lunes, 22 de septiembre de 2008

596 - Trastienda - La infelicidad byroniana - Isabel Camblor

He estado leyendo a Bertrand Russell (será algún efecto secundario, porque yo no acostumbro a leer ensayo, lo reconozco, me aburre mucho, si acaso a veces algo de Jesús Mosterín o de Richard Dawkins). El filósofo británico hace una reflexión inquietante sobre los escritores que no se sienten felices (ojo al detalle: escritores; no sirve monitores de natación ni comerciales de telefonía. Tiene que ser escritores). Se me han puesto los pelos de punta: resulta que lo que padecemos se conoce con el singular nombre de "Infelicidad Byroniana". Russell empieza por poner un poco a parir a los poetas amargados, para luego pasar a proponerles un consejo curiosísimo: "¡Deja de escribir! ¡Sal al mundo, hazte pirata, rey de Borneo u obrero de la Rusia soviética!". Palabra de honor que dice eso, lo he transcrito letra por letra del libro. Primero la exhortación me he desconcertado un poco, como es lógico. Pero enseguida me he recuperado de la impresión y me he dicho: ¡venga!¿Acaso no has pensado siempre que Bertrand Russell es el sabio entre los sabios? ¡Pues manos a la obra! Lo de manos a la obra es una expresión, no quiere decir que haya elegido la opción "c", que era la de obrero ruso. La sola idea ya me cansa muchísimo. Yo me hago unas abdominales, cuatro flexiones y una carrerita de medio fondo y ya creo estar fibrilando, así que casi voy a descartar "obrero ruso". Está también reina de Borneo, que suena apetecible sin duda, pero hay que valorarlo todo: yo no sé dónde estará Borneo pero suena a latitudes tirando como muy hacia Oriente, y tal y como está el mundo, seguro que por allí hay guerras y/o catástrofes naturales (y/o artificiales). Yo de Europa en principio prefiero no salir, y no es que aquí estemos a salvo de todo, pero acudiendo a un sencillo cálculo de probabilidades, en Europa resulta más viable el simple hecho de sobrevivir. Ya sólo queda pirata, por eliminación. Me hubiera hecho gracia pirata con parche y banderín con calavera, que es romántico y hasta erótico, pero esos ya no existen así que finalmente me decido por pirata informático, que es la modalidad contemporánea. Atisbo si el ordenador del vecino tiene algún puerto abierto, le envío un troyano con la idea de encontrar una rendija por donde colarme. Ya está. Al abordaje. Abro el último documento que ha utilizado hoy el vecino. Es bastante preocupante observar que el vecino está preparando un asesinato. No soy rápida de reflejos, razón por la cual me demoro en llamar a la policía. Afortunadamente, porque hubiera metido la pata por partida doble: la policía hubiera descubierto mi nueva faceta de pirata informática (Y dudo que hubieran entendido que me limito a seguir los consejos de un señor muy sabio); además, sigo leyendo el documento y no tardo en entender que no es que se planee ningún crimen. Lo que pasa es que el vecino está escribiendo una novela, un relato corto tal vez, por el ritmo trepidante de la acción. Parece que el vecino, ese señor de bigote que grita cuando mete gol el Madrid, el de la cara de no haber leído en su vida mas que el As, el que llama "ese bicho" a mi perrita (hay que ver cómo ladra ese bicho, dice el muy canalla), resulta que es escritor. Pues nada, otro candidato a sufrir infelicidad byroniana -y dificultad para llegar a fin de mes con desahogo-. Y a mí sólo me queda por decir que ya está demostrado empíricamente que las teorías de Bertrand Russell no son infalibles: si antes de ejercer de pirata estaba bajita de tono, ahora estoy hecha una birria moral. Birria byroniana. (Siguiendo con la costumbre de dedicar los posts: a Javier García Zuazo, el poeta que se refugia en las fotos de sus niños, Rebeca y Daniel, para combatir la inevitable infelicidad byroniana)

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