miércoles, 29 de agosto de 2007

185/Polís - Cuestión de microclima (Especulación) - Por Roberto Bussero

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El grupo, los amigos, camaradas, ¡dale que va!, ¡andamos bien!, ¡impe-cable e impre-sio-nan-te!
Los microclimas societarios no sólo son deseables y buscados, sino exacerbados por líderes y amanuenses, consultores y asesores. El microclima político lleva a encierro, rechazo de las críticas, enojo con los adversarios, que se tornan rivales y enemigos.

Como dice Morales Solá (184), caso argentino, la oposición no lee los labios de la gente. Eso, mientras el oficialismo se multiplica en climas micros que apuntan a una dirección con objeto salvador - no ya redentor, pues no hay culpa, el camino está (estaría) marcado e iniciado con éxito -, que es Cristina, mientras se es peronista y, también, K. Los peronistas "no K" no logran, justamente su ámbito, están deshilachados, desmembrados, acusan de corrupción, pero se les hace agua - con perfume muy antiguo - el otrora invencible menemismo, que ahora nadie votó y soportamos con el insufrible "dame dos, pibe" desde Pocitos a Gorlero y José Ignacio.

Dejemos la política argentina, tómelo como ejemplo. En este país chiquito que tenemos el infierno puede ser menor pero, a escala, es grande y puede ser peor. El conspirar - complotar no puede quedarse en teoría, y la praxis genera traiciones, de las buenas y de las malas, de las que se veían venir y de las que sorprenden.

Pero los que nacen para pito es difícil que se vuelvan trompeta, flauta, oboe o clarinete, y menos trombón de vara, pero para todo eso hay que soplar, o susurrar apenas, que para largar el rumor descalificante o creador de corrillos y titulares alcanza, sin "casi".

He mantenido cierta polémica con colegas de ambos lados - periodismo y Filosofía - cuando digo que el papel opositor que tenía el sector educativo (especialmente la Universidad y los sindicatos) ante gobiernos anteriores fue asumido, con cierto desparpajo, por los medios de información. "La prensa" como dicen Vázquez, Muñoz y otros al contratacar.

Pero mientras los sectores educativos se oponían desde la moral del conocimiento, que es más que el saber de la información, la prensa lo hace desde la manipulación de las objetividades, lo que supone cierta in-certeza plena de ambigüedad y carente de Ética (permítaseme la mayúscula), lo que deviene en inmoralidad (de conductas) disfrazada de amoralidad.


Todo esto no es tan difícil como la necesaria complicación del lenguaje lo hace aparecer, y refiere a la multiplicación de microclimas que viene produciendo una prensa que presuntamente inquiere, requiere y "pregunta bien", pero que actúa no ya como si fuera más noticia que un hombre mordiera a un perro que si éste mordiera un ser humano, sino que encuentra hasta divertido que un hombre muerda a otro hombre - o lo haga morder por varios perros -. El efecto jauría se extiende sin deparar en nada, y hasta se envidia a la implacable-deleznable-chabacana prensa opositora venezolana, mientras se teme que alguien pueda decir o pensar algo bueno del objeto de sus ladridos.

Sin embargo, la respuesta no es todo lo competente que debería ser, pues en el convencimiento que se comunica mal y se dejan expuestos muchos flancos, se piensa mal y se habla en el lenguaje del microclima, lejos del habla que sedujo electoralmente y a pesar de que muchos hechos y obras han mostrado y demostrado apego al programa.

Esa falta de competencia comunicativa, que dará para hablar, y la multiplicación perversa de microclimas, que por primera vez hace cierto aquello de la colcha de retazos - que, en definitiva, bien cosidita, cubre y abriga - esta alterando los nervios de este gobierno progre, al cual la jauría quiere morderlo en la yugular, a pesar de que enfrenta una oposición política débil y vacilante. Pero no es allí donde está el también microclima poderoso que puede hacer temblar el futuro del gobierno y el eventual acceso al poder de la izquierda.

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