lunes, 16 de julio de 2007

Papeles y cenizas - "¡No Berch!" - Por Roberto Bussero

Me costó esperar una semana para escribir algo sobre la clausura definitiva de las cuatro radios de los Rupe, y, por más vueltas que dí al asunto, partiendo de Colosos en el ritmo, donde Berch equiparaba a Los Iracundos con los Beatles, me encontré coincidiendo con loque escribieron sobre el tema mi amigo Marcelo Jelen y Guillermo Garat – La Diaria, 6 del corriente.

Sin duda es verdad que las emisoras del medio “han sido regaladas como medallas” y que “estaciones” de radio y tv “se revenden y heredan como apartamentos”, a cambio de pocas exigencias formales, algunas técnicas y unos cuantos favores para los dadivosos de turno – generalmente previos a la adjudicación y que siguen siendo solicitados “una vez en el aire”.
De ese modo, se ha construido en el país un particular sentido de la libertad de prensa, en el marco de una semántica que abarca la posibilidad de hacer lo que se le cante al adjudicatario, convertido en un plus sobre el propio Estado, y hasta sobre la libertad que asegura poseer y representar.
De esa manera, como bien dicen los editorialistas, se suceden extraños hechos, que nada tienen que ver con libertades o formas culturales en sentido estricto – por más que no dejen de ser supraestructurales – y se convierten en dulce hacer económico, donde el precio del minuto, o segundo, y el valor de una tanda importan más que los contenidos,.
Luego, obtenido el favor de un sector nicho de la audiencia, identificado con ciertas conductas económicas, el riesgo se minimiza, y queda poco de la proclamada libre competencia, para convertirse en un lujoso contar ingresos, provenientes de vender productos baratos y abaratados, de lo que las rados sancionadas fueron estupendo ejemplo.
Dejan, sin pudor, de cumplir el doble papel social de servir a la comunidad, según las necesidades de ésta, y proponerles formas de práctica cultural más elevadas, incluso moralmente.
En otra oportunidad habría que hablar de los medios que idiotizan proponiendo prácticas prostibularias, engendros de ilegítimo mal gusto, adulterios y desencuentros familiares, en pro de una sociedad sin reglas ni afectos, donde el supuesto placer hot encarna la adoración del físico y la imposible negación de la fealdad, demonizada y discriminada.
En el caso que nos ocupa, el endiosamiento de la facturación y la moralina del engaño – al Estado y al escucha -, lograr el mínimo costo y la hiperprogramación de música y avisos, y hasta música que es aviso, terminó engullendo a los sucesivos gobiernos, erigidos en cómplices de esta especie de sedición malversadora de orígenes y destinos de los medios de comunicación.
Tienen razón los columnistas de La Diaria al comparar el caso Rupenián con la tragedia de Young, donde los silencios y una especie de confabulación del “allá no pasó nada” terminaron dejando a esa localidad muy lejos, en otro mundo, como si todo hubiera sido parte de un macabro libreto, guión cumplido a la perfección por actores que no son marionetas de un destino previsible con sólo evaluar imprevisiones y desatinos.

Y no es un error recordar la tesis de Yabrán, según la cual “El poder es impunidad”, sin exigencia ni ética subyacente alimentando procederes morales, donde ya no es que el mercado regule todo, sino que yo regule al mercado.
Es verdad que el cierre de las cuatro radios Rupe, no muy lamentado por sus hambrientos competidores y hasta motivo de risueñas anécdotas y jocosas salutaciones en la interna mediática de sus pares, permite “imaginar” el inicio inmediato de una política de Estado sobre los medios electrónicos, saltando por encima de amiguismos y el mentado registro de transacciones más o menos adecuadas a las normas, a pesar del papel que les corresponde jugar – el ejemplo de lo que sucede en EEUU termina siendo tal alentador como demostrativo -.
Las preguntas finales del artículo terminan dejando la certidumbre de los vacíos en la materia, que lo son de definiciones, cometidos y cantidad de medios que un “éter” saludable puede permitirse en una sociedad que tiende a defender sus condiciones culturales, estéticas, morales, educativas y de necesidad de alivio de tensiones y divertimento general, que no es lo de menos y debe tener en cuenta las anteriores.

"Concierto FM", "Radio Independencia", "Radio Punta" y "Concierto Punta", las cuatro emisoras administradas por los hermanos Berch y Aram Rupenian, y la clausura de sus transmisiones a causa de las irregularidades tributarias por las que fueron éstos procesados, y que ameritaron se les quitara los permisos de utilización de las ondas, pueden ser ejemplo y hasta símbolo de algo positivo.

De no cumplirse con ulteriores etapas de reconstrucción de la oferta de medios, esto puede quedar en la cáscara apenas removida de huevo que parece ser de una odiosa serpiente que seguirá `pariendo desigualdades y oprobio.

1 comentario:

palas atenea dijo...

estoy totalmente de acuerdo (si metieron la mano en la lata que se la corten)trasparencia ante todo.