viernes, 17 de octubre de 2008

603 - Escenarios, Alkimia - Doble etiqueta - RB

* uso por primera vez doble etiqueta, no se porque. nada que ver con esa decisión, pero siento - y tengo ganas de escribir - que en los obituarios hay mucho deculpa,de no haber dicho lo suficiente, y, por tanto de arrepentimiento – que es la preparación de la culpa - / y de remordimiento – que es el resultado de la culpa -. por lo tanto, la culpa es un dato objetivo de la subjetividad.

* digo esto porque me dió por hilar alguna cosa, breve, sobre historia y muerte, posesión y retención y el "problema" de la culpa.

* capaz que partí de cierta lejanía, no abandono, de este blog. tengo mucho material, desde caputi a lacrisis según sader y la agenda radi, pero voy lento para mejorar. adelanto algunas cosas enla mentada línea LI-YUE

* “En Uruguay, la flor nacional es el ceibo, el pájaro nacional es el tero y el vicio nacional esla envidia”. Ñato fernández huidobro, tá'bueno, me gustaria indagar sobre la envidia.

* UNA ISTORIA DE GENTE, LIBROSEn 1990, Feinmann publica La astucia de la razón, una de sus novelas más logradas. Allí, cuatro amigos, estudiantes de filosofía, tienen un largo encuentro durante una noche de noviembre de 1965, en una playa de Punta Mogotes, Mar del Plata. Según enuncia la novela, en un estilo entonces de moda entre autores como Ricardo Piglia y Juan José Saer, que acriollaban a Thomas Bernhard, cada uno de los cuatro amigos representa una corriente filosófica. La propia novela lo articula así: “Mientras conversaban sobre el sentido final de la filosofía, sobre Sócrates, Descartes, Kant, Hegel, y, según se verá, sobre el peronismo, inesperado concurrente a esa comida, el peronismo, traído, sorpresivamente, por ya veremos quién, habrían de comer, escribía, esa carne tierna”. Los amigos son Pablo Epstein, Pedro Bernstein, Ismael Navarro y Hugo Hernández. En ese orden, el primero es el hegeliano, luego los otros que expresan variantes del marxismo y, por último, el personaje demorado, el carismático Hugo Hernández, el portavoz del teorema latinoamericano. Este último joven, que narra un encuentro con el gordo Cooke en Córdoba, arquea la novela, la hunde en un lugar específico: aquel que diferencia a la Argentina, que la ancla en Latinoamérica y, sobre todo, la desmarca de Europa. Porque las “convicciones arrasadoras” de Hugo Hernández, las referencias a Cooke, al peronismo y a América latina, delinean una deriva, una zona de clivaje diferencial en la narrativa feinmanniana. Ya que la colección emprendida por Feinmann posteriormente a La filosofía y el barro de la historia ha sido Peronismo, filosofía política de una obstinación argentina, es de esperar que surja, finalmente, su propia versión, su regreso al pensamiento latinoamericano. Es como si en la ancha y profusa novelística del profesor aún se demorara la aparición del tercer hombre, el misterioso Harry Lime (Orson Welles), o el cuarto, según La astucia de la razón. Aquel personaje que se dio vuelta como un guante, que resuena hoy en la nueva edad política del continente, que pide a gritos una interpretación y una transformación, que quien sabe o quien verificó si la violencia o la sangre derramada fueron o serán las parteras de la historia.
Cuál es el camino que llevó a Feinmann desde su fama como “crítico invitado” de TVR, cuando se refirió a todo lo que veía como “TV vómito”, hasta su actual desempeño como conductor de un programa de TV sobre filosofía? Cuando Daniel Filmus perdió las elecciones para jefe de gobierno con Macri, Feinmann escribió una nota agria, donde se mofaba de la derrota de aquél, diciendo entre otras cosas que en los afiches parecía el osito Winnie Poo. Filmus, lejos de enojarse, se tomó con mucho humor la ironía. Feinmann, reconfortado, quiso verlo personalmente. Filmus respondió el convite doblando la apuesta: “¿Por qué no nos juntamos para que hagas algo en canal Encuentro?”. “Me encontré con él y con el sueño de mi vida –dice Feinmann hoy–. Lo que les había propuesto a todos los gobiernos, menos a Menem, que era hacer un programa de filosofía por televisión. Se lo propuse a Alfonsín, a De la Rúa. Cuando estaba Rodolfo Hermida en Canal 7, una vez me dijo: ‘Qué vas a entrar aquí, si acá están los sushi’. Y tampoco pudo ser. Entonces lo fui a ver a Tristán Bauer y le dije lo que quería hacer. Me miraba, me preguntaba si creía que era posible, y me dio el Ok. Tengo el productor, le dije. Un viejo alumno mío, Ricardo Cohen. Se lo estaba diciendo a Tristán sin haber hablado con él. Y todo se dio. Hubo una gran respuesta, es increíble. Hay gente que me para por la calle y me dice: ‘Estoy aprendiendo filosofía con usted’. Y eso me mata, me emociona muchísimo. Ahora vamos a hacer trece programas más porque llegué hasta Nietzsche, y quiero empezar el siglo XX. Hubo gente que me decía: ‘Vi una clase suya sobre Marx, y yo no lo podía creer... ¡Marx en la televisión argentina!’”


* CLAAAAARO.

No hay comentarios: