"La pantomima es un arte que hipnotiza. Es un lenguaje universal" (MM)
Un lugar menos para la sonrisa (Fausto Triana)
El mundo tiene hoy un lugar menos para la sonrisa inteligente: ha muerto Marcel Marceau. Reconocido como el más grande mimo del mundo y posiblemente de la historia, Marcel Mangel, nacido en Estrasburgo, Francia, en 1923, falleció a los 84 años de edad, rodeado de sus seres más queridos, ayer sábado en un lugar no precisado.
Creó muchos personajes emblemáticos, al calor de su inspiración en figuras internacionales del cine mudo como Charles Chaplin, Buster Keaton y Laurel y Hardy, pero tal vez Bip fue una suerte de alter ego con su rostro de payaso y chistera desvencijada.
Alumno de la escuela de teatro "Sarah Bernhardt" de París, donde tomó cursos de pantomima de Etienne Decroux, Marceau hizo célebre entre sus obras de un vasto repertorio Adolescencia, madurez, vejez y muerte.
"Logró en menos de cinco minutos lo que la mayoría de los novelistas hacen en volúmenes", dijo un crítico francés fascinado con ese poder de síntesis y expresividad que siempre caracterizó a Marceau.
Sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, donde se alistó con las tropas aliadas, Bip, como llegaron a llamarle cariñosamente por su entrañable personaje, descolló también por sus papeles en El fabricante de máscaras y El jardín público.
Para quienes lo vimos actuar, Marceau tenía el don de convocar a una sonrisa reflexiva y profunda, hurgaba en las nostalgias del alma sin ser demasiado incisivo y terminaba siempre con un mensaje cuando menos conmovedor sin dramatismos.
Después de recibir en 1948 el premio Deburau (en memoria de Pierrot), uno de los tantos en su carrera, fundó su compañía de pantomima y se presentó en los mejores teatros de París, Europa, Canadá y América del Sur, y más adelante en Estados Unidos.
Desde Bip, hasta un camarero malhumorado, un domador de leones o una mujer que teje, era de esos artistas que conquistaba al público a primera vista o provocaba bostezos.
Generalmente encantaba, como lo hizo en su gira de despedida a los 82 años de edad, todavía con una increíble versatilidad histriónica de la mímica por Cuba, Colombia, Chile y Brasil.
Un lugar menos para la sonrisa (Fausto Triana)
El mundo tiene hoy un lugar menos para la sonrisa inteligente: ha muerto Marcel Marceau. Reconocido como el más grande mimo del mundo y posiblemente de la historia, Marcel Mangel, nacido en Estrasburgo, Francia, en 1923, falleció a los 84 años de edad, rodeado de sus seres más queridos, ayer sábado en un lugar no precisado.
Creó muchos personajes emblemáticos, al calor de su inspiración en figuras internacionales del cine mudo como Charles Chaplin, Buster Keaton y Laurel y Hardy, pero tal vez Bip fue una suerte de alter ego con su rostro de payaso y chistera desvencijada.
Alumno de la escuela de teatro "Sarah Bernhardt" de París, donde tomó cursos de pantomima de Etienne Decroux, Marceau hizo célebre entre sus obras de un vasto repertorio Adolescencia, madurez, vejez y muerte.
"Logró en menos de cinco minutos lo que la mayoría de los novelistas hacen en volúmenes", dijo un crítico francés fascinado con ese poder de síntesis y expresividad que siempre caracterizó a Marceau.
Sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, donde se alistó con las tropas aliadas, Bip, como llegaron a llamarle cariñosamente por su entrañable personaje, descolló también por sus papeles en El fabricante de máscaras y El jardín público.
Para quienes lo vimos actuar, Marceau tenía el don de convocar a una sonrisa reflexiva y profunda, hurgaba en las nostalgias del alma sin ser demasiado incisivo y terminaba siempre con un mensaje cuando menos conmovedor sin dramatismos.
Después de recibir en 1948 el premio Deburau (en memoria de Pierrot), uno de los tantos en su carrera, fundó su compañía de pantomima y se presentó en los mejores teatros de París, Europa, Canadá y América del Sur, y más adelante en Estados Unidos.
Desde Bip, hasta un camarero malhumorado, un domador de leones o una mujer que teje, era de esos artistas que conquistaba al público a primera vista o provocaba bostezos.
Generalmente encantaba, como lo hizo en su gira de despedida a los 82 años de edad, todavía con una increíble versatilidad histriónica de la mímica por Cuba, Colombia, Chile y Brasil.
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Mago del silencio (AFP)
El mimo francés Marcel Marceau, el más célebre del mundo, considerado el Charles Chaplin de las tablas, murió el sábado a los 84 años de edad, tras más de seis décadas de actuación. Gracias a "Bip", su personaje fetiche, un Pierrot de gestos aéreos, rostro blanco y boca rojo sangre, Marcel Marceau se dio a conocer en los teatros del mundo entero. El primer ministro de Francia, François Fillon, saludó "al artista, al maestro, al resistente" que "encarnará para siempre al payaso melancólico y poético que era su doble". Con su muerte "Francia pierde a uno de sus más eminentes embajadores", declaró por su parte el presidente francés Nicolas Sarkozy, mientras que la ministra de la Cultura, Christine Albanel, rindió homenaje a quien encarnaba el mimo "con poesía y ternura en las escenas del mundo entero". Nacido el 22 de marzo de 1923 en Estrasburgo (este de Francia), Marcel Marceau llevó el arte del mimo a cumbres nunca alcanzadas paseando por el mundo a "Bip", el mítico Pierrot moderno que creó en 1947. "Entra en nuestras casas con paso de ladrón y con el terrible descaro del claro de luna", solía decir el artista francés Jean Cocteau de "Bip", un chiflado de rostro blanco y ojos de sorpresa con la boca desgarrada de un trazo rojo, presa de las dificultades del mundo moderno. Admirado como par de Charlie Chaplin y Buster Keaton en Estados Unidos, venerado en Japón, pero también en América Latina o en Rusia, el inventor de la marcha contra el viento había inspirado el estilo de baile "Moonwalker" de Michael Jackson e influenciado al bailarín ruso Rudolf Nureyev. De apariencia frágil pero con gran vivacidad, Marceau fue el artífice del renacimiento, tras la Segunda Guerra Mundial, del arte de la pantomima, que había sido opacado por el cine mudo de Chaplin, Keaton o El Gordo y el Flaco (Laurel y Hardy). Unica 'troupe' de mimo en el mundo en los años 1950 y 1960, la Compañía Marcel Marceau actuó en los principales teatros de Francia y del extranjero, cosechando un gran éxito. De 1969 a 1971, Marceau animó la Escuela Internacional de Mimo, antes de crear la Escuela Internacional de Momodrama en París en 1978. Reconocido en todo el mundo por su versatilidad teatral mímica, Marceau fue nombrado Embajador de Buena Voluntad de Naciones Unidas sobre el Envejecimiento, y se hizo merecedor de una gran cantidad de premios, incluyendo el Deburau (1948), además de dos premios Emmy por sus programas de televisión. A principios de la década, Marceau todavía realizaba unas 250 representaciones por año en todo el mundo. Durante un encuentro fortuito con Charlie Chaplin en 1967 en el aeropuerto Orly de París, Marceau había imitado a Charlot con su peculiar andar y su bastón, antes de besar a su "dios" con lágrimas en los ojos. Hijo de un carnicero que murió deportado al campo de concentración nazi de Auschwitz, Marceau había entrado en la Resistencia francesa en 1944. "La gente que volvía de los campos de concentración no podía hablar, no sabía cómo contar. Yo me llamo Mangel y tengo orígenes judíos. Tal vez eso haya influido inconscientemente en mi elección del silencio", confió en una entrevista al diario francés Le Monde en 1997.
El mimo francés Marcel Marceau, el más célebre del mundo, considerado el Charles Chaplin de las tablas, murió el sábado a los 84 años de edad, tras más de seis décadas de actuación. Gracias a "Bip", su personaje fetiche, un Pierrot de gestos aéreos, rostro blanco y boca rojo sangre, Marcel Marceau se dio a conocer en los teatros del mundo entero. El primer ministro de Francia, François Fillon, saludó "al artista, al maestro, al resistente" que "encarnará para siempre al payaso melancólico y poético que era su doble". Con su muerte "Francia pierde a uno de sus más eminentes embajadores", declaró por su parte el presidente francés Nicolas Sarkozy, mientras que la ministra de la Cultura, Christine Albanel, rindió homenaje a quien encarnaba el mimo "con poesía y ternura en las escenas del mundo entero". Nacido el 22 de marzo de 1923 en Estrasburgo (este de Francia), Marcel Marceau llevó el arte del mimo a cumbres nunca alcanzadas paseando por el mundo a "Bip", el mítico Pierrot moderno que creó en 1947. "Entra en nuestras casas con paso de ladrón y con el terrible descaro del claro de luna", solía decir el artista francés Jean Cocteau de "Bip", un chiflado de rostro blanco y ojos de sorpresa con la boca desgarrada de un trazo rojo, presa de las dificultades del mundo moderno. Admirado como par de Charlie Chaplin y Buster Keaton en Estados Unidos, venerado en Japón, pero también en América Latina o en Rusia, el inventor de la marcha contra el viento había inspirado el estilo de baile "Moonwalker" de Michael Jackson e influenciado al bailarín ruso Rudolf Nureyev. De apariencia frágil pero con gran vivacidad, Marceau fue el artífice del renacimiento, tras la Segunda Guerra Mundial, del arte de la pantomima, que había sido opacado por el cine mudo de Chaplin, Keaton o El Gordo y el Flaco (Laurel y Hardy). Unica 'troupe' de mimo en el mundo en los años 1950 y 1960, la Compañía Marcel Marceau actuó en los principales teatros de Francia y del extranjero, cosechando un gran éxito. De 1969 a 1971, Marceau animó la Escuela Internacional de Mimo, antes de crear la Escuela Internacional de Momodrama en París en 1978. Reconocido en todo el mundo por su versatilidad teatral mímica, Marceau fue nombrado Embajador de Buena Voluntad de Naciones Unidas sobre el Envejecimiento, y se hizo merecedor de una gran cantidad de premios, incluyendo el Deburau (1948), además de dos premios Emmy por sus programas de televisión. A principios de la década, Marceau todavía realizaba unas 250 representaciones por año en todo el mundo. Durante un encuentro fortuito con Charlie Chaplin en 1967 en el aeropuerto Orly de París, Marceau había imitado a Charlot con su peculiar andar y su bastón, antes de besar a su "dios" con lágrimas en los ojos. Hijo de un carnicero que murió deportado al campo de concentración nazi de Auschwitz, Marceau había entrado en la Resistencia francesa en 1944. "La gente que volvía de los campos de concentración no podía hablar, no sabía cómo contar. Yo me llamo Mangel y tengo orígenes judíos. Tal vez eso haya influido inconscientemente en mi elección del silencio", confió en una entrevista al diario francés Le Monde en 1997.
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Le imprimió poesía al silencio (El Universal, Méjico)
Marcel Marceau murió el sábado en París, el ex asistente de Marceau, Emmanuel Vacca, anunció la muerte en la radio France-Info, sin dar detalles sobre la causa.
Con su rostro pintado de blanco, sus zapatos blandos y un sombrero maltrecho coronado con una flor roja, el famoso mimo abarcó toda la gama de las emociones humanas en el escenario durante más de 50 años, sin pronunciar palabra.
Fuera del escenario, era un parlanchín connotado. “Nunca hagas hablar a un mimo. No se detendrá”, dijo alguna vez.
Marceau, judío francés, sobrevivió a la invasión de los nazis. Trabajó también con la resistencia en Francia para proteger a los niños judíos del Holocausto.
Actuó incansablemente por todo el mundo hasta una edad avanzada, sin perder su agilidad jamás y sin salirse de su estilo. En uno de sus actos más punzantes y cargados de filosofía: “Juventud, madurez, vejez y muerte”, mostraba sin palabras el paso de toda una vida en cuestión de minutos.
“¿Acaso los momentos más conmovedores de nuestra vida no nos encuentran sin palabras?”, preguntó en una ocasión.
Su padre, Charles, un carnicero que cantaba con la tesitura de barítono, hizo que su hijo conociera el mundo de la música y el teatro desde temprana edad.
El chico adoraba a las estrellas del cine mudo de la época: Chaplin, Buster Keaton y los Hermanos Marx.
Cuando los alemanes invadieron el oriente de Francia, Marceau y su familia tuvieron que empacar sus bienes en cuestión de horas. Huyó al suroeste de Francia, donde se cambió el apellido a Marceau, para ocultar su origen judío.
Con su hermano Alain, Marceau participó en la resistencia francesa. Alteró cédulas de identidad de varios niños, cambiando las fechas de nacimiento, para que los alemanes pensaran que no podían deportarlos por ser muy pequeños.
Dado que hablaba inglés, fue reclutado como agente de enlace con el ejército del general George S. Patton. En 1944, el padre de Marceau fue enviado al campo de exterminio de Auschwitz, donde falleció.
“Sí, lloré por él”, recordó Marceau sobre la muerte de su padre. Pero también reflexionó sobre los otros muertos. “Entre los niños quizás estaba un Einstein, un Mozart, alguien que hubiera descubierto una droga contra el cáncer”, dijo a la prensa en el 2000. “Por eso tenemos una gran responsabilidad, la de amarnos los unos a los otros”.
Cuando París fue liberado, comenzó la vida teatral de Marceau, quien se inscribió en la Escuela de Arte Dramático de Charles Dullin, para estudiar con el renombrado mimo Etienne Decroux. En un pequeño escenario en el Theatre de Poche, buscó perfeccionar el estilo de mimo que se convirtió en su sello inconfundible. Había nacido Bip, el personaje de Marceau en el escenario.
Alguna vez, Marceau dijo que Bip era el álter ego de su creador, un doble de cara triste cuyos ojos se iluminaban con asombro infantil al descubrir el mundo. Bip era un descendiente directo del arlequín del siglo XIX, pero según Marceau, sus gestos de payaso estaban inspirados en Chaplin y Keaton.
Marceau comparó su personaje con un Don Quijote de la era moderna, solo, en un mundo frágil lleno de injusticia y belleza. Vestido con un traje blanco de marino y un sombrero alto con la rosa, Bip perseguía mariposas y coqueteaba en las fiestas. Fue a la guerra y ofició una boda. En un famoso número, Jardín Público, Marceau interpretó a todos los personajes de un parque, desde niños pequeños que jugaban a la pelota hasta mujeres que tejían.
En 1949, la nueva compañía de pantomima de Marceau era la única de su tipo en Europa. Pero fue sólo después de una exitosa gira por Estados Unidos, a mediados de la década de los cincuenta, que Marceau se ganó la aclamación mundial que hizo de él una estrella internacional.
Simple y llanamente, había revivido el arte de la pantomima. “Siento que hice por la mímica lo que (Andrés) Segovia hizo por la guitarra, lo que (Pablo) Casals hizo por el cello”, dijo Marceau en una entrevista.
En las décadas recientes, llevó a Bip de México a China, pasando por Australia. Apareció también en el cine. Su actuación más famosa fue en Silent movie, de Mel Brooks, donde tenía sólo un parlamento: “¡No!”.
Cuando fue envejeciendo, Marceau siguió actuando con la misma calidad y agilidad que lo hizo célebre. Además de sus condecoraciones de la Legión de Honor y de numerosos reconocimientos, fue invitado a ser embajador de la buena voluntad de las Naciones Unidas para una conferencia sobre la ancianidad, realizada en el 2002.
“Si uno se detiene cuando tiene 70 u 80 años, no puede seguir adelante”, dijo en una entrevista en el 2003. “Hay que seguir trabajando”.
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Alumno de Etienne Decroux, pionero del mimo moderno, fue monitor de arte dramático en París y al terminar la contienda mundial ingresó en la compañía de Madeleine Reanud y Jean Louis Barrault donde destacó con su papel del Arlequín, en una pantomima llamada Bautista. Su descubrimiento internacional no se produjo hasta 1955, a raíz de un contrato temporal en Estados Unidos. A partir de entonces se sucedieron las giras por toda Europa y América. Actuó en los mejores teatros del mundo y en 1978 creó con sus propios discípulos la Escuela Internacional de Mimodrama, en la que se ha enseñado no sólo mino -para garantizar el relevo en este arte escénico-, sino también danza y acrobacia de bastón o teatro con la vista puesta en lo que él mismo calificó de la "creación total" .
Su energía y su constitución le permitieron continuar actuando casi hasta el final de sus días. En noviembre de 1997 había celebrado con gran éxito en París sus 50 años de trabajo con el espectáculo Pantomimes de Bip y Le chapeau melon.
Pero no dejó de subir a los escenarios y así en 2000 organizó una gira bajo el título Les Premiers Adieux de Bip (La primera despedida de Bip) a la que siguió en 2002 Le retour du mime Marceau (La vuelta del mimo Marceau) e incluso una nueva gira en 2005 por Latinoamérica con Le meilleur de Marceau (Lo mejor de Marceau) .
Galardonado en Francia con las mayores condecoraciones oficiales -Oficial de la Legión de Honor, Comendador de las Artes y las Letras y Gran Oficial de la Orden Nacional del Mérito- era miembro también de la Academia de Artes de Berlín y Múnich, y del Prestigioso Instituto de Francia.
Era además doctor honoris causa de las universidades de Princeton, del Estado de Ohio, Lindfield College, Ann Arbor (Michigan) y Ricardo Palma (Perú) .
Había recibido las llaves de honor de ciudades de Nueva York, Los Ángeles o San Juan de Puerto Rico (1994) , y la Orden Generalísimo Francisco de Miranda de Venezuela, en octubre de 1996 entregado a actividades sociales. Fue embajador de buena voluntad de la UNESCO y miembro de la Asociación Francia-Checoslovaquia.
El Charlie Chaplin del mimo, que estuvo casado tres veces y era padre de cuatro hijos. Tuvo dos notables incursiones en el cine como actor, con Roger Vadim en Barbarella (1968) y con Mel Brooks en La Dernière folie (1976).
Le imprimió poesía al silencio (El Universal, Méjico)
Marcel Marceau murió el sábado en París, el ex asistente de Marceau, Emmanuel Vacca, anunció la muerte en la radio France-Info, sin dar detalles sobre la causa.
Con su rostro pintado de blanco, sus zapatos blandos y un sombrero maltrecho coronado con una flor roja, el famoso mimo abarcó toda la gama de las emociones humanas en el escenario durante más de 50 años, sin pronunciar palabra.
Fuera del escenario, era un parlanchín connotado. “Nunca hagas hablar a un mimo. No se detendrá”, dijo alguna vez.
Marceau, judío francés, sobrevivió a la invasión de los nazis. Trabajó también con la resistencia en Francia para proteger a los niños judíos del Holocausto.
Actuó incansablemente por todo el mundo hasta una edad avanzada, sin perder su agilidad jamás y sin salirse de su estilo. En uno de sus actos más punzantes y cargados de filosofía: “Juventud, madurez, vejez y muerte”, mostraba sin palabras el paso de toda una vida en cuestión de minutos.
“¿Acaso los momentos más conmovedores de nuestra vida no nos encuentran sin palabras?”, preguntó en una ocasión.
Su padre, Charles, un carnicero que cantaba con la tesitura de barítono, hizo que su hijo conociera el mundo de la música y el teatro desde temprana edad.
El chico adoraba a las estrellas del cine mudo de la época: Chaplin, Buster Keaton y los Hermanos Marx.
Cuando los alemanes invadieron el oriente de Francia, Marceau y su familia tuvieron que empacar sus bienes en cuestión de horas. Huyó al suroeste de Francia, donde se cambió el apellido a Marceau, para ocultar su origen judío.
Con su hermano Alain, Marceau participó en la resistencia francesa. Alteró cédulas de identidad de varios niños, cambiando las fechas de nacimiento, para que los alemanes pensaran que no podían deportarlos por ser muy pequeños.
Dado que hablaba inglés, fue reclutado como agente de enlace con el ejército del general George S. Patton. En 1944, el padre de Marceau fue enviado al campo de exterminio de Auschwitz, donde falleció.
“Sí, lloré por él”, recordó Marceau sobre la muerte de su padre. Pero también reflexionó sobre los otros muertos. “Entre los niños quizás estaba un Einstein, un Mozart, alguien que hubiera descubierto una droga contra el cáncer”, dijo a la prensa en el 2000. “Por eso tenemos una gran responsabilidad, la de amarnos los unos a los otros”.
Cuando París fue liberado, comenzó la vida teatral de Marceau, quien se inscribió en la Escuela de Arte Dramático de Charles Dullin, para estudiar con el renombrado mimo Etienne Decroux. En un pequeño escenario en el Theatre de Poche, buscó perfeccionar el estilo de mimo que se convirtió en su sello inconfundible. Había nacido Bip, el personaje de Marceau en el escenario.
Alguna vez, Marceau dijo que Bip era el álter ego de su creador, un doble de cara triste cuyos ojos se iluminaban con asombro infantil al descubrir el mundo. Bip era un descendiente directo del arlequín del siglo XIX, pero según Marceau, sus gestos de payaso estaban inspirados en Chaplin y Keaton.
Marceau comparó su personaje con un Don Quijote de la era moderna, solo, en un mundo frágil lleno de injusticia y belleza. Vestido con un traje blanco de marino y un sombrero alto con la rosa, Bip perseguía mariposas y coqueteaba en las fiestas. Fue a la guerra y ofició una boda. En un famoso número, Jardín Público, Marceau interpretó a todos los personajes de un parque, desde niños pequeños que jugaban a la pelota hasta mujeres que tejían.
En 1949, la nueva compañía de pantomima de Marceau era la única de su tipo en Europa. Pero fue sólo después de una exitosa gira por Estados Unidos, a mediados de la década de los cincuenta, que Marceau se ganó la aclamación mundial que hizo de él una estrella internacional.
Simple y llanamente, había revivido el arte de la pantomima. “Siento que hice por la mímica lo que (Andrés) Segovia hizo por la guitarra, lo que (Pablo) Casals hizo por el cello”, dijo Marceau en una entrevista.
En las décadas recientes, llevó a Bip de México a China, pasando por Australia. Apareció también en el cine. Su actuación más famosa fue en Silent movie, de Mel Brooks, donde tenía sólo un parlamento: “¡No!”.
Cuando fue envejeciendo, Marceau siguió actuando con la misma calidad y agilidad que lo hizo célebre. Además de sus condecoraciones de la Legión de Honor y de numerosos reconocimientos, fue invitado a ser embajador de la buena voluntad de las Naciones Unidas para una conferencia sobre la ancianidad, realizada en el 2002.
“Si uno se detiene cuando tiene 70 u 80 años, no puede seguir adelante”, dijo en una entrevista en el 2003. “Hay que seguir trabajando”.
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Alumno de Etienne Decroux, pionero del mimo moderno, fue monitor de arte dramático en París y al terminar la contienda mundial ingresó en la compañía de Madeleine Reanud y Jean Louis Barrault donde destacó con su papel del Arlequín, en una pantomima llamada Bautista. Su descubrimiento internacional no se produjo hasta 1955, a raíz de un contrato temporal en Estados Unidos. A partir de entonces se sucedieron las giras por toda Europa y América. Actuó en los mejores teatros del mundo y en 1978 creó con sus propios discípulos la Escuela Internacional de Mimodrama, en la que se ha enseñado no sólo mino -para garantizar el relevo en este arte escénico-, sino también danza y acrobacia de bastón o teatro con la vista puesta en lo que él mismo calificó de la "creación total" .
Su energía y su constitución le permitieron continuar actuando casi hasta el final de sus días. En noviembre de 1997 había celebrado con gran éxito en París sus 50 años de trabajo con el espectáculo Pantomimes de Bip y Le chapeau melon.
Pero no dejó de subir a los escenarios y así en 2000 organizó una gira bajo el título Les Premiers Adieux de Bip (La primera despedida de Bip) a la que siguió en 2002 Le retour du mime Marceau (La vuelta del mimo Marceau) e incluso una nueva gira en 2005 por Latinoamérica con Le meilleur de Marceau (Lo mejor de Marceau) .
Galardonado en Francia con las mayores condecoraciones oficiales -Oficial de la Legión de Honor, Comendador de las Artes y las Letras y Gran Oficial de la Orden Nacional del Mérito- era miembro también de la Academia de Artes de Berlín y Múnich, y del Prestigioso Instituto de Francia.
Era además doctor honoris causa de las universidades de Princeton, del Estado de Ohio, Lindfield College, Ann Arbor (Michigan) y Ricardo Palma (Perú) .
Había recibido las llaves de honor de ciudades de Nueva York, Los Ángeles o San Juan de Puerto Rico (1994) , y la Orden Generalísimo Francisco de Miranda de Venezuela, en octubre de 1996 entregado a actividades sociales. Fue embajador de buena voluntad de la UNESCO y miembro de la Asociación Francia-Checoslovaquia.
El Charlie Chaplin del mimo, que estuvo casado tres veces y era padre de cuatro hijos. Tuvo dos notables incursiones en el cine como actor, con Roger Vadim en Barbarella (1968) y con Mel Brooks en La Dernière folie (1976).
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Wikipedia
Primeros años y entrenamiento: A los 15 años de edad, él y su familia, pertenecientes a la religión judía, fueron obligados a dejar su hogar cuando tropas alemanas invadieron Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Más adelante se unió a las fuerzas de liberación francesas comandadas por Charles de Gaulle, además debido a su excelente inglés trabajó como oficial con los aliados norteamericanos comandados por el General Patton. Contrajo matrimonio tres veces y tuvo cuatro hijos.Marceau se interesó en la actuación luego de haber visto a Charles Chaplin. Al término de la guerra se matriculó como estudiante en la academia de arte dramático Charles Dullin en el teatro de Sarah Bernhardt de París, donde recibió clases de maestros como Charles Dullin y el magnifico Etienne Decroux, quien también enseñó a Jean-Louis Barrault. Al darse cuenta del excepcional talento de Marceau, lo invitaron a unirse a su compañía y le dieron el rol del Arlequín en la pantomima titulada Baptiste - donde Barrault se interpretaba a sí mismo en la película mundialmente famosa Les Enfants du Paradis. La actuación de Marceau le ganó una fuerte aclamación que lo incentivó a presentar ese mismo año su primer mimodrama llamado Praxitele and the Golden Fish, en el teatro Bernhardt. El público lo aclamó unánimamente por lo que la carrera de Marceau quedó a partir de ese momento firmemente establecida.
Carrera y personajes característicos: Marceau creó en 1947 a "Bip", el payaso con un suéter a rayas y con un maltratado sombrero de copa decorado con una flor (que representaba la fragilidad de la vida) y que se convirtió en su alter ego, similar al "vagabundo" de Chaplin. Las desventuras de "Bip" con todo lo que le rodeaba, desde mariposas hasta leones, barcos y trenes, en pistas de bailes de restaurantes, no tenían límites. El estilo de la pantomima de Marceau no ha tenido par, sus ejercicios silenciosos que incluyen las clásica representaciones de la caja, caminando en contra del viento, el hacedor de máscaras, en el parque y sátiras de todo tipo, desde escultores a matadores, han sido descritas como geniales. Respecto al avance de la edad su pieza "Joven, maduro, anciano y muerte", un crítico ha dicho que "logra en menos de dos minutos lo que la mayoría de los novelistan no logran en volúmenes".
En 1949, siguiendo su recibo para el renombrado premio Deburau (establecido como monumento conmemorativo en el siglo XIX por el Señor de los mimos Jean-Gaspard Deburau) para su segundo mimodrama "Muerte antes del amanecer". Marceau formó su propia compañía de mimos, la única compañía de pantomima en el mundo en esa época. El grupo actuó en los más reconocidos teatros parisinos como el Teatro de los Campos Eliseos, el teatro del Renacimiento y el de Sara Bernhardt, así como en otros escenarios del mundo. Durante los años 1959 y 1960, se realizaron retrospectivas de sus mimodramas, que incluían la famosa obra de Gogol "Sobre todo", que estuvo en cartelera por un año completo en el Teatro Amibigu de París. Marceau produjo 15 mimodramas, incluyendo el Pierrot de Montmartre, Las tres pelucas, la tienda de títeres, el 14 de julio, el Lobo de Tsu Ku Mi, París llora, París ríe y Don Juan, obra adaptada del escritor español Tirso de Molina.
Wikipedia
Primeros años y entrenamiento: A los 15 años de edad, él y su familia, pertenecientes a la religión judía, fueron obligados a dejar su hogar cuando tropas alemanas invadieron Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Más adelante se unió a las fuerzas de liberación francesas comandadas por Charles de Gaulle, además debido a su excelente inglés trabajó como oficial con los aliados norteamericanos comandados por el General Patton. Contrajo matrimonio tres veces y tuvo cuatro hijos.Marceau se interesó en la actuación luego de haber visto a Charles Chaplin. Al término de la guerra se matriculó como estudiante en la academia de arte dramático Charles Dullin en el teatro de Sarah Bernhardt de París, donde recibió clases de maestros como Charles Dullin y el magnifico Etienne Decroux, quien también enseñó a Jean-Louis Barrault. Al darse cuenta del excepcional talento de Marceau, lo invitaron a unirse a su compañía y le dieron el rol del Arlequín en la pantomima titulada Baptiste - donde Barrault se interpretaba a sí mismo en la película mundialmente famosa Les Enfants du Paradis. La actuación de Marceau le ganó una fuerte aclamación que lo incentivó a presentar ese mismo año su primer mimodrama llamado Praxitele and the Golden Fish, en el teatro Bernhardt. El público lo aclamó unánimamente por lo que la carrera de Marceau quedó a partir de ese momento firmemente establecida.
Carrera y personajes característicos: Marceau creó en 1947 a "Bip", el payaso con un suéter a rayas y con un maltratado sombrero de copa decorado con una flor (que representaba la fragilidad de la vida) y que se convirtió en su alter ego, similar al "vagabundo" de Chaplin. Las desventuras de "Bip" con todo lo que le rodeaba, desde mariposas hasta leones, barcos y trenes, en pistas de bailes de restaurantes, no tenían límites. El estilo de la pantomima de Marceau no ha tenido par, sus ejercicios silenciosos que incluyen las clásica representaciones de la caja, caminando en contra del viento, el hacedor de máscaras, en el parque y sátiras de todo tipo, desde escultores a matadores, han sido descritas como geniales. Respecto al avance de la edad su pieza "Joven, maduro, anciano y muerte", un crítico ha dicho que "logra en menos de dos minutos lo que la mayoría de los novelistan no logran en volúmenes".
En 1949, siguiendo su recibo para el renombrado premio Deburau (establecido como monumento conmemorativo en el siglo XIX por el Señor de los mimos Jean-Gaspard Deburau) para su segundo mimodrama "Muerte antes del amanecer". Marceau formó su propia compañía de mimos, la única compañía de pantomima en el mundo en esa época. El grupo actuó en los más reconocidos teatros parisinos como el Teatro de los Campos Eliseos, el teatro del Renacimiento y el de Sara Bernhardt, así como en otros escenarios del mundo. Durante los años 1959 y 1960, se realizaron retrospectivas de sus mimodramas, que incluían la famosa obra de Gogol "Sobre todo", que estuvo en cartelera por un año completo en el Teatro Amibigu de París. Marceau produjo 15 mimodramas, incluyendo el Pierrot de Montmartre, Las tres pelucas, la tienda de títeres, el 14 de julio, el Lobo de Tsu Ku Mi, París llora, París ríe y Don Juan, obra adaptada del escritor español Tirso de Molina.
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"Donde no hay gramática el arte no existe"
Maestro, ¿qué es un mimodrama?
Los mimodramas pretenden ser un mero reflejo, una manera de transmitir la tragedia, la violencia, la injusticia, los placeres y todos los valores de la sociedad. Para encontrar el espíritu del mimodrama hay que acudir a las raíces de la historia y analizar todas las influencias que he recibido, luego procuro aunarlas todas, interiorizarlas. Los actores, igual que los periodistas, somos los historiadores del ahora. El mimo es teatro profundo con una gran carga de corporalidad, en el que la máxima dificultad pasa por crear un mundo que no existe, por hacer visible lo invisible. Personalmente, he consagrado mi vida a crear un estilo propio, inventando una gramática y un lenguaje propio de los mimos, porque donde no hay gramática el arte no existe.
¿Cómo es eso?
Pues mira, eso es algo que se puede vincular al secreto del gesto. Cuando hay una gramática es cuando aparece el arte; hay una gramática para la música, para la palabra, para la ciencia, para la familia, para comunicarse. Cuando me decidí por el teatro, en un primer momento mi intención era volcarme en el teatro hablado, pero me encontré con Etienne Decroux y él me demostró que yo era un mimo nato. Durante mi infancia sentí una profunda admiración por Chaplin, Buster Keaton y Laurel y Hardy. Ellos crearon el mimo en el cine, y no porque fuera cine mudo, sino porque su procedencia era el music hall. También admiré mucho a Pierrot. Hoy por hoy, tras seis décadas pisando escenario, sigo pensando que mi don es un misterio, el misterio de la creación. Supongo que es una cuestión de sensibilidad profunda y a la vez de sentirse identificado con el público, porque el arte no consiste en buscar placer, sino en complacer al público.
¿Qué denuncian sus melodramas?
La miseria, la violencia. Con la edad se han ido haciendo más profundos, más duros. Yo practico el mimodrama del silencio y sólo doy gritos de silencio, algo muy difícil de hacer en un mundo donde todos hablan como metralletas; a veces me siento como un artista contracorriente. El día que yo ya no esté, Bip será memoria viva y dará testimonio del siglo XX. Mientras tanto, como soy un simple mortal, mi papel consiste en estar al frente de la compañía y empujar a mis discípulos al frente.
Entonces, si le parece, podemos hablar del silencio.
Suelo decir a mis alumnos que el silencio es una imagen que nosotros creamos con nuestro cuerpo y que debemos emplear para fundirnos con todos los elementos, para traducir lo humano. De hecho, no se puede crear sin el silencio. Soy un cómico profundo que habla de tragedias profundas, y para meditar sobre ellas es necesario un clima de silencio absoluto. Como persona no soy locuaz, pero sí elocuente. Hemingway decía que cuando escribes no debes de poner ni una sola palabra de más. Y eso también vale para la música y para el pensamiento. En el mimo el gesto es esencial, y es a través de posiciones estáticas como somos capaces de captar el peso del alma. Cuando no se habla no se puede mentir, es la hora de la verdad. Explicar, teorizar, eso sí me gusta, porque me identifico mucho con el papel de maestro, con el hecho de legar el arte a mis discípulos. En todos estos años me ha congratulado mucho poder comprobar el papel que iba ocupando el mimo en el mundo.
¿El silencio es, aquí y en todas partes, el lenguaje del respeto?
Del respeto y de la reflexión. En todos los países entienden el lenguaje del mimo igual que la música o la danza, pero el silencio del cuerpo no existe. El cuerpo genera música, la música del alma. El mimo conecta profundamente con la mitología del ser humano, ha atravesado todas las culturas. Realmente entramos en un lenguaje gestual que establece el combate del hombre, es un arte de identificación, de metamorfosis. Tu país no es un país silencioso, pero una de sus figuras más representativas de cara al exterior, el torero, tiene mucho de mimo. El torero asume el peso del toro sobre él, y cuando se acerca a matar su forma de caminar no puede ser ridícula, porque estamos reflejando un acto de valor. En el momento de la muerte, la plaza guarda un respetuoso silencio, un silencio sobrecogedor.
¿La palabra puede llegar a ser peligrosa?
No, no podemos decir que sea peligrosa, yo amo las palabras. Las palabras dan la imagen del pensamiento, como cuando lees un libro y estás creando una historia en la cabeza. Ningún arte es más fuerte que otro y todos tenemos nuestros límites, pero a través de ellos hay que ser ilimitado en la búsqueda de la perfección del movimiento, porque nuestro interés es llegar a emocionar. La música, por ejemplo, no te explica nada, no te muestra ninguna imagen, pero a través del sonido llegas a emocionarte. Hace años, yo decidí emocionar sin decir una sola palabra. La palabra tiene más posibilidades de expresión; puede mentir, tener doble sentido y doble intención. El mimo debe sujetarse a un proceder claro y visible. No debe proponer enigmas. Debe ser inmediatamente entendido y atrapar al espectador por las formas, la belleza y el contenido del mensaje. A la pantomima se le imponen límites, pero no es pobre en posibilidades. Cada arte tiene sus fuentes secretas, y dentro de sus leyes la pantomima es rica, aun cuando existan cosas que no puede expresar. No puede mentir, por ejemplo. En todo caso dispone de la fuerza de la sugestión
¿De qué medios dispone para fijar sus ideas o visiones?
El director teatral tiene el texto, el director de orquesta, la partitura.
¿Cómo los retiene usted?
Tenemos una gramática según la cual fijamos lo hallado, una gramática para la gente del oficio. Un libro sobre la gramática de la pantomima no sería de utilidad para el público, puesto que hablamos de un arte de actitudes. Películas que muestren la técnica y el dominio corporal del mimo son a mi entender mucho más útiles. Ocurre como con la prestidigitación: cualquiera puede aprender los secretos de la magia, pero para ser un prestidigitador hace falta otra cosa. Lo importante es que haya libros que enseñen la historia del mimodrama y expliquen lo que la pantomima quiere expresar.
¿Qué relación hay entre la pantomima y la danza?
La pantomima y la danza son hermanas, pero ambas son un pretexto para mostrar la técnica del mimo o el bailarín. Ya era así en tiempos de la danza clásica, como en Sílfides. Cuando la pantomima relata una historia, también lo hace para mostrar las posibilidades físicas del mimo y su conocimiento estético. La pantomima se diferencia de la danza sólo en las reglas del juego. El bailarín flota en el aire, el mimo permanece en el suelo, por eso su arte lleva todos los caracteres del arte dramático: peso, profundidad, agitación externa e interna. Ambas artes se influyen mutuamente.
¿Para sus temas sigue usted sólo su intuición?
Un tema no consta sólo de intuición. Al comienzo se halla, naturalmente, la inspiración inexplicable, pero yo creo que el artista debe tener una mirada calma y fría para con su obra, y juzgarla con neutralidad, pues es peligroso crear partiendo del impulso de la pasión. Los malos escritores escriben en el impulso. Los buenos permanecen fríos.
¿Qué tiene Marcel Marceau de Bip?
Bip es un Quijote contemporáneo que se enfrenta a los molinos de la vida actual. Los rasgos específicos de Bip son abstractos, él vive en un mundo abstracto. Bip es seguramente una parte de mí mismo; nunca he sido un vagabundo como él, no he sido un bombero y tampoco he trabajado en un circo, pero he sido soldado como él y también he estado enamorado. Soy un testimonio de mi observación sobre la vida. En el fondo, Bip es como una enciclopedia sobre la historia de la humanidad que intento transmitir con este arte de mi cuerpo.
Los mimodramas pretenden ser un mero reflejo, una manera de transmitir la tragedia, la violencia, la injusticia, los placeres y todos los valores de la sociedad. Para encontrar el espíritu del mimodrama hay que acudir a las raíces de la historia y analizar todas las influencias que he recibido, luego procuro aunarlas todas, interiorizarlas. Los actores, igual que los periodistas, somos los historiadores del ahora. El mimo es teatro profundo con una gran carga de corporalidad, en el que la máxima dificultad pasa por crear un mundo que no existe, por hacer visible lo invisible. Personalmente, he consagrado mi vida a crear un estilo propio, inventando una gramática y un lenguaje propio de los mimos, porque donde no hay gramática el arte no existe.
¿Cómo es eso?
Pues mira, eso es algo que se puede vincular al secreto del gesto. Cuando hay una gramática es cuando aparece el arte; hay una gramática para la música, para la palabra, para la ciencia, para la familia, para comunicarse. Cuando me decidí por el teatro, en un primer momento mi intención era volcarme en el teatro hablado, pero me encontré con Etienne Decroux y él me demostró que yo era un mimo nato. Durante mi infancia sentí una profunda admiración por Chaplin, Buster Keaton y Laurel y Hardy. Ellos crearon el mimo en el cine, y no porque fuera cine mudo, sino porque su procedencia era el music hall. También admiré mucho a Pierrot. Hoy por hoy, tras seis décadas pisando escenario, sigo pensando que mi don es un misterio, el misterio de la creación. Supongo que es una cuestión de sensibilidad profunda y a la vez de sentirse identificado con el público, porque el arte no consiste en buscar placer, sino en complacer al público.
¿Qué denuncian sus melodramas?
La miseria, la violencia. Con la edad se han ido haciendo más profundos, más duros. Yo practico el mimodrama del silencio y sólo doy gritos de silencio, algo muy difícil de hacer en un mundo donde todos hablan como metralletas; a veces me siento como un artista contracorriente. El día que yo ya no esté, Bip será memoria viva y dará testimonio del siglo XX. Mientras tanto, como soy un simple mortal, mi papel consiste en estar al frente de la compañía y empujar a mis discípulos al frente.
Entonces, si le parece, podemos hablar del silencio.
Suelo decir a mis alumnos que el silencio es una imagen que nosotros creamos con nuestro cuerpo y que debemos emplear para fundirnos con todos los elementos, para traducir lo humano. De hecho, no se puede crear sin el silencio. Soy un cómico profundo que habla de tragedias profundas, y para meditar sobre ellas es necesario un clima de silencio absoluto. Como persona no soy locuaz, pero sí elocuente. Hemingway decía que cuando escribes no debes de poner ni una sola palabra de más. Y eso también vale para la música y para el pensamiento. En el mimo el gesto es esencial, y es a través de posiciones estáticas como somos capaces de captar el peso del alma. Cuando no se habla no se puede mentir, es la hora de la verdad. Explicar, teorizar, eso sí me gusta, porque me identifico mucho con el papel de maestro, con el hecho de legar el arte a mis discípulos. En todos estos años me ha congratulado mucho poder comprobar el papel que iba ocupando el mimo en el mundo.
¿El silencio es, aquí y en todas partes, el lenguaje del respeto?
Del respeto y de la reflexión. En todos los países entienden el lenguaje del mimo igual que la música o la danza, pero el silencio del cuerpo no existe. El cuerpo genera música, la música del alma. El mimo conecta profundamente con la mitología del ser humano, ha atravesado todas las culturas. Realmente entramos en un lenguaje gestual que establece el combate del hombre, es un arte de identificación, de metamorfosis. Tu país no es un país silencioso, pero una de sus figuras más representativas de cara al exterior, el torero, tiene mucho de mimo. El torero asume el peso del toro sobre él, y cuando se acerca a matar su forma de caminar no puede ser ridícula, porque estamos reflejando un acto de valor. En el momento de la muerte, la plaza guarda un respetuoso silencio, un silencio sobrecogedor.
¿La palabra puede llegar a ser peligrosa?
No, no podemos decir que sea peligrosa, yo amo las palabras. Las palabras dan la imagen del pensamiento, como cuando lees un libro y estás creando una historia en la cabeza. Ningún arte es más fuerte que otro y todos tenemos nuestros límites, pero a través de ellos hay que ser ilimitado en la búsqueda de la perfección del movimiento, porque nuestro interés es llegar a emocionar. La música, por ejemplo, no te explica nada, no te muestra ninguna imagen, pero a través del sonido llegas a emocionarte. Hace años, yo decidí emocionar sin decir una sola palabra. La palabra tiene más posibilidades de expresión; puede mentir, tener doble sentido y doble intención. El mimo debe sujetarse a un proceder claro y visible. No debe proponer enigmas. Debe ser inmediatamente entendido y atrapar al espectador por las formas, la belleza y el contenido del mensaje. A la pantomima se le imponen límites, pero no es pobre en posibilidades. Cada arte tiene sus fuentes secretas, y dentro de sus leyes la pantomima es rica, aun cuando existan cosas que no puede expresar. No puede mentir, por ejemplo. En todo caso dispone de la fuerza de la sugestión
¿De qué medios dispone para fijar sus ideas o visiones?
El director teatral tiene el texto, el director de orquesta, la partitura.
¿Cómo los retiene usted?
Tenemos una gramática según la cual fijamos lo hallado, una gramática para la gente del oficio. Un libro sobre la gramática de la pantomima no sería de utilidad para el público, puesto que hablamos de un arte de actitudes. Películas que muestren la técnica y el dominio corporal del mimo son a mi entender mucho más útiles. Ocurre como con la prestidigitación: cualquiera puede aprender los secretos de la magia, pero para ser un prestidigitador hace falta otra cosa. Lo importante es que haya libros que enseñen la historia del mimodrama y expliquen lo que la pantomima quiere expresar.
¿Qué relación hay entre la pantomima y la danza?
La pantomima y la danza son hermanas, pero ambas son un pretexto para mostrar la técnica del mimo o el bailarín. Ya era así en tiempos de la danza clásica, como en Sílfides. Cuando la pantomima relata una historia, también lo hace para mostrar las posibilidades físicas del mimo y su conocimiento estético. La pantomima se diferencia de la danza sólo en las reglas del juego. El bailarín flota en el aire, el mimo permanece en el suelo, por eso su arte lleva todos los caracteres del arte dramático: peso, profundidad, agitación externa e interna. Ambas artes se influyen mutuamente.
¿Para sus temas sigue usted sólo su intuición?
Un tema no consta sólo de intuición. Al comienzo se halla, naturalmente, la inspiración inexplicable, pero yo creo que el artista debe tener una mirada calma y fría para con su obra, y juzgarla con neutralidad, pues es peligroso crear partiendo del impulso de la pasión. Los malos escritores escriben en el impulso. Los buenos permanecen fríos.
¿Qué tiene Marcel Marceau de Bip?
Bip es un Quijote contemporáneo que se enfrenta a los molinos de la vida actual. Los rasgos específicos de Bip son abstractos, él vive en un mundo abstracto. Bip es seguramente una parte de mí mismo; nunca he sido un vagabundo como él, no he sido un bombero y tampoco he trabajado en un circo, pero he sido soldado como él y también he estado enamorado. Soy un testimonio de mi observación sobre la vida. En el fondo, Bip es como una enciclopedia sobre la historia de la humanidad que intento transmitir con este arte de mi cuerpo.
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