miércoles, 18 de junio de 2008

430 - Trastienda - Picasso, bohemio y burgués - Juana Libedinsky (Nueva York)

Parte de la selección de material de otros puños y excelente letra, cada vez más restringida por la abundancia de material propio, red.
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Afuera llueve, hace frío y el agresivo tránsito de la hora pico en la gran ciudad -sumado a un taladro neumático arreglando la vereda- es ensordecedor y estresante. Pero adentro del barroco apartamento de John Richardson sobre la Quinta Avenida uno es inmediatamente transportado al calor y el romanticismo mediterráneo. Vestido de impecable camisa blanca y blazer azul, como para ir a comer con Onassis a bordo del "Cristina", Richardson recibe con un Campari con jugo de pomelo (abrumadoramente dolce vita), mientras su gata ronronea perezosa entre almohadones de colores, tapices y alfombras. Hay plantas, esculturas y cuadros por todas partes, muchos de ellos de su buen amigo Pablo Picasso, y fotos con algunas de las figuras más emblemáticas del arte del siglo XX en París, Cannes, Nîmes, Cadaqués, o Biarritz.
Pero lo que más transporta al otro lado del océano, son las historias con las que Richardson comenta el tercer volumen de su monumental biografía de Picasso. Titulada A Life of Picasso: The Triumphant Years, 1917-1932, se centra en el triángulo entre Picasso, su primera mujer, Olga Kokhlova, y su joven amante Marie-Thérèse Walter, siguiéndolos en sus idas y vueltas entre la Ciudad Luz y los balnearios más chic del momento. Se trata, explica Richardson, sobre todo, "de un ir y venir entre la respetabilidad burguesa y la vida bohemia, entre el matrimonio convencional y el sexo salvaje con una jovencita". Así se va tejiendo una historia que mezcla pasión, odio y locura, un mix muy alejado de la practicidad anglosajona.
Es, además, la época en la que Pablo Picasso rechaza toda idea de unidad en el estilo. El arte de estos años triunfales, como se refiere a ellos el título del libro, va de un retorno al neoclasicismo en los retratos de Olga a las célebres geometrías cubistas. Según Richardson, este eclecticismo refleja los extremos entre los cuales Picasso se movía en su vida privada, a medida que dejaba de ser una joven promesa para convertirse en un artista consagrado.
El libro muestra, además, una nueva forma de interpretar los cuadros "goyescos" de Picasso realizados a fines de los años ´20, a partir del hallazgo de una clave que le permitió a Richardson ubicar a la figura de Olga en ellos. "Creo que el libro va a cambiar completamente la percepción que tiene la gente respecto a Picasso, en cuanto a su relación con su primera mujer y la forma en la que está división beau-monde/transgresor jugaba en él", dijo Richardson en su inglés acentuado, que todavía denota escuela privada.
El nuevo tomo de la biografía ya fue calificado de "brillante" por The Guardian. "El trabajo de Richardson da una satisfacción tremenda al ser a la vez ameno y una clase magistral", concordó el diario The New York Times, agregando que "hay tantos temas y personajes involucrados que posiblemente el lector no pueda darse cuenta de la pirotecnia literaria que hizo falta para traerlo todo a la vida". A su vez en The San Francisco Chronicle se afirmó que "pocos libros de historia del arte combinan el atractivo amplio con la profundidad de conocimiento sobre el sujeto como el de Richardson".
UNA GRAN AMISTAD. Richardson y Picasso se conocieron en el sur de Francia, cuando un muy joven y espléndido Richardson se mudó al castillo provenzal de su amante y mentor Douglas Cooper, quien era uno de los principales coleccionistas de arte contemporáneo del círculo de Gertrude Stein. "Pablo venía a Nîmes a ver las corridas de toros y se quedaba con nosotros. Yo era un estudiante de arte fracasado pero entendía su obra. Se ve que eso lo tocó, porque quedamos como grandes amigos el resto de su vida. Puede haber sido muy difícil con las mujeres y con sus hijos, pero con los varones era de un cariño inconmensurable", ya había explicado en un primer encuentro en Nueva York (ver El País Cultural No. 701) este ex director de Christie`s en Estados Unidos, profesor de arte en Oxford, miembro de la Academia Británica y de notoria estampa patricia. Algo que, a los setenta y pico de años, no le impidió hacer la campaña publicitaria de la marca de jeans GAP.
Hoy, pasados los ochenta, luce exactamente igual, a pesar de los problemas en un ojo que lo están haciendo buscar un coautor para el último y final tomo de esta biografía. Ello "por la cantidad de bibliografía que hay que revisar, pero además porque pasé los últimos siete años escribiendo este volumen sobre Picasso. ¡No quiero que los noventa me agarren sólo dedicado a lo mismo!", aclara sonriendo. Que nadie piense que Richardson es (sólo) un ratón de biblioteca: las tarjetas de invitación con monogramas y escudos nobiliarios europeos que se apilan junto con aquellas del jet set americano en su escritorio claman lo contrario. Su vida social sigue tan ajetreada como siempre.
Hijo de un empresario inglés que fue hecho "Sir" por haber introducido la refrigeración en la guerra sudafricana de los Boers, psicoanalizado por el mismo Lacan, protagonista de dos pilotos de telenovelas de Andy Warhol que se cuidó de nunca ver, y con anécdotas como que el poeta W.H. Auden lo espió in fraganti, Richardson tuvo en su círculo de amigos a Braque, Fernand Léger, Francis Bacon, Warhol, y Ellsworth Kelly, así como a las damas de la alta sociedad neoyorquina y a varios personajes de las páginas de chimentos de los tabloides.
Pero con nadie tuvo un rapport tan especial como con Picasso y, muchas décadas después, con Bernard Picasso, el único nieto legítimo de Pablo. "Él me dijo que quería que el mundo supiera realmente cómo su abuela Olga encajaba en la vida de Picasso, cómo influenció su vida y su arte, para lo cual me abrió todos sus archivos personales, y eso es uno de los puntos centrales de este tomo", explica el biógrafo.
EL PINTOR Y LA BAILARINA.
-¿Cómo arranca el romance entre Picasso y Kokhlova?
-Todo comienza cuando Picasso conoce a una bailarina rusa y se enamora perdidamente de ella. "Ojo que a una russe, on l´épouse", lo alerta Diaghilev, pero ya es tarde: Picasso había caído rendido y, efectivamente se casa con ella. La luna de miel, sin embargo, empieza mal. Dos semanas antes, Olga se lastima la pierna, y a Biarritz debe ir con bastón y tremendamente dolorida. De julio a septiembre ni puede caminar, y cada movimiento le es muy dificultoso, lo cual es terrible para una bailarina y más terrible aún para alguien como Picasso, con lo que le gustaba el sexo. A la vuelta en París se sigue complicando el panorama, porque Olga quería llevar una vida bien burguesa con mayordomo de guante blanco, niñeras, todo bien comme il faut y Picasso -a quien secretamente todo esto le encantaba- debe hacer como que lo desprecia. "A mi mujer le gusta el caviar y a mí las salchichas", lo resumía Picasso, y se pasaba el día disculpándose por su nuevo modo de vida en el beau monde, pero le gustaba tanto que se vestía exageradamente de caballero. Por su parte Olga, que nunca dejó de viajar con su tutú, siguió haciendo ejercicios de barra, pero como Madame Picasso jamás volvió a bailar. Todo era por la respetabilidad. A los tres, cuatro años, Picasso ya está aburridísimo, pero no pasa nada hasta 1927, cuando seduce a Marie-Thérèse Walter afuera de las Galeries Lafayette. Ella tiene 17 años, es la hija ilegítima de un hombre de negocios sueco. Picasso se enamora locamente de ella, que se convierte en el centro de su arte más lírico. Sin embargo, si bien todo el mundo se ha concentrado en imágenes de Marie-Thérèse, tan erótica y voluptuosa, el énfasis en la amante puso a la legítima esposa en la sombra. Y la "Olvidada Olga" es fascinante.
-¿Por qué es tan interesante Olga?
-Por el arte que inspiró. Los cuadros dramáticos de Olga son comparables a los de Goya. Todo lo relacionado con ella era dolor, tragedia, odio, una vez que Marie-Thérèse entra en escena, pero también por problemas propios de Olga que causaban el rechazo y el remordimiento de Picasso. Además de su pierna, ella tenía otras cuestiones serias de salud. Leyendo sus diarios encontré reiteradas entradas donde menciona beaucoup de sang. Evidentemente tenía algún problema de hemorragias femeninas, posiblemente una fibrosis, y se ponía muy histérica al respecto. "Cuando una mujer está enferma, siempre es culpa de ella", me decía Pablo, lo cual era una posición bien andaluza. A partir de que la seduce, su arte se basa en Marie-Thérèse, pero cada tanto vuelve a Olga en retratos muy académicos. Esto se explica en parte porque a Olga la calmaba posar. Pero después la interna y la empieza a pintar como si él fuera Goya, en unos cuadros muy crueles y a la vez fantásticos. El tema es que hasta ahora nadie había identificado al sujeto de esos cuadros como Olga, pero yo encontré la clave para su interpretación: por más distorsionada que fuera la imagen, siempre es una figura que aparece en la Quinta Posición, por haber sido bailarina clásica. Pude descubrir todo esto porque Bernard Picasso me dijo que deseaba que el público supiera realmente cómo era su abuela Olga y me dio todos los papeles. En base a esto reexaminé toda la producción de Picasso de la época y pude reinterpretar su obra y hacer comparaciones entre las dos facetas tan marcadas de su vida en ese momento: la del burgués y la del bohemio.
-¿Cómo se trasladaba esta duplicidad a su vida cotidiana?
-Picasso tenía una casa de fin de semana donde le gustaba jugar al châtelain con sus perros, mucamas y niñeras. Pero en el momento en el que Olga se volvía a París, Marie-Thérèse venía volando en su bicicletita, y los días eran de sexo salvaje continuo. Obviamente él le prometía que se iba a divorciar y casar con ella. Pero la realidad es que era muy común para cualquier francés rico tener una mujer respetable por un lado y una amante por el otro, y a los españoles no les gustaba el divorcio. Así que Picasso se la pasa, en la vida, balanceando estas dos cosas: su mujer que a esta altura odia y la amante a la que adora, y lo lleva a su arte. A veces, incluso las pone juntas en el mismo cuadro, a Olga bien grrrr y Marie-Thérèse Walter luciendo bella e inocente.
SUMISIÓN Y DESAFÍO.
-¿Alguna vez la mezcló con alguna de sus mujeres que vinieron después? ¿Cómo se compara Olga con ellas?
-A veces la mezclaba con otras mujeres que fueron apareciendo en su vida. Hay un cuadro muy extraordinario que es mitad Olga, mitad Dora Maar, una chica que creció en la Argentina, hija de un arquitecto yugoslavo que construyó en Buenos Aires. Pero Francoise Gilot fue la más interesante e inteligente de las mujeres de Picasso. Ella me dijo que a Picasso le gustaban las mujeres sumisas, por eso los cuadros de ella, que era desafiante, son los menos interesantes. Tenía razón, Picasso nunca llegó a poseerla del todo por lo que no pudo transportarla tan bien como a las otras al lienzo. Jacqueline, con quien estuvo el último tiempo, era, nuevamente, una figura totalmente dominable. El factor que unió a todas salvo a Gilot fue ese: una sumisión total, que él supo olfatear desde el minuto que las conocía.
-¿Fue tan cruel con Olga como dicen? ¿Alguna vez usted le preguntó sobre ella?
-Para que se dé una idea, yo estaba viviendo en La Californie, la casa en Cannes de Picasso, y Olga, enfermísima y moribunda, venía y él, aún así, se negaba a verla. Volvía, entonces, al sanatorio gritando il faut que Pablo vienne me voir, pero él jamás se dignó. Todo lo que ella tenía consigo en el sanatorio era uno de esos grandes baúles Louis Vuitton llenos de cajones que se usaban entonces para viajar, repleto de fotos de Pablo y recortes de prensa sobre él, y se abrazó llorando al baúl hasta su muerte. A Marie-Thérèse, mientras tanto la mantenía alejada de todo el drama. Ella era una chica amorosa, pero no demasiado interesante, y ni siquiera se la mostraba mucho a los amigos. La internaba en un camp de jeunes filles (internado para señoritas) de donde cada tanto la iba a buscar para tener sexo y de inmediato la llevaba de vuelta. Así era él. Y así como era difícil que mostrase a Marie-Thérèse, era muy difícil hacer hablar a Picasso sobre Olga. Cuando finalmente quiso divorciarse de ella, -no para casarse con Marie-Thérèse sino para sacársela de encima- ya la odiaba tanto que siempre que le pregunté algo sobre el tema sólo respondía: "agggghhhhh".
PRIMO DE RIVERA.
-¿Qué hay de la vida política de Picasso?
-Una de las cosas que encontré es que la gente siempre piensa que Picasso provenía de una familia pobre, que era un comunista de nacimiento, pero eso es un error. Su padre era un pésimo pintor, pero era la oveja negra de una familia más que respetable, el único pobre entre hermanos ricos. Uno de los hermanos era diplomático en San Petersburgo, el otro el mejor médico de Málaga casado con la hija de una marquesa, el otro cura. Este último murió joven a raíz de una infección de las lastimaduras que le dejaba el silicio que llevaba en la pierna para mortificarse; Picasso siempre guardó ese silicio y lo tenía colgando a la vista de todos. Pero con las divisiones tan dramáticas en la sociedad española, Picasso desesperadamente intentó mantenerse alejado de la política, era un liberal humanista en el corazón y no quería mezclarse ni con los fascistas ni con los comunistas. Hasta que en 1934 acepta una invitación de Primo de Rivera para ir a San Sebastián a una cena en su honor, creo que sin darse cuenta que se trataba del brazo cultural de la Falange. Respecto a este encuentro la versión que Picasso trató de hacer circular no es del todo verdadera.
-¿Qué ocurrió allí?
-Caballero estaba a cargo de todo el evento, y cuando le presentan a Picasso le dice: "Qué maravillosos ojos tiene usted, como dice todo el mundo. Me recuerdan a los de nuestro héroe, Benito Mussolini". Otero, un argentino casado con la hija del poeta Alberti, escribe en sus memorias que Picasso le dijo respecto al incidente: "Yo fui de manera totalmente inocente, pero por supuesto que me espanté, me di cuenta de que estaba en una sala con gente muy mala, y me tomé el primer tren de vuelta". ¡Patrañas! Se quedó ahí por tres días más, le pusieron un auto con chofer a su disposición y fue con su mujer e hijos a todas las corridas de toros. ¿Por qué lo hizo cuando hasta el momento había sido tan cuidadoso respecto a no alinearse con ningún bando? Muy simple: quería, desesperadamente, una retrospectiva suya en España, que nunca había tenido. Los Republicanos le habían prometido una, pero él les puso la condición de que todas las obras fueran aseguradas. Ellos le dijeron que no podían afrontar el gasto, pero que se ofrecían, a cambio, a mandar a la Guardia Civil a escoltarlas desde la frontera con Francia hasta Madrid. Pero Picasso no quiso arriesgarlas, no aceptó y se quedó con las ganas. Primo de Rivera y Caballero le ofrecieron hacer una exposición y arreglaron todo para que fuese en los términos que Picasso quería, pero la Guerra Civil comenzó y al final fueron los Republicanos quienes lo exhibieron. Pero de ese tema investigaré en detalle en el próximo libro.
-¿Qué hay de su relación con los personajes del ambiente literario de la época?
-A quien Picasso realmente detestaba era a Hemingway. Recuerdo que estábamos en Nîmes en una corrida de toros y Picasso lo ve sentado cerca. En Francia las corridas de toros empiezan con La Marsellesa, pero a nadie le importaba nada. Hasta el prefecto de policía, que estaba ahí, seguía charlando con sus amigos. Pero Hemingway se para y hace una venia, y se queda firme hasta que termina el himno, ante la mirada de desprecio de Pablo. "¡Quel con!" (qué imbécil), me dice. Encima, durante la corrida, Hemingway se la pasaba haciendo comentarios técnicos sobre las figuras, como un entendido. Según Pablo, en los toros había que mirar en silencio, totalmente absortos en lo que pasaba, y sólo al final analizar el encuentro. Lo otro era mandarse la parte. En síntesis, Picasso consideraba que Hemingway era un impostor, que hasta era un falso machista. Y eso era imperdonable, ¿no?
Abstinencia sexual
John Richardson
PICASSO CAYÓ presa de la vulnerabilidad de Olga. Intuyó la víctima que había en ella. El hecho de que la Revolución Rusa la aislara de su familia, sedujo al aspecto protector y posesivo de Picasso, pero también a su costado sádico (el esperaba que todas las mujeres de su vida leyeran al Marqués de Sade). El año antes de conocer a Olga, dos mujeres habían rechazado las propuestas matrimoniales de Picasso, con lo cual él también se sentía vulnerable. Por otra parte no hay que olvidar que Picasso tenía su costado burgués. Tenía 35 años y quería establecerse, tener mujer e hijo. Ninguno de sus tres hermanos había tenido descendencia, y su madre lo presionaba por un heredero.
La abstinencia sexual fue algo que rara vez Picasso tuvo que enfrentar, si es que alguna vez la enfrentó. Sus dos amantes anteriores no quisieron casarse con él, pero igual resultaron bastante fáciles de seducir. Olga, en cambio, era tan difícil de llevar a la cama como las chicas de la sociedad malagueña que su familia había tratado de engancharle. "No te olvides de Olga que te quiere mucho", escribió ella detrás de una dramática foto suya. "Quien la hace a un lado, la pierde". Picasso debe haber estado muy enamorado para aguantar este tipo de edictos de zarina. Ernest Ansermet, quien trabajaba para Diaghilev cuenta que un día regresó al Hotel Minerva, donde él y las bailarinas se alojaban. Olga tenía el cuarto de al lado del suyo, y pudo escuchar a Picasso golpeándole la puerta a Olga desde el pasillo. "No, no señor Picasso, no lo voy a dejar entrar", le respondía ella desde adentro. Claramente, el matrimonio era la única opción.
(Tomado de A Life of Picasso: The Triumphant Years, 1917-1932. Traducción de Juana Libedinsky)

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