sábado, 27 de octubre de 2007

351/Retinas - Vati prejuicio - Por Roberto Bussero

Con motivo del Jornada Mundial del Turismo, y en nombre de Benedicto XVI, el secretario de Estado del Papa, el cardenal Tarcisio Bertone, envió una carta al secretario general de la Organización Mundial del Turismo, Francesco Frangialli. En la misiva se señala que “los datos estadísticos más recientes difundidos por la Organización Mundial del Turismo dicen que, si bien con diferencias de país a país y de un área geográfica a la otra, cerca del 46% de la fuerza laboral de la industria turística mundial es femenina. Varían sin embargo las modalidades de empleo, dada la fortísima incidencia de los factores culturales, sociales y religiosos sobre la situación histórica de la mujer. El positivo logro de los resultados económico-financieros, públicos y privados, y la enorme flexibilidad del sector turístico son la causa de tal crecimiento rápido y universal. Por esta razón el turismo, aún estando aún muy necesitado de garantías legislativas, culturales y morales, es en cambio una puerta abierta y con oportunidades propicias para la afirmación de las mujeres en todo lugar del mundo”.
Sin embargo, frente al buen tono de esas líneas, al difundirla la agencia católica Zenit.org se derrumba por los barrancos en que suelen sucumbir típicos detractores “de mal oído” de la actividad turística. Baste considerar el título del cable que recorrió el mundo y sus redes virtuales: “La Iglesia alza su voz para que el turismo respete la dignidad de la mujer”. Y asegura que “la Iglesia pide a individuos e instancias nacionales e internacionales un responsable compromiso de tutela y de promoción de la mujer y de sus derechos, en particular en el sector turístico”.
Pálido favor que semejante interpretación (organizativamente, una auto interpretación) hace a la actividad y su gente – los que la ofrecen y los que la disfrutan - sembrando el prejuicio de que la Jornada “da ocasión al purpurado para defender la dignidad de la mujer” y se insista, sin atención alguna a la realidad, en lamentar que “a pesar de esta masiva y funcional presencia femenina, persista en muchos caso la segregación vertical de la mujer de la gestión directiva y de la responsabilidad organizativa del turismo”.Momento tan interesante para promover desde aspectos socioculturales hasta económicos del turismo, basándose en la efectiva participación femenina en ellos, soin dejados de lado para enfatizar en “fuertes prejuicios” que perpetúan “estereotipos y atribuciones tradicionales de papeles subalternos según el género”, sin dudar en afirmar que tales cosas “se registran en todas partes, con especial incidencia «en esos lugares del mundo donde la consideración moral, cultural y civil de la mujer la sitúa en condición de minoría y de fuerte injusticia”..Por supuesto que es compartible deplorar «el intolerable escándalo de cierto turismo sexual que humilla a las mujeres reduciéndolas a una situación de práctica esclavitud”, pero ello debería ser sucedáneo, y hasta subordinado al definido afán, que –justo es decirlo – también se incluye en el mensaje por “potenciar el turismo en sus valores positivos”, debe involucrar a “los responsables de la Organización Mundial del Turismo, los Estados nacionales con las agencias regionales, las grandes empresas del sector, los sindicatos, las asociaciones de turismo», los propios turistas sea cual sea su religión, clase social o país de origen”.
Más afortunada parece la exhortación a “crear estructuras y dedicar recursos económicos para proteger, para desarrollar y para mantener viva la instancia moral, cultural y social del respeto de la mujer y de su efectivo crecimiento en este sector” y a “poner por obra una efectiva igualdad de los derechos de las mujeres, garantizándoles la paridad en el trabajo, la libertad religiosa, el respeto de las exigencias relacionadas con la maternidad, la correspondencia de un salario equitativamente percibido”.
También es compartible convocar a “emprender y desarrollar acciones para que el turismo «se oriente siempre a ser ocasión de provechoso diálogo entre civilizaciones distintas, que pueden, gracias a este afrontamiento, ennoblecerse y enriquecerse recíprocamente”.
Para nada esto supone una crítica general al pensar o estructuras vaticana, ni quiere formar parte de un intento por iniciar un proceso de des-conocimiento de la jerarquía papal – purpurea, pero sí conviene advertir sobre dos peligrosas tendencias que se manifiestan al analizar la actividad turística. En concreto: empezar por marcar defectos y considerar que en ese marco de intercambio sociocultural se encierran, también y sobre todo, ciertas pecaminosas actitudes y acciones moralmente desdeñables. Eso es prejuicio neto y nato.

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