viernes, 24 de agosto de 2007

158/Tendencias - La TV glútea - Por Tulio Lupino Bonfiglio

Un viejo y sabio profesor de mis épocas de estudiante (poco) avanzado de psicología solía comentarme, mientras tomámabos un café en el austero pero digno boliche frente a la Facultad, que esta sociedad machista y matriarcal tendía a una sacrosanta adoración de los glúteos. Sonreía, luego, y sentenciaba: "¡los culos al poder!, ¡tén un buen traste y crearás fama, pudiendo echarte a dormir, pero boca rriba!"
la idea perduró y se hace carne en esta televisión chabacana, atrevida, pacata, ordinaria, pobre, gastadora y omnipresente que el globo se ha dado, pero tiene en el Río de la Plata una llegada tan desafinada que hace pensar en su eventual trascendencia, aprovechando que las penurias económicas, la decadencia moral, la debilidad ética y el simple "no tener otra cosa qué hacer" posibilitan pseudo imperios y pseudo liderazgos que en una forma societaria más auténtica no podría tener cabida.
La tristeza que invade a cualquier televidente consciente de esas tendencias apenas enciende su caja boba va pareja con un sentimiento de irritación por el tiempo perdido, irrecuperable, y el mal que se complementa para nuevas generaciones, zarandeadas en sus evoluciones y heridas en sus inocencias.
LA SACRALIZACIÓN DE LO GLÚTEO - EN SU DOBLE FORMA: ESTÉTICA Y DE ADVERTENCIA ANTICIPO DEL SEXO (A SU VEZ DUPLICADO EL REPRODUCCIÓN Y MEROMPLACER, O PLACER-GOCE Y MERA REPRODUCCIÓN), SE UNA A UNA FORMALIZACIÓN PURITANA DEL DESNUDO, QUE TERMINA ACEPTANDO LO PORNOGRÁFICO E IMPONIÉNDOLO SOBRE LO ERÓTICO, LO QUE LO ALEJA DEL AMOR.
De esta manera, sexo y amor se demitifican, pierden su ritualidad pasional y adquieren otra repetida, casi burocrática, preasimilada, que termina anulando la morbosidad efectiva y la afectividad leal, para sustituirlas por negociaciones corporales que hasta olvidan el gozo.
Si señores (as), eso enseñan los programas de Tinelli, Pettinati, Sofovich, las viejas supuestas divas y las antiguallas vedettes, reconstruidas en carnes débiles y años que igual pasaron, grises, tristes. Y eso repiten los programas que repiten lo que hace elresto de los programas, retroalimentación vacía, que anula, bajo la apariencia de "darse cuenta" la poca frescura inicial de los paupérrimos productos iniciales. Así la televisión documenta sus fracasos y vetustez, carente de contenidos válidos y, para colmo, mirando las cosas desde atrás.

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