martes, 22 de abril de 2008

412 - Papeles y cenizas - Miradas 3 - Fernando Caputi

Otro de FD, los demás esperan, mañana...,
RICARDO CICALA
La pintura encarada como diagramación

La cartelera artístico-cultural ofrece, este mes, una muestra de Ricardo Cicala, devoto de la pintura influído por profesores en directo como Edgardo Ribeiro, Clever Lara y Walter Nadal, amén de funcionario durante 43 años del Banco República.
Una veintena de trabajos, expuestos justamente en Espacio Brou (Av. 18 de Julio 998), definen su inclinación a emplear técnicas mixtas en una concepción particular, pues Cicala traslada a la tela los símbolos que él mismo reúne al encarar cada tema en un ordenamiento que sigue el espíritu de una diagramación bien entendida, si bien no siempre selecciona el centro focal que, en artes gráficas, facilita la lectura.
Esa búsqueda se apoya en recursos –superposición, transparencia, reflejos y, sobre todo, autorizado empleo del color– traducidos en sustitutos sin mengua de la clásica composición plástica que, como tal, ensayó o ensaya la gran mayoría de sus pares.
La inspiración le concede resolución bien sucedida al exhumar a Van Gogh y Torres-García tanto como figuras emblemáticas de jazz, rock o candombe, atravesando universalidades como el Amor de payaso.
En opinión de Nadal, el proceso muy personal seguido por Cicala –con punto de partida en la creación de un fondo policromado– demuestra oficio, con su imaginería puesta al servicio del tema y creando una atmósfera de cierto misterio que obliga al observador –es cierto– a buscar y entrar en la escena a través de los elementos que antepone como solución.1
Resta ver si el artista, de producción ya integrada a bagajes privados en Brasil, Estados Unidos o Sudáfrica, persistiendo en su bastante original mecánica de diseño acrecienta y enriquece el repertorio con una inspiración de neto corte uruguayo que contribuya a identificar en profundidad su medio natal, extraordinariamente pródigo en referentes pictóricos.
Fernando Caputi (12.4.2008)

PLAYAS EN LA NOTICIA (IV)
Contemos los granitos de arena

La caseta hábitat de los salvavidas fue clausurada cuando se extinguió el calendario municipal veraniego (noviembre a marzo), pero por una vez el calentamiento global no ha sido ingrato, prolongando el disfrute de los balnearios montevideanos a buena parte de abril.
Coincidente con ese bienvenido reenganche, que pocos advirtieron (y eso que la playa por ahora es gratuita), en misión diferente una camioneta de la Facultad de Ciencias introdujo en Ramírez (miércoles 9 y jueves 10) a dos técnicos incumbidos de medir el volumen de arena, uno de ellos convenientemente equipado para penetrar las aguas hasta donde el fondo delata la acumulación de partículas desagregadas de las rocas.
La dupla mensuró también la profundidad en tierra firme, perforando hasta las capas donde aparece humedad a la manera de cuando –recóndito pasado– ensayábamos un pozo que circunvalara el castillo que algún otro niñito, envidioso él, invariablemente demolería con sus pies.
Los evaluaciones de ese tesoro geológico también se cumplen en Pocitos, Buceo, Malvín y Honda, me explicó el estudioso no bañista de inconfundible acento español que, como es proverbial en la gente de ese origen, estaba encantado en conversar. Quedaba implícito que, entre otras, la ciencia desestima tanto las humildes Playita del Gas y La Estacada (muy concurridas por moradores de las respectivas cercanías) como Carrasco, donde la aristocracia que debe pagar más cumple penitencia ideológica.
–¿Ya tienen conclusiones preliminares?
–Hemos constatado menor profundidad de arena en Buceo.
–Tal vez porque allí las surestadas se sienten muy duramente.
–¿Cómo lo sabe?
–Lo supongo desde que un gran temporal arrancó del canal navegable que señalizaba, y lo transportó hasta posarlo por completo en la playa, un buque pontón-faro de veintitantos metros de eslora, convertido en visitado atractivo popular hasta, tiempo después, ser devuelto a las aguas mediante complicado operativo.
–¿Cuándo fue eso?
–Hace unos 15 años. Si desea precisarlo, consulte por el 916 1210 al Servicio de Iluminación y Balizamiento de la Armada.
Entusiasmado por la noticia que desconocía, el cuantificador hispano de silícios uruguayos toma nota de todo. Y con gentil recíprocidad completa su informe verbal: “Si no establecemos cuánta arena hay hoy, en una próxima medición periódica mal podremos saber si la cantidad se mantiene. ¿Verdad?”.
No lo dice. Pero, en esencia, su trabajo se emparenta con saber si aquí también la arena configura una cuarta parte de la corteza terrestre o, por lo contrario, el maltrato depredatorio contraría la ecología.
Tampoco le pregunté –hubiese trasuntado ironía– si, ya que estaba, no se animaba a medir la mugre depositada en la orilla, incluídos putrefactos cadáveres de animales, que durante algunos años era recolectada por patrullas de voluntarios juveniles pero hoy vergonzosamente se eterniza.
Fernando Caputi (14.4.2008)

PLAYAS EN LA NOTICIA (V)
Ramírez y actual versión del Parque Rodó

Hablar de playas sucias induce a observar su entorno con la misma atención.
En Ramírez, citada por mí con preferencia, el muestrario permanente de inmundicias en la orilla (con repugnantes caldos de cultivo en los codos a uno y otro extremo) tiene filiales habituales en las bolsas para depositar basura, que con su carga a cada día más hedionda pocas veces son retiradas de los soportes instalados al pie de cada escalinata de unión con la rambla, en las veredas de ésta o junto a sus cordones, especialmente en los rincones determinados sobre la arena.
Si se piensa en niños descalzos, todos esos puntos son perlas de un rosario aborrecible y peligroso formado por puntiagudos añicos de botellas de vidrio quebradas como imbécil diversión por quienes consumen cerveza para, en casos, hacer base a la ingesta de otros elementos que los tornan eufóricos, volátiles y, si cabe, aún más imbéciles.
Para peor, sorteada la calzada de la costanera, esa siembra de filosos pedazos de vidrio encuentra continuidad en áreas que rodean la Facultad de Ingeniería, explanada de acceso al Teatro de Verano, el Parque Rodó como un todo; lugares elegidos también para perpetuar escombros en situación de calle (como en la senda comprendida entre el Estadio Franzini, ex predio de El Faro BBC –cedido al Centro de Estudiantes de Ingeniería– y la cancha de baby fútbol del Mauá), matizados con desperdicios surtidos de vieja data, preservativos y, denominador común, envases de polietileno en miles o millones.
Si bien la higiene estrictamente urbana concesionada a Cap es eficiente, el desaseo es total en y entre espacios verdes y vías internas de circulación del parque, a despecho de ciertos limpiadores intermitentes (Rial SA, la semiprofesionalizada Tucurú, etc.), y también fuera, como por ejemplo en las Plazuelas Eduardo Acevedo (h) y Anita Garibaldi.
Pero cruzar Br. Artigas hacia el Este es como pasar una frontera, porque se vuelve a territorio de recolección municipal donde el signo de suciedad hace de Pocitos uno de los barrios menos higienizados de la capital, no sólo cuando Adeom reivindica y para sino también cuando reivindica y no para.
Del gran lago del parque, desagotado y reacondicionado durante la(s) Administración(es) Arana con invocada certeza de que estudios universitarios de sustento obrarían el milagro de transformarlo en espejo de potable cristalinidad, queda el recuerdo del chorro surgiente que fuera perdiendo altura hasta ahogarse bajo una formación cada día más gigantesca de camalotes, probablemente no de la especie que Brasil ex profeso desarrollara porque aniquilaba todo mosquito, pues aquí estos insectos mandan y consolidan sin piedad sus bancos de sangre desde bases operativas para ellos ideales, aguas estancadas en baldíos y fuentes con cañerías obturadas o inservibles, donde el virus del dengue parece ser huésped más bienvenido que turista extranjero cargado de divisas.
Al Parque Rodó, otrora seguro paraíso para materializar sueños de fantasía infantil, son cada vez menos los pequeños llevados por sus padres para vivir una tarde de jolgorio. Algunos juegos se ven descangallados, ciertas construcciones comerciales abandonadas son usadas como viviendas clandestinas y mejor no hablar de la conservación, infraestructura comprendida, de sitios de recreo y monumentos.
Persiste, eso sí, una feria compañera que hasta el anochecer de cada domingo desarticula recorridos de transporte colectivo, servicio esencial cuyos conductores eligen a gusto y capricho las calles a seguir ese día y, si no se les canta dejarlos a pie, los puntos de parada donde levantar pasajeros desorientados por completo.
Fernando Caputi (14.4.2008)

NOTICIAS ARGENTINAS
Cortinas de humo

Argentina vive una tregua acordada tras airado conflicto originado por la aplicación de retenciones, esencialmente sobre exportación de soja, que el campo juzga excesivas y resiste.
El 1º de abril, condenando las alrededor de 400 protestas con las que productores interrumpieran la circulación carretera, Cristina Fernández de Kirchner reclamó, a quienes cortan rutas, que adviertan el mal que están haciendo (1). De los 21 días de conflicto corría el penúltimo, y en su mitin en Plaza de Mayo fue ovacionada por abuelas, ruidosa claque munida –claro está– de bombos y banderas, y, en particular, el piquetero oficialista Luis D’Elía (2).
Hasta entonces, los ruralistas argumentaban con carteles (“La nueva plaga es Cristina”, “Más hablás, más la embarrás”, “Acá no hay nadie que se encapuche” o, de paso –en Ruta 14, próximo a Gualeguaychú–, “No a las pasteras”). A su defensa adherían, en el centro de Buenos Aires y retomando la práctica de cacerolear, solidarios pobladores urbanos.
Unas y otras manifestaciones terminaron disueltas por la Gendarmería Nacional (3).
El 6 de abril, con inusitado estruendo, un meteorito cayó en tierras de Entre Ríos (4).
Poco después, del No a las pasteras se pasó a un No a las pasturas, porque en islas entrerrianas comenzó, repitiándose cada vez más al sur, la quema de pastizales, generando, desde más de 80.000 hectáreas, tan tremenda humareda que no hizo falta niebla natural para multiplicar los choques seriales entre automotores en las consiguientes autopistas y el número de víctimas fatales.
El jueves 17, el humo se extendía a Buenos Aires y, viajando fuera de la gran nación argentina, a Soriano, Colonia, San José, Canelones y Montevideo (5).
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(1) No se refería al interminable bloqueo del puente internacional Fray Bentos-Puerto Unzué porque en este caso el mal recae al otro lado del río y la presidenta de todos los argentinos lo fomenta, siguiendo la línea de su esposo y predecesor, con quien se abrazó al acabar el discurso.
(2) Casa Rosada tiene en el staff, y lo invita al ceremonial de Estado, su propio piquetero (se dice que dependiente del Ministerio del Interior), quien asegura no tener problemas en matar, de la puta oligarquía que odia, a todos. No se sabe aún si existe, asimismo, un barrabrava gubernamental.
(3) Palos porque bogas, y si no bogas, palos.
(4) El fenómeno fue observado en cielo uruguayo, pero nadie lo atribuyó a Botnia.
(5) De tan densa la nube, tampoco se veía a los ambientalistas de Gualeguaychú. Fuentes bien informadas comentaron que si Uruguay venía de inscribir en el Guinness el asado más grande del mundo, Argentina tiene mejor carne y hará lo propio con su récord de humo.
Fernando Caputi (17.4.2008)

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