lunes, 27 de abril de 2009

623 - 13-09 -Polis-mundo - Correa otra vez - Página/12

* el presidente Rafael Correa fue reelecto en primera vuelta, un hecho histórico para Ecuador, afirmación postdialéctica para AL. esta es la cobertura que dio al hecho Página/12 y on esto iniciamos unaserie de lecturas inmediatas a la actualidad, red
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Hombre de palabra - Mercedes López San Miguel
En un país embarullado como Ecuador, Rafael Correa cimentó su liderazgo en la claridad de sus palabras. El argumento y la retórica vencieron a la sobreactuación de los medios opositores. Cuando la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) cuestionó la libertad de expresión en países progresistas de la región como el suyo, Correa así le respondió: “Como en muchos países de América latina, lo que existe es una prensa corrupta, mediocre, que cumple un rol político”. Y al referirse a la organización panamericana de empresas periodísticas, le restó toda autoridad: “La SIP lo único que defiende es su libertad de hacer negocios. No sé quién ha legitimado a esta organización formada por propietarios de medios de comunicación, ni siquiera por periodistas”.
El joven economista defiende a capa y espada la “revolución socialista” que espera afianzar más a partir de hoy, pese a los embates de la crisis económica mundial. A las voces fantasmagóricas de los organismos internacionales, los bancos y las consultoras, la respuesta de Correa es contundente: “Saldremos victoriosos de la crisis y el sistema monetario no se tocará y, por el contrario, lo estamos fortaleciendo con una política económica responsable”. Apostó a una política nacionalista y a la inversión en programas sociales, salud y educación para un país pobre y dolarizado.
El presidente ecuatoriano, que se dirige a las masas como un igual con un discurso antiimperialista, declaró la moratoria de casi el 32 por ciento de la deuda externa, calculada en 10.328 millones de dólares. En la última cumbre iberoamericana señaló: “Existen países que creen en parchar el sistema capitalista y reformar al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, pero otros quieren aprovechar la coyuntura para construir nuestra propia arquitectura financiera regional”.
Y Correa enfrenta sin titubeos las comparaciones que le hacen con su par venezolano, Hugo Chávez, incluso cuando es señalado como el discípulo de quien dijera aquello de “huele a azufre” en la ONU, refiriéndose “al diablo” Bush. El líder ecuatoriano fue enfático en febrero pasado, tras reunirse con Chávez: “El socialismo del siglo XXI no tiene modelos, tiene principios y nuestros pueblos sabrán encontrar las mejores respuestas porque ya han tomado en sus propias manos su futuro. Por favor, ¡déjennos en paz!”. Ayer quedó demostrado que la claridad de sus palabras ha calado en un país que tuvo siete presidentes en una década (1997-2006). Lo que no es poco.

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Tiempos de más izquierda en Ecuador - María Laura Carpineta - Desde Quito
Todos los boca de urna le dieron a Correa entre un 51 y un 54 por ciento de los votos, frente a un 27 o 30 por ciento del ex mandatario Lucio Gutiérrez. El oficialismo podría conseguir la mayoría absoluta en el Congreso.
Rafael Correa arrasó ayer en su quinta victoria consecutiva y será presidente de Ecuador por cuatro años más. Todos los bocas de urna le dieron, inmediatamente después de cerrados los centros de votación, entre un 51 y un 54 por ciento de los votos, frente a un 27 o 30 por ciento del ex presidente Lucio Gutiérrez. La victoria, cantada para muchos de los ecuatorianos, fue reivindicada minutos después de conocerse las cifras por el mandatario en una conferencia de prensa en el sur de Guayaquil. “La revolución ciudadana está en marcha y nada ni nadie la puede detener”, gritó, con voz ronca, y su gente estalló en aplausos. Desde la sede central de su partido, Alianza País, en Quito, cientos de manifestantes comenzaron a concentrarse para festejar. El grito era claro y casi ensordecedor: “En primera vuelta”. En las últimas semanas, Gutiérrez había duplicado su intención de voto en todas las encuestas y los medios de comunicación, férreos enemigos del gobierno, habían empezado a sembrar la duda sobre una posible segunda vuelta. Ayer la mayoría de la sociedad ecuatoriana volvió a desmentir a los medios y se volcó masivamente por Correa. Al cierre de esta edición, quedaban tres bancas en disputa y el oficialismo estaba a sólo dos de conseguir una mayoría absoluta en el Congreso, según los boca de urna de la empresa Santiago Pérez.
“Hemos hecho historia –aseguró un Correa de ojos chinos y sonrisa inalterable–. En un país en el que del ’96 al 2006 ningún presidente democrático terminó su mandato, tuvimos siete presidentes, hoy se gana en una sola vuelta.” La alegría de los correístas no podía ser mayor. “Esto es la felicidad pura”, aseguró Teresa Murillo, intentando recuperar el aliento después de gritar y cantar durante 15 minutos seguidos. “Por fin vamos a tener un país de igualdades, en donde no haya niños con hambre o gente analfabeta, donde todos tengan trabajo y vean respetada su dignidad”, agregó entrecortada la madre de cuatro hijos, que hace cuatro meses decidió sumarse como colaboradora de la campaña del ahora alcalde electo por Quito, Augusto Barrera, un aliado de Correa y veterano dirigente de izquierda. Mientras hablaba, su marido, guardaespaldas del ex ministro de Gobierno y actual diputado electo, Fernando Bustamante, llegó corriendo para abrazarla. “Ganamos”, gritó, mientras la revoleaba de un lado a otro. “Hoy festejamos todos en casa, pero también creo que van a festejar todos los ecuatorianos”, dijo, una vez que logró aterrizar.
La fiesta recién estaba empezando en la céntrica avenida de los Shyris. Los simpatizantes llegaban de a poco de los barrios de las afueras de Quito y se esperaba que Correa, su vice Lenin Moreno y todo su equipo llegaran de Guayaquil tarde en la noche, para sumarse a la celebración. Mientras tanto en esa ciudad costera, Gutiérrez, la esperanza de la oposición en los comicios de ayer, se negó a reconocer los boca de urna y pidió a sus simpatizantes que esperen a los resultados oficiales.
Aunque no lo dijo con todas las palabras, el ex presidente derrocado en 2005 por una revuelta popular sugirió posibles irregularidades. “Este es un gobierno que no respeta la ley, la Constitución, que siguió haciendo campaña después de la entrada en vigencia de la veda electoral. Nosotros vamos a seguir luchando”, dijo, enojado y con la cara casi bordó, haciendo juego con su camisa roja, una marca registrada de su campaña.
Pero las advertencias y la renuencia de la oposición a reconocer su derrota apenas sí afectaron el clima de éxtasis de los correístas. “Ahora el gobierno ya no necesita mostrarse conciliador y pedir permiso”, adelantó el director de Flacso Ecuador, Adrián Bonilla. Para el analista, la contundente victoria del gobierno demuestra que aun cuando la oposición se alineó detrás del ex coronel Gutiérrez con un voto útil anti-Correa, el proyecto político del oficialismo fue más fuerte. “Correa no sólo tuvo una campaña publicitaria impecable, sino que además ha sabido cómo llegar a todas las clases sociales, con gasto social e inversión en educación y salud, pero también rompiendo con el viejo sistema político que encarnaban unas pocas familias patricias”, explicó.
Anoche aún no se habían difundido cifras de ausentismo, pero los reportes de los medios locales de las distintas provincias prevén que no fue muy alto. Según los analistas ecuatorianos, cuanta más gente votara mejor le iría al oficialismo. Y así sucedió. Según los boca de urna, Alianza País, el partido gobernante, ya se aseguró 61 de las 124 bancas de la Asamblea Nacional. Aún falta dirimir tres escaños, que estaba muy empatados.
Aún si no consigue los dos que necesita para una mayoría absoluta, su aliado, el Movimiento Popular Democrático, el brazo político de los sindicatos de maestros y estudiantes secundarios y universitarios, le aportará –con negociación de por medio, seguramente– sus siete diputados. La oposición más dura, mientras tanto, quedó totalmente fragmentada. Sociedad Patriótica, el partido de Gutiérrez, será la primera minoría con 23 legisladores, mientras que el Partido Social Cristiano del re-reelegido alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, contará con sólo seis diputados y el Prian del candidato presidencial que quedó tercero con el 10,7 por ciento, el magnate bananero Alvaro Noboa, tendrá apenas cuatro representantes.
Aunque lo más seguro es que el oficialismo no se quede con las principales ciudades del país, sí consiguió algunas victorias clave y algunas sorpresa. Los aliados del presidente conservarán la alcaldía de Quito y la prefectura (gobernación) de esa provincia, Pinchinca. Además, la hermana del presidente, Pierina Correa, excedió las expectativas al quedar a sólo cuatro puntos del favorito a la prefectura de Guayas, el hombre de Gutiérrez, Jimmy Jairala. Guayas, cuya capital es Guayaquil, es la provincia más poblada y rica del país. Nebot, por tercera vez, arrasó en la ciudad costera con el 69 por ciento de los votos.
“Correa no controlará a los gobiernos locales, pero si consigue la mayoría en el Congreso va a tener el suficiente poder como para avanzar en sus reformas”, señaló Bonilla. Esa es la clave. El presidente necesita al Congreso para aprobar todas las leyes orgánicas –de seguridad, salud, educación– para poner en marcha la nueva Constitución nacional que aprobó el año pasado la sociedad ecuatoriana en un referéndum.
La esperanza, finalmente, parece posible en Ecuador. “Creo que está vez vamos a lograrlo”, dijo con los ojos nublados de emoción Enrique Vela, un militante socialista de 87 años que ayer, con bastón y un resfrío, se instaló desde temprano en la sede del oficialismo para festejar.
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Lenin Moreno, vicepresidente de Ecuador
“No es momento de desdolarizar la economía” - María Laura Carpineta
El vicepresidente ecuatoriano, Lenin Moreno, es todo lo que predica: un hombre amable, paciente y, ante todo, alegre. Hace 11 años su vida dio un vuelco total. Varios ladrones le dispararon cuando él y su mujer miraban vidrieras en el centro quiteño. Una de las balas le destrozó la columna vertebral y lo dejó inválido de por vida. Después de un tiempo de terrible depresión decidió seguir adelante, con la mejor cara posible. Empezó a recolectar chistes y a publicarlos en libros, y se metió de lleno en la política. Desde lo privado y el Estado buscó desarrollar el turismo y defender a los discapacitados. Hace tres años recibió una llamada que lo sorprendió por completo. Rafael Correa, la sorpresa política del momento, le ofrecía ser su número dos.
Ayer por la tarde Moreno conversó con Página/12 minutos antes de subirse al avión hacia Guayaquil, para reunirse con Correa y esperar los resultados en el corazón del bastión de la derecha ecuatoriana. Rebozante de optimismo, no imaginaba otro resultado que una victoria. Imaginando los próximos cuatro años despejó algunos fantasma, entre ellos una posible desdolarización de la economía. “Bajo ninguna circunstancia. La moneda propia será una recompensa cuando hayamos alcanzado una recuperación económica completa y sólida”, aseguró, interrumpido por los saludos, las palabras de apoyo y los aplausos de los ecuatorianos que esperaban en la sala de embarque.
–¿Qué significará una nueva victoria electoral?
–Representará el apoyo de un pueblo que reconoce el esfuerzo de un gobierno que en los últimos dos años ha comenzado a cambiar la estructura política, económica y social del país. Lo hicimos a través de la obra pública, mejorando la educación pública, la atención de la salud de todos y, además, siendo honestos y consecuentes con lo que habíamos prometido. Esos son todos elementos que hicieron que hoy (por ayer) millones de ecuatorianos nos vuelvan a expresar su confianza.
–Uno de los desafíos principales para los próximos cuatro años será la crisis económica y sus secuelas. ¿Cuál será la estrategia del gobierno?
–No podemos negar que se vienen tiempos difíciles, pero los ecuatorianos pueden tener la certeza de que nos hemos preparado para la crisis. La experiencia nos enseña que la mejor forma de enfrentar los momentos difíciles es educando al pueblo e invirtiendo en la bases fundamentales de la sociedad, infraestructura, proyectos de desarrollo económico y, como ya dije, educación y salud. Nosotros lo venimos haciendo y, por eso, la crisis casi no se ha sentido en el Ecuador. Tenemos proyecciones a 20 años, en las que hemos contemplado todos los escenarios posibles, inclusive los más complicados y pesimistas.
–Al analizar los escenarios más pesimistas, ¿el gobierno está considerando la desdolarización de la economía?
–Bajo ninguna circunstancia. La moneda propia será una recompensa cuando hayamos alcanzado una recuperación económica completa y sólida. Estamos convencidos de que aún no ha llegado ese momento. No vamos a poner en riesgo la estabilidad económica y social del país.
–¿Cuáles serán los desafíos en materia de política exterior?
–Como hasta ahora, nuestra prioridad será construir una relación de hermandad fuerte con los países latinoamericanos. Además, creo que cada vez más nos acercamos a la conformación de un bloque único en Sudamérica. Con el resto del mundo vamos a seguir avanzando y proponiendo convenios culturales y de cooperación, que realmente aporten al bienestar de los ecuatorianos.
–¿Y con Estados Unidos? ¿Esperan que la relación cambie con Barack Obama?
–Creo que todos los gobiernos latinoamericanos e incluso los del resto del mundo estamos esperanzados con la llegada del nuevo presidente norteamericano. Barack Obama es un hombre con mucha conciencia social y ha dado sobradas muestras de ello. Empezó un acercamiento con Cuba, se paró de igual a igual con todos los gobiernos de la región y ha iniciado un diálogo con presidentes que venían teniendo una posición y un discurso antagónico y combativo con el anterior gobierno norteamericano de George Bush. Creo que va a haber más respeto y las cosas van a mejorar.

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Parecido y especial - Mario Wainfeld
- Ecuador se parece a los países de Centroamérica por la importancia que tienen las remesas en su PBI (segunda fuente de ingresos, detrás del petróleo) y por la circulación del dólar. La dolarización de la economía ecuatoriana es total, un régimen que ata mucho más al Estado que la infausta convertibilidad argentina.
- Rafael Correa llegó a la presidencia confrontando con los partidos políticos tradicionales, desgastados por sus errores y tropelías de gestión. Consolidó su limitado poder parlamentario original y su ajustada legitimidad exponiéndose a sucesivas revalidaciones, jugadas a todo o nada: una Constituyente (que produjo un texto abigarrado progresista e inclusivo por demás), reelección de ayer. En eso, es similar a Evo Morales o Hugo Chávez.
- La gran prensa es un relevante ariete de la oposición, circunstancia que (con matices de color local) repite lo que ocurre en Venezuela, Bolivia, Chile, Argentina o Brasil.
- Le gusta hablar por radio, tiene programas propios como el Aló Presidente de Chávez. Le pinta cantar en público, como al bolivariano. En ese arte tiene tanta garra como él, es bastante más desafinado.
- Funcionarios de primer nivel de la Cancillería dicen que Correa tiene un formato muy similar a buena parte de la militancia setentista de la JP: se volcó al populismo antiimperialista, emergido de clases medias-altas, con formación universitaria y militancia en el socialcristianismo. En este caso puede señalarse que hay algunas diferencias. La formación cultural de Correa es muy superior a la de la inmensa mayoría de los dirigentes políticos argentinos. Tiene una buena trayectoria académica, postgrados de calidad en Europa y Estados Unidos. Habla cuatro idiomas, incluyendo una lengua originaria, que aprendió siendo adulto. Parte de su “desclasamiento” consistió en vivir un tiempo en una comunidad aborigen.
Los ejemplos podrían multiplicarse, la enumeración de las peculiaridades también.
Correa, economista de formación, es un orador que maneja una gama poco habitual de registros: sabe hablar en un cónclave universitario y dirigirse a los sectores populares de su patria en su idioma, que no suele ser el español. Hizo campaña montando a caballo, atravesando multitudes. Y también tiene oficinas de gobierno dotadas de una parafernalia informática infrecuente para sus colegas regionales. Sus reuniones de gabinete incluyen teleconferencias permanentes.
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La dolarización es un karma, Correa la criticó desde el llano pero no pudo desbaratarla ya en el mando. El riesgo de una salida “Puerta 12” como la Argentina lo refrena. La dependencia del petróleo y las remesas es un pésimo sustento para la economía, el colapso capitalista mundial ha disminuido cruelmente los ingresos.
La emigración ecuatoriana tiene niveles record para América del Sur. Es el precio de políticas expulsivas. La colectividad ecuatoriana es la más importante colonia extranjera en España, donde coexisten ligas de fútbol amateur para ecuatorianos y ecuatorianas. La plata que envían los que se fueron no repara esa herida en la autoestima y la coherencia social. Correa explica que, además de un fracaso nacional, la alquimia entre emigración por necesidad económica y remesas produce disfunciones sociales. Muchas familias tienen como jefa de hogar a la madre. Las mamás emigran, envían euros o dólares a sus hijos, que se topan con más plata que jóvenes de clase de su edad o que muchos trabajadores adultos. En algunos grupos familiares hay contención para encaminar esa riqueza llegada de repente. En otros, los pibes se desmadran en el gasto, un tren de vida asombroso para su procedencia, el desdén por trabajos que les reportarían menos dólares.
Correa, que tiene 46 años, formó su elenco de gobierno con personas de su generación y su palo. También cooptó dirigentes de partidos tradicionales. Sus allegados y argentinos que conocen bien su país dicen que la primera línea de su gabinete es compatible con su nivel. Por debajo, describen, la coherencia merma. Un Estado diezmado por los partidos convencionales y por la praxis neoliberal le juega en contra, a veces adrede, a veces por pura inercia.
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Correa es un caso particular en la pléyade de gobernantes de perfil novedoso, críticos del Consenso de Washington y de la tutela de los organismos internacionales de crédito. Tiene por delante más desafíos y problemas que recursos para resolverlos. Su país es hermoso, sus organizaciones sociales aguerridas, su cultura mestiza, su viabilidad siempre está en jaque. Su pueblo se aferró a él. Políticas sociales sin precedentes, un discurso reparador, una oreja atenta y un cuerpo siempre en movimiento yendo donde está la gente han de explicar en buena medida su arraigo masivo. Defendió con altura y con firmeza la soberanía de su país violada por la prepotencia del presidente de Colombia, Alvaro Uribe.
Al cierre de esta nota las encuestas a boca de urna le asignan a Correa una reelección amplia en primera vuelta, su quinto triunfo consecutivo en elecciones libres, con apoyo masivo de los humildes de su tierra. Sólo resta la confirmación oficial de ese resultado, un hecho digno de celebrar.

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