lunes, 11 de agosto de 2008

536 - Dossier - EVO recargado - varios

*/ un día post urnas ratificatorias, posible inicio
de nueva etapa latinoamericanista, red
El presidente más legítimo
Por Gabriel Puricelli
*
En 26 años de elecciones democráticas, nunca un presidente boliviano tuvo que hacerse elegir dos veces. Un ejercicio contrafáctico plausible indica, asimismo, que –de haberse visto en esa situación– ninguno hubiera logrado sobrevivir a un referendo revocatorio, ya que los bajos porcentajes obtenidos al ser electos los hubieran transformado en un blanco sencillísimo. Desde ese punto de vista, la ratificación de Evo Morales es una proeza histórica, aun si los números finales no indicaran, como lo hace el conteo rápido, que el porcentaje alcanzado lo aproxima a una mayoría de dos tercios de los votantes. En una región acostumbrada, a lo largo de dos décadas de normalidad electoral, a que los desafíos de gobernar se devoren el apoyo popular a los presidentes (en especial cuando promedia su mandato), el líder boliviano se destaca con un brillo propio.
Someter su mandato a ratificación fue una opción audaz y autónoma del gobierno del MAS, aunque (y sin que esto signifique paradoja alguna) se puede decir también que se vio obligado a demostrar por segunda vez la legitimidad de éste, frente a una oposición que se ve a sí misma (y en buena medida lo es) como un régimen depuesto destinado a ser restaurado, y no como un futuro gobierno potencial, como debería ser si tuvieran alguna forma de adhesión al ideal democrático.
Combinado con la revocación del mandato de un ex y posible futuro candidato a la presidencia, como Manfred Reyes Villa en Cochabamba, el saldo a favor del MAS y sus aliados es ampliamente positivo. No habría más que decir (no existe otra instancia a la que apelar, en democracia, que no sea el veredicto del soberano), si no fuera porque esa lealtad democrática está ausente en muchos líderes de la oposición, incluidos algunos de los prefectos también ratificados ayer. Ello implica que la ventaja decisiva, pero coyuntural, que el gobierno doblemente legítimo de Bolivia tiene desde ayer, deba ser aprovechada en un plazo brevísimo para cerrar el proceso constituyente y para poder dedicarse a las tareas de reivindicación social de las mayorías y de desarrollo económico que sólo han sido alcanzadas de manera incipiente.
El resultado de los referendos debería obligar también a los vecinos de Bolivia (en particular a Brasil, pero también a Chile y Argentina) a hacer todo lo mucho que están en condiciones de hacer para ayudar a que un gobierno tan plenamente soberano como el de Morales pueda terminar de deshacer el nudo del atraso, que también puede identificarse bajo los nombres del despegue energético y del fin de la mediterraneidad.
* Cocoordinador, Programa de Política Internacional, Laboratorio de Políticas Públicas.

/////
EVO TEST
Los bolivianos ratificaron ayer en su cargo al presidente Evo Morales
y revocaron el mandato de tres prefectos, según diversos sondeos
Llegó el día del referendo revocatorio boliviano, el primero en el país.
El gobierno arrasó en votos, según sondeos preliminares, y en Bolivia
se abre un nuevo escenario político. Evo Morales llamó anoche a la
unidad entre los polarizados bolivianos. Para Evo Morales el referendo
de ayer fue una fiesta nacional en
la que el pueblo boliviano tuvo la
oportunidad de opinar sobre la
gestión de sus gobernantes, una
señal de que se profundiza la democracia
en el país. El mandato
del presidente, el de su vice, Álvaro
García Linera, y el de los gobernadores
de ocho de los nueve
departamentos fueron puestos a
consideración de los bolivianos
por primera vez en la historia del
país. Lo cierto es que Morales tuvo
motivo de sobra para festejar.
Al cierre de esta edición diversos
sondeos indicaron un masivo
respaldo a su gobierno, con un
apoyo que ascendió al 56,7% de
los votos, según el canal ATB, y al
60,1%, según los datos de la cadena
Unitel, señaló EFE. La oficial
Agencia Boliviana de Información
(ABI) publicó anoche que Morales
y García Linera fueron ratificados
en sus cargos con “al menos el
63%” de los votos.
Ante una multitud, Morales
llamó anoche, desde el balcón del
Palacio de Gobierno, a la unidad de
los bolivianos. Afirmó que se llegará
a ella “juntando la nueva Constitución
Política del Estado con los
estatutos autonómicos” aprobados
en un marco de legalidad. Convocó
a los prefectos ratificados a trabajar
en ese sentido, y consideró que la
ratificación de su mandato muestra
la voluntad de los ciudadanos
de “consolidar el cambio” que impulsa
su gobierno.
No todos festejaron. Los prefectos
opositores de La Paz, José
Luis Paredes, y de Cochabamba,
Manfred Reyes Villa, así como
el oficialista Alberto Aguilar, de
Oruro, no obtuvieron el porcentaje
suficiente para continuar con
su gestión. Según las encuestas,
obtuvieron un porcentaje de votos
contrario que oscila entre 56%
y 60%. De todos modos las cifras
oficiales tardarán una semana en
ser confirmadas, según anunció la
Corte Nacional Electoral (CNE).
Otros prefectos que pusieron a
prueba sus cargos fueron los opositores
Rubén Costas (Santa Cruz),
Mario Cossio (Tarija), Ernesto Suárez
(Beni) y Leopoldo Fernández
(Pando), y el oficialista Mario Virreira
(Potosí). Anoche las cifras no
indicaban si seguirían en sus cargos
ni daban señales de alarma.
Previa
La tensión de los días previos, producto
de varios enfrentamientos,
de protestas de sindicatos, y de
líderes opositores en huelga de
hambre, que buscan recuperar
un impuesto a los hidrocarburos,
cuya recaudación centralizó el
gobierno, hicieron que los medios
internacionales vaticinaran una
jornada violenta. Sin embargo, las
ocho horas de votación transcurrieron
con relativa calma, informó
la CNE, en una convocatoria
que esperó a más de cuatro millones
de electores en 22.000 mesas
electorales. El organismo designó
a 132.000 ciudadanos como jueces
y a cinco mil como notarios,
y contó con 300 observadores internacionales
de entidades como
la OEA o el Mercosur, señaló EFE.
De todos modos la CNE señaló que
hubo incidentes “aislados” tales
como el de Yucumo, una localidad
de Beni, en la zona amazónica,
que amaneció sin material electoral
porque fue robado durante
la madrugada, señaló La Razón.
También se registró un intento de
atentado contra el prefecto de La
Paz, el opositor José Luis Paredes,
horas antes de que fuera a votar.
Posibles escenarios
Aunque los criterios para interpretar
los resultados de la consulta estuvieron
en cuestión, el jefe de los
observadores de la OEA, Eduardo
Stein, advirtió que “no habrá dos
resultados” y que, según se acordó
con las autoridades bolivianas,
será el criterio de la CNE el que prevalecerá,
apuntó EFE. Ese criterio
establece que los prefectos dejarán
sus cargos si el voto por el “No” a
la continuidad de sus políticas es
igual o superior al 50% de los votos
válidos. El criterio que se aplica al
gobierno nacional coincide con la
ley de referendo que señala que
sería revocado si el porcentaje en
contra de su gestión fuera superior
al de votos que obtuvo la fórmula
presidencial en 2005, cuando Morales
fue electo con el 53,74% de
adhesiones.
Según datos de la encuestadora
de la Red PAT, del canal ATB, a
favor de la continuidad del presidente
votó el 81% de los habitantes
en Potosí, el 83% en Oruro, el 79%
en La Paz, el 72% en Cochabamba y
el 57% en Pando. Triunfó la revocación
de su mandato en Santa Cruz
(70%), Beni (78%), Tarija (62%) y
Chuquisaca (61%).
Ahora sí
Horas antes de conocer los resultados
que divulgaron las encuestadoras,
Morales prometió que, de
ser ratificado en su cargo, buscaría
un nuevo capítulo de diálogo
para impulsar consensos, esta vez
acerca de la Constitución que busca
aprobar en un nuevo referendo.
El sábado declaró a periodistas que
superar el porcentaje de votación
que obtuvo en las elecciones de
2005 le daría “cierta autoridad”
para lograr ese diálogo nacional,
apuntó la Agencia Boliviana de
Información.
También habló de un escenario
que permita una “gran reconciliación”,
pero advirtió que para
esto “algunas autoridades tienen
que dejar de ser racistas”.
La oposición también adelantó
sus próximos pasos y declaró
que, cualquiera que sea el
resultado, continuará su rechazo
hacia las reformas del gobierno,
entre ellas la nueva Constitución,
señaló Reuters. Es que el proyecto
de Morales también apuesta a una
fuerte reforma agraria que busca
eliminar los grandes latifundios
que caracterizan al oriente boliviano,
y también a profundizar
el proceso de nacionalización de
empresas. Pero la oposición alertó
también que continuará con
sus procesos autonómicos. Así lo
dijo Rubén Costa, el prefecto de la
rica Santa Cruz, abanderado de la
oposición.
Posibles chispas
Al cierre de esta edición no se reportaron
enfrentamientos, pero
un acto de festejo previsto por
Morales en la ciudad de Cochabamba,
en la región cocalera del
Chapare, mantenía la comunidad
internacional y nacional expectante.
Es que en esa zona, de la que el
presidente se siente oriundo, en la
que se formó con los movimientos
cocaleros y definió gran parte de
su perfil político, gobierna uno de
sus más férreos opositores, el ex
militar Manfred Reyes Villa, que
según los sondeos fue revocado.
El prefecto advirtió de antemano
que no aceptaría el resultado del
referendo por considerarlo ilegal.
Esto podría provocar conflicto entre
las partes, de acuerdo al clima
que se vivía, señalaron a la diaria
periodistas presentes en el lugar.
Ahora comienza una semana
poselectoral tensa. Si bien los
primeros resultados cuestionan
el “empate técnico” que algunos
analistas pronosticaron, no hay
certezas acerca de en qué medida
la votación afectará al enfrentamiento
entre el oriente, compuesto
por departamentos opositores,
que forman la denominada Media
Luna y que persiguen un proyecto
autonómico, y el occidente, región
de mayoría campesina e indígena,
que da su apoyo al proyecto nacional-
popular de Evo Morales. ■
Luciana Siri de la diaria

////////
Evo plebiscitado
Por Atilio A. Boron

Si bien al cierre de esta nota no había cifras oficiales definitivas, lo cierto es que el rotundo triunfo de Evo –se estima que rondará en torno del 60 por ciento, superando la votación obtenida en diciembre del 2005– permite extraer algunas interesantes conclusiones.
Primera: que como ya fue advertido por la oposición, la ratificación del mandato de Evo Morales no pondrá fin a las hostilidades, los chantajes, las agresiones y las políticas desestabilizadoras de la derecha boliviana. Máxime cuando al menos dos de los cuatro prefectos de la Media Luna fueron también ratificados. La derecha jamás juega todas sus cartas en la arena institucional y/o legal. La idea de que este actor es un “opositor leal”, respetuoso de la institucionalidad, es una ficción tan ingenua como peligrosa. Pese a las renovadas credenciales de Evo como el presidente con mayor legitimidad popular de la historia boliviana, la derecha no cesará de conspirar hasta provocar su caída, acabar con su vida o consumar la partición del país.
Segunda lección: tomar nota del descarado protagonismo del imperialismo norteamericano, que desmiente el remanido discurso oficial de la Casa Blanca sobre la irrelevancia de América latina. Tal como lo denunciaran Evo Morales y el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el embajador de Estados Unidos, Philip S. Goldberg, se convirtió en el gran articulador de una oposición cuyo principal factor de cohesión es su racismo y su odio visceral hacia los pueblos originarios de Bolivia y que, por eso mismo, requiere los servicios de un procónsul imperial para otorgarles organicidad y eficacia a sus iniciativas. Sólo en el 2007 la Usaid desembolsó 124 millones de dólares en “ayudas” de diversos tipo a la “sociedad civil” boliviana, la mayoría canalizada a través de los gobiernos de los departamentos de la Media Luna y múltiples programas de entrenamiento en el arte del good governance impartido en Estados Unidos a autoridades locales y departamentales de esa región, con el obvio propósito de solidificar la oposición a Morales y preparar la administración pública departamental para una eventual escisión. Otras agencias de Washington también hicieron lo suyo: la National Endowment for Democracy, por ejemplo, colaboró con un aporte de 600.000 dólares ese mismo año para “capacitar” políticamente a la oposición.
Tercera y final: la necesidad imperiosa de que Evo salga a disputarle la calle a la derecha y pasar a la ofensiva haciendo una gran convocatoria popular para torcerle la mano a una oposición que no oculta sus planes de “tumbar” al presidente. Ceder posiciones, máxime después de un triunfo como éste, significará debilitar aún más a Evo, cuya capacidad para transitar el territorio boliviano ya está seriamente menoscabada por el accionar violento de la derecha. Pensar que se podrá apaciguar a quienes llaman a la sedición apelando a la mecánica parlamentaria sólo conseguirá agigantar la fuerza de la oposición, que se mueve a sus anchas en el Parlamento y en la calle. Para esto Evo tendrá que acelerar y profundizar su proceso de reformas estructurales, condición imprescindible para la supervivencia de su gobierno. De este modo logrará: (a) motivar, movilizar y organizar a sus seguidores, que son la mayoría del país; (b) deslegitimar al infantilismo ultraizquierdista que lo acosa y que juega objetivamente para la derecha; y (c) demostrarle a esta última y a sus mandantes del imperio que una epopeya histórica como la protagonizada por el pueblo boliviano al ungirlo como presidente no podrá ser desbaratada tan fácilmente, y que aquél estará preparado para librar las batallas que sean necesarias para preservar sus conquistas.
* Politólogo.

///////////////
LOS QUE MANDAN
Por Constanza Moreira *

Este domingo tuvieron lugar en Bolivia los comicios para decidir si derogar o no el mandato del presidente, Evo Morales, del vicepresidente, García Linera, y de ocho de los prefectos. El referéndum revocatorio, un tipo de mecanismo de "democracia directa" que está en boga en América Latina y que sirve en algunos casos (claramente en el caso de Chávez, en Venezuela), como un instrumento de re legitimación de las figuras del Ejecutivo, está causando una enorme conmoción en Bolivia. De hecho, denuncias sobre golpes de Estado "encubiertos" han sido frecuentes en el proceso y el clima político está al rojo vivo.
Las manifestaciones en Tarija contra el presidente Morales han ocasionado la cancelación de la visita de al menos dos presidentes que comparecerían en Bolivia en estos días: Cristina Fernández y Hugo Chávez. Tres prefectos se declararon en huelga de hambre. Una de las caras más manifiestas del conflicto es la protesta contra la reducción de la porción del impuesto a los hidrocarburos que es repasada a las provincias, y constituye una de sus principales fuentes de financiamiento. La reducción de este impuesto iría a financiar una transferencia monetaria directa a los ancianos en situación de pobreza extrema. Sin embargo, a nadie se le oculta que no es por este subsidio que el clima político está enrarecido. El problema es con la nueva clase política boliviana. El problema es "con los que mandan", por usar el título de un libro que en su momento fue una obra de referencia en los estudios de elites, de José Luis Imaz. Y, desde que los gobiernos progresistas han asumido el comando en buena parte de los países de la región, se está produciendo una inflexión en el estrato social, étnico, y de género, de la llamada "clase política".
Tradicionalmente, los llamados partidos "oligárquicos", o partidos "de notables", estaban guiados por una elite política cuyos vínculos con la elite económica eran de sangre. Eran los hijos de las familias oligárquicas quienes gobernaban los destinos de los países: quienes estaban llamados al mismo tiempo a ser los jefes militares y los líderes de las grandes divisas políticas. En Europa, los sectores populares entran a la escena política con la aparición de los primeros partidos socialistas. Es el momento en que los partidos no son creados y reproducidos desde la escena parlamentaria, sino que cuentan con bases "desde abajo". De hecho, los primeros partidos políticos de masa, en Europa, son los partidos socialistas. La razón es simple. Los partidos socialistas extraían sus líderes de, entre otros, los militantes sindicales. Con la aparición de los partidos "clasistas", en Europa, se dijo que "el trabajo entra a la política". Con ello, se consumaba la separación y la autonomía entre la esfera económica y la esfera política. Aparecieron, también, los llamados políticos profesionales.
Este proceso en América Latina está retrasado por el mismo retraso con que la región consolida sus regímenes democráticos. Los sucesivos golpes de Estado en la mayoría de ellos, van de la mano con "revoluciones oligárquicas" que tienden a desplazar a las nuevas elites, para recobrar el control del sistema. Un caso ejemplar lo constituye el dispositivo, en Chile, de impedir presentarse como candidatos políticos a los líderes gremiales. Más aún, están impedidos de participar como candidatos líderes de cualquier asociación gremial, sindical o civil. La medida es producto de la dictadura de Pinochet y aún no fue derogada.
El caso de Bolivia es el más paradigmático de los casos de recambio de elites en el poder, pero Brasil y Uruguay siguen una trayectoria similar. En el sitio web de la Presidencia de Bolivia se describe a Evo Morales como "nacido en una comunidad pobre y extraviada en el territorio nacional y descendiente de una familia aymara". Fiel a sus orígenes, Evo Morales nombró como ministra de Justicia a una ex trabajadora doméstica y a una dirigente campesina como ministra de Producción y a un líder vecinal como responsable del Ministerio de Aguas.
La composición de la Asamblea Constituyente arroja un dato contundente en ese sentido: de sus 255 miembros, 52 se dedican a ocupaciones poco calificadas, y la casi totalidad de ellos pertenece al MAS (Movimiento al Socialismo), del presidente Morales. Lo mismo sucede con los que se autoidentifican como indígenas y que constituyen casi la tercera parte de los miembros de la Constituyente (27%). De hecho, sólo un 4% de los constituyentes se define como "blanco". Es evidente que es el triunfo del MAS, es que incluyó a los "pobres" y a los "indígenas" en la vida política como ciudadanos plenos (esto es, como aquellos que no sólo eligen sino que también son elegidos para desempeñar cargos políticos).
En Uruguay, los partidos políticos ya contaban con representaciones sociales diferenciadas. Un estudio de elites realizado en 1994 mostraba que el Partido Nacional era el principal reclutador de elites provenientes del sector agropecuario (un 30% de sus integrantes provenía de familias de agricultores y ganaderos) y el Partido Colorado tenía cuadros profesionales y técnicos (35%) y empleados de oficina (20%). El Frente Amplio era el único de los partidos cuyos miembros han venido de familias de artesanos u operarios. Los estudios recientes muestran que en el FA predominan líderes de gremios y asociaciones (algo que sería imposible en Chile, por ejemplo) en mucha mayor medida que en el resto de los partidos: profesores, líderes estudiantiles y líderes sindicales. El 38,4% de los legisladores del FA fueron "trabajadores", un porcentaje que es casi inexistente entre los parlamentarios blancos y colorados.
En Brasil, este fenómeno se ve reforzado por la misma característica del presidente Lula: el obrero que llegó a presidente. El propio Partido de los Trabajadores había nacido con la vocación de ser el "brazo político" del movimiento sindical. Aunque la proporción de legisladores identificados como "trabajadores" es menor en el PT que en el FA, en el resto de los partidos es casi inexistente. Un estudio que analiza el impacto de distintas variables sobre la probabilidad de acceder a un cargo político muestra que ser empresario, tener plata para hacer una campaña, ser médico o ingeniero, o ser productor agropecuario, entre otras, aumentan entre 3 y 10 veces la probabilidad de ingresar en política. Los partidos de derecha son los que en mayor medida reclutan empresarios. En cambio, los partidos de izquierda reclutan trabajadores de todo tipo, de cuello "azul" (obreros) y "blanco" (funcionarios públicos, profesores). Para un legislador de izquierda, lo más determinante de su acceso a la política es su inserción en la estructura del partido. Por eso los legisladores de la izquierda son infinitamente más dependientes del partido para subsistir como tales, que los de derecha.
El único que sigue una trayectoria distinta es Chile. La elite chilena, a diferencia de la de los otros países del "giro a la izquierda", es cada vez más elite. Los datos son concluyentes en este sentido: mientras en 1990, al inicio de la transición, un 20% tenía educación secundaria, este porcentaje cayó a 4% en 2006. Asimismo, el porcentaje de los que tenían educación superior subió de 54% a 68% en el mismo año. A ello se suma que mientras los miembros de los partidos de izquierda en Chile estudiaban en el sector público a inicios de la transición, en cada vez mayor medida son reclutados de universidades y colegios privados. Los que estudiaron en las universidades públicas caen del 50% al 33% entre 1990 y 2006, y los que asistieron a un centro de estudios católico subieron de 37% a 44% en el mismo período. Este padrón de formación superior y secundaria en centros privados ya era parte de los partidos de derecha (UDI) y aun de la Democracia Cristiana. Pero ahora, la izquierda reproduce el mismo patrón.
El caso de Bolivia es el más extremo en el sentido del recambio de elites, pero nadie puede dudar que la clase política de hoy se parezca mucho más a su gente que lo que era en el pasado. Lo mismo sucede con Brasil, y lo mismo puede decirse, a otra escala, de Uruguay. Cuando pensamos en trayectorias divergentes en el "giro a la izquierda" de América Latina, deberíamos también observar qué es lo que está sucediendo con nuestras elites: quiénes son, dónde se forman, de dónde vienen. Y sin duda, es la izquierda la que tiene una deuda de "representación" con los trabajadores, los pobres, las mujeres y con la mayoría de los excluidos de la política "tradicional".
* Politóloga. Universidad de la República

No hay comentarios: