martes, 9 de octubre de 2007

327/Tendencias - Las obras de alto impacto o el factor "wow" - Por Damián Argul

10 años del Guggenheim de Bilbao
Hasta entrado el siglo XX ,el turismo ha aprovechado el patrimonio histórico o natural existente.
Si bien ha aportado la infraestructura necesaria, son los paisajes, el clima, sus costas, montañas y las obras de generaciones anteriores los grandes generadores del movimiento turístico.
Zoológicos y museos tenían como fin impactar al visitante local o extranjero, pero no especialmente atraerlo. De hecho estos estuvieron cerrados al público hasta tiempos relativamente cercanos.
Otras obras de culto, básicamente religioso o funerario, cumplían de hecho sus funciones especificas cuando no, manifestaciones de poder.
Señalaríamos a Disneyworkd y Las Vegas, como los primeros emprendimientos intencionales de convertir en destinos turísticos, lugares remotos y desconocidos, carentes de todo atractivo previo.
Aún a riesgo de pasar por alto otros claros ejemplos, es la ciudad de Bilbao la que hace 10 años apostó fuertemente para cambiar su imagen ferrugienta y algo decadente, en un polo de atraer visitantes.
Como dice Denny Lee, en un artículo del New York Times, apostó a una obra arquitectónica de gran porte, el iridiscente edificio de Frank O Ghery," la más grande obra de nuestro tiempo"; cita Lee nada menos que al gran arquitecto Philp Johnson, y dice: " más que un edificio es una extravaganza cultural".
Una extravagancia cultural que según la nota ,ha cambiado la ciudad, transformándola en muchas de sus áreas, ahora llena de elegantes boutiques,bares de moda y galerías de arte.
Los cambios han sido también urbanísticos y sobre todo un lugar que animó a grandes nombres como Foster, Calatrava, Legarreta, Moneo, Hadid, Pelli y Stark (una especie de dream team de la arquitectura, a contribuir con sus obras al embellecimiento de la ciudad. La nota agrega que desde el principio Bilbao, una ciudad desconocida, causó un peregrinaje cultural, se convirtió en un destino obligatorio como esos "cocktail parties" donde tanto importa quien está como quien no está.
El articulo consigna que la arquitectura no es todo y que la ciudad debe definir su camino, como alguien que ya está totalmente vestida pero no sabe donde ir.
Saber donde ir.. señalando que todavía existe una cierta desconexión entre la ciudad y su población. La ciudad, dice , continuando con la rigurosidad crítica de su periódico, corre el peligro de ser "monodependiente" del Guggenheim. De todos modos existe el "factor Bilbao" que se extiende por las grandes ciudades y especialmente por algunas recién llegadas como Denver o Dubai
Los resultados del impacto Guggenheim, son asomborosos:
En l996 visitaron Bilbao 390.000 personas y en el 2006, 931.326, 30% de ellos fueron extranjeros que en ese período crecieron un 268%.
Todos visitantes con pernoctes de por lo menos una noche, que hicieron crecer notablemente la oferta hotelera en calidad y cantidad. WOW!
Nosotros visitamos Bilbao a un año de la inauguración del Guggenheim, seguros de asistir a un fenómeno turístico ejemplar.
Es preciso reconocer que el Museo no tiene un gran patrimonio de obras de arte ( o no lo muestra). Apuesta sobre todo a grandes exposiciones temporales.
En el 98 vimos los "5000 años de cultura china" y hoy ofrece una muestra del alemán Kiefer, un maestro de postguerra, del que la mayoría de los visitantes, no conocen ni de nombre.
De todos modos más de un millón de personas han visitado ya el Guggenheim y abonado los 10 euros que cuesta su entrada.
Los visitantes sin duda, también se sorprenderán con el atractivo Casco Viejo y la movida nocturna bilbaína, recorriendo tabernas, saboreando los pintxitos y la maravillosa "minigastronomía" vasca y sus vinos.
Harían bien también, en visitar el muy poco concurrido Museo de Bellas Artes, que tiene una magnífica colección de pinturas.
El ejemplo Bilbao, nos hace pensar como siempre en nuestro país, quizás imposibilitado de imitarlo por razones económicas, pero con muy rico capital humano. Imaginación y capacidad no faltan.

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