martes, 28 de abril de 2009

627 - 17-09 - Dialéctica - La crisis económica, la izquierda y la dinámica geopolítica - José Luis Fiori

* LEO Y SIGO--- Un mapa del debate
acerca de la actual crisis
capitalista y una contribución
polémica.
La izquierda keynesiana interpreta de forma más o menos convergente la nueva crisis económica mundial que comenzó en el mercado inmobiliario norteamericano y se desparramó por las venas abiertas de la globalización financiera. Siguiendo el argumento clásico de Hyman Minsky (1) sobre la tendencia endógena de las economías monetarias a la “inestabilidad financiera”, las burbujas especulativas y los períodos de desorganización y caos provocados por la expansión desregulada del crédito y del endeudamiento, momento en el que se hace inevitable la intervención pública y el rediseño de las instituciones financieras (2), sin que esto amenace la sobrevivencia del propio capitalismo. Por eso, a pesar de sus divergencias con respecto a valores, procedimientos y velocidades, todos los keynesianos piensan en la eficacia, y proponen, en este momento, una intervención masiva del Estado, para salvar el sistema financiero y reactivar el crédito, la producción y la demanda efectiva de las principales economías capitalistas del mundo (3). En el caso de la izquierda marxista, entretanto, no existe una interpretación de la crisis que goce de consenso, ni existe acuerdo sobre los caminos del futuro. Algunos siguen una línea próxima a la de la escuela keynesiana y privilegian la financiarización capitalista como causa de la crisis actual, en tanto otros siguen la línea clásica de la teoría de la “sobreproducción”, del “subconsumo” (4), y de “la tendencia a la caída de la tasa de beneficio” (5). Y todavía existe una izquierda postmoderna que interpreta la crisis actual como resultado combinado de todo esto, y además, de una serie de determinaciones ecológicas, demográficas, alimentarias y energéticas.(6) Desde el punto de vista propositivo, algunos marxistas piensan en la eficacia de una solución “keynesiana radicalizada”, otros encuentran que llegó la hora del socialismo (7), y muchos consideran que se acabaron el capitalismo y la modernidad, y sólo cabe luchar por una nueva forma de globalización solidaria, en donde las relaciones sociales sean desmercantilizadas y el producto social sea devuelto a sus productores directos (8). En una línea diferente se ubican los autores neomarxistas que asocian las crisis económicas capitalistas a lo que ellos llaman ciclos y crisis hegemónicos mundiales, que incluyen – además de la economía – las relaciones globales de poder.(9) Estas teorías leen la historia del sistema mundial como una sucesión de ciclos hegemónicos, una especie de ciclos biológicos de los Estados y de las economías nacionales, que nacen, crecen, dominan el mundo y después decaen y son sustituidos por un nuevo Estado y una nueva economía nacional que recorrerá el mismo ciclo anterior hasta llegar a su propia hora de decadencia. En este momento, la mayoría de esos autores consideran que la crisis económica actual es una parte decisiva de la “crisis de hegemonía” de los Estados Unidos, que deberán ser sustituidos por un nuevo centro de poder y acumulación mundial de capital, que probablemente está situado en China.
Por nuestra parte, creemos que la mejor manera comprender el “sistema inter-estatal capitalista” que se formó a partir de la expansión europea del siglo XVI no es a través de una metáfora biológica, sino cosmológica, mirando al sistema como si de un “universo en expansión” continua se tratara. Con un núcleo central, formado por los Estados y las economías nacionales que luchan por el poder global, que son inseparables, complementarias y competitivas, y que están en permanente preparación para la guerra, una guerra futura y eventual, que tal vez nunca ocurra, y que no es necesario que tenga que ocurrir. (10) Por eso los Estados y las economías que componen el sistema interestatal capitalista están siempre creando, al mismo tiempo, orden y desorden, expansión y crisis, paz y guerra. Y las potencias que una vez ocupan una posición de liderazgo, no desaparecen, ni son derrotadas por su “sucesor”. Permanecen y tienden a fusionarse con las fuerzas ascendentes, creando bloques político-económicos cada vez más poderosos, como ocurrió, por ejemplo, en el caso de la “sucesión” de Holanda por Gran Bretaña, y de ésta, por los Estados Unidos, sucesión, esta última, que trajo consigo en la práctica un ensanchamiento de las fronteras del poder anglosajón. No existe todavía ninguna teoría que dé cuenta de las relaciones entre las crisis económicas y las transformaciones geopolíticas del sistema mundial. Pero lo que ya está claro hace mucho tiempo es que dentro del sistema interestatal capitalista, las crisis económicas y las guerras no son, necesariamente, un anuncio del “fin” o del “colapso” de los Estados y de las economías involucradas. Al contrario, las más de las veces, forman parte de un mecanismo esencial de la acumulación del poder y de la riqueza de los Estados más fuertes envueltos en el origen y en la dinámica de estas grandes turbulencias. Ahora bien, desde nuestro punto de vista, las crisis y guerras que están en curso, en este inicio del siglo XXI, todavía forman parte de una transformación estructural, de largo plazo, que comenzó en la década de 1970 y provocó una “explosión expansiva” y un gran aumento de la “presión competitiva” interna, dentro del sistema mundial. Esta transformación estructural en curso comenzó en la década de los 70, exactamente en el momento en que comenzó a hablarse de “crisis de la hegemonía norteamericana”, y del inicio de la “crisis terminal” del poder norteamericano. Y en realidad, fue la respuesta que los Estados Unidos dieron a su propia crisis lo que terminó provocando esta transformación de largo plazo de la economía y de la política mundial que está en pleno desarrollo. Basta decir que fueron esos cambios liderados por Estados Unidos los que trajeron de vuelta al sistema mundial, después de 1991, a dos viejas potencias del siglo XIX, Alemania y Rusia, además de la inclusión en el sistema de la China y la India, y de casi todos los principales competidores de Estados Unidos en este inicio de siglo. En este sentido, además, la “crisis de liderazgo” de los Estados Unidos, después de 2003, sirvió solamente para dar una mayor visibilidad a este proceso que se aceleró después del fin de la Guerra Fría, ahora con nuevas y viejas potencias regionales actuando con cada vez mayor desparpajo en la defensa de sus intereses nacionales y en la reivindicación de sus “zonas de influencia”.
Desde el punto de vista del sistema interestatal capitalista, esta dinámica contradictoria significa que los EE.UU. todavía están liderando las transformaciones estructurales del propio sistema. La política expansiva de los EE.UU. desde 1970 activó y profundizó las contradicciones del sistema, derrumbó instituciones y reglas, hizo guerras, y acabó fortaleciendo a los Estados y a las economías que hoy les disputan la supremacía regional en los distintos rincones del planeta. Lo que pasa es que, simultáneamente, esas mismas concurrencias y guerras cumplieron y siguen cumpliendo un papel decisivo en la reproducción y en la acumulación del poder y del capital norteamericano, que también necesita mantenerse en estado de tensión permanente para reproducir su posición en la cima de la jerarquía mundial. Lo fundamental, al final de cada una de estas grandes tormentas, es saber quién quedó con el control de la moneda internacional, de los mercados financieros y de la innovación tecnológico-militar de punta.
En este momento, no hay perspectiva de superación del poder militar de los EE.UU. en lo tocante a sus dimensiones actuales, a su velocidad de expansión y a su capacidad de innovación, pese a su fracaso en Oriente Medio. Y tampoco existe en el horizonte posibilidad ninguna de substituir a los Estados Unidos como “mercado financiero del mundo”, debido a la profundidad y extensión de sus propios mercados y de su capital financiero, determinados por la centralidad internacional de la moneda norteamericana. Basta mirar la reacción de los gobiernos y de los inversores del mundo, que se están defendiendo de la crisis del dólar huyendo hacia el mismo dólar y hacia los títulos del Tesoro norteamericano, a pesar de su bajísima rentabilidad y a pesar de que el epicentro de la crisis esté en los EE.UU. Y lo que más llama la atención es que son exactamente los gobiernos y los Estados que estarían amenazando la supremacía norteamericana los primeros que se refugiaron en la moneda y en los títulos del su Tesoro. Para explicar este comportamiento aparentemente paradójico, es preciso dejar de lado las teorías económicas convencionales, no menos que las teorías de las crisis y “sucesiones hegemónicas”, y mirar hacia la especificidad de este nuevo sistema monetario internacional que nació a la sombra de la expansión del poder norteamericano, después de la crisis de la década de los setenta. Desde entonces, los EE.UU. se transformaron en el “mercado financiero del mundo”, y su Banco Central (FED) pasó a emitir una moneda nacional de circulación internacional, sin base metálica, administrada a través de las tasas de interés de la propia FED y de los títulos emitidos por el Tesoro norteamericano, que actúan en todo el mundo como base del sistema “dólar flexible”. Por eso “la práctica totalidad de los pasivos externos norteamericanos es denominada en dólares y prácticamente todas las importaciones de bienes y servicios de los EE.UU. son pagadas exclusivamente en dólares. Una situación única, que genera enorme asimetría entre el ajuste externo de los EE.UU. y los demás países […] Por ello, también, la remuneración en dólares de los pasivos externos financieros norteamericanos, todos denominados en dólares, sigue de cerca la trayectoria de los tipos de interés determinados por la propia política monetaria norteamericana, configurando un caso sin ejemplo, por el que un país deudor determina la tasa de interés de su propia “deuda externa” (11). Una magia poderosa y una circularidad imbatible, porque se sustenta de manera exclusiva en el poder político y económico norteamericano. Ahora mismo, por ejemplo, para hacer frente a la crisis, el Tesoro norteamericano emitirá nuevos títulos que serán comprados por los gobiernos y los inversores de todo el mundo, según justifica el influyente economista chino, Yuan Gangming, al garantizar que “es bueno para China invertir mucho en los Estados Unidos; porque no hay muchas otras opciones para sus reservas internacionales de casi 2 billones de dólares, y las economías de China y los EE.UU. son interdependientes” (12). Por eso, desde mi punto de vista, y a pesar de la virulencia de esta crisis financiera y de los efectos en cadena de la misma sobre la economía mundial, tampoco habrá una “sucesión china” en el liderazgo político y militar del sistema mundial. Más bien lo contrario es lo cierto: desde un punto de vista estrictamente económico, lo más probable es que ocurra una profundización de la fusión financiera, en curso desde la década de los 90, entre China y los Estados Unidos, y esa integración resultará decisiva para la superación futura de la crisis económica. La crisis actual comenzó con forma de tifón, pero se prolongará en forma de “epidemia darwinista”, capaz de ir liquidando a los más débiles, uno tras otro, a escala nacional e internacional, y profundizará la rivalidad imperialista que comenzó en los años 90. En la hora del regreso del sol, pocos estarán en la playa, pero con seguridad los EE.UU. todavía estarán al frente de ese grupo selecto. Y casi todos los países que estaban ascendiendo en las dos últimas décadas y desafiando el orden internacional establecido serán “reubicados en su lugar”. En ese período habrá resistencias, y habrá conflictos sociales agudos; y si la crisis se prolonga, podrán multiplicarse las rebeliones sociales y las guerras civiles en las zonas de fractura del sistema mundial. Y no es improbable que alguna de esas rebeliones vuelva a plantearse objetivos socialistas. Pero desde nuestro punto de vista, no habrá un cambio en el “modo de producción”, a escala mundial. Ni se asistiremos tampoco a una “superación hegeliana” del sistema interestatal capitalista.
NOTAS: (1) Minsky, P.H.(1975); The Modeling of Financial Instability: An introduction; 1974, Modelling and Simulation. John Maynard Keynes, (1975, e): “The Financial Instability Hypothesis: A restatement”, 1978, Thames Papers on Political Economy. (2) Wade, R. (2008) , “A new global financial architeture”, in New Left, nº 53. (3) Ferrari, F. e Paula, L.F. (2008), Dossiê da Crise, Associação Keynesiana Brasileira, UFRGS. (4) Oliveira, F. (2009), “Vargas redefiniu o país na crise de 30″, in www. cartamaior.com.br, 6/01/2009. (5) Brenner, R. (2008): “Una crisis devastadora en ciernes”, en SinPermiso. (6) Tavares, M.C. (2008), “Entupiu o sistema circulatório do sistema do capitalismo”, in www.cartamaior.com.br13/11/2008 e Belluzzo,L.G. (2008) “Cortar gasto publico?”, www.cartamaior.com.br. 13/11/2008. (7) Amin, S. (2008). “There is no alternative to socialism”, in Indian’s National Magazine, vol 25, Nº 26, de 20/12/2008, y Meszaros, I.(2009) “Una crisis estructural del sistema. Entrevista”, en SinPermiso. (8) Wallerstein, I. (2008) “Depressão, uma visão de longa duração”, in www.cartamaior.com.br, 13/11/2008. (9) Arrighi, G. (2008) “A hegemonia em cheque”, in www.cartamaior.com.br, 19/06/2008. 10) Este argumento está desarrollado en J.L.Fiori : O Poder Global e a Nova Geopolítica das Nações , Editora Boitempo, São Paulo, 2007, y en el artículo “O sistema inter-estatal capitalista, no início do Século XXI”, en J.L.Fiori, C.Medeiros e F.Serrano, O Mito do Colapso do Poder Americano, Editora Record, Rio de Janeiro 2008. (11) Serrano, F. (2008) “A economia Americana, o padrão “dólar-flexível” e a expansão mundial nos anos 2000″, en J.L Fiori, F. Serrano e C. Medeiros, O Mito do Colapso do Poder Americano, Editora Record, Rio de Janeiro, 2008. (12) Folha de Sao Paulo, 24-11-2008.

626 - 16-09 -Retinas - Delincuencia, desigualdad y colonialismo - Agustín Calcagno

* otra vez calcagno, amigo politicólogo vía
internet y excelente comunicador, red
La delincuencia ocupa un lugar preponderante tanto en los medios de comunicación como en las demandas de los habitantes de la región latinoamericana en la actualidad. El incremento de las tasas de delito ha sido exponencial en los últimos años, a la par del aumento de en la violencia de los hechos. La tasa de homicidios en América Latina y el Caribe ha aumentado de 12,5 a 25,1 cada cien mil habitantes desde el año 1980. Frente a la creciente demanda, los gobiernos parecen no dar con ninguna solución certera a este problema, centrándose en el principio de ver al delito como algo desagregado de la sociedad, o creyendo que simplemente el crecimiento económico es suficiente.
En nuestra región, según estudios del Banco Mundial, el decil más rico se queda con el 48% de los ingresos a la par que el decil más pobre percibe sólo el 1,6%. La relación entre desigualdad y delincuencia se comprueba cuando observamos que los países con menos tasa de criminalidad son justamente aquellos que cuentan con políticas sociales universales, como en el caso del norte de Europa. Bernardo Kliksberg en la revista Nueva Sociedad destaca que ?la combinación de jóvenes excluidos, con dificultades para incorporarse a la vida laboral, baja educación y familias desarticuladas crea un inmenso universo vulnerable que constituye un mercado cautivo para las bandas criminales?. Resulta evidente que cuando la crisis es menos una excepción que una forma de vida, cuando el contexto margina y maltrata a los excluidos, cuando los medios de comunicación presentan estereotipos de desarrollo social basados en la frivolidad y el exitismo, que parecen estar condicionados a la pertenencia a una determinada clase o raza que representa a las minorías, el futuro se vuelve ciertamente borroso en términos de igualación.
Las políticas de mano dura, que suelen ser las que el público en general y los familiares de las victimas en particular reclaman, han demostrado una ineficacia rotunda en todos los países en los que se han aplicado debido a que se centran en la represión indiscriminada a los excluidos, ya que se los supone más propensos a convertirse en delincuentes, y de este modo, generan una segregación social que profundiza su sensación de falta de posibilidades de progreso. Esto va aparejado en Latinoamérica a una notoria discriminación racial que se refleja en que negros e indígenas sean los principales blancos de la persecución policial. En este punto, el Banco Mundial afirma que la configuración de las instituciones latinoamericanas está aún atravesada por principios que subsisten desde la colonia, tendientes a favorecer a las élites. Sin embargo, no enfatiza el hecho de que las políticas sociales y educativas focalizadas que ellos recomiendan, no han resuelto el problema hasta ahora, sino que más bien lo han agudizado ya que en muchos casos refuerzan la brecha social que pretenden zanjar.
En numerosos países de la región la ausencia del estado y el consecuente desamparo social de bastos sectores, ha sido resuelto a través de la emergencia de bandas de narcos o de grandes pandillas que dan a muchos jóvenes contención y una viable salida laborar o al menos una idea de pertenencia y de proyecto de vida. En este contexto, han aparecido en los últimos años una variedad de estéticas y de modos de representación de los excluidos que también son objeto de discriminación de parte de las fuerzas policiales y de los medios de comunicación, reforzando una vez más la desigualdad y la falta de perspectivas.
Entender al delito en términos de seguridad/inseguridad, resulta grotesco en un continente que produce alimentos y no garantiza la menor seguridad alimentaria a sus ciudadanos. Es indispensable comenzar a gestar políticas sociales y educativas que incluyan y valoricen la riqueza de la diversidad cultural y racial con la que contamos, ya que el único modo de resolver verdaderamente la desigualdad es fomentar la integración, y esto no puede hacerse sino dialogando en un plano de igualdad en términos de la ponderación social de los actores en juego. La disminución del delito se dará en la medida en que esta desigualdad se resuelva, pero a diferencia de los países nórdicos, aquí estamos obligados a desarticular previamente ciertos principios coloniales, a repensar de qué está compuesto nuestro universo
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625 - 15-09 - Tendencias - Sabiduría indígena contra el cambio climático - Stephen Leahy

Los pueblos originarios, ancestralmente unidos a la tierra, han aprendido algunas lecciones útiles para frenar y soportar el cambio climático.
ANCHORAGE, Estados Unidos, (Tierramérica).- Mientras los países industriales emiten crecientes volúmenes de gases de efecto invernadero, los pueblos originarios necesitan adaptarse a un clima cada vez más peligroso para sobrevivir.A lo largo de la historia, las comunidades indígenas desarrollaron un gran arsenal de prácticas que hoy podrían servir para lidiar con el cambio climático. “¿Por qué no darles un día de descanso a los automóviles y los aviones? Y luego, dos días de descanso. Eso reduciría la contaminación”, sugirió Carrie Dann, sabia de la etnia estadounidense de los shoshones occidentales.Dann, ganadora del Right Livelihood Award 1993 --conocido como el Premio Nobel Alternativo-- por su activismo en la protección de sus tierras ancestrales, hizo el planteo ante unos 400 delegados reunidos del 20 al 24 de este mes en la Cumbre Mundial de los Pueblos Indígenas sobre el Cambio Climático, celebrada en Anchorage, en el noroccidental estado estadounidense de Alaska.Dann sostuvo que es necesario curar la “fiebre” de la Madre Naturaleza. “Mi territorio se está volviendo muy caliente y hay muchos incendios en las praderas”, señaló.En Australia, para prevenir incendios similares que en los últimos años devastaron grandes superficies y dejaron cientos de muertos, los aborígenes de Western Arnhem Land, en el Territorio del Norte, practican quemas tradicionales controladas.Al impedir esos enormes incendios también se reducen las emisiones de gases invernadero. Y, por primera vez en el mundo, esos aborígenes han vendido a la industria créditos de carbono por 17 millones de dólares, generando un ingreso significativo a sus comunidades, según un informe presentado en Anchorage.Siguiendo la tradición, luego de la temporada lluviosa los indígenas australianos aplican quemas controladas para crear barreras que luego, en la estación seca, actúan como cortafuegos de los incendios forestales.Los fuegos descontrolados generan una gran cantidad de las emisiones de carbono de Australia. En los últimos años, muy pocos aborígenes pudieron seguir viviendo en la tierra o haciendo quemas controladas. Ahora podrían asumir un nuevo papel en el combate al cambio climático.“El mundo tiene que prestar más atención a las opiniones de las comunidades indígenas y a la sabiduría del conocimiento ancestral”, sostuvo Sam Johnston, de la Universidad de las Naciones Unidas, copatrocinante de la cumbre.En Asia, los pueblos originarios desarrollan diferentes variedades agrícolas y aplican distintos modelos de siembras, dijo en la conferencia Victoria Tauli-Corpuz, presidenta del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).También participan en la agrosilvicultura sostenible, la generación energética con biomasa y pequeñas centrales hidroeléctricas. En la isla indonesia de Bali, los indígenas rehabilitan arrecifes y protegen manglares. En Filipinas, la población autóctona traza mapas de las aguas de sus tierras y desarrolla un plan de manejo integrado.“Muchos hacen estas cosas por su cuenta, sin ningún apoyo”, destacó Tauli-Corpuz.En Honduras, bajo el frecuente azote de huracanes, la etnia quezungal desarrolló un método agrícola para sembrar bajo los árboles, lo que permite que las raíces se aferren mejor al suelo y se reduzca así la pérdida de cultivos en los desastres naturales.En Guyana, los pueblos indígenas adoptaron un estilo de vida nómade, trasladándose a zonas más forestadas en la estación seca, y ahora plantan mandioca (Manihot esculenta), su principal alimento, en planicies aluviales que antes se consideraban demasiado húmedas para la siembra.En Belice, los agricultores están volviendo a prácticas tradicionales y trasladándose a terrenos más elevados, informaron otros delegados.En África, los pigmeos baka, de Camerún sudoriental, y los bambendzele, de la República del Congo, han desarrollado nuevos métodos de caza y de pesca para adaptarse a una realidad con menos lluvias y más incendios forestales.Aunque los pueblos originarios tienen una gran capacidad de adaptación y hay tratados y leyes internacionales que les garantizan su derecho al alimento y a sus formas de vida tradicionales, el cambio climático amenaza todo esto, dijo Andrea Carmen, de la etnia yaqui de Estados Unidos.Cuando los jefes de las tribus de la sudoccidental provincia canadiense de Alberta declararon que había que poner fin a la explotación de las arenas petrolíferas, los ignoraron, enfatizó Carmen, directora ejecutiva del Consejo Internacional de Tratados Indios, una organización de defensa de los derechos indígenas.La extracción de petróleo de las arenas alquitranadas es la principal razón por la que Canadá aumentó cuatro por ciento su contaminación climática entre 2006 y 2007 y está 33,8 por ciento por encima del compromiso de reducción de emisiones, que asumió por ser parte del Protocolo de Kyoto, en vigor desde 2005. Pero los pueblos indígenas también observan con cautela acciones de gobiernos e industrias en respuesta al cambio climático, como construir granjas eólicas y plantas de biocombustibles, a menudo en sus tierras o en lugares donde los afectan, perjudicando su sustento, explicó Gunn-Britt Retter, del finlandés Consejo Saami.“Contamos con los conocimientos tradicionales para soportar estos cambios climáticos, y necesitamos usarlos a fin de ayudar a nuestras culturas” a hacer lo mismo, dijo.Los pueblos indígenas “debemos participar plena y efectivamente en los planos nacional e internacional para que nuestras culturas sobrevivan a estos cambios”, agregó.Ya pasaron 17 años desde la primera reunión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, destacó Sheila Watt-Cloutier, ex presidenta del Consejo Circumpolar Inuit.“Debemos actuar rápidamente. Ésta es la última oportunidad de asumir el control”, dijo a los delegados por videoconferencia desde su hogar en Iqaluit, en la septentrional provincia canadiense de Nunavut. “El mundo necesita la sabiduría de nuestras culturas”, concluyó.
* El viaje de Stephen Leahy a Alaska fue financiado por la Universidad de las Naciones Unidas y Project Word, una organización no gubernamental sobre medios, con sede en Estados Unidos.



624 - 14-09 - Actuales - La gripe porcina y el monstruoso poder de la gran industria pecuaria - Mike Davis

Miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, Davis es autor de El monstruo llama a nuestra puerta (trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006) y alertó lúcida y brillantemente del peligro de una gripe aviar pandémica de alcance mundial. Ahora explica cómo la gran industria pecuaria globalizada ha sentado las bases para un más que preocupante brote de gripe porcina en México.
La gripe porcina mexicana, una quimera genética probablemente concebida en el cieno fecal de una gorrinera industrial, amenaza subitáneamente con una fiebre al mundo entero. Los brotes en la América del Norte revelan una infección que está viajando ya a mayor velocidad de la que viajó con la última cepa pandémica oficial, la gripe de Hong Kong en 1968.
Robándole protagonismo a nuestro último asesino oficial, el
virus H5N1, este virus porcino representa una amenaza de ignota magnitud. Parece menos letal que el SARS [Síndrome Respiratorio Agudo, por sus siglas en inglés] en 2003, pero, como gripe, podría resultar más duradera que el SARS. Dado que las domesticadas gripes estacionales de tipo A matan nada menos que a un millón de personas al año, incluso un modesto incremento de virulencia, especialmente si va combinada con una elevada incidencia, podría producir una carnicería equivalente a una guerra importante.
Ello es que una de sus primeras víctimas ha sido la consoladora fe, inveteradamente predicada por la Organización Mundial de Salud (OMS), en la posibilidad de contener las pandemias con respuestas inmediatas de las burocracias sanitarias e independientemente de la calidad de la sanidad pública local. Desde las primeras muertes por H5N1 en 1997, en Hong Kong, la OMS, con el apoyo de la mayoría de administraciones nacionales de sanidad, ha promovido una estrategia centrada en la identificación y el aislamiento de una cepa pandémica en su radio local de brote, seguidos de una masiva administración de antivirales y –si disponibles— vacunas a la población.
Una legión de escépticos ha criticado ese enfoque de contrainsurgencia viral, señalando que los microbios pueden ahora volar alrededor del mundo –casi literalmente en el caso de la gripe aviar— mucho más rápidamente de lo que la OMS o los funcionarios locales puedan llegar a reaccionar al brote original. Esos expertos han observado también el carácter primitivo, y a menudo inexistente, de la vigilancia de la interfaz entre las enfermedades humanas y las animales. Pero el mito de una intervención audaz, preventiva (y barata) contra la gripe aviar ha resultado valiosísimo para la causa de los países ricos que, como los EEUU y el Reino Unido, prefieren invertir en sus propias líneas Maginot biológicas, antes que incrementar drásticamente la ayuda a los frentes epidémicos avanzados de ultramar. Tampoco ha tenido precio este mito para las grandes transnacionales farmacéuticas, enfrentadas en una guerra sin cuartel con las exigencias de los países en vía de desarrollo empeñados en exigir la producción pública de antivíricos genéricos clave como el Tamiflu patentado por Roche.
La versión de la OMS y de los centros de control de enfermedades, de acuerdo con la cual ya se está preparado para una pandemia, sin mayor necesidad de nuevas inversiones masivas en vigilancia, infraestructura científica y regulatoria, salud pública básica y acceso global a fármacos vitales, será ahora decisivamente puesta a prueba por la gripe porcina, y tal vez averigüemos que pertenece a la misma categoría de
gestión "ponzificada" del riesgo que los títulos y obligaciones de Madoff. No es tan difícil que falle el sistema de alertas, habida cuenta de que, sencillamente, no existe. Ni siquiera en la América del Norte y en la Unión Europea.
Tal vez no sea sorprendente que México carezca tanto de capacidad como de voluntad política para gestionar enfermedades avícolas y ganaderas, pero ocurre que la situación apenas es mejor al norte de la frontera, en donde la vigilancia se deshace en un desdichado mosaico de jurisdicciones estatales y las grandes empresas pecuarias se enfrentan a las regulaciones sanitarias con el mismo desprecio con que suelen tratar a los trabajadores y a los animales. Análogamente, una década entera de advertencias de los científicos fracasó en punto a garantizar transferencias de sofisticada tecnología viral experimental a los países situados en las rutas pandémicas más probables. México cuenta con expertos sanitarios de reputación mundial, pero tiene que enviar las muestras a un laboratorio de Winnipeg para descifrar el genoma de la cepa. Así se ha perdido toda una semana.
Pero nadie menos alerta que las autoridades de control de enfermedades en Atlanta. De acuerdo con el Washington Post, el CDC [siglas en inglés del Centro de Control de Enfermedades, radicado en Atlanta; T.] no se percató del brote hasta seis días después de que México hubiera empezado a imponer medidas de urgencia. No hay excusa que valga. Lo paradójico de esta gripe porcina es que, aun si totalmente inesperada, había sido ya pronosticada con gran precisión. Hace seis años, la revista Science consagró un artículo importante a poner en evidencia que, "tras años de estabilidad, el virus de la gripe porcina de la América del Norte ha dado un salto evolutivo vertiginoso".
Desde su identificación durante la Gran Depresión, el virus H1N1 de la gripe porcina sólo había experimentado una ligera deriva desde su genoma original. Luego, en 1998, una cepa muy patógena comenzó a diezmar puercas en una granja de Carolina del Norte, y empezaron a surgir nuevas y más virulentas versiones año tras año, incluida una variante del H1N1 que contenía los genes internos del H3N2 (causante de la otra gripe de tipo A que se contagia entre humanos).
Los investigadores entrevistados por Science se mostraban preocupados por la posibilidad de que uno de esos híbridos pudiera llegar a convertirse en un virus de gripe humana –se cree que las pandemias de 1957 y de 1968 fueron causadas por una mezcla de genes aviares y humanos fraguada en el interior de organismos porcinos—, y urgían a la creación de un sistema oficial de vigilancia para la gripe porcina: admonición, huelga decirlo, a la que prestó oídos sordos un Washington dispuesto entonces a tirar miles de millones de dólares por el sumidero de las fantasías bioterroristas.
¿Qué provocó tal aceleración en la evolución de la gripe porcina? Hace mucho que los virólogos están convencidos de que el sistema de agricultura intensiva de la China meridional es el principal vector de la mutación gripal: tanto de la "deriva" estacional como del episódico "intercambio" genómico. Pero la industrialización granempresarial de la producción pecuaria ha roto el monopolio natural de China en la evolución de la gripe. El sector pecuario se ha visto transformado en estas últimas décadas en algo que se parece más a la industria petroquímica que a la feliz granja familiar que pintan los libros de texto en la escuela.
En 1965, por ejemplo, había en los EEUU 53 millones de cerdos repartidos entre más de un millón de granjas; hoy, 65 millones de cerdos se concentran en 65.000 instalaciones. Eso ha significado pasar de las anticuadas pocilgas a ciclópeos infiernos fecales en los que, entre estiércol y bajo un calor sofocante, prestos a intercambiar agentes patógenos a la velocidad del rayo, se hacinan decenas de millares de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios.
El año pasado, una comisión convocada por el Pew Research Center publicó un informe sobre la "producción animal en granjas industriales", en donde se destacaba el agudo peligro de que "la continua circulación de virus (…) característica de enormes piaras, rebaños o hatos incremente las oportunidades de aparición de nuevos virus por episodios de mutación o de recombinación que podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos". La comisión alertó también de que el promiscuo uso de antibióticos en las factorías porcinas –más barato que en ambientes humanos— estaba propiciando el auge de infecciones estafílocóquicas resistentes, mientras que los vertidos residuales generaban brotes de escherichia coli y de pfiesteria (el protozoo que mató a mil millones de peces en los estuarios de Carolina y contagió a docenas de pescadores).
Cualquier mejora en la ecología de este nuevo agente patógeno tendría que enfrentarse con el monstruoso poder de los grandes conglomerados empresariales avícolas y ganaderos, como Smithfield Farms (porcino y vacuno) y Tyson (pollos). La comisión habló de una obstrucción sistemática de sus investigaciones por parte de las grandes empresas, incluidas unas nada recatadas amenazas de suprimir la financiación de los investigadores que cooperaran con la comisión.
Se trata de una industria muy globalizada y con influencias políticas. Así como el gigante avícola Charoen Pokphand, radicado en Bangkok, fue capaz de desbaratar las investigaciones sobre su papel en la propagación de la gripe aviar en el sureste asiático, es lo más probable que la epidemiología forense del brote de gripe porcina se dé de bruces contra la pétrea muralla de la industria del cerdo.
Eso no quiere decir que no vaya a encontrarse nunca una acusadora pistola humeante: ya corre el rumor en la prensa mexicana de un epicentro de la gripe situado en torno a una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz. Pero lo más importante –sobre todo por la persistente amenaza del virus
H5N1— es el bosque, no los árboles: la fracasada estrategia antipandémica de la OMS, el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente desquiciada.
Mike Davis es miembro del Consejo Editorial de
SINPERMISO. Traducidos recientemente al castellano: su libro sobre la amenaza de la gripe aviar (El monstruo llama a nuestra puerta, trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006), su libro sobre las Ciudades muertas (trad. Dina Khorasane, Marta Malo de Molina, Tatiana de la O y Mónica Cifuentes Zaro, Editorial Traficantes de sueños, Madrid, 2007) y su libro Los holocaustos de la era victoriana tardía (trad. Aitana Guia i Conca e Ivano Stocco, Ed. Universitat de València, Valencia, 2007). Sus libros más recientes son: In Praise of Barbarians: Essays against Empire (Haymarket Books, 2008) y Buda's Wagon: A Brief History of the Car Bomb (Verso, 2007; traducción castellana de Jordi Mundó en la editorial El Viejo Topo, Barcelona, 2009).
Traducción para
www.sinpermiso.info: Marta Domènech y María Julia Bertomeu
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Nuestro amigo y miembro del Consejo Editorial de
SINPERMISO Mike Davis, cuyo libro El monstruo llama a nuestra puerta (trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006) alertó lúcida y brillantemente del peligro de una gripe aviar pandémica de alcance mundial, explica ahora cómo la gran industria pecuaria globalizada ha sentado las bases para un más que preocupante brote de gripe porcina en México.
La gripe porcina mexicana, una quimera genética probablemente concebida en el cieno fecal de una gorrinera industrial, amenaza subitáneamente con una fiebre al mundo entero. Los brotes en la América del Norte revelan una infección que está viajando ya a mayor velocidad de la que viajó con la última cepa pandémica oficial, la gripe de Hong Kong en 1968.
Robándole protagonismo a nuestro último asesino oficial, el
virus H5N1, este virus porcino representa una amenaza de ignota magnitud. Parece menos letal que el SARS [Síndrome Respiratorio Agudo, por sus siglas en inglés] en 2003, pero, como gripe, podría resultar más duradera que el SARS. Dado que las domesticadas gripes estacionales de tipo A matan nada menos que a un millón de personas al año, incluso un modesto incremento de virulencia, especialmente si va combinada con una elevada incidencia, podría producir una carnicería equivalente a una guerra importante.
Ello es que una de sus primeras víctimas ha sido la consoladora fe, inveteradamente predicada por la Organización Mundial de Salud (OMS), en la posibilidad de contener las pandemias con respuestas inmediatas de las burocracias sanitarias e independientemente de la calidad de la sanidad pública local. Desde las primeras muertes por H5N1 en 1997, en Hong Kong, la OMS, con el apoyo de la mayoría de administraciones nacionales de sanidad, ha promovido una estrategia centrada en la identificación y el aislamiento de una cepa pandémica en su radio local de brote, seguidos de una masiva administración de antivirales y –si disponibles— vacunas a la población.
Una legión de escépticos ha criticado ese enfoque de contrainsurgencia viral, señalando que los microbios pueden ahora volar alrededor del mundo –casi literalmente en el caso de la gripe aviar— mucho más rápidamente de lo que la OMS o los funcionarios locales puedan llegar a reaccionar al brote original. Esos expertos han observado también el carácter primitivo, y a menudo inexistente, de la vigilancia de la interfaz entre las enfermedades humanas y las animales. Pero el mito de una intervención audaz, preventiva (y barata) contra la gripe aviar ha resultado valiosísimo para la causa de los países ricos que, como los EEUU y el Reino Unido, prefieren invertir en sus propias líneas Maginot biológicas, antes que incrementar drásticamente la ayuda a los frentes epidémicos avanzados de ultramar. Tampoco ha tenido precio este mito para las grandes transnacionales farmacéuticas, enfrentadas en una guerra sin cuartel con las exigencias de los países en vía de desarrollo empeñados en exigir la producción pública de antivíricos genéricos clave como el Tamiflu patentado por Roche.
La versión de la OMS y de los centros de control de enfermedades, de acuerdo con la cual ya se está preparado para una pandemia, sin mayor necesidad de nuevas inversiones masivas en vigilancia, infraestructura científica y regulatoria, salud pública básica y acceso global a fármacos vitales, será ahora decisivamente puesta a prueba por la gripe porcina, y tal vez averigüemos que pertenece a la misma categoría de
gestión "ponzificada" del riesgo que los títulos y obligaciones de Madoff. No es tan difícil que falle el sistema de alertas, habida cuenta de que, sencillamente, no existe. Ni siquiera en la América del Norte y en la Unión Europea.
Tal vez no sea sorprendente que México carezca tanto de capacidad como de voluntad política para gestionar enfermedades avícolas y ganaderas, pero ocurre que la situación apenas es mejor al norte de la frontera, en donde la vigilancia se deshace en un desdichado mosaico de jurisdicciones estatales y las grandes empresas pecuarias se enfrentan a las regulaciones sanitarias con el mismo desprecio con que suelen tratar a los trabajadores y a los animales. Análogamente, una década entera de advertencias de los científicos fracasó en punto a garantizar transferencias de sofisticada tecnología viral experimental a los países situados en las rutas pandémicas más probables. México cuenta con expertos sanitarios de reputación mundial, pero tiene que enviar las muestras a un laboratorio de Winnipeg para descifrar el genoma de la cepa. Así se ha perdido toda una semana.
Pero nadie menos alerta que las autoridades de control de enfermedades en Atlanta. De acuerdo con el Washington Post, el CDC [siglas en inglés del Centro de Control de Enfermedades, radicado en Atlanta; T.] no se percató del brote hasta seis días después de que México hubiera empezado a imponer medidas de urgencia. No hay excusa que valga. Lo paradójico de esta gripe porcina es que, aun si totalmente inesperada, había sido ya pronosticada con gran precisión. Hace seis años, la revista Science consagró un artículo importante a poner en evidencia que, "tras años de estabilidad, el virus de la gripe porcina de la América del Norte ha dado un salto evolutivo vertiginoso".
Desde su identificación durante la Gran Depresión, el virus H1N1 de la gripe porcina sólo había experimentado una ligera deriva desde su genoma original. Luego, en 1998, una cepa muy patógena comenzó a diezmar puercas en una granja de Carolina del Norte, y empezaron a surgir nuevas y más virulentas versiones año tras año, incluida una variante del H1N1 que contenía los genes internos del H3N2 (causante de la otra gripe de tipo A que se contagia entre humanos).
Los investigadores entrevistados por Science se mostraban preocupados por la posibilidad de que uno de esos híbridos pudiera llegar a convertirse en un virus de gripe humana –se cree que las pandemias de 1957 y de 1968 fueron causadas por una mezcla de genes aviares y humanos fraguada en el interior de organismos porcinos—, y urgían a la creación de un sistema oficial de vigilancia para la gripe porcina: admonición, huelga decirlo, a la que prestó oídos sordos un Washington dispuesto entonces a tirar miles de millones de dólares por el sumidero de las fantasías bioterroristas.
¿Qué provocó tal aceleración en la evolución de la gripe porcina? Hace mucho que los virólogos están convencidos de que el sistema de agricultura intensiva de la China meridional es el principal vector de la mutación gripal: tanto de la "deriva" estacional como del episódico "intercambio" genómico. Pero la industrialización granempresarial de la producción pecuaria ha roto el monopolio natural de China en la evolución de la gripe. El sector pecuario se ha visto transformado en estas últimas décadas en algo que se parece más a la industria petroquímica que a la feliz granja familiar que pintan los libros de texto en la escuela.
En 1965, por ejemplo, había en los EEUU 53 millones de cerdos repartidos entre más de un millón de granjas; hoy, 65 millones de cerdos se concentran en 65.000 instalaciones. Eso ha significado pasar de las anticuadas pocilgas a ciclópeos infiernos fecales en los que, entre estiércol y bajo un calor sofocante, prestos a intercambiar agentes patógenos a la velocidad del rayo, se hacinan decenas de millares de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios.
El año pasado, una comisión convocada por el Pew Research Center publicó un informe sobre la "producción animal en granjas industriales", en donde se destacaba el agudo peligro de que "la continua circulación de virus (…) característica de enormes piaras, rebaños o hatos incremente las oportunidades de aparición de nuevos virus por episodios de mutación o de recombinación que podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos". La comisión alertó también de que el promiscuo uso de antibióticos en las factorías porcinas –más barato que en ambientes humanos— estaba propiciando el auge de infecciones estafílocóquicas resistentes, mientras que los vertidos residuales generaban brotes de escherichia coli y de pfiesteria (el protozoo que mató a mil millones de peces en los estuarios de Carolina y contagió a docenas de pescadores).
Cualquier mejora en la ecología de este nuevo agente patógeno tendría que enfrentarse con el monstruoso poder de los grandes conglomerados empresariales avícolas y ganaderos, como Smithfield Farms (porcino y vacuno) y Tyson (pollos). La comisión habló de una obstrucción sistemática de sus investigaciones por parte de las grandes empresas, incluidas unas nada recatadas amenazas de suprimir la financiación de los investigadores que cooperaran con la comisión.
Se trata de una industria muy globalizada y con influencias políticas. Así como el gigante avícola Charoen Pokphand, radicado en Bangkok, fue capaz de desbaratar las investigaciones sobre su papel en la propagación de la gripe aviar en el sureste asiático, es lo más probable que la epidemiología forense del brote de gripe porcina se dé de bruces contra la pétrea muralla de la industria del cerdo.
Eso no quiere decir que no vaya a encontrarse nunca una acusadora pistola humeante: ya corre el rumor en la prensa mexicana de un epicentro de la gripe situado en torno a una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz. Pero lo más importante –sobre todo por la persistente amenaza del virus
H5N1— es el bosque, no los árboles: la fracasada estrategia antipandémica de la OMS, el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente desquiciada.

lunes, 27 de abril de 2009

623 - 13-09 -Polis-mundo - Correa otra vez - Página/12

* el presidente Rafael Correa fue reelecto en primera vuelta, un hecho histórico para Ecuador, afirmación postdialéctica para AL. esta es la cobertura que dio al hecho Página/12 y on esto iniciamos unaserie de lecturas inmediatas a la actualidad, red
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Hombre de palabra - Mercedes López San Miguel
En un país embarullado como Ecuador, Rafael Correa cimentó su liderazgo en la claridad de sus palabras. El argumento y la retórica vencieron a la sobreactuación de los medios opositores. Cuando la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) cuestionó la libertad de expresión en países progresistas de la región como el suyo, Correa así le respondió: “Como en muchos países de América latina, lo que existe es una prensa corrupta, mediocre, que cumple un rol político”. Y al referirse a la organización panamericana de empresas periodísticas, le restó toda autoridad: “La SIP lo único que defiende es su libertad de hacer negocios. No sé quién ha legitimado a esta organización formada por propietarios de medios de comunicación, ni siquiera por periodistas”.
El joven economista defiende a capa y espada la “revolución socialista” que espera afianzar más a partir de hoy, pese a los embates de la crisis económica mundial. A las voces fantasmagóricas de los organismos internacionales, los bancos y las consultoras, la respuesta de Correa es contundente: “Saldremos victoriosos de la crisis y el sistema monetario no se tocará y, por el contrario, lo estamos fortaleciendo con una política económica responsable”. Apostó a una política nacionalista y a la inversión en programas sociales, salud y educación para un país pobre y dolarizado.
El presidente ecuatoriano, que se dirige a las masas como un igual con un discurso antiimperialista, declaró la moratoria de casi el 32 por ciento de la deuda externa, calculada en 10.328 millones de dólares. En la última cumbre iberoamericana señaló: “Existen países que creen en parchar el sistema capitalista y reformar al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, pero otros quieren aprovechar la coyuntura para construir nuestra propia arquitectura financiera regional”.
Y Correa enfrenta sin titubeos las comparaciones que le hacen con su par venezolano, Hugo Chávez, incluso cuando es señalado como el discípulo de quien dijera aquello de “huele a azufre” en la ONU, refiriéndose “al diablo” Bush. El líder ecuatoriano fue enfático en febrero pasado, tras reunirse con Chávez: “El socialismo del siglo XXI no tiene modelos, tiene principios y nuestros pueblos sabrán encontrar las mejores respuestas porque ya han tomado en sus propias manos su futuro. Por favor, ¡déjennos en paz!”. Ayer quedó demostrado que la claridad de sus palabras ha calado en un país que tuvo siete presidentes en una década (1997-2006). Lo que no es poco.

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Tiempos de más izquierda en Ecuador - María Laura Carpineta - Desde Quito
Todos los boca de urna le dieron a Correa entre un 51 y un 54 por ciento de los votos, frente a un 27 o 30 por ciento del ex mandatario Lucio Gutiérrez. El oficialismo podría conseguir la mayoría absoluta en el Congreso.
Rafael Correa arrasó ayer en su quinta victoria consecutiva y será presidente de Ecuador por cuatro años más. Todos los bocas de urna le dieron, inmediatamente después de cerrados los centros de votación, entre un 51 y un 54 por ciento de los votos, frente a un 27 o 30 por ciento del ex presidente Lucio Gutiérrez. La victoria, cantada para muchos de los ecuatorianos, fue reivindicada minutos después de conocerse las cifras por el mandatario en una conferencia de prensa en el sur de Guayaquil. “La revolución ciudadana está en marcha y nada ni nadie la puede detener”, gritó, con voz ronca, y su gente estalló en aplausos. Desde la sede central de su partido, Alianza País, en Quito, cientos de manifestantes comenzaron a concentrarse para festejar. El grito era claro y casi ensordecedor: “En primera vuelta”. En las últimas semanas, Gutiérrez había duplicado su intención de voto en todas las encuestas y los medios de comunicación, férreos enemigos del gobierno, habían empezado a sembrar la duda sobre una posible segunda vuelta. Ayer la mayoría de la sociedad ecuatoriana volvió a desmentir a los medios y se volcó masivamente por Correa. Al cierre de esta edición, quedaban tres bancas en disputa y el oficialismo estaba a sólo dos de conseguir una mayoría absoluta en el Congreso, según los boca de urna de la empresa Santiago Pérez.
“Hemos hecho historia –aseguró un Correa de ojos chinos y sonrisa inalterable–. En un país en el que del ’96 al 2006 ningún presidente democrático terminó su mandato, tuvimos siete presidentes, hoy se gana en una sola vuelta.” La alegría de los correístas no podía ser mayor. “Esto es la felicidad pura”, aseguró Teresa Murillo, intentando recuperar el aliento después de gritar y cantar durante 15 minutos seguidos. “Por fin vamos a tener un país de igualdades, en donde no haya niños con hambre o gente analfabeta, donde todos tengan trabajo y vean respetada su dignidad”, agregó entrecortada la madre de cuatro hijos, que hace cuatro meses decidió sumarse como colaboradora de la campaña del ahora alcalde electo por Quito, Augusto Barrera, un aliado de Correa y veterano dirigente de izquierda. Mientras hablaba, su marido, guardaespaldas del ex ministro de Gobierno y actual diputado electo, Fernando Bustamante, llegó corriendo para abrazarla. “Ganamos”, gritó, mientras la revoleaba de un lado a otro. “Hoy festejamos todos en casa, pero también creo que van a festejar todos los ecuatorianos”, dijo, una vez que logró aterrizar.
La fiesta recién estaba empezando en la céntrica avenida de los Shyris. Los simpatizantes llegaban de a poco de los barrios de las afueras de Quito y se esperaba que Correa, su vice Lenin Moreno y todo su equipo llegaran de Guayaquil tarde en la noche, para sumarse a la celebración. Mientras tanto en esa ciudad costera, Gutiérrez, la esperanza de la oposición en los comicios de ayer, se negó a reconocer los boca de urna y pidió a sus simpatizantes que esperen a los resultados oficiales.
Aunque no lo dijo con todas las palabras, el ex presidente derrocado en 2005 por una revuelta popular sugirió posibles irregularidades. “Este es un gobierno que no respeta la ley, la Constitución, que siguió haciendo campaña después de la entrada en vigencia de la veda electoral. Nosotros vamos a seguir luchando”, dijo, enojado y con la cara casi bordó, haciendo juego con su camisa roja, una marca registrada de su campaña.
Pero las advertencias y la renuencia de la oposición a reconocer su derrota apenas sí afectaron el clima de éxtasis de los correístas. “Ahora el gobierno ya no necesita mostrarse conciliador y pedir permiso”, adelantó el director de Flacso Ecuador, Adrián Bonilla. Para el analista, la contundente victoria del gobierno demuestra que aun cuando la oposición se alineó detrás del ex coronel Gutiérrez con un voto útil anti-Correa, el proyecto político del oficialismo fue más fuerte. “Correa no sólo tuvo una campaña publicitaria impecable, sino que además ha sabido cómo llegar a todas las clases sociales, con gasto social e inversión en educación y salud, pero también rompiendo con el viejo sistema político que encarnaban unas pocas familias patricias”, explicó.
Anoche aún no se habían difundido cifras de ausentismo, pero los reportes de los medios locales de las distintas provincias prevén que no fue muy alto. Según los analistas ecuatorianos, cuanta más gente votara mejor le iría al oficialismo. Y así sucedió. Según los boca de urna, Alianza País, el partido gobernante, ya se aseguró 61 de las 124 bancas de la Asamblea Nacional. Aún falta dirimir tres escaños, que estaba muy empatados.
Aún si no consigue los dos que necesita para una mayoría absoluta, su aliado, el Movimiento Popular Democrático, el brazo político de los sindicatos de maestros y estudiantes secundarios y universitarios, le aportará –con negociación de por medio, seguramente– sus siete diputados. La oposición más dura, mientras tanto, quedó totalmente fragmentada. Sociedad Patriótica, el partido de Gutiérrez, será la primera minoría con 23 legisladores, mientras que el Partido Social Cristiano del re-reelegido alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, contará con sólo seis diputados y el Prian del candidato presidencial que quedó tercero con el 10,7 por ciento, el magnate bananero Alvaro Noboa, tendrá apenas cuatro representantes.
Aunque lo más seguro es que el oficialismo no se quede con las principales ciudades del país, sí consiguió algunas victorias clave y algunas sorpresa. Los aliados del presidente conservarán la alcaldía de Quito y la prefectura (gobernación) de esa provincia, Pinchinca. Además, la hermana del presidente, Pierina Correa, excedió las expectativas al quedar a sólo cuatro puntos del favorito a la prefectura de Guayas, el hombre de Gutiérrez, Jimmy Jairala. Guayas, cuya capital es Guayaquil, es la provincia más poblada y rica del país. Nebot, por tercera vez, arrasó en la ciudad costera con el 69 por ciento de los votos.
“Correa no controlará a los gobiernos locales, pero si consigue la mayoría en el Congreso va a tener el suficiente poder como para avanzar en sus reformas”, señaló Bonilla. Esa es la clave. El presidente necesita al Congreso para aprobar todas las leyes orgánicas –de seguridad, salud, educación– para poner en marcha la nueva Constitución nacional que aprobó el año pasado la sociedad ecuatoriana en un referéndum.
La esperanza, finalmente, parece posible en Ecuador. “Creo que está vez vamos a lograrlo”, dijo con los ojos nublados de emoción Enrique Vela, un militante socialista de 87 años que ayer, con bastón y un resfrío, se instaló desde temprano en la sede del oficialismo para festejar.
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Lenin Moreno, vicepresidente de Ecuador
“No es momento de desdolarizar la economía” - María Laura Carpineta
El vicepresidente ecuatoriano, Lenin Moreno, es todo lo que predica: un hombre amable, paciente y, ante todo, alegre. Hace 11 años su vida dio un vuelco total. Varios ladrones le dispararon cuando él y su mujer miraban vidrieras en el centro quiteño. Una de las balas le destrozó la columna vertebral y lo dejó inválido de por vida. Después de un tiempo de terrible depresión decidió seguir adelante, con la mejor cara posible. Empezó a recolectar chistes y a publicarlos en libros, y se metió de lleno en la política. Desde lo privado y el Estado buscó desarrollar el turismo y defender a los discapacitados. Hace tres años recibió una llamada que lo sorprendió por completo. Rafael Correa, la sorpresa política del momento, le ofrecía ser su número dos.
Ayer por la tarde Moreno conversó con Página/12 minutos antes de subirse al avión hacia Guayaquil, para reunirse con Correa y esperar los resultados en el corazón del bastión de la derecha ecuatoriana. Rebozante de optimismo, no imaginaba otro resultado que una victoria. Imaginando los próximos cuatro años despejó algunos fantasma, entre ellos una posible desdolarización de la economía. “Bajo ninguna circunstancia. La moneda propia será una recompensa cuando hayamos alcanzado una recuperación económica completa y sólida”, aseguró, interrumpido por los saludos, las palabras de apoyo y los aplausos de los ecuatorianos que esperaban en la sala de embarque.
–¿Qué significará una nueva victoria electoral?
–Representará el apoyo de un pueblo que reconoce el esfuerzo de un gobierno que en los últimos dos años ha comenzado a cambiar la estructura política, económica y social del país. Lo hicimos a través de la obra pública, mejorando la educación pública, la atención de la salud de todos y, además, siendo honestos y consecuentes con lo que habíamos prometido. Esos son todos elementos que hicieron que hoy (por ayer) millones de ecuatorianos nos vuelvan a expresar su confianza.
–Uno de los desafíos principales para los próximos cuatro años será la crisis económica y sus secuelas. ¿Cuál será la estrategia del gobierno?
–No podemos negar que se vienen tiempos difíciles, pero los ecuatorianos pueden tener la certeza de que nos hemos preparado para la crisis. La experiencia nos enseña que la mejor forma de enfrentar los momentos difíciles es educando al pueblo e invirtiendo en la bases fundamentales de la sociedad, infraestructura, proyectos de desarrollo económico y, como ya dije, educación y salud. Nosotros lo venimos haciendo y, por eso, la crisis casi no se ha sentido en el Ecuador. Tenemos proyecciones a 20 años, en las que hemos contemplado todos los escenarios posibles, inclusive los más complicados y pesimistas.
–Al analizar los escenarios más pesimistas, ¿el gobierno está considerando la desdolarización de la economía?
–Bajo ninguna circunstancia. La moneda propia será una recompensa cuando hayamos alcanzado una recuperación económica completa y sólida. Estamos convencidos de que aún no ha llegado ese momento. No vamos a poner en riesgo la estabilidad económica y social del país.
–¿Cuáles serán los desafíos en materia de política exterior?
–Como hasta ahora, nuestra prioridad será construir una relación de hermandad fuerte con los países latinoamericanos. Además, creo que cada vez más nos acercamos a la conformación de un bloque único en Sudamérica. Con el resto del mundo vamos a seguir avanzando y proponiendo convenios culturales y de cooperación, que realmente aporten al bienestar de los ecuatorianos.
–¿Y con Estados Unidos? ¿Esperan que la relación cambie con Barack Obama?
–Creo que todos los gobiernos latinoamericanos e incluso los del resto del mundo estamos esperanzados con la llegada del nuevo presidente norteamericano. Barack Obama es un hombre con mucha conciencia social y ha dado sobradas muestras de ello. Empezó un acercamiento con Cuba, se paró de igual a igual con todos los gobiernos de la región y ha iniciado un diálogo con presidentes que venían teniendo una posición y un discurso antagónico y combativo con el anterior gobierno norteamericano de George Bush. Creo que va a haber más respeto y las cosas van a mejorar.

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Parecido y especial - Mario Wainfeld
- Ecuador se parece a los países de Centroamérica por la importancia que tienen las remesas en su PBI (segunda fuente de ingresos, detrás del petróleo) y por la circulación del dólar. La dolarización de la economía ecuatoriana es total, un régimen que ata mucho más al Estado que la infausta convertibilidad argentina.
- Rafael Correa llegó a la presidencia confrontando con los partidos políticos tradicionales, desgastados por sus errores y tropelías de gestión. Consolidó su limitado poder parlamentario original y su ajustada legitimidad exponiéndose a sucesivas revalidaciones, jugadas a todo o nada: una Constituyente (que produjo un texto abigarrado progresista e inclusivo por demás), reelección de ayer. En eso, es similar a Evo Morales o Hugo Chávez.
- La gran prensa es un relevante ariete de la oposición, circunstancia que (con matices de color local) repite lo que ocurre en Venezuela, Bolivia, Chile, Argentina o Brasil.
- Le gusta hablar por radio, tiene programas propios como el Aló Presidente de Chávez. Le pinta cantar en público, como al bolivariano. En ese arte tiene tanta garra como él, es bastante más desafinado.
- Funcionarios de primer nivel de la Cancillería dicen que Correa tiene un formato muy similar a buena parte de la militancia setentista de la JP: se volcó al populismo antiimperialista, emergido de clases medias-altas, con formación universitaria y militancia en el socialcristianismo. En este caso puede señalarse que hay algunas diferencias. La formación cultural de Correa es muy superior a la de la inmensa mayoría de los dirigentes políticos argentinos. Tiene una buena trayectoria académica, postgrados de calidad en Europa y Estados Unidos. Habla cuatro idiomas, incluyendo una lengua originaria, que aprendió siendo adulto. Parte de su “desclasamiento” consistió en vivir un tiempo en una comunidad aborigen.
Los ejemplos podrían multiplicarse, la enumeración de las peculiaridades también.
Correa, economista de formación, es un orador que maneja una gama poco habitual de registros: sabe hablar en un cónclave universitario y dirigirse a los sectores populares de su patria en su idioma, que no suele ser el español. Hizo campaña montando a caballo, atravesando multitudes. Y también tiene oficinas de gobierno dotadas de una parafernalia informática infrecuente para sus colegas regionales. Sus reuniones de gabinete incluyen teleconferencias permanentes.
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La dolarización es un karma, Correa la criticó desde el llano pero no pudo desbaratarla ya en el mando. El riesgo de una salida “Puerta 12” como la Argentina lo refrena. La dependencia del petróleo y las remesas es un pésimo sustento para la economía, el colapso capitalista mundial ha disminuido cruelmente los ingresos.
La emigración ecuatoriana tiene niveles record para América del Sur. Es el precio de políticas expulsivas. La colectividad ecuatoriana es la más importante colonia extranjera en España, donde coexisten ligas de fútbol amateur para ecuatorianos y ecuatorianas. La plata que envían los que se fueron no repara esa herida en la autoestima y la coherencia social. Correa explica que, además de un fracaso nacional, la alquimia entre emigración por necesidad económica y remesas produce disfunciones sociales. Muchas familias tienen como jefa de hogar a la madre. Las mamás emigran, envían euros o dólares a sus hijos, que se topan con más plata que jóvenes de clase de su edad o que muchos trabajadores adultos. En algunos grupos familiares hay contención para encaminar esa riqueza llegada de repente. En otros, los pibes se desmadran en el gasto, un tren de vida asombroso para su procedencia, el desdén por trabajos que les reportarían menos dólares.
Correa, que tiene 46 años, formó su elenco de gobierno con personas de su generación y su palo. También cooptó dirigentes de partidos tradicionales. Sus allegados y argentinos que conocen bien su país dicen que la primera línea de su gabinete es compatible con su nivel. Por debajo, describen, la coherencia merma. Un Estado diezmado por los partidos convencionales y por la praxis neoliberal le juega en contra, a veces adrede, a veces por pura inercia.
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Correa es un caso particular en la pléyade de gobernantes de perfil novedoso, críticos del Consenso de Washington y de la tutela de los organismos internacionales de crédito. Tiene por delante más desafíos y problemas que recursos para resolverlos. Su país es hermoso, sus organizaciones sociales aguerridas, su cultura mestiza, su viabilidad siempre está en jaque. Su pueblo se aferró a él. Políticas sociales sin precedentes, un discurso reparador, una oreja atenta y un cuerpo siempre en movimiento yendo donde está la gente han de explicar en buena medida su arraigo masivo. Defendió con altura y con firmeza la soberanía de su país violada por la prepotencia del presidente de Colombia, Alvaro Uribe.
Al cierre de esta nota las encuestas a boca de urna le asignan a Correa una reelección amplia en primera vuelta, su quinto triunfo consecutivo en elecciones libres, con apoyo masivo de los humildes de su tierra. Sólo resta la confirmación oficial de ese resultado, un hecho digno de celebrar.

622 - 12-09 - Dialéctica - Pero, ¿en qué siglo estamos? - Roberto Bussero

La sociedad exigida y exigente en la era de la interrupción

No parece razonable la pregunta. Pero, al tiempo de analizar la cuestión, la interrogante ingresa en el campo del dilema social, económico y cultural, y, por consiguiente, político.
¿Cuánto tiempo social – de ese que se mide por sucesión de acontecimientos – transcurrió entre la caída del socialismo real/irreal y la caída de las Torres? Sin duda, la respuesta debe ahondar más allá del simplismo de “un poco más de una decena de años”.
Respuesta, además, que debe intentar consumir –contener ordenadamente, “digerir” - los insumos creados por la sociedad mundializada y sus subculturas para acomodarse y/o asimilar las nuevas situaciones.
En ese sentido, los períodos de la Historia (de la que se escribe iniciando con mayúscula) se están “acortando”, al tiempo que rebozan de acontecimientos, fluyen y se interrumpen.
Permítaseme profundizar en estos dos términos. Primero con el fluir, que los exégetas y comentaristas del pensar griego identifican con la posición de Heráclito de Efeso.
Toda sociedad, como organismo y como estructura – las antiguas dinámica y estática sociales – se desarrolla en las dimensiones espaciotemporales. En ese aspecto, la dimensionalidad se multiplica, aclara y enrarece, se hace ora predominantemente temporal, ora predominantemente espacial.
FLUYE, TODO FLUYE (DEMASIADO)
Un filósofo de nuestro tiempo (*) ha identificado las etapas de dominio biopsicosocial del espacio – de la concepción estructural – con lo sólido, persistente. En lo vinculante, es la extensión de las cosas/objeto en el tiempo. Piensen en cuando ante una persona conocida que parece no sufrir el embate de los años decimos “para x no pasa el tiempo”.
A su vez, el mentado pensador relaciona las etapas de dominio del tiempo – de la concepción dinámica, de la aceleración – con lo fluido, lo líquido. Como tal, ese devenir es inconstante y está sometido a cambios de dirección e interrupciones.
Sin duda, estamos en una instancia “líquida” del desarrollo de la humanidad y su historia – o sea, del hombre y del relato predominante de su quehacer, su hacer y su no hacer (o no hecho) -.
También es claro que esta no es la primera etapa de inconsistencia humana, pero si parece que es la que con mayor certeza puede calificarse como "era de la interrupción" (**), nuestro segundo término al que referimos más arriba.
No reduzco el punto a la “nefasta” influencia en nuestras vidas de las toneladas virtuales de mails – gran parte de ellos spam – que atiborran nuestras computadoras, cuya lectura o molesta eliminación puede generar grotescas tecno – interrupciones en nuestras animadas y exigidas existencias.
Ni sólo refiero al perverso tic de ir anticipando nuestras vidas a través de mensajes de texto y comunicaciones cortas que componemos/recibimos desde teléfonos móviles.
Si es verdad que muchas veces parece que esos aditamentos relacionales han complicado más nuestras vidas de lo que las han resuelto, no podemos negar sus beneficios en la interconectividad humana.
TRIPLE “E”, SECRETO Y FRUSTRACIÓN
Asimismo, y volviendo a lo de los “siglos cortos” y el tiempo (demasiado) acelerado, la interrupción de la cotidianidad provoca un efecto desalentador: la sensación de insatisfacción/frustración por lo no acabado, nunca finiquitado, y el temor a “no estar al día” y a no poder ingresar en el “secreto”, sea cual sea, que suponemos nos ocultan los demás.
Hace falta una ética muy dura – sólida – para no sufrir y evidenciar esos padecimientos sociales, sin duda paralelos a la pretensión de pertenecer a ciertas élites que, a su vez, mantienen sus secretos y códigos. Estos son apreciados cuanto más indescifrables y hasta imposibles de encontrar por “los otros”, frente a quienes nos plantamos como un viscoso, y hasta ausente, “nosotros”, cuando no como un impenetrable yo.
Como insiste Umberto Eco, volvemos a una etapa medioeval, pero sin el necesario equipamiento ético y teológico. Más aún, se nos dificulta creer, somos directamente incapaces de hacerlo o hasta nos incomoda.
Piensen como es posible lograr extrema familiaridad con alguien que no conocemos personalmente, pero imaginamos “del otro lado” en una conexión de internet, mientras apenas saludamos a una persona “concreta” a la que vemos todos los días.
Esta es un mundo de sobre y mal entendidos, donde sólo importa lograr el triple eje del (supuesto) bienestar: eficacia/excelencia/éxito, triple “e” definida sobre escalas de valores difusas – no sólo desde el punto de vista moral, e incluso funcional – y con la terrible sensación del advenimiento inminente de terribles catástrofes personales, familiares, grupales y globales, donde la muerte y la vejez no son las únicas temidas.
SEMÁNTICA DE LA IDENTIDAD
Esos son efectos inmediatos de una civilización de la exigencia, apadrinada por la globalización/mundialización de cultura fluida, que ha inventado lo que Marc Augé llamó “no lugares”, sitios no poseídos, sin pertenencia, como un shopping center, el lobby de un hotel, los salones de los aeropuertos … Por supuesto, no refiere al concepto jurídico de propiedad, sino a la internalización individual o grupal del “sitio” y sus repercusiones psicosociales.
Es la hora de recomponer la identidad de la culturalización, de las pertenencias y los puntos de vista verdaderamente “yoicos”, sustanciales. William James planteaba el conocido ejemplo de dos leñadores discutiendo sobre el sentido del juego que practicaban dos ardillas, ¿Una rodea a la otra?, ¿cuál?, ¿no se rodean? La cuestión es que cada cual puede mantener su punto de vista y, más profundamente, todo se reduce a una cuestión de palabras y significados que, en esencia, no importa demasiado. No importa “nada”.
Pero el ejemplo sirve también para ingresar en el sano concepto de “el individuo como un yo”, en una especie de semántica de la pura identidad, que desde James a hoy se ha perdido, o al menos interrumpido.
Quizás la exigencia cultural sea reencontrar el paso civilizatorio, darle trazabilidad a vidas y objetos, eliminar la angustia impura de catástrofes inmediatas y reinstalar la pureza del acto mediato identificatorio de pasados, presentes y futuros.
Quizás los siglos puedan volver a consistir en centurias. Si alguno de los lectores encuentra la fórmula, le recomiendo no caer en exitismos triunfalistas, confíe en el correo y las publicaciones cotidianas para transmitirla, y evite acortar tiempos enviando mails o SMS. La Humanidad se lo agradecerá, o no.

621 - 11-09 - Polis - ¿Cuántos y quiénes votarán en junio? - Daniel Chasquetti

* parte de ciertos consejos
para leer las encuestas, a
tomar en cuenta, red.

En países donde el voto no es obligatorio, como por ejemplo Estados Unidos, España, Francia o Colombia, los ciudadanos que participan en las elecciones presentan atributos más o menos similares: son ciudadanos bastante informados, interesados en política, y con un nivel educativo medio o alto. En nuestro país –y también en casi todo occidente-, el nivel educativo de las personas tiende a correlacionar con el ingreso económico, por lo cual los menos educados (por ejemplo, con sólo primaria concluida) son al mismo tiempo pobres. Este segmento de la población normalmente participa poco de los asuntos públicos y cuando lo hace es porque los partidos son capaces de movilizarlos mediante algún tipo de persuasión de carácter ideológico, político o material. La experiencia internacional indica que los niveles de participación en elecciones con voto no obligatorio suelen ser bajos y oscilar entre el 40% y el 60% de los habilitados. La variación entre uno y otro extremo responde en general al nivel de competencia observado en la contienda.

En nuestro país, la participación ciudadana con voto no obligatorio ha sido poco estudiada, fundamentalmente porque los investigadores radican su interés en las elecciones nacionales, donde se define la presidencia y la composición del parlamento. Los últimos resultados de las encuestas de opinión pública, dejan muy en claro que el nivel de participación será decisivo en las internas de junio. Una mayor participación puede beneficiar a unos y perjudicar a otros. En virtud de esta constatación, me tomo aquí la libertad de ensayar una muy sencilla especulación sobre el nivel de participación que podría alcanzar la elección de junio y las características que pueden tener las personas que en ella participen.

Participación. En el estreno del nuevo sistema electoral, realizado en abril de 1999, participaron 1.289.817 personas, o sea, un 53,7% de los 2.399.707 habilitados. Cinco años más tarde, en junio de 2004, fueron a las urnas 1.134.606 personas, esto es un 45,9% de los 2.471.390 habilitados. Ambos porcentajes son infinitamente más bajos si se los compara con los registrados en las elecciones nacionales con voto obligatorio, donde la población que acude a votar nunca baja del 92%.

En mi opinión, un buen abordaje para saber cuánta gente votará en la próxima elección de junio consiste en considerar a la participación como una función del nivel de competencia que muestren las carreras internas de los partidos. Dicho de otro modo, a mayor competencia intrapartidaria, mayor será el grado de participación en la contienda. Si esto es así, podríamos esperar que en la próxima elección se registren niveles superiores a los alcanzados en las instancias anteriores. Veamos por qué.

En abril de 1999, hubo una gran competencia entre Batlle y Hierro en el Partido Colorado (55% a 44%); una competencia no tan pareja aunque escandalosa, y por tanto muy comentada, en el Partido Nacional, entre Lacalle y Ramírez (48% a 32%); y en el Frente Amplio an sólo una competencia formal entre el candidato oficial, Tabaré Vázquez, y su desafiante, Danilo Astori (82% a 18%). En junio de 2004, el nivel de competitividad de las primarias fue sensiblemente inferior. El Frente Amplio tuvo un candidato único, el Partido Nacional generó la única gran batalla que se definió a favor de Larrañaga (66% a 33%), y en el Partido Colorado la competencia fue ficticia (Stirling alcanzó el 91% y su más inmediato perseguidor, Alberto Iglesias, obtuvo sólo un 7%). Por tanto, en el primer caso tuvimos un partido con una interna competitiva, un segundo partido con una interna moderadamente competitiva y un tercero casi sin competencia. El nivel general de competencia fue entonces moderado y la participación fue algo superior al 53%. En 2004, sólo un partido contó con competencia efectiva, un segundo casi no la tuvo, y un tercero presentó un candidato único. El nivel general de competencia fue mínimo y ello redundó en una tasa de participación del 45%.

Las encuestas recientes muestran que las internas 2009 están siendo mucho más competitivas que sus versiones anteriores. Es cierto que en el Partido Colorado la distancia entre el primero y el segundo es muy holgada, pero en los restantes partidos se mantiene todavía la incertidumbre sobre el resultado final. Con este escenario, cabe esperar un aumento de la proporción de votantes respecto al nivel máximo observado en 1999. Un diagnóstico razonable debería ubicar el piso de participación en un 54% (similar al de abril de 1999) y el techo en un 65%, según lo muestran las últimas encuestas. Estas cifras muestran que el número de participantes puede variar sustantivamente (hasta en diez puntos) y esto, a mi juicio, responde a factores tales como el mantenimiento del nivel actual de competencia hasta la semana previa a la elección, el peso que muestren las maquinarias electorales de los partidos, y la existencia o no de hechos fortuitos (como por ejemplo un día de sol o un día de lluvia).

Participantes. Sabemos que en una interna sin voto obligatorio participa normalmente el público más informado e interesado en política. En este conjunto están los ciudadanos con definición ideológica y proximidad a los partidos. Por ejemplo, en noviembre de 2006, el Frente Amplio realizó la elección de su Plenario Nacional y participaron más de 200 mil ciudadanos. Al año siguiente, los partidos tradicionales realizaron las elecciones juveniles y participaron en cada colectividad más de 40 mil personas. Este público integra el núcleo duro del sistema político y es seguro que se hará presente el último domingo de junio. Pero el público interesado en política no se agota entre los adherentes y simpatizantes de los partidos. Este segmento es algo mayor que el anterior y cuenta con algunos rasgos muy específicos: un nivel educativo medio y alto, ingresos también medios y altos. Para este segmento la elección de junio suele ser más un deber que un derecho.

Pero normalmente en las internas también participará otro segmento del electorado que no tiene nada que ver con el descripto anteriormente. Me refiero al público poco interesado en política, con poca educación y bajos niveles de ingresos. Este público es bastante mayor que el anterior y concurre a votar sólo si existe una razón sustantiva. Quien ofrece esos argumentos suelen ser los partidos, a través de su militancia cara a cara. Por esa razón, el porcentaje de ciudadanos pertenecientes a este segmento que puede concurrir a votar variará según la intensidad de la campaña electoral y la capacidad de penetración de las estructuras partidarias. Despertar a este público –ponerlo al tanto del asunto público- tiene un costo grande que algunos candidatos parecen haber asumido. Las bicicleteadas de Mujica en zonas periféricas de la capital están orientadas a cumplir con esa meta. Un atajo bastante eficaz es la publicidad televisiva, porque este público consume ávidamente la cajita mágica. Sin embargo, nada sustituye al cultivo sistemático (recorrida por los barrios y diálogo cara a cara) de estos sectores.

Finalmente, para este público, la concurrencia a votar en una elección no obligatoria representa obviamente un costo, ya sea en pérdida de tiempo o en inversión monetaria para pagar un boleto de ómnibus. Por esa razón, los partidos políticos que deseen movilizarlo deberán asumir la nada sencilla tarea de trasladarlos y solventar los gastos. Las maquinarias electorales de los partidos pueden en este aspecto, hacer una diferencia.
Para los candidatos que cuenten con poca estructura, la estrategia más lógica será la disputa de los sectores medios y medio-altos. Llegar con su voz a este segmento no representa un costo tan alto porque en ese sentido, los medios de comunicación y la publicidad en las grandes arterias, facilitan las cosas. Deberían saber esos candidatos que el costo de movilizar a los sectores más pobres y menos educados de la población tiene un costo alto, aunque como ya se ha dicho, quien lo logre tendrá una ventaja sustantiva que puede llegar a determinar la victoria.

Veamos como funciona todo esto en las dos internas más competitivas.

Partido Nacional. Las encuestas muestran que Lacalle le gana a Larrañaga con comodidad en los segmentos altos de la población. En cambio, Larrañaga vence apretadamente a Lacalle en los estratos bajos. Los sectores medios son el escenario principal de disputa en la interna blanca. Las maquinarias electorales del Herrerismo y de Alianza Nacional están desde hace tiempo orientadas a conseguir ese voto, sobre todo en el interior del país, donde la estructura de caudillos y dirigentes intermedios se mantiene intacta. Pero en esos despliegues, las maquinarias parecen también estar operando sobre los sectores bajos, en virtud de que ellos saben que quién los consiga ganará la elección interna. La lucha seguirá siendo palmo a palmo pese a la pequeña ventaja que el ex presidente ha sacado. No existen razones para creer que la contienda ya tiene un ganador.

Frente Amplio. Las encuestas muestran que Mujica destroza a sus rivales en el segmento menos educado y por tanto más pobre de la población. Gana en forma ajustada en los sectores medios, y pierde con Astori en los altos. Para ganar, el líder del MPP deberá efectivamente movilizar a los sectores más pobres y mantener su ventaja en los sectores medios. La estructura del electorado de Astori es exactamente al revés. Para ganar, el líder de Asamblea Uruguay deberá revertir su situación en los estratos medios y esperar que la maquinaria electoral emepepista-comunista no tenga grandes éxitos en junio. Esto funciona más o menos así. Si en junio vota, por ejemplo, el 60% de los habilitados y el Frente Amplio consigue algo más del 45% de los votos, la candidatura presidencial será para aquél candidato que supere los 380 o 400 mil votos. El único antecedente que tenemos para razonar en estos términos son las elecciones del Plenario Nacional del año 2006, cuando el MPP y el PCU lograron el apoyo de casi 100 mil ciudadanos, en su gran mayoría interesadas en política y cercanos al Frente Amplio como partido. En esa oportunidad no se elegía el candidato a la presidencia y el entusiasmo y compromiso de la militancia era obviamente menor. Con una máquina más afinada, como creo que tendrán estos sectores, el resultado garantizado podría ser tal vez la movilización del doble de votantes. El resto de la votación de Mujica saldría de los sectores medios y bajos de la población que irían por su propia convicción a votar. La estrategia de Mujica parece estar enfocada en ese rumbo. La batalla con Astori estará entonces planteada en el primer segmento, aunque el esfuerzo militante de los partidarios emepepistas estará seguramente en el segundo.

620 - 10-09 - Polis - El destino de la izquierda uruguaya - Esteban Valenti

* COMO en casi toda polis, subyace y se explicita una polémiva,
bienvenidos los polemos!!!!!!, red
Como voy a tratar de decir cosas pesadas y graves no sé si lo lograré o si me atreveré , me siento en la necesidad de hacer algunas aclaraciones previas. No creo en el tremendismo y en el efectismo, no vengo ni de esa cultura política ni la he practicado.
Si me interrogo sobre el destino de la izquierda uruguaya, me estoy interrogando en definitiva sobre el destino nacional - por la importancia que la izquierda asumió en el país - y me estoy preguntando sobre mi propio destino personal. Y con esas cosas no jugueteo.
Otras premisas. No creo en absoluto que José Mujica y sus más directos compañeros sean un grupo de primitivos e incultos que encontraron una veta para captar determinados sectores de la sociedad uruguaya. Al contrario, lo he dicho y lo reafirmo nuevamente, tienen una visión estratégica, política e incluso antropológica de la política y la sociedad uruguaya. Con las que yo tengo pocas coincidencias. Esta campaña electoral ha profundizado mis diferencias.
Tampoco comparto la idea bastante extendida en sectores de la izquierda de que Mujica comete errores en forma permanente. Creo que es inteligente, sagaz y que incluso trata de demostrarlo de manera permanente, no quiere quedar prisionero de una imagen primitiva y tosca. Y creo que su estrategia de emitir opiniones de impacto de manera permanente no es una táctica, ni una postura circunstancial, es parte esencial de una estrategia para dar la batalla cultural y política. Y que en especial Fernández Huidobro le agrega aspectos emocionales y reconstrucciones históricas funcionales a esa estrategia. En eso son profundamente auténticos. Con estos aspectos y sus definiciones tengo diferencias todavía más profundas.
Nuestro destino
Ahora vayamos a la pregunta de fondo sobre el destino de la izquierda uruguaya. Partiendo naturalmente de dos factores que se cruzan siempre y en particular en este momento: historia y futuro, tradiciones y proyectos políticos, sociales y culturales.
La izquierda uruguaya hoy – y las elecciones son simplemente un episodio más, muy importante, pero totalmente parcial – está ante una alternativa como no se registraba desde la década de finales de los años 60, pero desde el punto de vista cultural e ideológico mucho más profunda. En aquellos tiempos había líneas constantes y “duras”, que nos condicionaban a todos. Hoy, no existen o se han diluido.
No creo que ante un tema de estas dimensiones se deba recurrir a las simplificaciones, pero para tener una dimensión completa de lo que voy a referir invito a los lectores a leer la entrevista al senador Mujica en la radio el Espectador del 13 de abril de este año
http://www.espectador.com/1v4_contenido.php?id=148841&sts=1 Como verán tomé en cuenta las definiciones más recientes.
Hay que partir de la total coherencia de todas las afirmaciones allí contenidas. Dice cosas y las reafirma y fundamenta. Y aprovechando voy a referirme a la famosa frase sobre “como te digo una cosa te digo la otra”. No es un “error” es parte esencial de una visión metodológica, de un pragmatismo esencial, de la necesidad de tener siempre la capacidad de que el “sentido común” y la comunicación con los diversos interlocutores sea la prioridad absoluta. Y en ese sentido comparto la opinión del gran semiólogo Roland Barthes “el sentido común trafica ideología”
Los Kung San (
ver la publicación del artículo sobre este tema incluida en esta edición de Bitácora)
La idea y la referencia a los “Kung San”, los bosquimanos, expresada como modelo o proyecto –obviamente adaptado a la sociedad uruguaya – es absolutamente congenial con la propuesta de traer pastores bolivianos, peruanos indígenas pobres para poblar el campo uruguayo. A eso se refiere incluso en su reportaje de El Espectador. Es transparente, claro y sólo el que no quiere o se hace el distraído, deja de verlo. Es parte esencial de una visión de la sociedad uruguaya.
Su visión de que sus colaboradores más cercanos en el gobierno, incluyendo ministros, deben aceptar vivir con 20.000 pesos mensuales, su forma de vida en una chacra de las afuera de Montevideo y todo su estilo de vida es coherente con esa visión política y antropológica. Lo ha repetido hasta el cansancio. No es ninguna caricatura.
Incluso algunos episodios y reconocimientos asombrados sobre la industria turística o su visión sobre la discriminación de “clase” de la que sería objeto en el Frente Amplio son parte de su visión. El papel que le atribuye o que critica de los abogados, los escribanos, los economistas, corresponden a ese diseño. Hay que reconocerle nuevamente su coherencia, no son elementos episódicos. Y no son descripciones de la realidad, son su propia visión de la sociedad a la que el aspira en el Uruguay, al socialismo a su estilo y definición que es su meta. Lo ha dicho explícitamente
En cuanto a temas más lejanos, como la historia, o el manejo de la tecnología y la ciencia no escapan a esta visión integrada y completa – que podremos discutir y polemizar – pero que hay que reconocer que no las oculta en absoluto. La reivindicación permanente de su pasado tupamaro, hasta el relato hecho por Fernández Huidobro sobre el postrero aporte de Raúl Sendic, ya al borde de su muerte, al referéndum contra la ley de caducidad, son de una claridad meridiana. Recomiendo su lectura en la contratapa de La República
http://www.larepublica.com.uy/contratapa/360295-veinte-anos.
Podría agregar otros muchos elementos, pero me parece que estos son representativos de un pensamiento, de una forma de ver la sociedad uruguaya y en cierto sentido, el mundo en su conjunto.
La violencia y la ideología
Aclaración: si pensara que lo que está en juego es una visión básica de democracia lo diría explícitamente. No necesito explicar las razones. Existe otra constante en el razonamiento y en la práctica que corresponde a esta visión ideológica y política, es el uso y abuso de los elementos administrativos y coercitivos del Estado en la vida social y a nivel político, cierta forma de prepotencia. Este último elemento se corresponde casi siempre con esas visiones globales y totales del destino del mundo.
Los ejemplos de este uso y abuso de los instrumentos administrativos y coercitivos del control – que son formas de empobrecimiento de la práctica y de las ideas de la democracia – se expresan en la propuesta de una policía administrativa para resolver las limitaciones burocráticas, las reacciones frente al tema de las drogas y los jóvenes o por ejemplo, el reclamo de controlar la acción de las encuestadoras de opinión pública. Todas cosas que están al borde.
Estas formas de actuación prepotente, no tanto de Mujica sino de su barra chica tienen por otro lado connotaciones en la lucha política. Las tuvieron en la interna del MPP con el caso Nicolini, con otros casos de ajustes de cuentas dentro del Frente Amplio. La lista es bastante amplia.
La base de todo refiere a una visión de que hay que defender la pureza y esa supuesta pureza ideológica puede llegar a justificar demasiadas cosas, algunas realmente no tan santas. Esa reivindicación de la “pureza” la hizo explícitamente Julio Marenales, hace algunos años, en un reportaje desde el interior del país, al atribuirle a la falta de cuadros del MLN las carencias de la IM de Montevideo.
La experiencia concreta y palpable no podía ser peor. El cerco que se le impuso a una excelente persona y profesional como Ricardo Ehrlich por parte de la “barra chica”, dio resultados nefastos. Pero la pureza estuvo a buen resguardo.
Los resultados y sus causas.
Repetiré una frase desgastada: las mayorías no dan la razón. Son un elemento importante, pero sólo miradas en el largo proceso de la historia marcan tendencias y derroteros maestros. Aquí, en Uruguay, no sabemos todavía dónde terminaremos, pero no hay duda que esta corriente tiene hoy una enorme fuerza en el país y en la izquierda uruguaya. Desconocerlo sería estúpido y miope.
La otra comprobación es que han logrado prácticamente absorber en su proyecto nada menos que al que fuera el más grande partido de la izquierda uruguaya y con un peso cultural, ideológico, social y político muy importante en el pasado, el Partido Comunista. Nadie todavía puede arriesgar un pronóstico sobre la relación de fuerzas dentro del conglomerado que apoya a Mujica, pero lo más importante no es sólo la supeditación cuantitativa sino la total victoria y sometimiento ideológico y sobre la propia historia. Es realmente asombroso. Merecería análisis más detallados. El cambio en este sentido es total, no es táctico y es mucho más profundo que el que se produjo luego de la crisis de los años 90 en el PCU.
¿Cuáles son las causas de este crecimiento? Obviamente no hay una sola causa, pero para entender el proceso hay que tratar de encontrar respuestas. Yo ensayo algunas.
Ante una izquierda que en muchos casos está todavía shockeada por la caída del muro, que se ha replegado de una visión integral y de propuestas audaces y a largo plazo sobre las alternativas al sistema - en particular en los partidos marxistas o de origen marxista-, hay que reconocer que esta visión integral y una estrategia de apoyo consecuente y constante son una importante ventaja, y es precisamente con esa ideología en su conjunto y no con sus episodios que yo estoy radical y profundamente en desacuerdo, y la considero muy negativa para la sociedad uruguaya y para la izquierda de este país. Es más, me cuesta mucho reconocer sus raíces progresistas. Soy consciente de la gravedad de esta afirmación.
La pobreza del debate ideológico incluso de la investigación y la reconstrucción histórica de los grandes partidos, pero sobre todo del PCU y más en general de la diáspora comunista – entre los que me incluyo – dejó el vacío necesario para que lo ocupara una reconstrucción totalmente parcial del período previo a la dictadura y sobre todo, durante la dictadura. Al punto que si se hiciera una encuesta sobre quiénes combatieron a la dictadura del 73 al 84 en el Uruguay, un sector muy importante de los uruguayos dirán que fueron los tupamaros. Y no es culpa de ellos esta grave deformación, es entera responsabilidad nuestra, del resto.
Yo sentí una profunda vergüenza cuando en una intervención de Gerardo Caetano en un homenaje a Arismendi reivindicó el PCU en la lucha contra la dictadura pero sobre todo, que el eje de la represión fueron los comunistas. Estaba haciendo, como historiador y hombre de izquierda, lo que no fuimos capaces de hacer nosotros. Me incluyo en primera persona, asumo mis culpas.
Hay un elemento cultural-social que hay que incorporar al análisis: la sociedad uruguaya ha cambiado profundamente, su relación con la política, con la lucha de ideas, con los líderes y con elementos complejos como el conjunto de las causas colectivas se ha modificado profundamente. Se ha empobrecido en todos los planos. El proyecto Mujica ha logrado captar y reaccionar perfectamente esos cambios y darle respuestas, claras, simples y sobre todo, transmitir un humor, una sensación general y difusa pero muy fuerte. Asumamos otro hecho: el proyecto está basado esencialmente en la figura de Mujica, del “Pepe” que no es un nombre, es todo un mensaje. Su fuerza está más que en su propuesta, en su identidad.
¿Es marketing o filosofía? No despreciemos a los uruguayos, son nuestros compatriotas en todos sus matices y contradicciones. Es capacidad de comunicación y sobre todo, es política.
Y es a este último elemento esencial que me voy a referir en las causas del proceso. Nos equivocamos, creíamos que sólo o fundamentalmente desde el gobierno podíamos hacer política de izquierda y ése fue un grave error. El vacío sustantivo dejado durante cuatro años por el Frente Amplio, en su imprescindible batalla política y cultural en la sociedad uruguaya, fue ocupado por una figura, un mensaje y en mucho menor medida por algunos aparatos.
Mientras la batalla del FA debía ser contra las ideas de la derecha, contra la derecha como elemento político, para construir una base socio-político cultural del cambio y de la izquierda, más fuerte, más profunda, más arraigada, el eje se desplazó en otra dirección y tuvo a Mujica -y en menor medida al MPP y al MLN- como sus protagonistas. Y esos errores se pagan, duro.
La derecha lo ha comprendido perfectamente, sabe a ciencia cierta que contra la izquierda “Vázquez” (para sintetizar) con todos sus matices y diferencias, es imposible triunfar en las próximas elecciones. Apuesta todas sus cartas a triunfar sobre la izquierda “Mujica”. La izquierda “Vazquez” está hoy representada tanto por Astori como por Carámbula. Y todos lo sabemos, aunque hagamos cuentas electorales.
¿Y?
No estoy para describir la situación o interpretarla, quiero seguir siendo un actor, alguien que se involucra. Y tengo claro una cosa y quiero asumirla explícitamente, quiero quemar las naves, o mejor dicho la única que me queda: si en junio triunfa ese proyecto me sentiré derrotado y responsable directo de esa derrota. No abandonaré la lucha porque es parte esencial de mi vida, pero cambiarán mis prioridades. Es posible que esto alegre a unos cuantos, pero lo que quiero significar es la profundidad de lo que creo que está en juego. Al menos para mi. Y hoy no me siento para nada derrotado, si introduzco este elemento ideológico, si no me acomodo es porque creo en primer lugar en las ideas y en segundo lugar porque considero que se puede ganar. En ese orden.
Estoy absolutamente convencido que es una batalla que está todavía en curso y que hay posibilidades ciertas y concretas de ganarla, cada día que pasa me entusiasmo un poco más en este difícil proceso y encuentro en muchos, muchos compañeros, la misma vieja y querida pasión de siempre y de ahora. Me ha rejuvenecido la vida y la política. Cosa nada fácil.
Es una batalla que para mi va mucho más allá de una simple batalla electoral, tiene que ver con una visión del mundo y de la sociedad uruguaya. Mi discrepancia con el proyecto Mujica es muy profunda y no puedo ponerme a calcular como un timbiriche si estos debates dan o quitan votos, lo que ahora me preocupa es hacia dónde vamos.
Considero que esa interpretación es profundamente equivocada y contiene peligros muy grandes porque es contraria a la tradición de la propia izquierda como idea de progreso, no considero que sea antropológicamente ni culturalmente progresista. Lo digo en el sentido histórico del término. Los Kung San, de los que tuve referencia hace muchos años en Angola, no me parecen ni remotamente un modelo de formas de vida y organización del trabajo y la sociedad. Son una de esas novelerías sustitutivas de teorías serias y profundas. Lo lamento por Marvin Harris y su formidable aporte a la antropología del siglo XX a partir de su materialismo cultural.
No quiero ni remotamente que los uruguayos tengamos como referencia un país de pastores de ovejas y cabras que trabajen dos horas por día y que no tengan ni jefes ni guías. No es el “sueño que yo persigo” y lo que es mucho más importante creo que tener de presidente de la república alguien que persigue ese sueño es profundamente equivocado. Aunque suene novedoso y aunque asumo y presumo todas las adaptaciones a la realidad nacional. Es la visión la que me resulta equivocada, anti histórica. .
Es más, creo que es una ideología profundamente funcional al conservadurismo y que afecta sobre todo, a los más débiles, a los pobres y a los trabajadores. En un mundo en que la derecha, las grandes fuerzas del sistema reclamarán y tratarán de imponer resignación ante las tragedias y las consecuencias de las catástrofes económicas y sociales producidas por su ultra liberalismo -y sobre todo, por la codicia elevada a la suprema condición humana y motor del capitalismo-, lo que necesitamos es rebeldía, no adaptación a una vida casi monástica y pastoril.
En un momento en que la izquierda debería lanzar una gran contraofensiva política e ideológica con una bandera principal y absoluta: la centralidad del trabajo, el trabajo como valor económico, social y cultural de la civilización, creo que la idea central del proyecto de Mujica es un grave error.
Son los trabajadores que deben reivindicar más que nunca el fracaso de las cadenas de valor que excluían el trabajo como elemento esencial de progreso y de producción y colocaron la especulación como el rotor del mundo. ¿Los Kung San tienen algo que ver con una cultura moderna, actual, del trabajo como eje central del progreso y el desarrollo de la humanidad? Todo lo contrario, el trabajo es un elemento despreciable, lo principal es aceptar las condiciones básicas de pastores-cazadores para subsistir y utilizar su tiempo. ¿Es ése el socialismo del siglo XXI?
Si es ése, no es el mío, y creo que no tiene parentesco alguno con el socialismo. Considero que sería un retroceso histórico y a todos los niveles para la sociedad uruguaya. Y no me refiero a ninguna caricatura de las posiciones de Mujica, me refiero a la coherencia de sus principales propuestas e ideas y al respeto intelectual que hay que tenerle por animarse a asumir esa postura y defenderla. No simplifiquemos.
¿Esta posición es mayoría en la izquierda uruguaya? ¿Lo es en la sociedad uruguaya? Estoy profundamente convencido que no, pero...las ingenierías electorales, los eslabones que se van generando pueden tener una influencia determinante. Y podemos descubrirlo tarde, muy tarde.
Ya tengo una edad en que me siento obligado siempre a mirar hacía atrás, allí está la parte más larga y más densa de mi vida. Además, soy uruguayo. Por eso no puedo evitar formularme una pregunta final: ¿cuánto tiene que ver este proyecto, estas ideas con las ideas de nuestros grandes viejos, con nuestros fundadores?