¿Justicia para todos?
Hacia la medianoche del 23 de agosto de 1927, Sacco y luego Vanzetti fueron ejecutados en la silla eléctrica. "!Viva el anarquismo!", clamó Sacco en italiano. "Soy inocente", protestó Vanzetti. El juicio, sentencia y ejecución de los dos inmigrantes italianos en la década de 1920 fue uno de los casos más sonados de la historia judicial de los EUA. ¿Fueron víctimas de la histeria antirradical o, acaso, uno de los dos fue efectivamente culpable?
Hacia las tres de la tarde del día jueves 15 de abril de 1920, el pagador de la compañía zapatera Slater & Morrill, con sede en South Braintree, Massachusetts, salió de la oficina acompañado de un guardia armado para Ilevar la nómina semanal, unos 16 000 dólares, a la fábrica, a unas cuantas cuadras de ahí. Dos hombres morenos los detuvieron y les dispararon. El guardia murió instantáneamente y el pagador murió poco después. Cuando uno de los pistoleros se agachó para tomar el arma del guardia, se le cayó su gorra. Mientras los pistoleros tomaban las cajas con dinero, apareció un tercer asaltante con un rifle. Los tres huyeron en un coche azul descapotable, tripulado por dos hombres: la huida fue cubierta por un rifle que salía de la ventana trasera. El coche, un Buick sin placas, fue hallado dos días después en un bosque cercano. Cerca había huellas de un vehículo más pequeño, al que el grupo pasó su botín y huyó, cumpliendo así la última parte del plan. Mientras, la policia pidió a todos los dueños de talleres de coches del sur de Boston que avisaran en caso de ser visitados por hombres morenos, tal vez italianos, interesados en coches. A las 21:00 del 5 de mayo, un dueño de taller Ilamado Simon Johnson, de Bridgewater, al sur de Braintree, ya estaba en su casa cuando un tal Mike Boda tocó a la puerta, pidiendo recoger el coche que dejó para reparaciones. Asomada por la ventana, la esposa de Johnson vio a un hombre en una motocicleta y a otros dos en la calle. Mientras Johnson entretenía a Boda, su esposa salió rápidamente para avisar a la policía. Tal vez nervioso por la tardanza, Boda ofreció regresar a la mañana siguiente para recoger su coche. Subió al carrito lateral de la motocicleta y se fue. Los otros dos hombres caminaron a una parada de tranvía cercana. El jefe de policía de Bridgewater, Michael Stewart, telefoneó a su contraparte de Brockton, el siguiente pueblo al norte, pidiéndole arrestar a los dos hombres. A las 22:00, dos oficiales abordaron el tranvía en Brockton y arrestaron a los dos sospechosos: Nicola Sacco, un zapatero de 29 años, y Bartolomeo Vanzetti, un vendedor ambulante de pescado de 32 años. Ambos Ilevaban armas y se mostraron evasivos respecto a lo que hacían esa noche en Bridgewater. Tampoco recordaban lo que hicieron el 15 de abril. Varios testigos del asalto en Braintree identificaron a Sacco como uno de los pistoleros. Otros testigos no estaban seguros. Sólo uno identificó a Vanzetti. No obstante, cinco meses después de los incidentes se inculpó a Sacco y a Vanzetti por el delito.
Tiempo de temor
La toma del poder de Rusia por los bolcheviques en 1917 y su proclamación de la revolución mundial aterró a los líderes políticos de Europa Occidental y los Estados Unidos. En 1919, el procurador de los EUA, A. Mitchell Palmer, previno que 60 mil radicales extranjeros se proponían iniciar la revolución roja en el país, recordando las bombas postales enviadas a funcionarios en abril y que el 3 de junio hubo explosiones en casas de políticos de ocho ciudades, incluyendo la suya en Washington. Según el procurador, ya era hora de poner de lado las "muy liberales" normas de la declaración de derechos y actuar prontamente contra la subversión. Valiéndose de agentes del Departamento de Justicia, Palmer infiltró los partidos Comunista, Comunista Obrero y Socialista, consiguiendo coordinar reuniones de éstos y otros grupos radicales el 2 de enero de 1920. Esa noche los agentes del procurador apresaron en 33 ciudades a 3.000 personas, casi todos extranjeros, a quienes se acusó de querer deponer al gobierno de los Estados Unidos. Las llamadas incursiones Palmer continuaron durante junio, arrestando a 6 000 extranjeros indeseables y deportando a casi mil de ellos. Fue durante esta histeria antirradical y antiextranjera cuando se Ilevó a cabo el asalto en South Braintree y, subsiguientemente, las detenciones e inculpaciones de Sacco y Vanzetti que causarían tanta controversia.
El camino a Dedham
Nacidos en Italia, Sacco y Vanzetti emigraron por separado a los EUA en 1908. Sacco se casó, tuvo un hijo y una hija, y era zapatero en Milford, Massachusetts. Vanzetti no se casó y se dedicó a la venta de pescado en Plymouth. Con el tiempo, ambos fueron influidos por un filósofo anarquista Ilamado Luigi Galleani, quien abogaba por derribar el capitalismo. Entre 1917 y 1918, ambos huyeron a México por las movilizaciones de la Primera Guerra Mundial. Al ser interrogados por la policía, en un principio ambos negaron sus afiliaciones radicales, pero posteriormente Sacco y Vanzetti admitieron que en la noche de su arresto buscaban un coche para deshacerse de literatura anarquista comprometedora que poseían. El hecho de portar armas, las declaraciones falsas y evasivas, las actividades izquierdistas y la identificación tentativa de los testigos fueron más que suficientes para inculparlos del asalto y asesinatos de South Braintree. Pero antes de ser juzgados juntos, Vanzetti fue procesado por separado y se le sentenció a prisión por su participación en un asalto en Bridgewater el 24 de diciembre de 1919. El juez de este proceso fue Webster Thayer, quien luego juzgó a Sacco y Vanzetti en Dedham, el 21 de mayo de 1921. "Dado que los testigos son italianos", instruyó el juez Thayer al jurado en el primer juicio, "no se deberá inferir nada en su contra. Se supone que son honestos, sinceros e inocentes." En el juicio Ilevado a cabo en Dedham, siete testigos del fiscal identificaron a Sacco como uno de los pistoleros de Braintree, y cuatro identificaron a Vanzetti. De los 12 testigos de la defensa que dijeron que los acusados estaban en otra parte el día del asalto y asesinatos, 11 eran italianos. Los jurados, pueblerinos de clase media, eran predominantemente anglosajones. Uno de ellos dijo después, procurando dar dirección al juicio, que el testimonio contradictorio de cada testigo era anulable. "Pero las balas...", añadió, "no hay forma de dar la vuelta a esa evidencia." La fiscalía pudo al fin establecer que las balas y casquillos hallados en la escena del crimen fueron disparados por el revólver que tenía Sacco al ser arrestado. La identificación del arma de Vanzetti como aquella que se tomó del guardia, fue menos concluyente. Pero el fallo de culpabilidad del 14 de julio, aunque esperado, no fue el acto final de la tragedia.
¿Víctimas de Ia histeria antirroja?
Mientras Sacco y Vanzetti permanecían bajo custodia, la defensa reunió durante los años siguientes varias solicitudes para que fuera reabierto el caso. Todas fueron denegadas. En todo el país y en el mundo entero hubo protestas por lo que se consideró como absurdas y persecutorias condenas por creencias políticas impopulares más que por culpabilidad criminal. A fines de 1925 pareció haber una pausa en el caso cuando un tal Celestino Madeiros, reo en la prisión de Dedham, condenado a muerte por asaltar un banco, confesó tener parte en el asalto de Braintree. Madeiros juró que los pistoleros no eran Sacco y Vanzetti. Aunque no pudo hacer un recuento coherente del asalto ni identificar a los otros participantes, Madeiros consiguió ganar dos años de vida antes de que se llevara a cabo su sentencia de muerte. Su "confesión" no fue de ninguna ayuda para los esfuerzos legales de Sacco y Vanzetti. En la primavera de 1927, el profesor en derecho Felix Frankfurter, de Harvard, que luego fue juez de la Suprema Corte de Justicia, publicó una indignada denuncia del juicio de Dedham: "Fuera del juzgado campeaba la histeria antirroja... y dominó al proceso." El alegato de Frankfurter produjo otra ola de protestas contra el veredicto. Cediendo ante la presión, el gobernador de Massachusetts, Alvin T. Fuller, nombró al rector de Harvard, A. Lawrence Lowell, para dirigir una comisión de tres miembros que revisaría minuciosamente el caso. En otro juicio (más large que el de Dedham, de seis semanas y media), la comisión Lowell leyó la copia estenográfica, llamó a testigos y entrevistó al juez Thayer, al fiscal y al jurado. La conclusión: Sacco era sin duda culpable y Vanzetti también, aunque la evidencia contra él era "más débil". El 8 de agosto se negó un aplazamiento de la sentencia de muerte.
EI caso que no morirá
La noticia de las ejecuciones inició una ola de disturbios antiestadunidenses. Desde mediados de la década de 1950, y durante tres décadas, el escritor Francis Russell estudió y escribió acerca del caso Sacco-Vanzetti. En un principio, aceptó la opinion general de que el juicio fue una falsedad y que su sentencia fue un error de la justicia. Pero cuando publicó su primer libro acerca del tema, Tragedia en Dedham, tomó la postura de que Sacco era culpable y Vanzetti inocente. Sacco pudo salvar a su colega confesando, pero quizá sintió que eso sería traicionar al movimiento anarquista. En lo que se refiere a Vanzetti, le pareció válido morir, no por un crimen que no cometió, sino en aras del avance de su movimiento. En noviembre de 1982, Russell recibió lo que parecía confirmar su tesis: una carta del hijo del último miembro sobreviviente del comité de defensa de Sacco y Vanzetti, Giovanni Gambera. Poco antes de su muerte, unos meses atrás, el anciano Gambera confió a su hijo que todos en el círculo anarquista de Boston sabían que Sacco era culpable y Vanzetti era inocente, pero nadie quería romper el acuerdo de silencio, aunque le costara la vida a Vanzetti. "Entre usted y yo", escribió el joven Gambera a Russell, "ésta es la última palabra."
Años después de la ejecución, una bomba colocada por un grupo desconocido demolió la casa del juez Thayer e hirió a su esposa. El juez estuvo bajo ataques constantes por su imprudente actitud dentro y fuera del juzgado, y por oponerse a la reapertura del caso.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario