jueves, 26 de junio de 2008

456 - Retinas - Bailando alrededor de Marcelo - Gonzalo Curbelo

* tercera serie tinellización - 453, 455 y esta -,

de paso, nos resistimos a sumar

índices, busquen y comenten, red...

Desde hace ya casi dos décadas
los programas televisivos conducidos
por Marcelo Tinelli han sido
hegemónicos en la televisiónrioplatense
y los esporádicos intentos
de destronarlo como rey del entretenimiento
mediático en estas latitudes
han fracasado miserablemente.
Pero sus detractores ahora
se encuentran con que no sólo el
éxito de Tinelli no disminuye, sino
que está haciendo una suerte de
metástasis por el limitado espectro
de la televisión abierta.
La televisión, originalmente un
conjunto de diversas propuestas
de entretenimiento que competían
entre sí, se encuentra transmutada
en una serie de comentarios metatelevisivos
(es decir, que opinan
sobre otras producciones televisivas,
siendo a su vez comentados
por otros en un universo referencial
casi totalmente cerrado) que
tienen en común el centro gravitatorio
alrededor del que todos
-adeptos, enemigos, subalternos
y críticos- giran: el concurso de
baile de Marcelo Tinelli. Dejando
de lado los ya instalados programas
de chimentos (Intrusos, Los
profesionales de siempre) y las reproducciones
promocionales (Éste
es el show), la televisión actual de
ambas orillas fue completamente
invadida por programas que, con
un cierto aire de distanciamiento y
superioridad intelectual, terminan
dedicándole minutos y minutos a
lo mismo que hechiza a la vulgar
plebe: Bailando por un sueño y
sus diversos puteríos internos. Es
decir que, como si fuera poco con
el omnipresente programa en sí,
la pantalla chica ahora se llena de
programas epígonos en mayor o
menor medida de TVR y el “Top
Five” de Caiga quien caiga, en los
que conductores de mayor o menor
carisma -y mayor o menor inteligencia-
comentan la televisión
de los tiempos de La Tota Santillán
con la misma falsa renuencia con
la que un rockero termina bailando
una cumbia en un casamiento.
Repasemos un poco este mundo
de programas que orbitan el foco
gravitatorio de lo que parece ser
la única propuesta de la televisión
rioplatense.
Los compañeros de ruta
Duro de domar es la enésima encarnación
del clásico talk-show
que Roberto Pettinato viene conduciendo
a la medianoche desde
hace más de una década, pero
también es la primera versión que
se emite en nuestro país desde los
días en que alegraba las medianoches
de Canal 4, bajo el nombre de
Duro de acostar. No mucho ha sobrevivido
desde aquellos días en
el formato de Duro de domar, apenas
los chistes del segmento de “El
Gato de Verdaguer” y la presencia
de Pettinato.
La formulación actual de Duro
de domar consiste en el conductor,
ataviado siempre con una impre
sentable

peluca plástica, acompañado
por un panel que comenta
fragmentos televisivos que casi
invariablemente provienen de
Bailando por un sueño o Intrusos
-aunque ocasionalmente sean noticias
de los informativos-, es decir,
exactamente igual que TVR, lo cual
no es de extrañarse mucho ya que
el programa también está producido
por Diego Gvirtz, el cerebro
detrás del mencionado programa.
De hecho Duro de domar funciona
en muchas ocasiones como banco
de prueba de cosas que se desarrollarán
el sábado en TVR y ambos
programas dialogan visiblemente
entre ellos, teniendo Sebastián
Wainraich frecuentes apariciones,
claramente inspiradas en el legendario
Cha-cha-chá. La principal diferencia
consiste en las opiniones
vertidas por el variopinto panel,
que incluye a figuras tan disímiles
como el crítico de cine Gustavo
Noriega o la infartante modelo Úrsula
Vargués, pero que mantiene
un nivel bastante parejo (y alto) de
inteligencia.
Una de las características de la
edición -frecuentemente intervenida
con efectos al estilo de Caiga
quien caiga- es la presencia constante
de dramáticos chanes o tchanes
-un sonido más o menos gemelo del
que los PC emiten cuando se produce
un error- cada vez que en pantalla
aparece algo sorprendente o uno de
los panelistas dice algo polémico o
ingenioso. Los chanes pueden venir
en cataratas, tsunamis, katrinas o lo
que sea, dependiendo del grado de
asombro que se trate de transmitir,
pero este recurso -repetido bastante
más allá de lo aconsejable- suele interrumpir
las excesivamente breves
intervenciones de los panelistas. En
términos de humor lo más destacable
de Duro de domar sigue siendo
Pettinato y el enano Juan Carlos
Mini Velázquez, quien más allá de
su peculiaridad física es realmente
gracioso.
Ver Duro de domar en sus emisiones
montevideanas es toda una
aventura, ya que depende de las
flexibles tandas de Tinelli, llegando
a comenzar después de la una de la
mañana y siendo editado muchas
veces de forma grosera.

La otra vereda

El Canal 4, que se ha quedado con
la programación de Telefé, dedica
la noche de sus sábados a Zapping,
un programa diseñado específicamente
por Telefé y Cuatro Cabezas
(la productora de Mario Pergolini)
para competir directamente con
TVR (en ambos países va el mismo
día y a la misma hora), con mínimas
diferencias, reciclando generalmente
los mismos fragmentos,
intercalados con resúmenes de
programas periodísticos de Telefé.
Conducido por el notero de Caiga
quien caiga Guillermo Pelado
López y la modelo Julieta Prandi,
Zapping tiene una orientación -al
menos superficialmente- más light
en lo político que su competencia
y, a pesar de venir del riñón de Pergolini,
con menos mala leche y más
glamour, a lo que ayuda la belleza
de la Prandi y el carisma de López,
prototipo del porteño canchero y
entrador. Sin embargo el Pelado
-un improvisador brillante, como
buen notero- aparece bastante más
acartonado que en sus intervenciones
en Caiga quien caiga, pudiendo
desplegar poco y nada de su reconocida
simpatía mediática, y Prandi
-que repite en cierta forma el papel
de “nena” que hiciera en Poné
a Francella- oscila entre lo genuinamente
sexy y lo insoportable.
Lo que diferencia principalmente
a Zapping de su directa
competencia es más que nada el
tratamiento que le dan a ese Rey
Sol que es Tinelli y su Bailando por
un sueño. La conjunción de la vieja
rivalidad de Mario Pergolini con Tinelli
y un cierto rencor de su canal,
que evidentemente sangra por la
herida de haber dejado ir a su conductor
estrella justo antes de que
se reinventara con sus programas
de concursos musicales, hace que
los informes de Zapping sobre Bailando
por un sueño sean los menos
complacientes, llegando no pocas
veces al insulto directo al conductor
y los participantes. Esto, que podría
ser una ventaja sobre la mirada excesivamente
amistosa de TVR sobre
su compañero de canal, suele
disolverse por un tono demasiado
soberbio y explicativo con respecto
a los obvios atentados al buen gusto
en los que suele caer el programa de
los bailarines excitados.
Por Canal 4 también va de lunes
a viernes la que podría considerarse
una suerte de respuesta vespertina
al nocturno Duro de domar, pero
que en la práctica es mucho más
amable y acrítico, orbitando una vez
más las resonancias del programa
de Tinelli pero sin emitir grandes
juicios al respecto. RSM o Resumen
de los medios es conducido por la
ocasionalmente simpática Mariana
Fabbiani, quien más que en el
programa de Pettinato se inspira en
Mañanas informales que conducía
Jorge Guinzburg y que ahora está a
cargo de Ernestina Pais.
RSM es el más femenino de estos
programas de metatelevisión y
a diferencia de los otros intercala
segmentos de entrevista producidos
por el mismo, contando además
del carisma a veces un poco
empalagoso de su conductora
con la presencia muchas veces extraordinaria
de Maju Lozano, una
mujer graciosísima que también
coconduce -junto al humorista
Luis Rubio- otro programa de metatelevisión,
en este caso histórica,
que también emite Canal 4, Ran 15.
Totalmente deslucida es en cambio
la participación en RSM de Fabio
Alberti. Otrora parte del trío genial
-junto a Diego Capusotto y Alfredo
Casero- que hizo de Cha-cha-chá
uno de los mejores programas de
la historia de la televisión argentina,
Alberti se limita a reproducir
su viejo personaje de “Boluda total”
sin conseguir mucho más que
incomodar y entristecer a sus antiguos
admiradores.

Llegando a casa

Nada de lo que pase en la televisión
porteña nos es ajeno, menos
cuando casi todos estos programas
metatelevisivos son emitidos diariamente
por los tres canales privados
de Montevideo (en realidad ni
siquiera el Canal 5 ha podido mantenerse
del todo al margen, gracias
a la polémica desatada por el inefable
Daniel Alejandro en Café versátil).
Canal 10, que no posee ni la
franquicia Canal 13 (TVR, Duro de
domar, Bailando por un sueño) ni
la de Telefé (Zapping, Caiga quien
caiga), posee sin embargo la del
siempre repelente -pero permanente
generador sinérgico de noticias
alrededor de Bailando por un
sueño- Intrusos y, tras la partida de
Gustavo Escanlar y su sustitución
por Claudia Fernández, ha convertido
a Bendita TV en otro satélite
de la “guerra de la televisión” de la
vecina orilla, aprovechando además
la conducción de una figura
destacada de dicha guerra como
es la vedette Fernández.
Para equiparar este protagonismo
Canal 12 inició ayer su propia
expedición al mundo de la Galaxia
Tinelli, enviando a Rafa Villanueva
a hacer de uruguayo entre bambalinas
de las grabaciones de los programas
de Canal 13. Así te quería ver
es más bien un pariente de Éste es
el show, un producto lateral de Bailando
por un sueño que se mueve
entre las bambalinas del megasuceso
tinelliano. En Así te quería ver
Villanueva esencialmente reproduce
su versión oriental del personaje
entrometido y garronero que hacía
Andy Kusnetzoff en Caiga quien caiga
hace más de quince años, sustituyendo
la farándula hollywoodense
por la bonaerense. El atractivo del
programa depende, por supuesto,
del interés que se tenga por ver las
reacciones de los famosos porteños
ante las preguntas del uruguayo, y
de la tolerancia que se tenga hacia
Rafa Villanueva.
En todo caso todos estos programas
se suman a los ya existentes
parásitos del sin dudas excepcional
éxito del Bailando... (o Cantando...
o Patinando...), y ocupando un
enorme porcentaje de la programación
de los tres canales privados.
Algo que cuestiona seriamente
la auténtica libertad de opción
del televidente -especialmente
del televidente que no accede al
cable- y que puede considerarse
como un signo cultural paradójico
en estos tiempos de hiperinformación.
Algo que debería discutirse
independientemente tanto de los
prejuicios de la alta cultura como
del optimismo integrado -y culturalmente
suicida- de los que creen
que esto no tiene nada de malo. ■

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo esto te lo resumiría en que lamentable ha caído la tv nacional de depender de este paquete de "enlatados" en sus horario central, pero lo peor no es esto sino todo el circo de marketing montado alrededor (con periodistas incluidos )en donde intentan vender que estos programuchos estan por encima de todos, nada más fuera de la realidad te lo puedo asegurar.