martes, 9 de septiembre de 2008

582 - Dossier - Georgia - comps. RB y SV

¿Vuelve la Guerra Fría?: El gran desafío ruso a Occidente - Hinde Pomeraniec
El conflicto en Georgia alimenta viejos fantasmas sobre el enfrentamiento entre potencias que rigió desde la Segunda Guerra hasta la caída de la URSS. ¿Podría reeditarse ese choque en un mundo globalizado y donde reina el libre mercado?
No tenemos miedo de nada, tampoco a la posibilidad de una nueva Guerra Fría. Rusia es un Estado que tiene que asegurar sus intereses a lo largo de todas sus fronteras. Esto debe quedar absolutamente claro". La frase fue pronunciada esta semana por el presidente ruso, Dimitri Medvedev, luego de anunciar el reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjazia, las dos regiones separatistas de Georgia. Las relaciones entre Moscú y los países de la OTAN pasan por un tiempo en el que lejos de apaciguarse, el choque se pronuncia cada día, pero ¿se puede hablar hoy de una nueva Guerra Fría?Hasta el 7 de agosto, el día en que el presidente georgiano, Mijail Saakashvili, lanzó un ataque para recuperar a la rebelde Osetia provocando la iracunda respuesta rusa, en el Cáucaso venía desarrollándose una guerra de baja intensidad. La revuelta de 2003 conocida como la Revolución de las Rosas que llevó a Saakashvili al poder fue el primer capítulo de la "desobediencia" al tradicional poder ruso. Un año después llegó la hora del más mediático episodio de la "Revolución Naranja" en Ucrania. Tanto en Georgia como en Ucrania (los dos con impetuosas ambiciones de ingreso a la Unión Europea y a la OTAN) hubo manifestaciones populares masivas, fogoneadas por gobiernos y organizaciones no gubernamentales occidentales que, montadas en la insatisfacción de poblaciones hartas de viejos sistemas de enquistada corrupción, creían ver en el modelo de las democracias de Occidente el camino a seguir.Pese a las fantasías ancladas en Praga, 1968, no hubo entonces tanques rusos reprimiendo levantamientos. La revancha, en ambos casos, llegó después, en el terrreno económico y en forma helada.Fue cuando el Kremlin decidió aumentar los precios del gas a esos países con una idea clara: si quieren libertad de mercado, que paguen, fue entonces la consigna.Hasta entonces, luego de la caída de la URSS, con la debilidad y la humillación consiguientes y con los oligarcas (empresarios enriquecidos en la era Yeltsin) en el poder, Occidente venía negociando sin grandes dificultades en materia de hidrocarburos. Con la consolidación de Putin, Rusia dejó de sentirse "de rodillas" y llegó la expulsión de los oligarcas del poder, por lo que la cuestión comercial con Occidente cambió de manos y de tono. El Estado comenzó a resurgir con la fuerza de un ciclón, pero ya no con ambiciones socialistas sino para garantizar que la riqueza fuera a las manos de los nuevos elegidos. "Autoritarismo de mercado" lo llaman algunos, "autoritarismo con rostro humano", prefieren otros. Identificados con un capitalismo hasta años atrás enemigo, el precio de los hidrocarburos le permitió a Rusia tener a mano una herramienta formidable para la presión política.Absolutamente dependiente en materia energética, Europa pasó a ser un personaje mendicante de las provisiones rusas y las críticas por la represión en materia de derechos humanos se hicieron susurros. Precisamente, bajo tierra georgiana pasa un tramo del clave oleoducto que, sorteando territorio ruso, provee millones de barriles a Europa, originados en Azerbaiján.Vilipendiado en secreto y celebrado en público, Putin consiguió incluso sumar a Rusia al exclusivo G7 que reúne a las naciones más industrializadas y hasta se comenzó a imaginar un posible ingreso de los rusos a la Organización Mundial de Comercio (OMC), siempre bloqueado por EE.UU. Las relaciones de Putin con George Bush fueron un capítulo aparte. Mientras Bush se refería a su par ruso como a "un amigo", Putin respondía a las citas con posteriores demostraciones de fuerza retórica y hasta desdén, sobre todo desde que Washington comenzó a diseñar un escudo antimisiles a las puertas de Rusia que, sumado a las bases existentes en ex repúblicas soviéticas, fue percibido como "mojada de oreja" con perdón de la grosería.Sin embargo, como señaló Robert Marquand en un artículo del Christian Science Monitor, en un mundo globalizado, "para Occidente hoy Rusia es un competidor, un socio y un oponente", y ya no hay lugar para que sea un enemigo a destruir. Rusia sabe que entre los miembros de la Alianza Atlántica hay diferencias, que mientras Gran Bretaña urge por armar un bloque que enfrente a Moscú, Alemania pide diálogo. El Kremlin hace uso de esa interna en su beneficio y de hecho ayer, en un giro estratégico, Medvedev llamó al premier británico Gordon Brown para asegurarle que buscan "un diálogo constructivo con Europa sobre el Cáucaso".Hoy nada es como era cuando dos sistemas se disputaban el mundo, porque el sistema es uno solo, el comercio de Rusia con gran número de naciones es poderoso, hay libertad de acceso a la información, la gente viaja mucho más y China -que busca mantenerse neutral en este conflicto- es uno de los grandes protagonistas del TEG mundial. Ni amigos ni enemigos, para Rusia y Occidente hoy todo pasa por los negocios. Así lo señalaba un artículo del británico diario The Independent días atrás, que aseguraba que intentar cooptar países de la zona de influencia rusa es un esfuerzo estéril y sugería a EE.UU. y Europa ver a Rusia como lo que es, un competidor comercial. Las ambiciones imperiales deberían quedar para la literatura. Muchas veces Occidente parece olvidar que Rusia también fue un imperio.

//////////////////////////
RETORNO A 1914- Eleuterio Fernández Huidobro
Se dice que luego de lo de Georgia "volvemos a la Guerra Fría". Discrepamos: estamos volviendo a 1914 y por lo tanto también a los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial.
La Guerra Fría, posterior a la Segunda Guerra e iniciada cuando según dijo Churchill un "telón de acero cayó sobre Europa" separando tajantemente a los recientes "aliados" victoriosos, fue una confrontación esencialmente bipolar que con diversos avatares duró desde entonces (más o menos 1947) hasta la caída del muro de Berlín, unos cuarenta años.
Dicha bipolaridad tajante, acérrima y fanática dividió no sólo a las naciones sino también dentro de cada país a cada sociedad. No admitía mantenerse al margen y, menos, "terceras posiciones" o simples neutralidades: había que enlistarse en uno u otro bando bajo pena de ser golpeado al unísono por los dos tanto a nivel nacional como internacional y no fueron pocas las grandes tragedias ocasionadas por eso. Quien quiso atreverse lo pagó muy caro tanto a nivel personal, como grupal, como internacional. No estaba permitido. Era sospechoso a priori tanto para unos como para otros.
Derrotada la URSS el mundo "inauguró" una época unipolar: los Estados Unidos quedaron dueños del mundo en casi todos los aspectos (económicos, financieros, militares, culturales).
Dicha unipolaridad duró dieciocho años y por poner una fecha o un evento, digamos que la actual crisis de Georgia marcó su fin.
En realidad la crisis financiera y económica de los EEUU viene de antes y sus fracasos bélicos también pero siempre hay un momento en que esas y otras cosas quedan muy en evidencia.
Vamos entrando entonces en una nueva (vieja) multipolaridad como si la Historia (ya fue dicho) volviera sobre sí misma en espiral que no se sabe bien si es ascendente o descendente.
La Unión Europea hace ya tiempo que ni las tiene todas consigo ni se lleva bien con su viejo aliado norteamericano (en especial en su papel de neocolonia de lujo segundona de cuánta aventura inicia el otro incluso en su patio trasero); emerge, recompuesta, Rusia pletórica de gas y petróleo carísimos y por ende ahíta de dinero y con "canillas" de suministro vitales para Europa y el mundo en momentos de escasez y gran demanda; emerge China, principal acreedora de los EEUU y su indispensable prestamista; emerge todo el Lejano Oriente donde, además, está Japón; emerge la India; emerge Brasil...
Y vuelven a tejer alianzas como en el lejano pasado. Alianzas que van y que vienen, que irán y que vendrán. Como poco antes de 1914 o poco antes de 1939 cuando el mundo era también multipolar.
Antes de seguir debemos declarar que para nosotros y para muchos (está escrito hace muchísimo por suerte) una de las principales críticas al proceso burocrático asestado a la Revolución Rusa de 1917 poco después de su nacimiento, fue haber transformado la lucha social e ideológica en un subterfugio para encubrir la por entonces ya vieja lucha internacional imperialista transformando el enfrentamiento entre los EEUU ("Occidente") y Rusia ("Oriente") en eso: una lucha entre estados. Del otro lado hicieron lo mismo. Ambos "polos" fueron, en ese sentido, cómplices de la trampa.
Ya antes de la Primera Guerra Mundial (lo cual es decir) este enfrentamiento, el mismísimo que seguimos presenciando hoy, estaba presente como lo está (por ejemplo en los Balcanes y el Cáucaso). Ya en aquella época de insipiencia de los motores a explosión y por lo tanto del gran consumo de gas y petróleo, la energía, sus fuentes, y las fuentes coloniales de las demás materias primas estratégicas, explicaban las carnicerías locales, regionales y mundiales. No se está innovando.
En aquella primera conflagración mundial que da fin al siglo XIX y principio al siglo XX, se repiten, como calcadas, las mismas contradicciones estratégicas de hoy. Alemania en plena guerra, potencia capitalista naciente, pujante y expansiva, no vacila en permitir que Lenin, proveniente de Suiza, atraviese su territorio en un tren blindado con tal de contribuir a la Revolución en su entonces enemiga Rusia y, vaya anticipación estratégica, los Estados Unidos, a pesar de estar aliados en ese momento con Rusia tampoco vacilan en dejar pasar a Trostsky desde Nueva York (donde vivía asilado) vía Canadá y Finlandia a Rusia, para derrocar a los zares (el abuelo de Bush estuvo en esa y, luego, en la financiación de Hitler). Luego de las Revoluciones de febrero y de octubre, Lenin por Rusia firma la paz por separado con Alemania entregando vastos territorios en el tratado de Brest Litovsk y siendo muy criticado por los "izquierdistas" al punto de tener que escribir su famoso y tan actual folleto "El izquierdismo enfermedad infantil del comunismo".
Antes de la Segunda Guerra Mundial y muy mal terminada la Primera, se produjeron los mismos tipos de alianzas y por los mismos objetivos: Rusia no vaciló en acordar la paz con Alemania y repartirse Polonia (recuperando a sus expensas aquellos territorios perdidos) pero cuando ésta invadió la URSS tampoco vaciló en aliarse con los Estados Unidos ni, para ello, en disolver la Tercera Internacional (el Komintern), al Partido Comunista de los Estados Unidos (Mr. Browder) y ordenar a todos aliarse con su aliado (los EEUU). La pésima "actuación" en Argentina (Mr. Braden), Nicaragua, Cuba y otros países se explica por esa directiva.
Ganando se repartieron el mundo: los rusos, aceptando la propuesta de Churchill con el lápiz azul de Stalin, fijaron las fronteras artificiales europeas en total acuerdo con aquel primer ministro: por ese trazo amargo fueron sacrificados el Partido Comunista Italiano, el francés, el griego y el yugoslavo. ¡Y, nuevamente, la mártir España con su Partido Comunista incluido! Del "otro lado", y a cambio, los países y regiones que luego formarían parte del "Pacto de Varsovia" también fueron sacrificados.
De tamaña tragedia sólo se salvó Yugoslavia que, por no aceptarla, por ser realmente independiente, pasó, en la opinión stalinista "oficial" a ser "Titista" (agente nazi) en masa, No sólo allí sino acá y por eso Héctor Rodríguez en el marco de densas purgas planetarias fue expulsado del Partido Comunista en la época de Gómez.
Luego de esa repartija estratégica, dominación colonial o semicolonial mediante, a uno y otro lado del trazo azul, tomó vuelo la Guerra Fría (continuación de la guerra por otros medios incluso bélicos) que fue ni más ni menos que una tautología o pleonasmo geopolítico, describía, como nuevo, un asunto viejísimo. Ahora, según parece volvemos a las "andadas".

////////////////
Georgia y el colonialismo nuclear: la Nueva Guerra Fría de la OTAN - Heinz Dieterich
La burguesía transatlántica y su brazo armado, la OTAN, están logrando el sueño dorado de su complejo militar-industrial: regresar el mundo hacia los tiempos de la Guerra Fría de Winston Churchill y Harry Truman. Y, al igual que aquellos delincuentes políticos clásicos, no escatiman imponer sus intereses al precio de un holocausto nuclear, como evidencia cada vez más su prepotente geopolítica belicista en el Cáucaso (Georgia), Ucrania y Europa oriental.
El dúo Cheney-Bush cosecha los frutos de la política trazada por el imperialista Bill Clinton. Al colapsar la Unión Soviética, con el inepto e iluso Gorbatchev y el borracho golpista de Estado Yeltsin, en el poder, Clinton tenía dos opciones estratégicas: integrar a las partes europeas de la URSS y Rusia, en la Unión Europea y la OTAN, o seguir considerándola enemigo. En el segundo caso era "necesario" seguir aplicándole las dos doctrinas fundamentales de la política imperial estadounidense: el Grand Area y el Containment (contención).
Contra la opinión del fundador de ambas doctrinas, John Kenneth Galbraith, que habían sido extraordinariamente exitosas para Washington, Clinton decidió que Rusia tenía que ser rodeada con una "cortina de hierro" (Churchill).
Es decir, el brazo militar del imperialismo transatlántico, la OTAN, reforzado por Israel, debía amenazar directamente a Rusia desde sus fronteras. Balcanización y "cordon sanitaire" militar, apoyado en la amenaza nuclear-antimisilística ("Star wars"), fue la política de Clinton durante ocho años, en el ajedrez de dominación mundial y frente a la nueva colonia.
La política de colonialismo nuclear tuvo extraordinarios éxitos. Ucrania y Bielorrusia, que nunca habían sido naciones ni Estados propios, se convirtieron en tales. Para darse una idea de la importancia de la expropiación de Ucrania a Rusia, era comparable a quitarle a Estados Unidos la extremadamente importante región del Midwest.
Sin embargo, la estrategia comenzó a fallar cuando Putin recuperó el Estado ruso del control mafioso y occidental. Putin bloqueó el trascendental paso transcaucásico conquistador, que Washington había planeado a través de la separación de Chechenia; aplicando el modelo de represión militar que Washington usa en Irak (Falluya).
Con los reveses en Irak, Afganistán y Pakistán, la camarilla en torno al dúo Cheney-Bush decidió dar el golpe estratégico en el Cáucaso. Creó una fuerza de choque georgiana mediante instructores gringos, la dotó de armamento y le dio experiencia de combate en Irak. Estacionó avanzadas fuerzas de defensa aérea misilística ucranianas en Georgia, aprovechó la distracción mundial de los Juegos Olímpicos en Beijing y la ausencia de Putin y Medvedev de Moscú, para un ataque con artillería pesada contra una ciudad civil (Tskhinvali), ocuparla después con tanques y cometer masacres.
No respetando más su status neocolonial, Putin reaccionó como es necesario reaccionar ante el fascismo: de manera mesurada y fría, pero con capacidad real para liquidar la intriga imperial-oligárquica en el nivel donde se plantea. En este caso, en el campo militar.
Desde entonces, Cheney-Bush han escalado el conflicto autorizando el despliegue del escenario reaganiano "Star Wars" (misiles antiaéreos) en Polonia, que no es otra cosa que el intento de construir condiciones para dar un golpe preventivo nuclear ("first strike capacity") contra Rusia y China. Y ahora han aumentado el peligro de un conflicto militar directo con Rusia al introducir buques militares estadounidenses en el Mar Negro.
La Guerra Fría a la cual la lumpenburguesía atlántica no ha renunciado nunca desde 1945, es congénita a esa clase, porque es la guerra contra el Tercer Mundo y por los recursos y mercados mundiales. Cuando la URSS era el aliado estratégico de los movimientos de liberación nacional, la Guerra Fría asumió la máscara de una guerra contra "el socialismo". Hoy día, que no hay más socialismo histórico en Rusia y China, la guerra sigue. Y es obvio por qué.
La lumpenburguesía atlántica sigue con la ilusión del sistema mundial unipolar, controlado por ella. Por eso tiene que "contener" a Rusia, China y Hugo Chávez. Y si lo considera necesario lo hará al precio de un holocausto nuclear.

No hay comentarios: