miércoles, 18 de junio de 2008

426 - Papeles y cenizas - Algunas reflexiones sobre El Pensar - Guillermo Asi Méndez

Amigo, compañero de buenas horas, y de las otras, empecinado lector y arraigado lectos, proclive al serio debate de sus convicciones, haber incorporado a Guillermo es un lujo - placer, que siga... red.
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Elaborado gracias a los pensamientos de Ortega y Gasset, José Ingenieros, M. Scott Peck

Sostiene Ortega y Gassett (lo digo en presente pues yo creo que las ideas o conceptos no mueren con su autor) “El dicho popular de que hablando se entiende la gente contiene un equivoco, pues generalmente cuanto mas hablamos menos nos entendemos” Pasaba a explicarlo diciendo que el lenguaje es simbólico y depende de: el valor o contenido que tenemos cada uno de nosotros para cada palabra y el lo ejemplificaba pidiendo a sus alumnos que pensasen en una mesa y a continuación describiesen esa mesa en la que pensaron, cual no fue la sorpresa de todos cuando, unos describieron una mesa de comedor de 4 patas, otros una de living de 3 patas, otros una mesa de cirujano, otros un mesa de carpintero y así sucesivamente todos describieron mesas diferentes con distintas funciones.

Por lo tanto pido a ustedes su máxima tolerancia y colaboración para descifrar lo que digo y como segunda solicitud les ruego encarecidamente que no crean nada de lo que digo, sino que lo razonen y lo critiquen construyendo cada uno su propio pensamiento.

¿Cuántas veces, con que asiduidad, nos ponemos a pensar en aquello que creemos?

Descartes aconseja “que como todo lo que sabemos y creemos nos viene dado, lo aprendimos de nuestros padres, en la escuela, en otros estudios, en libros etc. Etc.debemos ponerlo todo en cuestión aunque mas no sea una vez en la vida”

Uno de los mayores desafíos que enfrentamos como individuos y como sociedad es
el pensamiento simplista o el hecho de no pensar en absoluto.

No es solo un problema, creo yo es EL PROBLEMA, así con mayúscula.

Teniendo en cuenta y siempre desde mi visión imperfecta, la aparente espiral descendiente de nuestros valores, de nuestra cultura, el pensar se ha convertido en una cuestión muy seria. Es mas urgente ahora, tal vez mas urgente, que ninguna otra cosa, porque a través “del pensar” es como consideramos, decidimos, juzgamos y actuamos con respecto a todo en nuestro mundo cada vez mas complejo, intercomunicado y globalizado.

Es tan enorme la cantidad de información y también desinformación con la que somos invadidos, que sino comenzamos a pensar bien, es muy probable que cada vez nos entendamos menos y acabemos matándonos, como lamentablemente vemos que sucede en otras partes de nuestro mundo.

Pensar es difícil. Pensar es complejo. Para pensar es imprescindible tener la voluntad de pensar. No podemos confiar el pensar a un proceso automático de nuestro inconsciente

Pensar es, sobre todas las cosas, un proceso con un curso o dirección, un periodo de tiempo, una estrategia para pensar, incluye una serie de pasos y etapas que llevan a un resultado.

Pensar bien – pues también existe pensar mal – es un proceso trabajoso y a menudo concienzudo, hasta que uno se acostumbra a ser un ser pensante.

Como es un proceso, un camino, un trabajo, su curso o dirección no siempre es inequívoco. No todos los pasos o etapas son lineales ni en la misma dirección, además sucede a menudo que las personas antes de ponerse a pensar tienen una idea de a donde quieren llegar, lo cual no es buscar la verdad sino validar un prejuicio.

Considerando todo esto, si queremos pensar bien, deberemos estar en guardia, contra el pensamiento simplista cuando abordamos el análisis de cuestiones cruciales que tienen que ver con la resolución de los problemas de la vida.

Aunque las personas somos todas diferentes, un defecto muy común y compartido es que tendemos a tener una creencia de que de alguna manera instintiva sabemos como pensar y como comunicarnos.

En realidad no hacemos ninguna de las dos cosas bien, o porque somos demasiado vanidosos para examinar nuestros supuestos y prejuicios o porque estamos demasiado absortos en nosotros mismos como para invertir el tiempo y la energía en hacerlo bien.

Aquí hago mío el pensamiento de Sócrates, “Las personas no hacen el mal (y equivocarse es una forma de hacer mal) por maldad sino por ignorancia”

No resulta sorprendente que muchas personas se resistan a los arduos esfuerzos necesarios para verificar y revisar continuamente sus pensamientos, creencias y prejuicios.

Parafraseando a Shakespeare, pensar o no pensar. Esta es la pregunta esencial en la lucha contra el simplismo.

Ortega en su obra “La rebelión de las masas” José Ingenieros en su obra “El hombre mediocre” nos muestran y alertan contra esos males productos del pensar mal y lo hacen, creo yo, para obligarnos a esforzarnos en pensar bien.

Yo creo que “La tendencia natural del ser humano es hacia la imbecilidad y solamente aquellos pocos que son concientes de esa posibilidad y están alertas y en guardia, logran muy pocas veces no ser imbeciles, cosa a la que yo no escapo”

Donde quiera que miremos, los indicios son espantosos. El pensamiento simplista se ha vuelto tan epidémico, contagioso, en nuestra sociedad que es considerado normal y hasta como una sabiduría convencional en algunos segmentos de la población.

Las imágenes de los medios de comunicación masiva, abundan en ejemplos de lo que digo, el hombre valioso es aquel que gana dinero, triunfa en el baile del caño o cualquier otro ejemplo que seguramente a ustedes en estos momentos se les ocurre.

Es sumamente importante para pensar bien, tener la valentía de reconocer las carencias en nuestro conocimiento, antes que sentirnos impulsados a permitir que nuestro orgullo, nuestro temor o la pereza nos seduzcan a asumir el papel de sabelotodos.

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