jueves, 26 de junio de 2008

453 - Entre Vista - "La gente sólo digiere a Tinelli" - a Chiche Gelblung

* entretenida pero elemental, igual sirve para
iniciar una serie sobre la tinellización
de la cultura,
red
- de minuto.com - Tiene un programa en cable, uno en aire, uno de radio y un diario online. Y le queda tiempo para pegarse a la pantalla y hacer un diagnóstico sobre la tele y sus circunstancias: “La sociedad está cerrada y no hay capacidad para asimilar algo más desafiante”.
Un buen día, entre carcajadas, un productor le cantó la justa: “¿Sabés qué es lo peor que te va a pasar en la vida? Que vas a pasar a la historia como integrante de la mesa de Polémica en el bar”. “Y es cierto –coincide Samuel ‘Chiche’ Gelblung–, durante mucho tiempo la gente no sabía lo que yo había hecho antes.” Nadie como el periodista y conductor de tevé y radio para medir el “impacto” de la pantalla, un término que le gusta y le dio el nombre a su programa de los domingos en Canal 9, con 5,5 puntos de rating promedio. Aunque por carga generacional podría, Gelblung de tanguero no tiene nada. “No te niego que me gustaría hacer 25 puntos”, reconoce sin nostalgia ni queja. “Me han ofrecido conducir noticieros exitosos pero tengo que ser yo el editor, porque no podría poner mi cara en un formato que no genero. Por otro lado, cuando fue el caso Coppola, con Memoria hacíamos 18 puntos de rating. Fueron tres meses de alto impacto. Hasta que dije: ‘Basta con esto, cambiemos’. Casi me matan, pero sentía que nunca nos íbamos a sacar eso de encima. Todavía hoy, diez años después, nos sigue pesando. Mauro (Viale) no pudo salir, quedo pegado”, dice.Con más o menos puntos a favor, no detiene el ritmo. Dirige un diario digital, Minutouno.com, y conduce, con la marca en el orillo, además de su Impacto Chiche semanal, Chiche en vivo por Canal 26 (lunes a viernes a las 22) y Edición Chiche en Radio 10. –¿Está de acuerdo con la opinión de que éste es el peor momento de la televisión? –No. Estamos en un período complicado como es complicada la sociedad y la tele acompaña ese proceso. Podemos decir que es una tele rara, que no acompaña las propuestas nuevas. La sociedad está cerrada y no hay capacidad para asimilar algo más desafiante. Parece que la gente sólo digiere Bailando por un sueño y para otra cosa no hay espacio. Susana sigue con su living de chismes reiterando la misma fórmula desde hace 20 años y está fantástico, porque todos los que quisieron innovar en su programa fracasaron. No hay espacio para lo nuevo, lo periodístico cada vez es más decadente y no te hablo de programas culturales trascendentes, te hablo de informes más o menos atractivos. Vi el programa de Solita Silveyra (Un tiempo después). No sólo es más de lo mismo sino que recrea el balcón de Olmedo. Ella, tan progresista, “somos actores queremos actuar”; si yo hacía eso me fusilaban. A Gelblung le fascina comprender el fenómeno del éxito. Perceptivo y de reflejos inmediatos, en él conviven teorías tan potables como contradictorias que se debaten entre la ceguera de los programadores de tevé y la caída del nivel intelectual de los espectadores. Por un lado, sostiene que la gente mira siempre lo mismo porque no se ofrecen alternativas: “Es que ideas nuevas implican fracasos nuevos. Hay un 50 por ciento de probabilidades de no tener éxito. Lo que hago en Canal 26 no lo podríamos hacer en un canal abierto aunque tengamos picos de 6 o 7 puntos. Si bajás porque llevaste a un personaje menos atractivo, al otro día ya no te saludan. Por algo, Larry King no puede estar en la tele abierta. Y no es que quiera hacer National Geographic. Hay programas que yo ofrezco y les explico a los programadores de los canales y no entienden”. Por otro, echa mano de un estudio realizado por una encuestadora (según cuenta, pedida por el grupo Clarín antes de comprar Canal 13) que arrojaba como resultado que la mayor parte del público de televisión tenía un promedio de doce años de edad mental y que la cocina era el lugar preferido para ubicar al aparato. “No creo que haya cambiado mucho. Hoy tendrán quince. Y siguen mirando la tele en la cocina”, supone.No obstante, a la hora de determinar las razones del éxito, vota por el derecho popular frente al aristocrático: “Tenés dos instancias opuestas y no complementarias: el periodismo va por un lado y la gente, por otro. Te doy un ejemplo personal: como editor de Gente, cuando un colega me llamaba para felicitarme por la tapa, nos iba mal; si me puteaban, era un éxito de ventas. A Tinelli lo despreciaban, lo hacían mierda, y ahora por compromiso empresario, por pertenecer al mismo holding o por lo que sea, lo ves todos los días en Clarín. No me parece mal que escriban sobre eso, me parece mal que no lo hayan hecho antes”.–¿Qué valora más la palmadita de los colegas o agotar la tirada?–Me reconforta más que se venda como loco. Porque después termina confluyendo. –¿Popular con reconocimiento?–A medida que vas persistiendo y vas teniendo más éxito, cambia la mirada. Pero no tanto por la gente; son los periodistas los que toman un personaje y lo sepultan o lo levantan. Pero si persiste, lo empiezan a respetar. Tanto Mirtha como Susana iluminan la pantalla, tengan o no rating, ellas salen y la gente quiere saber cómo están. La gente no cambia, siempre las tomó como eran; lo que cambia es el periodismo. Y da otros ejemplos, como Vidas robadas y Lalola: “Si a lo mejor otro canal intentaba teatralizar o ficcionar el tema del tráfico humano, poniendo romances y tipos lindos, lo podrían haber criticado. Repito: la mirada periodística es la clave. Nadie va a decir que Facundo Arana es un mal actor. Claro que es pintón, maravilloso, lo que quieras, pero la verdad es que es un pésimo actor El periodismo determina qué es cool y qué no, como con Lalola, un suceso periodístico que no llegó al éxito”. –¿Tinelli es el nuevo Sofovich? –Es probable. Pero todavía Marcelo no descubrió mujeres y Gerardo, sí, tiene mucho ojo, es medio mágico para eso, él ve otras cosas. Me acuerdo cuando llevo a Jesica Cirio a Polémica, donde empezó. Era una enanita, después se puso tetas, empezó a tomar forma. –En su diario, Minutouno, la sección Espectáculos está copada por la televisión. Casi no hay información sobre teatro, cine, música. ¿No le interesa? –El espectáculo, para mí, es la televisión, el centro de la actividad artística. Aunque ya no es espectáculo, es la realidad. Mirtha hace 13 puntos llevando a la gente del campo a su programa cuando nunca los había hecho. En cuanto al teatro, no tengo tiempo para verlo (lo último fue Art), pero además me cuesta creerle, no hay obras que me conmuevan. Y el cine está muy devaluado. Cuando veo que en operaciones de marketing me quieren convencer de que Hulk es una producción importante y veo a los críticos que participan de eso, no puedo tomarlo en serio. Que el actor diga lo que le costó meterse en el personaje de Superman... Hay una especie de reciclaje de la estupidez como fórmula de éxito. Porque yo sigo sabiendo que Superman era la historieta que leía cuando era chico, no me van a vender otra cosa, se les nota demasiado la hilacha de buscar el éxito por el éxito. Es corrupción intelectual, que es la peor. En periodismo deportivo pasa igual: un tipo hace un gol y se lo muestra como que cambió la historia del fútbol. Creo que también hay un descenso cultural, hay gente que ve esas películas como si fueran obras de arte. Probablemente, yo tenga un paradigma viejo y busco otra cosa, no efectos especiales. –¿Vuelve a Polémica en el bar?–Que yo sepa, no. Aunque si volviera, no sé si funcionaría. No sé. Antes pensaba lo mismo, lo hice y me divertí. Es una fórmula maravillosa.

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