¿De qué mierda tenemos nostalgia los yoruguas?, Porque, en verdad, más que para hacer fiestas, festicholas y fiestitas con viejos chotos porteños y nativos decadentes, no la veo.
Claro, es que tenemos tanta gana de tirar calzones y bombachas y creernos felices que festejamos cualquier cosa.
¿Te acordás cuando salimos a 18 a festejar que habíamos terminado vicecampeones juveniles del mundo futbolero en Malasia?, no creo que haya sido el comienzo de la deca, pero fue un símbolo. Antes preferíamos, como muchos, no perder finales y ni siquiera ir a pelear el tercero, mejor quedar entre los ocho y perder los cuartos por una injusticia del juez, y no más ilusiones.
Volviendo a la mentada nostalgia, los nostalgiosos deben ser los que disfrutaron con la dictadura que no dejó llamarse dictadura y condenó al triple exilio: externo (internacional), interno (nacional) y psíquico (esquizo, paranoide, muy gris).
¿O tenemos nostalgia de los palos, las torturas, la persecución, los muertos?
¿Es que realmente nos gustaban la música idiotizante y la prensa encadenada, quemar libros o que nos los quemaran, no saber dónde están los amigos y familiares, sobresaltarnos cada vez que un coche frenaba en la puerta de casa o que abríamos un cedulón, probable concreción de la persecuta que avisaba de nuestro cese en el trabajo o que debíamos declarar contra un compañero?
Quizás queremos hacerles creer a nuestros menores, desde infantos a educandos durante el gobierno de facto, que es un país alegre y cumbianchero, que las crisis - que las hay las hay - se arreglan con un poco de romanticismo, sobre todo si se mama de algús disco LP destartalado recompuesto para la ocasión, con temas de Carpenters, Barry White, y apretándose sudoroso con tu novia de aquellos tiempos bajo una bola de luces que gira mientras esperas que otra vez katunga y el club del clán obliguen a sacudirte, y el mozo venga a traerte un licor oscuro que diga que es escoootch.
Y entonces, vós, mamado hasta las patas, te acordás de la barra de aquel boliche, que fue perdiendo integrantes uno por uno, y aquel hijo de mil putas que decía "¡algo habrá hecho!", y vós hasta llegaste a creer que capáz que estabas equivocado y que ojalá al otro día tuvieras trabajo y familia y amigos, que alguien estuviera en el bar, ojalá todos los que estamos hoy.
Festejones de segunda mano, lembrança de Obdulio - y después no pasó, no puede pasar más nada - y suerte pa'los que se pueden ir, que palos nos van a dar si se acuerdan que firmaste, dijiste,.. y ni que hablar si hiciste, porque también habrás hecho algo, ¡cabrón!, condenado a ver televisión nacional - goyezca - y argentina - videllezca - durante toda tu vida. gigantesco gran hermano, adorador de las tarjetas de crédito, de la seguridad de los shoppings y sus marcas.
¡Québueno poder ser nostalgioso!, desde el alma, que está podrida ya de tanto recuerdo y que, mejor, traeme otro trago pibe, de lo que sea che....
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