lunes, 22 de octubre de 2007

344/Alkimia - Una homilia para los niños - Por Pbro. Diego Pérez del Castillo


no se si me la mandó para publicar o para hablarla algún día con mis mietos, descarto cierto, pero lógico, egocentrismo, satisfacción por lo bien hecho, pensado, gracias d, rb

Evangelio según San Juan cap.6 51-58

Momento de profunda alegría para ustedes niños de haber llegado a este momento para el cual se han estado preparando a lo largo de estos años en el Colegio de los Vascos, y para el cual se tienen que ir preparando de aquí en más todos los días de la vida, porque no se trata de recibir a Jesús hoy por primera vez y después dejarlo; sino que se trata de que esta primera comunión sea la primera y no la última –no sé si me explico- ; porque a veces uno dice: yo hice la primera comunión y punto. Y yo creo que al prepararse para la primera comunión en un Colegio o en una Parroquia, los cristianos, la Iglesia, Jesús fundamentalmente quieren que no sea la última comunión. Y esto es una responsabilidad de estos niños que están haciendo una cosa muy seria. Es decir lo que están celebrando ellos, lo que van a recibir ellos, lo que viven ustedes niños en su interior, creánme que es mucho más serio que tantas cosas serias de nosotros las personas grandes que a veces nos creemos que estamos tratando problemas serios –del mundo de las cosas serias- y sin embargo hoy lo serio, lo importante, lo fundamental, lo que realmente vale la pena para que la vida valga la pena, es lo que acontece hoy en ustedes: ustedes con Jesús adentro, Jesús adentro de ustedes.


Eso es el regalo que Dios les hace en este día, que no es cualquier cosa; sino que para Dios, para Jesús, la Eucaristía para la cual ustedes se han preparado hasta este momento es un regalo. Y como una vuelta leí en un afiche que había en un ómnibus: la vida es un regalo de Dios para los hombres, hagamos de nuestra vida un regalo para Dios. Y acá también Jesús se regala a ustedes y quiere que como orientación fundamental de sus vidas, sus vidas sean un regalo para Jesús. Es decir que no sea ésta la última comunión, por Dios se los pido, por Dios se los pido en el buen sentido de la palabra. Es lo que Dios quiere y es una responsabilidad de ustedes. Y así como seguramente muchos padres los envían a estudiar idiomas, a hacer deporte, a aprender computación… cuanto más no tiene que ser una responsabilidad de los padres y también responsabilidad de ustedes de no perder el vínculo con la eucaristía dominical en la cual este Señor de Galilea –como entraron cantando- ustedes quieren poner los pies, quieren poner las manos y quieren poner los labios, siga alimentando la vida de ustedes todos los días. Es un gran regalo, es una cosa que hoy es una experiencia en el alma de ustedes –yo, por ejemplo, la recuerdo de mi niñez-. Y a veces los adultos cuando perdemos la esencia de la existencia, cuando queremos recuperar la vida, tenemos que volver a este período de la infancia que es en el que nosotros estábamos puramente en Dios y Dios también más puramente en nosotros. Esto es así.


Mientras que desde el punto de vista de esta fe cristiana, que es una fe en Algo, buscamos la solución de la vida por otros caminos, cada vez la vida se nos complica más. Mientras la solución verdadera de la vida en su esencia, la busquemos en lo que hoy nuestros hijos están celebrando, estamos más cerca de la esencia de la vida. Es decir: nosotros en Dios, Dios en nosotros. No es tan complicado. Es esencial. Se pide para esto, se pide humildad. ¿Qué es la humildad? Lo que tienen estos niños hoy, en su fe, en su espontaneidad, en su originalidad presentándonos nosotros ante Dios y también que nos presente conjuntamente con las picardías que ellos también tienen; pero con la buena intención con la cual vienen a recibir a Jesús, nosotros los adultos también queremos recibir a Jesús en la vida de todos los días. Eso es lo serio.


Después lo otro que muchas veces le damos tanta importancia son imágenes que así como vienen se van y son pan para hoy y hambre para mañana. Y nosotros nos queremos hoy alimentar, junto con ellos, con un alimento que da vida eterna y del cual aquél que lo come –nosotros que lo comemos- no tenemos más hambre porque sacia plenamente lo que el corazón, la vida, el cuerpo, la existencia precisa. Es decir, alimentarse, vivir, darle importancia a cosas que tienen valor y no vivir dándole importancia a cosas que no tienen valor esencial; y veces la vida se nos va en eso… Eso es un modo también de decirle hoy a ustedes chicos: defiendan, como lo más grande que tienen hoy en sus vidas, esto que hoy van a celebrar. Son niños, pero pueden ser serios. Sean responsables de esto que hoy celebran y pídanle a los padres que los acompañen siempre en este proceso de Fe, que es de Jesús en ustedes y de ustedes en Jesús….


Después vienen la gimnasia, la computación, el inglés….etc…Después…. Lo cual no quiere decir que es malo. Pero a veces en la educación muchas veces nosotros estamos dando mucha información a nuestros hijos, mucho material, pero nos estamos olvidando de formar para lo esencial. Esto es un regalo de Dios Padre para ellos. Y los padres –las madres-, nosotros que somos imágenes del Padre, tenemos que regalarle, desde esta Fe, a nuestros hijos, lo que Dios quiere para ellos, que es justamente la vida de Jesús en ellos para que en Jesús ellos tengan vida y la tengan en abundancia. De manera que a ustedes niños, que esta alegría no sea con el paso del tiempo un recuerdo que se vaya borrando, sino que manténgala rezando. Es importante rezar, hablar con Dios, de mañana, de noche, al mediodía; tenerlo como un compañero de viaje. Si ponemos las manos, si ponemos los pies, si ponemos los labios en el Señor de Galilea, quiere decir que siempre se puede estar con Jesús. No es tan complicado. Es de Fe. Es lo que Jesús hoy quiere de ustedes, por lo cual hoy acabamos de leer este Evangelio en el que Jesús dice: El que me come –ustedes y yo- vivirá por mí. Viven de Él.


Así de sencillo. De manera que le pedimos a Jesús que esté con ustedes para siempre y a ustedes que estén con Jesús para siempre. Y le pedimos también a la Virgen –a Nuestra Señora de Betharram que se venera aquí desde hace tanto tiempo- que, como buena Madre –lo que no siempre pueden hacer las madres por sus hijos- lo haga Ella y ayude a las madres de estos chicos para que el mayor crecimiento en la vida sea siempre crecer con Cristo, en Cristo y hacia Cristo. Eso es la misión del cristiano que empieza en estos niños de ustesdes y esto es lo más serio en toda la vida: defender esta experiencia que hoy Jesús les regala, no para que sea solamente la primera comunión, sino para vivan siempre en comunión con Dios. Que así sea.


(MISA DE PRIMERA COMUNIÓN EN LOS VASCOS 21-10-2007)

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