viernes, 31 de agosto de 2007

192/Polis - Servidores humanos en un mar de burocracia - Por Fernando Caputi

“El cambio de domicilio fiscal de una SRL (Sociedad de Responsabilidad Limitada) se tramita ante el BPS (Banco de Previsión Social) o DGI (Dirección General Impositiva) indistintamente”, dice el profesional.

Opto por las ofinas del BPS-Plaza Matriz, donde en el subsuelo purgo larga cola para saber que debo iniciar la otra, concurro tras veces porque los números (cantidad limitada) se acabaron, pero me dan nuevo juego de tupidos formularios a llenar en tres vías (“sólo esto que le marco”) en sustitución de los primeros, que eran rigurosamente idénticos (?), y me aclaran que la certificación notarial es innecesaria y puede obviarse presentando un último recibo de pago de Antel, UTE u OSE.Al cuarto intento llego faltando cinco para las nueve y hago fila en la vereda. Desde la pole position, una chica de Mercedes despedaza las viejas críticas a la centralización capitalina comentando: “Allá en mi pueblo no se dan estas demoras, todo se soluciona al momento”.

A los 20 minutos, franqueda la entrada, recibo por fin un número, el 2, y aguardo me llamen por el monitor. Pero hay nueva demora hasta las 10 “por razones gremiales”, lapso dedicado a conversar por el personal, salvo un señor alto, que observa al público detenidamente y en silencio. “¿Será un psicólogo?” me pregunto; “Debe ser supervisor”, discurre la mercedaria, mientras leemos los carteles: 1) Señor gestor o contribuyente: la entrega de números será hasta las 16 horas (en las visitas de ablande habían dicho que antes de las 10).

Esto no garantiza que Vd. sea atendido. Los funcionarios se retiran cumplido su horario a las 17 horas; y 2) Señor contribuyente: disculpe las molestias ocasionadas. Nos estamos capacitando para el nuevo sistema tributario.A mi turno revisan la papelada que exhibo y paso a saber que la certificación notarial es indispensable por no ser yo trabajador autónomo (?). Desconsolado a cuenta pregunto si pierdo el número. “No, señor, si vuelve hoy antes de las cuatro de la tarde, lo atiendo”, dice tras el escritorio la funcionaria que sabe y quiere ser humana.

Salgo corriendo para ubicar a la escribana, que, también humana –y van dos– hace su trabajo y me delega adosar el montepío notarial. Retorno volando al BPS, donde (planta baja) expenden tiembres de Profesionales Universitarios pero no los otros (?). Lo compro en una agencia a la vuelta (espera de 15 minutos) y entro cuando entro están cerrando. Pero fiel a su palabra, la funcionaria me reconoce con un gesto, y, fiel a su horario, antes de media hora me atiende y cumple el trámite en los minutos que, hace años –antes del Cambio–, insumía en una primera vez.Fue cuando, medio maltrecho pero feliz pese a todo por haberme reencontrado con gente solidaria, no sé por qué me sobrevino el recuerdo de un gráfico de Quino que guardé durante años.

En aquellos cuadritos diseñados por el creador de Mafalda aparecía el mostrador de una oficina pública donde, en puestos separados, se recibían formularios para trámites normales y trámites urgentes.La diferencia era una sola y radicaba en el funcionario que los llevaba al sótano, bajando sin prisa la escalera para depositarlos en gigantesca montaña (trámites normales) o saltando escalones de a cuatro para incrementar otra... de tamaño similar (trámites urgentes).
Fernando Caputi 31.8.07

No hay comentarios: