viernes, 5 de septiembre de 2008

567 - Polis - La izquierda, sus dilemas y sus riesgos- Jorge Jauri

A pocas semanas de definiciones importantes en lo que refiere a la conformación orgánica que condicionará el posicionamiento electoral de la izquierda, los dilemas programáticos van perdiendo sentido, sustituidos por uno central, decisivo: ganar cueste lo que cueste o arriesgarse a una reformulación de la fuerza política en términos tales que, por si misma, sea un aporte a la nación mayor a lo que ya ha realizado la izquierda en toda su historia. El dilema es de identidad y en tanto presupone definiciones que, probablemente la izquierda no pueda procesar sin crisis que precipiten una solución racional y razonable, en ese orden. Si ese fuera el caso, el Frente Amplio eludirá la discusión principal y enfrentará una, secundaria y terrible en su trámite: la conciliación imposible en torno a una fórmula única de dos corrientes de pensamiento absolutamente diferenciadas. Y no vale abundar en esto porque es obvio que cuando el senador Mujica advierte que Astori y él “son como el agua y el aceite”, lo hace sin liviandad alguna y pensando en algo más importante que si usan o no saco y corbata.
Sin razón
No hay en esta instancia una metodología de elaboración de pensamiento basada en la acumulación y el tránsito según etapas históricas, en base a la cual se construyó la unidad y la organización de la fuerza motriz de una revolución que admitía el putsch –hacia adentro y afuera de la fuerza - en algún momento del recorrido. Si no existe ese sustrato, la discusión de la unidad está vinculada a lo inmediato; a la resolución de problemas concretos o, a la defensa de un poder menor, mal y pobremente diagnosticado por demás.
Salidas
La salida del dilema, la más probable por cierto, supone que Astori o Mujica conciliarán formalmente un programa básico y una manera de hacer las cosas en común para un segundo período de gobierno. Ello es posible e, incluso, es creíble para dos hombres que son capaces de cumplir sus compromisos. Lo que no es creíble es que ese programa de conciliación no sea violado por el embate de la realidad; desdicho, fracturado o superado por las acciones de un gobierno que –al igual que el presente- considerará el programa de su fuerza política pero, gobernará en base a un plan cada vez más alejado de aquel. Aquí también hay que ordenar y revisar la historia reciente para ponernos de acuerdo si lo principal que ha hecho este gobierno, desde sus exigencias constitucionales, hay que buscarlo en las reformas más mediáticas o en aquellas que se deslizan en la profundidad de la realidad, esencialmente: habilitación y desarrollo de la salida comprehnsiva de la crisis de 2002 con todo su dispositivo normativo; la liberalización y apertura de la economía, incluyendo preferentemente todo lo esencial de las reformas agrarias nacionalistas de la década de los 90´; la dinámica actual de su política exterior; una serie de reformas de mercado que a la actual conducción económica le han costado mucho aprobar y explicar; o las habilidades adquiridas por la actual conducción económica para mostrar un engañoso déficit fiscal menor que, en realidad, es un considerable superávit generador de una reserva que este gobierno mantiene en un bóveda muy particular, a cubierto del juego redistrubutivo menor. Esa reserva no se registra en las cuentas públicas cerradas en matrices y modelos ya obsoletos. El equipo económico es muy solvente, quizás el mejor disponible en el país y conoce esto perfectamente. La otra salida del dilema no está disponible. Es temprano aún para que, voluntariamente, la familia reordene y distribuya su patrimonio encaminando los hijos hacia un futuro de mayor realismo, de más independencia y libertad individual. Esa salida resultará de una maduración aún más rápida que la izquierda ha logrado ya en el ejercicio del gobierno. Aquella exigencia de Rawls respecto a la necesidad de la rotación en los cargos públicos no estaba vinculada sólo a su igualitarismo tan criticado, sino en una dinámica de desarrollo social que pasaba por la acumulación de experiencias prácticas.
Esa formula…
En tanto, estamos en el umbral de una etapa cuyos riesgos son extremadamente elevados. Esos riesgos están vinculados esencialmente más que a crisis catastróficas -que no las habrá- a pérdida de oportunidades y tiempo. Cómo en la economía el mercado descuenta futuro en presente, en política una ciudadanía atenta que define en el centro –entendido como espacio de racionalidad mayor- todas las cuestiones electorales principales está descontando esos riesgos de ruptura y quiebre. Más que un problema nacional, la solución más probable del dilema representa un problema de primera magnitud para la izquierda. Es un problema de realidad y de afectos. Al menos, hay que saberlo.

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