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Dos artículos - una columna y una carta - aparecidos en la última edición del tedioso y flechadote semanario Búsqueda - que veo viene de regalo con una revista llamada Galería - me casi obligan - o dan terribles ganas, que es lo mismo - de aceptar tu ofrecimiento de participar de tu blog y despuntar el vicio.
Por un lado, un señor Gustavo Escanlar la emprende contra el "Pepe" Mujica y, haciendo gala de cierto maligno poder de vinvular al garete, termina identificando "lo pepe" con lo plancha, horrible, grasa y hasta termina diciendo que es tal el mediocrismo y la mediocridad reinante que también entra en esa bolsa la pasta base, "elaborada desde los residuos de otra droga de baja calidad".
En definitiva, para Gustavito, "lo pepe" es el símbolo del Uruguay barato, del infraconsumo, del universo plancha, uniforme hacia abajo y, de paso, se da el lujete de mezclar valores, pobreza, libertad e ilusión. El pepe bruto, pol´ñitico de barrio de cuarta que abarca toda la subcultura localista.
¡Mira vó'!, ¡qué bien! Así que ahora tratar de ayudar a poner en la olla o la parrilla un hueso con algo de carne es un pecado plancha y es "abaratar" la vida cultural del país.
Apenas conozco y nunca he hablado a solas con Mujica, no es mi amigo ni mi correligionario. Pero achacarle tales intenciones de disolución y achatamiento cultural parece un exabrupto de oposición, esa sí, barata, baratísima. Al tiempo, y no creo que GE sea un tipo influyente - me han hablado de plagios, chantadas contra gente de la cultura y un programa de programas que perpetró o perpetra -, pero esta operación de contra marketing me parece, al menos, desubicada, impropia y, sin duda, exactamente lumpen, que es mucho más que simplemente menor. Y basta con este señor.
La otra nota, la carta, contiene las respuestas a apreciaciones de Esteban Valenti por parte de Oscar Almeida, quien se identifica como ex integrante de la brigada internacionalista del PCU en Angola, donde habría compartido presencia con aquel.
Más allá del problema personal que hunde cuchillo en la misiva remitida a este autoconfeso "militante de izquierda con gustos de derecha", hay algo que parece tener respaldo en la experiencia: la necesidad de separar aguas entre militantes y el obsecuente, capo del gatopardismo (dice Almeida) más entusiasmados con acercarse al poder económico, y gozar de prerrogativas que sólo el dinero, que no es perro capitalista pero se acerca, puede dar.
Tampoco conozco a Almeida y poco a Valenti, pero en este mundo - capitalista o socialista, primero, segundo o tercero - además de ser hay que parecer, o, mejor dicho, aparecer en el bando debido, sin absorber calcetines y sin confundir, ahora, ser oficialista y leal con obsecuencia aprovechada, ser comprometido con ser camaleónico.
Repasando tu blog, gran gurú, llegue a una nota sobre "mediocrismo", cabe en éste y a ella remito.+
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