lunes, 4 de agosto de 2008

514 - Retinas - Hacia un mundo menos favorable - Javier de Haedo

Con el surgimiento hace un año, de la crisis financiera en los Estados Unidos, originada en el mercado de créditos hipotecarios, comenzó a terminar una etapa de extraordinario crecimiento económico mundial. Entre 2003 y 2007 el mundo creció al 5% anual en un contexto de tasas de interés reales bajas y con inflación baja, de dólar débil y de crecientes precios de las materias primas.
Ese crecimiento se dio fundamentalmente por las economías emergentes y no por las avanzadas, destacándose las tasas de crecimiento de China, India y Rusia. Sobre el final del referido quinquenio, en 2007, cuando todavía no se habían hecho sentir las consecuencias de la crisis, el PIB mundial creció 5,0%, con las economías avanzadas creciendo 2,7% y las emergentes creciendo 8,0%. En el conjunto de los cinco años, el 80% del crecimiento económico mundial se dio por las emergentes.
Al iniciarse "el comienzo del fin" de esa etapa expansiva, los dos tipos de economías aludidas vuelven a mostrar comportamientos diversos, en la misma línea anterior: según el FMI, mientras que las economías avanzadas perderán este año el 37% de su tasa de crecimiento en 2007, las economías emergentes sólo perderán el 14%. Mientras que las primeras pasarán de crecer 2,7% en 2007 a 1,7% en 2008, las últimas pasarán de crecer 8,0% en 2007 a 6,9% en 2008. El mundo en su conjunto reducirá su tasa de crecimiento de 5,0% el año pasado a 4,1% en el presente.
Ese panorama estaría avalando la hipótesis del "desacople" entre las principales economías emergentes y la de Estados Unidos, donde se originó la crisis el año pasado. Esto no quiere decir que el resto del mundo no sufra el impacto de la crisis, pero sí quiere decir que ese impacto no será devastador.
Uno de los aspectos que han caracterizado esta fase expansiva ha sido el crecimiento extraordinario de los precios de las materias primas. Cualquier indicador que se considere en ese sentido es contundente. Por ejemplo, el Banco Central de Argentina publica mensualmente un índice de precios de las materias primas representativo de las exportaciones de ese país, que muestra un crecimiento de 179% en dólares entre diciembre de 2002 y junio de 2008. En nuestro país, el índice de precios de exportación de los bienes industriales, registró un crecimiento de 92% en dólares entre diciembre de 2002 y mayo de este año. Este índice se diferencia del argentino en la medida en que aquél se refiere a materias primas, e incluye el petróleo y algunos minerales. Pero, reitero, más allá del índice que se tome, las conclusiones son las mismas.
¿Por qué han venido creciendo los precios de las materias primas? Hay diversas razones, pero para simplificar, destacaré dos: una de tipo estructural, real y permanente y otra de tipo coyuntural, financiera y reversible. La primera, el aumento en el consumo de alimentos, minerales y energía en países como China y los otros referidos. La segunda, la especulación que realizan quienes invierten en fondos de materias primas y que en los últimos tiempos han actuado reforzando la tendencia alcista en sus precios.
Dicho sea de paso, desde que despuntó la crisis en Estados Unidos, el crecimiento de los precios de las materias primas no sólo no se revirtió sino que además se aceleró como nunca. Esto puede inducir a un error de apreciación en la medida en que lleve a creer que por estos lados somos inmunes a la crisis financiera americana y que ella pasará y no nos afectará significativamente.
Creo que en esta transición desde el "quinquenio de oro" de 2003-2007 a la nueva realidad post crisis financiera en los Estados Unidos, hay dos etapas. La primera de ellas se inició con la crisis de agosto del año pasado, frente a la cual la reacción de la política económica americana fue expansiva tanto en materia fiscal como monetaria. Las tasas de interés bajaron, el dólar se siguió debilitando y, como ya vimos, los precios de las materias primas aceleraron su crecimiento. También vimos que el crecimiento económico mundial se desaceleró, fundamentalmente por el lado de las economías avanzadas. En esta etapa amenaza el riesgo de que se den, simultáneamente, recesión e inflación.
Repasando lo sucedido con las variables comentadas de agosto a agosto, resulta claro que en esta fase inicial, más que perjudicarnos, la crisis nos favoreció, salvo por el aumento del precio del petróleo. Si desde el mismo 2003, no se hubiera administrado inteligentemente la deuda pública las cosas no hubieran sido tan convenientes, pero lo cierto es que hasta ahora venimos muy bien.
Sin embargo, en algún momento vamos a salir de esta etapa inicial de la crisis financiera americana y vamos a entrar en una nueva fase, en la que algunas de las variables referidas mudarán de tendencia. Se espera que tarde o temprano las tasas de interés vuelvan a subir en los Estados Unidos y que el dólar se valorice. También se prevé para entonces que los precios de las materias primas pierdan parte del terreno ganado, en particular la parte originada en aspectos financieros y especulativos. En esta etapa de la crisis, no es previsible una aceleración del crecimiento económico mundial.
Volviendo a las estimaciones del FMI, recientemente actualizadas, para el año próximo se espera un crecimiento mundial de 3,9% (1,4% en las economías avanzadas y 6,7% en las emergentes), un aumento de las tasas de interés, menos inflación y una caída moderada en los precios de las materias primas no petroleras. Todas estas proyecciones son consistentes con la descripción realizada para la etapa en la que creo que estamos por entrar.
Por lo tanto, tenemos por delante, prácticamente con certeza, pero sin saber cuándo ocurrirá, un shock externo negativo. Las tendencias registradas en algunas variables como los precios de las materias primas en los últimos años no pueden conducir a pensar que los ciclos económicos hayan sido derogados. Ellos seguirán existiendo, pero en un nivel de precios que implique un significativo escalón con relación a los tiempos previos a 2003.
Lo coyuntural y financiero pasará, pero quedará lo estructural y real: el mayor consumo en los países más poblados del mundo, que están sacando del autoconsumo a millones de personas cada año, las que pasan a integrarse a la economía de mercado, consumiendo más proteínas, energía y minerales y metales. En el caso de China, por ejemplo, entre 1978 y 2008 la población urbana pasó de representar el 17% de la población, al 40%. Eso implica que se triplicó la población urbana en 30 años. Y todavía quedan 800 millones de chinos por migrar de una realidad a otra.
A todo esto, ¿cómo está nuestra región? Brasil muy bien, con "grado de inversión" y por lo tanto con muy buena reputación. No sólo ha aprovechado los vientos favorables sino que da la impresión de que ha procesado un cambio de paradigma. Pero debemos tener presente que ha pegado su moneda al euro, no ya al dólar, y que cuando éste empiece a fortalecerse, también lo hará frente al real. Mientras tanto, Argentina, contrariamente a la cultura china, ha convertido una oportunidad en una crisis. Una crisis que va desde la política hacia la economía, y que puede precipitar el final de un modelo que ha montado un castillo de naipes sobre distorsiones de precios relativos y de índices de precios, sobre subsidios y malos impuestos y sobre un gasto público mayor aún que el altísimo de la convertibilidad. Y para el cual el shock externo negativo que se viene puede ser un viento que termine con los naipes en el piso. Por suerte estamos menos vulnerables frente a Argentina que en los años anteriores a la crisis de 2002, pero nadie puede pensar que un terremoto allá no generará alguna onda expansiva por acá.
Y por casa, ¿cómo andamos? Desde ya tenemos que tener bien claro que la evolución de nuestra economía (de nuestro PIB) está estrechamente relacionada con la tendencia y el nivel de los precios internacionales relevantes para nuestro país. Cuando en el resto del mundo relevante hay inflación en dólares y precios altos, nos beneficiamos y crecemos. Cuando ocurre lo contrario, padecemos las consecuencias. Hay veces en que el cambio de escenario externo se ha debe a cambios en la región (como en los noventa y hasta la crisis de 2002) y hay veces que eso se debe a cambios en la extra región (como desde 2003).
Tenemos por delante un cambio de escenario externo, hacia uno más negativo. El mundo comenzará a abaratarse en dólares y eso no es bueno para nosotros. Sin dudas nos encaminamos hacia un mundo menos favorable.

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