miércoles, 15 de agosto de 2007

133/Retinas - Relaciones carnales - Por Esteban Valenti

En mi origen político las relaciones internacionales fueron más que carnales, justificaban y explicaban absolutamente todo. Lo que hiciera la Unión Soviética, estaba bien y en aras de los supremos intereses de la revolución mundial y el socialismo había que defender todo a capa y espada y así para todo el socialismo real. Así que tengo experiencia y aunque hay una explicación genérica en la guerra fría, la actitud cultural y política sigue estando allí. Tuve que hacer un enorme esfuerzo para romper con esa dependencia.

Hay otros que sin reconocerlo, desde otras posiciones tienen y alimentan una visión muy similar, entienden las relaciones internacionales del Uruguay de manera unilateral, lineal y simplista. Y además tratan de usarlas de la peor manera en el debate político nacional.


Un día se asombran porque el presidente Vázquez recibe al presidente de los Estados Unidos George Bush, otra porque el estilo de sus relaciones con el presidente Luis Ignacio Lula Da Silva y naturalmente le tienen fobia a las relaciones con el presidente Hugo Chávez. En el caso de algunos de los viajes presidenciales al exterior guardan discreto silencio.
El gobierno ha demostrado una capacidad de iniciativa y de buenas relaciones con todos los países de la región y del mundo y un equilibrio adecuado. Para ello hace falta una mirada estratégica y una práctica concreta. Uruguay ha mejorado sus relaciones con prácticamente todos los países, tiene muchos temas en la agenda y con el único país con el que mantenemos un diferendo importante es con la Argentina. Y estamos trabajando.


La conflictividad con Argentina es un proceso difícil y lleno de problemas donde además de defender con serenidad y con firmeza los intereses nacionales, hay que preservar las relaciones históricas y sobre todo una visión regional de integración y de cooperación entre ambos pueblos y gobiernos. Es un equilibrio todavía más difícil.
Incluso nuestra participación en el Mercosur no es lineal, estamos a favor, trabajamos por la integración y precisamente por ello defendemos nuestros derechos, denunciamos las asimetrías y los problemas que traban el desarrollo del Mercosur.


Tenemos óptimas relaciones además con la Unión Europea, con todos sus gobiernos existen programas e iniciativas en diversos planos y somos firmes impulsores de profundizar el libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.
Hay dos extremos para analizar y para desarrollar las relaciones internacionales, uno desde una rígida posición ideológica, que no corresponde ni a nuestra historia ni a nuestra sociedad y otra desde el mercantilismo más plano y ramplón. Todo es comercio y dinero. En general son dos caminos aparentemente opuestos hacia el mismo fracaso. Las relaciones internacionales carnales por ideología o por dinero son un fracaso.


Nadie debe despojarse de sus ideas para mantener relaciones internacionales, es además de imposible, incorrecto. La ideología no es un adorno, un ropaje, es parte de nuestra identidad. Lo que sucede es que una de nuestras ideas - mayoritaria en la izquierda y en la sociedad uruguaya - es precisamente la necesidad de promover con constancia y compromiso las buenas relaciones con otros pueblos, el utilizar el comercio y la cooperación como un instrumento de desarrollo, pero también de amistad y de paz entre los pueblos. Con todos los pueblos.


El respeto por las diversidades políticas, religiosas, culturales e ideológicas no es sólo dentro de nuestra sociedad, es parte de una visión global.
Somos concientes de todas las tensiones y horrores que hoy azotan al mundo, no somos indiferentes y en la medida de nuestras posibilidades y dimensiones trabajamos para promover formas civilizadas y correctas de relación entre los países en ese complejo equilibrio entre la región, el continente, la globalidad.
Tratamos de ser un país serio, confiable, promoviendo una imagen de seguridad y de inteligencia en sus relaciones públicas y privadas con el mundo. Un mundo que está cambiando dramáticamente y donde incluso las identidades nacionales están en permanente tensión y discusión.

Hacer la lista de todo lo que nos han dejado las últimas visitas presidenciales a nuestro país, de los múltiples temas que estamos negociando y avanzando con los diversos países y regiones sería reducir el punto de referencia. Y la lista es muy amplia y con muchas posibilidades de continuar creciendo.

Los diversos actores estatales, del gobierno central, los entes, las intendencias, los sectores privados están cooperando para ampliar el horizonte. Y algunos aferrados a su pasado y a su desesperación por volver al poder, intentan reducir todo a un debate menor. Justo es reconocer que no es una actitud de toda la oposición, hay quienes desde su propia experiencia y seriedad tratan de aportar, con diferencias y matices que nos enriquecen a todos. Las relaciones internacionales no deben ser una jaula, sino un amplio territorio de creatividad e iniciativa.

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