martes, 5 de agosto de 2008

522 - Entre Vista - “El extranjero es el enemigo perfecto” - a Sandro Mezzadra

* según este experto en migraciones, Europa endurece cada vez más su posición sobre quiénes pueden entrar y quiénes no. Sin embargo, el filósofo italiano explica a Crítica de la Argentina hasta qué punto el mercado laboral depende de los inmigrantes.
por Florencia Grieco

Ninguna ciudad de Europa podría funcionar sin la presencia de los inmigrantes”, asegura Sandro Mezzadra, profesor de la Universidad de Bologna (Italia) y autor de Derecho de fuga, libro sobre migraciones, ciudadanía y globalización. Antes de explicar a Crítica de la Argentina qué hay detrás del endurecimiento generalizado de las políticas migratorias en Europa, del cual Italia es un caso ejemplar, aclaró que “la vitalidad y la productividad de cualquier metrópoli europea está ligada a la presencia estructural de los inmigrantes. Esto es central para analizar la tendencia al cierre de Europa”. –¿Ese cierre corresponde a la vieja idea de la “fortaleza europea” o se trata de un proceso diferente? –Ése es un problema muy importante. La imagen de Europa como fortaleza es impactante y dice mucho sobre lo que pasa. Se calcula que en los últimos 15 años murieron al menos 15 mil inmigrantes en su intento de cruzar las fronteras europeas. La imagen de la fortaleza tiene un correlato directo con esa realidad y presenta un desafío muy grande, ya que es difícil concebir que la construcción de la ciudadanía europea se base en levantar fronteras pagadas con la vida de 15 mil inmigrantes. Por otro lado, aunque la imagen de la fortaleza subraya el lado oscuro de la integración europea, también da una idea incorrecta de lo que pasa allí, porque sugiere un cierre total de Europa ante la inmigración, y eso no es así. En realidad, hay un modelo común entre los distintos países europeos que favorece la selección y la multiplicación de diferentes situaciones de los inmigrantes.–¿La atomización puede explicar la facilidad con que se logró clandestinizar a los inmigrantes ilegales en Italia?–Cuando se criminaliza a los inmigrantes, no es para vaciar a Europa de su presencia. La producción de esa condición de ilegalidad o clandestinidad es el piso a partir del cual se pone en marcha el proceso de entrada selectiva. Se podría decir que en Europa ya no hay una norma sobre qué es ser inmigrante, sino que hay distintas condiciones generadas por estos programas selectivos de manejo de la inmigración. Por ejemplo, el otorgamiento de permisos de estadía a quienes tienen un contrato laboral produce los llamados derechos pro tempore. Es decir, la posibilidad misma de tener derechos está vinculada a tener un contrato de trabajo.–En esas condiciones, ¿se puede seguir hablando de inclusión de los inmigrantes?–De una inmigración aceptada hemos pasado a una inmigración elegida o selectiva. Esto exige que utilicemos categorías diferentes a las que sugiere la idea de la fortaleza europea, cuyo concepto clave es la expulsión. Si desarrollamos una imagen más sutil asociada al manejo selectivo de las migraciones, podemos hablar de una inclusión diferencial. –¿Hay un discurso diferenciado sobre la inmigración?–Sin inmigrantes, el mercado laboral en Europa se derrumbaría. Por eso, en Italia, la criminalización de los inmigrantes que se desarrolló en los últimos meses tuvo dos retóricas. La producción de imágenes del inmigrante malo, asociado a la criminalidad, fue acompañada por imágenes de un inmigrante bueno, que trabaja en las industrias del Veneto o de Lombardía o que cuida ancianos y gente enferma. Muchos de ellos son clandestinos, y es fácil imaginar por qué. Según la ley italiana, conocida como Bossi-Fini, quienes migran a Italia deben tener un contrato de trabajo, lo cual es utópico pero también paradójico: todos, incluso el gobierno, aceptan que esta población inmigrante “buena” tiene un papel fundamental en Italia, pero no reconocen que ese papel sólo es posible transgrediendo la ley. Eso genera una fuerte presión sobre los inmigrantes ya que reproduce condiciones de subordinación muy duras.–¿Esto sirve para disciplinar el mercado laboral?–No solamente. La situación de los inmigrantes en Europa está vinculada estrechamente al desarrollo del mercado del trabajo, donde se reproduce una situación de subordinación y una diferenciación muy grande entre las condiciones de los inmigrantes y de los europeos. Al mismo tiempo, hay una tendencia hacia la “etnicización” del mercado del trabajo, que es bastante nueva en Europa, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos. Pero también hay que mirar más allá. El cierre de Europa hacia los inmigrantes también tiene relación con la impasse en el proceso de integración política en Europa, lo cual provoca un repliegue sobre identidades nacionales o locales que son la condición para ver al otro, al extranjero, como enemigo.–¿Cómo influye la coyuntura económica?–En Europa hay una preocupación creciente por la crisis internacional. En Italia, éste ha sido uno de los temas clave en las elecciones de abril y es el problema del que la gente habla hoy en el país. En España hubo una demostración muy clara. En el momento en que empezó a manifestarse una crisis de desempleo entre los inmigrantes, sobre todo en el área de la construcción, el gobierno aprobó un plan de ayuda extraordinaria para los inmigrantes que quieran repatriarse. Ante la precariedad laboral y la crisis del Estado social, la sensación de seguridad puede entenderse como algo básico y simple, que es el orden público. Cuando esto pasa, hay que producir imágenes del enemigo, y el otro, el inmigrante, es el enemigo perfecto. En este sentido, lo que se hoy presenta como una crisis de la inmigración en Europa, es una crisis del sentido de ciudadanía.Xenofobia de Madrid a QuitoLa mayor comunidad de inmigrantes latinoamericanos en España está formada por 400 mil ecuatorianos. En un mensaje dirigido a ellos, Quito condenó la brutal golpiza propinada el domingo por una chica española a una menor de edad ecuatoriana en la localidad madrileña de Colmenarejo. El ataque fue filmado con un celular y publicado en internet por cuatro compañeras de la agresora, a las que se escucha gritar “Mátala, mátala. Písale la cabeza”. Aunque el gobierno de Rafael Correa aseguró que “todavía no se puede establecer si existe un móvil de xenofobia”, la prensa no dudó en recordar a la joven ecuatoriana que el año pasado fue golpeada en un subte de Barcelona por un español que no paraba de gritarle insultos racistas.

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