lunes, 29 de octubre de 2007

367/Entre Vista -"La literatura no tiene ninguna función" - a José Saramago


Desde su refugio en la isla de Lanzarote, muy cerca de una serie de homenajes por sus 85 años y los 25 de su "Memorial del convento", el Premio Nobel portugués respondió, parco, incisivo, a las preguntas de "Ñ" sobre la actualidad y el futuro de la literatura. Jurado del Premio Clarín de Novela, dice que la narrativa no debe escuchar al mercado, que preguntarse sobre la utilidad de la ficción es no entender nada y que esa pregunta sin respuesta se repetirá eternamente: tendrá siempre nuevos "preguntadores".
PATRICIA KOLESNICOV .

«Ahora, ahora mismo, ahora, ahora, mientras esto se escribe, mientras esta nota está por empezar a ser leída, allá en una isla volcánica, allá en su escritorio de caballetes, allá con su vista africana a un océano Atlántico intenso como un cielo sin luna, el Premio Nobel de Literatura, el escritor comprometido, el tipo serio que es José Saramago, escribe su próxima novela.

Sabemos su título: Se llamará El viaje del Elefante. Sabemos que sobre esa tabla que tiene por escritorio, ordenadas, prolijitas a un lado de su impresora, ya hay unas 50 páginas. Sabemos que la novela está basada en un hecho real, ocurrido en la época de Maximiliano de Austria, que nació en Viena, fue nombrado emperador de México en 1864 y fue fusilado en 1867. Sabemos también que la novela en la que está inmerso Saramago ahora, ahora mismo, está llena de ironía, de sarcasmo y de compasión. Que es una metáfora, dicen buenas fuentes, sobre los pobres diablos que somos los seres humanos. Sabemos que postulará, el autor del conmovedor Ensayo sobre la ceguera, que el destino que nos damos los humanos es estúpido, cuando podríamos alcanzar algo más que el ridículo. Que dirá que es ridículo o patético que nos pasemos la vida corriendo, trabajando, criando hijos, para acabar pobres, además de viejos y de olvidados. No habla de la vejez, nadie se atreva a hacer interpretaciones al vuelo y creer que porque está a punto de cumplir los 85 -el 16 de noviembre- José Saramago escribe sobre la vejez.El tema de la novela que viene, desliza nuestra buena fuente, es la carrera hacia la nada que, según el punto de vista del escritor, parece llevar la humanidad. Una novela de ideas. Como lo fue Memorial del convento, la gran obra que está cumpliendo los 25 años y que lo tendrá de festejo en festejo en España y en Portugal, a mediados de noviembre. Festejo que reúne la alegría de los 85 del autor, 300 del Convento de Mafra, 350 de Doménico Scarlatti, el músico que es personaje de la novela. A lo grande: habrá un espectáculo que ya se hizo en Finlandia, con música de Scarlatti en la voz de una soprano, algunos pasos de ballet y palabras del Memorial... que dialogarán con un clavicordio. Y luego hablará Saramago. En España la producción tendrá como actor a Juan Echanove. En Portugal, a Jorge Vaz Carvalho. Los demás, finlandeses. Y con eso empezará su trabajo en Lisboa la flamante Fundación José Saramago.

¿Es todo? Para nada: el 17 de noviembre el escritor estará en Mafra, Portugal, para las celebraciones del convento. Y así: una mirada a su agenda de compromisos puede producir taquicardia.No es fácil darse cuenta cómo lleva ese ritmo el Premio Nobel y además de escribir novelas tiene tiempo para enterarse y ocuparse de lo que considera injusto en el mundo, de asistir a Ferias del Libro, de volver a casarse con su mujer, Pilar del Río -lo hicieron en junio en Castril, el pueblo granadino donde ella nació-, de colaborar con la cineasta chilena Carmen Castillo para el documental Calle Santa Fe, sobre la resistencia en su país. De ir a Guadalajara, México, a leer partes de su novela Las intermitencias de la muerte -lo hizo en diciembre pasado- sobre un escenario, junto a un deslumbrado Gael García Bernal, en un duelo de galanes en el que no estuvo claro quién ganó.Desde esa ventana al mar, desde Lanzarote, la isla donde vive, que es políticamente España y geográficamente Africa, a pocos días de subir al avión que lo traerá a Buenos Aires, Saramago responde las preguntas sobre qué lo lleva a escribir, sobre la lectura hoy y sobre la literatura que vendrá. No es fácil entrevistarlo, quien lo haga debe saber que es probable quede ligeramente en ridículo. Porque como siempre, Saramago es sencillo, contundente y conmovedor.

«p-Después del premio Nobel, de tanto reconocimiento... ¿Qué lo mueve a seguir escribiendo? ¿Qué lo hace sentarse frente a la computadora?

«r-El hecho de haber dejado una página por terminar.

«p-¿Sigue buscando algo en la literatura? ¿Qué busca?

«r-Como cualquier otro lector, o escritor, me busco a mí mismo. Busco encontrarme en páginas, en ideas, en reflexiones, reconocer que somos algo más que esto que se presenta como "realidad", ése sigue siendo el mayor deslumbramiento. ¿Sí? ¿Seguimos los humanos encontrándonos en páginas, que no sean páginas web? Saramago hace rato que escribe sus textos en computadora y está lejos el día en que Pilar rescató de la papelera (la real, no la de Windows) la primera página de la última novela que su marido escribió a máquina y corrigió a mano, "Historia del cerco de Lisboa". La sacó del tacho, la alisó (era un bollito como los de las películas), le pidió una dedicatoria. Dice: "'A Pilar, esta página y mi vida'. José. 29 de diciembre del 87". La página fue enmarcada y colgada de la pared. Buen recuerdo, testimonio asegurado y a otra cosa, la escritura se volvió digital. En resumen: El Nobel no está paranoico con el papel que jugará la tecnología en la cultura.

«p-¿La literatura pierde terreno frente a la informática?

«r-La literatura no puede ocupar el terreno de la informática y viceversa. Son formas distintas de entender el mundo. La informática puede ser una contribución, no a la literatura, sino a la lectura
«p-Entonces, ¿se lee de una nueva manera?

«r-En cualquier caso, la literatura siempre ha sido una actividad minoritaria. Me parece que ahora se lee y se escribe más. Quizá por la informática.

«p-Si recordamos aquello de que el medio es el mensaje.. ¿cómo afecta este nuevo medio los contenidos de la literatura, es decir, el sentido?

«r-Es absurdo pensar que lo que un escritor tenga para decir dependa del instrumento que utilice.

Así contesta Saramago -ya avisamos que el entrevistador puede quedar en ridículo- como quien sabe apropiarse de los medios que tiene a mano para esparcir las ideas que tiene claras. Eso: alguna vez el dijo a esta cronista que de chico pensaba en ser "conductor de trenes, maquinista, el hombre que va conduciendo el tren". Y que cuando le preguntaban por qué, decía que era "por el tren, la velocidad, la noche, uhh, uhh". ¿Qué tiene que ver con su presente? Que se pensaba como un conductor. La interpretación, aclaremos, es de él: "Creo que no lo estoy inventando ahora, creo que haber sentido esa responsabilidad", decía entonces. ¿Condicionará la informática esa empresa? No parece. Tampoco lo hará el dominio de los medios audiovisuales. Quien tenga algo que decir encontrará su rumbo.

El es terminante:«p-¿Lo audiovisual le arrebató el relato a la literatura? ¿La novela perdió la hegemonía sobre las historias?

«r-No, no y no.

«p-Es decir que usted no piensa que vamos hacia el fin de la novela...

«r-Se ha pronosticado muchas veces ese final, y la novela sigue vivita y coleando. Un premio literario para novela suscita el aparecimiento inmediato de 200 o 300 candidatos. ¿Dónde estaban esos libros? ¿Han sido escritos corriendo para cumplir el plazo? ¿O son el resultado de meses y meses de trabajo responsable, respetuoso del idioma?; autores que llevan un mundo dentro y lo quieren confrontar con la realidad que los rodea y limita.

«p-Un mundo dentro y un mundo fuera. ¿Usted es un "escritor comprometido"? ¿Con qué?

«r-Estoy comprometido, o sea, vivo, en un mundo que es un desastre. Como escritor y como persona, mi empeño es no separar al escritor de la persona que soy. Me esfuerzo, en la medida de mis posibilidades, en tratar de entender y explicar el mundo.

«p-Como escritor, su medio de intervención es la literatura. ¿Podemos volver a pensar si sirve para algo? ¿Si la literatura pueda mejorar (o empeorar) la vida, el mundo?

«r-Llevamos siglos preguntándonos los unos a los otros para qué sirve la literatura y el hecho de que no exista respuesta no desanimará a los futuros preguntadores. No hay respuesta posible. O las hay infinitas: la literatura sirve para entrar en una librería y sentarse en casa, por ejemplo. O para ayudar a pensar. O para nada. ¿Por qué ese sentido utilitario de las cosas? Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada. Un tenedor tiene una función. La literatura no tiene una función. Aunque pueda consolar a una persona. Aunque te pueda hacer reír. Para empeorar la literatura basta con que se deje de respetar el idioma. Por ahí se empieza y por ahí se acaba. «p-¿Que se deje de respetar el idioma? ¿Y no que haga depender la literatura del mercado?«r-Pobre mercado, que le salen moretones por todos lados. Si el libro es una mercancía, hay que venderlo. ¿Dónde lo haremos? ¿En la Luna?

«p-Claro. Pero ¿no se invierten los términos y se escribe lo que se vende en lugar de vender lo que se escribe?

«r-Hay que tener cuidado con las ideas hechas. Por ejemplo: que el mercado condiciona al autor. No es cierto. Puede el mercado manifestar una preferencia por ciertos tipos de libros, de "modas", pero eso no obliga a ningún autor a seguir ese camino. Estamos creando una gran confusión: imaginar que los autores son iguales entre sí. Nos ocupamos de tópicos remanidos y no estudiamos la realidad. Y olvidamos demasiadas veces que las preguntas no son inocentes. Me molesta hablar de literatura y mercado. La literatura es la creación y no importa qué montaje se haga en torno a ella. Hay negocios, hay literatura. Y personas que leen para entender y personas que leen porque siguen campañas. Y personas que no leen. Lo importante, me parece, es no dejarnos llevar por estas cuestiones que desde luego a mí, como escritor, me son ajenas.

Así, así como se lo lee, así se lo escucha a José Saramago. Así: hay que tener cuidado con lo que se le pregunta porque está atento, porque está escuchando, porque integra la especie -¿en extinción?- de aquéllos a los que nada de lo humano les es ajeno. En su boca, y en sus oídos, las palabras pesan, no habrá que hablarle jamás con ligereza. No le interesa el mercado, háblenle de literatura, háblenle de política, háblenle del amor y del dolor, pero no del mercado; él es escritor, mercader no.

«p-Entonces, ¿quiénes siguen para usted el camino posible y deseable para la literatura contemporánea?

«r-Creo que ningún escritor en su sano juicio osaría contestar a esa pregunta. Yo, hasta ahora, no he perdido el mío todavía. Y creo que cada uno hablará por sí mismo.

Vueltas de la vida, el chico salido de aquel pueblito portugués, el nieto de un campesino analfabeto, es hoy un nombre de referencia entre sus contemporáneos. Sigue recibiendo homenajes: el 23 de noviembre se inaugura una exposición sobre él en la Fundación César Manrique, un lugar espléndido construido dentro de burbujas de lava en Lanzarote. En tres salas recorrerán su vida, su escritura, sus intervenciones cívicas. Reunirán otras obras generadas a partir de las de Saramago en cine, en televisión, en ópera, en pintura. Habrá cincuenta pantallas que pondrán en movimiento lo que está quieto en las vitrinas. A minutos de ahí estará el hombre, atento a unos lagartos pequeñitos que se escurren por el suelo de su jardín de lava y cactus. A su ventana, bajo la cual corren sus sobrinos. A un amor que late a la vista de todos, constante como un minutero. Al cielo gigante y el mar omnipresente de la isla. A su mundo interior, claro. Estará ahí, sentado al teclado aunque parezca que lo tiene todo. Porque, claro, tiene una página sin terminar.

366/Entre Vista - Cómo ser de izquierdas hoy - a Santiago Alba Rico


¿Cómo ser hoy de izquierdas? ¿Cómo sobreponerse a las corrientes políticas contemporáneas, que niegan toda validez a las propuestas y visiones provenientes de Marx? ¿Cómo situarse en un espacio público desprestigiado, el político, apoyándose en formas de definir el mundo que parecen haber perdido pie? La fórmula del escritor Santiago Alba Rico, que acaba de publicar Capitalismo y nihilismo (Ediciones Akal, Madrid, 2007), no puede ser más concisa: "el proyecto emancipatorio debe ser revolucionario en lo económico, reformista en lo político y conservador en lo antropológico". Enfrente estarían sus dos enemigos actuales: "el capitalismo que hace realidad perversamente las utopías anticapitalistas (el hombre nuevo, la revolución permanente) y el discurso neocon pre-moderno que explota la inestabilidad". Le entrevistó para los periódicos electrónicos El Confidencial y Rebelión el periodista Esteban Hernández.
En los 70, muchos intelectuales y políticos que provenían del franquismo abrazaban (por motivos de lo más variado, desde la convicción personal hasta el puro interés) las creencias democráticas. En la actualidad, muchos de los intelectuales y periodistas conservadores de la Europa occidental provienen de la izquierda, incluso algún ex amigo tuyo. ¿Qué significa esto socialmente? ¿Qué ha pasado?
La verdad es que también los obreros, los empleados, los profesores, los médicos, los abogados eran de izquierdas y se han desplazado a la derecha en el seno de una sociedad formateada económica y culturalmente desde el mercado. El caso de los intelectuales es el de una normal sumisión, aunque también el de una mayor responsabilidad, pues han contribuido a acelerar y legitimar ese desplazamiento desde una posición de mayor libertad e información. Lo que han obtenido a cambio no puede medirse -o no sólo- en ventajas económicas y poder (cosas secundarias para un intelectual). No hay nada más corruptor que la atención; se les ha prestado un poco de atención y han sucumbido, y han sucumbido precisamente allí donde "atención" y "mercado" coinciden sin apenas resquicios. En todo caso, ellos lo llaman "madurez" y no sin razón. Han "madurado" naturalmente al mismo tiempo que una sociedad que ha retrocedido al menos dos décadas. Los pocos que no lo han hecho -los que yo admiro- es que se han quedado un poco... por delante.
Si el capitalismo es nihilista, una buena manera de combatirlo es afirmar valores. En ese sentido Jean Claude Michéa reinvindicaba valores que él denomina precapitalistas, como la honestidad, recuperando una perspectiva muy de Orwell. También tu amigo Carlos Fernández-Liria hablaba de la necesidad de romper concepciones de la izquierda que veían bien esa disolución de los valores que Marx subrayaba en el manifiesto. Tu misma afición por Chesterton parece provenir de un lugar similar. ¿Me equivoco?
Quizás prefiero formularlo así: si el capitalismo es nihilista, la única forma de afirmar valores es combatir el capitalismo. Porque el capitalismo no disuelve tanto los valores cuanto las condiciones mismas en las que cualquier cosa sólida, cualquier consistencia, pueda surgir y sostenerse; porque erosiona radicalmente todas las diferencias sobre las que se levanta la cultura, cualquier clase de cultura: la diferencia comer/usar/mirar, la diferencia entre guerra y paz, la diferencia entre culpables e inocentes, la diferencia -sobre todo- entre producción y destrucción. Pero sí creo que la izquierda ha sido víctima de muchos malentendidos históricos: uno es ése al que se refiere Fernández Liria y que llevó a identificar el Derecho con un mero instrumento de reproducción del mismo capitalismo que, en realidad, lo imposibilitaba y destruía. El otro tiene que ver con el "progresismo" que durante más de un siglo alimentó la ilusión de estar -dice Benjamin- "nadando a favor de la corriente" y que paradójicamente sirvió para acelerar el "progreso" inhumano indisociable del capitalismo. Si el capitalismo dejó atrás los valores feudales del Ancien Régime que encadenaban a los seres humanos, hace tiempo que -en su loca carrera- ha dejado también atrás los valores ilustrados que se forjaron para liberarlos. Yo no siento nostalgia de Dios sino de la Razón; y no quiero volver al paternalismo jerárquico sino a la fraternidad republicana. Nos hemos pasado la estación en que teníamos que pararnos y el tren sigue desembocado hacia el abismo. El marxismo hoy tiene que ser, si no "regresivo", al menos "frenativo". Hay que recuperar no tanto los valores cuanto el cemento mismo de la vida social: los cuerpos, la tierra, la ley y con ellos la lentitud, la atención, la espera, los cuidados, los relatos.
Hablabas de lo que los antiglobalizadores reproducen, sabiéndolo o no, lo que Marx contaba en el Manifiesto. Pero antes que ellos lo hizo la derecha, que apoyó toda su contrarreacción en los años 70 en la defensa de los valores, familiares, sociales, comunitarios, religiosos, etc, que una izquierda desmadrada estaba debilitando. En un sentido, si había deslocalizaciones, era por culpa de una izquierda que exigía demasiada protección social; y, en otro, si las familias se rompían era porque la izquierda proclamaba una moralidad laxa. Igualmente con la delincuencia, la falta de autoridad, etc. Pero esa preocupación por la ruptura de lazos sólidos y de vínculos estables sólo la tomó en cuenta la derecha; parece que ahora cierta izquierda comienza a plantearse esas cuestiones. ¿Qué te parece?
Hay hoy una derecha muy poderosa que ha comprendido que la disolución material de toda estabilidad -bajo el empuje de la globalización por ellos defendida- despierta una nostalgia de "solideces" pre-ilustradas muy útil para legitimar sus políticas de intervención imperialista en el exterior y de reducción de libertades en el interior: es el discurso neocón, apoyado por católicos, protestantes y judíos y replicado dócilmente por el islam. Pero contra ese discurso escribió Marx las páginas del Manifiesto en defensa -digámoslo así- de la "propiedad privada" y la "familia", amenazadas por la burguesía: los mismos capitalistas que "emancipaban" a las mujeres de sus hogares mandándolas a las fábricas, luego enviaban predicadores para enseñarles pudor cristiano y respeto al marido. Frente a esta hipócrita defensa de los "lazos estables" por parte de los mismos que los desataban del modo más violento, la izquierda hizo exactamente lo contrario: mientras alimentaba materialmente la resistencia social y los vínculos fuertes, hacía discursos en favor de su disolución. Hoy, frente al capitalismo que hace realidad perversamente las utopías anticapitalistas ("el hombre nuevo", "la revolución permanente") y frente al discurso neocón pre-moderno que explota la "inestabilidad", el proyecto emancipatorio -lo he dicho otras veces- debe ser revolucionario en lo económico, reformista en lo político y conservador en lo antropológico. Al menos -ya que lo has evocado- en el sentido de esta frase de Chesterton: "El pueblo nunca puede rebelarse si no es conservador, al menos lo bastante como para haber conservado alguna razón para rebelarse".
En Capitalismo y nihilismo tienes un texto acerca de Martín-Baró, que me ha gustado bastante. Pero, además, es de agradecer que alguien por aquí se acuerde de él, cuya obra tiene una hondura que pocas veces se ha subrayado. Que Martín Baró y su obra hayan desaparecido del entorno académico y del entorno político español son señales de que...
De dos cosas, básicamente. Indica el desprecio político, eclesiástico, académico y mediático por los intelectuales perseguidos y asesinados cuando se apartan del camino políticamente correcto para asumir la "opción preferencial por los pobres". E indica asimismo -inseparable de esto- el valor de una obra que, a contrapelo de lo que es la psicología postmoderna contemporánea, trata de explorar las raíces sociales, colectivas, de los conflictos subjetivos y subraya las virtudes terapéuticas del compromiso y la acción común. La "psicología de la liberación" no es menos subversiva que la "teología de la liberación". Por eso no interesa a nadie en España.
Hablas también del mal absoluto. En apariencia enemigos, radicales de un lado y otro creen en ese mal absoluto como la causa última de todas las disfunciones. Lo que nos lleva a lo mucho que se parecen unos y otros. ¿Son los mismo a lados diferentes de la trinchera o hay diferencias apreciables?
Una larga lucha acaba por imponer al enemigo las mismas estrategias y los mismos discursos, pero en todo caso no hay que olvidar una diferencia fundamental entre los radicales imperialistas y los radicales islamistas: la que existe entre el agresor y el agredido. EEUU ha invadido Iraq y no al revés; los sionistas han invadido Palestina y no al revés; casi todas las bombas caen en Kabul, en Bagdad, en Somalia, en Beirut, en Gaza, ahora quizás en Irán. Una larga historia de colonialismo, dictadura y represión -sin olvidar la responsabilidad de "nuestros" radicales en la financiación y entrenamiento de los "suyos"- traza una línea divisoria que la izquierda tampoco debe olvidar, como pretende hacernos olvidar la "guerra contra el terror". Como no hay que olvidar las diferencias que existen dentro del propio islamismo: Hizbolá y Hamas, diferentes entre sí, son al mismo tiempo ferozmente contrarios a Al-Qaeda, grupo penumbroso con el que los EEUU quiere que identifiquemos todo el anti-imperialismo islamista. EEUU necesita un enemigo semejante. La URRS, con todas sus barbaridades, no dejaba de alimentar en algunos sectores sociales occidentales la ilusión de una alternativa emancipatoria al capitalismo. Nadie puede defender a Ben Laden. Su semejanza ideológica con Bush obliga a elegir bando por razones "culturales"; su semejanza es un motor muy eficaz de la "confrontación de culturas".
Es curioso cómo la izquierda occidental, y más aún si tiene representación parlamentaria, parece haber relegado en sus discursos las cuestiones materiales y presta cada vez más atención a las simbólicas. Te hago esta apreciación porque en tu libro hablas sobre el hambre, hay una representación clara de lo material en él, pero también has defendido en muchas ocasiones esa vertiente simbólica. Sin ir más lejos, con los nacionalismos no estatales.
No sé si defiendo la vertiente simbólica. Por un lado me interesa analizar cómo se construyen materialmente ciertos símbolos que generan o desactivan la violencia: ciertas representaciones que tienen que ver con la distancia bajo la que comparecen los otros. Al mismo tiempo me limito a constatar que la lucha por los territorios y las materialidades va siempre acompañada de una lucha no menos intensa por sus representaciones, las cuales no siempre coinciden -y de hecho a menudo chocan- con ellas. Toda lucha por la supervivencia es al mismo tiempo una lucha por la identidad. Y, como bien dice Terry Eagleton y repito con frecuencia, "sólo hay una cosa peor que la identidad y es no tener ninguna". La Europa postmoderna no deja de predicar contra el Estado cuando el problema de la mayor parte de los pueblos de la tierra es que no han llegado todavía a tener uno; y predica contra la identidad cuando el problema de la mayor parte de los pueblos de la tierra es que no han llegado a tener la suya. La identidad es algo que uno desea tener y que luego desea quitarse de encima. Pero para eso es precisamente necesario contar -como nosotros contamos- con un territorio y una materialidad aseguradas -y desde ahí es fácil luego volverse muy ligero...
Una puntualización. Parece que en ese olvido de lo material, la única representación posible es el emigrante, que pasa ahora a encarnar las virtudes y defectos que en la era fordista se atribuían a los pobres. Parece que también la izquierda se ha apropiado de esa mirada – ya no hay pobres ni clase trabajadora, sino emigrantes. ¿Es así?
El olvido de lo material es lo que materialmente caracteriza a las sociedades capitalistas "avanzadas": olvido del cuerpo, del territorio, de la finitud, de la enfermedad, del envejecimiento, de la muerte, cosas todas ilusoriamente suspendidas en el escaparate de la publicidad, la tecnología y el consumo. En este contexto irrumpe como una bomba el inmigrante, amenazador precisamente porque expone a la vista todos esos rastros que el mercado pretende borrar, y que incluso los pobres españoles (unos 9 millones) tratan de olvidar. En cualquier caso, el inmigrante cumple, como ha ocurrido siempre a lo largo de la historia, este papel ideológico de legitimación interclasista en virtud del cual el nativo pobre se siente envidiado, robado, invadido, de modo que, al mismo tiempo que olvida su propia miseria, se "reconoce" en la política de los nativos ricos. Sabemos que el voto xenófobo a la ultraderecha en Europa proviene de los sectores económicamente castigados y muchas veces de antiguos votantes de partidos comunistas.
¿Occidente se afirma frente al hambre del resto de pueblos? ¿Occidente puede vivir bien porque ha expoliado a otros pueblos? ¿Esa es la causa del hambre?
La causa del hambre no es Occidente sino el capitalismo, y el propio Occidente -escribía hace unos días- es víctima del hambre generalizada de una economía que, de un lado, no deja comer al llamado Tercer Mundo y -del otro- deja siempre insatisfecho al Primero: unos quieren algo y otros quieren siempre más. De esa manera, el hambre de los saciados -ligado a un sistema de acumulación y destrucción ampliada de hombres y de cosas- pone en peligro la supervivencia del planeta mismo.
Muy probablemente, tenemos dificultades, por la inflación y la saturación en el empleo de los términos, para describir y transmitir adecuadamente la realidad. Pero es que ese mismo concepto, al igual que el de verdad, tampoco parece jugar un papel importante ahora. No sólo porque la gente descrea, sino porque además los expertos nos dicen que la verdad no existe.
Cito esta frase de Günther Anders: "Forma parte de la esencia del pluralismo permitir algo considerado falso; que la verdad del pluralismo consiste, en último término, en no tener ningún interés por la verdad o, más exactamente, en no tomar en serio la pretensión de verdad de la posición tolerada (y, a la postre, tampoco de la propia)". Ese "pluralismo", aclara a continuación el propio Anders, es el "mercado", donde toda mercancía tiene derecho a venderse por igual y todo consumidor tiene derecho a escoger entre todas por igual. La "verdad" sólo importa ya a los pobres, obligados a tomarse en serio lo que hacen.
¿La izquierda sabe manejar el lenguaje o ha perdido en estas décadas una cierta capacidad de definir los términos que tuvo en el pasado?
Frente a la destrucción premeditada del lenguaje como marco de credibilidad por parte de los mismos que destruyen ciudades (lo que llamo "episemia" o "pansemia"), la izquierda no encuentra de momento más recurso que la "sobresemantización", que a su vez acelera el contagio de incomunicación (el abuso, por ejemplo, del término "genocidio"). De-finir quiere decir "limitar", "poner límites" y ésa es la condición misma de la significación. Yo creo que el hecho mismo de de-finir (en la ausencia inducida de límites) ya es una actividad anticapitalista. Y la izquierda debe dedicarse a definir, en sus trabajos teóricos y en sus panfletos.
Soy aficionado a la música, al cine, a la literatura. Y percibo que las metáforas que las creaciones culturales contemporáneas me transmiten son conservadoras. Incluso, y a veces especialmente, aquellas que parecen proponer una ruptura mayor. ¿Coincides conmigo?
No sé si entiendo bien la pregunta. He dicho algunas veces que todo el "rupturismo" estético que antaño concentraron las vanguardias -políticas y artísticas- hoy lo monopoliza la "publicidad", donde todo está permitido a condición de que sirva para comprar y vender algo (y destruir algo también en otra parte) y, por lo tanto, a condición de que cultural y políticamente no signifique nada. La música, el cine, la literatura se han visto un poco obligados a imitar ese "rupturismo" publicitario en la forma dominante de lo que yo llamo "gag" -como unidad cerrada de autosatisfacción pura-; es decir, como golosinas visuales, acústicas o literarias que recubren un gran vacío, un vacío reproductivo y, en este sentido, "conservador". Todo está permitido menos la política. Sólo la política rompe la ruptura permanente y nos escandaliza y por eso aprecio particularmente -y recomiendo- la extraordinaria última novela de Belén Gopegui, El padre de Blancanieves, una gran construcción novelística, literaria, en la que la forma misma -impecable y rigurosísima- es ya, en este sentido, tan "política" (tan poco "publicitaria") como el desarrollo mismo de la historia.
Santiago Alba Rico es un filósofo y crítico cultural independiente, muy representativo de una nueva e interesante generación de intelectuales marxistas madrileños.
El Confidencial/Rebelión, 24 octubre 2007

domingo, 28 de octubre de 2007

365/Tendencias - Espintrónica: llega la nueva electrónica - Por Cuauhtemoc Valdiosera R.

En un futuro cercano se contará con una pantalla flexible o computadoras que almacenan más datos en menos espacio y consumen menos energía
Mientras la potencia cada vez mayor de los chips nos lleva hacia los límites de la tecnología del silicio, muchos investigadores apuestan por un futuro de espintrónica, una tecnología a nanoescala en la que se transmite información no por la carga del electrón, sino por el giro intrínseco del mismo. Si es posible encontrar una forma fiable de controlar y manipular estos giros, los dispositivos espintrónicos podrían ofrecer velocidades más altas de procesamiento de datos, consumo de energía más bajo y muchas más ventajas comparadas con los chips convencionales, incluyendo la capacidad de realizar computaciones cuánticas realmente innovadoras
.
Así, tecnologías basadas en la manipulación del espín están revolucionando el desempeño de los dispositivos magnéticos de almacenamiento. El desarrollo de dispositivos espintrónicos más complejos usando nanotubos de carbono podrían ser el siguiente paso lógico en la nueva rama de la espintrónica, llamada ya la nueva electrónica.
El fin anticipado de la ley de Moore en la escala microelectrónica ha apurado a los investigadores a explorar esquemas exóticos para la computación. Uno de los más avanzados proviene del emergente campo de los espín electrónicos o de la denominada espíntrónica, la cual busca la manipulación y el uso del espín (más allá de su carga) para implementar desarrollos computacionales y sus funcionalidades. Este desarrollo ha tenido cierto éxito comercial, con dispositivos basados en explotar el magnetismo asociados al espín, para leer información almacenada magnéticamente, mejorando notablemente el funcionamiento en el desempeño de los discos duros de las computadoras y las memorias de acceso aleatorio MRAM. Pero en un futuro ya cercano vendrán productos como pantallas flexibles, células solares baratas, computadoras que almacenan más datos en menos espacio, procesan datos más rápidamente y consumen menos energía, incluso computadoras que arrancan de forma instantánea.
Ese es el horizonte de la espintrónica, una nueva clase de electrónica que emplea no solamente la carga sino también la rotación de los electrones en la producción de dispositivos eléctricos. La espintrónica utiliza campos magnéticos para controlar la rotación (espín) de los electrones.
Técnicamente, el espín es el momento angular intrínseco de una partícula, pero se puede describir también imaginando que cada electrón contiene un diminuto imán, como la aguja de una brújula, que apunta hacia arriba o hacia abajo para representar su espín.
Los electrones que se mueven a través de un material no magnético normalmente poseen espines aleatorios (la mitad arriba y la mitad abajo), de manera que el efecto final es cero. Pero se pueden aplicar campos magnéticos de manera que los espines se alineen (todos arriba o todos abajo), permitiendo una nueva forma de almacenar datos binarios en forma de unos (todos los espines arriba) o ceros (abajo).
El campo de la espintrónica nació a finales de los 80, con el descubrimiento del "efecto de la magnetorresistencia gigante". La resistencia mide cuánto se resiste un material al flujo de una corriente eléctrica. El efecto gigante ocurre cuando un campo magnético se emplea para alinear el espín de los electrones en el material, induciendo un gran cambio en su resistencia.
El efecto fue descubierto por primera vez en un dispositivo hecho con múltiples capas de material eléctricamente conductor, al que llamaron "válvula de espín" porque cuando se le aplicaba una campo magnético, el espín de sus electrones pasaba de todos arriba a todos abajo, cambiando su resistencia de tal manera que el dispositivo actuaba como una válvula que incrementaba o disminuía el flujo de la corriente eléctrica.
Las válvulas de espín convencionales se han utilizado en computadoras desde mediados de los 90, en especial en las cabezas lectoras de información. Ahora se espera que la espintrónica revolucione aún más la memoria de las computadoras, ya que podrá almacenar más información, consumiendo menos energía y procesando datos más rápidamente.
Además, dado que, una vez que se han alineado, los espines permanecen en la misma posición hasta que son cambiados por un campo eléctrico, las memorias conservarán la información incluso cuando la computadora esté apagada, lo que permitirá su encendido instantáneo (pues no será necesario cargar nada desde el disco duro).
La electrónica convencional codifica los datos informáticos basados en un sistema binario de unos y ceros, dependiendo de si un electrón está presente en un vacío dentro del material. Pero, por principio, la dirección en que un electrón gira -en un sentido o en el otro- puede también ser utilizada como información. Así, la espintrónica puede efectivamente permitir a las computadoras almacenar y transferir el doble de datos por electrón.
Una vez que un campo magnético empuje un electrón en un sentido de rotación, mantendrá ese sentido hasta que otro campo magnético provoque el cambio. Este efecto se puede utilizar para tener acceso muy rápidamente a información almacenada magnéticamente durante una operación informática -incluso si la corriente eléctrica se ha interrumpido entre dos sesiones de trabajo. Los datos se pueden almacenar permanentemente y están casi inmediatamente disponibles en cualquier momento, sin ser necesario un prolongado proceso de arranque.
La espintrónica plástica pesaría menos que la electrónica tradicional y su fabricación resultaría más económica. Los semiconductores inorgánicos actuales se fabrican mediante múltiples fases de asentamiento y grabado en vacío. Teóricamente, la económica tecnología de inyección de tinta se podría un día utilizar para imprimir rápidamente hojas enteras de semiconductores plásticos para espintrónica.
La espintrónica es una ciencia relativamente nueva emparentada con la nanotecnología, y parte de la base de cambiar la forma de aprovechar el rendimiento de los procesadores y las CPU. Hasta ahora, se aumentaba la velocidad de una CPU reduciendo la circuitería física de los chips, de forma que trabajasen a más velocidad. Pero este método tiene unos límites físicos, ya que el calor que generan esos procesos también va en aumento. La espintrónica podría ayudar a desarrollar procesadores mucho más potentes sin el obstáculo del calentamiento. Este tipo de procesador podría controlar el espín, que es la orientación magnética de los electrones, creando estructuras atómicas con enormes capacidades de computación y poca sobrecarga calórica.
El primer requisito para construir un dispositivo espintrónico es disponer de un sistema que pueda generar una corriente de electrones "espín polarizados" (es decir, que tengan el mismo valor para su espín) y de otro sistema que sea sensible a esa polarización. Un paso más radical sería tener una unidad intermedia que realice algún tipo de procesamiento en la corriente, de acuerdo con los estados de los espines.

364/Polis - Nuevos políticos colorados calzan championes - Por Fernando Caputi

PLANCHAS
Bastante chata –como planchada– por reiterativa, la información política nacional sale de su rutina con la incorporación, justamente, del Movimiento Plancha al Partido Colorado.
El ministro con cuyo apodo fueran bautizadas las tiras de asado sin carne fue el primero en reaccionar. Por supuesto, en los términos de populismo campechano que le reditúa votos para una postulación presidencial que, por ahora, el Pepe minusvalida.
Lo cierto es que José Mujica exteriorizó su sorpresa de que los planchas ingresaran afanosos a tiendas no de championes caros por su grifa sino, en acto de “renovación”, a las de un partido tradicional ceremonioso que nunca fue colcha de retazos pero se le veía alicaído, vetusto, perdedor.
Con otro estilo de franqueza, el ex presidente Jorge Batlle también se mostró asombrado y razonó que, si los planchas persisten en delinquir como –según él– lo habrían admitido, no tienen lugar en partido alguno dentro de nuestro régimen democrático.
Pero al opinar para medios audiovisuales, ciudadanos del suburbio identificados, a ojo y por su pinta, com a filosofia do ferro (plancha en portugués) negaron que se piense expropiar fino calzado tenis u otras prendas que hagan a su look. Uno de ellos aclaró, y esto es tranquilizador, que no existe afinidad ni conexión alguna con gavillas de odio sistemático a cuyos integrantes absolutamente nada les gusta ni les viene bien fuera de salir a la calle y romperlo todo.
La alternancia en la política del promitente electorado plancha es un derecho que sus militantes (¿cuántos son?) en rigor están habilitados a ejercer como cualesquier ciudadano aunque prevalezca la impresión de que se trata de bichos raros, algo así como desprestigiado subproducto hippie o punk nativo.
Para juzgar en serio al planchismo resta considerar los límites que bajo la criba estatutaria eventualmente les imponga la colectividad que tuvo un sobretodo, y no championes, como emblema y por más de un siglo cosechara mayorías electorales. Por ahora, el Peluca José Valdez, portavoz del nuevo sector, ha dicho que anhela ser diputado ganar más y destinar el plus a una sede social que recupere a sus pares, consumidores de la onerosa pasta base, trocando esa drogadicción por el ejercicio de algún deporte.
También falta saber si este movimiento adopta la acepción de la Real Academia Española que fig. y fam. define el vocablo plancha como “desacierto o error por el cual la persona que lo comete queda en situación desairada o ridícula”, posición que podría presumirse a juzgar por la estupefacción de autoridades partidarias que, entre desconfiantes y pretendidamente felices, los recibieron (martes 16 y miércoles 17), forzados a aceptar la versión cumbia del histórico himno que asegura, del Partido Colorado, que “victorioso ha de llegar”.
En un país con personajes públicos capaces hasta de fumar bajo el agua, se aprecia a los extravagantes personajes a priori proclives a involucrarse “porque ésta es una buena movida”. Por consiguiente, no piensan hacer la plancha y exonerarse de lo formal, pretendiendo, como todo aspirante a actor político, modelar el Uruguay del futuro o vaya uno a saber qué.

363/Actuales - La psicología social, ¿induce al desvarío? - Por Fernando Caputi

SOBRE LOS PEREZ DE LA GUIA
La audiencia de Radio Sarandí reaccionó con vehemencia pocas veces vista ante la sorprendente tesis de un psicólogo social de cuyo nombre –al igual que aquel lugar de la Mancha– no quiero acordarme.
Dijo el invitado a usar el micrófono que los uruguayos “mentimos” cuando hacemos alusión a nuestro origen europeo, no somos europeos y no nos parecemos a Europa; por el contrario, “no queremos reconocer” raíces afro (ni el candombe) e indígena, por lo cual somos, ante todo, latinoamericanos, especialmente afines con Brasil y Argentina pero con rasgos étnicos comunes por entero a los otros pueblos de Sud América.
Revisionista a la ligera –moda falluta cuyos adherentes terminan extraviados a espaldas de la historia que pretenden cambiar–, por alguna razón extraña este individuo negó lo innegable e invirtió, como si nada, porcentajes veraces y abrumadores.
Desde el primer libro de Ildefonso Pereda Valdez sobre población afro del territorio nacional a los del irrebatible Lauro Ayestarán, que situó en términos exactos el aporte de la raza negra al país y su folclore, variedad de investigadores en serio vienen redondeando y dando ajuste a una historia de, afortunadamente, contadísimos desvíos de intolerancia y desintegración hacia las minorías, esos de los que abusan en incurrir los dos países por el psicólogo social sindicados como afines.
Como excepciones que confirman la regla general de una república modelo en la ética de convivencia, apenas si recuerdo el humor guarango del que decía no gustar de la discriminación ni de los negros, y siempre detesté como abominables ciertos prejuicios de unos pocos uruguayo (incluso, morenos presa de complejos) en relación al color de epidermis.
Aleatoriamente, ser criollo ha pasado a significar sinónimo de idiosincracia más que corriente racial de cuna rural o indígena, infinitamente menos influyente que la sangre europea en el todo resultante del democrático sistema de cruzas.
Pero negar la rigurosa verdad de que nuestros padres, abuelos y/o bisabuelos en mayoría tuvieron que cruzar el Atlántico para llegar a estas playas es tan descabellado como sugerir que Sud o Latinoamérica son, en cuanto al tipo humano, un dechado de homogeneidad.
El psicólogo social llevado a la emisora, ¿ha viajado por el continente alguna vez?, ¿cree que el presidente Vázquez desciende de indios porque su nombre de pila es Tabaré y le encuentra semblante parecido al del mandatario de Bolivia Evo Morales?
Una cartilla de la dependencia ministerial que organiza los Días del Patrimonio señala, con referencia a la reciente edición 2007 Culturas uruguayas, Martha Gularte-Rosa Luna: “Seguramente ni Ayestarán ni Pereda Valdés ni Vicente Rossi ni Pedro Figari pudieron imaginar que en los primeros años del siglo XXI las tradiciones afrouruguayas, representadas especialmente por el candombe (música y danza), hubieran alcanzado los niveles de popularidad y aceptación que tienen en la mayor parte de la ciudadanía uruguaya, que obviamente sigue siendo de origen europeo” (subrayado por mi cuenta).
No da para más que, como posdata, excusarme y confesar: nunca entendí bien qué significa ese diploma de psicólogo social. ¿Es que, acaso, por ventura o desventura, los otros psicólogos de profesión están discriminados y no son sociales?

362/Tendencias - De premios filosóficos y fundaciones derechistas - Por Barbara Ehrenrei

muy urticante denuncia
de un modo de estirar la
dominación, leer atentamente
y sin pensar que es un caso único, rb

Bueno, ¿cuál es el sentido del universo? No empecé a leer los periódicos del domingo con esta pregunta en mente, pero después de tener que pasar penosamente por violaciones en masa en el Congo, bombardeos en Bagdad y la importancia de K-Fed [N. del T.: Kevin Federline, rapero estadounidense conocido por su matrimonio con Britney Spears] como padre, no podía esquivar por más tiempo la cuestión. Entonces, en medio de la sección de reseñas del New York Times Week –uno de los espacios más caros de la industria editorial– me encontré con un anuncio a doble página con el título “¿Tiene sentido el universo?”
El texto del anuncio lo componían las respuestas de doce tipos-con-aspecto-de-científico-y-filósofo, que iban desde que el universo no tiene ningún sentido (el bioquímico Christian de Duve) a que está dirigido con un sentido claro (Jane Godall) y el lamento total, como el del astrónomo Owen Gingerich: “Francamente, soy psicológicamente incapaz de creer que el universo no tiene sentido.” (Aguántate Owen, es el único universo que tienes). Me ofendió que no me pidieran contribuir con mi teoría de que éste es un universo de prueba que ha resultado ser defectuoso. Pero me sorprendió más todavía el patrocinador del anuncio: la
Fundación John Templeton.
Hace un par de semanas la Fundación Templeton apareció en las noticias en un contexto bastante menos elevado. John Templeton Jr., el presidente de la fundación, resulta que es uno de los fundadores de
Freedom Watch, el nuevo grupo de derechas que ha estado emitiendo anuncios pro-guerra en los que se mezcla a Al Qaeda con lo que sea contra lo que estemos luchando en Irak. Puede que hayáis visto uno en el que un veterano se queja de que detener la guerra ahora hará que la pérdida de sus piernas no tenga ningún sentido, como el universo mismo.
Esta no es la primera o la única incursión de John Templeton en la política de derechas. En el 2004 promovió el grupo
Let Freedom Ring [Dejad que suene la libertad], cuyo objetivo era conseguir el voto de los cristianos evangelistas para George W. Bush. Recientemente se ha unido a la campaña de Romney National Faith and Values Steering Committee [Comité para la Dirección de los Valores y la Fe Nacional], un grupo que incluye a un activista anti-aborto y un compañero de la Heritage Foundation [N. del T.: uno de los más importantes think-tank conservadores estadounidenses].
Así que la verdadera pregunta es, “¿Cuál es el sentido de la Fundación Templeton?”
Fundada por el padre de John Templeton Jr., Sir John Templeton, el inversor, la fundación se proponía tender puentes entre la ciencia y la espiritualidad al mismo tiempo que promover –algo que obviamente nada que ver con lo anterior– la libre empresa. En sólo diez años se ha convertido en una fuerza considerable en el mundo académico, generalmente financiando cualquier cosa que sea sobre asuntos borrosos y confusos para estudios gubernamentales acerca de, por ejemplo, el optimismo, la felicidad, el carácter, el perdón y la fe. Este año, su Premio Anual Templeton, valorado en un millón y medio de dólares, fue a parar al filósofo canadiense Charles Taylor, quien afirma en la página web de la fundación que “necesitamos urgentemente una nueva manera de comprender la propensión humana hacia la violencia.”
Quizá debería haber empezado por preguntarle a John Templeton Jr. O quizá hubo un error, y la fundación no tenía la intención de darle el premio al filósofo canadiense, sino a Charles Taylor, el señor de la guerra de Liberia.
¿Y qué hay del proyecto más empalagoso de todos, una beca de 8 millones de dólares para crear el
Instituto para la Búsqueda del Amor Ilimitado, que Templeton Sr. definió como “el amor completo y constante por cada persona sin excepción”? ¿Hay algún problemilla edípico entre los Templetons o es que el universo es demasiado complicado para mí?
Pero la criatura más famosa de los Templetons es el joven campo de la
Psicología Positiva, propuesto por Martin Seligman, de la Universidad de Pennsylvania, después de que su hija de cinco años le acusase de ser un “cascarrabias” y decidiese cambiar su actitud. La Psi Po trata sobre todo lo que psicología común, con su inclinación hacia la patología, ignora, lo que es en sí misma una admirable ambición. Aunque en la práctica se desliza peligrosamente, para algo que se considera a sí misma una ciencia, hacia lo preceptivo. Si no eres feliz –o optimista, o alegre– mejor que te pongas a trabajar en ello ahora, y nosotros tenemos “entrenadores” para ayudarte.
Pon toda esa felicidad y optimismo junto con la agenda política de John Templeton Jr. y podréis obtener resultados paranoicos de lo más bonito: por ejemplo, que la Fundación Templeton es un complot para idiotizar a los americanos, convirtiéndolos en sonrientes conformistas con el status quo. ¿Y no seria una coincidencia que Templeton ayudase a financiar la reelección del presidente más optimista que hemos tenido desde Ronald Reagan?
Así que asistí a la Sexta Conferencia Anual Internacional de Psicología Positiva en Washington DC la última semana a ver de qué iba, y soy feliz –lo que me hace también optimista, esperanzada y casi positiva– de informar de que este grupo creado por Templeton sería probablemente incapaz de conspirar incluso para encontrar todos juntos la salida de una bolsa de papel. Las presentaciones que presencié fueron de una variedad que iba de la mediocridad a la tontería. En el nivel mediocre o sub-mediocre había una conferencia sobre los efectos de un campamento de verano cristiano en los adolescentes, en la que se sugería que mejoró en ellos virtudes como el autocontrol y la paciencia. En cuanto a la tontería, nada pudo superar un par de sesiones protagonizadas por “entrenadores” y consultores de gestión empresarial utilizando sus Power Ppoints para ilustrar cómo hacen que las corporaciones sean más “positivas” y “basadas en la fuerza.”
Lo más extraño de todo fue que el fundador de la Psi Po, Martin Seligman, apareció, para consternación de buena parte de la audiencia, para renunciar a toda su empresa, afirmando desde el podio que “había decidido que mi teoría de la psicología positiva está completamente equivocada, así que he avanzado hacia una noción diferente.” Todo lo que puedo decir es que la nueva noción expande la jurisdicción de la Psi Po para incluir a la antropología, la ciencia política y la economía, y parece estar basada empíricamente en el amor de Seligman por el bridge (1) –el juego de cartas, no el vínculo entre lo espiritual y lo científico. Más allá de esto, mis largas y detalladas notas no ofrecen ninguna explicación.
Cuando terminó la sesión, acorralé a un joven psicólogo que había estado designado por la Fundación Templeton para entregar el Premio Martin E.P. Seligman a la Mejor Tesis de Investigación en Psicología Positiva. “¿Qué me dice de la financiación de anuncios pro-guerra por parte de John Templeton?”, le pregunté. “Sin comentarios”, me contestó al final, mencionando de paso que ya le habían hecho la misma pregunta con anterioridad.
Y es muy posible. Los beneficiarios académicos de la Fundación Templeton no sólo son oportunistas y gurús de la auto-ayuda, sino científicos serios, y éstos necesitan disociarse de la belicosidad imprudente de John Templeton Jr. No estoy diciendo que deberían devolver sus becas, sólo meter la cuchara un poco en la generosidad de Templeton cuando ponga un anuncio a toda página en el New York Times, acompañándolo con un intrigante titular del estilo “¿Cuál es el sentido de la ciencia? Una pista: no es la guerra.” Charles Taylor, con su premio de un millón y medio de dólares, debería organizar la campaña.
NOTAS: (1) Juego de palabras intraducible entre bridge (“construir, tender puentes”) y bridge (el juego de cartas) [N. del T.]
Barbara Ehrenreich es una periodista norteamericana que goza de gran reputación como investigadora de las clases sociales en EEUU. Esta actividad investigadora le ha ocupado toda su vida desde que se infiltró disfrazada de sí misma en la clase obrera que recibe salarios de miseria en su ya clásico Nickel and Dimed [Por cuatro chavos], un informe exhaustivo de las enormes dificultades por las que pasan muchos estadounidenses que tienen que trabajar muy duro para salir adelante. Luego, años más tarde, repitió la operación centrándose en la clase media, pero esta vez, para su sorpresa, no acabó trabajando de incógnito entre trabajadores, sino que básicamente tuvo que tratar con desempleados sumidos en la desesperación de haberse visto apeados del mundo empresarial. El resultado de esta reciente incursión es otro libro, más reciente, Bait and Switch. The (Futile) Pursuit of the American Dream. [Gato por liebre. La (fútil) búsqueda del sueño americano]. Actualmente dedica mucho tiempo a viajar por todo el país con el propósito de contar sus experiencias a distintos públicos que comparten sus mismas vivencias,
está muy implicada en poner en marcha una nueva organización dedicada a articular a los desempleados de clase media. Traducción de Àngel Ferrero.

361/Tendencias - Ojo con lo que “está bien” en la ilógica del poder - Fernando Caputi

colaborador, amigo y certera pluma,
aquí pega un buen palo, para
masticar - y no es en la rueda -, rb
SOBRE PUBLICIDAD
Un funcionario que no es guardahilos (por lo sabido, su vínculo laboral subsistió a eventual litigio o discusión), había afirmado en explícita reiteración que las partidas publicitarias de Antel serán asignadas siguiendo “la lógica” de contemplar únicamente a medios de prensa que opinen y/o informen a favor del organismo y aprueben su gestión. Expresiones de atentatorio flechamiento, tremendamente más asustador que el presunto favoritismo condenado por el partido hoy situacionista cuando –épocas inmediatamente anteriores– mantenía furibunda oposición al “sistema” y, en particular, autoridades de Antel.
Por implícita sintonía, la novedad trajo a colación declaraciones del primer mandatario actual formuladas a fines de junio último, fustigando en consejo de ministros y después públicamente lo que conceptuaba inconveniente del espectro periodístico nacional en una simplista clasificación (lo que “está bien” de un lado, por natural descarte, lo que “no está bien” del otro) de las diversas posturaas editoriales.
Pero volvamos a Antel.
Con clara intención de desvirtuar la especie, un director de la empresa estatal salía al cruce de los dichos de su representante en relaciones externas: fueron hechos a título “personal” y no se corresponden con la realidad, sostuvo, buscando desestimarlos al asegurar que la publicidad en cuestión “seguirá” siendo resuelta, en coordinación con dos agencias privadas que sirven a la institución, con ajuste a neutrales “criterios técnicos”.
De su experiencia profesional al frente de una publicación mensual (Periódico Ciudad Vieja), puede extraer el suscrito observaciones llamativas como las siguientes:
1) una de las dos agencias citadas se especializaba en, tomando iniciativa, reservar espacios a ocupar, según pautas y decisiones “plenamente confirmados”, con piezas publicitarias que, llegado el momento de su entrega, no aparecían ni se explicaba por qué era incumplido el compromiso asumido;
2) distorsionando por igual el cierre de la(s) respectiva(s) edición(s) del mensuario, si por contada excepción el original era efectivamente cursado, ello sucedía horas o días después de lo combinado, y el pago de la factura (por valor a veces regateado desde Antel y no por la agencia) se hacía efectivo algún día, antojadizamente lejano en el tiempo. Y la reiteración de tan indebido proceder –por lo menos, poco serio– llevó a interrumpir, desde el periódico, todo contacto de ese orden.
3) Una vez, en diálogo telefónico, el secretario de una directa dependencia municipal archiconocida como sistemática anunciante en medios políticamente afines a la coalición gubernamental, sorprendió primero al consultar precio para aviso de una página; segundo, cuando supo el valor (normal en plaza) dijo que cuadriplicaba lo imaginado; tercero, concedida como inusual excepción una rebaja del 75% que no esperaba, se desentendiera del anuncio y de golpe cambiara de libreto alegando que la publicación de improviso ya no se ajustaba a “los términos” y “el estilo” que pretendía el potencial avisador...
¿Cuál, en tiempos de cambio, la postura que habrá de prevalecer en la concesión de publicidad oficial a pagar con dineros no del Frente Amplio sino del pueblo?, ¿la uruguaya de ponderada ecuanimidad que la dictadura dolorosamente dejara en suspenso?, ¿una a semejanza de países caribeños muy afines u otra, intermedia? ¿La antojadiza adoptada por aquella agencia privada a servicio de Antel?
En tanto parecería ser que Michel Visillac, su indiscreto asesor en cuestión, según una versión oficiosa será cambiado de área y, en el futuro, deberá quedarse en el molde, no más actuar como portavoz.
Como, total, la duda sobre si lo suyo fue un infundio o una verdad que no había que reconocer, mucho más de lo que está en juego y, por encima de la elocuencia de tan oscuros antecedentes, indicios y presagios, habrá que supeditarse a lo que, de aquí en adelante, prueben los hechos.