Estas fueron las últimas palabras de Nicola Sacco antes de morir ejecutado en la silla eléctrica al igual que Bartolomeo Vanzetti el 23 de agosto de 1927, hace ochenta años.
Sacco, zapatero, y Vanzetti, pescadero, fueron condenados debido a su triple condición de emigrantes, pobres y libertarios; su muerte era un aviso al proletariado estadounidense para que se mantuviese sumiso y no se dejara arrastrar por el marxismo ni por el anarquismo. Detenidos en 1919- dos años después del triunfo de la Revolución rusa y el mismo en que se fundaba la internacional Comunista-, su caso traspasó fronteras y su ejecución, más que amedrentar, fue un revulsivo para los explotados de todo el mundo.
Los hechos de los que les acusaron sin pruebas y con testimonios contradictorios fueron los siguientes:
El 24 de diciembre de 1919, personas desconocidas asaltan una fábrica asaltan una fábrica de calzado en Bridgewater, Estado de Massachussets, sin éxito. Un incidente sin mayores consecuencias: ni hubo robo ni muertos o heridos de bala: la empresa contrata detectives para investigar el caso pero transcurren los meses sin que haya novedades, entre otros motivos porque no se puede identificar a los asaltantes.
El 15 de abril de 1920 se produce otro asalto a una fábrica de calzado en South Braintree, poblado cercano al anterior. Los atracadores se llevan 16.000 dólares, dejando tras de sí dos muertos. Llevaron a cabo la operación cinco individuos que utilizaron dos automóviles.
Sacco y Vanzetti son detenidos por casualidad el 5 de mayo en una de las diversas redadas que se realizan . En el momento de se aprensión ambos están armados. Nicola lleva una Colt automática calibre 32 y Bartolomeo un revólver Richardson y una Harrington 38. Si no hubiera sido por ello quizá los hubieran liberado en poco tiempo. Pero, una vez presos, el poder aprovechará la ocasión para dar un escarmiento al movimiento anarquista.
Conviene insistir en que si bien todas las “pruebas” para involucrarles en los sucesos fueron amañadas, sí es cierto que poseían armas, de hecho ambos eran defensores de la violencia revolucionaria.
Nicola Sacco había nacido en 1891 en Torremaggiore, en la provincia italiana de Foggia, y Bartolomeo Vanzetti nació en 1888 en Vallafalleto, provincia de Cuneo. Tenían respectivamente 29 y 31 años cuando fueron detenidos.
Vanzetti, que era un apasionado lector de Dante, había trabajado en las canteras de piedra de Conneccicut, como peón en Youngstown, Ohio, y en las fábricas de acero de Pittsburg. Por haber encabezado una huelga en Massachussets en 1916 fue puesto el la lista negra y tuvo que dedicarse a ser vendedor ambulante de pescado.Nicola estaba casado, tenía un hijo y esperaba otro. Junto a su pareja distribuía propaganda revolucionaria y recaudaba fondos para la causa. Vanzetti y él viajaron a México en 1917 para escapar del reclutamiento militar.
Desde el momento mismo de la detención, comenzaron las arbitrariedades y no se les dijo de qué se les acusaba, de hecho ellos pensaron que se les agarraba por ser anarquistas.
En un primer juicio, Vanzetti fue condenado a 15 años de cárcel por el atraco frustrado a Bridgewater, dirigió el proceso el juez reaccionario Webster Thayer. Poco después se inició un segundo proceso a ambos acusados por los dos asesinatosen South Braintree dirigido por el mismo magistrado.
El 14 de junio de 1921- ironías de la Historia: en el aniversario de la Revolución francesa- fueron declarados culpables por el tribunal y condenados a morir en la silla eléctrica.
Pero, ¿habían cometido en verdad los actos que se les imputaban? No hubo pruebas que lo demostrasen y sí numerosas irregularidades: se presionó y sugestionó a los testigos para que dijeran reconocer a los dos italianos- varios de ellos no hablaban inglés y fueron malamente traducidos-, no se explicó qué pasó con los otros tres asaltantes (recordemos que eran cinco) ni con el dinero e incluso hoy día sabemos que uno de los proyectiles que se presentó de prueba fue cambiado por la fiscalía o por la acusación.
El juez Thayer no quería esclarecer la verdad y sí escarmentar al movimiento obrero. Declaró perlas tales como estas: “Los imputados en el asesinato son culpables de socialismo”, “Puede que en realidad este hombre [Vanzetti] no haya cometido el crimen pero él es enemigo de nuestras instituciones. Los ideales del acusado son afines al delito”.
Diversas personalidades se manifestaron en defensa de los dos italianos: Albert Einstein, George Bernard Shaw, Upton Sinclair, Marie Curie, John Dos Pasos..., incluso alguien tan poco sospechoso de anarquismo como el Papa Pío XI pidió clemencia y también, lo que son las cosas, Benito Mussolini.
Durante los seis años que estuvieron en prisión sucedió lo siguiente: Celestino Madeiros, un ladrón de bancos que se encontraba detenido, confesó haber participado en el salto en South Braintree con la banda de los hermanos Morelli. Una vez más, el juez Thayer hizo gala de su actitud prejuiciada contra los dos anarquistas y bloqueó que se siguiera esa vía de investigación.
El 23 de agosto de 1927 fueron ejecutados. Grandes manifestaciones tuvieron lugar en Estados Unidos ese día, en Nueva York, la policía se enfrentó a 50.000 obreros.Desde la cárcel, unos meses antes de la ejecución, Vanzetti escribió: “Pude haber muerto sin que nadie supiera de mi, como un desconocido, un fracasado. Ahora no somos un fracaso. Esta es nuestra carrera y nuestro triunfo. Nunca en toda nuestra vida podríamos haber esperado emprender tal lucha por la tolerancia, por la justicia, por el entendimiento del hombre por el hombre, como lo hemos hecho ahora por accidente. La pérdida de nuestras vidas, las vidas de un buen zapatero y un pobre vendedor de pescado, todo. Este último momento nos pertenece, esta agonía es nuestro triunfo”.
La noche anterior al fatídico día, Sacco redactó la última carta a su hijo Dante: “Así, hijo, en lugar de llorar, se fuerte... y recuerda siempre, el juego de la felicidad no lo uses sólo para ti, Ayuda a los débiles que claman por ser ayudados, ayuda a los perseguidos y a las víctimas, porque ellos son tus mejores amigos; son los camaradas que luchan y caen como tu padre y Bartolomeo, que lucharon y cayeron por conquistar el goce de la libertad para todos”.
El recuerdo de la ignominia contra Sacco y Vanzetti quedó en la memoria y años después,al casa del juez Thayer fue dinamitada por unos desconocidosCincuenta años después, en 1977, el gobierno de los Estados Unidos admitió oficialmente su “error” judicial, disculpándose con los descendientes de Sacco y Vanzettti. Y el 23 de agosto de ese año, fueron exonerados por el entonces gobernador de Massachussets, Michael Dukakis.
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