miércoles, 16 de julio de 2008

479 - Dossier - El Rodelú etario - varios

* sin duda, veteranos y solos, red

edad
Uruguay envejece casi sin recambio
La fecundidad ha bajado incluso en los sectores más desfavorecidos por causa de la inclusión social, aunque igual más de la mitad de los niños vive en la pobreza.
MIGUEL BARDESIO

Las uruguayas tienen en promedio 2,04 hijos en su vida, lo que no alcanza para reponer a las madres futuras pues nacen más varones que niñas. Esto sumado a la pérdida de 126.000 personas que emigraron en los últimos 10 años, da la población más envejecida de la región, según nuevo estudio. El futuro: en 2040 habrá más mayores de 65 años que menores de 15.
Cada año nacen 47.000 uruguayos y mueren unos 32.000. A mitad de camino, en su edad activa, cerca de 12.500 se van del país. Resultado: Uruguay está en el límite de empezar a perder población, lo que implica permanecer alrededor de los tres millones de habitantes y a futuro, si se mantienen las tendencias, seremos aún menos.
Así lo concluye el libro Demografía de una sociedad en transición: la población uruguaya a inicios del siglo XXI, que se presenta este martes. De varios autores, es un trabajo del Programa de Población de Facultad de Ciencias Sociales y el Fondo de Población de Naciones Unidas y la versión más completa y actualizada del panorama demográfico del país. La conclusión se sostiene en el descenso de la fecundidad de las mujeres (tienen 2,04 hijos cuando en 1975 tenían casi 3 en promedio), el envejecimiento (la edad media es 31 años y en Latinoamérica baja a 26) y el fenómeno emigratorio, que ya es estructural del país.
Así e imaginando a un uruguayo medio tipo, este compatriota tendría solo un hermano, se quedaría en la casa de sus padres hasta los 25 años y en algún momento sentirá la tentación de emigrar. De hacerlo, difícilmente vuelva pues sólo el 25% de los que se van lo hace. Imaginando que se queda, enfrentará la vejez acá. Si es mujer, tiene un riesgo de enviudar en cuanto hay 67 hombres cada 100 mujeres entre los mayores de 65. Sola y vieja, entonces, muere finalmente a los 80 años, la actual expectativa de vida para ellas. En caso de que este uruguayo sea varón, la edad promedio de muerte es de 73.
Para el futuro, se espera un incremento del envejecimiento y más reducción de la natalidad. De hecho, la demógrafa Mariana Paredes, especula que en 2040 habrá más personas mayores de 65 años que menores de 15. Ambos grupos forman parte de lo que se conoce como "población pasiva", es decir que no producen por sí mismos en la economía. Hoy existen 65 pasivos cada 100 activos, una gran "carga" para ellos y también para el Estado. Y más adelante, la balanza será más difícil de equilibrar y habrá que pensar que el 17,5% actual de mayores de 60 años podrá superar el 20 ó 25%. Esto requiere más y mejor atención de salud y sistemas de seguridad social con mayor fortaleza.
"El objetivo de este trabajo es actualizar los datos demográficos a 10 años del último censo (1996) y además, aportar algo para pensar el Uruguay a largo plazo. El estado de la población, cómo se mueve, hacia dónde, todo esto incide en las políticas de salud, económicas, de vivienda que vayan a implementarse" asegura Carmen Varela, demógrafa y coordinadora del libro.
¿Qué tan tétrica es la perspectiva? "No hay que dramatizar. Estamos en etapa de transición, donde baja la natalidad, la mortalidad se mantiene y si a eso se le agrega la emigración, el escenario se vuelve más complejo. Pero todo esto depende también de qué país queremos. ¿Cuál es el óptimo de población? ¿Queremos ser más o menos? Sobre esto hay grandes debates", añade Varela.
El libro, en cambio, no ingresa en esta polémica sino que revela el estado actual articulado en capítulos sobre fecundidad, envejecimiento, migración y tránsito de la vida joven a la adulta basados en los datos del censo 1996 y en la Encuesta de Hogares Ampliada de 2006. Vamos parte por parte.
NACER. En 1975, cada mujer tenía casi tres hijos (2,89); 20 años más tarde baja a 2,45 y hoy continúa su decrecimiento. El 2,04 hijos de la actualidad no alcanza para que las madres se sustituyan a sí mismas, según la demógrafa Varela. El razonamiento es el siguiente: por motivos biológicos, cada 200 nacimientos, 105 son varones y 95 niñas. Por lo tanto, la mayoría de los nacidos son hombres y así, no todas las madres engendran al menos una niña, que será un nuevo vientre futuro. De ahí que en demografía se ha establecido que el país no logra un nivel de "reposición de la población".
A la vez, cerca del 11% de las mujeres llega al final de su vida reproductiva (45 años) sin tener ningún bebé. Este porcentaje creció pues era de 10% en 1996.
Pero tal vez lo más revelador del estudio de Varela, Raquel Pollero y Ana Fostik, es que la reducción de nacimientos se da también entre las mujeres de estratos más bajos. Ellas, que a lo largo de la década del `90 aportaron la mayor parte de los niños del país, han comenzado a reducir su número de bebés. Los datos: en 1996, las jóvenes con primaria incompleta entre 15 y 19 años tenían 0,5 hijos mientras que 10 años más tarde, el guarismo baja a 0,3. En chicas de 20 a 24 la bajada fue de 1,5 a 1 en 2006. La menor educación, más que la pobreza, han explicado el mayor número de hijos.
Las políticas de salud sexual y reproductiva, mejor acceso a la educación de las mujeres pobres y la reciente disminución de la pobreza, son los responsables del descenso, según Varela. "La mujer con más educación y con acceso a anticonceptivos reduce su fecundidad".
Con todo, las madres de estratos bajos siguen siendo quienes aportan más nacimientos y de hecho, más de la mitad de los menores de 15 años vive hoy en condiciones de pobreza. Al final de su vida reproductiva, las madres de esos estratos tienen más de tres hijos mientras que en capas medias y altas, esto desciende a menos de dos. "Unas tienen más que los que quieren y las otras menos, porque evalúan que no están las condiciones de tiempo de crianza y económicas", dice Varela. Todas ellas imaginan, si uno pregunta en encuesta, que dos hijos es lo ideal. El modelo a seguir, no sólo aquí, sino en el mundo.
La edad de la madre a la hora de tener su primer hijo también se retrasa. Del total de madres, el 25% dio a luz por primera vez a los 20 años en promedio. La mitad lo hizo a los 24 y el restante 25% a los 30 años; es decir, cuando quedan unos diez años, más o menos, de vida reproductiva.
¿Y el futuro? Probablemente, las tasas de fecundidad sigan bajando en la medida que se mejore la inclusión social de las mujeres. ¿Qué hacer, entonces? "Como política de población, creo que lo mejor que puede hacer el Estado, que no debería interferir en las decisiones libres de las parejas, es asegurar las condiciones para que cada una tenga los hijos que quiera. No más ni menos. ¿Cómo hacer esto? Algunas cosas se pueden emprender, hoy por ejemplo, el único beneficio que se da a la madre es la asignación familiar (o nada si nace en los estratos medios) y una licencia de tres meses. Punto, como si con tres meses el hijo estuviera criado", opina Varela.
Pasando raya, entonces, nuestro imaginario uruguayo medio ha sido un bebé en condiciones complicadas al nacer. Su madre anda por los 30 años y tal vez trabaje. Se cría con un hermano hasta que se enfrente en la juventud con el primer gran desafío de su vida: ¿cuándo y cómo se transformará en un adulto?
CRECER. El libro de Facultad de Ciencias Sociales y el Fondo de Población de Naciones Unidas dedica un capítulo a cómo y cuándo los jóvenes pasan a ser adultos. Esto es: hogar propio, formación de una nueva familia e independencia económica. La conclusión: el 50% de los muchachos entre 23 y 30 no cumple con las tres condiciones a 2006.
El retraso de la "emancipación" se pronuncia en los sectores medios y altos. Ellos, según los datos analizados por el sociólogo Daniel Ciganda, la posponen por continuar en los estudios y ganar más preparación para enfrentar un trabajo ulterior. Así, el 83% de los jóvenes pobres entre 18 y 23 años están insertos en el mercado laboral, aunque a menudo en malas condiciones. Entre sus pares no pobres, la ocupación baja al 10%.
Nuestro uruguayo medio, entonces, pasa larga temporada en la casa paterna, demora su primer hijo y no cuenta, posiblemente, con los medios para construir un hogar propio. Aquí es donde las cosas se hace circulares y esta demora explica en parte la baja fecundidad. Y a la vez, la maternidad se hace más trabajosa porque el crío pasa más años en casa y ¿a quién se le ocurre traer al mundo a más de dos?
La otra vuelta de tuerca es que la demora puede tentar al uruguayo medio a emigrar, lo que es el camino de muchos (ver nota aparte) y significa salirse de la estadística nacional. Por eso, sigamos imaginando que no. Que este uruguayo persevera y se queda. ¿Cómo envejecerá aquí?
ENVEJECER. Uruguay tiene, junto con Cuba, la población más envejecida de América Latina. El promedio de edad se centra en 31 años, según la demógrafa Mariana Paredes, autora de este capítulo. El envejecimiento no es un proceso nuevo por estos lares, pero en los últimos diez años se ha acentuado y la perspectiva augura que se incrementará aún más.
Europa tiene el mismo problema. Con un promedio de edad de 39 años, su población carga más y más años, pero con una diferencia: allá no experimentan la emigración, sino todo lo contrario: la llegada de inmigrantes que ajustan la balanza.
Por acá, el 17,5% de la población tiene más de 60 años, un envejecimiento mayormente femenino pues ellas viven más. Clasificado por pobres o no pobres, hay mayor presencia de adultos mayores en los estratos medios y altos de la sociedad, que en los bajos, donde la presencia de los niños y jóvenes es más fuerte. Volviendo al "ejercicio circular", la baja natalidad hará que la relación entre niños y viejos, ahora favorable a los primeros, se invierta en las próximas décadas. Hoy hay 72 mayores de 60 por cada 100 menores de 15. La relación se viene achicando y si se mantienen las tendencias, en las próximas décadas el vínculo será al revés.
La mortalidad se mantiene estable por los avances sociales y médicos. Hoy, Uruguay tiene la misma que Haití, el país más pobre del continente. ¿Por qué? Porque la gran cantidad de adultos mayores eleva el número de fallecimientos al mismo nivel como si fuéramos un país con escasísimo acceso al trabajo y los servicios. Hay que empezar a pensar, nuestro uruguayo medio parece no pasarla muy bien.
Las cifras
2,04 Cantidad de hijos promedio por mujer. Como estadísticamente nacen más varones que niñas, la madre no se sustituye.
31 Edad promedio uruguaya, más que la media latinoamericana (26) y la africana (19), pero menos que la europea (39).
17,5% De la población uruguaya tiene más de 60 años. Si se suman a los menores de 15, hay 60 pasivos por cada 100 activos.
126.000 Emigraron del país entre 1996 y 2006, según cifras estimadas. Representa un 3,7% del total de la población.
El hogar condiciona el trabajo
El último capítulo del libro Demografía de una sociedad en transición: la población uruguaya a inicios del siglo XXI, analiza las problemáticas desde el punto de vista de los hogares.
Según la investigación de Andrés Peri e Ignacio Pardo, los hogares más ricos tienen 20 veces más chances de empleo formal que aquellos en condiciones de pobreza estructural.
El estudio señala que, en áreas rurales, existen 50% más probabilidades de empleo formal que en Montevideo.
El acceso a la salud privada es 77 veces más probable en los hogares más ricos que en los pobres estructurales.
Los hogares con al menos un miembro en la enseñanza privada son más en Montevideo y área metropolitana que en el resto del país. Clasificado por pobreza, los más pobres tienen menos chances de acceso.
En alimentación, la investigación revela que los hogares del interior tienen más probabilidades de acceder a los alimentos cuando son brindados por el Estado.
Y los de afuera, ¿en qué andan?
Entre 1996 y 2006, han emigrado del país unas 126.000 personas, de acuerdo a estimación. El pico máximo se registró en 2002; hubo una caída sobre 2004, pero en 2006 se retomó el ritmo migratorio confirmado hasta ahora.
La mayoría de los emigrantes son jóvenes y adultos en edad activa. ¿Cuál es el impacto sobre la familia que permanece en el país? Los investigadores Adela Pellegrino y Martín Koolhaas buscaron respuestas y las presentan en el libro Demografía de una sociedad en transición: la población uruguaya a inicios del siglo XXI.
Resultados: sólo el 0,3% de los hogares sale de la pobreza por las remesas enviadas por los emigrantes. En cambio, el 36% de los hogares perdió al menos a un contribuyente que se ha tomado el avión.
Maldonado es el departamento que más atrae
Mucho se ha dicho y escrito sobre la migración internacional, pero ¿qué ocurre con los movimientos internos en el país? ¿Qué departamentos son los más seductores para los propios uruguayos?
El libro Demografía de una sociedad en transición: la población uruguaya a inicios del siglo XXI incluye un capítulo referido a la migración interna, a cargo de los sociólogos Daniel Macadar y Pablo Domínguez. Del análisis de los datos, ellos concluyen que Maldonado, Canelones, San José y Río Negro fueron los departamentos que entre 1996 y 2006 tuvieron relevantes saldos migratorios positivos, es decir, llegaron más de lo que se fueron. Hay que hacer la salvedad, y Macadar la hace, de que los datos de 1996 corresponden a un censo y los de 2006, a una Encuesta de Hogares. "No es la misma fuente, en un caso se tiene en cuenta a toda la población y en otro, es sólo una muestra", dice. El dibujo migratorio, igualmente, es válido en líneas generales.
Montevideo sigue perdiendo en su intercambio migratorio con sus vecinos Canelones y San José, pero estos cambios de residencia muchas veces no implican una migración total porque la gente a menudo mantiene actividades en la capital, explica Macadar.
En números brutos, Canelones es el departamento que más gente ha ganado en el balance entre inmigrantes y emigrantes. En Maldonado, sin embargo, la proporción de las ganancias es más relevante que respecto a la población del departamento. Su caso no es nuevo. Desde el 85 a la fecha, Maldonado es el enclave con mayor tasa de crecimiento debido a la inmigración. La misma llega principalmente desde Lavalleja, Rocha y Canelones, aunque existen desde todo el país, incluso de Soriano, desde donde provienen más de 500 personas.
La construcción y la expansión turística explican el fenómeno. "La gente emigra fundamentalmente por motivos de estudio y de trabajo", explica Macadar.
Río Negro, por ejemplo, es la primera vez que tiene un saldo migratorio positivo. La razón: la inversión de Botnia. De hecho, unas 1.800 personas se instalaron en Fray Bentos desde 2003, según estimó la Dirección de Medio Ambiente.
El departamento con mayores tasas negativas fue Salto.

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Nos fuimos poniendo viejos
Cambios fundamentales en la dinámica demográfica del Uruguay del siglo XXI
Demografía de una sociedad en transición: la población uruguaya a inicios
del siglo XXI reafirma una serie de datos estadísticos inquietantes. El
libro se produjo en el marco del Programa de Población de la Facultad
de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Udelar), y se basó
en la Encuesta Nacional de Hogares Ampliada (ENHA) de 2006, que
permitió a distintos especialistas indagar temas como el envejecimiento,
la fecundidad, la migración interna e internacional y la transición a la
adultez de los uruguayos, entre otros tópicos. Se trata de una recopilación
de diversos estudios desarrollados por distintos equipos de sociólogos,
demógrafos, politólogos e historiadores coordinados por Carmen Varela
Petito. Lo que sigue es un breve resumen de su contenido.
Entre las realidades que esta
investigación confirma estadísticamente
está el hecho de que la
edad mediana en Uruguay es de
31 años, bastante por encima del
promedio de América Latina (que
es de 26 años de edad), y lejana de
la de Europa (que trepa a 39 años)
y de África donde la edad mediana
desciende a 19 años.
En Uruguay hay menos niños
y más viejos. La población crece en
los hogares más pobres, y eso tiene
sus consecuencias para toda la
sociedad. Para 2014 se estima que
serán más los mayores de 64 años
que los menores de 15. “La presencia
de 60 potenciales pasivos cada
100 potenciales activos determina
una sobrecarga para el sistema de
seguridad social y la relación de
dependencia que se establece entre
éstos y los adultos activos”, se
lee en el libro.
El envejecimiento precoz de
la sociedad uruguaya -tópico que
aborda la socióloga y demógrafa
Mariana Paredes- no es un tema
nuevo, como ella misma lo reseña.
El sociólogo uruguayo Aldo Solari
ya lo había mencionado hace
medio siglo, y lo había bautizado
como envejecimiento “perverso”.
El resultado es el aumento de la población
de adultos mayores y una
baja proporción de la población en
edad activa y reproductiva.
Envejecer a solas
Otro de los puntos en consideración
tiene que ver con la feminización
del envejecimiento: a medida
que aumenta la edad de las personas,
se incrementa el desequilibrio
entre los sexos. En Uruguay hay 94
hombres cada 100 mujeres. Entre
los mayores de 65 la cifra desciende
a 67 hombres cada 100 mujeres.
Las féminas viven más años que
los hombres y, por lo tanto, tienen
más posibilidades de envejecer solas,
determina el análisis realizado
por Paredes.
Las particularidades de los hogares
uruguayos son ampliadas por
el sociólogo Daniel Ciganda. Según
los datos aportados, entre los 24 y los
30 años de edad, cerca del 50% de
los jóvenes uruguayos no han tenido
hijos, no viven en pareja ni en un
hogar propio. Por eso bien dicen que
“el nene y la nena todavía viven con
nosotros”. A los 23 años el 50% de las
mujeres procesaron esos eventos,
mientras que los hombres alcanzan
ese porcentaje a los 26.
Ciganda también escudriña la
transición a la adultez de los jóve-
nes uruguayos que han acompañado
la tendencia general hacia el
retraso en la formación de uniones,
el inicio de la reproducción y la formación
de un hogar propio.
En el texto mencionan dos
modelos de “adultez emergente”
de acuerdo a los años de estudios.
Entre los que tienen hasta diez
años de estudios la emancipación
se vincula al abandono de la escolarización
y el ingreso precario al
mercado de trabajo. Por otro lado,
la nueva adultez implica el retraso
en la asunción de los roles adultos
para dar paso a un período de experimentación
en el que se produce
una acumulación importante de
capital educativo. Algo que hacen
los que pueden y no los que quieren,
asociado a un segmento más
formado de la población con 11 a
23 años de estudios. En América
Latina este retraso se interpretó
como falta de oportunidades más
que como un período de posibilidades
que permite una mejor
inserción en la vida adulta.
La socióloga Carmen Varela,
la historiadora Raquel Pollero y la
socióloga Ana Fostik analizaron la
fecundidad de las mujeres. Si entre
1930 y 1980 la tasa de fecundidad
se estimaba en tres hijos, en 2004,
bajó a 2,8; y entre 1996 y 2006 el número
de nacimientos se redujo en
un 19%. Por otra parte, la mayoría
de los niños uruguayos nacen por
fuera del matrimonio. La paridad
es mayor entre aquellas en unión
consensual o concubinato.
Poca remesa
Los sociólogos Ignacio Pardo y Andrés
Peri estudian la dinámica social
demográfica de los hogares para
conocer qué mecanismos operan
detrás de los datos estadísticos. Los
investigadores encontraron que es
más fácil para el o la jefa del hogar
conseguir empleo formal en áreas
rurales que en Montevideo. Concretamente
hay un 50% más de posibilidades.
A mayor edad menor probabilidad
de conseguir empleo formal,
las mujeres son las más vulnerables
al empleo informal.
Además se menciona que,
cuanto más personas vivan bajo el
mismo techo, menores posibilidades
tendrán de conseguir empleo
formal. Los hogares más ricos tienen
20 veces más chances de conseguir
un empleo con todas las de la ley que
aquellos en condiciones de pobreza
estructural. El acceso a un empleo
público es mayor en el interior urbano
que en Montevideo, y mayor allí
que en zonas rurales. La población
más propensa a este tipo de empleo
es la que pertenece a hogares con
ingresos medios. La educación aumenta
las posibilidades de acceso
a un cargo público. Empleo público
sigue siendo sinónimo de “mayor
estabilidad frente a los vaivenes de
la economía”.
La demógrafa Adela Pellegrino
y el politólogo Martín Koolhaas
evalúan el impacto de las remesas
en los hogares de los emigrantes
recientes y concluyen que no son
significativas en estos núcleos familiares.
Al menos no tanto como
en otros países de Centroamérica
y el Caribe. Por ejemplo en 2006,
12,6 millones de inmigrantes latinoamericanos
en Estados Unidos
enviaron 45 billones de dólares en
remesas para sus países de origen.
En Uruguay su impacto es de 0,5%
del PBI. Sólo un 0,3% de los hogares
uruguayos supera la línea de pobreza
gracias al aporte de este tipo de
transferencias.
Rumbo al sur
En el libro se habla de un saldo migratorio
positivo durante el período
2001-2006 en el departamento de
Río Negro, uno de los “históricamente
expulsores”. Calculan que 2.586
personas se radicaron allí a partir
de 2003 cuando se anunció la instalación
de la planta de celulosa.
Ya no resulta atractivo ir del
campo a la ciudad. La tasa de
migración neta para la ciudad de
Montevideo (durante 2001-2006)
fue negativa. De todos modos la región
sur es la que concita el mayor
número de inmigrantes.
Sobre la migración interna del
Uruguay, se mantiene la concentración
de la población radicada en
cuatro departamentos al sur: Montevideo,
Canelones, San José y Maldonado,
que concentran más de la
mitad de los habitantes desde 1963.
“La clásica migración rural-urbana
está dando paso a movimientos
que involucran mayormente a las
áreas urbanas. Pero uno de los hechos
más notables que muestran
los datos de la encuesta es que por
primera vez el saldo de la migración
rural-urbana se invierte y son más
los movimientos desde las ciudades
al campo, que a la inversa”, se lee en
el estudio de los sociólogos Daniel
Macadar y Pablo Domínguez. Se
maneja el término de “ruralidad
ampliada” que tiene que ver con
fijar residencia en los alrededores
de la ciudad y así aprovechar las
facilidades del transporte para los
traslados, entre otras cosas.
Sociedad en transición
En el prólogo, el demógrafo Juan
Chackiel y Pellegrino establecen
que en los últimos años se observan
cambios fundamentales en la
dinámica demográfica del Uruguay,
con rasgos de la llamada “segunda
transición demográfica” que se
identifica con la posmodernidad y
los procesos de globalización. Si en
el siglo XX se consolidó la primera
transición demográfica caracterizada
por el descenso de la fecundidad
y de la mortalidad, en la primera década
del siglo XXI la tasa de fecundidad
se ubicó por debajo del nivel
de reemplazo: la población no tiene
capacidad de sustituirse a sí misma,
ya que no repone a las mujeres que
son las futuras procreadoras.
Entre las características que se
le endilgan a la segunda transición
demográfica figuran: la postergación
del matrimonio y del primer
hijo, el aumento de los nacimientos
extramatrimoniales, el celibato
permanente, la cohabitación y las
disoluciones matrimoniales. Como
contrapartida se produce una tendencia
a una mayor autonomía y
realización individual, propia de
las sociedades posmaterialistas.
En la introducción Pellegrino
dice que si algo caracteriza a Uruguay
es su “pequeñez demográfica”.
Uruguay no tuvo un crecimiento
explosivo como otros países de la
región. Por el contrario, la población
crece tan lentamente que -de
mantenerse la tendencia- sobrevendrá
un período próximo de crecimiento
nulo o negativo. Uruguay
es, luego de Cuba, el país con más
bajo crecimiento de América Latina.
Gradual y paulatinamente se
ha convertido en el país más envejecido
de la región. Paredes señala
la necesidad de instalar el tema de
la prevención de las consecuencias
que la extensión de la esperanza de
vida y la reducción de la fecundidad
tienen para la vida económica,
social, política y cultural de una sociedad
en la agenda social. ■ SS

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Uruguay en "emergencia demográfica" Rubio. Anunció que se creará una comisión sectorial de población para analizar el tema
MARIALAURA IBARRA
"Estamos en situación de emergencia demográfica", aseguró el director de la OPP, Enrique Rubio, en la presentación del informe que evidencia que el crecimiento de la población es nulo o negativo. Además, anunció que se adoptarán "políticas activas".
El 17,5% de la población uruguaya es mayor de 60 años. Por cada 100 menores de 15 años hay 72 adultos mayores de 60 y se espera que en 2040 la relación se invierta. A lo que se suma que las mujeres tienen en su vida en promedio dos hijos y retrasan cada vez más la concepción y la "pérdida" de 126.000 personas que emigraron en los últimos 10 años. La ecuación es simple: Uruguay encabeza -junto a Cuba- la población más envejecida de la región.
El libro "Demografía de una sociedad en transición" -publicado por la Facultad de Ciencias Sociales con el apoyo del Fondo de Población de Naciones Unidas, que fue presentado ayer en el Edificio Libertad- revela que la mujer uruguaya tiene promedialmente 2,04 hijos, menos del 2,1 requerido para lograr el reemplazo poblacional. Es que desde 1975, cuando las mujeres tenían casi tres hijos (2,89), las cifras fueron en picada: en 1995 bajaron 2,45 y hoy continúa el descenso con 2,04.
Otro dato significativo es que la reducción de nacimientos se da también entre las mujeres de estratos más bajos: en 1996 las jóvenes con Primaria incompleta entre 15 y 19 años tenían 0,5 hijos, mientras que 10 años más tarde el guarismo baja a 0,3. En jóvenes de 20 a 24 la baja pasó de 1,5 a 1 en 2006.
A eso se agrega que cerca del 11% de las mujeres llega al final de su vida reproductiva (45 años) sin tener hijos, porcentaje que creció en los últimos 12 años, ya que en 1996 era de 10%.
Emigración. Los últimos esfuerzos para tender redes y atraer a la diáspora no fueron suficientes para atacar "la variable que más ha influido en la dinámica demográfica a lo largo de la historia uruguaya".
Según detalla el informe -que es la versión más completa y actualizada del panorama demográfico de Uruguay- entre 1996 y 2006 han emigrado del país unas 126.000 personas. Si bien el pico máximo se registró en 2002 hubo una caída en 2004, pero en 2006 se retomó el ritmo migratorio que se confirma hasta ahora.
Además, detalla que la mayoría de los emigrantes son jóvenes y adultos en edad activa y que sólo el 0,3% de los hogares sale de la pobreza por las remesas enviadas por los emigrantes. En cambio, el 36% de los hogares perdió al menos a un contribuyente por irse del país.
El informe también señala que sólo el 25% de los uruguayos emigrantes retornan a sus hogares.
QUÉ HACER. Ante estos guarismos el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) indicó que las políticas públicas uruguayas han sido "omisas" en este terreno y si se pretende tener un desarrollo sustentable en el mediano plazo "es necesaria una investigación muy rigurosa y la adopción de políticas públicas activas con urgencia".
En ese sentido, Rubio anunció que desde la OPP convocarán a una comisión sectorial de población, donde participarán todos los actores de la sociedad civil, del área académica, empresarial, de los trabajadores y del gobierno "con el fin de que se definan políticas de mediano y largo plazo en el área de la población".
Además, indicó que el censo poblacional que se realizará en 2010 servirá como una base "que nos diga dónde estamos parados y permita la elaboración de políticas y estrategias".
Frente al problema de los uruguayos que han emigrado, el director de la OPP aseguró que hay que definir con mayor precisión si se quiere generar un polo de atracción migratoria desde la plataforma del Uruguay hacia la región.
"Debemos desarrollar más la relación con nuestra diáspora y adecuar las políticas sociales, educacionales a la población que tenemos y a la prospectiva que nos trazamos y, en relación con esa prospectiva, los lineamientos de política que desarrollen estrategias que sean de largo plazo y de carácter nacional", señaló.
botnia atrae. Irse a vivir a la capital ya no resulta tan atractivo, según el informe. La tasa de migración neta de Montevideo entre 2001 y 2006 fue negativa (-0.7). Sin embargo, la región Sur del país sigue siendo la que recibe mayor número de inmigrantes.
La investigación destaca que el grueso de los intercambios se dan a pesar de las distancias con los centros de mayor peso demográfico (Montevideo, Canelones, San José y Maldonado) o con los departamentos que se encuentran a menor distancia (adyacentes)".
Sin embargo, también destaca que actualmente Montevideo enfrenta un nuevo "competidor", el eje Maldonado, Canelones, San José. En el caso de los dos últimos la explicación se halla en la extensión de la zona metropolitana.
En tanto, el departamento de Río Negro, uno de los "históricamente expulsores", alcanza una tasa neta de migración positiva en el período estudiado. Según los investigadores "Botnia determina el saldo migratorio positivo en Río Negro".
De los más viejos de la región
La caída del número de nacimientos, las tasas de emigración y el aumento de la esperanza de vida hacen que Uruguay sea uno de los dos países más "envejecidos" de la región y está en el límite de empezar a perder población. Cada año nacen 47.000 uruguayos, mueren 32.000 y emigran unos 12.500, por lo que "el país está en el límite de empezar a perder población", pronostica el informe de "Demografía de una sociedad en transición". En ese sentido, la coordinadora de la investigación, Carmen Varela, aventuró que dados los datos en que se basaron para hacer el informe la proyección indica que "la natalidad y la fecundidad van a bajar más". La media de edad de las mujeres uruguayas es de 80 años, frente a los 73 años de los varones. "Desde inicios del siglo XX la demografía uruguaya se asemejó más a Europa que a Latinoamérica", señaló la coordinadora, para quien la disminución de los nacimientos y el incremento de la esperanza de vida son "dos caras de la misma moneda para el envejecimiento de la población". "A estos dos factores hay que sumarles la permanencia de la emigración internacional, que deja una estructura de población muy particular", agregó Varela. El informe señala, además, que para 2040 los mayores de 64 años serán más que los menores de 15, por lo que se acentuará la sobrecarga del sistema de la seguridad social y la relación de dependencia entre jubilados y adultos activos.

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