miércoles, 27 de mayo de 2009

655 46-09 - Escenarios - El sol del 25 - Brienza/Peña

* dos visiones más sobre el
ingreso al bicentenario, red
*********ENGAÑOSO FESTEJO - Hernán Brienza.
Hemos vivido equivocados. Hemos festejado engañados. Durante 199 años hemos celebrado una fecha patria que no era tal. Todos nuestros actos escolares han sido falsos, nuestras proclamas apócrifas, nuestros libros viciados de apariencia. Nuestra historia está fundada sobre un mito inexacto: el 25 de Mayo de 1810. Antes de seguir quiero convenir en algo: todo lo dicho, todo lo escrito, lo debatido, lo peleado sobre aquellas jornadas inaugurales de este país-maceta forman parte de uno de los debates más ricos de nuestra historia. Equiparado, tal vez, a los combates sobre Juan Manuel de Rosas o sobre el peronismo, ya entrado el siglo XX. El problema no es lo que se diga o deje de decir sobre el 25 de Mayo de 1810, sobre saavedristas y morenistas, sobre paraguas y mazamorras, sobre serenos y patoteros como French y Beruti, sobre pueblos en la calle y cabildos abiertos. La cuestión está en que nuestra patria no nació ese día: los sueños de república, de libertad, de independencia, la Primera Junta en estas tierras no provino de esa ciudadaldea portuaria, atestada de sacerdotes ocultadores, comerciantes rapaces, contrabandistas nocturnos y pensadores liberales. No. La patria fue parida otro día: curiosamente otro 25 de mayo, pero de 1809. Exactamente un año antes. Y en el otro rincón del territorio. Allí en Chuquisaca, en el Alto Perú, en el corazón de la América andina, entre esa gente de rostros cobrizos, de caminar cansino y tonada cadenciosa. Chuquisaca pertenecía, entonces, al Virreinato del Río de la Plata, pero tenía una serie de beneficios propios: autonomía administrativa y poder de policía propios. Su gran tesoro no era la plata potosina ni las regalías de la aduana. Su riqueza era la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier, reconocida como uno de los centros de estudios más importantes del mundo. Era tan importante que era conocida como “la Atenas de América”. En sus aulas estudiaron Mariano Moreno, Juan José Castelli y Bernardo de Monteagudo, entre otros revolucionarios jacobinos. La Universidad de Chuquisaca era el verdadero centro de las luces de principios del siglo XIX. Todo comenzó cuando llegaron a América las noticias de la caída del rey Fernando VII y la instauración de la Junta de Sevilla. La Real Audiencia de Charcas (como también se conocía la ciudad que hoy se llama Sucre en honor al mariscal Antonio José, mano derecha de Simón Bolívar) se opuso y llamó a constituir otras juntas provinciales. En noviembre de 1808, el delegado sevillano, José Manuel de Goyeneche, entró en la ciudad e intentó que ese territorio quedara en manos de Carlota Joaquina Teresa de Borbón, hermana de Fernando y reina regente de Portugal en el Brasil. Los claustros de la Universidad se convirtieron en un polvorín y rechazaron de plano las exigencias de Goyeneche. Poco después, la Audiencia reconoció la autoridad de la Junta sevillana, pero el germen revolucionario ya había despertado.Los meses que siguieron fueron de agitación y conspiraciones. Un panfleto titulado “Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII en los Campos Elíseos”, escrito por Bernardo de Monteagudo, decía: “Habitantes del Perú… Desaparezca la penosa y funesta noche de la usurpación, y amanezca luminoso y claro el día de la libertad. Quebrantad las terribles cadenas de la esclavitud y empezad a disfrutar de los deliciosos encantos de la independencia. Vuestra causa es justa, equitativos vuestros designios. Reuníos, pues, corred a dar ripio a la grande obra de vivir independientes”.La revolución estalló el 25 de mayo, a las 18, cuando el presidente de la Audiencia, Ramón García Pizarro, mandó a detener a los conspiradores. Sólo pudo detener a Jaime de Zudánez. Pero el levantamiento no se hizo esperar: el pueblo lo acompañó a la cárcel y comenzó a apedrear los edificios públicos. Fue prácticamente liberado por la multitud que lo llevó en andas hasta la Plaza Mayor. Entre la gente se destacaba, dicen las crónicas de la época, Monteagudo, quien gritaba “Muera el mal gobierno, viva el rey Fernando VII”. García Pizarro renunció el 26 por la madrugada y asumió la “Audiencia gobernadora”. Había nacido la Primera Junta americana en territorio argentino. La Audiencia se enfrentó a todas las fuerzas reaccionarias y cayó unos meses después bajo la despiadada represión militar de Goyeneche. Unos meses después, Buenos Aires iba a tomar el ejemplo de Chuquisaca y se iba a levantar contra el poder peninsular. Ahora bien, ¿por qué no se reivindica en nuestro país la revolución popular de Chuquisaca? ¿Por qué se la desconoce y se la ningunea? ¿Qué significa festejar como mito fundacional la revolución porteña en vez de la de América profunda? ¿Celebrar Mayo de 1810 no es anteponer el comercio a las ideas? ¿El librecambismo al librepensamiento? ¿No es celebrar también las amputaciones a las que fue sometido este continente con complicidad de los directoriales como Juan Martín de Pueyrredón –la Banda Oriental– y de los liberales como Bernardino Rivadavia –Bolivia–? Poner el eje del Bicentenario en el año X –sin recordar Chuquisaca– es achicar otra vez el sueño de los Monteagudo, los Moreno, los San Martín, los Bolívar, los Dorrego y los Artigas.

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***********El festejo sano - Fernando Peña

A la gran mayoría de la gente le irritan las fechas patrias. A casi nadie le gusta ir a los desfiles ni a las celebraciones, casi nadie usa escarapela, pocos comen locro y al chocolate con churros lo miramos por tevé. Fernando Peña.
A la gran mayoría de la gente le irritan las fechas patrias. A casi nadie le gusta ir a los desfiles ni a las celebraciones, casi nadie usa escarapela, pocos comen locro y al chocolate con churros lo miramos por tevé. Nadie tiene ganas de fechas patrias, ya no es ningún secreto y tampoco nos da tanta vergüenza aceptar que no nos importan para nada. Siempre me pregunté por qué será esto, ¿serán los ejemplos nefastos que tuvimos de gobernantes? ¿Será que no existe la nacionalidad argentina aún? ¿Que somos rejunte? ¿Será falta de amor por la patria? ¿Sabemos la diferencia entre patria y país? ¿O es simplemente pereza y punto, ganas de descansar y que vaya el otro a poner la jeta y a enchufarse la escarapela? Esto que escribo es un tema viejo y es un bodrio hablar de esto, pero justamente que el tema sea o resulte un bodrio me da de algún modo la razón. Nos está diciendo que no queremos ni hablar ni escuchar del tema. Pero hoy tengo la intención de justificarnos y quedar libres de culpa y cargo para siempre. Es que he notado que en casi todos los países es así. Hasta en los Estados Unidos creo que es ficticio el festejo, lo que sucede es que se responde a un gran show al cual el pueblo no quiere faltar, ¿pero está el sentimiento profundo y concienzudo presente en el pueblo norteamericano? Tal vez en algunos pocos, como en todo siempre hay algunos pocos por suerte.La reacción general de la gente en el día del festejo en casi todos los países en los que me ha tocado estar en fechas patrias, ya sean europeos o americanos, es de hartazgo y de aburrimiento. ¿Está mal que sea así? ¿Está mal que nos harte y no tengamos ganas de ir a los festejos? ¿Es más patriota el que va? ¿Si no tomo chocolate con churros hoy seré menos patriota? ¿Si uso escarapela soy más argentino que el que no la usa? A muchos mis preguntas y mi planteo les puede parecer infantil.Pregunto entonces por qué nos obligaban y siguen obligando en los colegios a usar símbolos patrios y a festejar. ¿No es eso infantil? Muchos usan escarapela para no pasar vergüenza o por miedo a ser mirados como traidores a la patria, descorazonados y es precisamente por eso que se diluye la demostración genuina, espontánea y fogosa. Se nota esa escarapela comprada hace 15 años, esa que está en el tercer cajón de la cómoda y se saca sólo en las fechas. Usar esa cintita raída, mugrosa y triste que parece un malfatti o un moco pegado en la solapa no es patriotismo, es culpa, es miedo, es cumplir y punto. Los que tomarán hoy chocolate con churros en la Catedral tampoco son creíbles sobre todo cuando no pagan lo que deben, “tomá chocolate, pagá lo que debés…”.¿Habrá chocolate? ¿Habrá churros de verdad?¿O estarán las tazas vacías y serán los churros de cartón? ¿Tienen ganas de estar ahí los que están? ¿A cuántos de ustedes les importa realmente festejar su cumpleaños?¿Cuántos de ustedes quieren estar el día de su cumpleaños? Sin embargo se siguen cumpliendo los años sin cesar y no por eso creo que estemos tristes de cumplirlos, es simplemente no tener ganas del festejo. Por eso propongo lejos de querer ser sarcástico e irónico que pensemos si realmente los símbolos puestos por imposición o la asistencia forzada en estos casos no es totalmente contraproducente y desmorona más aún el poco sentimiento verdadero pero en silencio que en algunos queda. El amor a las cosas nace y crece solito y despacito dentro de cada uno. Siempre me chocó que los maestros nos dijeran y nos ordenaran amar a la patria, sentía que creían que éramos tarados, salvajes e insensibles. Tal vez la apatía y el desencanto en estas fechas son consecuencia de un residuo de rebeldía por ese machacar escolar. También reconozco que hay años en los que quiero festejar y años en los que no, y no está necesariamente relacionado con estar contento con quien gobierna. Festejar es finalmente estar con ánimo, si estás animado comprate la mejor escarapela y mostrala orgulloso, tragate miles de churros y empachate con chocolate y si no quedate piola que no solamente no es la muerte de nadie, sino que es tu íntimo y sano respeto hacia vos y hacia tu patria. ¡Salud!

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