miércoles, 12 de septiembre de 2007

234/Dialéctica - Marxismo, materialismo, religión - Louis, Schvarz

El marxismo; el materialismo - JULIO A. LOUIS Profesor

El marxismo se compone de cuatro partes constitutivas interrelacionadas: el materialismo dialéctico (filosofía), el materialismo histórico, la teoría económica y la teoría política.
El materialismo dialéctico relaciona los conceptos materialismo y dialéctica contenidos en la denominación. Presenta dos características: reivindica su condición de clase, pues sirve al proletariado; y tiene un carácter práctico, pues la teoría se forma desde la práctica.
El materialismo del marxismo posee tres acepciones.
La primera se expide sobre la cuestión fundamental de la filosofía que es la relación entre el pensamiento y la vida real, entre el espíritu y la naturaleza. ¿El mundo fue creado por Dios o existe desde la eternidad? "Los que afirmaban el carácter primario del espíritu frente a la naturaleza, y por tanto, admitían, en última instancia, una creación del mundo bajo una u otra forma [...] formaban el campo del idealismo. Los otros, los que reputaban la naturaleza como lo primario, figuran en las diversas escuelas del materialismo" (Engels, "Ludwin Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana").
Para los materialistas, por consiguiente, el espíritu es un producto de la materia, en tanto que para los idealistas, la materia es un producto del espíritu.
La naturaleza existe con independencia del espíritu. Pasa por diferentes estados: primero es naturaleza muerta, inorgánica. De su evolución surge la naturaleza viva, orgánica. . A su vez de ésta se origina la materia pensante. Y del cerebro, su órgano, emana el pensamiento. Por eso, el pensar está determinado por el ser. La conciencia, función de un cerebro material, depende de condiciones que son materiales; por de pronto, si faltan determinadas sustancias químicas o conexiones eléctricas no hay desarrollo cerebral ni conciencia. A la inversa, el espíritu no existe con independencia de la materia ni el pensamiento existe sin el cerebro.
La segunda la plantea Engels páginas más adelante, adoptando otra definición sobre el materialismo. Materialista es la forma de concebir y entender la realidad en su verdadera concatenación, sin quimeras idealistas ni concatenaciones imaginarias. El materialismo es comprendido como método.
En 'El Capital' Marx considera al método materialista como el único científico, que en particular parte de la historia de la tecnología para explicar la formación de la sociedad.
La tercera acepción se observa en la relación sujeto-objeto. Se trata de superar la visión contemplativa de la realidad, destacando su condición de `materialismo práctico', remarcando que es posible cambiar las cosas. "El materialismo es, ante todo, concepción materialista de la historia, teoría de la actividad del sujeto". (Jorge Luis Acanda, `¿Qué marxismo está en crisis?' , `Alfaguara' , No. 9, 1995).
Este pensador cubano subraya que la teoría materialista de Marx y Engels es un materialismo centrado en conocer (método) y en transformar (praxis). Y previene:. "La contraposición entre el materialismo `objetivista' repetición del fatalismo anterior, y el materialismo `práctico' o materialismo de la subjetividad, ha signado la historia del marxismo hasta nuestros días. Como señala el filósofo marxista de la RFA Hans Jorg Sandkühler, la historia del materialismo, desde el último tercio de siglo XIX es ante todo una historia no solo de la lucha ideológica entre clases contrapuestas (burguesía y proletariado), sino también de las contradicciones dentro del propio movimiento socialista".
Hasta aquí el materialismo, al que le falta su complemento, la dialéctica.


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El marxismo y la religión - JULIO A. LOUIS Profesor

El marxismo es ateo, niega la existencia de dioses o de un dios único. A su vez, Marx ha expresado que la religión es el opio de los pueblos. ¿Qué significan dichas afirmaciones?
La religión es un producto de la fantasía, de la inspiración, basada en la creencia, en la fe, mientras que el materialismo dialéctico se basa en el conocimiento científico. La polémica entre un materialista y un creyente se paraliza en este inevitable intercambio. `¿No comprendes que alguien, un dios, tuvo que crear el mundo?, argumenta el creyente. `¿Y quién hizo a dios?', interroga el materialista. `Pues Dios es Dios y se crea a sí mismo'.` Y yo te digo que la materia es la materia y se crea a sí misma'. Sólo que es demostrable la existencia de la materia y no lo es la de dios.
Una profunda diferencia de método separa a la religión de la ciencia. Ante fuerzas tales como la lluvia, el viento, el trueno, que atemorizan, los pueblos primitivos las imaginan como la acción de dioses y prueban acciones para congraciarse con ellos a fin de dominarlas: sacrificios, rogativas, regalos, etc. Las religiones interpretan fenómenos inexplicables, tanto las politeístas como las monoteístas. En éstas no se cambia la esencia de la explicación: un ser fantástico, que vive fuera y más allá del mundo, de poderes infinitos e incomprensibles, rige los fenómenos, sean naturales o sociales. Por consiguiente, un ser al que no se puede toca, ver, oír, etc., imperceptible para los sentidos, e incomprensible a la razón humana, paradójicamente vuelve inviable cualquier demostración de su inexistencia.
La ciencia, en cambio, estudia esos fenómenos naturales o sociales, compara, relaciona con otros. Después elabora leyes para explicarlos y la sociedad se apropiará de esos conocimientos.
La religión se explica, de una parte, por el estado de dependencia del ser humano frente a la naturaleza, y de otra, por la sensación de indefensión de los individuos ante fuerzas incomprensibles de la sociedad. ¿Por qué cree la burguesía en dios? se pregunta Paul Lafargue, en un célebre folleto.
Porque los vaivenes de las tasas de interés, las caídas de las bolsas de valores, las repentinas crisis del dios mercado, etc. le resultan tan incomprensibles como la lluvia o el trueno para los primitivos.
Pero el marxismo además, observa otros aspectos relacionados con la religión. Por de pronto, cuando los individuos sufren la ausencia de derechos y en ellos cunde la desesperanza y se resignan a no luchar contra las relaciones sociales de explotación y de opresión, esperando hallar la justicia en un más allá, el marxismo denuncia el rol negativo, de `opio de los pueblos' que en tales casos cumple la religión. En una sociedad de clases, generalmente los privilegios de una clase se defienden propagando entre los oprimidos la resignación y la justificación del estado de cosas como fruto de los designios inescrutables de Dios. No obstante, la lucha ideológica contra la fe -elevada por encima de la ciencia- que libra el marxismo, de ningún modo, condena u ofende a los creyentes. Denuncia sí el rol adormecedor de conciencias, de sectas e iglesias que alienan, que esconden la realidad, en beneficio de los explotadores y opresores.
El marxismo a su vez se diferencia del racionalismo liberal, burgués, en el modo de combatir a la religión. Mientras para éste, la cuestión es de educación, de iluminar las conciencias contra el oscurantismo religioso, el marxismo considera que la educación es tan sólo un aspecto del combate. Estima que los seres humanos no precisarán de la religión, recién después que modifiquen las relaciones económico-sociales, de modo que los vínculos entre los seres humanos y entre éstos y la naturaleza sean armoniosos. Así como un hambriento razona mal frente a cualquier alimento a su alcance, el desesperado está en pésimas condiciones de reflexionar mientras perduren las condiciones que motivan su desesperanza.
Entretanto, marxistas y creyentes deben mancomunar esfuerzos por modificaciones concretas, acordando en valores compartidos con los que pueden defender la justicia en ese mundo. En ese sentido, es ancho el campo de coincidencias con los cristianos.

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Sobre marxismo y religión - NIKO SCHVARZ - Periodista

LÍBREME DIOS de la intención de comentar las notas de Julio Louis sobre conceptos básicos del marxismo. Apenas si voy a dedicar unas líneas a una frase de su última entrega, del día 10, sobre marxismo y religión. Escribe que "Marx ha expresado que la religión es el opio de los pueblos" y le agrega algunas consideraciones habituales sobre este tema, en el sentido de que la religión contribuye a la resignación, a no luchar contra los males de este mundo y a confiar en el más allá.
Creo que esta interpretación, a pesar de su extensa difusión (a mi juicio de parte interesada), es incorrecta. Y no improviso opinión. En el libro de 1994 "América Latina y el retoñar de la utopía", en que analizo la concepción de Rodney Arismendi sobre la revolución continental de cara al siglo XXI (tema que, aprovecho para anunciarlo, será uno de los que vertebrarán las mesas redondas y exposición fotográfica sobre el dirigente comunista a efectuarse el mes próximo en la Junta Departamental), hay un apartado dedicado a la teología de la liberación, principalmente en Brasil, y allí podemos leer: "Los cultores de la teología de la liberación se han esforzado por devolver su contenido original a la expresión de Marx según la cual 'la religión es el opio del pueblo', tantas veces utilizada para distanciar a los marxistas de los creyentes. Dice Frei Betto que para nuestra mentalidad el opio equivale a una droga que anula la voluntad y las facultades intelectuales. En el siglo pasado, en cambio, el opio era utilizado frecuentemente como analgésico. Comparar la religión al opio equivalía a destacar su poder para consolar a los afligidos, para calmar los sufrimientos humanos. Por otra parte, la expresión no fue acuñada por Marx, sino por Kant en su obra de 1793 'La religión y los límites de la razón simple'".
Trasladando el tema a Uruguay, recordaba la prédica sostenida de Arismendi a favor de la unión de marxistas y cristianos, así como su alta valoración de la conducta del arzobispo de Montevideo, monseñor Carlos Parteli, cuando en compañía de otros dignatarios de la iglesia católica concurrió a la sede comunista, en Sierra 1720, para rendir su pésame ante los ocho obreros acribillados en la seccional 20ª del Paso Molino el 17 de abril de 1972.
También eran frecuentes en su oratoria las referencias al contenido ético del Sermón de la Montaña. Saludó la presencia del Partido Demócrata Cristiano en la fundación del Frente Amplio, que se transformaba así en un área de confluencia de marxistas y cristianos, junto a otras vertientes del crisol político uruguayo.
Hay otras opiniones coincidentes al respecto, de fuentes de indiscutible relevancia. En 1993 se efectuó en Montevideo un encuentro organizado por la Fundación Rodney Arismendi sobre La integración latinoamericana y sus problemas contemporáneos, con la participación de Danilo Astori, Frei Betto, el embajador de Cuba Abelardo Curbelo, Fanny Edelman, Ruiz Pereyra Faget, James Petras, Renzo Pi, Hugo Rodríguez, Ruben Yáñez. En la sesión de clausura hablaron Volodia Teitelboim, Hugo Villar y Jorge Luis Ornstein. Allí el destacado intelectual chileno (hoy nonagenario y en plena producción intelectual) se dirigió a la mesa que integraban, entre otros, el intendente Tabaré Vázquez y el general Líber Seregni, hizo referencia a la personalidad de Arismendi, a sus concepciones marxistas, a su conocimiento del joven Marx, y aludió al tema que nos ocupa en estos términos: "(En relación) con el fenómeno religioso se ha hecho mucho caudal, se ha llevado y traído esta frase de que la religión es el opio del pueblo.
En verdad, Marx lo dijo como una forma de elogio a la religión. En el siglo XIX, cuando lo dice, el opio era la única manera de calmar los dolores del enfermo y por lo tanto la religión ante un mundo desolador calmaba su dolor. Pero el problema religioso tiene que ser visto con otros ojos...".

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