jueves, 24 de julio de 2008

489 - Retinas - PRONTUARIO DE CIUDAD VIEJA - Fernando Caputi

*Esta imperdible nota de FC fue entregada junto a una foto del aficionado Ramón J. Scarza, que documentó el interior de la Ciudadela, ya afectada por derrumbes parciales, antes y durante su demolición. La imagen pertenece a la Colección Juan Antonio Varese. Por el momento no pudimos "subirla", seguiremos intentando, sigan participando, red.
Legado patrimonial del Montevideo plaza fuerte

Demolida la Ciudadela de Montevideo, su puerta monumental fue la única pieza rescatada ex profeso, para ser adosada (1890) a la fachada posterior –Gonzalo Ramírez casi Minas– del local, planificado por Inocencio Reina, donde era asentada la Escuela Nacional de Artes y Oficios (Universidad del Trabajo del Uruguay, hoy Educación Técnica Profesional). Pero devuelta (1959/60) al punto aproximado donde, de igual modo orientada hacia la ciudad (Vieja) pero munida de rastrillo y puente levadizo, funcionara durante la colonia, busca acompañar con señorío el Siglo XXI.
En este último emplazamiento, la Puerta sobrevivió al desemboque de impetuoso túnel de viento desde el oeste y, a tan sólo centímetros, contaminante tránsito de pesados autobuses y otros vehículos, tanto como al efecto retumbe de minisismos provocados toda vez que se dinamitaba el subsuelo para cimentar la vecina arquitectura moderna (Edificio Ciudadela, segundo Victoria Plaza, Mausoleo a Artigas, Palacio de Justicia, Torre X).
Frente a ese paulatino riesgo global, en años recientes el Municipio se limitó a obstaculizar con macetones, en el punto exacto, el cruce peatonal entre Plaza Independencia y Sarandí, acabando por destinar U$S 2.096.429,55 a un contrato de restauración entrado en vigor el 25 de enero último.
El Arq. Fernando Beduchaud, de la firma seleccionada, puntualiza que son hábiles –feriados y jornadas de mal tiempo a descontar–, los 120 días de trabajo estipulados en la Licitación Pública Nº 183.102-1, en tanto la profundización de estudios y consecuente sustitución de métodos flexibilizan tácitamente el plazo. “La obra estará pronta sin falta este año, de repente en octubre”, arriesga el responsable técnico, mientras, in situ, andamiaje e intimidades de la reliquia se ven envueltos por tela negra de estilo semejando un tul, foto mural que data de 1874 y carteles de empresas auspiciantes.
Se busca revertir “un deterioro estético y químico producido sobre el granito y otras rocas metamórficas componentes de la puerta”, evaluando diseño de morteros (mezclas) empleados para, si cabe, sustituír elementos de manera que la cohesión de minerales en la granulación de la piedra y colores naturales se vean recuperados fielmente.
Levantada (1741/80) por presidiarios y mil indios tapes traídos de las Misiones jesuíticas a pagar un real ($ 0,10) por jornal, la Ciudadela integró un emprendimiento estratégico español –el más imponente de América meridional pero tardío en la región– inspirado en la doctrina Vauban de defensa por tierra y mar ante, sobre todo, la codicia del Reino de Portugal.
El complejo incluía muralla separatista del campo trazada entre las Baterías de Santiago o Cubo del Norte (en la bahía) y San Fernando o Cubo del Sur (actual Rambla Gran Bretaña y Treinta y Tres), franqueable por los portones de San Pedro (25 de Mayo) y de San Juan (entre Camacuá y la costa); Fuerte de San José (Cerrito-Piedras-Guaraní-la costa); Las Bóvedas (Rambla Portuaria-Ituzaingó-Juan Carlos Gómez); Baterías –simétricas– de San Pascual o San Ruperto (Bartolomé Mitre y Piedras) más la de San Sebastián (Buenos Aires y Mitre); Cuartel de Ingenieros (Sarandí-Policía Vieja).
La Ciudadela ocupó casi 10.000m² (planta cuadrada de 84m de lado más amplios baluartes romboidales en los ángulos), área total coincidente con Plaza Independencia sin de ésta contar el sector de calle Florida al este, siguiendo concepción del ingeniero militar Diego Cardozo, ya no la que Domingo Petrarca, su antecesor, con mejor criterio proponía situar a lo alto de la Cuchilla Grande (18 de Julio y Río Negro).
Con baluartes destruídos y cegado el foso de 17m de ancho y 13 de profundidad que la rodeaba, la fortificación en decadencia sirvió (1836/79) como Mercado Nuevo (después Viejo) y pequeños comercios a medio abrigo improvisados, planta fabril de adoquines –operada, de nuevo, por reclusos– para empedrar la aldea que se desahogaba, y modesta oficina del novel rematador-empresario Francisco Piria, sin perjuicio de haber cumplido con relativas demandas militares cuando la Guerra Grande.
Aún no desplegado el sentimiento patrimonial y con ajuste a rudimentarias visiones castrenses, el Cnel. Lorenzo Latorre había ordenado desmantelar, de la Ciudadela, todo. Entonces, los maxiescombros a que se vieron reducidos sus muros de seis metros de espesor y 10 de elevación originaron al menos 24.000 viajes de carretas hasta terrenos con ellos a rellenar.
Bajo tierra perduraban incontables vestigios, descubiertos o –increíble– aún a descubrir. De hecho, empero, desaparecía el corazón de la plaza fuerte donde (1815) Fernando Otorgués enarbolara ¡sobre la Puerta de la Ciudadela! la bandera artiguista por vez primera en Montevideo.

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