viernes, 17 de agosto de 2007

140/Actuales - Falleció Juanjo Ramos - RB,Gabito,Costa

El movimiento sindical está de luto. El histórico dirigente del gremio de los trabajadores bancarios, Juan José Ramos, falleció ayer a los 46 años de edad, luego de una larga lucha contra la leucemia. La mayoría de sus compañeros sindicalistas reconocieron en él un dirigente que dejará una huella imborrable en la clase obrera, sobre todo, por haberse jugado a la salida de la dictadura con la reorganización de AEBU y por haber contribuido en la defensa de la institucionalidad durante la última crisis financiera de 2002.

Su último discurso público, el 8 de mayo pasado. Anunciaba su retiro de la presidencia del Consejo de la Banca Privada del gremio.
El dirigente Juan José Ramos falleció ayer, sobre las 16.30 horas, en el sanatorio de Casa de Galicia, luego de haber luchado durante varios meses contra la leucemia. Luego de 22 años al frente de la presidencia del Consejo Banca Privada de AEBU, el pasado mes de mayo Ramos había resuelto abandonar el cargo para tener menos exposición a raíz de su enfermedad, sin embargo nunca se alejó del gremio que lo vio nacer como dirigente sindical.


También desde hace unos meses su lugar en el Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT lo venía ocupando el actual secretario general de AEBU, Fernando Gambera, e incluso también había abandonado sus puestos en la dirigencia de Peñarol y la vicepresidencia de la Asociación Uruguaya de Fútbol. En la última elección nacional figuró en la lista 2121 de Asamblea Uruguay.

Tras su fallecimiento, aquellos dirigentes sindicales que fueron sus compañeros no dudaron en afirmar que "la pérdida de Juanjo Ramos será irreparable para el conjunto del movimiento sindical".
El dirigente del PIT-CNT Juan Castillo dijo que "Juanjo tenía apenas 46 años de edad, toda una vida por delante, y su fallecimiento sin dudas es un mazazo que golpea contra el pecho de toda la clase obrera".

Castillo sostuvo que Ramos "era un compañero de características particulares, porque era polémico pero, a la vez, un ser tremendamente humano, íntegro, frontal y leal". Además, el dirigente del PIT-CNT expresó que "estos días no son los mejores para el movimiento sindical porque entre la muerte del histórico dirigente del Sunca, Lobo Guzmán, y la pérdida de Juanjo, significaron dos días de luto tremendos".

Por su parte, el ex dirigente de AEBU, hoy secretario general del Partido Socialista, Eduardo Lalo Fernández, dijo que "el agujero grande que deja Juanjo no va a demorar mucho tiempo en verse". Agregó que "sin dudas era controvertido porque nunca se calló la boca, pero cuando apenas se comienza a repasar con la memoria los beneficios que logró para el conjunto de los trabajadores bancarios, nos damos cuenta de que fue un conductor impresionante".
Fernández destacó que Ramos "siempre defendió los intereses de los ahorristas y cuando tuvo la oportunidad expresó sus ideas para el beneficio del país, sobre todo cuando se refería a la banca que el Uruguay necesitaría tras la grave crisis de 2002".

El presidente de AEBU, Gustavo Pérez, recordó que Ramos "encabezó el sindicato cuando la recuperación de los derechos de los trabajadores, a la salida de la dictadura militar, y durante la crisis financiera peleó por la institucionalidad, las fuentes de trabajo y los ahorros de la gente".
Pérez agregó que "Juanjo siempre se jugó por sus ideas y nunca le faltaba opinión para dar debate y esa es la huella que dejará en el gremio", concluyó.

El comunicado del PIT-CNT señala además que se trata de una "pérdida irreparable" y agrega que "Juanjo, como todos los conocíamos tenía muchos años de activa vida gremial, a pesar de ser un hombre joven" . Recuerda, además que era conocido por su "temperamento, vitalidad, capacidad de estudio y de negociación".
El diputado Carlos Varela (Asamblea Uruguay) recordó a Ramos como "un hombre de consulta del ministro de Economía Danilo Astori". Juan José Ramos integró en la pasada elección la lista 2121 de Asamblea Uruguay. "A nivel sindical, su fallecimiento debe leerse como una pérdida impresionante. Era un hombre para nada mezquino; un compañero claro en lo ideológico y muy leal".

El último discurso

El último discurso de Ramos, el 8 de mayo pasado, fue íntimo, en la sede central de AEBU, rodeado de compañeros del sindicato y de algún jerarca del gobierno, como por ejemplo el presidente del BCU, Walter Cancela, en ocasión de abandonar la presidencia del Consejo de la Banca Privada del gremio.
En su despedida de la presidencia, Ramos dijo "agradecer al gremio por la formación brindada" y señaló que con miras al futuro inmediato "el sindicato tiene que ser atractivo para quienes hoy son las nuevas camadas de los trabajadores bancarios".
En tal sentido, Ramos había expresado que "hay un trabajo de la Universidad de la República que señala que el 70% de los trabajadores menores de 30 años no se afilia a los sindicatos, no sólo de AEBU, sino en general".
Por lo tanto, "el sindicato tiene que saber llegarle a esa gente y saber que como dirigentes sindicales tenemos que enseñarles el discurso de clase, actualizarla a la nueva realidad laboral que tienen, de sobrecapacitación laboral, para que el sindicato siga existiendo".

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La siembra de Juanjo Ramos

En las últimas horas, murió el vicepresidente de la AUF, Juan José Ramos. La columna de esta semana había pensado destinarla a otro tema, pero la repentina y muy sentida desaparición de "Juanjo" me impulsó a hacer un repaso breve – a modo de homenaje- de su actuación como dirigente de fútbol.
Juan José Ramos desembarcó en el Consejo Directivo de Peñarol, hace unos años atrás, como integrante de la Lista que encabezaba Enrique Badano. Después de las elecciones, sumó su trabajo al club de sus amores, dejando de lado las diferencias proselitistas con el oficialismo a tal punto que fue designado delegado ante la propia Asociación.

A pesar de las inconmensurables diferencias ideológicas, políticas, generacionales, con el contador José Pedro Damiani, se ganó el respeto del octogenario presidente de Peñarol quien lo eligió como sustituto de su hijo Juan Pedro, en el Consejo Ejecutivo que encabezaba Eugenio Figueredo.
El contador Damiani, sin importarle las ideologías, escogió a un hombre de izquierda, un gremialista bancario de la línea dura de AEBU, un dirigente progresista, para representar a Peñarol en la AUF. "Usted haga lo que le dicte su conciencia...meta para adelante y cuente con mi apoyo. No dé pelota a lo que digan", le decía reiteradamente el presidente aurinegro a Ramos, cuando se agitaban las olas en la calle Guayabos.
El aporte de Juanjo Ramos al fútbol uruguayo, algún día, deberá ser reconocido públicamente. Nunca dijo amén, si el tema en discusión contrariaba sus principios y la ética se paraba firme ante el poder.

Llegó a la centenaria AUF en el momento más crítico de su existencia. Cuando la corrupción había destrozado su estructura y todo estaba bajo sospecha, el joven dirigente bancario le devolvió con su presencia, un poco de credibilidad a la desacreditada institución.
Cuando el Consejo Directivo de Peñarol, traicionando las promesas electorales, arrió las banderas de la independencia y resolvió votar la extensión del contrato con la empresa Tenfield SA, hasta el 31 de diciembre del 2016, Juan José Ramos no dudó un instante en votar en contra y el contador Damiani, respetó su decisión. Fue el único neutral, que se opuso a la propuesta.
Pero cuando todos los dirigentes ya se habían bajado los pantalones y votado la extensión del monopolio, Juanjo Ramos descubrió que en realidad la propuesta de Tenfield SA estaba disfrazada, contenía una trampa contable y era económicamente muy inferior en nada más y nada menos que U$S 1.800.000.

Su aguda y muy oportuna observación generó un gran debate público y logró que el dueño del fútbol uruguayo, Francisco Paco Casal, modificara la oferta, aumentando los ingresos para los clubes y la Asociación. Allí, los periodistas oficialistas, que responden al poder lo acribillaron con sus críticas pero él las enfrentó con la convicción de siempre.
Aquellos que se beneficiaron con su investigación, nunca le agradecieron públicamente este aporte. Le pagaron con criticas y hubo uno, el doctor Silvio Hernández (Bella Vista) que lo amenazó con denunciarlo penalmente, por un desboque de Juanjo, en medio de esa batalla mediática que se generó, por una entrevista que le hiciera la revista Caras y Caretas.
A pesar que sabían que estaba peleando a brazo partido contra la muerte, sus pares nunca le agradecieron ese aporte, que se tradujo en cientos de miles de dólares en beneficio de sus instituciones.Ahora, ese reconocimiento, no tendría sentido.

Otros que quedaron en deuda con Juanjo Ramos fueron sus compañeros del Consejo Ejecutivo de la AUF. Principalmente, su presidente, el doctor José Luis Corbo, quien se comprometió con él, en enero pasado, que iba a sacar una nota en respuesta a los agravios que le había inferido, Nelson Daniel Gutiérrez.
La promesa se la llevó el viento.El doctor Corbo, nunca desagravió a su compañero del Ejecutivo y me consta que Juanjo Ramos, esperó con mucha ilusión que se concretara esa reivindicación del presidente de la AUF.
El vicepresidente de Tenfield SA, en una entrevista que le realizaron los colegas de El Observador, vía e-mail, había pedido la renuncia de Juan José Ramos a la vicepresidencia de la AUF, por haberse opuesto a la propuesta por la extensión del contrato y los derechos de las Eliminatorias del 2010.

Los neutrales se hicieron los distraídos, convalidaron con su silencio el agravio improcedente del Tano Gutiérrez, y Ramos se murió sin haber recibido ese resarcimiento moral, ese gesto de solidaridad, de sus compañeros.
Pero la mayor ofensa y traición que recibió Juanjo como dirigente de fútbol, sin lugar a dudas, fue de parte de Juan Pedro Damiani. Este le pidió en mayo del 2006 que viajara a Buenos Aires, para entrevistarse con Paco Casal y mediar en el diferendo entre el empresario y Peñarol.
Ramos volvió a Montevideo con una amenaza de muerte de parte del empresario, quien le dijo entre otras cosas, que no se metiera en el diferendo porque "yo por U$S 500, te puedo hacer pasar por un camión por arriba, y arreglar como que fue un accidente".

Es público como terminó la pelea de Damián (h) con Casal y como pagó Ramos los dolores de cabeza, amarguras, traiciones que recibió en el fútbol.
Cuando Juanjo ya estaba internado en Casa de Galicia y todos los que lo rodeaban sabían que su pelea ya estaba perdida – me lo dijo a mi una tarde, cuando lo llamé al celular y se estaba haciendo quimioterapia- Juan Pedro Damiani, llamó al doctor José Luis Corbo para reclamarle que “la vacante” de Ramos en el Consejo Ejecutivo, la iba a llenar con José Carlos Domínguez.
Un acto de canibalismo increíble. Inhumano. Inmoral. Abominable desde todo punto de vista.
Hace años que sostengo que la peor crisis del fútbol uruguayo es de valores. Juan José Ramos fue un abanderado de ellos. En su breve pasaje por el fútbol demostró que se puede actuar con dignidad ante los poderosos, los soberbios y que las convicciones no se cambian por dinero...Se defienden, desde los principios.Esta fue la siembra que Juanjo hizo en el fútbol.

Por Ricardo Gabito

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Un grande: Juan José Ramos

Como muchos uruguayos, conocí a Juan José Ramos luchando por sus derechos de manera efusiva y con mucha, mucha garra. Convencido de sus ideas, muchos lo vimos en la televisión cuando increpaba a un empleado de una multinacional de seguros por no acatar una medida gremial. Lo vi, como todos los uruguayos, en las puertas de un banco de la Ciudad Vieja en una huelga de ese banco, ofuscado, contrariado por la decisión de la empresa ya que él entendía que se afectaban derechos laborales. Lo hacía de manera vehemente.
Hasta ese momento vi a un personaje que ejercitaba de manera muy impetuosa, apasionada, y diría que hasta fuera de lo común, sus derechos. No me gustaba. Debo ser sincero. Fui crítico y realmente no me caía bien. Yo, hasta el año 2000 trabajaba en una firma de abogados de la que alguno de sus integrantes había sido declarado persona no grata para AEBU a través de gestiones de Juanjo. Era lógico que Ramos no me cayera en gracia.

Todo cambia cuando lo conocí. Cambié, luego de juzgar en forma negativa al histriónico dirigente sindical, cuando desentrañé a la persona, a Juanjo, al Gordo, al Amigo Juan José Ramos. A partir de ese momento, lo consideré un Grande.

De las cosas que le agradezco a la vida, fue la oportunidad que me concedió Jorge Batlle de acompañarlo como prosecretario de la Presidencia durante el período 2000-2005. Hoy, distanciado políticamente del doctor Batlle, sin embargo le estoy y le estaré agradecido eternamente por lo que me permitió aprender. En esa posición pública recordé nuevamente lo agradable que es apreciar lo bueno y lo malo de la vida, a reconocer las personas por detrás de las ideas, a encontrar amigos sin importar lo que dijeran o hicieran, y sobre todo a buscar lo esencial por encima de las apariencias, es decir a separar la paja del trigo.

En ese marco, la crisis del año 2002, la peor que todos los que hoy habitamos este país recordamos, me permitió desenmascarar al otrora personaje televisivo que yo, como muchos uruguayos, conocía como Juanjo Ramos. Todos mis preconceptos por suerte cambiaron ya que allí descubrí a un Gran Uruguayo, a un Grande, a un ser cariñoso, comprensivo y efervescente. Si hay algo que puedo decir con propiedad, es la importancia que tuvo la colaboración del gobierno de Estados Unidos de América al Uruguay en la salida de la crisis financiera. Sin lugar a dudas esa ayuda fue importante, pero fue dinero, nada más que dinero. Faltaba algo, un intangible, algo invaluable e insoslayable: el aporte en valores. Ese aporte vino de la mano, al igual que de muchos otros uruguayos, de Juanjo. Juanjo Ramos fue clave. Juanjo fue decisivo. Juanjo no midió costos y vaya si los pagó. Para él, estuvo primero el país, y luego los intereses sindicales. Para él primero estuvo la estabilidad, luego él y su familia.

En los meses previos a lo que fue la salida definitiva a la crisis bancaria, y lo mas importante, en los posteriores, Juanjo fue una de las claves silenciosas de la calma en la tormenta financiera. Fue el tranquilizante en los momentos de la crisis nerviosa. Fue la persona que se acercó, en silencio, pero con decisión a ayudar. Lo acompañaron Lalo Fernández y otro amigo que fue quien me lo presentó, Mario Bergara. Me pidieron que facilitara una reunión con el Presidente Batlle para colaborar con una pronta salida de la crisis. Lo recibimos, junto al Presidente Batlle, en Suárez. Conversamos mucho. Juanjo necesitaba ayudar, aportaba ideas, consejos y sobre todo apoyo.
Pero su afán de ayudar no comenzó en ese momento, sino en diciembre de 2001, cuando se despertaba la crisis de liquidez en el Banco Galicia y era necesario bajar la pelota al piso; Juanjo lo hizo. Trató, aunque sin éxito, en la medida de sus posibilidades que la gente se tranquilizara y no siguiera la sangría de los depósitos. Apareció un paro bancario por razones circunstanciales que la verdad no recuerdo, pues la razón real era que durante al menos un día la gente no sacara los dineros del banco.

No teníamos a simple vista muchas cosas en común. Hasta que yo lo conocí. Allí descubrí que compartíamos lo más importante en la vida: valores. Creo que los dos compartíamos algo mucho más importante que los colores de un cuadro de fútbol, como es amor al país y a la libertad.
Tengo muchas anécdotas de Juanjo que lo colocan en la categoría de un Grande.
Cuando se aprobó la ley que permitió el levantamiento del feriado bancario, en un frío fin de semana de agosto de 2002, nos encontramos en el Parlamento. El quería que sus compañeros, los afiliados a AEBU, mantuvieran sus puestos de trabajo. No fue posible todo lo que él pretendía; sin embargo, apoyó la ley que a la postre fue el comienzo de la solución al saneamiento del sistema bancario. Se quedó con la sangre en el ojo, pero con entereza apoyó al país.

En diciembre de 2002, cuando comenzaba a asomar la salida a la crisis financiera, aun cuando faltaba lo más duro, que era la negociación de la deuda soberana con los organismos internacionales, me lo encontré en la calle. Creo que fue un 23 de diciembre; yo iba por la Avenida Batlle y Ordóñez y nos saludamos. Paró su auto y yo el mío. Conversamos y me pidió que acompañara al "Flaco" Atchugarry, que lo veía solo en el Ministerio de Economía. "Ayudalo", me dijo. "¿Por qué?", pregunté. "Hay mucha gente queriendo que las cosas no le salgan", me contestó. Me transmitió algunas ideas para que se las comunicara a Alejandro.
A fines de enero de 2003, al surgir una nueva corrida bancaria, que pudo poner en jaque la débil estabilidad alcanzada, junto a Esteban Valenti y Juanjo dijimos que había que ayudar a parar esa sangría. Juanjo salió a la prensa y tras desenmascarar un intento de conspiración la situación recobró la normalidad.

Nunca supe si realmente tales causas fueron las que ocasionaron la mini corrida bancaria, pero lo que sí sé es que Juanjo ayudó a detenerla. Su palabra, a esos efectos, fue más creíble para los uruguayos que la de cualquier autoridad pública.
Más de una vez conversamos sobre la instrumentación del famoso 3 por 1. Es decir, que cada tres funcionarios que abandonan la función pública ingresa uno de los que están en el seguro de desempleo bancario. Mucho luchó por eso y aun hoy resta instrumentar una salida final al tema. A mí me gustó colaborar con él y su sindicato. No porque me sintiera parte de su organización, sino porque me parecía que era un imperativo ético colaborar con una persona y con un gremio que él lideraba, que tanto habían aportado a la estabilidad y la democracia del Uruguay.

Luego de eso, hablamos más de una vez sobre temas poco importantes para el país, pero para mí muy relevantes. Ya estábamos en 2005, yo volvía a la actividad privada. Me dio consejos y sobre todo apoyo espiritual en un proyecto profesional que yo estaba emprendiendo. Me dio algo que él no tenía: tiempo.
Cada tanto hablamos telefónicamente, sólo para saber cómo estábamos y cómo iban las cosas del país. Para mí fue muy lindo que alguien que en el pasado era un dirigente sindical de quien yo estaba lejos, se hubiera convertido en un amigo. Antes de conocerlo, y en la actividad privada, para mí Juanjo era prácticamente una especie de diablo. Luego de que lo conocí Juanjo pasó a ser un referente, un amigo, un Grande.
Hace dos meses, cuando el actual gobierno junto a organismos internacionales organizaron un evento para analizar la salida de la crisis bancaria, Juanjo era uno de los expositores. No concurrió; por primera vez no pudo estar. Allí me enteré de que estaba luchando contra una maldita enfermedad, luchando, una vez más, por la vida y sus ideales.

Después de eso hablamos telefónicamente dos veces más. Una de ellas, me llamó para tratar de entender el rol que en la crisis de 2002 habían tenido Alejandro Atchugarry, Alfie y Davrieux (estos dos últimos negociaban los términos técnicos de la salida). Para Juanjo, al igual que para mí, la salida de la crisis fue política. La salida fue entre políticos y gracias a la política con Mayúscula. La colaboración de Estados Unidos de América fue una decisión política de ayudar a nuestro país y a nuestro Presidente. Juanjo formó también parte de esa salida política. El quería escribir una nota periodística para resaltar eso y demostrar que la queja que algunos integrantes del Partido Colorado habían manifestado a los organismos internacionales por no haber sido invitados al evento antes mencionado, era una demostración de algo menor. El quería demostrar algo que trascendía el ego de los pequeños, quería hacer saber que en la democracia lo importante es la política y no los tecnócratas. Quería, y lo comparto, demostrar y evidenciar que sin políticos no hay democracia ni salidas a los problemas. Sin políticos y sin partidos políticos. Ya conocía al luchador, al liberal, al sindicalista, en ese momento conocí al republicano. Juanjo era un gran republicano, de los que luchó por la democracia en momentos difíciles.
La última vez que hablé con él fue hace unos pocos días, cuando él creía haber ganado su lucha por la vida. Lo llamé. Me preocupaba el Decreto que sobre principios de julio de 2007 había emitido el Poder Ejecutivo derogando en forma genérica las exoneraciones fiscales de aportes patronales a organizaciones sociales, como las ONG y otras organizaciones, como los sindicatos. A mí me preocupaba el impacto que el Decreto tenía en las ONG y sabía que en Juanjo podía encontrar un aliado para ayudar a cambiar la situación. Sé que hizo algunas llamadas telefónicas. En ese momento me comentó que estaba mejor y con ganas de seguir luchando.

El jueves 16 de agosto me enteré de su muerte. Me pegó duro, como a muchos. Sin embargo, me motivó a recordarlo, a rendirle mi homenaje, basado en mis sentimientos. Un homenaje a la vida por la que él lucho. Quiero agradecer a Juanjo lo que me enseñó. Agradecer su calidad humana, su claro compromiso democrático y republicano. Quiero agradecerle a Juanjo su amistad y sus consejos. Quiero, mediante estas líneas, homenajear a Juanjo y a lo que él representó. Quiero decirle a su familia, en especial a sus hijos, a quienes no conocí, que Juanjo dejó mucho: valores, amigos y sobre todo una enseñanza: hay que luchar siempre por lo que uno quiere y siente. Gracias, Juanjo. Para mí fuiste un Grande. Para el Uruguay un ejemplo a seguir.

LEONARDO COSTA - Abogado. Fue prosecretario de la Presidencia durante la Administración del Dr. Jorge Batlle, entre marzo de 2000 y marzo de 2005

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