martes, 26 de junio de 2007

TRASTIENDA UNO -¡Gracias Denevi! - por TLB (invit.)

Por Tulio Lupino Bonfiglio (Invitado)

A la hipermediocridad de la televisión importada, sobre todo de Argentina, se sumó una andanada de disputas entre figuras de ese medio que amenaza a los televidentes nacionales y se convierte en una animada y, a la vez, desabrida temática de conversación – de la poca que queda en este mundo electrodominado vía celulares, e.mails y otros supuestos adelantos -.
Sin duda, esto es demasiado. No basta con que e licenciado Pettinatti ataque con su gritona, histérica y machista adoración del sexo ajeno y el adulterio – con canje de hoteles de alta rotatividad incluido -, no basta con la contemplación de la idiotez disfrazada de oposición a todo de un Escanlar, o con los errores y horrores constantes de una generación de informativistas vernáculos que sigue navegando lejos de una tradición profesional seria y responsable - ¡Neber volvé!, no importa tu edad ni el “nabo” que arrojó Mujica -.


No, no basta con todo lo horrible de acá, también importamos modos que aturden y pretenden orientar la evolución moral, la relación social y hasta la introspección natural. Bien Denevi al proponer cierta selección orientadora, que no es censura, sino desarrollar un cierto orden conceptual en la comunicación y hasta en ciertas formas del arte.
El problema es que el gusto también se educa, y eso no es sólo una pretensión de una elite ilustrada, estilo siglo 18, sino que debe serlo de una sociedad organizada con sus valores y mitos consensuados en esferas más altas – humanamente – que una guía de guías de violencia, promiscuidad, mala habla, ocio, perversión y, entre otras cosas y en definitiva – pésimo gusto.´


Toda esa debilidad (mental, social) termina achicando todo el medio, y la comunicación se torna chabacana, pueril y colmada de prejuicios, muchísimos más de los que dicen descubrir quienes apuntan sus armas contra todo lo que no entienden, no comparten o, simplemente no conocen o no saben hacer. Así, termina siendo un acierto hacer las cosas mal, y un error hacerlas bien.
Por eso, el gracias a Denevi no es sólo compartir ciertos conceptos, sino unir fuerzas para procrear otra televisión, otra radio…, otra comunicación, otra visión del arte, entendido como hacer cosas buenas y bellas para el disfrute, satisfacción y placer del otro, todos los otros.

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