lunes, 3 de marzo de 2008

401 - Tendencias - Notas de Fernando Caputi UNO


Servidores humanos en un mar de burocracia

“El cambio de domicilio fiscal de una SRL (Sociedad de Responsabilidad Limitada) se tramita ante el BPS (Banco de Previsión Social) o DGI (Dirección General Impositiva) indistintamente”, dice el profesional.
Opto por las ofinas del BPS-Plaza Matriz, donde en el subsuelo purgo larga cola para saber que debo iniciar la otra, concurro tras veces porque los números (cantidad limitada) se acabaron, pero me dan nuevo juego de tupidos formularios a llenar en tres vías (“sólo esto que le marco”) en sustitución de los primeros, que eran rigurosamente idénticos (?), y me aclaran que la certificación notarial es innecesaria y puede obviarse presentando un último recibo de pago de Antel, UTE u OSE.
Al cuarto intento llego faltando cinco para las nueve y hago fila en la vereda. Desde la pole position, una chica de Mercedes despedaza las viejas críticas a la centralización capitalina comentando: “Allá en mi pueblo no se dan estas demoras, todo se soluciona al momento”. A los 20 minutos, franqueda la entrada, recibo por fin un número, el 2, y aguardo me llamen por el monitor. Pero hay nueva demora hasta las 10 “por razones gremiales”, lapso dedicado a conversar por el personal, salvo un señor alto, que observa al público detenidamente y en silencio. “¿Será un psicólogo?” me pregunto; “Debe ser supervisor”, discurre la mercedaria, mientras leemos los carteles: 1) Señor gestor o contribuyente: la entrega de números será hasta las 16 horas (en las visitas de ablande habían dicho que antes de las 10). Esto no garantiza que Vd. sea atendido. Los funcionarios se retiran cumplido su horario a las 17 horas; y 2) Señor contribuyente: disculpe las molestias ocasionadas. Nos estamos capacitando para el nuevo sistema tributario.
A mi turno revisan la papelada que exhibo y paso a saber que la certificación notarial es indispensable por no ser yo trabajador autónomo (?). Desconsolado a cuenta pregunto si pierdo el número. “No, señor, si vuelve hoy antes de las cuatro de la tarde, lo atiendo”, dice tras el escritorio la funcionaria que sabe y quiere ser humana. Salgo corriendo para ubicar a la escribana, que, también humana –y van dos– hace su trabajo y me delega adosar el montepío notarial. Retorno volando al BPS, donde (planta baja) expenden tiembres de Profesionales Universitarios pero no los otros (?). Lo compro en una agencia a la vuelta (espera de 15 minutos) y entro cuando entro están cerrando. Pero fiel a su palabra, la funcionaria me reconoce con un gesto, y, fiel a su horario, antes de media hora me atiende y cumple el trámite en los minutos que, hace años –antes del Cambio–, insumía en una primera vez.
Fue cuando, medio maltrecho pero feliz pese a todo por haberme reencontrado con gente solidaria, no sé por qué me sobrevino el recuerdo de un gráfico de Quino que guardé durante años.
En aquellos cuadritos diseñados por el creador de Mafalda aparecía el mostrador de una oficina pública donde, en puestos separados, se recibían formularios para trámites normales y trámites urgentes.
La diferencia era una sola y radicaba en el funcionario que los llevaba al sótano, bajando sin prisa la escalera para depositarlos en gigantesca montaña (trámites normales) o saltando escalones de a cuatro para incrementar otra... de tamaño similar (trámites urgentes).

Fernando Caputi 31.8.07

---

Pelópidas y el tamaño de cada pez

Los años que viví en Sao Paulo sirvieron para comprobar que todo brasileño asume la lógica de que pez grande se come al pez chico, es decir, dar por sentado que país de mayor superficie y población tutela. Lo vi, por supuesto, en la teoría de las fronteras móviles con las que el maquiavélico Golbery da Couto e Silva lavó cerebros de generaciones hasta cranear una invasión al Uruguay.
Pero más novedoso hasta llenarme de estupor fue el caso de Pelópìdas Ferreira, uno entre decenas de mandaderos (contínuos) que en cantidad que exageraba lo necesario alistaba la Agencia Folhas, donde trabajé tras raudo pasaje por el diario Folha de S. Paulo.
Pelópidas, primero entre sus pares en quebrar la barrera de la timidez para presentarse y conversar con este rara avis que procedía de Uruguay sin haber huído por razones políticas, supe después que también había desafiado una imposición del director de la agencia, prohibir diálogos entre periodistas y mandaderos ¡por ser clases sociales diferentes!
Yo también ignoré el absurdo que mal podía aceptar cuando, observado por el directorcito, discutiéramos ácidamente. Pero por doble partida valió la pena.
Ferreirinha, adolescente educado y respetuoso, tenía aguda inquietud por saber de todo y repreguntar hasta entender cabalmente lo que, en un inicio, era engorroso contrapunto entre españogués y portunhol.
Para que captase en directo cómo éramos los uruguayos, le invité a almorzar en casa un sábado, día libre para ambos, con lo cual también mi esposa e hijo pasaron a ser sus amigos.
Al tiempo, Pelópidas diversificaba los mil temas a plantearme como si los programara, y así conoció mis versiones sobre Maracaná, lagrimeando pese a que no era nacido cuando la epopeya futbolística mayor (olvidable para algunos en Uruguay, nunca allá), y en torno a democracia, palabra y concepto que de hecho desconocía por no ser siquiera mencionados en la escuela donde con distinciones estudiaba.
Su afán por educarse internacionalmente no tenía límite. Tampoco su inteligencia, pasando a anticipar mis propias conclusiones, que solía aceptar y compartir, y, a su vez, enseñándome muchas cosas.
De esa puesta al día cotidiana quedaron dos únicos puntos en los que él no consintió ceder terreno alguno para cambiar su granítica opinión.
En efecto, era otro, hasta antipático y agresivo, cuando yo me negaba a compartir sus convicciones de que (1) o Corinthians é a melhor equipe do mundo, y (2) país grande tiene pleno derecho a mandar en país chico.
---
De esto han pasado unos 30 años. Mi joven y consecuente amigo ingresó a un colegio de formación militar y dejé de verlo. Pero no guardo duda alguna en cuanto a que, largamente cuarentón, hoy conserva su irrebatible certeza sobre el doble desacuerdo.
Esta semana, al observar en la TV la reiterada prepotencia for export de otro país grande donde hasta entre ellos se matan entre sí, me acordé de Pelópidas Ferreira y la segunda de sus creencias irreductibles.

Fernando Caputi 31.8.07



PUBLICIDAD

Ojo con lo que “está bien” en la ilógica del poder

Un funcionario que no es guardahilos (por lo sabido, su vínculo laboral subsistió a eventual litigio o
discusión), había afirmado en explícita reiteración que las partidas publicitarias de Antel serán asignadas siguiendo “la lógica” de contemplar únicamente a medios de prensa que opinen y/o informen a favor del organismo y aprueben su gestión. Expresiones de atentatorio flechamiento, tremendamente más asustador que el presunto favoritismo condenado por el partido hoy situacionista cuando –épocas inmediatamente anteriores– mantenía furibunda oposición al “sistema” y, en particular, autoridades de Antel.
Por implícita sintonía, la novedad trajo a colación declaraciones del primer mandatario actual formuladas a fines de junio último, fustigando en consejo de ministros y después públicamente lo que conceptuaba inconveniente del espectro periodístico nacional en una simplista clasificación (lo que “está bien” de un lado, por natural descarte, lo que “no está bien” del otro) de las diversas posturaas editoriales.
Pero volvamos a Antel.
Con clara intención de desvirtuar la especie, un director de la empresa estatal salía al cruce de los dichos de su representante en relaciones externas: fueron hechos a título “personal” y no se corresponden con la realidad, sostuvo, buscando desestimarlos al asegurar que la publicidad en cuestión “seguirá” siendo resuelta, en coordinación con dos agencias privadas que sirven a la institución, con ajuste a neutrales “criterios técnicos”.
De su experiencia profesional al frente de una publicación mensual (Periódico Ciudad Vieja), puede extraer el suscrito observaciones llamativas como las siguientes:
1) una de las dos agencias citadas se especializaba en, tomando iniciativa, reservar espacios a ocupar, según pautas y decisiones “plenamente confirmados”, con piezas publicitarias que, llegado el momento de su entrega, no aparecían ni se explicaba por qué era incumplido el compromiso asumido;
2) distorsionando por igual el cierre de la(s) respectiva(s) edición(s) del mensuario, si por contada excepción el original era efectivamente cursado, ello sucedía horas o días después de lo combinado, y el pago de la factura (por valor a veces regateado desde Antel y no por la agencia) se hacía efectivo algún día, antojadizamente lejano en el tiempo. Y la reiteración de tan indebido proceder –por lo menos, poco serio– llevó a interrumpir, desde el periódico, todo contacto de ese orden.
3) Una vez, en diálogo telefónico, el secretario de una directa dependencia municipal archiconocida como sistemática anunciante en medios políticamente afines a la coalición gubernamental, sorprendió primero al consultar precio para aviso de una página; segundo, cuando supo el valor (normal en plaza) dijo que cuadriplicaba lo imaginado; tercero, concedida como inusual excepción una rebaja del 75% que no esperaba, se desentendiera del anuncio y de golpe cambiara de libreto alegando que la publicación de improviso ya no se ajustaba a “los términos” y “el estilo” que pretendía el potencial avisador...
¿Cuál, en tiempos de cambio, la postura que habrá de prevalecer en la concesión de publicidad oficial a pagar con dineros no del Frente Amplio sino del pueblo?, ¿la uruguaya de ponderada ecuanimidad que la dictadura dolorosamente dejara en suspenso?, ¿una a semejanza de países caribeños muy afines u otra, intermedia? ¿La antojadiza adoptada por aquella agencia privada a servicio de Antel?
En tanto parecería ser que Michel Visillac, su indiscreto asesor en cuestión, según una versión oficiosa será cambiado de área y, en el futuro, deberá quedarse en el molde, no más actuar como portavoz.
Como, total, la duda sobre si lo suyo fue un infundio o una verdad que no había que reconocer, mucho más de lo que está en juego y, por encima de la elocuencia de tan oscuros antecedentes, indicios y presagios, habrá que supeditarse a lo que, de aquí en adelante, prueben los hechos.

Fernando Caputi (17.10.07)

SOBRE LOS PEREZ DE LA GUIA

La psicología social, ¿induce al desvarío?

La audiencia de Radio Sarandí reaccionó con vehemencia pocas veces vista ante la sorprendente tesis de un psicólogo social de cuyo nombre –al igual que aquel lugar de la Mancha– no quiero acordarme.
Dijo el invitado a usar el micrófono que los uruguayos “mentimos” cuando hacemos alusión a nuestro origen europeo, no somos europeos y no nos parecemos a Europa; por el contrario, “no queremos reconocer” raíces afro (ni el candombe) e indígena, por lo cual somos, ante todo, latinoamericanos, especialmente afines con Brasil y Argentina pero con rasgos étnicos comunes por entero a los otros pueblos de Sud América.
Revisionista a la ligera –moda falluta cuyos adherentes terminan extraviados a espaldas de la historia que pretenden cambiar–, por alguna razón extraña este individuo negó lo innegable e invirtió, como si nada, porcentajes veraces y abrumadores.
Desde el primer libro de Ildefonso Pereda Valdez sobre población afro del territorio nacional a los del irrebatible Lauro Ayestarán, que situó en términos exactos el aporte de la raza negra al país y su folclore, variedad de investigadores en serio vienen redondeando y dando ajuste a una historia de, afortunadamente, contadísimos desvíos de intolerancia y desintegración hacia las minorías, esos de los que abusan en incurrir los dos países por el psicólogo social sindicados como afines.
Como excepciones que confirman la regla general de una república modelo en la ética de convivencia, apenas si recuerdo el humor guarango del que decía no gustar de la discriminación ni de los negros, y siempre detesté como abominables ciertos prejuicios de unos pocos uruguayo (incluso, morenos presa de complejos) en relación al color de epidermis.
Aleatoriamente, ser criollo ha pasado a significar sinónimo de idiosincracia más que corriente racial de cuna rural o indígena, infinitamente menos influyente que la sangre europea en el todo resultante del democrático sistema de cruzas.
Pero negar la rigurosa verdad de que nuestros padres, abuelos y/o bisabuelos en mayoría tuvieron que cruzar el Atlántico para llegar a estas playas es tan descabellado como sugerir que Sud o Latinoamérica son, en cuanto al tipo humano, un dechado de homogeneidad.
El psicólogo social llevado a la emisora, ¿ha viajado por el continente alguna vez?, ¿cree que el presidente Vázquez desciende de indios porque su nombre de pila es Tabaré y le encuentra semblante parecido al del mandatario de Bolivia Evo Morales?
Una cartilla de la dependencia ministerial que organiza los Días del Patrimonio señala, con referencia a la reciente edición 2007 Culturas uruguayas, Martha Gularte-Rosa Luna: “Seguramente ni Ayestarán ni Pereda Valdés ni Vicente Rossi ni Pedro Figari pudieron imaginar que en los primeros años del siglo XXI las tradiciones afrouruguayas, representadas especialmente por el candombe (música y danza), hubieran alcanzado los niveles de popularidad y aceptación que tienen en la mayor parte de la ciudadanía uruguaya, que obviamente sigue siendo de origen europeo” (subrayado por mi cuenta).
No da para más que, como posdata, excusarme y confesar: nunca entendí bien qué significa ese diploma de psicólogo social. ¿Es que, acaso, por ventura o desventura, los otros psicólogos de profesión están discriminados y no son sociales?

Fernando Caputi (Miércoles 17.10.07)

PLANCHAS

Nuevos políticos colorados calzan championes

Bastante chata –como planchada– por reiterativa, la información política nacional sale de su rutina con la incorporación, justamente, del Movimiento Plancha al Partido Colorado.
El ministro con cuyo apodo fueran bautizadas las tiras de asado sin carne fue el primero en reaccionar. Por supuesto, en los términos de populismo campechano que le reditúa votos para una postulación presidencial que, por ahora, el Pepe minusvalida.
Lo cierto es que José Mujica exteriorizó su sorpresa de que los planchas ingresaran afanosos a tiendas no de championes caros por su grifa sino, en acto de “renovación”, a las de un partido tradicional ceremonioso que nunca fue colcha de retazos pero se le veía alicaído, vetusto, perdedor.
Con otro estilo de franqueza, el ex presidente Jorge Batlle también se mostró asombrado y razonó que, si los planchas persisten en delinquir como –según él– lo habrían admitido, no tienen lugar en partido alguno dentro de nuestro régimen democrático.
Pero al opinar para medios audiovisuales, ciudadanos del suburbio identificados, a ojo y por su pinta, com a filosofia do ferro (plancha en portugués) negaron que se piense expropiar fino calzado tenis u otras prendas que hagan a su look. Uno de ellos aclaró, y esto es tranquilizador, que no existe afinidad ni conexión alguna con gavillas de odio sistemático a cuyos integrantes absolutamente nada les gusta ni les viene bien fuera de salir a la calle y romperlo todo.
La alternancia en la política del promitente electorado plancha es un derecho que sus militantes (¿cuántos son?) en rigor están habilitados a ejercer como cualesquier ciudadano aunque prevalezca la impresión de que se trata de bichos raros, algo así como desprestigiado subproducto hippie o punk nativo.
Para juzgar en serio al planchismo resta considerar los límites que bajo la criba estatutaria eventualmente les imponga la colectividad que tuvo un sobretodo, y no championes, como emblema y por más de un siglo cosechara mayorías electorales. Por ahora, el Peluca José Valdez, portavoz del nuevo sector, ha dicho que anhela ser diputado ganar más y destinar el plus a una sede social que recupere a sus pares, consumidores de la onerosa pasta base, trocando esa drogadicción por el ejercicio de algún deporte.
También falta saber si este movimiento adopta la acepción de la Real Academia Española que fig. y fam. define el vocablo plancha como “desacierto o error por el cual la persona que lo comete queda en situación desairada o ridícula”, posición que podría presumirse a juzgar por la estupefacción de autoridades partidarias que, entre desconfiantes y pretendidamente felices, los recibieron (martes 16 y miércoles 17), forzados a aceptar la versión cumbia del histórico himno que asegura, del Partido Colorado, que “victorioso ha de llegar”.
En un país con personajes públicos capaces hasta de fumar bajo el agua, se aprecia a los extravagantes personajes a priori proclives a involucrarse “porque ésta es una buena movida”. Por consiguiente, no piensan hacer la plancha y exonerarse de lo formal, pretendiendo, como todo aspirante a actor político, modelar el Uruguay del futuro o vaya uno a saber qué.

Fernando Caputi (17.10.07)
---

GASTOS DE CONDOMINIO

Récord: pagar con recargo a la fecha de vencimiento

La administración del edificio de 25 pisos en uno de cuyos 150 apartamentos resido acaba de embutir un 20% de recargo en los gastos comunes del mes, innovación rayana en lo demencial pues tiende a dar por sentado que nadie abonará por ese concepto en fecha (octubre 21).
Para no correr el riesgo legal punible de sobrepasar la tasa máxima de interés (en torno del 60% anual) que el Banco República establece y difunde, la exorbitancia que se pretende cobrar está incluída en el “importe total” disfrazada de “bonificación”.
En lo individual, correspondiéndome abonar $ 1.607, previo al vencimiento facturan $ 2.008,75. Pero ¿si no me atraso y pago en fecha? “¡Ah!”, responde Claudia, funcionaria de la administradora, a mi consulta telefónica, “en ese caso, Abitab aplica la bonificación y usted abona sólo $ 1.607”. Contrargumento: es poco probable que eso suceda, porque si bien en lugar poco legible de la papeleta consta “20% bonificación abonando en fecha”, a ciencia cierta nadie podrá deducir si el recargo ya fue hecho o no. Entonces Claudia anuncia que consultará y me llama, pero de eso han pasado tres días y no pasa nada, salvo que el edificio fue bombardeado con volantes en cuyo texto la ya famosa oficina reitera el procedimiento a seguir para no pagar el recargo, equivalente a decir que todos son culpables hasta que se pruebe lo contrario o imaginar una escuela en la que el alumnado cumple penitencia a rigor hasta que la maestra aclare quiénes se portaron bien.
En varios locales de Abitab confirman la existencia de inevitable confusión (en mi formulario, al menos, el código de barras marca una suma sin el 20%) y coinciden en que, para todo débito, el importe a pagar al caducar un plazo estipulado no puede llevar incorporados de antemano multas, mora, recargos y/u otras malas yerbas. Invocando “sentido común”, una de las agencias afirma que, llegado el momento, lisa y llanamente me cobraría $ 2.008,75, mientras en las otras dudan.
Un experto de plaza y ex presidente del directorio de banco estatal asegura que el procedimiento correcto es el seguido por –ejemplos– UTE o Antel, que acreditan los recargos por pago fuera de fecha, si los hay, recién en factura posterior.
Condómino alborotado despotrica en el hall de recepción, área común, que “esto es un abuso, yo no pago más”; otro confía haber iniciado ”una campaña de terrorismo verbal”, denominación que asigna al operativo de instar a una resistencia por supuesto no violenta de todos sus pares.
Armado el berrodo, vean que, si en hipótesis, la totalidad de propietarios o inquilinos admitiera de buena fe pagar ese 20% extra de mala fe, el abuso equivaldría a cinco inexistentes pisos más, es decir, recaudar de 180 contribuyentes y no 150.
Cuando le cuento a mi amigo contador y ex presidente de la Asociación de Afectados por Intereses de Usura en el Uruguay (Afindu), corrobora los términos de un asesoramiento suyo anterior: todo el país es víctima de un vacío legal, pues los gastos comunes no fueron considerados al elaborarse la ley que está vigente. Pero el texto sustitutivo a estudio del Parlamento prohíbe lisa y llanamente los productos bonificables, figura siniestra de la que en forma indebida se han servido todas las tarjetas de crédito y, siguiendo el mal ejemplo, cantidad de administradoras inmobiliarias.
No le pregunto al especialista si servirá escribir Cartas al Presidente porque, a mi edad, con certeza Unicef no me va a amparar, pero sobre si vale la pena recurrir con una denuncia al Area Defensa del Consumidor del Ministerio de Economía y Finanzas, reflexiona: “No hay peor gestión que la que no se intenta hacer”.
Una historia parecida me tocó vivir tiempo atrás. En ese caso, el administrador del edificio donde alquilaba un escritorio, impuesto de mis firmes razones contra la turbia bonificación (que con mayor pudor él intentaba aplicar sólo sobre adeudos de meses anteriores), terminó admitiendo tácitamente que se pretendía facturar de los buenos pagadores por condóminos que nunca pagan, y me dió la opción de pagar gastos comunes sin recargo en determinada cuenta bancaria no con el recibo tipo sino mediante simple depósito, extendiéndome el plazo hasta el último día hábil de cada mes, que era, adujo, cuando cerraba sus cuentas.
Fue cuando en una campañita de prensa difundí pormenores de esta fatídica bonificación que no es tal, recomendando a la población buscar asistencia en entidades defensoras del consumo para desestabilizar errores o deliberados propósitos de usura, sugestión que –después pude saber– muchos siguieron con provecho.

Fernando Caputi (10.10.07)
---

Uruguay editó su historia de la fotografía

El 10 de octubre en curso fue lanzado y puesto a la venta el libro de Juan Antonio Varese “Historia de la fotografía en el Uruguay”, obra de referencia que relaciona a fotógrafos conceptuados como más representativos de los actuantes en Montevideo, mientras los del Interior irán en tomo futuro.
A juicio de Andrés Linardi, la obra permite que el país, teniendo al fin su texto de historia fotográfica, deje de ser excepción en Sud América, añadiendo el prestigioso librero-coleccionista que si alguien podía llenar ese vacío era, justamente, Varese.
El libro señala que, “desde el lejano daguerrotipo (1840) hasta la época actual, la fotografía testimonió los más diversos avatares de nuestra sociedad”, mencionando guerras civiles y otros hechos históricos fundamentales pero, también, bautismos, casamientos y clásicas fotos “de estudio”, que registraron en forma indeleble la memoria de la ciudad y sus habitantes.
En una muy exhaustiva investigación de años, Varese entrevistó en primer lugar a fotógrafos que seleccionó como protagonistas o familiares, amigos y colegas de tales personajes, y consultó a estudiosos y coleccionistas de material fotográfico –como lo es él– tanto de Uruguay como de los ámbitos rioplatense y latinoamericano, considerando que “la evolución se dio en forma correlativa en la región”.
En segundo lugar, recurrió a “la prensa de época, guías comerciales y telefónicas, almanaques y listas publicadas por historiadores o coleccionistas tanto en internet como en forma privada, y las fotografías y documentos emergentes de mi propio archivo”.
De esta edición de Banda Oriental, cada ejemplar está siendo comercializado a $ 400.
Entre los libros ya publicados por Varese figuran: De naufragios y leyendas en las costas de Rocha; Memorias del tamboril (en coautoría con Tomás Olivera); Viaje al antiguo Montevideo (con Carlos Menck Freire); Memorias de José María Silva, el fotógrafo de Gardel; Memorias de Aguas Dulces, Valizas y Cabo Polonio (con H. Ochoa); Gastronomía de las costas de Rocha; Costas de Rocha (con fotos de Arturo Ballester Molina).

Fernando Caputi (11.10.07)

No hay comentarios: