pero no hay que asfaltarle el camino a la derecha, la distribución de la riqueza no se hace por decreto, es una construcción”.

599 - Recibido - Arrecian críticas contra el modelo forestal

La problemática forestal ha estado presente de distintas formas en los últimos días, tanto con cuestionamientos puntuales sobre algunos de sus impactos, como con cuestionamientos globales que exigen una suspensión de la forestación.

Por un lado, en el marco de la Rural del Prado, el dirigente blanco Luis Alberto Lacalle destacó la injusticia de que mientras los camiones de madera destruyen las carreteras sin pagar un solo tributo, se cobren impuestos solo a los camiones que cargan ganado. También aquí se evidencia otro subsidio a las empresas forestales, que por supuesto no fue tomado en cuenta por Lacalle cuando desde la presidencia impulsó este mismo modelo forestal.

También en el marco de la Rural, tuvo gran destaque una manifestación contra el latifundio y nadie ignora que hoy los más grandes latifundios están en manos de empresas forestales y que entre Ence, Botnia y Weyerhaeuser concentran más de 500.000 hectáreas de tierras. A ellas se suman la sueco- finlandesa Stora Enso, empresas chilenas, brasileras, norteamericanas, uruguayas COFUSA, FYMNSA y otras. Entre todas, constituyen un enorme latifundio forestal de más de 850.000 hectáreas.

En esos mismos días se informó acerca de una serie de accidentes carreteros en los que estuvieron involucrados camiones cargados de madera. El gremio de los transportistas culpa de los mismos a las largas horas de trabajo que deben cumplir los camioneros para lograr un salario decente. De acuerdo con Sindicato Único del Transporte de Cargas y Afines (SUTCRA) "nadie hace menos de 12 horas. Incluso en áreas como la del transporte de chips de madera se pasan de tres a cuatro días de corrido y sin parar, descansando sólo 10 minutos cada hora". Si bien éste es un tema que también involucra a otros sectores, no es menos cierto que los bajos costos de transporte constituyen una importante forma de subsidio al sector forestal.

A su vez, los cuestionamientos del sector empresarial a la ley de tercerizaciones llevaron a que el ministro de trabajo Bonomi aportara cifras espeluznantes acerca de los índices de accidentalidad experimentados en el sector forestal antes de la aprobación de dicha ley, con 60 accidentes graves y 7 muertes en un solo año. Dichos accidentes y muertes fueron la consecuencia de un sistema de subcontratación explotador, que benefició a las empresas forestales con los bajísimos costos de mano de obra que hicieron muy rentable su inversión ... a costa de los trabajadores y de su integridad física.

Todo lo anterior no son más que algunas perlas de un collar mucho más largo, que llevaron a que el 21 de setiembre una serie de organizaciones (1) emitiera una declaración que cuestiona duramente al modelo forestal y que termina haciendo “un llamamiento para que el Uruguay Productivo pueda convivir con el Uruguay Natural y para que ambos resulten en el Desarrollo del Uruguay social y ambientalmente justo al que todos aspiramos. Ello implica la necesidad de un cambio sustancial en el rumbo hasta ahora seguido en materia forestal y que, de la misma forma que el Estado brindó en su momento su apoyo a dicho sector (más de 400 millones de dólares), se hace imprescindible e impostergable que ahora vuelque sus recursos económicos y técnicos hacia la concreción de un modelo de desarrollo basado en la producción familiar y la soberanía alimentaria. Para ello, es imprescindible que se reconozca formalmente la Función Social de la Tierra y que las políticas agropecuarias se centren en el siempre vigente principio artiguista de que “los más infelices sean los más privilegiados”.

(1) Comisión Nacional de Fomento Rural, Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida, Red Uruguaya de ONGs Ambientalistas, Grupo Guayubira, Rapal – Uruguay, REDES - Amigos de la Tierra, Secretaría Regional Latinoamericana de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación

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Copiamos a continuación el texto de la Declaración difundida con motivo del Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles:

Organizaciones plantean alternativas frente al modelo forestal
Declaración en el Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles 21 setiembre de 2008

En el Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles, las organizaciones abajo firmantes desean dar a conocer al Estado y a la opinión pública su preocupación frente al avance de un modelo forestal que atenta contra los intereses nacionales y proponer alternativas social, económica y ambientalmente sustentables.

Los resultados del modelo forestal hasta ahora promovido con gran intervención del Estado están a la vista:

1) La creciente concentración y extranjerización de la tierra en manos de grandes empresas nacionales y en particular extranjeras; mientras cada vez se ve más ganado pastoreando al borde de las carreteras por falta de tierras, ya que los pequeños productores ganaderos van perdiendo campo como consecuencia del alto costo de los arrendamientos, tres empresas extranjeras son propietarias de más de 500.000 hectáreas.

2) El vaciamiento del campo y la desaparición de pequeños agricultores, acompañados del cierre de escuelas rurales y la proliferación de taperas.

3) Una disminución en la producción de alimentos, por la sustitución de esos suelos por plantaciones de árboles para madera, celulosa y otros rubros controlados por el agronegocio, como la soja.

4) Una grave afectación de los principales recursos naturales del país -agua y suelo- que en el caso del agua impacta sobre la producción familiar, forzándolos en muchos casos a la migración y en el caso del suelo con un constatado proceso de degradación de difícil reversión.

5) La escasa generación de empleos, caracterizados por el trabajo a destajo, bajos niveles salariales, inseguridad laboral, subcontratación y bajo nivel de sindicalización.

6) La escasez y el encarecimiento de madera para leña y para el abastecimiento de aserraderos locales por la concentración de la materia prima por grandes empresas que la destinan a la producción de celulosa y/o a la exportación.

Este modelo de forestación ha beneficiado a un puñado de grandes empresas, en su mayoría con capitales extranjeros, en tanto que para la mayoría de la población rural ha resultado en muchos más perjuicios que beneficios. Al mismo tiempo, los grandes monocultivos de pinos y eucaliptos han impactado sobre los principales recursos naturales del país, poniendo en cuestión la sustentabilidad a largo plazo.

Por esa razón, las Organizaciones abajo firmantes proponemos:

1) La suspensión inmediata de los permisos para plantaciones de pinos y eucaliptos, salvo aquellas de pequeña escala para abrigo, sombra, leña o insumos de auto-abastecimiento del predio rural.

2) El inicio de un proceso de revisión de la actual legislación forestal (ley 15939 y decretos acompañantes) con la más amplia participación de sectores de la sociedad civil, especialmente los más perjudicados.

3) El inicio de un proceso de evaluación de los impactos sociales y ambientales de las áreas actualmente forestadas y la adopción de medidas para eliminar o mitigar dichos impactos, incluyendo la erradicación de aquellas áreas plantadas cuyos impactos así lo ameriten.

4) La aplicación al sector forestal del artículo 47 de la Constitución, que restableció la soberanía del país sobre la gestión de los recursos hídricos.
5) La adopción de un marco legal que impida la concentración de la tierra poniendo un tope a la tenencia de la misma.

6) La adopción de políticas nacionales para garantizar la permanencia y mejora de calidad de vida del productor familiar.

En definitiva, hacemos un llamamiento para que el Uruguay Productivo pueda convivir con el Uruguay Natural y para que ambos resulten en el Desarrollo del Uruguay social y ambientalmente justo al que todos aspiramos. Ello implica la necesidad de un cambio sustancial en el rumbo hasta ahora seguido en materia forestal y que, de la misma forma que el Estado brindó en su momento su apoyo a dicho sector (más de 400 millones de dólares), se hace imprescindible e impostergable que ahora vuelque sus recursos económicos y técnicos hacia la concreción de un modelo de desarrollo basado en los pequeños y medianos productores agropecuarios, con particular énfasis en la producción familiar.

Para ello, es imprescindible que se reconozca formalmente la Función Social de la Tierra y que las políticas agropecuarias se centren en el siempre vigente principio artiguista de que “los más infelices sean los más privilegiados”.

Comisión Nacional de Fomento Rural
Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida
Red Uruguaya de ONGs Ambientalistas
Grupo Guayubira
Rapal - Uruguay
REDES - Amigos de la Tierra
Secretaría Regional Latinoamericana de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación

lunes, 22 de septiembre de 2008

598 - Retinas - Multi de Multitud - Fernando Caputi

Aniversario pos morten
resucita al London Paris

A las 15:30 del reciente martes 9 de setiembre iba a ser abierta la Exposición London Paris-100 Años de Historia. Y ocasionales jóvenes coorganizadores del evento rogaron al público, atiborrado en la empinada escalera de acceso al señorial Palacio Heber Jackson, ingresar pausadamente, cosa de preservar a ultranza el increíble bagaje conservado con celo especial y transportado a vitrinas y sobre paredes.
Había allí amarillentos pergaminos testimoniales del respetuoso cariño patrón-empleado y empleado-patrón que, por aspontáneo y natural, no era preciso imponer por decreto; colección de catálogos con los que Tapie & Cía. ante cada temporada otoño-invierno y primavera-verano incentivaba vía postal la comercialización en todo el país; objetos de por sí patrimoniales; hasta un trozo de mobiliario comercial en madera noble.
Por cierto, la anhelante concurrencia de mayoría añosa, formalmenta invitada o atraída por las suyas, actuó en consecuencia. No hubo atropello –¿educación y modales eran los de antes?–, y aquella precaución quedó en el aire tan sólo como recuerdo de la Multiliquidación (Multi), simbólica venta for sale a que por primera y última vez recurriera la firma en 1963, tres años antes del cierre, dando pie a imponente congregación popular que de hecho paró el tránsito en 18 y Río Negro. La estampa quedó grabada en la memoria de Montevideo frente al pretérito edificio de la archifamosa tienda, construído en origen para The Standard Life. Y hoy, a lo lejos en el tiempo, hasta parecería que la aseguradora británica impregnó de larga vida al sucedáneo ocupante.
Esa inalterable avidez plantea la interrogante de si Espacio Cultural Banco República deberá prolongar la muestra más allá del 6 de octubre fijado en principio, reafirma la certeza de que el uruguayo es voluntario prisionero de su pasado entrañable (aunque sigan traspapeladas ciertas fórmulas nada secretas, como la de ganar al fútbol), y lleva a indagar si aquel formato comercial era realmente obsoleto cuando lo fueron subrogando galerías céntricas y barriales de discutible vigencia, supermercados y shopping centers. O, mejor, permítase dudar de si es en definitiva irreversible la desaparición de los centros de venta por departamentos de gran categoría, como fuera, asimismo, Tienda Inglesa, o en la 21ª centuria es viable reeditar su esplendor.
Acótese aquí: los Henderson, propietarios de esta otra empresa, que ya habían innovado con la primera escalera mecánica del país, también fueron precursores al abandonar aquel estilo y su sagrado recinto de Ciudad Vieja (entradas por Juan Carlos Gómez y Buenos Aires) para una metamorfosis que redundó en un supermercado donde la Avda. Italia marca salida del casco urbano al este.
El suceso posterior certificaría como iluminada esa visión de cambio que dejara estupefacta a la opinión pública. Pero al mismo tiempo, el viejo modelo persiste en el mundo con perenne prosperidad (Galerías Preciados y El Corte Inglés en España, Harrod’s en Inglaterra, Macy’s en Estados Unidos, etc.), como para concluír que el marketing nunca será una ciencia matemática que ecuacione verdades absolutas.
Lo cierto es que en este 2008 el London conmemora el centenario de un natalicio ocurrido en la estela humanista y romántica de la Belle Epoque y reasume formas de trato con el usuario, habilitando los modernos conductos de comunicación virtual http://tiendalondonparis.com (venta de legendario stock remanente del que no había noticias) y muestra@tienda london paris.com
Coincidencia (¿casual?): hasta el 27 de este mes, en su lobby principal, Punta Carretas Shopping recrea La moda de antes: cómo y con quién se vestían las uruguayas, muestra inscripta por igual en la dulce nostalgia de rememorar, donde piezas firmadas por Amadeo De Valeante, José y otros diseñadores de abolengo comparten con artículos del London el mérito de haber concedido clasicismo al arte indumentario de la elegante, exquisitamente femenina y, por supuesto, nada esquelética dama tipo de ayer.

597 - Escenarios - Mercado chino - Juan Sasturain

Una de las características principales de la publicidad televisiva actual es la excelencia creativa, el humor, la inteligencia. En general –y sin entrar en detalles–, desde hace bastante tiempo nos acordamos más y comentamos con mayor entusiasmo los avisos comerciales que los programas. La mayoría son más ingeniosos y sutiles. Incluso –como sucede con los avances de las películas– los avisos de programas de televisión son mejores largamente que los programas mismos.
Pero también cabe aclarar otra de las características de la mejor publicidad televisiva actual: es la casi segura imposibilidad de enterarse o al menos de recordar de qué producto se trata, qué es lo que nos quieren de vender. Y no debe ser un fenómeno ajeno al anterior.
Probablemente las virtudes y los defectos de los mejores avisos (que en sentido estricto, entonces, acaso no lo son) deben resultar indiscernibles, ser apenas las dos caras de una misma moneda: el camino indirecto de referencia y la digresión sistemática parecen ser atributos infaltables a la hora de imaginar algo nuevo en el campo creativo de la publicidad, con el consiguiente riesgo de eludir, escamotear el objeto. O incluso la marca misma. Porque siempre –por consigna tácita– se habla de otra cosa y cuanto mayor es la distancia del discurso utilizado respecto del objeto/marca a publicitar, mayor es el desafío para la proeza final, mayor la voltereta creativa que (mal o bien) los asocia.
Lo que resulta de esto es que uno (mentalmente) compra. Pero lo que compra no es el puto coche, la bebida embebida en nada o el celular bilingüe sino el aviso mismo, acaso el actor, el intuido director creativo, la idea loca, el chiste, la minita, la breve historia tan bien contada.
Ya sé que son todas obviedades. Pero es que a veces, como ahora por ejemplo, con los Juegos Olímpicos, un momento en que “necesariamente” reaparecen las banderitas y las apelaciones nacionales con alcohol, tarjetas de crédito y zapatillas incorporadas en el mensaje vendedor desde los lugares más insólitos, recrudece la sensación de esquizofrenia, de profundo sinsentido: ¿qué carajo se vende? Quiero decir: ¿qué vende un aviso que apela a la Argentina/los argentinos/lo argentino?
Dejemos de lado los ocasionales y vayamos a los avisadores casi orgánicos que trafican banderas y colores. Una sensación es que el sponsor –categoría de supuesto privilegio o noble procerato– además de venderse a sí mismo se vende como auspiciante y comprador y consumidor consecuente, a su vez, de una marca que él mismo, el sponsor, recomienda: Argentina.
¿Qué es la Argentina que vende/compra el sponsor? ¿Una nación, un país, un mercado, un territorio de caza, una manga de boludos, un paisaje debidamente seleccionado y acondicionado? Y ese producto que compran/venden/auspician los sponsors, ¿en qué se diferencia de la patria propietaria de la derecha argentina? ¿Y de la de las banderitas que reparte Radio 10 y hacen flamear los taxistas porteños?
La sensación es que cada uno, cada sector –podemos incluir al gobierno de turno– arma un aviso creativo a su medida, una historia más o menos ingeniosa en la que cada uno se incluye para que se sepa que está ahí, que es quien pasa/inventa el aviso. Y que vende y recomienda (porque antes ha comprado) algo que se llama Argentina/los argentinos/lo argentino.
Como en el viejo chiste acerca de Dios y la publicidad, quiero que se me permita –sorprendido– reconocer el mérito de aquellos más o menos cínicos que son capaces de intentar vender un supuestamente bello y amado producto que nadie ha visto funcionando, no se sabe bien para qué sirve, ni parece que haya quien quiera comprar.

596 - Trastienda - La infelicidad byroniana - Isabel Camblor

He estado leyendo a Bertrand Russell (será algún efecto secundario, porque yo no acostumbro a leer ensayo, lo reconozco, me aburre mucho, si acaso a veces algo de Jesús Mosterín o de Richard Dawkins). El filósofo británico hace una reflexión inquietante sobre los escritores que no se sienten felices (ojo al detalle: escritores; no sirve monitores de natación ni comerciales de telefonía. Tiene que ser escritores). Se me han puesto los pelos de punta: resulta que lo que padecemos se conoce con el singular nombre de "Infelicidad Byroniana". Russell empieza por poner un poco a parir a los poetas amargados, para luego pasar a proponerles un consejo curiosísimo: "¡Deja de escribir! ¡Sal al mundo, hazte pirata, rey de Borneo u obrero de la Rusia soviética!". Palabra de honor que dice eso, lo he transcrito letra por letra del libro. Primero la exhortación me he desconcertado un poco, como es lógico. Pero enseguida me he recuperado de la impresión y me he dicho: ¡venga!¿Acaso no has pensado siempre que Bertrand Russell es el sabio entre los sabios? ¡Pues manos a la obra! Lo de manos a la obra es una expresión, no quiere decir que haya elegido la opción "c", que era la de obrero ruso. La sola idea ya me cansa muchísimo. Yo me hago unas abdominales, cuatro flexiones y una carrerita de medio fondo y ya creo estar fibrilando, así que casi voy a descartar "obrero ruso". Está también reina de Borneo, que suena apetecible sin duda, pero hay que valorarlo todo: yo no sé dónde estará Borneo pero suena a latitudes tirando como muy hacia Oriente, y tal y como está el mundo, seguro que por allí hay guerras y/o catástrofes naturales (y/o artificiales). Yo de Europa en principio prefiero no salir, y no es que aquí estemos a salvo de todo, pero acudiendo a un sencillo cálculo de probabilidades, en Europa resulta más viable el simple hecho de sobrevivir. Ya sólo queda pirata, por eliminación. Me hubiera hecho gracia pirata con parche y banderín con calavera, que es romántico y hasta erótico, pero esos ya no existen así que finalmente me decido por pirata informático, que es la modalidad contemporánea. Atisbo si el ordenador del vecino tiene algún puerto abierto, le envío un troyano con la idea de encontrar una rendija por donde colarme. Ya está. Al abordaje. Abro el último documento que ha utilizado hoy el vecino. Es bastante preocupante observar que el vecino está preparando un asesinato. No soy rápida de reflejos, razón por la cual me demoro en llamar a la policía. Afortunadamente, porque hubiera metido la pata por partida doble: la policía hubiera descubierto mi nueva faceta de pirata informática (Y dudo que hubieran entendido que me limito a seguir los consejos de un señor muy sabio); además, sigo leyendo el documento y no tardo en entender que no es que se planee ningún crimen. Lo que pasa es que el vecino está escribiendo una novela, un relato corto tal vez, por el ritmo trepidante de la acción. Parece que el vecino, ese señor de bigote que grita cuando mete gol el Madrid, el de la cara de no haber leído en su vida mas que el As, el que llama "ese bicho" a mi perrita (hay que ver cómo ladra ese bicho, dice el muy canalla), resulta que es escritor. Pues nada, otro candidato a sufrir infelicidad byroniana -y dificultad para llegar a fin de mes con desahogo-. Y a mí sólo me queda por decir que ya está demostrado empíricamente que las teorías de Bertrand Russell no son infalibles: si antes de ejercer de pirata estaba bajita de tono, ahora estoy hecha una birria moral. Birria byroniana. (Siguiendo con la costumbre de dedicar los posts: a Javier García Zuazo, el poeta que se refugia en las fotos de sus niños, Rebeca y Daniel, para combatir la inevitable infelicidad byroniana)

595 - Actuales - Carrera de embolsados - Mario Wainfeld

* todo muy complicado, y no
soportaría irme a la cama sin
mis manzanas asadas ni mi
café descaf - o, al menos, un amarguísimo
té de cedrón, boldo o carqueja,
mejor bajemos a la siempre triste llamada
actualidad, con otra columna, mientras
extraño a mis viejos rezongando porque
el agua había perdido gas.
Supo que ‘la novísima secta de los monótonos’ profesaba que la historia es un círculo y nada es que no haya sido y que no será.”Jorge Luis Borges, Los teólogos.
“Si se fuerza el paso, sucede que se muere por ideas que no existirán al día siguiente.”George Brassens, Morir por las ideas.
“Vienen siete años de gran hartura en Egipto. Pero después sobrevendrán siete años de hambre y se olvidará toda la hartura en Egipto pues el hambre asolará el país.”Génesis, 41.
La verba fluida de los que ignoraron la crisis. El debate sobre la 125, revisitado. El Presupuesto 2009, un enigma en un nuevo contexto. La homeopatía oficial en política económica. Las analogías, la nueva realidad regional, silencios que suenan mal.
Sobran mangrullos desde los cuales se vistea el futuro inminente pero fueron muy (pero muy) contados los centinelas que prenunciaron la crisis económica estallada en las dos o tres cuadritas de Wall Street. Tamaña imprevisión forzaría a la continencia antes de abordar las nuevas circunstancias, pero ocurre lo contrario. Los apologistas del orden trastocado se transforman en los médicos brujos que programan los nuevos autos de fe. El progreso lineal del capitalismo es un espejito de colores que encandila recurrentemente a millones de personas. Después muchos seres humanos (generaciones enteras, quién le dice) pagan los costos de tanta ilusión. O de los ciclos, que no existen aunque ya los anunciaron los textos sagrados Y, sin embargo...
Hace un semestre, chocaron el Gobierno y un sector de la burguesía de un país situado en el sur de América del Sur. Tenían cien discrepancias, pero compartían la fe del carbonero: el crecimiento chino, el aumento del precio de las materias primas más bastas, el contexto internacional perdurarían más allá del horizonte. La exorbitante cotización de la soja se iría para arriba, ese excedente que se caía de maduro fue el objeto de la pulseada. Ahora nadie puede saber cuáles son los alcances de la crisis mundial, su impacto en las commodities.
La cuasi unanimidad (perezosa y errada, según se comprobó) cedió lugar a los matices, desde los que auguran que las materias primas caerán como las Bolsas, pasando por los que imaginan un aterrizaje suave, llegando hasta los que creen que son el mejor albergue en medio del diluvio.
A regañadientes, la mayor parte de las lecturas (aun las que provienen desde el chanterío VIP de la city) asumen que Argentina está mejor plantada que ante otros cataclismos. Y, si se despoja la hojarasca retórica, que una fracción de esa fortuna se debe a designios de los gobiernos recientes. Desacoplado del marasmo financiero, con superávit elevados, menos endeudado que otras veces, con menor proporción de sus compromisos en divisas, en trance de crecimiento continuo. “Fue el viento de cola”, desmerecen los profetas, que antes llamaron “veranito” a ese ventarrón. No supieron registrarlo, también se les escapó (cual tortuga) el tsunami de los bancos de inversión. La probidad intelectual los forzaría a repasar sus premisas, a hacer un retiro de introspección. Pero casi todos son defensores de intereses, portadores de ideología: no abandonan la trinchera aunque la realidad venga degollando.
No hay motivos para alegrarse, en un planeta interdependiente. Pero vaya si tienen su lógica y su encanto las ironías propinadas por Cristina Fernández de Kirchner y Lula da Silva a sus contendientes políticos e ideológicos. No son apenas chicanas, ni derrapes verborrágicos, son un mensaje al ágora, siempre en disputa.
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Una costumbre, otro contorno: Los presupuestos enviados por Néstor Kirchner durante su presidencia mantuvieron una matriz, instalada cuando Roberto Lavagna fue ministro de Economía: subestimar el crecimiento del PBI y la recaudación para contener las expectativas y ganar con la sorpresa. Y, claro, para disponer mucho “sobrante” disponible, para la reasignación de recursos por vía de decretos.
Vaya a saberse si el Presupuesto 2009, remitido el lunes pasado a Diputados por la presidenta Fernández de Kirchner, repite esa remanida astucia. Un mundo que se derrumba habilita teorías contrapuestas: hay quien piensa que sí, hay quien denuncia que no se alcanzarán las metas previstas. El economista Javier González Fraga, con aires de estar convencido, anunció que el crecimiento y superávit previstos ni serán rozados, andarán por la mitad de lo calculado.
La evolución del valor de las commodities es una de las claves. Nuevamente, el Gran DT de los economistas alberga muchos equipos. Hasta hay optimistas que anuncian un mix bastante propicio para Argentina: los alimentos no menguan mucho valor, sí el petróleo y los derivados. El cronista sugiere al lector escuchar con precaución y no fascinarse con ninguna profecía. Las ciencias sociales siguen mostrando flancos débiles para anticipar los hechos. Los gobernantes, forzados por su profesión a responder de volea sin disponer de todos los elementos de juicio, toman decisiones inmersos en la incertidumbre: la pasividad les está vedada.
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El plan invisible: El kirchnerismo es arisco a la planificación y empecinado. Pero el pragmatismo también forma parte de su código genético: el oficialismo registra el cambio acontecido desde el rechazo de las retenciones móviles y muda procederes sin hacer alarde.
“No podemos anunciar un plan económico o algo semejante”, susurran en un pasillo de Economía, “eso implica fijar metas más o menos precisas y exponerse a su frustración”. Lo que sí se va tejiendo es una trama de medidas correctivas de pelaje variado. La Presidenta alerta contra la elevación desmedida del dólar, replicando a la acometida (sincera, egoísta y brutal) de Eduardo Bu-zzi y de un sector relevante de la Unión Industrial Argentina (UIA).
Suben las tarifas de servicios públicos para consumidores medios o altos. Se implementa, tras una demora injustificable, la tarifa social para las garrafas de gas. En su blog La Ciencia Maldita, Lucas Llach (que se vale del apodo Rollo Tomasi) tilda al rebalanceo como “anti regresivo”, la corrección tardía de un sesgo indeseable. Igualmente, el joven economista toma nota del viraje, que la narrativa oficial (dominada por sus atavismos) no enlaza con una hoja de ruta más ambiciosa, que buena falta hace.
El tren bala se difumina en la ley de leyes. No hay asignación precisa de recursos para tomar el crédito, ni figura en la enumeración de proyectos. Tal vez sea un firulete para hacer de la necesidad virtud: en la carestía universal luce difícil que se acceda al susodicho crédito en condiciones que no sean espantosas. Tal vez sea un modo homeopático de ir retractando otro paso en falso sin caer en el “pecado” de consentir una crítica de la oposición o más bien de un sentido común extendido apenas se trasponen los umbrales de la Casa Rosada.
La inflación se niega pero el crecimiento más medido y la ardua moderación de los subsidios algo la alivian. De nuevo: nadie puede seriamente decir cuál es el alcance de ese retoque delicadamente contractivo ni cuánto es impuesto por el nuevo desorden económico, pero hay una nueva traza dando vueltas por ahí.
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’08 no es igual a ’30: Las comparaciones son inevitables y hasta pueden ser útiles, a condición de no enamorarse de ellas. Hablamos de la recurrente evocación del crac del ’30. Como señala el periodista Angelo Panebianco (“Las profecías fáciles”, Corriere della Sera del jueves pasado) “la historia enseña más cuando nos servimos de ella para evidenciar las diferencias (entre ayer y hoy) y no las semejanzas. (Además) los aprendizajes del pasado pesan sobre el hoy”. El historiador Niall Ferguson se explayó con calidad en el mismo sentido que Panebianco (en quien el cronista reparó gracias a otra mención del blogger Tomasi). En su fascinante libro Historia virtual, Ferguson enseña que en una serie de tiros de dados el pasado no influye en el presente, hay estricta ley de probabilidades. Pero la historia “se ocupa de seres humanos, que a diferencia de los dados, tienen memoria y conciencia, (por lo que) entre los seres humanos el pasado influye con frecuencia”.
El autor de esta crónica sería incongruente si no consignara la limitación de su género ante un eventual cambio de paradigma en la economía política mundial, de proyecciones difíciles de precisar pero siempre enormes. Con esa advertencia, da cuenta de que se enrola entre quienes prefieren que los países emergentes de la región, la Argentina en especial, estén gobernados por fuerzas políticas críticas del paradigma neoconservador y, más en general, de los mandatos del gobierno de Estados Unidos. Por presidentes que desconfían de los profetas del mundo financiero. Ni aún en el mejor de los casos su postura y su precaución blindarán plenamente a nuestras naciones, pero el escenario es mejor que el de otras coyunturas, incluso recientes.
Una prueba del valor de esas experiencias fue la Cumbre de Unasur en Santiago de Chile. Presidentes con criterios bien disímiles tuvieron la calidad de acordar un mínimo común denominador: defender la democracia en Bolivia con firmeza y sin pedir anuencia a Washington, antes bien recortando su presencia aún por la vía oblicua de la Organización de Estados Americanos. No hubo notas discordantes en ese cónclave, que enaltece la historia común, sin estridencias y sin agachadas.
Llamó la atención el silencio de la mayoría de los partidos de oposición argentinos, con excepción del SI y de Proyecto Sur. Un movimiento de unidad regional, de defensa colegiada de la calidad institucional ameritaba salirse del mezquino juego de suma cero que salpimenta la comidilla cotidiana. La pasividad de líderes siempre dispuestos a la declaración periodística y la diatriba trasunta su estrechez de miras. La baja calidad de las principales fuerzas de oposición es otro dato del imperfecto bagaje con el que la Argentina entra en una insondable crisis exógena, parida en el ombligo de la timba global
.

594 - Alkimia - El hombre que comía demasiado - Rodrigo Fresán

* ahora escucho, sigo escuchando, a cordera y
la bv, antes sonó jordi savall - medioevo, renac -,
es la soledad y sus múltiples naufragios, en
búsqueda desesperada de lo absoluto, ¿será
la muerte?, tanta gente a mi alrededor y
sólo necesito a ella.
*Desde Barcelona
UNO Pocas cosas aparecen más que una desaparición, pocas cosas más visibles que un hombre invisible. Lo que me lleva al caso del gastrónomo belga Pascal Henry. Pongámosle nombre de misterio antiguo pero clásico. De receta inmemorial pero jamás rancia: el hombre que comía demasiado. Título perfecto para uno de esos thrillers de modales impecables que abundaron antes que la brutal serie negra llegara para patear la mesa y romper los platos. Uno de esos casos para Auguste Dupin o Sherlock Holmes o Hércules Poirot o –más cerca, por territorio y paladar– o para ese detective moderno de apetito eterno que fue Pepe Carvalho. Pasen y siéntense y buen provecho.
DOS En lo que a mí respecta, siempre me interesó el mundo de las grandes cocinas como pequeño microcosmos. Tal vez porque empecé escribiendo en una revista gastronómica, tal vez porque nada me preocupa menos que la gastronomía, siempre me interesaron esas personas dispuestas a matar por una botella, clavar tenedores por la espalda, suicidarse por la pérdida de una estrella Michelin, abofetearse con menús (poco tiempo atrás se batieron a punto yema un puñado de cocineros españoles acusándose de utilizar ingredientes foráneos o biónicos descartando los nobles elementos ibéricos; hace unos días dos cocineros ingleses salieron a insultarse en la prensa tabloide con pasión y léxico de drugos) o entender la idea del viaje como una sucesión de manteles a manchar.
Pascal Henry, por ejemplo. Leí la noticia de su misteriosa desaparición mientras él comía en el prestigioso y publicitado restaurante El Bulli (creación del top-chef Ferrán Adrià, considerado por muchos como el mejor comedero del mundo) y comencé a guardar recortes en mi carpetita de temas pendientes. Y aquí estoy ahora: sirviéndoles a ustedes este menú raro.

TRES Pascal Henry: suizo de 46 años, oriundo de Ginebra, puntual courier independiente de profesión al servicio de empresas de relojería, separado de esposa magrebí, aficionado a la buena cocina. De pronto, Pascal Henry se propuso dar una vuelta al mundo –como el Phileas Fogg de Julio Verne pero en plan gastronómico– por los 68 restaurantes del mundo poseedores de tres estrellas Michelin en tres continentes (a razón de uno por noche) con el apoyo del célebre Paul Bocuse quien, encantado con el personaje y su aventura, lo dotó de numerosas cartas de presentación y le confeccionó los menús y eligió los vinos. Para ello, Pascal Henry invertiría los ahorros de toda una vida (el periplo le costaría unos 20.000 euros sin incluir desplazamientos) y la idea era escribir un libro sobre la experiencia. Así, Pascal Henry, montando su motocicleta, llegó a España –luego de masticar en Francia, Bélgica, Alemania, Holanda y Mónaco– para visitar a los seis estrellados del país. Entró por Cataluña y el pasado 12 de junio –cuadragésima etapa– se presentó y sentó a comer en El Bulli. En un momento dijo que iba a buscar unas tarjetas personales y nunca volvió. Sobre la mesa quedaron un sombrero, algunas fotografías y su libreta rebosante de apuntes y dedicatorias de sus ídolos y una cuenta de 240 euros. La familia denunció su ausencia, los Mossos d’Esquadra se pusieron a investigar, pero no se hallaban rastros ni restos. Y Pascal Henry no hizo uso de las siguientes reservas de su recorrido. Ni en España ni en Inglaterra ni en Estados Unidos ni en Japón. Misterio...
CUATRO Los siguientes recortes –cronológicamente recalentados– no agregan mucho: la internacionalización del enigma, testimonios de quienes lo vieron y le sirvieron y le cobraron (todos coinciden en que Pascal Henry no era un gourmet improvisado, tenía conocimientos amplios que iban desde la porcelana de los platos hasta la ingeniería de los hornos), el desconcierto de los investigadores, el recuerdo de aquel misterioso náufrago amnésico y supuesto pianista genial y de otros freaks del abracadabra, comentarios de conocidos que no entendían cómo hacía Pascal Henry para darse una vida tan buena, el desmentido de la Editorial Glenat diciendo que jamás había contratado el libro de Pascal Henry, la “novedad” de que Pascal Henry había cancelado el tramo nipón de su expedición, Bocuse rogando un “Hagan algo, ¡Encuéntrenlo!”... Pequeños aperitivos sin demasiada sustancia cuya única misión –se sabe– es la de fomentar las ansias por platillos más contundentes. Lo más interesante de todo –más allá de la revelación de que el tour alimenticio estaba patrocinado en un 50 por ciento por un anónimo empresario ginebrino– fueron las declaraciones de un inspector de policía suizo llamado Patrick Puhl que, por sus palabras, merecería protagonizar alguno de esos thrillers gélidos tan de moda: “Un adulto tiene el derecho de desaparecer”.
CINCO Ahora ya (casi) pasó. Ahora la curiosidad no es tanto gastronómica como siderúrgica y la gente anda más preocupada por oros, platas y bronces y medallas. Ahora ya ha sido develado el tonto misterio de cómo se encendería el pebetero olímpico (confieso que en algún momento imaginé y me preocupó que los chinos inauguraran los Juegos Olímpicos con la ayuda de un monje tibetano bonzo-flambé). Ahora el caso está (casi) cerrado. Pero en la sencillez e inocurrencia de su resolución hay algo que a mí no me convence del todo.
Porque hace unos días encontraron a Pascal Henry. O, al menos, las cámaras de video de un cajero automático de Ginebra registraron su existencia. Y ya está. Eso es todo y el asunto deja de interesar cuando, para mí, se vuelve más interesante. Busco en Google declaraciones de Pascal Henry y no encuentro nada porque, aparentemente, nadie le pregunta nada en Suiza. Así son por allá y recordar el monólogo de Orson Welles sobre los relojes cucú en El tercer hombre. Gente disciplinada pero plácida y poco imaginativa y, ya saben, “un adulto tiene el derecho a desaparecer”. De acuerdo. Pero reaparecer, pienso yo, obliga a ciertas responsabilidades narrativas. El aparecido tiene la obligación de explicar por qué se levantó de la mesa y nos dejó pagando.
Días atrás, en el periódico ABC, el escritor Juan Manuel de Prada –un poco en broma pero con la irritada seriedad de otro lector frustrado– se preguntaba: “¿Podemos afirmar sin dubitación que ese individuo sea el mismo Henry que entró en El Bulli? Sabemos que los menús de Ferrán Adrià incorporan platos que han sido sometidos a procesos de liofilización, alteración molecular y no sé cuántos experimentos químicos más. ¿Y si tales alteraciones moleculares tuviesen efectos secundarios, provocando en el incauto que se las zampa extrañas mutaciones genéticas o siquiera delirios esquizoides? Esta metamorfosis secreta podría explicar la desaparición misteriosa de Henry y su posterior aparición en Ginebra, convertido en una especie de zombi desmemoriado”.
Puede ser, quién sabe, pero por el momento y en lo que a mí respecta, a la comida de esta historia todavía le falta el postre. Y no quiero irme a la cama sin postre.

593 - Retinas - Por qué no somos un país normal - Manuel Mora y Araujo

* dentro de una buena cantidad de
columnas, rescatadas en su mayoría de
la prensa arg., quiero empezar por esta
explicación de la argentinidad, que
elegí mientras escuchaba la voz de cordera
y la bersuit, al palo, bien, ¿y
quién nos explica a nos, los urug.?
*
La Argentina es el país de la inestabilidad y la sociedad de los humores bipolares. La inestabilidad es tanto política como económica. Desde 1930 hasta 1983 la Argentina vivió bajo un régimen militar. Desde 1983 hasta hoy nuestro país es democrático; aun así, hemos tenido más presidentes que los pautados por la Constitución y, con frecuencia, esas situaciones contaron con el aval de buena parte de la sociedad. La inestabilidad económica no le ha ido en zaga a la política: la Argentina es el país del mundo con la más alta tasa de inflación promedio entre 1946 y el presente. Además –o tal vez relacionado con todo eso– la sociedad es ciclotímica. Se entusiasma con gobiernos a los que presta gran apoyo para, tan pronto algo no anda demasiado bien o en cuanto se cansa de su gobernante, sentir fastidio y hartazgo. En casi todas partes del mundo la confianza en los gobernantes tiende a estar en alza en el momento en que asumen y tiende a desgastarse con el tiempo; en la Argentina, esos picos y bajas son abrumadoramente contrastantes. Ricardo Alfonsín, Carlos Menem dos veces y Fernando de la Rúa ganaron con el 50 por ciento de los votos y al momento de asumir cosecharon un 70 por ciento o más de aprobación; Cristina Fernández estuvo cerca de esos récords. Néstor Kirchner obtuvo muchos menos votos, pero su aprobación después de asumir fue aún más alta que la de cualquiera de aquellos. Y todos terminaron sus mandatos con la tasa de aprobación en baja, cuando no por el suelo. En la Argentina se pasa del amor al odio político con enorme facilidad. La opinión pública muchas veces pone en valor a líderes de estilo caudillo pero con igual frecuencia encumbra a líderes sin carisma y hasta incapaces de conmover –aquel memorable aburrimiento de De la Rúa convertido en spot de campaña es un testimonio de esto último–. Puede concluirse que la sociedad argentina en su conjunto, o en promedio, aspira a cosas incompatibles entre sí. La ciclotimia se parece a la de esas personas que desean todos los bienes en oferta, gastan sin límite y cuando se dan cuenta de que se les está acabando la plata dejan de comprar hasta lo que necesitan. La sociedad más inflacionaria del mundo no fue inflacionaria porque ama la inflación; más bien le teme como a pocas otras cosas. Pero vivió en inflación y sigue haciéndolo, porque aspira a consumir más de lo que puede gastar y quiere que el gobierno le resuelva todos los problemas. Cuando los gobiernos no resuelven todos los problemas (porque ningún gobierno puede hacerlo), la sociedad los repudia. Las demandas sociales en la Argentina de hoy están concentradas en cuatro temas principales: la delincuencia, el desempleo, la inflación y la educación. Hay otra demanda no expresada explícitamente: mantener un nivel de vida de clase media que en muchos casos sólo puede ser alcanzando si el Estado subsidia los servicios públicos, el transporte, la salud y la educación. Al gobierno de los Kirchner le ha ocurrido algo similar a los presidentes anteriores: el gobierno se mantiene aferrado a su agenda inicial, mientras la sociedad, al cabo de un tiempo, establece nuevas prioridades, plantea nuevas demandas, cambia su agenda. En el caso de Kirchner, se interpretó que la demanda inicial era atacar el desempleo. En el de Cristina se interpreta que la demanda es un gobierno centralista y distribucionista. Todo eso fue cierto cuando la Argentina emergía de una profunda crisis. Cinco años después la inflación está en la agenda, con un agregado: mientras el desempleo está efectivamente en baja, la inflación está efectivamente en alza; la sociedad ya no pide centralismo y distribucionismo sino federalismo y productivismo. El Gobierno no lo entiende, y por eso se muestra desconcertado cuando la sociedad apoya al agro. Hay poco y nada de ideológico en las demandas sociales, y la ideología es ajena a los humores cambiantes de los argentinos. Cosas parecidas –con otros temas en la agenda– les ocurrieron a Alfonsín, a Menem, a De la Rúa. Todos ellos, como los Kirchner, tuvieron sus aciertos. En todo caso, todos interpretaron el sentido del mandato que acompañó al voto con el que se consagraron presidentes. Y todos adolecieron del mismo defecto –además de otros más específicos de cada uno–: no acompañaron a la sociedad a medida que ésta fue cambiando de demandas y expectativas. Los argentinos, en gran mayoría, nos sentimos presa de un sino superior que nos afecta sin posibilidad de resistirlo: un destino fatal que hace que nuestro país no pueda estabilizarse y funcionar como un país normal. Ese sentimiento acarrea un pesimismo que sólo a veces, y por cortos períodos, se ve paliado. La frustración y el desencanto se vuelcan casi siempre sobre el gobierno de turno. Como si casi todos olvidásemos que fuimos nosotros quienes elegimos a ese gobierno, y a los anteriores que suelen ser de triste memoria, y a los legisladores que nos decepcionan; y que fuimos nosotros –los ciudadanos– quienes vaciamos los partidos políticos cuando nos cansamos de sus dirigentes y sus trapisondas; y que somos nosotros quienes no cumplimos con las leyes y con las reglas del juego tanto como nuestros políticos, nuestros gobernantes o nuestros empresarios. Si alguien se pregunta hoy cuál es la mayor debilidad del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la respuesta de quien esto escribe es: no acierta a restablecer su sintonía con la sociedad, persiste en mantener con ella un diálogo de sordos, no advierte que la mayoría ve algo distinto de lo que ven ella y sus colaboradores. No es una debilidad original: sus predecesores padecieron de lo mismo. Un buen deseo es que no termine como terminaron ellos: con la imagen pública por el suelo.

592 - Escenarios - Nieta no quiere/elogio del artista- RB

* otra entrada de contar y reflexionar. primero y personal, mi nieta cree que no quiere venir a mi casa por mi pequeña perra frida. mínimo can, culpado de los temores/miedos de una no pertenencia enferma, infame, descascarada y al revés de la propia historia - uniones y vértigos, nunca pérdidas anticipadas - la no interrupción del gozo en el va todo bien esquivo, irreal, molesto, deshilachado.
* se palpa la discriminación funcional a la clase ocupante, vestida de seriedad y éxito, de negación del cambio. lo asocio a la pseudo rebelión del campo chic argentino, que ataca y corta, molesta e insulta, y luego descansa en el spa al cual nunca accederán los que realmente trabajan y no poseen. porque no entienden qué es eso de la propiedad, porque dios hizo así las cosas y no se pueden cambiar.
* lo de mi nieta, pobre angel, se me asemeja al rumor desatado y terrible, múltiple negación de la verdad. alguien dijo que otro dijo que aquel dijo que el otro dijo, o quizás. pasa mal en tu casa, no es verdad????????????, NO, NO ES VERDAD. manipulación desde la negación del mal que es peor que el mal, alguien dijo que la señora del presi...
* maría auxiliadora se la quería arreglar a frida, no, quiero decir, a progreso. pero esa estupidez llegó hasta argentina, escribieron en página, DESCENSO - "El presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, fue titular del club de fútbol Progreso, que está a punto de ser sancionado con un descenso de categoría por pagar sueldos con cheques sin respaldo. Ayer, en el programa Punto Penal, del canal Saeta de Montevideo, un periodista daba a entender que el equipo sería rescatado del descenso por los lazos de la primera dama con el actual presidente del club. En medio de la transmisión, sonó el teléfono. Era Tabaré, enojado, para aclarar que su esposa es amiga de la madre del titular del club y que no hará ninguna gestión ante las autoridades de la Asociación Uruguaya de Fútbol. “Espero que lo entiendan –insistió, molesto–, porque a veces tengo que repetir la misma cosa diez veces.”
* ¿cuántas veces li yue?
* en definitiva, el tema es cómo crear los debidos/adecuados simulacros para el escenario sin compromiso, algo así como la ignorancia de la ignorancia, no la problematización que permite los saltos cualitativos ignorancia/duda/saber/conocer-conocimiento. pérdida de lógica, pero no para asumir la pretendida irracionañidad lógica (¿ilogicidad?) del artista, quedándose en la pura enajenación, locura social anti dialéctica, putrefacción de la inicial alienación, simple pérdida del yo.
* eduardo stupía escribia: "muchos de los que entrábamos a Bellas Artes hace casi cuarenta años lo hacíamos con la intención de estudiar arte o, especialmente, dibujo y pintura, y no tanto con el deseo de convertirnos en artistas, aunque en nuestra vocación hubiera ya algo de ese espejismo, alentado por profesores que, de buena fe, se mostraban más cercanos a concepciones tradicionales que a algún abordaje más materialista. Hoy, en plena época de revisión y trastocamiento absoluto de todos los estatutos del arte, la categoría de "artista", no obstante, permanece allí, incólume, disimulada o indisimuladamente solemne aun en el contexto de la mayor secularidad, con su carga de trascendencia.
* más del eximio arg.: Todavía, quienes creen saberse no artistas contemplan a los que sí presuntamente lo son con explícita o tímida reverencia, e incluso habrá quien -en su rol de especialista o teórico entrenado en el más puro recelo frente a toda concepción decimonónica de la palabra, refractario a ideas popularmente tan arraigadas como las de genio, artista torturado o creador excéntrico, liberado de la fascinación de la expresividad, la subjetividad o la iluminación- crea detectar en el artista una esencia singular, una plusvalía que exceda la mera definición técnica o sociológica. A la vez, además de pobres e inmigrantes perseguidos, lo que más parece haber crecido en el Producto Bruto Mundial no son tanto las obras de arte sino los artistas, probablemente debido a las extraordinarias facilidades tecnológicas al alcance de cualquiera y, consecuentemente, a la multiplicación exponencial de instancias críticas y fenómenos que legitiman todo tipo de experimentos con nuevas normas de institucionalidad y legibilidad estética".
* me animo a terminar con stupía : Y además porque los artistas, verdaderos o falsos, han asumido con notable ductilidad mediática la necesidad de disimular el oropel. No basta con ser artista, también hay que no parecerlo. Los que siempre han pensado que, en cualquier momento de la historia, ser artista es, apenas, o nada menos que un oficio, algo tan anónimo y específico como ser tornero o buzo táctico, perciben que esta conciliación equiparadora de la experiencia que propone, o evoca, una suerte de generalizada artisticidad democrática es un esfuerzo inútil, un acto anacrónico. Hoy por hoy, el mundo y el arte se parecen cada vez más, y en consecuencia ya casi no habría por qué insistir en limar la diferencia entre artistas y "civiles". Sin embargo, como ya se dijo, la noción de jerarquía artística persiste, y ser artista también es actuar como artista. Y no meramente ante las exigencias de la escena pública, donde muchas veces la construcción del artista-personaje es más importante que la obra, cuando no la obra misma, sino en el ámbito del estudio; allí, el espejo puede eventualmente devolvernos nuestra propia imagen de artista-simulacro. Pero un buen día eso se cae y, en forma fugaz, vemos el rostro desnudo de nuestra capacidad "artística", para quien quiera llamarla así; una repentina crisis de conciencia entre la pretensión y las limitaciones, entre la aptitud constructiva y la impotencia y la mudez. Se trata apenas de un instante desinteresado en medio de una práctica que puede ser significativa o inmediatamente prosaica, donde los materiales y las ocurrencias, las herramientas y los proyectos dejan en ridículo todo rótulo social o proyección imaginaria que se traduzca en términos de carrera, mercado o reconocimiento, y donde ser artista es cualquier cosa menos eso que creíamos que era.

lunes, 15 de septiembre de 2008

595 - Escenarios - Diferencias - RB

* DECIDÍ ABRIR LA ENTRADA ESCENARIOS, NECESITADO POR MI ANTERIOR DF DEL TEMA Y SU RELACIÓN CON ESCENAS, correlato estructural a relato´lectura y, en definitiva, a toda diferencia entre posicionamiento desde el sujeto o/y desde el objeto. o, también, desde la circunstancia - por tal, espacial - y la duración - en tanto temporalidad -.
* desde esa pluralidad/multiplicidad, un vistazo sobre la diferencia, y quiero/necesito del enfoque de un familiar, una de mis nueras, que dice/enseña (a sus hijos en especial) que "la estética es todo". no sólo denota un muy amplio des.conocimiento de la semántica estética, sino que ingresa en el peligroso ámbito de la discriminación, que hoy permie una humanidad dividida, al borde de un espantoso crack fascistoide impulsado por mediocres belicistas, como quién pergenio tamaña y descuidada expresión.
* en realidad, una antropologia de la diferenciación podría concluir que todo genocidio tiene en su base una pretendida partición esteticista, y hasta que toda sociedad pretendidamente moderna comete un genocidio contra sus gordos, flacos, negros, amarillos, asiáticos, judíos, discapac. varios y otras clases de diferentes, sin olvidar los que se cometen contra los diversos, los que han tomado opciones - desde sexuales a ideológicas - consideradas distintas, a-normales, a-nómalas y hasta enfermizas por una supuesta mayoría (a-moral).
* en vías a la mentada antropología de la diferencia, debería proponerse una ideológica antropología de la igualdad original activa, que inhiba toda pretensión de desigualdad militante y la persiga en todos los medios, incluidos los mass-media. no hay argumento que justifique la diferencia entre hombres, ni su utilización, que termina siendo, hasta estructuralmente, como elemento supra, un elemento que justifica la dominación y explotación económica, con sus múltiples escenas y relatos - entre los cuales se incluyen el nazismo, el apartheid y las múltiples matanzas de minor´ñias o, simplemente, mayorías débiles -.
* un ejemplo de esa discriminación/minorización subyace denunciado en la siguiente nota de crítica de la a., el diario de jorge lanata.
* MITO DEL FIN DEL SIGLO - 
La revancha del enano Cara de Culo

Regresó el encuentro que marcó la cultura pop nocturna de los 90. El Indio Guatanga, Melina y los gemelos Chaplin, animaron la noche de excesos.

El enano Cara de Culo transpiró en la madrugada del domingo. Se trata de un hombre que todos los días se mete dentro de 133 centímetros de organismo y ya ahí, en ese envase pintoresco, sale a la calle convertido en un fenómeno que es normal y que se llama Juan Carlos Rodríguez. Casado con Karina, 122 centímetros de belleza, y padre de una niña de diez años, este hombre a veces hace una mueca deforme y por eso, desde hace años, le apodan el Cara de Culo. Pues bien, Cara de Culo transpiró en la madrugada del domingo porque se puso a bailar en una jungla ubicada en Palermo. Junto a una selección de humanos exóticos se metió a la una de la mañana dentro de Niceto Club y participó en una nueva edición de las fiestas Nave Jungla, esas explosiones de psicodelia creadas por Sergio Aisenstein.

Durante diez años (1988-1998) esas fiestas le sacaron brillo a la palabra “friki”. Eran fiestas que, en suma, reunían las expresiones artísticas de la cultura pop. Las mismas que en la madrugada del domingo, se juntaron otra vez. Un recorrido por la jungla permitía observarlas. En un paseo distraído, una caminata entre medio de todas las rubias de pantalón ceñido, se podía ver, por ejemplo, a un faquir tocando un instrumento de viento, a una mujer maquillada de forma depresiva tocando el violín y, por supuesto, una sobredosis de enanos que no sabemos si hacen arte contemporáneo, pero sí que son pop.

Sergio Aisenstein, el legendario inventor, gritaba por los parlantes consignas bizarras: “¡Miren a esos fenómenos humanooos! ¡Es la jungla!”. E iba presentando su ramillete de rarezas. Un negro alto que cantaba ópera. Dos mellizos de 60 años vestidos de Chaplin. Un Papá Noel que fumaba Marlboro y que buscaba Viagra. El indio Guatanga que era asediado por fanáticos adultos. E incluso una pobre mujer, Melina, que comunicaba a los asistentes que estaba muerta. Y así.

Era la noche de los anormales. Por eso Sergio piensa que estas fiestas no son para bailar como en una discoteca. “Es un espectáculo híbrido, con variadas posibilidades de comunicación”, dijo en una pausa. Sergio también piensa que estas fiestas son un buque que es conducido por unos locos. Uno mira a Sergio y constata de inmediato lo atinado de su declaración. Sergio tiene los ojos salidos. “Esto es psicodelia, amigo. Y los locos que conducen el barco queremos divertirnos”, aseguró con los dientes apretados. Eso sí, hay momentos en que Sergio se tiene que defender. Hay gente que piensa que Nave Jungla es un cadáver pop con data de 1998. Pero él afirma que en la vida hay una evolución. “Esto es como un grupo de rock que se vuelve a unir. Se dieron las condiciones. El lugar. Y ahora llega nueva gente, nueva sangre”, gritó, ronco y apasionado.

La fiesta contó con quince rarezas oficiales y miles de rarezas que aparecieron de modo espontáneo en el curso de la madrugada. Y todas se agruparon en ese camarín del segundo piso. Ahí estaba Cara de Culo. “¿Por qué pone cara de culo, Cara de Culo?” se le preguntó. “Me sale”, dijo, escueto, mirando a Melina, la muerta. Cara de Culo fue portero de las primeras fiestas de Nave Jungla y una vez tuvo que echar a Charly García (casi incendia el lugar). En la fiesta de domingo Cara de Culo tuvo un ascenso. Pasó a ser un personaje maquillado de verde y a ver todo desde adentro (“Pero como soy enano, no veo mucho”, dijo con cara de culo).

¡A escena! –gritó el maestro de ceremonias.

Los raros temblaron. No había guión. En el grupo había un hombre de Córdoba que había pasado al camarín a saludar y que al rato apareció disfrazado de campesina (“Che, me dijeron si me quería poner un vestido y yo dije, por qué no, y bueno, aquí estoy, jajaja”. (El redactor notó una risa producto de los psicotrópicos). Nadie se salvaba. El administrador del bar, Pablo, un hombre serio y de espíritu comercial, estaba vestido como el capitán de El crucero del amor. Un enano se reía solo por exceso de fernet. El negro dormía. Papá Noel seguía fumando. Una mujer empezó a besar a la campesina. El indio Guatanga decía: “¿Qué hago?”. La muerta, Melina, pedía sus parlamentos.

¿Y Cara de Culo? En un rincón, estático, metido en personaje,

–¡Al escenario todos, al escenario! –insistió el maestro de ceremonias.

Y todos empezaron a correr para ir al escenario y moverse. Todos, con sus propios cuerpos extraños, empezaron a dar vida a esa selva cultural que lleva el nombre de una fiesta. Y allí, en un ejercicio que duraría horas, Cara de Culo, después de diez años, empezó a transpirar.
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594 - Papeles y cenizas - “Collas de mierda” - Sandra Russo

* los ecos que llegan desde Bolivia: de 

un racismo inadmisible e implacable.

* más Morales - Juan Sasturain

El excelente documental de Emilio Cartoy Díaz, Bolivia para todos, que sigue circulando en debates y encuentros para analizar la crisis que se agudizó radicalmente esta semana, permite tomar nota sensible de lo que las palabras y las fotos no llegan a transmitir. Las notas de la televisión tampoco. Cabe preguntarse ahora que las papas queman y hay muertos, desde dónde se mira la crisis boliviana. Los noticieros hablan del tema de una manera pasteurizada, como si se tratara de “querer” o “no querer” a Evo Morales, presidente legítimo y relegitimado.

Uno de los hallazgos del documental es haber registrado no sólo el aquelarre del racismo más repugnante, sino la manera en que la propia televisión boliviana fue adaptándose para informar sobre la rebelión de los departamentos “blancos”. Un docente que vio el documental me decía el sábado que se había sentido estúpido de pronto, al advertir que había “comprado” la información en sachet que dan los grandes medios: se había hecho la idea de que Santa Cruz, Pando, Beni, Cochabamba, en fin, los lugares desde los que se reclama la autonomía, eran “opositores en bloque”, territorios ficticios en los que el rechazo a Morales brotaba de mayorías con otras ideas e intereses. Y precisamente porque en cada uno de esos departamentos hay miles y miles de partidarios de Evo Morales que están siendo censurados, perseguidos, amenazados y ahora asesinados, como los militantes de Pando, es que la crisis tiene otra cara, una mueca monstruosa que sin embargo no sale por tevé.

En el trabajo de Cartoy Díaz también se puede ver cómo la pantalla partida de la televisión boliviana comenzó a producir un efecto erosionante del poder presidencial. Normalmente, cuando habla un presidente su investidura reclama la pantalla entera. No fue eso lo que le cedió la televisión, que comenzó a dividir los planos y a incluir ventanas en las que, al mismo tiempo que se veía a Morales, se veía también a los prefectos de Santa Cruz o Cochabamba diciendo lo suyo. La pantalla se desmembró antes que el país. La pantalla fue la primera en bajar la estatura presidencial. Y esa pantalla nos recuerda otras pantallas partidas. Que cada cual recuerde.

El desprecio sin fondo que los bolivianos blancos sienten por los collas y por las diferentes etnias originarias del país es una herramienta política que tiene como objetivo y presa el capital. En ese sentido, no hay desprecio histórico sin botín en el medio. Los sentimientos colectivos de manipulación, doblegación y exterminio siempre han servido de impulso para que los portadores del odio puedan quedarse con todo. El racismo, en fin, es apenas un instrumento económico. Pero sostenerlo, sentirlo, experimentarlo, demanda una preparación de siglos que permanece intacta. Las que hoy tratan de imponerse en Bolivia son subjetividades melladas en su forma y fondo por una visión del Otro Degradado, expropiado de sus derechos y reivindicaciones. ¿La democracia? Una excusa reemplazable por alguna otra forma de gobierno que deje cada cosa en su lugar.

“Fuera collas de mierda”, rezaba una pared en Santa Cruz. No era sólo una pared. Eran muchas paredes. Eran gritos también. Mucha gente como la gente gritando “fuera collas de mierda”. Lo que se cocina en Bolivia no es sólo un golpe de Estado en alguna de sus formas posibles. No es sólo un intento desesperado de los dueños del dinero por retener sus privilegios y su statu quo. Es un extracto de infamia, una muestra del veneno histórico inoculado año tras año en un país que hasta hace poco tenía un presidente que no hablaba bien el castellano, y no porque fuera colla.

La cocina ideológica y emocional de la reacción contra Evo Morales hace pensar en que cada crimen que tuvo o tenga lugar en Bolivia es de lesa humanidad

Morales - Juan Sasturain

El caso de Bolivia nos plantea

lo que se dicen cuestiones morales:

quedarse sota, mirar neutrales

o abrir la boca, optar en la pelea.

El caso de Morales nos recrea

el de Allende, porque son iguales

causas, métodos y hasta los rivales:

es gente linda contra gente fea.

Que si Evo cae –digo, es un decir–

qué historia nueva con qué verso viejo.

Que si Bolivia –digo, es un sentir–

cae negra, tropieza en su pellejo,

chola, pelada por filo de sufrir...

Qué vergüenza en el verso de Vallejo.