domingo, 28 de octubre de 2007

364/Polis - Nuevos políticos colorados calzan championes - Por Fernando Caputi

PLANCHAS
Bastante chata –como planchada– por reiterativa, la información política nacional sale de su rutina con la incorporación, justamente, del Movimiento Plancha al Partido Colorado.
El ministro con cuyo apodo fueran bautizadas las tiras de asado sin carne fue el primero en reaccionar. Por supuesto, en los términos de populismo campechano que le reditúa votos para una postulación presidencial que, por ahora, el Pepe minusvalida.
Lo cierto es que José Mujica exteriorizó su sorpresa de que los planchas ingresaran afanosos a tiendas no de championes caros por su grifa sino, en acto de “renovación”, a las de un partido tradicional ceremonioso que nunca fue colcha de retazos pero se le veía alicaído, vetusto, perdedor.
Con otro estilo de franqueza, el ex presidente Jorge Batlle también se mostró asombrado y razonó que, si los planchas persisten en delinquir como –según él– lo habrían admitido, no tienen lugar en partido alguno dentro de nuestro régimen democrático.
Pero al opinar para medios audiovisuales, ciudadanos del suburbio identificados, a ojo y por su pinta, com a filosofia do ferro (plancha en portugués) negaron que se piense expropiar fino calzado tenis u otras prendas que hagan a su look. Uno de ellos aclaró, y esto es tranquilizador, que no existe afinidad ni conexión alguna con gavillas de odio sistemático a cuyos integrantes absolutamente nada les gusta ni les viene bien fuera de salir a la calle y romperlo todo.
La alternancia en la política del promitente electorado plancha es un derecho que sus militantes (¿cuántos son?) en rigor están habilitados a ejercer como cualesquier ciudadano aunque prevalezca la impresión de que se trata de bichos raros, algo así como desprestigiado subproducto hippie o punk nativo.
Para juzgar en serio al planchismo resta considerar los límites que bajo la criba estatutaria eventualmente les imponga la colectividad que tuvo un sobretodo, y no championes, como emblema y por más de un siglo cosechara mayorías electorales. Por ahora, el Peluca José Valdez, portavoz del nuevo sector, ha dicho que anhela ser diputado ganar más y destinar el plus a una sede social que recupere a sus pares, consumidores de la onerosa pasta base, trocando esa drogadicción por el ejercicio de algún deporte.
También falta saber si este movimiento adopta la acepción de la Real Academia Española que fig. y fam. define el vocablo plancha como “desacierto o error por el cual la persona que lo comete queda en situación desairada o ridícula”, posición que podría presumirse a juzgar por la estupefacción de autoridades partidarias que, entre desconfiantes y pretendidamente felices, los recibieron (martes 16 y miércoles 17), forzados a aceptar la versión cumbia del histórico himno que asegura, del Partido Colorado, que “victorioso ha de llegar”.
En un país con personajes públicos capaces hasta de fumar bajo el agua, se aprecia a los extravagantes personajes a priori proclives a involucrarse “porque ésta es una buena movida”. Por consiguiente, no piensan hacer la plancha y exonerarse de lo formal, pretendiendo, como todo aspirante a actor político, modelar el Uruguay del futuro o vaya uno a saber qué.

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