sábado, 6 de octubre de 2007

324/Actuales - Venecia no quiere ser Nueva Orleans - Por Francesca Colombo

Una gigantesca obra de ingeniería, que deberá estar lista en 2010, pretende salvar a la mítica ciudad italiana de la ferocidad del mar. Grupos ecologistas advierten sobre su potencial impacto ambiental.
Después de la trágica inundación de la ciudad estadounidense de Nueva Orleans, en la italiana Venecia se reavivó la discusión sobre el proyecto Moisés, un sistema de diques móviles para evitar que la urbe sea tragada por las aguas del mar Adriático.La gigantesca obra de ingeniería, a cargo del Nuevo Consorcio de Venecia que agrupa a 40 empresas, se empezó a construir tres años atrás y deberá concluirse en 2010, con un costo de cuatro mil 800 millones de euros.
El proyecto es, según sus creadores, una señal de que en Italia sí existen políticas de previsión ante posibles catástrofes, al contrario de Nueva Orleans, cuyo sistema de diques colapsó al impacto del devastador huracán Katrina el 29 de agosto.Pero Moisés tiene muchos críticos y opositores locales por su potencial impacto ambiental."Es un proyecto inútil, no sirve para evitar que las aguas suban a Venecia y las islas (sobre las que se asienta). Es peligroso, porque las lagunas están contaminadas por productos químicos usados en la agricultura. Y es irreversible, no podrá ser modificado a pesar de que destruye el ambiente", dijo a Tierramérica el activista Cristiano Gasparetto, de Comité para Salvar Venecia.El Comité está conformado por organizaciones no gubernamentales ambientalistas y por representantes del Partido Verde.Venecia, una de las ciudades más bellas del mundo que atrae 10 millones de turistas al año, no está amenazada por huracanes, pero sí por la elevación del nivel del mar que la rodea, a causa del derretimiento de los hielos, provocado por el calentamiento global.
La ciudad fue construida a partir del siglo V sobre miles de tablones de madera en terrenos pantanosos e islas de la laguna del mismo nombre, que tiene forma de media luna y está separada del Adriático por un cordón de islotes y franjas de tierra.
Desde 1900, Venecia se hundió casi 13 centímetros, y podría hundirse otros 20 en los próximos cinco años, dicen los expertos.Cada año, entre octubre y marzo, los vientos que llegan del sudeste y las mareas llevan a la laguna la llamada "agua alta", provocando unas 100 inundaciones, elevaciones de más de 80 centímetros sobre el nivel del mar.El agua alta cubre hasta más de un metro de edificios y monumentos, y altera la vida cotidiana de los venecianos. En 2003, la tradicional plaza San Marcos se inundó 87 veces.Pero la peor inundación de la historia se produjo el 4 de noviembre de 1966, cuando calles, plazas y viviendas quedaron más de 15 centímetros bajo agua.El proyecto Moisés (Mose en italiano), planificado durante 20 años, consiste en diques para aislar la laguna de Venecia del Adriático.
El término corresponde a las siglas en italiano de Módulo Experimental Electromecánico."Moisés no elimina las causas del agua alta y se limita a evitar las crecidas excepcionales, que pueden llegar a 110 centímetros. Eso significa que solo sería útil tres o cuatro veces por año, mientras el resto de las aguas altas invadiría Venecia", dijo a Tierramérica el activista Federico Antinori, de la Liga Italiana de Aves, afiliada a Bird Watch International, y parte del Comité para Salvar Venecia.El sistema de compuertas móviles (grandes cajones de 20 metros de ancho, 30 de alto, y cinco de profundidad) de Moisés será instalado en las tres bocas de Venecia: Lido, Chioggia y Malamocco.Cuando la marea no supere la altura de un metro, los cajones reposarán llenos de agua en el fondo de la laguna.
En cambio, cuando la marea sea superior a un metro, un sistema hidráulico los llenará de aire para elevarlos a la superficie."Sin el Moisés, podría ocurrir lo mismo que en el 66. Los diques móviles protegerán Venecia de los peligros de las mareas altas y de las inundaciones. Nueva Orleans es un ejemplo de la poca capacidad de previsión e inversión", dijo a Tierramérica la portavoz del Nuevo Consorcio de Venecia, Flavia Faccioli.La laguna de Venecia contiene bancos de fango que sirven de alimento a gavilanes y patos, y bancos de arena que varias especies de aves marinas usan para su reproducción y reposo.Cada año, llegan 110 mil aves acuáticas para descansar en esa zona, y cientos de especies migran desde África a Europa siguiendo ese trayecto."Según las encuestas, la mayoría de los venecianos no está favor del proyecto Moisés, que no respeta el ambiente, se come dos áreas protegidas por su biodiversidad, y solo cierra las bocas del puerto. En el fondo, hay un problema político de este gobierno, que quiere ser el ejecutor de grandes obras", señaló a Tierramérica el ex consejero por el Partido Verde en Venecia, Flavio del Corso.
La riqueza natural de la laguna de Venecia sufre también el impacto del transporte marítimo. Por la zona pasan 25 millones de toneladas anuales de mercancías en grandes buques de carga y petroleros, además de las embarcaciones turísticas."Las dudas se expresaron muchas veces durante el proceso de aprobación del proyecto. Siempre hicimos controles y verificaciones. Hubo cinco expertos internacionales que efectuaron estudios aprobados por el Ministerio de Ambiente", añadió Faccioli.El Comité para Salvar Venecia llevará el caso a la Comisión Europea, pues asegura hay proyectos más simples y menos costosos. Un puerto a mitad de camino del Lido, para dejar afuera los cruceros, disminuiría la presión y la entrada del agua.Según el estatal Consejo Nacional de Investigación (CNR son sus siglas en italiano), que promueve la investigación en las áreas social, económica, tecnológica y científica, esa alternativa reduciría el nivel del agua en 20 centímetros y devolvería a Venecia el "rostro" que tenía en 1800.Otro proyecto es de la alcaldía veneciana, contraria a Moisés, un sistema similar al que usan en Holanda y Noruega para evitar los desbordes del agua de mar en terrenos bajos y anegadizos.Esas obras alternativas cuestan un cuarto del valor de Moisés, los trabajos duran cuatro años, y si no sirven se cancelan, sostienen sus defensores. "El Moisés tiene costos altísimos de mantenimiento. Los recursos serán absorbidos por esta obra faraónica, que dejará vacías las arcas para otros trabajos", afirman.En torno a Moisés "hay intereses económicos de las grandes empresas italianas", dijo a Tierramérica Paolo Perlazza, del Fondo Mundial para la Naturaleza.
* La autora es colaboradora de Tierramérica

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