PRONTUARIO DE CIUDAD VIEJA (1)
Gronardo, multipionero informante de Zabala
Español pero sudaca rioplatense por adopción, el práctico de puerto Cap. Pedro Gronardo comenzó por guiar embarcaciones salidas de Buenos Aires entre bancos de arena o lodo y restos de naufragios, cruzando el estuario con tal asiduidad que de todo se enteraba en ambas orillas.
Así, puesta su atención de este lado y en tanto multiplicaba su economía personal con la cría y explotación ganadera en Los Cerrillos, de primera mano advirtió sobre la ocupación lusitana de la península de Montevideo al gobernador Bruno Mauricio de Zabala, quien ipso facto procedió a desalojar a las fuerzas del colonizador competidor, abriendo el proceso fundacional (1724/30) de esta ciudad capital.
Entonces, con muros de adobe crudo y techos en cuero, en la banda oriental Gronardo instaló su hábitat y, en sociedad con Jerónimo Eustache –de poco ortodoxo apodo El Pistolete–, el primer comercio de la incipiente comunidad para, desde un mostrador con rejas de protección a la manera de las actuales farmacias de servicio nocturno, despachar telas, hilos y botones, pañuelos de seda, medias de lana, camisas, calzones, sombreros, zapatos, cubiertos, tijeras, navajas, espejos, peines y peinetas, jabón, aceite, yerba, tabaco y aguardientes. Mercadería de ramos generales que su íntima vinculación con navegantes transoceánicos le facultaba a importar bajo requisitos (in)formales propios de la época.
Dada esa circunstancia, nunca desestimó su profesión de práctico portuario, en cuyo ejercicio una explosión accidental a bordo de cierta nave británica lo mató el 19 de enero de 1727.
Pero ya ampliada, la Casa de Gronardo –a pasos del Puerto Chico y anexa a aquella pulpería precursora (El Hacha es posterior)– se convirtió en el primer edificio público, por cuanto alojó al Cabildo de Montevideo (1730/34) que el propio Zabala, gobernador concurrente, designó e instaló.
En sus actuaciones subsiguientes, el cuerpo oficializó un nomenclátor con calles identificadas por la mera costumbre pueblerina, como De la Frontera (Piedras), De la Fuente (Cerrito), De la Cruz (25 de Mayo), Real (Rincón), De la Carrera (Sarandí), Del Piquete (Buenos Aires), De Afuera (Reconquista), De Gallo (Zabala), Traviesa (Misiones), Del Puerto Chico (Treinta y Tres), De la Iglesia (Ituzaingó), Del Medio (Juan Carlos Gómez), Calle Entera (Bartolomé Mitre) y La Media Calle (Juncal).
Más que en textos específicos de historia patria, este actor multipionero de la génesis oriental y, en los hechos, providencial agente de inteligencia a espontáneo servicio de la corona española, es recordado siglos después mediante la demominación Pedro Gronardo de 16 cuadras en Pueblo Ituzaingó, entre el Hipódromo y las Avenidas Gral. Flores y José Belloni (en Nomenclatura de Montevideo, Alfredo Castellanos traza su ajustado perfil). Y en un folleto sobre Cambadu impreso en 1996, la pulpería de Gronardo & Eustache encabeza una lista simbólica e intemporal de venta minorista, “pequeño mojón de servicios, un puerto chico en el mar urbano,... un nudo más en la trama siempre cambiante de la ciudad”, según la visión retroactiva del propio Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas y Afines del Uruguay.
Fernando Caputi (11.2.2008)
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PRONTUARIO DE CIUDAD VIEJA (2)
El mecenazgo en complementación de España y Chipre
Donde a comienzos del siglo XVIII tuvo asiento la choza casi primitiva de Pedro Gronardo –práctico de puerto, ibérico James Bond informante de Zabala, ganadero y pulpero figurante en los anales de Cambadu como titular del primer comercio minorista de Montevideo–, en el tiempo y con la debida mampostería creció un edificio de planta alta.
Allí (Treinta y Tres 1541 casi Piedras), como lo hiciera el primer Cabildo de Montevideo cuando la localización era invocada mencionando “calles del Del Puerto Chico casi De la Frontera”, la ya anciana casona alojó a la Fundación María Tsakos, hoy en traslado a Br. Artigas y Maldonado. Pero el inmueble sigue activo como sede del Consulado de Chipre.
De modo que la comunidad chipriota ya aparecía vinculada al patrimonio del pasado uruguayo cuando el 23 de noviembre de 2007 su cónsul general honorario, Panagiotis Tsakos, hijo de María Tsakos, ensanchó ese marco de referencia con nuestra historia al adquirir en el mejor postor, U$S 3.300.000, la mole del Gran Hotel Nacional o de la Victoria, inaugurado inconcluso y de apuro en 1890.
Concebido al máximo lujo imaginable por quien fuera el portentoso emprendedor español Emilio Reus (muerto en la indigencia un año después), terminaba así de vegetar el colosal inmueble sito en el cuadrado formado por calles Piedras, Cerrito, Juan Lindolfo Cuestas e Ing. Monteverde. Sin nunca funcionar como hotel, en 117 años sus salas suntuosas tan sólo habían sido parcial y provisoriamente usadas como aulas de Enseñanza Secundaria y Preparatoria o diversas facultades universitarias estatales.
Panagiotis Tsakos es accionista único de Tsakos Sudamericana, razón social de armadores con astillero y diques flotantes (ex Regusci & Voulminot y el que le sucedió, traído de Alemania), y, en el Cerro, propietaria del Estadio Olímpico (ex Parque Nelson) y otros inmuebles que, por comodato, utiliza Rampla Juniors Fútbol Club, e inversionista forestal.
El nuevo propietario asumirá la compleja y onerosa restauración del Hotel Nacional para vender/rentar las oficinas resultantes, reservando espacios para fines culturales comunitarios que el grupo preconiza.
Fernando Caputi (11.2.2008)
PRONTUARIO DE CIUDAD VIEJA (3)
Sepa qué es una atarazana, indague y postúlese
A través de un concurso sobre proyectos de investigación a cuyo(s) ganador(es) distinguirá solventando la ejecución, el Banco de la República Oriental del Uruguay (Brou) busca “rescatar y difundir el valor histórico, cultural y patrimonial de las ruinas ubicadas en la manzana comprendida entre las calles Zabala, Piedras, Solís y Rambla 25 de Agosto de 1825 (a los fondos de su sede matriz), así como de otras ocupaciones o usos que hayan existido en dicho predio”.
El certamen es abierto a todo ciudadano uruguayo de 18 años cumplidos o más en tanto resida en el país. Y para que cada uno hurgue atrás de pormenores a emplear en su trabajo, la institución les entera –pista o pequeña ayuda–, que esos vestigios corresponden a la edificación “más antigua de Montevideo: una atarazana; es decir, lugar de construcción y reparación de embarcaciones”.
La Real Academia Española prioriza –justamente– la acepción “arsenal de embarcaciones”, invocando la existencia del sinónimo de uso antiguo atarazanal. Y aunque no venga al caso en particular, la autoridad ligüística hace constar que atarazana también significa “2. Cobertizo o recinto en que trabajan los cordeleros o los fabricantes de márragas u otras telas de estopa o cáñamo. 3. En Andalucía, paraje donde se guarda el vino en toneles”; y –nadie se alarme– “4. Germania, casa donde los ladrones recogen los hurtos”.
El primer Proyecto Calloia
Para la manzana cuyo pasado se invita a exhumar, en el primer semestre del año pasado Fernando Calloia, presidente del Brou, había concebido una construcción edilicia señera que el organismo tenía resuelto costear. Mas el Poder Ejecutivo no compartió la inversión por cuantiosa y carecer del impacto social fiel a su conocido proselitismo. Por sobre todo, conjeturaba –versión oficiosa– que las huestes situacionistas se verían expuestas a críticas tan despiadadas como las vertidas por el Frente Amplio sobre el complejo Torre de las Telecomunicaciones de Antel, con el cual la obra tendría que competir en el paisaje de la Bahía. Es decir, no habría cambio o innovación con respecto al proceder del Foro Batllista.
Y el terreno continuó sirviendo, al propio banco y sus jerarcas, apenas como parking a cielo abierto cuya fisonomía, desprolija y paramera, el frondoso enjardinamiento de la rambla costera que, a su vez, propone el actual municipio, de confirmarse su realización tenderá a acentuar.
Ese primer proyecto Calloia se acompasaba –claro que a destiempo– con un pensamiento político distinto de la coalición, oficialmente manifestado exactos 10 años antes.
Arana lo veía “edificable”
Es que en 1997, mientras Antel extendía a todo el país la telefonía digital, colocaba la piedra fundamental de su majestuosa torre y asignaba la ejecución de la obra, el Intendente Municipal de Montevideo –Arq. Mariano Arana en segundo mandato consecutivo– proclamaba, a través de la Comisión Financiera de la Rambla Sur, su Llamado Público Nº 1, relativo a la manzana de marras.
Lo dirigía “a interesados en la compra, en su actual ocupación, de los padrones Nºs 2.922, 2.924, 2.926, 2.928 y 2.935, de excepcional reserva de tierra edificable en Ciudad Vieja, frente al Puerto, con un área total aproximada de 3.205m²” ubicada en forma de letra U en torno a la ruinosa ataranzana.
La convocatoria cuajó tan sólo como antecedente.
Salvo el 2.935 (186m² sitos en el cruce Piedras/Zabala), los padrones citados habían asumido grado patrimonial por resolución Nº 465 de 1984 –período dictatorial–, que los declaró monumentos históricos nacionales.
Otro concurso: ver sitios web
La idea planteada este viernes 7 de marzo de 2008 “cuenta con apoyo académico de las Universidades de la República (Facultad de Humanidades y Ciencias) y de Montevideo (Facultad de Humanidades)”. Por consiguiente, el emprendimiento fue anunciado por Calloia junto a Bárbara Díaz, coordinadora del Dpto. de Historia de Udelar, y Fernando Aguerre, decano de la Facultad de Humanidades de la casa de estudios privada.
En paralelo pero bajo formato y condiciones similares, las tres entidades coauspician un segundo concurso de investigación histórica: Memoria de los 111 años de trayectoria institucional del Banco República, cumplidos el 22 de octubre último Una materia en la que el banco invoca un único antecedente, un texto elaborado cuando el cincuentenario (1946) por su entonces secretario general, el ensayista, profesor de literatura e historiador Raúl Montero Bustamante.
Las bases de ambos concursos figuran en los sitios www.brounet.com.uy, www.fhuce.edu.uy y www.um.edu.uy.
Fernando Caputi (10.3.08)
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