Para considerar la conveniencia o no de la energía nuclear para la producción de energía eléctrica deben ser tenidos en cuenta una serie de indicadores que sirven a la vez de elementos de comparación con otras fuentes de energía como, por ejemplo, los combustibles fósiles.
En particular, el carbón y el fuel-oil son dos de los combustibles que, como pasa con el uranio, tienen la ventaja de ser adquiridos con facilidad en el mercado mundial. No dispone de tal ventaja el gas que puede venir en camiones tanques, buques o por tuberías. En el caso que el abastecimiento del combustible (gas) sea transportado por tuberías éstas dependen de conexiones muy costosas, generalmente atravesando varios países, y dependiendo de negociaciones con el país de origen y con los países por donde pasan los gasoductos, lo que significa la probabilidad de tener inconvenientes de tipo estratégico.
Para una central tipo de 1.000 MW (según tabla publicada en Nucleonor http://www.angelfire.com/sc/energianuclear/completo.html), el consumo anual de carbón es de 2,5 millones de toneladas, las que requieren para su traslado 66 barcos de 35.000 toneladas o 23.000 vagones de 100 toneladas, además de ocupar enormes playas exteriores de almacenamiento. La misma central, alimentada a fuel-oil, requiere 1,52 millones de toneladas de ese combustible, el que necesita ser transportado por 5 petroleros de 300.000 toneladas, además de los respectivos oleoductos y tanques de almacenamiento. Finalmente, en el caso de una central nuclear son necesarias solo 27,2 toneladas de uranio que podrían ser transportadas por 3 o 4 camiones y almacenados en el interior de la propia central. Analizado desde el punto de vista del cuidado ambiental, encontramos una diferencia muy evidente en estos aspectos a favor de una central nuclear frente a las alimentadas a carbón y fuel-oil.
La misma central tipo de 1.000 MW en funcionamiento, según el combustible fósil usado, emitirá inevitablemente productos gaseosos a la atmósfera, siendo muchos de ellos causantes del llamado y aún objeto de investigación “efecto invernadero”. El principal de estos gases de efecto invernadero es el CO2 (anhídrido carbónico). Pero también son muy importantes los óxidos de nitrógeno. Estos gases, si bien son naturales, en tanto que ya existían en la atmósfera antes de la aparición del hombre, han visto incrementadas sensiblemente sus emisiones a la atmósfera, particularmente desde la Revolución Industrial, y por causa del uso intensivo de los combustibles fósiles en las actividades industriales y el transporte. Otras actividades humanas, como la deforestación, han agravado la situación limitando la capacidad regenerativa de la atmósfera para eliminar el CO2.
Una central a carbón produce 7,8 millones de toneladas al año de CO2 y una central a fuel-oil, 4,7 millones de toneladas al año de CO2, en tanto una centra nuclear, prácticamente nada. En cuanto al NO2, mientras una central a carbón produce 9.450 toneladas al año, una central a fuel-oil produce 6.400 toneladas al año y una central nuclear nada. Cabe recordar que a partir de la firma del Protocolo de Kyoto existe un acuerdo internacional que intenta limitar la emisión de gases de efecto invernadero en el planeta para evitar el calentamiento global de la atmósfera por los gravísimos cambios que ello trae aparejado, algunos de las cuales ya estamos viviendo. Por calentamiento global se entiende un aumento de la temperatura media de la atmósfera terrestre y de los océanos que se va dando en el tiempo. Se postula que la temperatura se ha elevado desde finales del siglo XIX debido a la actividad humana, principalmente por las emisiones de CO2 que incrementaron el efecto invernadero.
El calentamiento global, a su vez, trae aparejado otros problemas ambientales:
· Desertización y sequías.
· Inundaciones.
· Fusión de casquetes polares, y otros glaciares, causando un ascenso del nivel del mar y sumergiendo ciudades costeras.
. Destrucción de ecosistemas.
Todo esto agravado, como expresáramos anteriormente, por la deforestación de los bosques naturales, lo que aumentaría aún más el cambio.
Pero no solamente el CO2 y el NO2 se producen en las centrales alimentadas por combustibles fósiles. También se produce SO2 (anhídrido sulfúrico), cenizas de filtros, escorias y cenizas volantes en cantidades muy importantes en las centrales a carbón y SO2 y cenizas de filtros en las centrales alimentadas por fuel-oil. Mientras tanto, las centrales nucleares no producen ninguno de estos residuos fuertemente contaminantes del medio ambiente.
En lo que refiere a la emisión de radiaciones ionizantes (se llaman así porque son capaces de producir iones en su interacción con la materia), a través de residuos líquidos y sólidos, en las centrales a combustibles fósiles se puede decir que es nula o despreciable, cosa que no sucede con las centrales nucleares, ya que éstas emiten 0,1 curios al año en los residuos líquidos que emite al exterior y 13,5 metros cúbicos de residuos sólidos de radiación alta y 493 metros cúbicos de residuos sólidos de radiación media y baja.
Las radiaciones vinculadas a residuos líquidos están dentro de los límites tolerables para la vida de seres humanos, animales y vegetales, por lo que no producen afectación ni al medio ambiente ni a los ecosistemas. Los residuos sólidos quedan confinados en repositorios transitorios, generalmente con agua, dentro mismo de las centrales a la espera de su decaimiento o de un destino final, no significando riesgo alguno para la vida si son manejados correctamente. Respecto a la radioactividad de los productos gaseosos emitidos por las centrales mencionadas, es muy baja en el caso de combustibles fósiles y de 1,85 curios/año en el caso de la central nuclear, lo que está dentro de los límites admitidos.
Las comparaciones y comentarios anteriores se refieren a comportamientos regulares de las centrales consideradas. En caso de accidentes los valores son impredecibles. Sin embargo, vale la pena recordar que, en el caso de las centrales nucleares, con excepción del accidente de Chernobil, en los 11600 años-reactor hasta la fecha de experiencia no ha habido escape radiactivo a la atmósfera fuera de los límites autorizados.
Sin perder de vista lo que está aconteciendo en la región, Tony Blair, por ejemplo, ya ha anunciado que el Reino Unido tendrá muy presente la energía nuclear en los próximos años. Francia, donde el 78% de la electricidad proviene de plantas nucleares, planea la construcción de una gigantesca central atómica para exportar energía a otros países, entre ellos España. Pero mientras Europa se replantea si volver al modelo nuclear o decantarse por energías alternativas, en Asia la opción nuclear es la elegida por muchos. Sólo China planea la construcción de 50 plantas nucleares en las dos próximas décadas.
La India, que actualmente tiene 15 centrales funcionando, tiene otras ocho en construcción. Pero para poder atender toda la demanda que se prevé en los próximos años los expertos calculan que habría que construir 4.500 plantas en todo el mundo, algo considerado inviable, por los técnicos en la materia, por problemas de seguridad.
Creo que la discusión está planteada y hay que darla, el país no puede quedar afuera puesto que la decisión que tomemos hoy recién podrá verse plasmada dentro de diez años.
Arq. Jaime Igorra - Sub Secretario MVOTMA
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