miércoles, 20 de mayo de 2009

634 25-09 - Dossier - La cuestión charrúa

*cada tanto, los temas ancla gustan reposar en
nuevas y antiguas plumas, quizás para
satisfacer la inevitable bipolaridad
- o multi origen - de la búsqueda
de la identidad nacional, red - sv -
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El Charruismo - Julio María Sanguinetti
Desde hace un tiempo asistimos en el país a una floración de iniciativas destinadas a la exaltación de la tribu charrúa. No hemos heredado de ese pueblo primitivo ni una palabra de su precario idioma, ni el nombre de un poblado o una región, ni aun un recuerdo benévolo de nuestros mayores, españoles, criollos, jesuitas o militares, que invariablemente les describieron como sus enemigos, en un choque que duró más de dos siglos y les enfrentó a la sociedad hispano-criolla que sacrificadamente intentaba asentar familias y modos de producción, para incorporarse a la civilización occidental a la que pertenecemos. Su leyenda se adentró en el imaginario colectivo, en tiempos en que la afirmación de la identidad nacional reclamaba de mitología. Hoy, a dos siglos casi de existencia independiente, parecería llegada la hora de que la historia supere el mito, pero desgraciadamente, como en tantas otras cosas, venimos involucionando. El charruismo, como lo dice Oscar Padrón Favre, se basa en ocultamientos sustanciales, como el de la etnia guaraní misionera, esa sí fundamental en la construcción de nuestra sociedad, desde las murallas montevideanas, por ella levantadas, hasta la formación de nuestro ejército; desde la toponimia del país hasta su presencia en el quehacer de trabajo de esa gente que formó nuestro pueblo criollo. Resulta hasta ridículo explicar a los extranjeros que la palabra "Uruguay", tanto como todas las de nuestra geografía, no proviene de los idealizados charrúas sino de la lengua guaraní. Se olvida también -quizás lo más importante a la luz del debate- que en nuestra vida republicana nadie quiso eliminar a los charrúas como personas sino barrer su toldería, modo de vida incompatible con la vida criolla, refugio de delincuentes, constante aliado del invasor portugués y del "bandeirante" traficante de esclavos, que procuraba allí la gente para secuestrar niños guaraníes o mujeres blancas y venderlas en Brasil. Fueron innúmeros los episodios de ese largo enfrentamiento en la etapa colonial. Recuérdese el del Yi, en 1702, acaso el mayor, en que el ejército guaraní, al mando de los padres jesuitas, mató -según su versión- a 500 guerreros, destruyó una toldería y envió a "cristianar" a las mujeres y niñas. Más tarde, y luego de un período de asaltos y treguas, en 1749, ante la noticia de una conspiración, el Gobernador de Buenos Aires, José de Andonaegui, llegó a cabo una campaña que terminó con la mayoría de esa población, que básicamente instalaba sus tolderías en Entre Ríos desde la fundación de Santa Fe (1573) y la aparición del ganado. Los jesuitas intentaron repetidamente civilizar a quienes sobrevivieron, pero sin éxito. De modo que el tema del enfrentamiento con los charrúas es un "choque de civilizaciones" que no se puede reducir a una mera batalla final, en Salsipuedes, cuando quedaban en nuestro territorio unos pocos cientos de ellos. Es verdad que en el período revolucionario hubo charrúas que se asociaron a la revolución artiguista, como también es verdad que en otras ocasiones, en que les convino, se juntaron con sus viejos aliados portugueses. Precisamente, para combatirlos fue que se había creado, en 1797, el cuerpo de Blandengues de la Frontera de Montevideo donde revistó nuestro prócer, Don José, nieto de Don Juan Martín Artigas, que había sido honrado con honores luego de un exitoso enfrentamiento con ellos. No olvidemos que cuando la dominación brasileña, Rivera le propuso a Lecor un plan de reducción de los charrúas, tratando de preservar sus vidas. Y que, ya instalado el gobierno provisorio de Lavalleja, el 24 de febrero de 1830, éste dio a Rivera la orden de atacarlos, para no dejar "a estos malvados a sus inclinaciones naturales y no conociendo freno alguno que los contenga". Organizada la República, le tocó a Rivera librar en 1831 la tan discutida campaña, aprobada por la unanimidad del Parlamento, sin una voz en contra, dado el clamor del vecindario de la campaña. Tan poco "genocida" fue el choque de Salsipuedes, que murieron, según se supone, unos 40 charrúas y 300 fueron hechos prisioneros y enviados a Montevideo. Y los que sobrevivieron organizados dieron muerte, poco después, a Bernabé Rivera, principalísima figura del ejército patrio y sobrino del Presidente. Sin olvidar que el ejército nacional llevaba en sus filas un grueso de soldados guaraníes, eternos rivales de los charrúas. De modo que Salsipuedes fue, simplemente, un enfrentamiento entre tantos. Choque final, sí, para la toldería, modo de vida que estuvo condenado desde el primer día en que se afincó la civilización española en nuestras tierras. Es doloroso por el país que se use la historia de modo abusivo, fundamentalmente para denostar al General Rivera, a quien el país le debe los mayores esfuerzos en la lucha por la independencia. Como ha escrito Lincoln Maiztegui, Salsipuedes le tocó a Rivera, como le hubiera correspondido a Lavalleja, a Oribe o a Garzón si hubieran estado en la Presidencia en ese momento. Que miremos con respeto a ese pueblo charrúa es lo debido. Que lo glorifiquemos poco menos que como origen de nuestra sociedad, es algo peor que un clamoroso error histórico. Es una definición reaccionaria de un trasnochado nacionalismo romántico, que ubica al país en la mirada más primitiva de su pasado, atándolo a la violencia y al rencor por la sangre que derraman las civilizaciones en su proceso fundacional y no a los magníficos esfuerzos de tantos patriotas para consolidar la paz y abrir las rutas del progreso.
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Charruismo y el Etnocidio de Salsipuedes - Carlos E. de Mello
respecto de una nota del Dr. Julio Ma. Sanguinetti en su editorial de El País de 19 de abril de 2009.

Soy de los que creía que nadie le iba a contestar a Sanguinetti. Pensé que no valía la pena. Hay tanta investigación, tantos libros y tantas conferencias acerca de este tema, de blancos, frenteamplistas, independientes y hasta investigadores de su mismo partido, que se contesta sólo.Por no hablar de Pivel Devoto del partido Nacional, o los jóvenes investigadores de izquierda como Gerardo Caetano y Nelson Caula, por no hablar de antropólogos como Daniel Vidart, o estudiosos independientes como Danilo Antón ("Uruguay Pirí:" título del libro que usé para mi canción homónima grabada por Numa Moraes, y que "pirí" quiere decir "toldería" en idioma charrúa). Ese artículo pobrísimo se podría contestar con apenas un título de un ilustre investigador, periodista y abogado de su propio partido, el Partido Colorado, que se llama Carlos Maggi, editorialista del mismo diario El País, y que escribió recientemente una contundente obra titulada: "Artigas y su hijo el Caciquillo". Por supuesto el hijo de Artigas referido es Charrúa. Lo sorprendente es que el ex presidente diga que “tan poco genocida fue el choque (sic) de Salsipuedes, que murieron según se supone, unos 40 charrúas y 300 fueron hechos prisioneros y llevados a Montevideo”. Los 300 que “se supone” que fueron llevados a Montevideo, se fueron a pié desde Paysandú en una caravana de esclavos escoltados por los soldados de Rivera, y que fueron muriendo por el camino niños y madres embarazadas. Y los pocos más fuertes que pudieron llegar lloraban de tal manera en el puerto de Montevideo, "que hacían insoportable la apacible siesta del patriciado montevideano" según documentos públicos que están bajo la custodia de la Biblioteca Nacional. "Don Frutos matando amigos!" fue la frase que alcanzó a pronunciar el cacique charrúa herido de muerte por Rivera, cuando ingenuamente le abrió la puerta de su casa y de su pueblo en el arroyo Salsipuedes.Pero debo darle la razón en ésto a Sanguinetti: no fué un genocidio. Genocidio hizo Hitler que mató a millones de judíos pero no pudo exterminar a la raza judía. Lo del Partido Colorado en el poder y el Presidente Rivera, fue simplemente un "Etnocidio" pues exterminó totalmente una Etnia. Esto es: exterminó algo más que una raza: borró una cultura de la faz de la tierra. Los 4 "ejemplares" que quedaron vivos en el puerto de Montevideo, fueron llevados a París para ser exhibidos ante los europeos como bichos raros americanos: Los caciques Tacuabé, Guyunusa, Vaimaca Pirú y Senaqué. La nobleza americana.Y que no venga a descubrir ahora el Dr. Sanguinetti a los pacíficos guaraníes, como si se pudieran contraponer a sus hermanos indios, los rebeldes charrúas, por más que hubiera habido guerras entre hermanos.Quienes escoltaron al pueblo oriental en el Éxodo, y no permitieron que los portugueses ni otros maleantes se acercaran, fueron los Charrúas. Quienes esperaban a Artigas en Tacuarembó cuando éste se sentía traicionado por el gobierno de Buenos Aires, era la Nación Charrúa, "el centro de mis recursos" decía Don José y se perdía en las grutas de Arerunguá en Tacuarembó con sus amigos indios, y con sus lanceros negros, comandados por el poeta y comandante, Ansina. Ese fue el componente étnico de la revolución artiguista. Revolución que todavía nos inspira, e inspira a las grandes mayorías políticas de este Uruguay democrático.Bueno, no da para más. Con todo respeto, tengo grandes raíces y amigos en el Partido Colorado. Alguien me preguntó que porqué no le contestaba a Sanguinetti. Y yo le dije, que quien soy yo para contestarle a un ex presidente. Apenas un elector que no está entre los electores del Partido de Fructuoso Rivera que el pueblo uruguayo confinó a un 7% de los electores que se deben creer que traicionar a un amigo indio o negro, es cosa que está bien. Sé que no todos los colorados piensan así. Y sé también que en esta hospitalaria tierra charrúa, hay lugar para todos.
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Carlos Maggi
Julio Sanguinetti dice: - "Que glorifiquemos (a los charrúas) es algo peor que un clamoroso error histórico. Es una definición reaccionaria de un trasnochado nacionalismo romántico. Ubica al país en la mirada más primitiva de su pasado, atándolo a la violencia y al rencor… y no, a los magníficos esfuerzos de tantos patriotas." (El País, 19/4/09).
¿Qué dicen los papeles de época, las pruebas fehacientes?
(Por razones de espacio, elijo unos pocos documentos entre los 300 que fundamentan mi tesis sobre Artigas y el Caciquillo).
8/10/811. Ambrosio Carranza a Artigas [1]:
- "Esperé reunirme con la división de don Baltasar Ojeda, que vino el día 5, a las cuatro y media de la tarde; salimos en dirección a Paysandú y, reunidos el 8 con 28 charrúas al mando del Caciquillo Manuel Artigas y varios vecinos, avanzamos (atacamos) el pueblo...".
Esta acción es dos días anterior a la salida del Éxodo, de San José hacia Salto; y está destinada a limpiar el camino de la "Redota", frente a los portugueses que enviaban tropas hacia el Sur.
2/11/811. Puntas del arroyo Perdido, Artigas a Ambrosio Carranza [14]:
- "La reunión de los indios bravos es de la primera necesidad y yo espero que usted, de cualquier modo, me envíe algún cacique, acompañado de diez o doce indios para que trate conmigo". "Apuremos todos los recursos para que los portugueses no se hagan dueños de esta banda". "Reunida la gente en Sandú, conservará usted dicha punta, precisamente, hasta mi llegada". "Auxiliará usted a la mayor brevedad a mi Caciquillo, dándole orden de partir para los indios bravos, a fin de que éstos nos auxilien con sus brazos en una causa que también es la suya; para ello, aconsejará usted de mi parte al Caciquillo. Emplee cuantos medios razonables estén a su alcance" .
14/11/811. Artigas a Elías Galván. [15]:
- "Los indios infieles, abandonando sus tolderías, inundan la campaña presentándome sus bravos esfuerzos para cooperar a la consolidación de nuestro gran sistema".
A partir de este momento, los charrúas acompañaran la caravana del Éxodo; serán su guardia; y en diciembre, cuando se cruce el río Uruguay, las tribus de Arerunguá acamparán junto a los orientales en el Ayuí.
SIN FECHA. Artigas al Caciquillo [22]:
- "Cuando tengo el gusto de hablar al noble cacique don Manuel Artigas, lo hago con toda la satisfacción que me inspiran sus dignos pensamientos. Yo estoy seguro de estar siempre con vos, así como vos debés siempre contar conmigo.
"Nada habrá capaz de dividir nuestra unión y cuando los enemigos se presenten al ataque, nos verá el mundo ostentar nuestra amistad y la confianza que mantenemos.
"Yo estoy convencido de tus buenos sentimientos; por ellos y por las demás condiciones que te adornan, será siempre un amigo tuyo y de los que te siguen, tu padre, Artigas".
El Caciquillo, que no sabe leer, lleva esta carta en una bolsita de cuero colgada del cuello y la presenta como pasaporte.
24/12/811. Artigas, instalado en el Ayuí, le escribe al gobierno de Buenos Aires [27]:
- El 18 del corriente hice marchar una división de esta arma compuesta de 500 hombres, a la que uní 452 indios, al mando todos del capitán de blandengues don Manuel Pinto Carneiro, en dirección de Belén, en cuyas cercanías se hallaba una columna portuguesa de 300 hombres bajo las órdenes del sargento mayor Manoel dos Santos (que huyó). Las armas de la patria se vieron precisadas a atacarlos".
24/1/812. Artigas al gobierno de Buenos Aires [31]:
- (Tropas portuguesas) "se dirigieron a Paysandú y entonces yo, con sólo los mismos infieles, sostenidos por la partida del capitán Blas Basualdo, en observación sobre el arroyo de la China, los hice embarcar desde aquel punto. Huyeron los portugueses viendo que los charrúas se aproximaban".
18/6/812. Diego de Souza a Vigodet [58]:
- "En la madrugada del día 12 del corriente (costas del Daymán) fueron atacados y completamente derrotados los minuanes y los charrúas que las tropas de Buenos Aires presentaban al frente, en todas sus acciones contra las nuestras; y cuya resistencia era siempre mayor que la de las tropas regulares. Quedaron muertos cuatro caciques y el quinto, denominado Caciquillo, se presume que fue baleado".
26/5/812. Tratado Rademaker-Herrera: los portugueses deben retirarse de la Banda Oriental: 2º sitio de Montevideo.
26/2/813. Después de graves altercados entre Sarratea y Artigas, Sarratea se retira derrotado; y los ejércitos sitiadores de Rondeau y de Artigas se unen.
Bartolomé Muñoz, que está con Rondeau, escribe en su diario [204]:
- "A las diez de una hermosísima mañana se presentaron en el Cerrito los batidores a los cuales seguía una columna que parecía interminable. Esta columna reunida con el ejército del sitio y el inmenso pueblo que se juntó de todas partes, hizo temblar los muros de la plaza sitiada.
"Eran las 12 cuando llegaron los generales. ¡Bendito Dios! que tenemos con esta unión 5.000 enemigos menos, que son 5.000 amigos más". "Cien indios charrúas cerraban la retaguardia".
Dámaso Antonio Larrañaga, escribe [205]:
- "Habiendo llegado de nuevo al campamento (en el Santa Lucía Chico) donde había quedado el coche esperando por caballos y por un reparo que necesitaba, nos fue preciso pasar el día esperando los auxilios para el camino. Con este motivo tuve ocasión de tratar con los caciques minuanes que acompañan y aman tiernamente al jefe de este ejército (Artigas). Uno de ellos (¿el Caciquillo?) comió con su mujer en la mesa del general".
18/8/813. El diario de Bartolomé Muñoz da cuenta de la incorporación de las tribus al sitio de Montevideo [208]:
- "Llegaron hoy los indios charrúas; fue preciso hacerlos acampar a tres leguas de distancia por su conducta incivil, aunque su jefe, el Caciquillo, don Manuel Artigas, muy tratable".
2/10/814. Artigas le comenta a Miguel Barreiro la victoria de Frutos Rivera sobre el ejército porteño de Dorrego, en la Azotea de González [Juan Bautista Silva, en Revista Histórica VI, pág. 4, Montevideo, 1956]:
- "Algunos enemigos pagaron su obstinación con su muerte (ante) la intrºepidez de la caballería charrúa".
14/1/815. General Soler, al mando de las fuerzas de Sur, al gobierno de Buenos Aires, cuatro días después de la debacle de Dorrego en Guayabos (Arerunguá) [288]:
- "Desde el 30 (de diciembre) nada sé del coronel Dorrego porque después de su pasaje del Río Negro, algunos indios charrúas y varias partidas desbandadas del enemigo se han puesto por la retaguardia de su división y cierran los pasos a los chasques de aquel jefe y míos".
El triunfo militar más grande de los orientales, en todas sus épocas (la batalla de Guayabos 10/1/815) se ganó en buena medida, por obra de la caballería charrúa, que partió el ejército porteño en dos.
Queda por probar el periodo de las derrotas frente a la segunda invasión portuguesa (1816-1820), cuando Artigas le confió a los charrúas (y no a los orientales) que cuidaran su seguridad personal; un hecho muy conocido, pero inexplicable para los historiadores convencionales.
(-) Los números entre paréntesis rectos [ ] remiten a las citas de mi libro "Artigas y el Caciquillo", ed. Sudamericana y Fin de siglo, 2006.

1 comentario:

r.marisarodríguez dijo...

Gracias por su expresión escrita, por su posicionamiento ideológico y su compromiso. No importa si somos o no del mismo palo.
Estaba buscando información sobre el pueblo "Charrúa". Me topé con el blog, y encontré material histórico, que muchos uruguayos en Argentina y Uruguay estan tratando de rescatar del exterminio étnico. No solo de los Charruas sino de los Pueblos originarias de América.
Las Artes Visuales son mi herramienta. Y el aporte que es un granito de arena en el desierto de la ignorancia siento que debe ser hecho con seriedad y responsabilidad. Asi que Gracias por resolver plantar sus ideas en la web.

http://enterinterart.blogspot.com/
Raquel Marisa Rodríguez Artista
Visual

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