jueves, 31 de julio de 2008

508 - Tendencias- El water de oro - Santiago Valledor

* voy a respetar la regla de oro de no pasar de cinco ítems en las intervenciones del equipo, y no quiero ahondar en el patetismo de guantes-sobre-brazos-colgantes de moria ni en la tv prostibularia de tinelli, ni en los mil reflejos-espejos de los riales. quiero aludir al hecho que registra, entre otras, una crónica de el país indecorosamente "intitulada" valioso water despertó el debate y la imaginación Durazno. El restaurador pidió análisis oficiales en Francia hasta acá.
*uruguay pensando en términos de water, pues, asegura, el inodoro de la casa de Penza sigue siendo objeto de debate. El restaurador afirma que la pieza es francesa y vale US$ 700.000, pero un coleccionista de sanitarios la identifica como un modelo bastante común, de fabricación inglesa.
* es que hay coleccionistas de cagaderos, que, dice la mentada, desde que se anunció el posible valor monetario del water, de un siglo de antigüedad, los precios se manejan como si el objeto estuviera a la venta, pese a ser parte de una casa que fue declarada Patrimonio Histórico. claro, en toda casa, patrimonio histórico o no, hay wc.

* asi sigue, vale la pena dejar constancia - más allá de reglas -,
El anuncio del precio se hizo "antes de tener la confirmación", puntualizó Enrique Costa, quien trabaja en la restauración de la casa del médico Emilio Penza en Durazno, donde está el water de la discordia.
El restaurador afirma que el inodoro es francés, fabricado en 1887. Asegura que fue pintado a mano con tinta china de calamar y esmaltado con aceite de ballena. La tasación que maneja le fue dada por especialistas europeos, sostiene.
Pero el coleccionista argentino de inodoros Carlos Libedinsky identificó sin dudar al water como un modelo Invictas, de la fábrica Johnson Brothers of Hanley Limited, seguramente de principios de siglo.
"El modelo es una evolución de otros, como el Progress, de 1898 y el Puritas, de 1894", afirmó. "El dibujo es una calcomanía cerámica (transfer), con un diseño que ya se usaba desde antes en palanganas y jarras" añadió.
Por su parte, el restaurador Costa asegura que en la época en que se fabricó el inodoro no había calcomanías.
Frente a las discrepancias, dijo Costa, "se pidió la certificación correspondiente, con análisis químicos a Francia, al museo Louvre, a través de la embajada", afirmó a El País. El restaurador supone que la confusión se debe a que se compara al objeto con "imitaciones que se reprodujeron después de la segunda guerra mundial".
"Lo que hacemos es pedir información que se maneja a nivel de restauración, antes de meter mano en una obra de arte, pero se difundió la información del water antes de la certificación", explicó Costa.
Valor. "Esto es realismo mágico latinoamericano, ya es de oro y vale US$ 800.000. Si fuera un cuadro o un mueble no llamaba tanto la atención", comentó Libedinsky, aludiendo a las noticias sobre el caso que se difundieron en internet (ver recuadro). Ambos especialistas coinciden en que el precio concitó un excesivo interés, cuando lo más importante es el valor histórico de toda la casa y su decoración. "Llama la atención que se tome el precio, como aspecto mediático, cuando la pieza no está a la venta. El valor es indicativo", dijo Costa.
"Yo puedo dar una identificación, pero no soy comerciante. A la gente le interesa cuánto cuesta. Estas cosas no tienen precio de lista, un coleccionista puede pagar lo que quiera", coincidió Libedinsky.
"Lo importante de ese water closet no es el valor monetario, sino que ya estuviera instalado en una casa de esa época. Es muy precursor, aunque no sea de 1887 sino un poco posterior", señaló el coleccionista. La presencia de este implemento en la casa del doctor está vinculada al movimiento de higienistas que impulsaron su uso a principios de siglo, señaló.
De todos modos, aclaró Libedinsky, "la iniciativa de restaurar la casa me parece una actitud positiva, que no debiera empañarse con el problema del precio".
Revolución higiénica del Río de la Plata
Tras su invención a fines del siglo XIX, el water closet se difundió rápidamente en el Río de la Plata, aun más que en Europa, contó el arquitecto argentino Carlos Libedinsky.
Entre los años 1895 y 1930 hubo un período de gran riqueza en Argentina y Uruguay, y las clases opulentas traían las piezas de último diseño. Además, a principios del siglo XX, Buenos Aires padeció tres grandes epidemias de cólera y de fiebre amarilla. Se sabía que eran epidemias urbanas, relacionadas con la acumulación de deposiciones, y las clases pudientes se retiraron al área rural. En esos años se dio una revolución sanitaria, con higienistas muy influyentes, que escribían en la prensa y llegaron a ser ministros. Como había medios económicos, tras las epidemias se decidió trasladar el centro y la zona más poblada de la ciudad, en lo que fue la gran transformación urbano ambiental de la ciudad, contó el coleccionista de water, quien señaló que su interés por los sanitarios surgió de su importancia a nivel ambiental en el proceso de urbanización.
Ah... ¿era de oro también?
"¿Usted utilizaría un inodoro que cuesta 500.000 euros y que además es de oro puro?". Con esta pregunta Radio Caracol de Colombia empieza un artículo sobre el inodoro hallado en Durazno. El malentendido no termina ahí, la nota está ilustrada con un water dorado. Medios de distintos países agregaron color a la noticia difundida en Uruguay. "Descubren en Uruguay inodoro valuado en US$ 700.000 con sillón de oro", es el título de la nota de La Tercera de Chile, que cita a EFE.
* así nos hacemos internacionales, agachados...

507 - Retinas - Dejate de Joker - Mariano Kairuz

* murciélagos y jodones en entredicho,
la vida oscura pero éticamente pura,
o no, sobre la última batipeli,
por ahora, red.
Si había algo extraordinario en Batman inicia, era el final: si la justicia la impartía un hombre vestido de murciélago, se preguntaba el teniente Gordon con un naipe de comodín en la mano, ¿qué esperar entonces de los criminales por venir? El caballero de la noche es la mejor secuela que podía tener aquel final: una película sin humor complaciente, oscura, altamente política, que refleja el terror y la ausencia de salida de esta época. Y para ese reflejo, Christopher Nolan rescató, justamente, al villano más siniestro y antiguo de Batman: el Joker. En una actuación arrolladora –y en la última que completó antes de morir–, Heath Ledger se sumó al elenco de la anterior para ponerle rostro al terror contemporáneo.
Es posible que Batman, el caballero de la noche sea la más ambiciosa de las muchas películas de superhéroes filmadas y estrenadas en las últimas dos décadas. Si las historietas de los paladines de la justicia más conspicuos y perdurables nacieron y a menudo funcionaron como reflejos y productos de sus tiempos, la segunda versión cinematográfica del hombre murciélago diseñada por el director Christopher Nolan es lo más explícitamente político que se haya hecho con el personaje. Una película que nos enrostra como ninguna otra sus aspiraciones de artefacto cultural importante, su perfecta autoconciencia de que esto es mucho más que un juego evasivo para nenes. De ser signo y marca de su época.
Y no es que la película esté siempre a la altura de sus propias ambiciones, pero hay que concederle al menos una cosa: la mayor parte del tiempo consigue ser perturbadora en sus ideas y –un poco menos– en su forma de exponerlas. The Dark Night –ése es su título original– es algo así como la evolución final de un personaje que en 69 años de historia ha sufrido muchas vueltas, infinitos giros y renacimientos, y en especial muchos retrocesos; y a la vez es una suerte de regreso a su punto de partida. Algo se intuye en las escenas iniciales de la película, cuando se hace presente en la escena del crimen un tipo vestido de traje de goma y capa oscura y manejando un arma de fuego, y que no es Batman sino uno de los muchos imitadores que –entre Batman inicia y esta continuación directa– salieron a hacer justicia por mano propia. “Vigilantes” nocturnos probablemente tan locos como el superhéroe cuya imagen tomaron prestada, pero con mucha menos preparación. Es apenas un detalle argumental que después no se desarrolla, pero que alcanza para establecer el estado de situación y la atmósfera espesa que cae sobre esa Chicago retro-futurista que es Ciudad Gótica: la densidad de una sociedad enferma de violencia, paranoica, permanentemente en estado de alerta y al borde de una histeria explosiva. Y a su vez remite al primer Batman del historietista Bob Kane, el que apareció en las páginas de la revista Detective Comics a partir de mayo de 1939: un sujeto vestido de rata voladora que sale por las noches con una pistola cargada y dispuesto a usarla. Un escuadrón de la muerte de un solo hombre.
Mi noche triste
Aunque nació como encargo de una editorial que buscaba capitalizar el éxito de Superman (creado apenas un año antes), aquel hombre murciélago original fue menos deudor de la ciencia ficción de su época que de la literatura policial de consumo rápido y barato, un género que había encontrado su lugar entre las angustias de la década que arrastró los coletazos de la Depresión. El personaje en principio solitario, delineado por Kane con la asistencia (insuficientemente acreditada) del guionista Bill Finger, fue un éxito, y el año siguiente tuvo su propia revista, pero en una versión un poco aligerada. Ya había sido ablandado por la incorporación de Robin, que le daba al psicópata nocturno alguien con quien hablar, evitándoles a los guionistas tener que englobar (poner en globitos) cada uno de sus soliloquios mentales, y a la vez haciéndolo un poquito menos demente, más accesible para la identificación con el lector. Los tiempos duros siguieron, y al terminar la Segunda Guerra las editoriales, lejos de permitir que sus comics canalizaran el nuevo repertorio de temores y ansiedades de toda una generación, decidieron reformularlos como un espacio de evasión. El resultado (sumado al Comics Code que impuso una autocensura generalizada) fue cierta infantilización del medio, cuyos argumentos se perfilaron cada vez más hacia la ciencia ficción y la especulación fantástica más ingenua. Para los años ’60, muchos superhéroes empezaron a cotizar en baja: en ese contexto fue posible que la primera encarnación de Batman para el cine o la televisión, desde los tempranos seriales estrenados en 1943 y 1949, fuera esa parodia pop que devino uno de los programas de culto más recordados de la televisión norteamericana, pero que a la vez pareció acabar para siempre con toda posibilidad de volver a tomarse en serio al personaje. La serie con Adam West y Burt Ward, que se extendió a razón de dos capítulos semanales (siempre “a la misma batihora y por el mismo baticanal”) entre 1966 y 1968, era brillante, no sólo en sus colores y en sus diseños de arte psicodélicos sino también por sus guiones, que seguían funcionando como una fantasía paladinesca para los chicos más chicos, y simultáneamente como comedia para los adultos, tematizando los desbordes de la imaginación tecnocientífica de su época, pero con un evidente optimismo y fe en el progreso y en la humanidad, aunque todavía no hubieran transcurrido tres años desde el asesinato de JFK, y en una década con no pocas convulsiones políticas y sociales. El mundo criminal quedó, al menos por dos años, reducido a una pandilla de coloridos chiflados que en el fondo no eran más que asaltantes de bancos y ladrones de joyas con cierto gusto por los gestos teatrales.
Mientras tanto, las historietas hicieron lo que pudieron para mantener una franquicia moribunda lo suficientemente “seria”, pero no fue hasta entrados los ’80, después de dos salvajes ciclos de reaganomics, que un par de guionistas consiguieron devolverle al tipo de las orejas puntiagudas algo de la negritud de sus orígenes. En 1986, el dibujante y guionista Frank Miller (el responsable de las historietas Sin City y 300) creó la serie El regreso del Señor de la Noche, que junto con Año Uno (1987) y The Killing Joke (1988), del guionista Alan Moore (el creador de al menos tres “novelas gráficas” adultas: Watchmen, V de Vendetta y Desde el infierno), relanzaron al personaje. Habían hecho falta casi 50 años, atravesar toda la Guerra Fría y que el alerta se volviera una vez más hacia adentro, hacia las calles y la economía doméstica, para que Batman, el vigilante callejero, volviera a recobrar su razón de ser. Las amenazas externas siempre fueron, en todo caso, un trabajo para Superman, afincado en Metrópolis, pero ciudadano del mundo; las motivaciones de Bruno Díaz están arraigadas en la mugre cotidiana.
Entonces, con esos nuevos referentes de historieta a mano, la Warner finalmente produjo la primera película de Batman para un público más o menos adulto; y Tim Burton pudo desplegar su pasión por el diseño de producción dark, pero esencialmente inocente alrededor de Michael Keaton y Jack Nicholson. La película de Burton era irremediablemente nocturna: cuando no es de noche en Ciudad Gótica, el cielo está nublado; y el disfraz de su personaje le permitía moverse a discreción en las sombras. Burton logró capturar el rediseño visual del personaje, la oscuridad circundante como proyección de una oscuridad interior insondable. Aunque no dejaba de ser una negrura de diseño, de dirección de arte, puramente estética, en esta película empezaron a definirse algunos detalles conceptuales que perdurarían en cada una de las siguientes versiones cinematográficas: el batidisfraz como suerte de armadura a prueba de balas, y el batimóvil como vehículo blindado, porque ya no se trata tan sólo de tiempos criminales; hay una guerra en las calles.
Batman vuelve (también de Burton, 1992) ahondó un poco en esa senda: el enmascarado ya no está acá para meter presos a unos cuantos pandilleros sueltos más o menos maníacos sino que va en busca del crimen organizado. Y el crimen a gran escala es el que teje alianzas con el poder político: el inescrupuloso empresario Max Shreck (Christopher Walken) le inventaba al Pingüino (Danny DeVito) una carrera de funcionario público, con la meta de incrustarlo en la intendencia y así tomar por asalto Ciudad Gótica a través de sus negociados espurios (ladrón de guante blanco, proveedor de la patria contratista, el maquiavélico plan de Shreck consistía en robarle a la ciudad su suministro de energía eléctrica para después revendérselo más caro). El verdadero crimen es la corrupción de alto nivel, entretejida con las redes burocráticas del Estado.
Después de los dos despropósitos del director Joel Schumacher (Batman eternamente y Batman y Robin, con Val Kilmer y George Clooney, respectivamente), que volvieron a sumir al personaje en un ridículo sin fondo, la saga debió ser reanudada, una vez más. Christopher Nolan, que venía de hacer Memento y Noches blancas, devolvió al personaje a sus tiempos: si, al igual que la Ciudad Gótica de Burton o incluso todavía más, la nueva y caótica urbe tiene bastante de la Chicago años ’40, Batman inicia (2005) fue una película insoslayablemente post 11 de septiembre. Batman inicia creó un mundo repleto de freaks peligrosos e intentó saldar cuentas abiertas desde los comienzos del personaje, interrogándose sobre el origen de esos freaks, dedicándole un rato importante al trauma originario del héroe freak (Bruce Wayne/Bruno Díaz, en su infancia, testigo del asesinato a sangre fría de sus padres), y preguntándose por todos esos juguetes hi-tech que hasta entonces dimos por sentados: ¿cómo hace para fabricarse el batimóvil, el batitraje, la baticomputadora, sin exponer su doble identidad? La respuesta está en un departamento marginal de las Wayne Industries consagrado a desarrollos científicos militares. Las cosas se vuelven menos cool y más funcionales, utilitarias: en lugar y bien lejos del batimóvil con súper onda de los ’60, entra en escena un pequeño tanque todo terreno, apto para la guerra en el desierto como en el asfalto. Lo mismo vale para su nueva armadura negra, con sus alas de kevlar que se extienden para permitirle volar. También se les provee a los padres de Bruce Wayne una enorme conciencia de clase: proveniente de una familia que ha sido multimillonaria por al menos seis generaciones, el padre de Bruno Díaz educa a su hijo en las injusticias distributivas del capitalismo, le señala a aquellos que han nacido sin sus privilegios y la necesidad de hacer siempre algo por ellos. Un elemento central de Batman inicia es el monorriel que provee un sistema de transporte y comunicación económico, moderno y popular alrededor del cual se organiza la urbe y que, se nos informa, nació de un proyecto de Wayne padre. La fatal ironía de la historia es que a los padres de Bruce los mata justamente uno de esos desarrapados a los que intentaba ayudar en esa sociedad golpeada por la depresión. Y hay más: las explicaciones siguen acumulándose a medida que avanza la película. Si siempre pudo sonar un poco arbitrario que un personaje con semejantes poderes (nunca sobrenaturales sino económicos, tecnológicos, de recursos informativos y de formación intelectual y física) se dedicara a combatir el crimen tan sólo en una ciudad, ahora Ciudad Gótica ya no es una pequeña gran urbe sino la capital misma de la maldad, la corrupción, la podredumbre humana; donde la policía está comprada, donde no quedan instituciones sanas. Una secta milenaria que se hace llamar La Liga de las Sombras, con su ejército de ninjas liderado por un tal Ra’s Al Ghul y que se autoadjudica la prerrogativa de mantener a raya el mal en el mundo (“incendiamos Roma, incendiamos Londres; a Ciudad Gótica intentamos destruirla a través de la economía”), planea hundirla en el terror y borrarla del mapa. Con un plan secreto e invisible: envenenar el aire y el agua con un alucinógeno capaz de desquiciar a toda la población. Aquella primera película de Nolan hizo del terrorismo –y el gas venenoso particularmente, tres años después de la paranoia del ántrax– una presencia explícita y una referencia obvia a terrores contemporáneos.
La nueva película retoma las cosas exactamente donde las dejó aquel inicio: el teniente –todavía no ascendido a comisionado– Gordon (Fierro para los seguidores de la serie televisiva) le da las gracias a Batman por evitar la hecatombe, pero se permite dejarle una inquietud: ahora que las autoridades han debido valerse de una pequeña gran ayuda parapolicial para detener un poco el caos, ¿qué pasará con la “escalada” entre justicieros y criminales? Armas cada vez más grandes y poderosas, explosiones más destructivas, ambos bandos subiendo la apuesta. Nolan pareció decidido a hablar –como no lo hicieron las resurrecciones de Superman, ni de Hulk, ni de Spiderman– bien directamente del Occidente contemporáneo, de sus terrores internos, su todos contra todos y la falta de una respuesta institucional sólida, a partir de una línea argumental casi tan vieja como la propia historieta de Batman: la del payaso terrorista.
EL PAYASO TERRORISTA
El Guasón, el Joker de Batman, el caballero de la noche, es, sin vueltas, un terrorista. Y lo que es más importante todavía en medio del virus que ha obligado a inventar orígenes y explicaciones a todo y a todos (superhéroes extraterrestres, freaks urbanos, monstruos verdes, caníbales) en el Hollywood actual: es un terrorista fabricado puertas adentro. Podría ser el tipo que un día entró a la universidad decidido a vaciar su ametralladora sobre sus compañeros y sus docentes. A este Joker no le interesa el dinero: apenas lo usa para fabricarse chascos más grandes y más siniestros, para seguir provocando terror. Hay una escena muy elocuente en la que junta una enorme montaña de dólares, la usa de colchón y luego le prende fuego. Lo que busca el Guasón es desestabilizar; hacer estallar lo que ya está latente entre la ciudadanía. En un par de momentos de resonancias demasiado obvias, el Guasón comunica sus amenazas con videítos de baja resolución, acaso a lo Al Qaida. Ya no es el
freak que se crea mutuamente con Batman sino un tipo con una historia personal terrible, pero perfectamente cotidiana (al parecer, papá era un tipo violento), que es peligroso porque, como un hombre bomba, se comporta como si no tuviera nada que perder. El modus operandi del Joker consiste en poner a civiles contra civiles: “Hacelos tener miedo un par de días y vas a ver cómo se matan entre ellos”. El guión de El caballero de la noche juega con la misma tesis de la reciente La niebla, la película de Frank Darabont basada en un relato de Stephen King, en la que un grupo de personas queda atrapado en un supermercado, rodeadas por una neblina que oculta una amenaza que no alcanzan a distinguir, y entre quienes enseguida surgen recelos y se forman facciones, y antes de que hayan pasado siquiera dos días, ya asoman los fanáticos religiosos desesperados, capaces de reclamar sacrificios humanos para salvarse. Pero (la de Batman es una franquicia muy grande que está generando películas demasiado caras como para animarse a ser condenada por misántropa), a diferencia de La niebla, El caballero de la noche no lleva su oscura, peligrosa propuesta hasta las últimas consecuencias.
LAS ULTIMAS CONSECUENCIAS
Un aire de gravedad recorre todas estas instancias de Batman, el caballero de la noche, una película desprovista de todo sentido del humor (con algunas excepciones a cargo del Joker), la más oscura que se le ha dedicado al personaje. No se propicia ninguna simpatía por los personajes del “bando del bien”; Batman está cada vez más aislado del mundo, frío, insoportable; todo el tiempo parece proponerse la posibilidad de que se está volviendo loco y peligroso, quizás hasta fascista, y de que esté a punto de perder el control y de ponerse por encima del resto de los mortales. Nolan eleva la apuesta poniéndole un villano a su medida. “No quisimos hacer todo de noche”, dijo en una entrevista. “Si Batman controla la noche en Ciudad Gótica, entonces el Joker es mucho más peligroso de día, y por lo tanto las escenas diurnas se vuelven mucho más amenazantes y más interesantes. ¿Cómo hace Bruce Wayne para lidiar con todo esto también durante el día?”
El otro gran tema del nuevo Batman es el fin de las instituciones. A falta de una respuesta efectiva por parte de las autoridades, aparecen por todos lados justicieros individuales que se mueven al margen de la ley. Entre policías comprados por la mafia y alcaldes que parecen atados de manos, el comisionado recurre a uno de estos psicópatas de doble personalidad como si lo tuviera a sueldo (¡la batiseñal!). En El caballero de la noche se presenta al personaje del fiscal Harvey Dent (actuación consagratoria de Aaron Eckhardt), que en plena campaña, dice algo así como: “Cuando recuperemos la paz civil y volvamos al orden, ya se ajustarán cuentas con Batman por todas las veces que violó la ley; pero mientras tanto, es lo mejor que tenemos”. Dent es, a su vez, el Caballero Blanco de Ciudad Gótica, el hombre en el que la ley ve una esperanza, una posibilidad de devolverle la administración de justicia al sector público. Hasta Bruce Wayne ve en Dent alguna chance de retirar a su otro yo de una buena vez, lo que lo decide a bancarle su campaña política. Pero antes queda un pequeño trabajo por hacer: retirar al payaso terrorista de las calles. Para eso habrá que violar una o dos reglas más: a sus batijuguetes, Batman suma esta vez un “sonar” que le permite guiarse en la oscuridad, pero que además opera como un sistema de vigilancia panóptico, a través de la red de comunicaciones por telefonía celular de Ciudad Gótica. En otras palabras: sí, Batman puede, si quiere, escuchar las conversaciones privadas de todos sus conciudadanos. Su experto-en-tecnología de confianza, Lucius Fox (el tipo que le proveyó el batimóvil, el batitraje y el resto de sus baticosas, interpretado de vuelta por Morgan Freeman), le advierte que esta vez está yendo demasiado lejos; que su nuevo artilugio implica la concentración de demasiado poder en una sola persona. Y aunque Batman insiste en que es sólo por esta vez, en que es por un bien mayor, su discurso suena conocido: “Para defender la libertad y el bienestar de los habitantes de Ciudad Gótica es necesario violar algunos de sus derechos básicos, como el de su privacidad”. Corren tiempos de guerra, y Batman se está volviendo más Halcón que murciélago.

506 - Ponencia - América del Norte no existe - Laura Carlsen

* mentiras y faltas sobre el
gran continente, grises yoscuros
sin solución, claridades lejanas y
decisiones ajenas, red
- Programa de las Américas Reporte - Aproximadamente cada seis meses, los medios proporcionan una fugaz demostración de la unidad norteamericana. Ya sea en las orillas del Caribe mexicano, de los bosques de Quebec, o de las calles de Nueva Orleans afectadas por el huracán, el guión es casi siempre el mismo. Incluye cordialidad excesiva pero casi ninguna información pública.
Estos encuentros—las cumbres trilaterales—serían inminente olvidadas si no fuera por lo que pasa detrás del telón. Los empresarios y los políticos de los Estados Unidos, de Canadá y de México se han estado reuniendo para ampliar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de 1994 desde la cumbre trilateral en Waco, Texas en marzo de 2005. Aparentemente, la premisa es que este gran continente de tres naciones debe unirse para crear un refugio seguro, libre y próspero en un mundo amenazador.
El único problema es que América del Norte—por lo menos así como lo retratan en las cumbres—no existe.
Reprobando geografía
De hecho, existe una masa de tierra norteamericana—como lo puede atestiguar cualquiera de las 515 millones de personas que la gravedad obliga a colocarse, sentarse o acostarse sobre ella. Pero nadie puede ponerse de acuerdo respecto a sus fronteras.
Al norte, la masa se rompe en una vasta extensión de hielo, imposible de dibujar en un mapa puesto que el calentamiento global retrocede sus límites. Este cambio crea consternación y confusión—y no sólo entre osos polares. Por primera vez desde que la ciencia moderna comenzó los registros, el legendario Pasaje del Noroeste que conecta Asia y Europa vía Norteamérica está libre de hielo, causando un conflicto internacional respecto a su control.
La confusión es incluso peor con respecto al borde meridional de nuestro continente compartido. En Estados Unidos de Norteamérica enseñan a los niños que el continente norteamericano comienza en el Norte—que es siempre lo de "hasta arriba", pasa por un área gris llamada "Canadá", hasta alcanzar una vibrante y multicolor zona dividida en 50 estados que la mayoría de los buenos estudiantes pueden nombrar. Después comienza su declive, acabándose gradualmente debajo del Rio Grande. Si estos niños les preguntaran a sus padres donde está el límite meridional, probablemente no podrían responder.
Los alumnos mexicanos, sin embargo, contestarían inmediatamente que el continente América del Norte literalmente no existe. A ellos y ellas les enseñan que Norteamérica y Sudamérica son una sola "América". Es por esto que si te presentas como "americano", contestarán, "¿Pero de qué país vienes?"
En lo que concierne a los expertos, la mayoría de los geógrafos han decidido que América del Norte se extiende hasta Panamá. (Para complicar las cosas, Panamá era parte de Sudamérica cuando perteneció a Colombia, pero ésa es otra historia). Esto significa que " Norteamérica " abarca 23 naciones soberanas y 16 colonias, o "dependencias" en nuestra era no-tan-post-colonial.
¿Por qué esta breve lección de geografía? Porque el continuo debate geográfico ofrece importantes sutilezas sobre lo que está mal con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y de su hijo—El Acuerdo de Seguridad y Prosperidad de América del Norte (
ASPAN).
Las dificultades de definir la región comienzan con la geografía, pero empeoran cuando incluimos además la política, la economía y la cultura.
Incoherentes bloques comerciales
El "Tratado de Libre Comercio de América del Norte" es realmente una mezcla incorrecta de palabras. La "América del Norte" en el TLCAN es una invención basada en las motivaciones económicas y geopolíticas de una coyuntura histórica particular. El "comercio" del tratado se ha liberalizado pero está lejos de ser "libre". Poderosos sectores políticos en los Estados Unidos mantienen protecciones, ya sea abiertamente bajo la forma de aranceles o indirectamente con barreras fitosanitarias o subsidios. Todos los países mantienen algunas barreras para los sectores y los productos estratégicos—a menudo una práctica razonable, especialmente en el caso de países en vías de desarrollo como México.
Finalmente, existe ambigüedad también en el término "tratado". En los Estados Unidos, el TLCAN es sólo un acuerdo, mientras que en México es un tratado, dándole un estatus jurídico superior. En ambos casos, el tratado/acuerdo no logró un amplio consenso social en ninguno de los dos países—el congreso estadounidense y algunas asociaciones civiles norteamericanas participaron pero sólo en el momento de la aprobación, no en las etapas de negociación. En México, estuvo excluida del proceso la sociedad civil. La extensión del TLCAN al ASPAN fue aún más exclusivo puesto que no implicó la autorización del congreso o de acuerdos firmados.
Sin embargo, el mayor problema aquí es presuponer que los tres países comparten los mismos intereses. El argumento más importante para el TLCAN es que Estados Unidos, Canadá y México deben unirse para formar un bloque comercial que les permita competir en el mercado global con otros bloques comerciales. Esto da por hecho que las tres naciones juegan en el mismo equipo. El ASPAN formó incluso a un "Consejo Norteamericano de la Competitividad" compuesto por grandes transnacionales de la región, entre ellos, Wal-Mart, Chevron, Ford, Suncor, Scotiabank, Mexicana y otras corporaciones importantes para representar los intereses del equipo.
Cuando miramos el juego en la cancha, encontramos muy poco trabajo en equipo. En los foros multilaterales cada país juega con su propia estrategia. En la Organización Mundial del Comercio, México forma parte del Grupo de los 20 para protestar contra los subsidios agrícolas estadounidenses y canadienses. Canadá y Estados Unidos se han enfrentado entre ellos en numerosos conflictos comerciales, muchos de ellos llevándolos a extensas y amargas negociaciones—como en el caso de la madera. México también ha tenido conflictos con sus supuestos socios en el equipo regional, incluyendo el conflicto del atún-delfín, la entrada de camiones mexicanos a los EEUU dentro de los términos convenidos en el TLCAN, y las guerras del tomate entre el norte de México y el estado de Florida.
Si el bloque fracasa en actuar como un bloque de naciones a nivel internacional, su carencia de cohesión es aún más obvia desde el punto de vista de sus principales corporaciones. La globalización abre un mundo donde cada uno está para sí mismo en busca de la reducción de costos, de recursos más baratos y de mercados más cercanos.
Las corporaciones implantadas en Estados Unidos, Canadá o México no tienen ninguna lealtad o lo que se le parezca, para construir América del Norte como un bloque competitivo. Cierto ejecutivo de una filial de Hewlett-Packard describió cómo la compañía decidió trasladas sus operaciones desde la frontera mexicana a Indonesia. Era evidente, dijo, la mano de obra era más barata y estaba más cerca del mercado chino en expansión. Como un juego de damas chinas, la compañía ahora intenta llevar la producción de Indonesia directamente a China como su siguiente movimiento estratégico. Dejan al socio mexicano con nada más que desempleo.
Aun las industrias más integradas de la región, como la automotriz, miden su éxito no en términos de integración sino por cómo pueden romper exitosamente el proceso de producción en componentes cada vez más baratos. Esto les permite trasladar las áreas que requieren un alto nivel de mano de obra a México donde la mano de obra es más barata, manteniendo las ventas, gerencia, investigación y desarrollo en los EEUU. Si cualquier cosa cambiara en esa fórmula, todo el concepto de integración regional sería echado por la ventana buscando una estrategia global diferente. Buenos ejemplos de esta lógica son las recientes negociaciones para reducir salarios en plantas automotrices mexicanas de Ford y General Motors basadas en la amenaza de mover la producción a China.
Aunque las estrategias corporativas son globales y no regionales, las corporaciones tienen una razón para apoyar la agenda TLCAN-ASPAN. Corporaciones que tienen operaciones en las tres naciones tienen interés en desarrollar mecanismos que les permitan reducir todos los costos y las barreras. En este sentido intentan crear no un bloque comercial para competir contra sus operaciones en otros países, sino un proyecto piloto para la reorganización territorial según una lista de deseos corporativos. En esta concepción, "América del Norte" no es un bloque de países definidos por una geografía y un propósito comunes, sino un territorio delineado para el uso óptimo del capital.
Esta realización destroza el primer mito de la "integración regional" bajo el TLCAN. Lejos de ser un proceso homogéneo de integración, promueve una curiosa mezcla de integración y de fragmentación del territorio. México, por ejemplo, se ha partido en dos. El norte, donde la irrigación, el clima y la topografía proporcionan ventajas en agricultura y donde la industrialización es más avanzada, se integra firmemente a la economía de los EEUU. Compañías estadounidenses que venden en los EEUU ahora controlan bastante la producción y las compañías exportadoras mexicanas concentradas en esta región.
El sur de México permanece—y permanecerá—fuera de este esquema. Incluso el Banco Mundial ha reconocido esta marginación en un estudio llamado "Por qué el TLCAN no alcanzó al Sur." La respuesta fue el Plan Puebla Panamá, enfocado en préstamos al sector público para el desarrollo de la infraestructura, de las extracciones y de las redes de energía. Puesto que la región es demasiado indígena, demasiado lejana, y demasiado rebelde para la inversión productiva, los estados sureños de México son relegados a unirse con Centroamérica como proveedores de recursos naturales y como conducto para el movimiento norte-sur de mercancías. La población local es en gran parte considerada como dispensable.
¿Seguridad para quién?
El tema de la seguridad es donde el mito de una América del Norte unificada se traiciona aún más. La seguridad no figura en la agenda original del TLCAN, aún si implícitamente una mayor integración económica daría lugar a la armonización de agendas de política exterior. Los eventos del 11 de septiembre y la Doctrina de Seguridad Nacional de Bush crearon una fuerte agenda de seguridad en los EEUU creando al mismo tiempo tensiones con los socios del TLCAN. Empresas canadienses querían evitar otro cierre de fronteras como al que siguió a los ataques del World Trade Center, dispuestas a conceder en otras cuestiones para asegurar un comercio ininterrumpido. El gobierno fue forzado a aceptar las medidas de seguridad del "Homeland Security" (Departamento de Seguridad del Territorio Nacional) como una lista prohibiendo a "individuos sospechosos", incluyendo disidentes, de tomar el avión entre las dos naciones.
Los mexicanos, como en toda América Latina, reaccionaron al unilateralismo de los EEUU y a la invasión de Iraq con un aumento del sentimiento antiamericano y de desconfianza. Pero ambos presidentes del Partido de Acción Nacional (PAN), Vicente Fox y Felipe Calderón, compartieron buena parte de la agenda de Bush y han expresado su compromiso ante el ASPAN en temas de seguridad. El plan de la seguridad presentado en el ASPAN es una extensión de la agenda de la nación con la potencia militar más preeminente del mundo; blanco importante de atentados terroristas internacionales; defensor de la acción unilateral y de ataques preventivos; una administración que da preferencia a respuestas militares en lugar de diplomáticas; y un país que ve su hegemonía como garantía del gobierno global.
México es una nación que no es blanco del terrorismo internacional, ha tenido una política exterior de neutralidad, y su amenaza primaria de seguridad ha sido históricamente ... los Estados Unidos. No obstante, México ha tenido que aceptar el fracaso de la agenda de la reforma a la inmigración binacional y cooperar en aspectos de la agenda del "Homeland Security" de los EEUU y de otros programas antiterroristas. El más radical y último proyecto para salir de la agenda de la seguridad de la ASPAN es el
Plan México, o la Iniciativa Mérida—un plan de la seguridad regional desarrollado en el contexto de la ASPAN que engloba la lucha contra el narcotráfico, lucha contra el terrorismo y medidas de seguridad de la frontera en un nuevo programa de seguridad nacional para México manejado por Washington.
El concepto de que Canadá, Estados Unidos y México deben forjar una sola agenda de seguridad como continente que no existe es absurdo y peligroso. Pero es exactamente lo que el ASPAN hace. Es un acuerdo construido sobre un mito conveniente, una asociación que consiste realmente en dos países subordinados a una superpotencia acordando esta subordinación debido a las dependencias económicas y a los intereses de las corporaciones que cruzan las fronteras buscando maximizar beneficios.
La nueva geografía
Cuando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte fue concebido, no fue un asunto trilateral—y mucho menos continental. Las negociaciones se centraron en unir tres acuerdos separados: los acuerdos de libre comercio en efecto desde 1989 entre los EEUU y Canadá, un nuevo acuerdo EEUU-México y, a un menor grado, una serie de reglas entre Canadá y México.
Pocas personas realizan que el resultado del TLCAN refleja estas diferencias. Las mercancías críticas para los Estados Unidos, tales como aceite y maíz, se negocian bajo reglas totalmente separadas con Canadá y con México en el contexto del TLCAN dependiendo de la capacidad de negociación relativa.
¿Qué ha sucedido en 14 años desde que el TLCAN ha fracturado aún más al continente? Manejado por las corporaciones transnacionales para las cuales fue diseñado, el TLCAN hoy cubre en términos prácticos un territorio que va aproximadamente desde la Ciudad de México en el sur hasta la mitad de Canadá. A través de una red de cadenas de producción cada vez mayor, de relaciones comerciales, y de desarrollo de la infraestructura, ésta región—con la excepción de zonas de pobreza de poco interés para los inversionistas—ha experimentado procesos rápidos de concentración y de integración.
Bajo la "visión" de la América del Norte forjada bajo el TLCAN y su seguidor, el ASPAN, los tres gobiernos han intentado convencer a su gente de que su destino depende de una trayectoria común—un camino definido por la geografía, cimentado por valores compartidos, y marcado por la suposición de que sólo un camino llevará al cumplimiento de todas sus metas. Pero es cada vez más claro que en vez de ser un pacto entre tres naciones, el TLCAN constituye un itinerario para la hegemonía regional de los EEUU.
No tan rápido
Organizaciones de extrema derecha como la Sociedad John Birch que se han opuesto fuertemente a la supuesta creación de una Unión de América del Norte y a la construcción de autopistas del TLCAN, pueden reconfortarse con la tesis de que América del Norte no existe y no debe existir. Pero sólo porque al sostener que cada nación debe definir y defender su bien público, no significa que hay una conspiración neo-Azteca para asumir el control de Estados Unidos. La más grande amenaza para cualquier país en la región es la tentativa de la administración Bush a imponer su fallida agenda de comercio y de seguridad en su país y en el extranjero, así como los poderes supranacionales de las corporaciones transnacionales.
¿Para qué sirven las redes trinacionales? La pregunta que resta es: Si América del Norte no existe, ¿por qué deberían trabajar juntos ciudadanos canadienses, estadounidenses y mexicanos para construir redes de oposición a los procesos del TLCAN y el ASPAN?
Las redes trilaterales que han sido creadas para monitorear y cuestionar tanto al TLCAN como el ASPAN juegan un papel crítico. Aunque cada nación tiene sus propias prioridades y demandas, las redes sirven para compartir información y comparar notas sobre cómo la integración regional afecta los intereses de los ciudadanos.
Los indiscutibles altos niveles de comercio, inversión, inmigración e intercambio cultural que existen entre nuestros países significan que vivimos las mismas vidas diarias en ambos lados de la frontera. Quizás no es una región o un bloque comercial en los términos en que fue concebido bajo el ASPAN y las diferencias entre nosotros son muchas y una fuente de fuerza. Pero somos vecinos—como naciones, como comunidades y como familias.
Estas organizaciones, reuniéndose en conferencias bilaterales o trilaterales y protestando en cumbres oficiales, hacen estallar el mito de la homogeneidad regional mientras que al mismo tiempo hacen causa común. Exponen la mentira de que hay solamente una trayectoria posible desarrollando alternativas políticas y prácticas. Precisamente con base en sus diferentes contextos políticos y geográficos, étnicos y de diversidad económica, tienen el potencial para construir un movimiento fronterizo para que la justicia social contraresta los planes de integración regional diseñada y ejecutada exclusivamente en los grados superiores de empresas y gobierno.
Catorce años después de la implementación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la mayoría de la población en los tres países cree que el acuerdo ha tenido un neto efecto negativo sobre su nación y concluyen que el TLCAN es un nombre incorrecto en toda la extensión de la palabra—no era un tratado, no es libre comercio, y América del Norte no existe. ¿Entonces ahora qué?
Primero, dejen de extenderlo. El ASPAN debe ser largamente revisado y mejorado. Esta revisión llevará muy probablemente a la construcción de diversos foros para la coordinación trilateral que separan al área comercial-inversión del área de la seguridad, compensando preponderante la influencia del Gobierno de los Estados Unidos, y abriendo procedimientos y representación al público.
En segundo lugar, dejen de copiar lo. Aunque el TLCAN es el único acuerdo comercial que se extiende en un ASPAN, el modelo del acuerdo de libre comercio plasmado en él se ha convertido en una plantilla para otros acuerdos y, en el caso de los EEUU, las presiones para imponer planes de la seguridad tienden a ser el siguiente paso. La Iniciativa Mérida contiene recursos para que los países centroamericanos integren la región de CAFTA en el plan de la seguridad regional.
Finalmente, analice y evalúe el ASPAN—las fuerzas detrás de ella, las decisiones que toma y que nos afecta, y las direcciones que planea para el futuro. Los ciudadanos tienen el derecho y la obligación de saber de esto y de participar en el trazado del futuro, y al hacerlo, puede ser que parezca muy diferente del futuro que ha sido trazado para nosotros por las corporaciones y los líderes gubernamentales detrás de las puertas cerradas del Acuerdo de Seguridad y Prosperidad de América del Norte.
Laura Carlsen (lcarlsen es directora del Programa de las Américas en la Ciudad de México. Este artículo fue parte de una conferencia presentada en el Encuentro Las Lecciones del TLCAN,

505 - Retinas - Postidentidades Ethos - Yoatí Sopeña

* Ni la ética como reflexión sobre lo que somos o debiéramos ser, ni la ética entendida como gramática del comportamiento son para mí ramas del saber. Me da igual lo que diga toda la tradición filosófica, dice ferrero en la entrada anterior. quizástenga razón. también especula sobre la muerte, y ordena, tal wittgenstein, a no hablar sobre lo que no sabe. la interrogante siguiente involucra el qué se sabe.
* el problema es cómo asumir los infinitos pares dialécticos y generar su real espesor, densidad, lo que es, de alguna manera, consumir su estructura, su capacidad de liderar y (en) consistir el cambio, que simplemente es tiempo que se genera desde el espacio, como éste se genera desde la duración personal. y esto no es subjetivismo, y quizás una forma de objetivismo.
* entonces, la ética no puede ser otra cosa que una lectura dialéctica abarcadora de las infinitas conductas morales. en ese sentido, ética es posibilidad, virtualidad, moral, como tal es un no-ser.
* a su vez, la moral esconsistencia, estructura referente como lectura, y se convierte en relato que intenta semejarse a la supuesta perfección ética - la suprema dialéctica bien/mal -, pero como ésta no existe, la moral se contextualiza como convicción y como responsabilidad, las dos referentes posibles, también dialécticos de la moralidad(conducta y circunstancia) - eticidad (regla y sistema).
* y como el gurú nos pidió quedarnos en cinco puntos, sólo deseo prolongar esta reflexión a la (cosmo) visión, el instante y el supuesto saber-conocer estético (teoría/ideología o concepto, contacto sujeto estimulado - objeto estimulante, y crítica.

504 - pAPELES Y CENIZAS - Panfleto contra los muertos vivientes - Jesús Ferrero

PARA MI LA ÉTICA NI SIQUIERA ES UNA RAMA DE LA FILOSOFÍA, ES DECIR: NI SIQUIERA ES UNA RAMA DEL SABER. No puede serlo como demostró con toda evidencia Eva en el Paraíso.
Ni la ética como reflexión sobre lo que somos o debiéramos ser, ni la ética entendida como gramática del comportamiento son para mí ramas del saber. Me da igual lo que diga toda la tradición filosófica.No tengo por qué seguir ninguna tradición.
Además, y muy en contra de lo que dice la tradición, la ética y la moral son siempre el camino del no saber.Con normas morales nunca muerdes la manzana del saber, ni siquiera muerdes la manzana de la conciencia en su verdadera complejidad y entendida ésta como “conscientia” y no como artefacto mental al servicio de una cierta moralidad. La conciencia convertida en artefacto y mapa de la moral sería una “conscientia” paralizada en su verdadera dialéctica interior y exterior. Una “conscientia” inmovilizada.
En general, casi todas las conciencias están inmovilizadas. Uno lo percibe con sólo mirar caras, apreciar gestos, y escuchar las palabras del otro.
Nos damos cuenta entonces que personas que se consideran agnósticas, o simplemente ateas, o creyentes pero libres, o pomposamente librepensadoras, como se decía antes, llenan su lenguaje (lo contaminan) de verbos y adjetivos extraídos de la moral ordinaria en la que se han criado. Ahí los tienes empleando continuamente verbos como condenar, purgar, castigar, merecer, desmerecer, morir, triunfar, fracasar, perderse, encontrarse, salvarse, condenarse… Oh, cielos, cuantos execrables lugares comunes tristemente heredados, cuanto ordinariez, cuanta basura ideológica. ¿Y a eso le llaman pensar?
Ven salvaciones o condenas en todo lo que miran, ven purgaciones, ven asfixia, ven muerte.
Y lo llenan todo de muerte. Leen una fábula sobre el esplendor de la vida, y la llenan de muerte. Miran la tierra, miran los cielos y los llenan de muerte.
Miran su tiempo real, del que nunca llegan a palpar su verdadera vibración solar, y lo llenan de muerte.Hablan de la vida y siempre, siempre, hablarán también de la muerte. Llenan la vida de muerte. ¿Y qué demonios es la muerte? ¿Alguien la ha visto para proclamarla tanto?
¿La has visto?
¿Te ha mirado?
Pero la muerte no forma una unidad dialéctica con la vida, como tampoco la forma el ser con el no ser. El no ser no es y por lo tanto no se puede oponer a nada (ya lo dije una vez citando a Parménides).
La muerte no se opone a la vida. La muerte es el no ser y únicamente podemos confirmar que las personas desaparecen.
Legalmente, sólo podemos decir que la vida existe, que la vida es, que la vida es el SER, y legalmente no podemos decir nada de la muerte, y nada del no ser.
Dejad de llenar la boca, la conciencia, el ser con la MUERTE:
Sólo un enfermo profundo como Heidegger pudo confundir el ser con la muerte, y lo confunde claramente en uno sus discursos de Friburgo, por no decir siempre.
Dejad de hablar de lo que no sabéis.
Dejad de hablar de la muerte.
ES EL PRIMER PASO HACIA LO QUE YO LLAMO, como los herméticos, la MEDICINA SOBERANA.
Platón estaba loco cuando dijo que vivir era prepararse para morir. De ese cáncer de alma que ya estaba en Grecia se van nutriendo, generación tras generación, todos los enemigos de la VIDA.
Los que beben de ese cáliz sí que están muertos y comunican su muerte a los demás. Por eso conviene blindarse ante ellos, ¿cómo? Abriendo todas las ventanas del ser y todas las puertas del pensamiento. Renunciando a toda forma de moral (lo que no quiere decir convertirse en un desalmado), y evitando el concepto muerte, que más que una realidad es una ideología encaminada a hacernos creer que la vida es la más amarga de las bebidas. Y claro, desde ese envenenamiento creado en el alma por el imperio de la muerte y sus infinitos ideólogos es difícil disfrutar de la radiación suprema de la VIDA. Muchos no parecen ser hijos de la gloriosa Eva. Su verdadera madre es más bien la muerte.

503 - Tendencias - Mondo spam - Rodrigo Fresán

*una joyita post tecno,en un mundo robado,mal agitado, de desgracias múltiples, desde Barcelona, red

UNO No son las 9 de la mañana y ya me han ofrecido una selección de milagrosas hierbas medicinales bíblicas, agrandar el tamaño de mi pene hasta que alcance las medidas de algo demasiado parecido a un brazo, un trabajo que “cambiará mi vida por completo sin salir de mi casa”, un racimo de diplomas varios de carreras universitarias que jamás cursé o cursaré y (más detalles adelante) una bonita carta de una tal Darya, muchacha “muy activa” a la busca de “la persona del sueño”. Y esto es sólo el principio de un largo día.
DOS Y no es la primera vez que escribo sobre el asunto, pero –como la situación empeora– vuelvo a hacerlo esta vez con la vaga y electrónica excusa de que se cumplen treinta años de recibir spam o, si lo prefieren, mensajes no deseados y solicitados a través del correo electrónico. Basura. Poluciones. Contaminación ambiental de mi pantalla. El spam al que me refiero lo recibo yo y –al mismo tiempo– cientos de miles de personas. En el e-mail somos todos iguales y así no hay ningún problema en que te toquen el timbre o te pateen la puerta a cualquier hora. El spam es el gran equalizador donde todos acabamos sonando igual. Afortunadamente, el método a la hora de recibirlo es tan expeditivo como el que se utiliza para enviarlo: rara vez lo leo, lo borro sin siquiera abrirlo y nunca lo contesto. Y así nos comunicamos los seres humanos.
TRES El término spam –lo leo en la correspondiente entrada de la Wikipedia– proviene de un célebre sketch de los Monty Python. Aquel donde unos tipos en un café no paraban de repetir la palabra spam (ese compuesto de carne barata que alimentó a los británicos durante la posguerra del racionamiento) hasta la saciedad y el espanto. La terrible gracia del asunto pasaba por decir en ese sketch la palabra spam con cualquier excusa y en cualquier contexto hasta así habitar un Mondo Spam donde esa porquería enlatada y correosa tuviera el sabor de la ambrosía o, lo que es lo mismo, el único sabor posible.
Por estos días, hace tres décadas, a alguien se le ocurrió enviarles a 393 desconocidos que compartían un mismo servidor/distribuidor de correo electrónico la buena nueva de que la Digital Equipment Corporation tenía a su disposición un nuevo modelo de computadora. Alegría. Y treinta años después del Big Spam, enterado de que el 84,6% de lo que se recibe por correo no es otra cosa que spam. Y yo ahora –mientras escribo esto que enviaré por e-mail– recibo un e-mail titulado El beso dulce de Darya.
Y lo abro. Y lo leo.
CUATRO El mensaje de Darya viene acompañado por una foto que muestra a una rubiecita un poco parecida a Kirsten Dunst y –lo reproduzco aquí textualmente, sin correcciones– dice así: “Me llamo Darya. He oído mucho que en Internet hay unos lotes, donde probablemente encontraréis a la persona del sueño! Espero mucho que me escribiréis! Deseo encontrar a la persona que se encuentra en la condición de dirigirse con las mujeres, sabe que esto les es necesario, por eso busco a la persona adulta! Veía su estructura sobre el lote, pero no tenía el tiempo para escribirle, ya que mi estructura personal fue quitada. Pero me amabais mucho, esto amaba, decís de usted directamente! Pensaba en Usted mucho, y ahora le escribo! Espero que le amaré también, así como! Mí 28 años. Trabajo como la enfermera de los niños. La muchacha muy romántica, mí amo soñar y pensar bueno. Mucho a menudo, cuando en la calle hacer calor voy con las amigas, tengo muchos amigos, mí la muchacha muy sociable, amo estudiar todos los nuevo, amo, hace conocimiento con la gente nueva! Amo mucho los animales, amo a los gatos. Pienso que los buenos animales muy tiernos y! Amo mucho leer, amo los libros distintos, la imaginación, los detectives y mucho otras cosas, amo también parecer las películas distintas, mucho a menudo voy al cine con las amigas! Amo todas las temporadas, en cada uno de ellos hay algo bueno, en verano amo navegar, amo, cuando quitar probablemente toda la ropa superflua y ENTRAR en la ropa fácil! Esto muy agradable, cuando las influencias del viento sobre el cuero y esto! La muchacha muy activa, mí amo las competiciones deportivas, se encuentra, corro por la mañana en verano, estaba sentado nunca sobre las dietas, deseo estudiar todo este mundo, deseo mirar en cada esquina de este mundo! Espero mucho que me responderéis que le amaba, por que os me habéis interesado! Espero mucho en esto! Con el amor Darya”.
Pobre Darya, chica de país centroeuropeo cansada de comer sucedáneos de carne y con ganas de conocer una metrópoli ibérica y primermundista sin saber que España está en crisis –ahí están todos esos catastróficos titulares del fin de semana donde se la señala como nueva zona de riesgo para inversores extranjeros– y que todas las ayudas económicas que recibió de Bruselas ahora serán redirigidas hacia su patria daryana. Casi me dan ganas de contestarle que aguante un poco más, que espere que ya llegarán a Daryalandia la bonanza y todas las grandes fábricas que están cerrando en la Península Ibérica para abrir en territorios más humildes y baratos. Pero no, mejor no.
CINCO Estados Unidos es el primer país productor de spam (el 28% de lo que se consume y te consume; porque por qué no pensar que cada spam que se envía a tu nombre no te roba un poco de alma, más del que te roba una fotografía) y en los últimos días he leído tres noticias spamóticas y norteamericanas.
La primera tiene que ver con la existencia de un tipo –el periodista Neil Forsyth convertido en un tal Bob Servant– que se dijo eso de “si no puedes con ellos, únete a ellos” y se dedicó a contestar cada spam que recibía hasta enloquecer a sus remitentes. Bob Servant tiene web y blog y un libro titulado Delete This at Your Own Peril donde recopila su obsesiva y absurda correspondencia con los electrónicos hasta conseguir desenchufarlos.
La segunda tiene que ver con la fuga, asesinatos y posterior suicidio de Eddie Davidson mejor conocido como “El Rey del Spam”. Davidson –de 35 años– cumplía una condena de 21 meses en una cárcel de mínima seguridad de Florida desde el pasado 28 de abril por evasión fiscal y falsificación de dominios luego de haber ahogado a cientos de miles de personas con mensajes basura promoviendo relojes y perfumes y etcétera hasta generar unos 3.500.000 de dólares. Davidson se escapó, mató a su mujer e hija y después se pegó un tiro. El que a mouse mata, a gatillo muere y send.
La tercera se refiere a un nuevo e indispensable servicio: la posibilidad de contratar a alguien para que te conteste los e-mails luego de que hayas muerto. Entrar en assetlock.net (antes conocida como youdeparted.com y colega de otras como lettersfrombeyond.com o mylastemail.com) y dejar instrucciones para seguir molestando cuando uno ya no esté y, quién sabe, hasta entablar una relación ectoplasmática con Darya.
Los fantasmas existen.
Sobre todo, los fantasmas en la máquina.
página 12

sábado, 26 de julio de 2008

502 - Papeles y cenizas - Sobre Hannah Arendt - Luciano Álvarez

Hannah Arendt y la banalidad del mal

La tarde del 11 de mayo de 1960 la policía secreta israelí capturó en Buenos Aires a Adolf Eichmann, ex miembro de la Gestapo, responsable de "la cuestión judía" desde 1936.
Eichmann supervisó personalmente la muerte de los judíos, por fusilamiento, por asfixia en autobuses llenos de gases, o a través de los envíos multitudinarios de hombres, mujeres y niños a las cámaras de gas de los campos de concentración.
Once meses después, el 11 de abril de 1961, comenzó el juicio que terminó con la sentencia de muerte. Eichmann fue ejecutado en Tel Aviv, el 31 de mayo de 1962.
Hannah Arendt (1906-1975) filósofa judeo alemana siguió el juicio como corresponsal para el New Yorker. Desde sus páginas criticó duramente la orientación del proceso:
"El objeto del juicio fue la actuación de Eichmann, no los sufrimientos de los judíos, no el pueblo alemán, ni tampoco el género humano, ni siquiera el antisemitismo o el racismo".
Hannah Arendt, no cuestionaba la culpabilidad de Eich-mann, ni siquiera procuraba una explicación que lo justificara en modo alguno, ni se oponía a la sentencia de muerte. Pero las crónicas del juicio, despachadas por la escritora desde Jerusalén, pintaron un cuadro inesperado del personaje.
Arendt cuestionaba que todos los esfuerzos estuvieran orientados a "exhibir" a Eich-mann como un monstruo sádico y despiadado; ejemplo puro del mal radical.
Sin embargo, lo que en realidad emergía a lo largo del juicio era la imagen de un burócrata, encerrado en una cabina de cristal en un juzgado de distrito en Jerusalén.
Con su interpretación del juicio de Eichmann, Hannah Arendt, incorporó un concepto fundamental para entender el espantoso territorio del Mal: su posible banalidad. Este concepto aparece en el subtítulo del libro de 460 páginas, publicado en 1963: EICHMANN EN JERUSALÉN. UN ESTUDIO SOBRE LA BANALIDAD DEL MAL.
Resulta interesante rastrear el origen etimológico de la palabra «banal». Es un galicismo, datado hacia el siglo XIII, que se refería a los molinos y otros bienes de uso público, de uso comunal. Con el tiempo adquirió un carácter de adjetivo y pasó a ser sinónimo de común, corriente, ordinario, aquello que carece de toda particularidad.
Su sentido primero densifica lo inquietante de este término. En palabras de Arendt implica que en determinadas circunstancias, el mal es capaz de arraigar en el común de los individuos y no necesariamente en seres excepcionalmente perversos.
Eichmann es un ejemplo de esta banalidad del mal; un miserable funcionario que se regía por los principios de todo burócrata. Para Adolf Eichmann, fun-cionario modélico, enviar a la muerte a millones de personas era una tarea meramente logística y administrativa. Ni siquiera pudo demostrarse el odio a sus víctimas.
Eichmann no era una excrecencia, como no lo eran, ni lo son, la mayoría de los canallas de su tipo que envilecen la condición humana.
Eichmann no era un ogro. Y allí reside lo aterrador.
Para llegar a esta conclusión, Hannah Arendt describió con precisión los eventos que jalonan el largo proceso de matanzas.
Vale la pena detenerse en su análisis de la participación de Eichmann en la conferencia de Wannsee.
El 20 de enero de 1942, quince altos representantes de las SS, del Partido nazi y de diferentes ministerios se reunieron en la antigua mansión de un industrial, utilizada como centro de conferencias de las SS.
El tema objeto de debate fue la "solución final de la cuestión judía". Reinhard Heydrich, Jefe de la Policía de Seguridad, del Servicio de Seguridad (SD) y de la Oficina Central de Seguridad del Reich, fue el convocante y presidente de la Conferencia.
Eichmann fue el individuo de más baja posición oficial y social de quienes participaron.
Fue encargado de enviar la convocatoria a los participantes, preparó algunas estadísticas (llenas de errores, por otro lado) que Heydrich utilizaría en su discurso inicial, y por fin redactó el acta de la reunión.
Cumplida su función de secretario, se le permitió acompañar a sus jefes, Reinhard Heydrich y Heinrich Müller, al calor de una chimenea. Eichmann no olvidó ese momento y atesoró los detalles del mismo: "…gozamos de un descanso merecido tras largas horas de trabajo…, esta fue la primera vez que vi a Heydrich beber y fumar".
He aquí la catadura del sujeto: un pobre tipo, a quien fascina un momento de cercanía íntima con el poder.
"En el curso de la reunión -cuenta Arendt-, pudo ver con sus propios ojos y oír con sus propios oídos que no sólo Hitler, no sólo Heydrich, no sólo las SS y el partido, sino la elite de la vieja y amada burocracia se desvivía y sus miembros luchaban entre sí, por el honor de destacar en aquel "sangriento" asunto.
"En aquel momento, sentí algo parecido a lo que debió sentir Poncio Pilatos, ya que me sentí libre de toda culpa". ¿Quién era él para juzgar? ¿Quién era él para poder tener sus propias opiniones en aquel asunto? Bien, Eich-mann no fue el primero ni será el último en caer víctima de la propia modestia".
No es que Eichmann fuera estúpido, simplemente carecía de ideas y de un sentido moral de la realidad: aquellos hombres que se habían convertido en asesinos se alienaban con la simple idea de estar dedicados a una tarea histórica, grandiosa, única ("una gran misión que se realiza una sola vez en dos mil años").
He aquí algo mucho más peligroso que todos los instintos malvados.
Es más, quizás no fueran totalmente insensibles al sufrimiento de quienes enviaban a la muerte: Eichmann dijo que "bebía schnapps (aguardiente) como si fuera agua. Tenía que beber. Necesitaba intoxicarme. Y pensaba en mis dos niños. Y reflexionaba sobre el sinsentido de la vida``.
Arendt es implacable con ese razonamiento:
Los asesinos, en vez de decir: "¡Qué horrible es lo que hago a los demás!", decían: "¡Qué ho-rribles espectáculos tengo que contemplar en el cumplimiento de mi deber, cuán dura es mi misión!"
Para Arendt lo que surgía del proceso de Adolf Eichmann era el retrato de la sociedad moderna en general y del totalitarismo en particular. En esta imagen, el Mal se dispersa en los corredores y oficinas de miles de hombres, que regresarán a sus casas al fin de la jornada, se besarán con su esposa e hijos y descansarán con la conciencia tranquila y el deber cumplido.
Este retrato se confirma una y otra vez en las declaraciones de los jerarcas nazis, durante los juicios de Nuremberg y pueden analizarse detenidamente en el libro "Las entrevistas de Nuremberg" realizadas por el Dr. León Goldensohn (Taurus, México, 2004).
El cine ha subrayado la imagen del asesino desalmado, encorsetado en un prolijo uniforme, sofisticado en su disfrute del mal y el sufrimiento ajeno.
Pero nada puede ser más atroz que esos individuos comunes y corrientes capaces de cometer los peores crímenes, las mayores bajezas, porque simplemente lo consideran su deber.
**********
La discreción del Bien

Hanna Arendt acuñó sabiamente la expresión "banalidad del Mal" para demostrar cómo en determinadas circunstancias, bajo ciertos regímenes e ideologías, el Mal es capaz de arraigar en individuos comunes y corrientes y no necesariamente en seres extraordinariamente perversos.
En estos tiempos, no peores que otros, sólo que mejor informados, nos hemos acostumbrado a la maldad banal. Todos los días somos testigos de esa forma específica del Mal.
El director palestino Hany Abu-Assad, en su película "El Paraíso ahora" (2005), hace un retrato descarnado de esa banalidad a través de dos jóvenes mecánicos, Said y Khaled, muchachos comunes, de familia, a los que se les asigna la misión de un atentado suicida. "No se ahoga un grito ni se les cae una lágrima, no hay contrición ni drama. Es algo que tienen que hacer y lo van a hacer, con toda naturalidad." comenta Cecilia Absatz, en el diario Página 12. Es más, uno de ellos podrá detenerse largamente en los rostros inocentes, cotidianos y anónimos de sus víctimas, durante el viaje en el ómnibus elegido para el atentado.
Pero, aun renunciando al espesor narrativo que permite el cine, basta escrutar las imágenes de los noticieros para ver como no hay contrición ni drama en las imágenes de esos jóvenes hombres y mujeres de las FARC, vestidos como para una película de Hollywood, capaces de retener a más de 3.000 secuestrados bajo las peores condiciones o en ese soldado israelí que tranquilamente le pega un tiro a un detenido. Podríamos enunciar una miríada de ejemplos.
Sin embargo y a pesar de todo, estamos rodeados por el Bien, que nos ampara y nos ayuda, pese a la desolación moral de nuestro tiempo y la aparente omnipresencia del Mal. El Bien se prodiga discretamente, sin titulares ni imágenes.
"Simplemente amor" (Love Actually, 2003 Richard Curtis), una comedia inglesa que recorre diversas facetas del amor, propone el ejemplo del 11 de Septiembre: "Los últimos mensajes que se recibieron de las víctimas no fueron de odio sino de amor."
El Bien es nuestro último refugio y compañía.
En consecuencia, podríamos hablar también de una "banalidad del Bien" para referirnos al modo de actuar de aquellos humanos comunes y corrientes que, bajo cualquier régimen o circunstancia, incluso desde cualquier ideología, son capaces de distinguir la frontera entre el Bien y el Mal, entre la justicia y el crimen.
Y no sólo saben distinguir, sino que -y esto es lo fundamental- son capaces de actuar con arreglo a su conciencia, aún en las condiciones más adversas.
Este es el signo de los Justos.
En el vocabulario bíblico, "Justo" equivale a quien practica una conducta moral acorde con los siete preceptos de las naciones, dados a Noé y sus hijos después del diluvio (Génesis 9).
Los evangelios se refieren en muchos pasajes a este concepto fundamental del Bien: la parábola del buen samaritano, que aparece en Lucas es, quizás, el ejemplo más claro.
La narración comienza cuando un doctor de la ley conversa con Jesús a propósito del camino de la salvación eterna. Ambos conocen perfectamente la ley y los textos sagrados: citan el primer mandamiento de Moisés, "amar a Dios por sobre todas las cosas" (Deuteronomio 6,5) e inmediatamente invocan la ley consecuente "amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Levítico 19,18).
En ese punto, el doctor le pide a Jesús que precise el concepto: "¿quién es mi prójimo?" Jesús le responde con una parábola: en la que pone en acción a tres protagonistas: un sacerdote del Templo; un levita, y un samaritano.
Los sacerdotes eran la cabeza de un auténtica teocracia, su carácter era hereditario y formaban el grupo social más poderoso.
Los levitas eran los ayudantes de los sacerdotes en los asuntos del santuario, tenían por misión cuidar los objetos sagrados y celebrar los oficios religiosos.
Por último, está el samaritano. En tiempos de Jesús, Judea y Samaria -asiento de los antiguos reinos de Judá e Israel, respectivamente- eran, junto a Galilea, las tres mayores regiones de Palestina. Samaritanos y judíos se consideraban mutuamente heréticos y practicaban un odio recíproco.
He aquí el perfil de los protagonistas y este es el conocido relato evangélico:
"Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones que, después de despojarle y golpearle, se fueron, dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. Luego pasó, un levita. También éste dio un rodeo."
"El tercero en pasar junto al herido fue un samaritano."
Pero el samaritano tuvo compasión y, "acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva."
"¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?" concluye Jesús.
"Quien salva una vida, salva al Universo entero", dice el Talmud.
En otro de los evangelios, el de Mateo (6.1), Jesús proclama la fundamental discreción del Bien:
"Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; Cuando des limosna, no vayas tocando la trompeta por delante."
Anthony de Mello, (1931-1987) un heterodoxo jesuita indio, explica esa cualidad de discreción, propia del Bien.
"Cuando tu mano izquierda no tiene ni idea de que tu mano derecha esté haciendo algo bueno o meritorio; es cuando hacer el Bien te parece lo más natural y espontáneo del mundo" ; cuando se tiene "el hábito de dar a cada cual su derecho, con constante y perpetua voluntad", había dicho Tomás de Aquino.
En 1953, aunque desarrollado a partir de 1963, el Estado de Israel creó un programa de reconocimiento y distinción con el objeto de rendir el máximo honor a aquellas personas que, sin ser judíos, les prestaron ayuda durante la persecución nazi con anterioridad y durante la Segunda Guerra Mundial. Se los denomina "Justos entre las Naciones".
Tres uruguayos han sido postulados a este reconocimiento: Florencio Rivas, cónsul General en Alemania, el húngaro-uruguayo Laszlo Erdely Lakos y el médico Alejandro Pou.
Este hermoso atributo de "justos entre las naciones", debiera tomarse como ejemplo, más allá de su específica delimitación actual. No hay un lugar en la tierra que no merezca su "Jardín de los justos".
Para limitarnos sólo a nuestro entorno, ¿acaso no son numerosos los olvidados y discretos justos que protegieron y ayudaron a muchos perseguidos durante las dictaduras militares que agobiaron a la región? ¿Cuántos lo hicieron sin compartir ideología, ni métodos, ni fines?
Que bueno sería que recordaran a aquellos justos quienes en momentos desesperados recibieron un soplo de humanidad.
El relato de sus acciones nos permitiría construir una memoria del Bien que compense tanta memoria del Mal.

501 - Dialéctica - Argentina, vencedores y vencidos - Claudio Katz

* perspectiva sobre la no resolución del
presunto conflicto gobierno campo y su
real sentido de lucha de clases, por más
que del lado de los buenos permanezcan
resabios de burguesía criolla, y la pregunta
acerca de la evolución del post-k, red
NO DEJEN DE LEER MI 500, ALKIMIA Y
FAMILIERO, rb

El mayor conflicto social y político desde la rebelión del 2001 concluyó con un nítido triunfo de la derecha. La Sociedad Rural compartió con Bullrich, Carrio, Duhalde y Barrionuevo un logro impensado. Festejaron la anulación de las retenciones móviles por parte del senado con un entusiasmo que no exhibían desde hace décadas. Razones de una victoria El bloque conservador logró volcar la votación en la cámara alta porque se impuso primero en la calle. Esa presencia fracturó al bloque oficialista, ya que la derecha derrotó al justicialismo en el terreno tradicionalmente adverso de las multitudes. Duplicó la concurrencia del kirchnerismo en todos los actos y le arrebató la Capital, luego haberse impuesto en Rosario. El desplazamiento del escenario mediático de las rutas al Parlamento acentuó la presencia ruralista, con gran concurrencia espontánea a sus carpas del Congreso.
Todos los elogios al funcionamiento de las instituciones ocultan esta gravitación de la presión extraparlamentaria, que incluyó provocaciones y escarches. La patética decisión de Cobos con su voto decisivo, se atuvo a un viejo principio legislativo de intuir hacia dónde sopla el viento. No votó por convicción, ya que carece de algún principio. Entrenado en la política burguesa presintió que era el momento de cambiar de bando.
El ruralismo ganó porque canalizó un giro de la clase media, que ha pasado del cuestionamiento de la corrupción (“que se vayan todos”) a la revuelta conservadora. Este viraje comenzó con Blumberg, se reforzó con el triunfo de Macri y ha desembocado en una épica del bolsillo. Este giro se verificó en innumerables oportunidades durante el conflicto. El exabrupto más conocido estuvo a cargo del vicepresidente de CRA, que acostumbrado a maltratar a los peones de su estancia propuso disolver el Congreso.
El clima reaccionario se verificó en las cacerolazos de teflón, que enaltecieron a “la patria junto al campo”, proclamaron el rechazo de “los tiranos” y exigieron poner fin “al tema de los Derechos Humanos”. En ciertas escaramuzas no faltaron los gritos contra los “negros”, los “vagos” y los “montoneros”, bajo una cobertura televisiva que descubrió cuán legítimo es cortar las rutas cuando hay gringos y tractores.
La ideología derechista se reactivó por el carácter de una revuelta embanderada con la rentabilidad y consumada a través de un lock out. Los patrones aguantaron cuatro meses de conflicto porque sus peones nunca dejaron de trabajar.
El júbilo final de los derechistas contrasta con la pesadumbre que exhibían sus voceros cuando el resultado era incierto. Durante ese lapso se atormentaron por la aparición de “un conflicto inventado”, que “demostró lo peor de la política argentina”[2]. Se enfadaron con la ausencia de estabilidad para ejercer una dominación sin contratiempos y exhortaron a lograr que el capitalismo funcione sin traumas. La misma fantasía persigue a los opresores de todas las latitudes, cuándo miran en el espejo de un par más exitoso.
Pero el triunfo mejoró su ánimo y ahora aconsejan a Cristina. A diferencia del pasado esta crisis no incluyó en catástrofes financieras o hiperinflación. Por esta razón nadie exige un cambio de presidente. La acción de Cobos justamente difiere de la renuncia de Chacho Álvarez a la vicepresidencia, en la vigencia de una coyuntura económica que abre cierto espacio para la reconstitución del gobierno.
La derecha busca afianzarse incentivando un viraje conservador del oficialismo, que podría comenzar con el cambio de ministros y el aumento de tarifas. Sus voceros consideran que “el gobierno tiene una oportunidad para comenzar de nuevo”, si abandona el “estilo kirchnerista”. En lo inmediato quieren tranquilidad. Las manifestaciones que acorralaron al gobierno ya cumplieron su función y ahora molestan a los dueños del poder. Causas de una derrota
El gobierno recibió un golpe furibundo. Se jugó a todo o nada y soportó una cachetada mayúscula. A pocos meses de asumir ha sufrido la erosión de su base electoral, perdió popularidad y se distanció de la clase media. El bloque parlamentario se indisciplinó, varios gobernadores emigraron y los radicales K preparan un éxodo. Dentro del Justicialismo ha recobrado fuerza la opción que lideran Duhalde y Rodríguez Saa y la alternativa de los expertos en amoldarse al humor reaccionario (Sola, Reuteman, Schiaretti).
El retroceso de Néstor Kirchner es atribuido a su obcecación, capricho y autismo. Pero en realidad repitió un curso ensayado por muchos presidentes. No solo la ambición de poder vincula el sueño alfonsinista de gestar un tercer movimiento histórico desde la capital en Viedma, con la maniobras menemistas de la re-reelección. Todos los proyectos estratégicos han buscado afianzar el poder presidencial.
La confrontación oficial con el ruralismo fracasó por una acumulación de torpezas y actos desesperados, que transmitieron una imagen de total descontrol. Durante cuatro meses el gobierno osciló entre la concesión económica y la provocación política. Con gestos autoritarios y un lenguaje de patota exigió la “rendición incondicional” de sus adversarios, mientras aceptaba todos los pedidos ruralistas con excepción de la emblemática resolución 125.
A pesar de contar con una caja significativa de superávit fiscal para enfrentar la voluminosa cosecha almacenada por los agro-negociantes, los Kirchner solo consiguieron un alivio momentáneo cuándo se levantaron los cortes de ruta. Los ganadores nunca perdieron la iniciativa.
La primera causa de este fracaso fue la negativa oficial a incentivar una movilización popular, fuera del marco regimentado del Justicialismo, la CGT y las organizaciones cooptadas. No forjaron este sostén durante cinco años de administración y tampoco lo improvisaron durante la crisis. El temor a resucitar la sublevación del 2001-2002 acobardó a una pareja que llegó a presidencia, para reconstruir el estado y disipar las huellas de cualquier levantamiento por abajo.
En segundo lugar el gobierno perdió porque jamás se de los banqueros e industriales, que exigieron poner fin a la confrontación. Esta alianza impide la proclamada redistribución del ingreso, en un contexto inflacionario. Si el gobierno no aumentó significativamente los salarios y las jubilaciones es porque propugna un capitalismo neo-desarrollista incompatible con esas mejoras.
La tercera razón del triunfo derechista fue la desconfianza mayoritaria hacia un gobierno que emite discursos divorciados de la práctica. El olfato popular percibe que las trampas del INDEC apuntan contra la movilidad de los salarios y no solo contra la renta de los títulos indexados. La impronta menemista del tren bala tampoco pasa desapercibida y las exageraciones retóricas de Kirchner contra los “comandos civiles y grupos de tareas” solo acentuaron la escasa credibilidad de una política, que convierte a estrechos aliados en repentinos enemigos.
Este radicalismo verbal que anticiparon D´Elia y Bonafini enardeció a la derecha, pero no suscitó simpatías populares, ya que un disperso reguero de acusaciones no corrige la orfandad política. Mientras que De Angelis logró entusiasmar a su base conservadora, las andanadas oficialistas no despertaron una reacción equivalente.
La desconfianza popular es generada por la duplicidad gubernamental. La tolerancia de la protesta ruralista contrastó la represión de un gobernador kirchnerista a los empobrecidos de Jujuy. La misma diferencia de trato fue ratificada con la auspiciosa recepción oficial que recibieron las carpas del Congreso, mientras se repartían palos contra el intento de montar una olla popular en Plaza de Mayo.
Pero el trasfondo del problema es el agotamiento del peronismo como movimiento popular. Esta estructura política permite ganar elecciones y manejar el estado, pero no despierta entusiasmo. Lo que actualmente se recrea en Venezuela ha decaído en Argentina. Los Kirchner perdieron porque encabezan un movimiento que arrastra demasiados desengaños y no reconstruirá un proyecto popular.Justificaciones del progresismo Para los intelectuales que apoyan al gobierno el éxito derechista confirma la magnitud del desafió oficial. Consideran que los Kirchner confrontaron con los intereses del establishment en pos de un proyecto redistributivo y que se perdió por la explosiva magnitud de los intereses en juego[3].
Pero esta reacción de los conservadores no convierte al gobierno en exponente de la causa popular. Este rol debería verificase en su conducta y no en el comportamiento de los opositores. El aumento de la desigualdad y los subsidios a los poderosos demuestran que el gobierno no se ubica en el campo de los oprimidos, a pesar del rechazo que cosecha en el establishment. La caracterización de un gobierno debe basarse en la acción que desarrolla y no en las diatribas de Grondona o La Nación.
Una “simpatía por inversión” (“como la derecha lo ataca yo lo defiendo”) aproximó nuevamente al gobierno a un sector del progresismo. Pusieron sus críticas entre paréntesis para ponderar a una administración que abrió “espacios muy poco burgueses”, en ausencia de “propuestas a su izquierda” y movimientos con “demandas más avanzadas”[4]. Pero en realidad estas opciones y esos reclamos abundan, frente a un gobierno que les da espalda.
Cada vez que irrumpió un conflicto social fuera de las estructuras oficialistas la respuesta de los Kirchner fue adversa. Esta reacción ha sido coherente con la política de reconstrucción del poder de los dominadores, que han implementado desde el 2002. La derecha igualmente los rechaza porque son ajenos a la elite conservadora, gobiernan arbitrando entre todas las fracciones capitalistas, limitan los atropellos sociales y desenvuelven un discurso contestatario.
El progresismo confunde esta enemistad política con choques de intereses sociales. No logra distinguir la primera divergencia de la segunda coincidencia. Por eso atribuye la derrota actual a un manejo equivocado del conflicto y no al compromiso con los bancos, la UIA y los pools de siembra. Con esa visión tienden a repetir el mismo mensaje que ha puesto en boga el ruralismo.
Algunos enfatizan la actitud monárquica de manejar país como a una provincia, eludir el consenso y encerrarse en una lógica sectaria, como si este estilo fuera una novedad en la tradición del Justicialismo[5]. Otros objetan la elección de protagonistas irritantes[6] o la reiteración de un discurso setentista que “habla de la oligarquía y no se adapta a las mutaciones de la época”[7]. Esta última objeción despliega el peronismo disidente para encarrilar el giro conservador.
Estos balances conducen a tender puentes con la oposición, en la misma línea que reclama el establishment. Pero son conclusiones contradictorias con la reiterada caracterización de un golpe en ciernes[8]. Si hubo amenaza destituyente (es decir acciones tendientes a preparar una asonada económico-institucional), en lugar de concertar con el enemigo correspondería prepararse para una batalla más radical.
Quiénes apoyaron al gobierno no han tomado nota de la escasa receptividad popular de sus mensajes. Esta indiferencia obedece a que publicidad oficial resalta ciertos hechos (“se recuperó el empleo”, “salimos de la crisis”), encubriendo lo esencial (ausencia de de reformas sociales, democratización política y redistribución del ingreso). Durante el conflicto muchos oficialistas repitieron las banalidades constitucionalistas (“el gobierno defiende el interés general contra un interés sectorial”), como si los Kirchner estuvieran desligados de compromisos con los capitalistas. Hicieron hincapié en argumentos legalistas (“el gobierno ganó las elecciones y debe ser confrontado en los comicios”), que frecuentemente se utilizan contra las luchas sociales que apoya la izquierda[9]. Si esos criterios de estricta legalidad rigieran la vida política argentina todavía gobernaría De la Rúa. La izquierda ruralista A diferencia de lo ocurrido en los últimos años, la intervención de la izquierda en el conflicto quedó diluida. Este rol fue menos visible que en cualquier otra crisis precedente, pero esta vez no por sectarismo, reyertas internas o desaciertos tácticos, sino por el inusitado alineamiento de un sector con el ruralismo.
Tanto el MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores), como el PCR (Partido Comunista Revolucionario) y Castells adoptaron una activa posición a favor de ese bloque. Concurrieron a sus actos, custodiaron la Carpa Verde, aportaron banderas rojas al mitin de Palermo, participaron de la vigilia que rodeó la deliberación del senado y finalmente celebraron junto a la Sociedad Rural. Han construido un el mundo al revés, para presentar este logro de la derecha como un triunfo popular.
La principal justificación de semejante despropósito es el carácter masivo del reclamo agrario que “gran parte de la izquierda no percibió”, porque “compró los cuentos del gobierno” y no “se molestó en visitar la realidad de los pueblos”[10]. Pero este alcance masivo de la movilización ruralista es un hecho incontrastable que nadie objeta. Lo que está en debate es su carácter progresivo. Como lo prueban los autonomistas de Bolivia, los estudiantes Venezuela o los sionistas de Israel, una movilización reaccionaria puede atraer multitudes. La historia de gorilismo argentino es un ejemplo familiar de esa posibilidad.
Quiénes ignoran la existencia de rebeliones conservadoras con fuerte basamento social consideran que la “izquierda perdió la brújula” al “ponerse en la “vereda de enfrente del movimiento de masas”[11]. Pero no registran que el punto de partida de una política socialista radica en caracterizar cuál es la demanda en juego y en advertir luego dónde se ubican los principales enemigos.
En este caso la exigencia de eliminar un impuesto a la renta agraria condujo a toda la derecha a alinearse con el ruralismo. La simple presencia de la Sociedad Rural y la Coalición Cívica exigiendo la anulación de las retenciones móviles confirmó desde el inicio esa ubicación. Al actuar junto a ellos, la izquierda ruralista cubrió de legitimidad una campaña por la rentabilidad de los capitalistas.
Es cierto que las asambleas auto-convocadas impusieron un tono más belicoso a la protesta, frente a dirigentes que preferían negociar. Pero esta conducta solo reforzó los nefastos efectos del lock out sobre el abastecimiento de los alimentos. Es absurdo asimilar esta acción con una huelga. Los peones trabajaron mientras sus patrones cortaban rutas, reclamando mayores ganancias y no mejores salarios. Por esta razón la propuesta de radicalizar la protesta coincidió con la beligerancia del PRO.
La presentación de una exigencia patronal como una demanda de los “pequeños productores” fue desmentida por la perdurable alianza que mantuvo la Federación Agrario con las restantes entidades. Buzzi y De Angeli no expusieron “una correcta denuncia del modelo agropecuario”[12]. Jerarquizaron la derogación de las retenciones móviles y por eso el conflicto se distendió con la anulación de esa resolución.
La analogía con la sublevación ocurrida hace siete años es totalmente equivoca[13]. Mientras que en ese momento los pequeños depositantes defendieron sus ahorros junto a los desocupados contra los bancos, ahora la clase media actuó junto a los dueños del agro-negocio.
Otros sectores de la izquierda ruralista –como el PCR- han cuestionado incluso la validez de las retenciones, argumentando que este gravamen ha sido propiciado “por la oligarquía para evitar un impuesto directo a la propiedad”[14]. Pero olvidan agregar que en la movilización reciente no se propuso superar esta distorsión con mecanismos progresivos de recaudación. Al contrario, se bregó por reducir al máximo cualquier gravamen para mejorar los ingresos de los capitalistas. Quiénes se enorgullecen de “formar parte de conducción de la FAA” han acompañado su involución, sin notar que el viejo cooperativismo agrario afín a la izquierda se ha extinguido junto al avance de la soja.
Durante al primer peronismo la izquierda fue sepultada por equivocarse de campo. Sesenta años después un sector vuelve a repetir el mismo error. Algunos justifican esta conducta, argumentando que era la única opción frente al kirchnerismo. Pero en realidad existen muchas formas de batallar contra los reaccionarios sin sostener al gobierno. La condición de este camino es reconocer que la derecha “no es un fantasma” y se ubicó dentro del bloque ruralista. Una política de izquierda Durante cuatro meses el país quedó polarizado y no emergió una tercera alternativa de rechazo del ruralismo conservador y crítica al gobierno. Hay que reflexionar sobre estas dificultades, ya que es posible la reproducción de este escenario en el futuro.
Un problema que podría reaparecer es el programa. Para intervenir en una crisis es indispensable formular planteos asociados con los problemas en juego, para construir puentes entre las preocupaciones de la población y las banderas de la izquierda. En la crisis reciente este nexo obviamente incluía las retenciones móviles, que motivaron la confrontación. Postular su aplicación transitoria como impuesto progresivo para reducir el IVA y aumentar los salarios es un ejemplo de esas conexiones. Cuándo todo un país está conmocionado por las retenciones es indispensable recoger el tema y formular una propuesta.
Es cierto que las retenciones son un instrumento de política económica para divorciar precios locales e internacionales, pero en los hechos se utiliza como impuesto. Esta complejidad no justifica el silencio. Todos los argentinos supieron durante el conflicto que se discutía un gravamen, cuya aplicación progresiva para prioridades sociales estaba a la orden del día.
Es un grave error suponer que la vigencia o anulación de las retenciones móviles constituye “un problema burgués ajeno a los interés de los trabajadores”. Si ambas situaciones fueran idénticas sería también indiferente la preeminencia de impuestos a las grandes fortunas o al consumo popular. El problema es semejante a las privatizaciones. Los despilfarros o arbitrariedades gubernamentales en el manejo de las empresas públicas no tornan indiferente el carácter estatal o privado del petróleo, los teléfonos o el agua.
Una falsa polarización volvió a dominan la vida política argentina y la izquierda no logró avanzar en otra opción. Con la simple denuncia de una “lucha entre capitalistas” en la que “todos son iguales” no se construye esa alternativa, ya que ese mensaje convoca a la pasividad. En el incipiente espacio “Otro camino para superar la crisis” comenzó a gestarse un curso de acción más provechoso que debe ser profundizado[15]. Notas

[1]Economista, Investigador, Profesor. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda). Su pagina web es: www.lahaine.org/katz
[2]Berensztein Sergio, “Las duras lecciones que deja la crisis”, La Nación, 12-6-08. [3] Es la conclusión de Mocca Edgardo. “¿Tuvo sentido el conflicto?”. Página 12, 20-7-08. Esta caracterización predomina también entre los intelectuales de la Biblioteca Nacional que firmaron la “Carta Abierta” (Foster, Casullo, H. González, Soria)[4]Toer, Mario, “De ilusiones y realidades”, Página 12, 6-12-08 [5] Argumedo Alcira, Solanas Pino, “Después de la votación” Página 12, 18-7-08.[6]“Si tengo problemas con la clase media no puedo elegir a Luís Di Elia para que las persuada” Mocca Tuvo”. [7] Sidicaro Ricardo, “Apenas ayer” Página 12, 19-7-08.[8]Giardinelli, Mempo, “Paisajes después de la batalla”, Página 12,18-7, Giardinelli, Mempo, “De golpes, Carmonas y tiros por la culata” Página 12,18-7).[9]“Las 200.000 personas de Rosario deben confrontarse con los ocho millones de votos... Debe regir la ley”, Vilas Carlos, “Es el poder”, Página 12, 12-6-08.[10] García Sergio, “Del sectarismo al apoyo a Kirchner hay un solo paso”. Alternativa Socialista, n 478, 2-7-08.[11] Vaca Arturo, “Perdió la brújula” Alternativa Socialista 477, 19-6-08. Ripoll Vilma, “Con los chacareros”, Página 12, 3-7-08.[12] García, Del sectarismo.[13]“En el 2001 había que apoyar a los pequeños depositantes y ahora a los sectores medios del campo”.García Del sectarismo[14]Gastiazoro Eugenio, citado por Página 12, 8-6-08 [15]Los documentos que emitió este espacio puede consultarse en www.anred.org/article

500 - Alkimia - POSTIDENTIDADES Y FESTEJO MEDIO MILLAR - RB

* hoy me enteré, después de 36 años de matrimonio, que a mi susi le gusta firmarse susy, igual la amo mucho, y admito que sin ella estaría muerto o más enfermo.
* me da asco ver a moria casan, su vejez - mal - contenida, su impudor sexual, su egoismo medioeval, pero sin dios, a veces pienso que debe sufrir mucho, y me da lástima, mucha lástima, pero su amoralidad inmoral, más que fascista, no me conmueve en su im posibilidad, por más que es triste, prostituta, negativa.
* mis hijos se pasaron en su inentendible abandono, por más que le hayamos hecho algo, que estoy seguro que nada. no llaman, no vienen, no ayudan, no están. los en cinco te llamo sería motivo de carcajada sino estuvieran plenos de desamor, como los ni lo sueñes. la actidud de h fente a los animales, volcada en la pobre y compañera frida, o en acusaciones de gata asquerosa sobre lola, no tienen sentido ni perdón, luego que él, en su niñez, tuvo perros, gatos, conejos, hamsters y pájaros. una locura neocolonialista, lejana del insilio que sufrimos 70-80, pero también de la actual recomposición demosocial.
* la conjura de los necios es brutal, desguazadora, no se si ejemplificante, pero de tan amoral se vuelve profundamente ética, desde el ethos y por el pathos.
* creo que voy a decidir no hablar más de ciertos colegas perio, so pena de parecer envidioso o resentido, pero hablas y, por ende, piensan como el locu, y obtienen ciertos supuestos éxitos en un país sin deporte y con una vida social y política tan chata. debería existir otro tipo de prensa, menos pretenciosa, menos jodona y menos cómplice, y más seria, profunda, localista y posicionada en los interesds reales de la gente, no en los creados artificialmente.
* lo de alejo es para libros. no nos dice dónde vive y se propagandea en la guía, y con apellidos padre-madre, no vienen a visitarme y niegan toda colaboración, y me acusan de ciertas actitudes de rechazo. capaz me endilgan el fracaso de su primer concu y su primer matri. en verdad las quise a las dos, como a la actual, buena pibaque encontró el pescado todo vendido, y que me dará otro nieto...
* me hizo mucho bien que jorge haya salvado el examen de internado, por más miedo a no tenerlo más como principal columna de mis ayudas, y por más temores a mi parte ecónoma. temo por la salud de agu, flor de golpe se dió, y cojea, con sus 75, sus ganas y sus pesas.
* recuerdo, como en flashes, momentos de felices itinerarios, sheep street, guanajuato, tlaquepaque, san telo, avenida perón y bernabeu, atocha y museos, republique, el sena y el támesis, pero no es tiempo de morir.
* no salgo hace meses, pero le meto a todo, amo a su, espero a hijos, nueras, nietos. hoy está pariendo leticia, su habló con vañe y ximena, hay flia, vamo'arriba.
* nuevas pastilladas me hicieron bien, lyrica, doxium, carnitina, son más todo lo que gvenía, quizás, estoy más flaco, sobre todo mis pobres y edematizadas piernas, puravida ché¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
*FESTEJEN URUGUAYOS¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ 500 Y VOY A LA 501, SIEMPRE VIDA¡¡¡

viernes, 25 de julio de 2008

499 - Ponencia - Sirven de algo las ciencias sociales? - Alejandro Grimson

* el autor es argentino e investigador de
conicet y unsam, para leer con tranquilidad, y encabeza
su nota con la siguiente frase: El hecho de que hoy haya
quienes cuestionan si las
humanidades tienen algún tipo de impacto refleja la
manera cruda y miope en que hoy se mide y se
juzga el valor del conocimiento académico", que

toma de steve fuller, red.

Las ciencias sociales han sido acusadas de ser abstractas, pero se parecen a las brujas: que las usan, las usan. La usa el Estado para construirse, ofrecer una idea de totalidad y saber dónde está parado, entre cuánta gente, de qué edades, sexo, ingresos, origen... Las usan los políticos, pero sólo para cosas que les importan: las campañas y la evolución de su imagen pública. La pregunta es por qué, si usan los conocimientos sociológicos en esas tareas tan importantes, no lo hacen también en cuestiones "menores", como puede ser la elaboración y la evaluación de políticas públicas.

Hay áreas del Estado que han avanzado en ese sentido, no sólo en usar a las ciencias sociales, sino en reconocer su uso, aunque todavía no en apoyar más claramente su desarrollo en el país. Pero no es la regla: por eso cuando altos funcionarios descalifican a las ciencias sociales, aludiendo al lugar común anti-intelectual, no se escucha la voz de otros de funcionarios que no reconocen ese estereotipo.

Algunos colegas preferirían intervenir en este debate enfatizan-do la relevancia de la inutilidad del pensamiento social. La cuestión de la utilidad del conocimiento plantea un debate acerca de la definición de los propios fines, mucho antes de establecer qué medios se corresponden con dichos fines. La primera definición es que el conocimiento es un fin en sí mismo. Es el ser humano el que ha hecho las sociedades y el que necesita, para vivir en ellas, conocerlas. La pregunta que nos orienta es si las ciencias sociales, tal como las conocemos hoy, además de ser un fin en sí mismo son o pueden ser un medio. Y para qué fines.

Si estuviéramos frente a un instrumentalista extremo, deberíamos recordarle que jamás es posible establecer a priori todas las utilidades potenciales que tendrá en el presente y en el futuro un nuevo conocimiento. Ciertamente, las ciencias exactas y naturales desarrollan una investigación básica cuya potencial utilidad social es conocida muy parcialmente. Si la urgencia de la instrumentalidad mandara en cada una de las situaciones, convertiríamos la investigación científica en aplicaciones técnicas sin fundamentos y, en más de un caso, sin parámetro ético alguno. Si concebimos al desarrollo de la humanidad no sólo como crecimiento puramente económico, ni siquiera sólo como distribución justa de ese crecimiento, sino como crecimiento y desarrollo también cultural, entonces la respuesta es más sencilla. Bienvenida cualquier buena aplicabilidad de un conocimiento, pero acéptese que conocer es un fin en sí mismo.

Habiendo dejado sentado, entonces, que el paradigma de la instrumentalidad no puede ser el todopoderoso, me concentraré aquí en discutir justamente las definiciones de instrumentalidad vigentes y entonces retomar a la pregunta del título. Dicho de otro modo: pretendemos saber si las ciencias sociales sirven para algo, incluso si ideológicamente sería necesario defenderlas aunque "no sirvieran para nada".

Razones ministeriales
Deseo hacer explícito un contexto social, científico, político que está en el origen del debate que instaló la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología. La actividad científica en la Argentina atraviesa una creciente jerarquización, expresada en la expansión de la investigación, del Conicet, y de la Agenda Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Esto se debe a decisiones políticas que vienen afianzándose en los últimos años. Desde las más altas esferas se ha proclamado que la producción de conocimientos es condición imprescindible para construir un país económica y socialmente desarrollado.

Esta importante transformación, siempre perfectible, ha otorgado nueva relevancia a antiguos debates. Por ejemplo, se ha afirmado que jerarquizar la ciencia es apoyar a las ramas de la física, la química, la biología y otras disciplinas exactas y naturales capaces de producir tecnologías que tengan un impacto productivo directo. Si bien éste es un capitulo clave del desarrollo científico de un país, pretender convertir a un solo capítulo en un libro entero degrada a ambos. Es necesario considerar también el capítulo de las ciencias sociales, que ha sido considerado mera especulación, cuando no crítica política del propio Estado.

El fortalecimiento de la ciencia es pensado hasta ahora como cuestión de desarrollo económico y tecnológico. La trampa de una ideología productivista radica en establecer la pertinencia o no de un proyecto de investigación en función de fines que se toman como dados por la naturaleza, cuando son definidos por valores de grupos sociales específicos. ¿Contribuye este proyecto a un incremento de la producción o de la productividad? Podemos imaginar preguntas que contrastan brutalmente con esta y que se refieren a una investigación filosófica y antropológica: ¿deseamos incrementar la producción? ¿por qué? ¿para quién? ¿qué producción?

El saber técnico tiende a considerar natural su ideología productivista, pero esas prioridades han sido fijadas por agentes sociales en contextos históricos. La promesa de producción de tecnologías científicas útiles para incrementar el producto y especialmente el exportable resulta preferible al intrincado debate que implicaría abrir la compuerta de saber qué puede incrementarse de manera social, cultural, ambientalmente sustentable y con fuertes efectos redistributivos. Definiciones ideológicas como que el incremento en sí resulta irrelevante si no se anuda a su propia redistribución social, aparecen para el productivismo como intervenciones interesadas de grupos minoritarios de teólogos sociales.

¿Un medio autónomo?
Habría que preguntarle al gobierno de los Estados Unidos si consideraron muy abstractos los años de estudios de antropólogos sobre japoneses que culminaron, al final de la Segunda Guerra, con la recomendación clave de no destituir ni asesinar al Emperador nipón. También se podría interrogar a las Naciones Unidas y a los estados que agrupa acerca de si podrían construirse sin censos nacionales e información estadística.

La exigencia de utilidad a las ciencias sociales no es patrimonio del Estado, del capitalismo o del neoliberalismo. También las tradiciones militantes preguntan acerca de las consecuencias que una aseveración tiene para la acción. El punto clave es: ¿hay alguna autonomía entre lo observable, lo analizado y su instrumentalización? Si. O bien los análisis sociales nos interpelan para revisar los supuestos previos o bien se convierten en intervenciones puramente políticas disfrazadas de otro lenguaje.

La autonomía del análisis y la construcción de una distancia nada tiene que ver con la ilusión de unas ciencias sociales asépticas. Las preguntas que formulamos hunden sus raíces en preocupaciones normativas, éticas, políticas, ideológicas. Como dice el sociólogo Boaventura de Souza Santos, "el malestar, la indignación y el inconformismo frente a lo que existe sirven de fuente de inspiración para teorizar sobre el modo de superar tal estado de cosas". Pero debemos tener mucho cuidado de contaminar a las respuestas de nuestros deseos e ilusiones, de nuestros escepticismos.

Hace algo más que una década atrás, el vicecanciller argentino les hablaba a notables historiadores de Brasil y Argentina diciéndoles que ahora que estábamos embarcados en el Mercosur resultaba necesario que los académicos mostraran la larga historia de la integración entre nuestros países, una tradición integracionista. La historiadora Hilda Sábato le respondió entonces al vicecanciller con las palabras que siguen. "Las preguntas que hacemos al pasado están fuertemente marcadas por el clima de ideas del momento, que de alguna manera define la pertinencia de los interrogantes. Es importante, sin embargo, que ese clima limite lo menos posible las respuestas, porque si no nuestro trabajo como historiadores sería ocioso".

La afirmación de Sábato es decisiva por razones teórico-metodológicas y políticas. Las consecuencias teórico metodológicas son evidentes: si la historia fuera algo puramente manipulable a piacere, es mejor no hacer investigación. Cuando se presentan estas manipulaciones no estamos ante usos de la historia como disciplina, sino ante usos del pasado. Cumplir el pedido del vicecanciller de una historia que invente la integración hubiera debido ocultar que esa integración no existió porque la Argentina y Brasil habían elegido otro camino.

Si hay algo que necesitamos comprender los argentinos son las causas del fracaso de nuestro país en el siglo XX. Para ello, necesitamos de las ciencias sociales como el agua. Por ejemplo, es posible que entre esas causas haya tenido un papel la soberbia nacional implicada en las ideas de granero del mundo y de enclave europeo en América Latina, así como la persistente concepción dicotómica de la política argentina que en sus momentos más agudos llevó a guerras civiles abiertas o lanadas y al terrorismo de Estado.

¿Cómo vamos a proyectar un futuro diferente sin comprender las causas de nuestros fracasos? ¿Cómo construir un horizonte nacional democrático e igualitario arraigado en imágenes europeizantes del país, en un antiguo centralismo? ¿Cómo comprender quiénes somos sin entender nuestra diversidad cultural, las persistencias de desigualdades sociales, la fragilidad de nuestras instituciones? De la misma manera, ¿cómo tomar decisiones sobre pobreza, desempleo, trabajo en negro si no tenemos datos confiables en el INDEC?

Piénsese que hace más de dos mil años Tucídides decía que conocer el pasado es un fundamento necesario para nuestro juicio acerca del presente: esta idea aún no se ha instituido como criterio básico para el desarrollo de las políticas públicas en Argentina.

Ciencia y poder
Estos problemas lejos están de derivar sólo del Estado y los políticos. Las ciencias sociales deben problematizarse y pensarse a sí mismas. ¿Cómo pensar las relaciones de las ciencias sociales con el poder? Todo investigador social que se precie siempre insistirá en la necesidad de garantizar la autonomía de las ciencias sociales respecto del poder, especialmente del Estado. Pero al mismo tiempo prevalece en muchos investigadores una visión homogénea del Estado, muy lejana a los matices y contradicciones. Si para algo sirven las ciencias sociales es para desnaturalizar, para no analizar "los hechos sociales como cosas", sino como procesos.

Puede presuponerse que el Estado siempre recibirá con desagrado y rechazo los diagnósticos que traen malas noticias. Sin embargo, sería necio no reconocer que en diferentes poderes del Estado hay personas que han producido en el pasado y siguen creyendo en esos diagnósticos. El Estado, en su historia reciente y bien conocida, tiene la máxima responsabilidad por ese hiato con los universitarios. A su vez, las ciencias sociales evidentemente tenemos responsabilidad, en la medida en que nuestras percepciones sesgadas del Estado nos impiden o dificultan buscar modalidades de intervención.

Tecnocracia y política
La economía es considerada habitualmente la ciencia social más útil y evidentemente vinculada a la política. De hecho, la construcción de legitimidad de los noventa fundamentaba el modelo en el saber científico de la economía. Cuando reclamamos que un saber hacer político requiere del saber sociológico, es lo contrario que afirmar que el saber sociológico debe erigirse en el propio saber político. No sólo el conocimiento social no debe pretender una sociedad gobernada por el pleno consenso técnico. Tampoco sería esto posible: si algo sabemos acerca de las sociedades es que no existen sociedades sin diferencias, desigualdades y conflictos. Y esos conflictos no se saldan a través de la economía ni de la antropología, sino a través de la política.
¿Estamos diciendo que las ciencias sociales son objetivas y enuncian verdades? No nos produce vergüenza la palabra "verdades": la indigencia es insuficiencia alimentaria. Según la definición que se use de "pobreza" o "desocupación" habrá más o menos personas incluidas. Recientemente hemos escuchado los ecos de un debate análogo en la astronomía. ¿Es Plutón un planeta? Depende de la definición de planeta, qué incluye, qué excluye. Para el astrónomo hay cosas que dependen de definiciones y otras no admiten debate. Para nosotros también.

Cuando los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres no admitimos debate en el diagnóstico de incremento de la desigualdad social. Inclusive si hay mucho crecimiento económico. Ahora, es terreno soberano de la ciudadanía y de quienes los ciudadanos elijan decidir si quieren una sociedad con menos pobres aunque haya mayor concentración, o si consideran una prioridad una mayor distribución.

Teoría y praxis
Si pretendemos un país con más tecnologías, mejor insertado en la "sociedad del conocimiento", con mayor capacidad productiva, las prioridades en software, biotecnología y nanotecnología definidos por el nuevo ministerio parecen bien orientados. Pero si además quisiéramos un país con menos pobreza y desigualdad, que reconozca cabalmente su diversidad cultural, con instituciones más sólidas y un Estado más eficaz, en esas prioridades hay una ausencia notoria: las ciencias sociales. Resulta clave generar recursos de todo tipo para que cada día el país y su producción puedan agregar conocimiento. Pero hoy la Argentina redama agregar conocimiento a las políticas que puedan reconocer la diversidad y reducir drásticamente la pobreza, la indigencia, el trabajo en negro, la desigualdad. El conocimiento como valor agregado es un proyecto estratégico, pero si eso se desconecta de agregar conocimiento social que se traduzca en el sentido indicado, la Argentina podrá crecer o no, pero seguro será un país socialmente injusto.

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