*14 de agosto, 39 años de la muerte - asesinato - de Líber Arce
1968 - 2007
(También un beso a Leticia Banfi, en quien fluirá siempre el torrente de la juventud)
Yo venía llevando el pasacalles - ¿o cortacalles? – y una prima mía – esposa de un milico (entiéndase la diferencia entre eso y militar) que tendría importante papel durante la dictadura – gritó azorada:”¡miren, es Robertito!”. Ya tenía 19 años y no era más un Robertito, sino un estudiante universitario – CED y CEIPA – bastante avanzado y buscando afinidades ideológicas, que formaba parte de la multitudinaria legión que despedía a Líber Arce.
Yo venía bien en casi todo, entre los que aguantaban la estocada furiosa de ciertos grupejos afines a lo establecido, contrarios a los cambios, gorilones. Íbamos bien. Justo ahí se le ocurre a la derecha avanzar sobre todo, y la represión se complica. Capaz que ni siquiera fue cosa del gobierno, pero fue ordenada por el poder.
No creo que hayan ido a buscar a Arce, nos fueron a buscar a todos. Era el ambiente, de martirologio, de muerte sin sentido, ni Arce fue el único. Sólo fue el comienzo.
Sí creo que gente vinculada al poder estaba esperando esa noche, la del primer muerto – mártir, esperando como un perro rabioso tirando de la cadena, y rompieron todo en 18, vidrieras y marquesinas, robos y malandrinaje. Nadie los detuvo, precoces aprendices de lo que harían menos de cinco años después.
No se si Arce fue exegéticamente un mártir, tampoco me parece que se le pueda calificar como héroe. No lo conocí. Supe de su existencia cuando ya no existía, porque no pude sentirlo inmortal, sino parte de una continuidad sobre la cual tuvimos que plantearnos si valía la pena, csi todo está perdido.
En verdad, hoy no estoy para escribir un elogio, un completo recordatorio o una triste historia. Todo eso merecerían los que murieron pensando que la dictadura - ¡por favor, no la llamen “gobierno de facto”! – era invencible. Porque quizás lo era. Porque la serpiente sigue incubando sus huevos de miedo y terror.
Líber, Hugo, Susana, Hebert, quizás olvide alguno de los nombres – símbolo, pero el tema es cómo la crueldad vence, el olvido abandona a la verdad, que no existe. Pero sí existe el maravilloso ímpetu de la juventud, que, como cree en la verdad, exige libertad para buscarla, protegerla, mimarla y, en definitiva, crearla.
Creo que eso simbolizan Líber Arce, el de nombre consigna, y todos los mártires estudiantiles: el irresistible deseo de los jóvenes de ser auténticamente libres.
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