miércoles, 20 de mayo de 2009

643 34-09 - Escenarios - Reflexiones - Selección R. Bussero, Yoatí Sopeña, S. Valledor

* Vikki Bell socióloga británica –¿Cuál sería el rol del sociólogo o el filósofo?
–Los sociólogos y los filósofos piensan el mundo con una preocupación que tiene que ver con la curiosidad y el cuidado. Pero son las personas en sentido amplio quienes están obligadas a producir respuestas, y son los diferentes contextos y resultados de esas disputas, tanto los intencionales como los involuntarios, lo que encuentro más fascinante.

** Africa es el continente más golpeado por el sida y sin embargo la enfermedad no se menciona por su nombre en los diferentes dialectos. En Angola le dicen “enfermedad de la vergüenza”; en Botswana, “la enfermedad sobre la que se habla en la radio”; en Nigeria le dicen directamente “la maldición” en lengua yoruba; en dialecto bemba es “hoja de afeitar”; en la República Centroafricana es “la gran enfermedad”.(Publicado por la agencia IRIN de la ONU, en el Día Mundial de Lucha contra el Sida.)
*** Tras los bancos y las empresas automotrices norteamericanas que pidieron respaldo financiero por la crisis, ahora la industria pornográfica pidió al Congreso de los Estados Unidos una inyección financiera de cinco mil millones de dólares. Larry Flynt, creador de la revista Hustler, aclaró que el sector no está en riesgo, sino que se trata de una “necesidad de la Nación”. Flynt explicó que las personas están demasiado deprimidas para estar sexualmente activas. “Es tiempo de que el Congreso refresque el apetito sexual de Estados Unidos. El único camino hacia ello es apoyar a la industria pornográfica, y rápidamente.”
**** Todos nos hemos convertido en vecinos inmediatos, de manera que cualquier sacudida en cualquier lugar del planeta se difunde con velocidad extraordinaria a toda la población mundial. Pero este presente común no hace pie en un pasado común ni garantiza en absoluto un futuro común. (...) Puede que en la marea del peligro todos (en la expresión tan bonita) ‘vayamos en el mismo barco’ pero también aquí hay capitanes, pasajeros, pilotos, maquinistas y ahogados.”
Ulrich Beck.

***** Una resolución de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires estableció que las escuelas bonaerenses no podrán llevar el nombre de hombres o mujeres que hayan integrado gobiernos dictatoriales o que pesen sobre ellos condenas por delitos de lesa humanidad, aun cuando hayan sido beneficiados por indultos o conmutación de penas. En el caso de aquellas escuelas que ya cuentan con nombre, sus autoridades deberán ratificarlos o cambiarlos.
****** “[…] Caminaré un poco por el barrio Latino; luego, cuando llegue la hora, apresuraré el paso. Avanzaré con rapidez […] hacia la sala oscura donde siempre me siento en casa porque no dejan de esperarme, fieles en su lugar, imperturbables, eternos, todos aquellos y aquellas que no dejo de ver desde hace más de medio siglo y hacia quienes me precipito, por instinto, las noches de felicidad o de tristeza, seguro de su fidelidad, de su juventud y de la mía.” Al hilo de la inmortal película de Michael Curtiz, el etnólogo y antropólogo Marc Augé trenza un vívido y poético homenaje a la fuerza evocadora del cine, capaz de cristalizar los sentimientos íntimos más evanescentes. Como esos “no lugares” de la angustia y la huida, la separación y la espera que son los aeropuertos o las estaciones de tren, Casablanca encarna la dramática tensión entre la memoria y el recuerdo; la fidelidad y el olvido. As time goes by...
******* Las fuentes- Matías Alinovi - ¿Cuál es el origen de los rayos cósmicos? Hay varias conjeturas, pero una fuente posible son los núcleos activos de las galaxias, que implican un agujero negro muy masivo. Se cree que cualquier galaxia, en el centro, debe tener algún agujero negro. Pero existiría una pequeña proporción de galaxias con un agujero negro muy masivo en su centro. Del agujero negro no sale nada, por definición. Pero hacia el agujero negro colapsa la materia que lo circunda. Ese proceso propiciatorio, digamos, en el que la materia se va juntando para caer en el agujero negro, se llama de acreción. Durante la acreción la materia se comprime y se fomentan así las colisiones entre partículas.
Esas colisiones aumentan la temperatura. La imagen es la de un disco rotante –el disco de acreción– en el que la materia va comprimiéndose, agitada. La conjetura consiste en creer que quizás existan chorros de partículas que saldrían disparados en direcciones opuestas desde ese disco: los rayos cósmicos. Esa es la imagen del proceso capaz de acelerar formidablemente a las partículas. Pero todo es conjetural, y deberán aguardarse los resultados de Auger antes de obtener alguna confirmación.

******** Cultura y Depresión - JOSÉ LUIS PARDO - No sé por qué, estos días de gripe me viene constantemente a la cabeza este texto de Walter Benjamin, escrito en plena Gran Depresión y ya con el pálpito de la inminente guerra mundial, pero referido a la indigencia cultural de ese momento histórico, un momento en el cual aún los libros parecían representar un depósito de sabiduría del cual los hombres podían echar mano, gracias a la tradición, en tiempos de crisis: "Una pobreza totalmente nueva ha caído sobre el hombre al mismo tiempo que este enorme desarrollo de la técnica (...). Sí, confesémoslo: nuestra pobreza de experiencia no se debe solamente a que seamos pobres en experiencias privadas, sino que se trata de la experiencia de la humanidad en general. Es una forma nueva de barbarie". Supongo que será una consecuencia de la situación económica, de las amenazas bélicas que se perfilan en el horizonte y de la oleada de tristeza que ya los críticos culturales venían detectando en la atmósfera fílmica, musical y narrativa de los últimos meses, pero se me ha ocurrido una pregunta enloquecida y disparatada: ¿y si en el mundo de la cultura sucediera como en el de los negocios, que estuviéramos jugando con valores puramente especulativos y elevando artificialmente en la bolsa del espectáculo el precio de unas mercancías muy averiadas y poco fiables? Sé que es una hipótesis descabellada, pero la culpa de estas ocurrencias no es solamente de la gripe o de la nostalgia, sino de todos los propagandistas que llevan años jaleando el "valor económico" de los bienes culturales, y que han insistido hasta hacer de la cultura un área de negocios comparable a cualquier otra y medible por el rasero común a todas: por los millones que mueve (expresión que he de reconocer que siempre me causa gran desazón, porque me imagino a un señor de traje oscuro moviendo penosamente una masa de maletas llenas de billetes de una parte a otra del mundo y sin saber en absoluto para qué). Mira que si -me decía yo en mi delirio- hubiésemos inflado engañosamente el valor de algunos productos de cultura mientras veíamos disminuir la importancia del escaso patrimonio de obras que representan una experiencia de vida y encierran una genuina riqueza de saber acerca de la existencia humana; ¿qué pasaría si un día explotase la "burbuja literaria" o cultural en general y la bancarrota de las grandes fortunas amasadas a fuerza de créditos volátiles, éxitos fáciles y ganancias rápidas sin respaldo real arrastrase en su caída lo poco que habíamos conseguido salvar de escrituras y trabajos sustentados en una labor artística e intelectual verdaderamente resistente a los vendavales del mercado de las letras y las artes? Porque, hasta donde yo sé, no hay ningún fondo de garantía de depósitos culturales. Un par de aspirinas después, he regresado aliviado a la realidad. Me he acordado de la cámara acorazada del Instituto Cervantes, he conocido el informe de Álvaro Marchesi sobre la calidad de nuestras instituciones de enseñanza, me he enterado de que el Festival de Sitges ha dado un premio a Jean-Claude Van Damme y de que las secuelas de El código Da Vinci están aseguradas en nuestro país para otras dos décadas. No cunda el pánico, pues, y no corran a las librerías a retirar lo poco de valor que quede en ellas, no sea que tengan que cerrar ante la demanda de Kafkas.
recomienda -- Una mujer vertical - Hugo Fontana
EL 19 de noviembre de 1959, la escritora estadounidense Susan Sontag escribió en su diario personal: "El advenimiento del orgasmo cambió mi vida. Me he liberado, pero esa no es la mejor manera de decirlo. Lo más importante: me limitó, clausuró posibilidades, hizo que las alternativas fueran claras y duras. Ya no soy ilimitada, es decir, nada. La sexualidad es el paradigma. Antes, mi sexualidad era horizontal, una línea infinita, capaz de subdividirse infinitamente. Ahora es vertical: hacia arriba, o nada. El orgasmo concentra. Deseo escribir. El advenimiento del orgasmo no es la salvación sino mucho más; es el nacimiento de mi ego. No puedo escribir hasta que encuentre mi ego".
Nacida en 1933 en Nueva York como Susan Rosenblatt -tomaría el apellido del segundo esposo de su madre-, narradora formidable, ensayista estupenda, hizo motivo, impulso y explicación de su obra no sólo del sexo, sino de todas las actividades posibles de la vida.
Activista por los derechos de las minorías, dura crítica del sistema político de su país, en particular tras los atentados del 11-S, acusadora de las brutalidades de cualquier guerra, (montó en 1993 en la devastada Sarajevo la obra Esperando a Godot), Sontag lidió con el cáncer durante tres décadas, pelea que terminó el 28 de diciembre de 2004.
Siendo muy joven estuvo casada con Philip Rieff, relación breve de la que nació David, prologuista de Al mismo tiempo. Ensayos y conferencias.
"Mi madre fue una escritora (...) con un ojo dirigido imaginariamente a la posteridad", escribió David. "Debo añadir que, dado su miedo absoluto a la extinción -en ningún sentido, incluso en los últimos días desesperados de su fin, hubo una ambivalencia mínima, una conformidad mínima-, esa idea no solo era un pobre consuelo, no era consuelo alguno. No quería irse. No pretendo saber gran cosa sobre lo que sentía mientras agonizaba, tres meses en dos camas sucesivas de dos hospitales sucesivos, mientras su cuerpo se convertía casi en una enorme llaga, pero al menos eso sí puedo afirmar con certeza".
Sontag fue pareja durante años de la famosa fotógrafa Annie Leibovitz. Si bien no compartían apartamento, vivían en un mismo edificio en Chelsea, Manhattan. En 2001, y con 52 años, Leibovitz dio a luz a Julia Margaret, su única hija. Los rumores no demoraron en recorrer el ambiente intelectual neoyorquino. Se sabía con alguna certeza que la madre había recurrido a un banco de esperma, pero hubo quienes sostuvieron que el donante había sido David, el hijo de Susan, hasta que la versión fue categóricamente desmentida por la madre de Annie.
La guerra sin fin. El libro reúne algunos breves ensayos y reseñas, algunas notas escritas para diversas revistas y cinco discursos pronunciados en ocasión de recibir distintos premios internacionales. La primera parte está ocupada por la preocupación estética de la autora, por algunos libros y escritores que la conmovieron profundamente. Allí conviven las cartas que en 1926 cruzaron Boris Pasternak, Marina Tsvetáieva y Rilke, los tres marcados por destinos crueles, diferentes. Allí se celebran las novelas Verano en Baden-Baden de Leonid Tsipkin, Artemisia de Anna Banti, y Bajo el glaciar del islandés Halldór Laxness. Allí se homenajea vida y obra de Víctor Serge, aquel ya casi desconocido ruso que escapó de las garras de Stalin, que supo ser trotskista y más tarde anarquista, que supo escribir algunas obras fundamentales de la primera mitad del siglo XX pero que casi fue devorado por el olvido.
En cada uno de los artículos, precisos, didácticos más allá de que el lector vernáculo no haya tenido acceso a algunas de las obras citadas, Sontag se permite algunas lecciones magistrales sobre la creación y los diferentes géneros literarios.
El primer artículo del volumen, "Un argumento sobre la belleza", permite a la autora reflexionar sobre la historia y el presente de la creación artística, deteniéndose, justamente, en la idea y el concepto de belleza a través de los siglos, y en los signos de crisis que evidencia en nuestro presente: "la autoridad de la belleza (está) en decadencia", sostiene, para luego concluir que ello "testimonia el declive de la creencia de que hay algo llamado arte". Todo esto la lleva a revisar la noción de elitismo, postura mal vista por los pensadores posmodernos y que, tal como alguna vez lo hizo Enzensberger, ella termina reivindicando. No obstante, y en debate con las primeras aseveraciones, Sontag afirma que la belleza en sí es un proyecto casi moral, y que generalmente la estética precede o convive necesariamente con la ética.
Las notas de la segunda parte giran básicamente en torno a los atentados a las Torres Gemelas y la reacción bélica de Estados Unidos.
Sontag, como Noam Chomsky, tuvo una visión profundamente crítica de aquellos acontecimientos y se opuso radicalmente a las guerras emprendidas por la administración Bush en Afganistán y en Iraq. "Para esta consternada, triste estadounidense y neoyorquina, Estados Unidos nunca ha parecido estar más lejos del reconocimiento de la realidad que ante la monstruosa dosis de realidad del martes pasado", escribió para The New Yorker unos días después del 11 de setiembre de 2001. Brevísimo y escandaloso para la clase política de su país, el texto de apenas tres páginas concluye con una acusación directa a su propio país por la ostentación brutal de su fuerza. A ese artículo sigue un reportaje que le fuera hecho una semana más tarde por un diario italiano. Allí sostiene: "Estados Unidos es un país anómalo. Sus ciudadanos tienen una vigorosa veta anárquica y también sienten un respeto casi supersticioso por la legalidad".
En "Un año más tarde" culmina las reflexiones alrededor del tema. Sontag afirma que Estados Unidos se ha embarcado en un conflicto sin fin: "Las guerras reales no son metáforas. Y las guerras reales tienen un principio y un final. (...) Pero la guerra decretada por el gobierno de Bush no terminará jamás".
La sección se cierra con "Ante la tortura de los demás", duro texto en el que Sontag se avergüenza del gobierno de su país tras las torturas cometidas por tropas estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib, y por las fotografías de aquellos maltratos que recorrieron el mundo entero. "Las imágenes no desaparecerán".
Escribir bien. La última parte del libro reúne cinco conferencias. Cuatro de ellas fueron dictadas en ocasión de recibir sendos premios internacionales; otra, pronunciada ante una cátedra universitaria, refiere al tema de la traducción. Todas son notables, verdaderos ejercicios de libertad teórica. En una de ellas, pronunciada en Ciudad del Cabo al recibir el premio Nadine Gordimer, después de sostener que la tarea más importante del escritor es escribir bien, dice: "Tengo, evidentemente, al escritor de novelas, relatos y obras de teatro por un agente moral. (...) Desde mi punto de vista (...) un narrador que se adhiere a la literatura es, por necesidad, alguien que reflexiona sobre problemas morales: sobre lo justo y lo injusto, lo mejor y lo peor, lo repugnante y admirable, lo lamentable y lo que inspira alegría y beneplácito. Ello no implica moralización en sentido directo o rudimentario alguno. Los narradores serios reflexionan sobre los problemas morales de un modo práctico. Relatan historias. Narran".
En otra, discurso de aceptación del premio Jerusalén, tras recordar una cita de Roland Barthes ("Quien habla no es quien escribe, y quien escribe no es quien es"), afirma que "La sabiduría de la literatura es la antítesis absoluta a sostener opiniones. `No tengo la última palabra acerca de nada`, dijo Henry James. Suministrar opiniones, incluso opiniones correctas -cuando se piden-, degrada lo mejor que hacen los novelistas y los poetas: respaldar la reflexión, buscar la complejidad".
Como volumen póstumo, es éste un generoso legado de sabiduría.
AL MISMO TIEMPO. Ensayos y conferencias de Susan Sontag. Colección DeBolsillo. Mondadori, Barcelona, 2008.

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