domingo, 2 de septiembre de 2007

199/Papeles y cenizas - ¿Un masaje eficaz? - Por Gisela Antonuccio

este artículo es un breve comentario
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desquiciada, pobre, para el cti


Un acto de comunicación es eficaz si tiene la capacidad de lograr el efecto que se esperaba. Cabe pensar, entonces, que detrás del mismo hubo una planificación, un ejercicio de abstracción para transformar una realidad. ¿Es eficaz la autopromoción a través de la oferta de sexo?

¿Quién sabe: ¿qué realidad se pretendió transformar? ¿La de irrumpir como sea en el mosaico del anonimato que todo mortal trae al nacer?

¿Ser tapa en una revista de papel mate y poco gramaje, cuya calidad impresa suele estar fuera de registro, pero que cubrirá los gastos de quirófano?
Internet sin dudas revolucionó la Era de la Información de la que habla Alvin Toffler. Su descubrimiento, al menos, renueva una esperanza a la globalización: la posibilidad de democratizar el acceso a la información. El sexo es una de las ofertas que la red de redes propone dentro de sus consumos. Y quizás sea cierta la afirmación de Marshall McLuhan, respecto de que toda tecnología altera la proporción de nuestros sentidos, al referirse a los medios como extensiones del hombre. “Todos los medios son metáforas activas para traducir la experiencia en formas nuevas”, sostenía.

¿Hasta qué punto los seres humanos dependen de un sentido más que de otro?, se preguntaba. ¿Y qué ocurre cuando la proporción de los sentidos se modifica? Nuestros sentidos se modifican, alteran sus proporciones y la propia percepción a partir de la emergencia de nuevos medios, afirmó. La configuración sensorial obtenida de la interacción del hombre con sus extensiones tecnológicas afecta el orden de la sensibilidad y también las propias estructuras del pensamiento, la concepción que tiene del mundo y de sí mismo. Y entonces acuñó su famosa frase: el “medio es el masaje”.

Claro que McLuhan ignoraba que cincuenta años después aquél provendría de una prótesis mamaria.

G. A. es priodista, autora de En celo.

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