Perú, julio del 2007.
La historia tiene una extravagante tendencia de parir personajes hechos a la medida de la novela; y siendo hermanas de leche las dos, historia y novela, no deja de parecer esto un asunto de favor entre quienes, más allá de su vínculo consanguíneo, se aman a veces, y otras se repelen, como ocurre tantas veces entre mujeres apasionadas. Cuando la historia, que se mueve sobre el piso de la realidad terrena da a luz a una de estas criaturas, los mortales, que padecemos de la debilidad de la admiración por lo singular, o por lo anormal, solemos siempre decir que esa criatura parece "un personaje de novela".
De estas criaturas nacidas de la historia para reinar en la novela, y que son a veces verdaderos fenómenos, como los terneros de dos cabezas, o los potrillos de seis patas, y que causan nuestra admiración, hemos tenido muchas en América Latina, y nos gusta asociar su aparición al subdesarrollo, como si la pobreza y el atraso fueran su mejor caldo de cultivo.
Isabel Perón, la cabaretera que tras la muerte de su marido llegó a ceñirse la banda presidencial, auxiliada en su poder por José López Rega, un brujo quiromante que echaba cada mañana el destino público a suertes de Tarot en la Casa Rosada, y manejaba, además, su propio escuadrón de la muerte, la Triple A, como si se trata de un club de fútbol.
Vladimiro Montesinos, el todopoderoso jefe de los servicios secretos con aire de cantante de vodevil que guardaba miles de cintas de video donde aparecía él mismo corrompiendo jueces, magistrados, diputados, empresarios, periodistas, militares, siempre un sobre lleno de dinero en su mano mientras las cámaras secretas trabajaban, una mano que también firmaba sentencias secretas de muerte.
El general Miguel Idígoras Fuentes, presidente de Guatemala, que ya anciano, para probar su energía y vitalidad se ponía cada mañana a saltar en la cuerda frente a las cámaras de la televisión, vestido con calzones cortos, mientras tanto la represión ordenada por él afligía las montañas.
El viejo Somoza, que mandaba rellenar de votos falsos la urnas para salir siempre electo, pero también se robaba las elecciones de Miss Nicaragua a favor de la candidata favorita suya, y metía a los presos políticos en jaulas contiguas a las de las fieras de su jardín zoológico. Carne de novela, con el riesgo de que un novelista poco hábil puede dejar a estos personajes en figuras de historieta cómica.
La historia, que pare mientras inventa, trabaja sin embargo en cualquier latitud.
Lejos de América Latina, en Polonia, se ha sacado del vientre a los hermanos gemelos Kaczynski, que al mismo tiempo han llegado a ser el uno presidente de la república, Jaroslaw, y el otro primer ministro, Lech. Gorditos, sonrosados e idénticos en pensamiento, voz y ademanes, parecen gnomos de un cuento de hadas tenebroso. O recuerdan a los sobrinos del Pato Donald, entre otras cosas porque la frase iniciada por uno es siempre terminada por otro.
Si la novela necesita de personajes salidos de las cavernas más oscuras, aquí están estos hermanos que le entrega la historia a ritmo de polca circense, aún chorreando sombras.
Los Kaczynski fueron electos gracias a una alianza de la extrema derecha que incluye a su propio partido, Ley y Justicia, a la Liga de las Familias Polacas, y a la Autodefensa de la República de Polonia, oigan sino resuenen en esos nombres ecos del viejo fascismo que siempre está levantando la tapa del sepulcro. Personajes que recorren la pista con sus volantines y cabriolas, pálidos frente a ellos los presidentes que saltan en la cuerda, las gobernantas cabareteras, los brujos consejeros, los jefes de la policía secreta con sus mazos de billetes en la mano.
Los hermanitos polacos, con mansedumbre de graciosos osos de peluche, han reclamado el restablecimiento de la pena de muerte en toda Europa, y han puesto bajo investigación el programa de televisión Teletubbies bajo el cargo de que ayuda a provocar la homosexualidad. Alientan un discurso antisemita, en un país donde el antisemitismo costó millones de vidas, e intentaron prohibir el estudio de las obras de Kakfa, Flaubert y Dostoyeviski en los colegios, para sustituirlos por "autores polacos nacionalistas y patriotas". Hicieron pasar en el parlamento una ley mediante la que se obliga a más de 600.000 ciudadanos a entregar una declaración sobre sus actos políticos en tiempos del régimen comunista, un streap-tease de sus vidas de veinte años atrás, los buenos separados de los malos, como en el juicio final.
De semejantes partos de la historia, como el de los gemelos Kaczynski, nos alegremos los novelistas, pero se afligen los ciudadanos, porque mientras más alto vuela la imaginación, más rastrero es el peso terrenal de estas criaturas. A la historia, madre sin sentimientos, le gusta jugar con fuego, sin acordarse de que, cuando entromete el vínculo familiar en palacio, y da el poder a hermanos gemelos, a padres e hijos, a esposos y esposas, crea el ridículo con todos sus acentos de risa, pero también la tragedia, con todos sus acentos de llanto.
Pero se arrepiente a veces de sus desaciertos, no puede negarse, y arrebata a la novela la carne del asador. Porque los hermanos Kaczynski no tardarán en salir por donde entraron, la engañosa y caprichosa puerta de los votos. Tras una denuncia de corrupción han perdido la mayoría parlamentaria, y las encuestas los reducen ahora, de cara a las elecciones anticipadas que ya han sido convocadas, a su mínima expresión. Que el ejemplo se repita.
La Insignia. Lima, julio del 2007.
lunes, 30 de julio de 2007
Retinas - La reflexión crítica - Octavio Paz
México, noviembre de 1982 (*).
(...) La historia no es un discurso. No creo que la historia sea nada más que miedo y furor, como dice Shakespeare, pero tampoco es un discurso filosófico. Ahora bien: usted me pregunta si es posible pensar la historia sin el marxismo. Contesto: no, no es posible.
El marxismo forma parte de nuestra herencia intelectual. Del mismo modo que somos neoplatónicos y kantianos, a veces sin saberlo, somos también marxistas. El marxismo forma parte de la sangre intelectual del hombre moderno. Aceptar la herencia del marxismo vivo es algo muy distinto a convertirlo en un absoluto, que es lo que han hecho casi todos los discípulos de Marx.
(...) Montesquieu vio con claridad que el problema consiste en encontrar maneras de controlar al gobierno. Esto es imposible sin una vida democrática intensa y plural. Pero hay otros problemas en una democracia: debemos defendernos no sólo de los tiranos sino también de los demagogos, de las burocracias políticas tan-to como de las oligarquías. La sociedad estadounidense fue, en su origen, un intento por crear una sociedad justa y libre. ¿Y qué hicieron?
Un Estado débil y una sociedad civil fuerte. Pero en el seno de la sociedad civil surgieron los grandes monopolios capitalistas, que dominaron a la sociedad frente a la impotencia del Estado y de los ciudadanos. Ante los excesos de las oligarquías capitalistas -parece todo esto una reproducción de una lección de Aristóteles- la clase obrera descubrió el arma del sindicalismo. A su vez, el sindicalismo, nacido como un freno de la oligarquía, se transformó en un orden burocrático.
Finalmente, para controlar a unos y otros, el Estado creció. Además, el Estado tenía que defender al país de las amenazas de guerra y, asimismo, defender a los intereses imperiales, pues la república norteamericana se había convertido ya en un imperio. El ejemplo de Estados Unidos muestra los viejos peligros de la democracia plutocrática -algo que conocieron Atenas y Roma- al mismo tiempo que los nuevos peligros de la modernidad.
(...) En los movimientos de la década de los 60 hubo un elemento bueno: la idea del instante, del ahora. La renuncia al futuro fue positiva: el futuro es por definición inalcanzable. Y esto es lo que le dio carácter de festival orgiástico y religioso a la revuelta juvenil. Pero el instante se volatiliza y no quedan más que cenizas. Nada más triste que el día que sigue a la fiesta, después del carnaval. También fue positiva la reconciliación con la naturaleza.
Esto vino en parte de Thoreau y fue más estadounidense que francés. La naturaleza, dijeron los jóvenes, no es una cantera que hay que explotar: es nuestra morada y más, nuestro origen. Y tenían razón. Los hombres somos naturaleza desterrada y volver a ella es volver a lo más antiguo de nosotros. Pero en los movimientos de los 60 había también un elemento utópico inquietante.
Yo admiré mucho a Fourier y lo sigo admirando porque vio algo que Marx no vio: el hombre es una criatura de deseos. El hombre de Fourier no es una abstracción: tiene una dimensión pasional, física. Pero la sociedad ideal que nos pinta Fourier, como la de todos los utopistas, es espantosa: un mundo de autómatas. La mecánica sustituye a la pasión y la geometría a la libertad.
Las utopías nos proponen paraísos geométricos, es decir, paraísos carcelarios y patibularios. La sociedad utópica, aparte de ser inhumana, es aburridísima. En mayo de 1968, en París, al lado del elemento orgiástico y espontáneo apareció la utopía política, pedante y opresora. La utopía se transforma muy rápidamente en guillotina y en campo de concentración.
(...) Me parece que la crítica del terrorismo intelectual es una de las tareas esenciales de los verdaderos demócratas. Cuando estaba de moda hablar de los tupamaros con admiración, nosotros en Plural los criticamos y dijimos que sus actividades abrían las puertas a los militares.
Naturalmente, muchos intelectuales de izquierda nos atacaron y nos insultaron. Sin embargo, parte de la importancia moral e intelectual que tuvo primero Plural, y después Vuelta, viene de nuestra crítica de las tendencias autoritarias de la izquierda. Hemos contribuido a limpiar la atmósfera. Muchos de los que nos atacaban piensan ahora como nosotros. Cuando pusimos en duda que la Unión Soviética fuese un país socialista, pareció una herejía. Ahora nadie cree que sea reaccionario discutir este punto.
(...) Vuelta continúa la tradición de las revistas hispanoamericanas desde fines del siglo pasado, que se orientaron todas en una doble dirección: por una parte, trataron de reunir a los escritores más importantes de nuestra lengua y, por la otra, buscaron abrir al mundo de lengua española la cultura europea. Es la tradición de la Revista Azul y de la Revista Moderna, de Sur y de Contemporáneos, etc. Al mismo tiempo, Vuelta toca una serie de temas de orden histórico que esas revistas puramente literarias apenas si tocaron, y que para nosotros son fundamentales. Cierto, la reflexión crítica implica el riesgo de polémicas y discusiones. No importa: hemos querido ser irreverentes, y creo que lo hemos logrado.
Nos hemos atrevido a hacer ciertas preguntas que en general los intelectuales de América Latina no se habían hecho o que se habían hecho de un modo bastante tímido: el socialismo totalitario, el terrorismo, la defensa de la democracia. Nos propusimos no renunciar enteramente a la razón en el examen de los hechos, sustituir la apología partidista de un lado o de otro por la reflexión crítica. No lo hemos logrado siempre, pero creo que hemos contribuido un poco a limpiar de telarañas ideológicas la atmósfera de América Latina y, especialmente, de México.
Fragmento de la entrevista concedida por Octavio Paz a la revista mexicana Uno más uno el 16 de noviembre de 1982.
(...) La historia no es un discurso. No creo que la historia sea nada más que miedo y furor, como dice Shakespeare, pero tampoco es un discurso filosófico. Ahora bien: usted me pregunta si es posible pensar la historia sin el marxismo. Contesto: no, no es posible.
El marxismo forma parte de nuestra herencia intelectual. Del mismo modo que somos neoplatónicos y kantianos, a veces sin saberlo, somos también marxistas. El marxismo forma parte de la sangre intelectual del hombre moderno. Aceptar la herencia del marxismo vivo es algo muy distinto a convertirlo en un absoluto, que es lo que han hecho casi todos los discípulos de Marx.
(...) Montesquieu vio con claridad que el problema consiste en encontrar maneras de controlar al gobierno. Esto es imposible sin una vida democrática intensa y plural. Pero hay otros problemas en una democracia: debemos defendernos no sólo de los tiranos sino también de los demagogos, de las burocracias políticas tan-to como de las oligarquías. La sociedad estadounidense fue, en su origen, un intento por crear una sociedad justa y libre. ¿Y qué hicieron?
Un Estado débil y una sociedad civil fuerte. Pero en el seno de la sociedad civil surgieron los grandes monopolios capitalistas, que dominaron a la sociedad frente a la impotencia del Estado y de los ciudadanos. Ante los excesos de las oligarquías capitalistas -parece todo esto una reproducción de una lección de Aristóteles- la clase obrera descubrió el arma del sindicalismo. A su vez, el sindicalismo, nacido como un freno de la oligarquía, se transformó en un orden burocrático.
Finalmente, para controlar a unos y otros, el Estado creció. Además, el Estado tenía que defender al país de las amenazas de guerra y, asimismo, defender a los intereses imperiales, pues la república norteamericana se había convertido ya en un imperio. El ejemplo de Estados Unidos muestra los viejos peligros de la democracia plutocrática -algo que conocieron Atenas y Roma- al mismo tiempo que los nuevos peligros de la modernidad.
(...) En los movimientos de la década de los 60 hubo un elemento bueno: la idea del instante, del ahora. La renuncia al futuro fue positiva: el futuro es por definición inalcanzable. Y esto es lo que le dio carácter de festival orgiástico y religioso a la revuelta juvenil. Pero el instante se volatiliza y no quedan más que cenizas. Nada más triste que el día que sigue a la fiesta, después del carnaval. También fue positiva la reconciliación con la naturaleza.
Esto vino en parte de Thoreau y fue más estadounidense que francés. La naturaleza, dijeron los jóvenes, no es una cantera que hay que explotar: es nuestra morada y más, nuestro origen. Y tenían razón. Los hombres somos naturaleza desterrada y volver a ella es volver a lo más antiguo de nosotros. Pero en los movimientos de los 60 había también un elemento utópico inquietante.
Yo admiré mucho a Fourier y lo sigo admirando porque vio algo que Marx no vio: el hombre es una criatura de deseos. El hombre de Fourier no es una abstracción: tiene una dimensión pasional, física. Pero la sociedad ideal que nos pinta Fourier, como la de todos los utopistas, es espantosa: un mundo de autómatas. La mecánica sustituye a la pasión y la geometría a la libertad.
Las utopías nos proponen paraísos geométricos, es decir, paraísos carcelarios y patibularios. La sociedad utópica, aparte de ser inhumana, es aburridísima. En mayo de 1968, en París, al lado del elemento orgiástico y espontáneo apareció la utopía política, pedante y opresora. La utopía se transforma muy rápidamente en guillotina y en campo de concentración.
(...) Me parece que la crítica del terrorismo intelectual es una de las tareas esenciales de los verdaderos demócratas. Cuando estaba de moda hablar de los tupamaros con admiración, nosotros en Plural los criticamos y dijimos que sus actividades abrían las puertas a los militares.
Naturalmente, muchos intelectuales de izquierda nos atacaron y nos insultaron. Sin embargo, parte de la importancia moral e intelectual que tuvo primero Plural, y después Vuelta, viene de nuestra crítica de las tendencias autoritarias de la izquierda. Hemos contribuido a limpiar la atmósfera. Muchos de los que nos atacaban piensan ahora como nosotros. Cuando pusimos en duda que la Unión Soviética fuese un país socialista, pareció una herejía. Ahora nadie cree que sea reaccionario discutir este punto.
(...) Vuelta continúa la tradición de las revistas hispanoamericanas desde fines del siglo pasado, que se orientaron todas en una doble dirección: por una parte, trataron de reunir a los escritores más importantes de nuestra lengua y, por la otra, buscaron abrir al mundo de lengua española la cultura europea. Es la tradición de la Revista Azul y de la Revista Moderna, de Sur y de Contemporáneos, etc. Al mismo tiempo, Vuelta toca una serie de temas de orden histórico que esas revistas puramente literarias apenas si tocaron, y que para nosotros son fundamentales. Cierto, la reflexión crítica implica el riesgo de polémicas y discusiones. No importa: hemos querido ser irreverentes, y creo que lo hemos logrado.
Nos hemos atrevido a hacer ciertas preguntas que en general los intelectuales de América Latina no se habían hecho o que se habían hecho de un modo bastante tímido: el socialismo totalitario, el terrorismo, la defensa de la democracia. Nos propusimos no renunciar enteramente a la razón en el examen de los hechos, sustituir la apología partidista de un lado o de otro por la reflexión crítica. No lo hemos logrado siempre, pero creo que hemos contribuido un poco a limpiar de telarañas ideológicas la atmósfera de América Latina y, especialmente, de México.
Fragmento de la entrevista concedida por Octavio Paz a la revista mexicana Uno más uno el 16 de noviembre de 1982.
domingo, 29 de julio de 2007
Ponencia - Un mundo sin historia ni economía ni antropología - Por Santiago Alba Rico
Sobre "Imperio", de Michael Hardt y Toni Negri
Las críticas del siempre malhumorado James Petras a Imperio de Toni Negri y Michael Hardt revelan hasta qué punto, como él mismo confiesa, no ha leído el libro. Todos los argumentos de Petras a favor de la funcionalidad imperialista del Estado-nación, basados en un monótono despliegue de datos económicos (propiedad de las corporaciones multinacionales, concentración del poder bancario, control de los acuerdos de libre comercio, medidas proteccionistas, feroz disputa de riquezas “territorializadas”, etc.), admiten sin duda diversas interpretaciones; Wallerstein, por ejemplo, o Arrighi o Gowan tendrían algo que decir al respecto.
Pero no sirven contra Negri y Hardt. Imperio se sitúa desde el principio en un nivel inatacable, donde no hay nada que discutir, tan heterogéneo a la fuente de estas objeciones como lo sería La trucha de Schubert respecto de los consejos de un pescador. Imperio no fue concebido, está claro, para abordar la crisis en Argentina o la intervención en Afganistán (o el batacazo de Enron) y no sólo porque todos estos acontecimientos se hayan producido después de su publicación; es que el propósito de Imperio es mucho más ambicioso. Se ofrece al examen del lector como una Teoría general del dominio o como la vulgata americana de Una historia materialista de la humanidad.
La paradoja de este libro no consiste en el hecho de que rocíe al lector con una “muchedumbre” de textos sin confines precisos, como para probar la “supeditación” (o subsunción) real que caracteriza al Imperio (“una forma fundamentalmente nueva de dominio”, líquida, reticular, sin límites territoriales o institucionales); la paradoja consiste en que obliga a sus autores a movilizar toda una serie de categorías bipolares que multiplican especularmente el “dualismo” contra el que la obra construye sus argumentos. El destino del mundo y la fuerza epistemológica de las filosofías se dirime en torno a toda una serie de oposiciones binarias, conceptualmente muy débiles pero psicológicamente muy activas, que ciñen el libro con un aura de radicalidad y energía: deseo/orden, inmanencia/trascendencia, multitud/Estado, movilidad/inmovilidad, trabajo vivo/trabajo muerto, generación/corrupción, etc.
El rechazo de los autores a considerar el dominio a la luz de una “dinámica puramente económica”, como la que cristaliza en la “teoría de los ciclos” (que “pasa por alto que la historia es un producto de la acción humana” y que “hace bailar las acciones humanas al ritmo de las estructuras cíclicas”, p. 223), les lleva mucho más allá que a afirmar simplemente la eficacia de las intervenciones (a la manera de Chomsky); les lleva, en una suerte de delirio (anti)teológico, a deshacerse de la historia, la economía y la antropología como de lastres no-materialistas para apoyar el curso entero de la humanidad en el fulcro de una categoría ontológicamente irreductible, autógena, no susceptible de deconstrucción: la de subjetividad deseante (con su correspondiente político: la multitud). Es decir una visión materialista de la historia consistiría, según Negri y Hardt, en desenmascarar la lucha sempiterna entre una “ontología creativa” y una “ontología negativa”.
El “archipiélago de fábricas de la subjetividad” (p. 185) no sólo chocaría, sino que reactivaría, a su pesar, este fondo de deseo auténtico que habría ido creciendo así, de dominio en dominio, hasta alcanzar su paroxismo imperial. Pero, ¿de dónde habrían surgido, cómo, para qué, estas “fábricas de subjetividad”? Todo ocurre como si la Humanidad, en un tiempo inmemorial, se hubiese dividido, al igual que en esa famosa frase de Sismondi citada por Marx, entre deseantes buenos que formarían la “multitud” y deseantes malos que constituirían contra ella los diferentes aparatos o paradigmas de dominio. El deseo bueno se llamaría, con otro nombre, “inmanencia”; el deseo malo, “trascendencia”. La Historia, pues, no sería la historia de la lucha de clases, ni siquiera la lucha entre ricos y pobres (salvo porque éstos “son los verdaderos profetas” del Imperio, p. 153), o la lucha entre fuertes y débiles (como para Calicles y Nietzsche) o entre listos y tontos (como para Ortega): la Historia es la lucha entre “inmanencia” y “trascendencia”. Los deseantes malos organizaron primero un paradigma de dominio basado en el “sometimiento”, el Estado patrimonialista (un régimen de trascendencia simple); cuando éste dejó de servir, excogitaron otro basado en la “disciplina”, el Estado burgués moderno (un régimen de trascendencia interiorizada); por fin, perimido también el orden de la modernidad, instituyeron, a fuerza de desear mal, el paradigma final, el del control biopolítico o Imperio (trascendencia totalizada).
Y entre tanto, ¿qué hacían los deseantes buenos? La paradoja de haberse negado a descender al análisis de la historia, la economía y la antropología, obliga a Negri y Hardt a confinar este combate “ontológico” en los textos. La historia es una lucha de textos. Por ejemplo, el paso del Estado patrimonialista al Estado moderno sería la consecuencia de la elaboración de un “aparato trascendental” (obra de Descartes, Kant y Hegel, entre otros) concebido expresamente para sofocar “el plano inmanente revolucionario” insinuado, entre los años 1200 y 1600, por Duns Scoto, Dante, Nicolás de Cusa, Francis Bacon y Galileo. Por su parte, el paso del Estado-nación imperialista al Imperio estaría inscrito, como la sociedad musulmana contemporánea en las aleyas del Corán, en el texto de la Constitución de EE.UU. (cuya “tendencia imperial”, y no las 145 intervenciones armadas, los golpes de Estado y el lubricante de la cia, habría dado a este país una “posición privilegiada” o hegémonica en el mundo, p. 173), y Roosevelt y Truman habrían explotado todas sus potencialidades legales contra los textos de Maquiavelo, Spinoza y Marx.
LAS BUENAS MULTITUDES
En todos estos cambios, las “multitudes” —acumuladores eléctricos de deseos buenos— juegan un papel activo, imprescindible, pero borroso. Lo son todo, pero no aparecen. La revolución de Duns Scoto y Francis Bacon fue acompañada de una serie de “movimientos de renovación” de los que no se nos dice nada pero que estallaban por todas partes sin parar: “Cada vez que se les cerraba un espacio, los movimientos retornaban al nomadismo y al éxodo, llevando consigo el deseo y la esperanza de una experiencia incontrolable” (p. 83). En cuanto a la participación de la “multitud” en la configuración del Imperio, ha sido también decisiva, como su impulso y su límite, pero no merece ni diez líneas; en la década de los años 60, “en todo el mundo” la gente se rebeló contra “el orden disciplinario internacional” obligando al capital a “encarar un nuevo modelo de paradigma” (p. 243): “la formación del imperio es una respuesta al internacionalismo proletario” (p. 63).
Los sucesivos paradigmas de dominio, las distintas fases de evolución del mal deseo (incluida la transición de la “subsunción formal” a la “subsunción real” del trabajo en el capital, p. 238) no serían sino las respuestas a un deseo originario que esas respuestas habrían provocado y que esas respuestas liberarían y multiplicarían contra su voluntad haciendo necesarias nuevas respuestas. El paradigma del Imperio entrañaría así, junto a una forma superior de dominio, unas posibilidades también superiores de emancipación: una “inmensa subjetividad”, un “deseo nuevo y generalizado”: la “globalización de los mercados, lejos de ser sencillamente el horrible fruto de la empresa capitalista, fue en realidad el resultado de los deseos y demandas de la fuerza laboral taylorista, fordista y disciplinada de todo el mundo” (p. 238). El Imperio, ese espacio líquido, móvil, abierto y reticular en el que hay que “reinventar incesantemente relaciones diversas y singulares en un terrritorio sin fronteras” (p. 173), crea “un potencial para la revolución mayor que el que crearon los regímenes modernos de poder” (p. 357).
Este deseo bueno (el posse) liberado por la globalización imperial cristaliza en una nueva figura “republicana” investida de tres rasgos o momentos: la voluntad de estar en contra “en todas partes”, la creación de “un nuevo cuerpo” y una “nueva condición ontológica” (algunos pasajes de la p. 205 parecen sacados de la “cinesiología” o de la secta de Rael), y la deserción, concebida como la inmanencia revolucionaria indisociable de los empujones de la miseria y las sacudidas de la flexibilidad laboral.
En consonancia con su insistencia en privilegiar el momento constituyente (el ápeiron de lo que hay que estar empezando una y otra vez desde el principio) y en el marco de esta serie de oposiciones binarias ontológicamente irreductibles, Negri y Hardt son incapaces de aceptar que pueda haber muchas formas de moverse y muchas de estarse quieto. Movilidad se opone a inmovilidad como el deseo bueno al deseo malo (o la inmanencia a la trascendencia o la generación a la corrupción).
En realidad, los 35 millones de refugiados, los cientos de miles de inmigrantes que cruzan mares y lagos en pateras, los fugitivos de Afganistán y Kosovo no lo harían compelidos por una violencia económica o armada sino por “el deseo incontrolable de moverse libremente” (p. 202).
La “multitud” (que no sabemos lo que es) alberga un deseo (no construido, no mediado) de “desterritorialización” que se expresaría, por ejemplo, en su inmediata disposición a huir de un edificio en llamas (“la autonomía potencial de la multitud móvil”, p. 361). Así, Imperio funda un nuevo sujeto revolucionario y el marco para una nueva constitución (un anti-imperio) en el hecho de que todo hombre que escapa de un peligro lo hace con “cierta esperanza” de salvarse (lo que en otros tiempos se llamaba “instinto de supervivencia”).
Mal comprendida o mal contada, esta concepción de la inmovilidad como una mediación trascendental (una violencia) y de la movilidad como una liberación ontológica puede servir también tanto para defender la reforma del código laboral en Italia o el decreto de regulación del desempleo en España como para condenar por reaccionarios a los campesinos brasileños del mst o a los palestinos que, con las armas en la mano, se niegan a ser “transferidos” a Jordania.
En fin, de este triple movimiento que atraviesa y se beneficia de los vectores emancipatorios del nuevo paradigma (el rechazo, el cuerpo nuevo, la fuga perpetua) surgirá “el homohomo, la humanidad al cuadrado” (p. 193), “la democracia absoluta en acción” (p. 371), el comunismo concebido como “una unidad biopolítica manejada por la multitud”. ¡Y hasta san Francisco de Asís! (p. 374)
Una revolución que ya “ningún poder podrá controlar”, pero de la que, en cualquier caso, tampoco podemos —ni debemos— saber en qué consistirá, pues con ello introduciríamos de nuevo la “mediación”, la “trascendencia”, lo construido o inauténtico (es decir, el Estado, la soberanía, el “pueblo” o la ley). “No podemos ofrecer ningún modelo para este acontecimiento. Sólo la multitud a través de su experiencia práctica ofrecerá los modelos y determinará cuándo y cómo lo posible ha de hacerse real.” (p. 372)
Que el bien de la Humanidad y la salvación del universo dependa de “algo” que no sabemos lo que es y de lo que no podemos saber qué quiere —sin pervertirlo o encadenarlo—, pero que es hasta tal punto irresistible que nadie podrá detenerlo, es sin duda muy tranquilizador... a condición de que se demuestre aquello que Imperio no demuestra (y que no podría demostrar sin incurrir en una contradicción), es decir, que ese “algo” contiene otra cosa que a sí mismo; que hay ahí algo bueno que defender.
Lo peor es que Negri y Hardt tampoco demuestran que el Imperio sea malo. Al margen de todo análisis económico, histórico, político o antropológico, el Imperio se define como una abstracta estrategia de dominio y represión del deseo puro. ¿Dominio para qué? ¿Deseo de qué? Las buenas intenciones, el entusiasmo militante y la erudición de los autores no pueden ocultar toda la esterilidad teórica y todos los peligros políticos de esta obra. La mitad “imperio” de Imperio es perfectamente asumible por George Soros o Lawrence Summers (y hasta apetecible para un americano medio); la mitad “deseo” de Imperio se limita a afirmar la inmanencia del reino de Dios en nosotros. El poder constituyente sigue siendo de hecho la máxima impotencia (es decir, un mero consuelo para impotentes). Los que no tenemos la suerte de ver arder nuestras casas, morir a nuestros niños y ser expulsados de nuestras tierras, tendremos que conformarnos con un viaje (o una orgía) de vez en cuando.
Las críticas del siempre malhumorado James Petras a Imperio de Toni Negri y Michael Hardt revelan hasta qué punto, como él mismo confiesa, no ha leído el libro. Todos los argumentos de Petras a favor de la funcionalidad imperialista del Estado-nación, basados en un monótono despliegue de datos económicos (propiedad de las corporaciones multinacionales, concentración del poder bancario, control de los acuerdos de libre comercio, medidas proteccionistas, feroz disputa de riquezas “territorializadas”, etc.), admiten sin duda diversas interpretaciones; Wallerstein, por ejemplo, o Arrighi o Gowan tendrían algo que decir al respecto.
Pero no sirven contra Negri y Hardt. Imperio se sitúa desde el principio en un nivel inatacable, donde no hay nada que discutir, tan heterogéneo a la fuente de estas objeciones como lo sería La trucha de Schubert respecto de los consejos de un pescador. Imperio no fue concebido, está claro, para abordar la crisis en Argentina o la intervención en Afganistán (o el batacazo de Enron) y no sólo porque todos estos acontecimientos se hayan producido después de su publicación; es que el propósito de Imperio es mucho más ambicioso. Se ofrece al examen del lector como una Teoría general del dominio o como la vulgata americana de Una historia materialista de la humanidad.
La paradoja de este libro no consiste en el hecho de que rocíe al lector con una “muchedumbre” de textos sin confines precisos, como para probar la “supeditación” (o subsunción) real que caracteriza al Imperio (“una forma fundamentalmente nueva de dominio”, líquida, reticular, sin límites territoriales o institucionales); la paradoja consiste en que obliga a sus autores a movilizar toda una serie de categorías bipolares que multiplican especularmente el “dualismo” contra el que la obra construye sus argumentos. El destino del mundo y la fuerza epistemológica de las filosofías se dirime en torno a toda una serie de oposiciones binarias, conceptualmente muy débiles pero psicológicamente muy activas, que ciñen el libro con un aura de radicalidad y energía: deseo/orden, inmanencia/trascendencia, multitud/Estado, movilidad/inmovilidad, trabajo vivo/trabajo muerto, generación/corrupción, etc.
El rechazo de los autores a considerar el dominio a la luz de una “dinámica puramente económica”, como la que cristaliza en la “teoría de los ciclos” (que “pasa por alto que la historia es un producto de la acción humana” y que “hace bailar las acciones humanas al ritmo de las estructuras cíclicas”, p. 223), les lleva mucho más allá que a afirmar simplemente la eficacia de las intervenciones (a la manera de Chomsky); les lleva, en una suerte de delirio (anti)teológico, a deshacerse de la historia, la economía y la antropología como de lastres no-materialistas para apoyar el curso entero de la humanidad en el fulcro de una categoría ontológicamente irreductible, autógena, no susceptible de deconstrucción: la de subjetividad deseante (con su correspondiente político: la multitud). Es decir una visión materialista de la historia consistiría, según Negri y Hardt, en desenmascarar la lucha sempiterna entre una “ontología creativa” y una “ontología negativa”.
El “archipiélago de fábricas de la subjetividad” (p. 185) no sólo chocaría, sino que reactivaría, a su pesar, este fondo de deseo auténtico que habría ido creciendo así, de dominio en dominio, hasta alcanzar su paroxismo imperial. Pero, ¿de dónde habrían surgido, cómo, para qué, estas “fábricas de subjetividad”? Todo ocurre como si la Humanidad, en un tiempo inmemorial, se hubiese dividido, al igual que en esa famosa frase de Sismondi citada por Marx, entre deseantes buenos que formarían la “multitud” y deseantes malos que constituirían contra ella los diferentes aparatos o paradigmas de dominio. El deseo bueno se llamaría, con otro nombre, “inmanencia”; el deseo malo, “trascendencia”. La Historia, pues, no sería la historia de la lucha de clases, ni siquiera la lucha entre ricos y pobres (salvo porque éstos “son los verdaderos profetas” del Imperio, p. 153), o la lucha entre fuertes y débiles (como para Calicles y Nietzsche) o entre listos y tontos (como para Ortega): la Historia es la lucha entre “inmanencia” y “trascendencia”. Los deseantes malos organizaron primero un paradigma de dominio basado en el “sometimiento”, el Estado patrimonialista (un régimen de trascendencia simple); cuando éste dejó de servir, excogitaron otro basado en la “disciplina”, el Estado burgués moderno (un régimen de trascendencia interiorizada); por fin, perimido también el orden de la modernidad, instituyeron, a fuerza de desear mal, el paradigma final, el del control biopolítico o Imperio (trascendencia totalizada).
Y entre tanto, ¿qué hacían los deseantes buenos? La paradoja de haberse negado a descender al análisis de la historia, la economía y la antropología, obliga a Negri y Hardt a confinar este combate “ontológico” en los textos. La historia es una lucha de textos. Por ejemplo, el paso del Estado patrimonialista al Estado moderno sería la consecuencia de la elaboración de un “aparato trascendental” (obra de Descartes, Kant y Hegel, entre otros) concebido expresamente para sofocar “el plano inmanente revolucionario” insinuado, entre los años 1200 y 1600, por Duns Scoto, Dante, Nicolás de Cusa, Francis Bacon y Galileo. Por su parte, el paso del Estado-nación imperialista al Imperio estaría inscrito, como la sociedad musulmana contemporánea en las aleyas del Corán, en el texto de la Constitución de EE.UU. (cuya “tendencia imperial”, y no las 145 intervenciones armadas, los golpes de Estado y el lubricante de la cia, habría dado a este país una “posición privilegiada” o hegémonica en el mundo, p. 173), y Roosevelt y Truman habrían explotado todas sus potencialidades legales contra los textos de Maquiavelo, Spinoza y Marx.
LAS BUENAS MULTITUDES
En todos estos cambios, las “multitudes” —acumuladores eléctricos de deseos buenos— juegan un papel activo, imprescindible, pero borroso. Lo son todo, pero no aparecen. La revolución de Duns Scoto y Francis Bacon fue acompañada de una serie de “movimientos de renovación” de los que no se nos dice nada pero que estallaban por todas partes sin parar: “Cada vez que se les cerraba un espacio, los movimientos retornaban al nomadismo y al éxodo, llevando consigo el deseo y la esperanza de una experiencia incontrolable” (p. 83). En cuanto a la participación de la “multitud” en la configuración del Imperio, ha sido también decisiva, como su impulso y su límite, pero no merece ni diez líneas; en la década de los años 60, “en todo el mundo” la gente se rebeló contra “el orden disciplinario internacional” obligando al capital a “encarar un nuevo modelo de paradigma” (p. 243): “la formación del imperio es una respuesta al internacionalismo proletario” (p. 63).
Los sucesivos paradigmas de dominio, las distintas fases de evolución del mal deseo (incluida la transición de la “subsunción formal” a la “subsunción real” del trabajo en el capital, p. 238) no serían sino las respuestas a un deseo originario que esas respuestas habrían provocado y que esas respuestas liberarían y multiplicarían contra su voluntad haciendo necesarias nuevas respuestas. El paradigma del Imperio entrañaría así, junto a una forma superior de dominio, unas posibilidades también superiores de emancipación: una “inmensa subjetividad”, un “deseo nuevo y generalizado”: la “globalización de los mercados, lejos de ser sencillamente el horrible fruto de la empresa capitalista, fue en realidad el resultado de los deseos y demandas de la fuerza laboral taylorista, fordista y disciplinada de todo el mundo” (p. 238). El Imperio, ese espacio líquido, móvil, abierto y reticular en el que hay que “reinventar incesantemente relaciones diversas y singulares en un terrritorio sin fronteras” (p. 173), crea “un potencial para la revolución mayor que el que crearon los regímenes modernos de poder” (p. 357).
Este deseo bueno (el posse) liberado por la globalización imperial cristaliza en una nueva figura “republicana” investida de tres rasgos o momentos: la voluntad de estar en contra “en todas partes”, la creación de “un nuevo cuerpo” y una “nueva condición ontológica” (algunos pasajes de la p. 205 parecen sacados de la “cinesiología” o de la secta de Rael), y la deserción, concebida como la inmanencia revolucionaria indisociable de los empujones de la miseria y las sacudidas de la flexibilidad laboral.
En consonancia con su insistencia en privilegiar el momento constituyente (el ápeiron de lo que hay que estar empezando una y otra vez desde el principio) y en el marco de esta serie de oposiciones binarias ontológicamente irreductibles, Negri y Hardt son incapaces de aceptar que pueda haber muchas formas de moverse y muchas de estarse quieto. Movilidad se opone a inmovilidad como el deseo bueno al deseo malo (o la inmanencia a la trascendencia o la generación a la corrupción).
En realidad, los 35 millones de refugiados, los cientos de miles de inmigrantes que cruzan mares y lagos en pateras, los fugitivos de Afganistán y Kosovo no lo harían compelidos por una violencia económica o armada sino por “el deseo incontrolable de moverse libremente” (p. 202).
La “multitud” (que no sabemos lo que es) alberga un deseo (no construido, no mediado) de “desterritorialización” que se expresaría, por ejemplo, en su inmediata disposición a huir de un edificio en llamas (“la autonomía potencial de la multitud móvil”, p. 361). Así, Imperio funda un nuevo sujeto revolucionario y el marco para una nueva constitución (un anti-imperio) en el hecho de que todo hombre que escapa de un peligro lo hace con “cierta esperanza” de salvarse (lo que en otros tiempos se llamaba “instinto de supervivencia”).
Mal comprendida o mal contada, esta concepción de la inmovilidad como una mediación trascendental (una violencia) y de la movilidad como una liberación ontológica puede servir también tanto para defender la reforma del código laboral en Italia o el decreto de regulación del desempleo en España como para condenar por reaccionarios a los campesinos brasileños del mst o a los palestinos que, con las armas en la mano, se niegan a ser “transferidos” a Jordania.
En fin, de este triple movimiento que atraviesa y se beneficia de los vectores emancipatorios del nuevo paradigma (el rechazo, el cuerpo nuevo, la fuga perpetua) surgirá “el homohomo, la humanidad al cuadrado” (p. 193), “la democracia absoluta en acción” (p. 371), el comunismo concebido como “una unidad biopolítica manejada por la multitud”. ¡Y hasta san Francisco de Asís! (p. 374)
Una revolución que ya “ningún poder podrá controlar”, pero de la que, en cualquier caso, tampoco podemos —ni debemos— saber en qué consistirá, pues con ello introduciríamos de nuevo la “mediación”, la “trascendencia”, lo construido o inauténtico (es decir, el Estado, la soberanía, el “pueblo” o la ley). “No podemos ofrecer ningún modelo para este acontecimiento. Sólo la multitud a través de su experiencia práctica ofrecerá los modelos y determinará cuándo y cómo lo posible ha de hacerse real.” (p. 372)
Que el bien de la Humanidad y la salvación del universo dependa de “algo” que no sabemos lo que es y de lo que no podemos saber qué quiere —sin pervertirlo o encadenarlo—, pero que es hasta tal punto irresistible que nadie podrá detenerlo, es sin duda muy tranquilizador... a condición de que se demuestre aquello que Imperio no demuestra (y que no podría demostrar sin incurrir en una contradicción), es decir, que ese “algo” contiene otra cosa que a sí mismo; que hay ahí algo bueno que defender.
Lo peor es que Negri y Hardt tampoco demuestran que el Imperio sea malo. Al margen de todo análisis económico, histórico, político o antropológico, el Imperio se define como una abstracta estrategia de dominio y represión del deseo puro. ¿Dominio para qué? ¿Deseo de qué? Las buenas intenciones, el entusiasmo militante y la erudición de los autores no pueden ocultar toda la esterilidad teórica y todos los peligros políticos de esta obra. La mitad “imperio” de Imperio es perfectamente asumible por George Soros o Lawrence Summers (y hasta apetecible para un americano medio); la mitad “deseo” de Imperio se limita a afirmar la inmanencia del reino de Dios en nosotros. El poder constituyente sigue siendo de hecho la máxima impotencia (es decir, un mero consuelo para impotentes). Los que no tenemos la suerte de ver arder nuestras casas, morir a nuestros niños y ser expulsados de nuestras tierras, tendremos que conformarnos con un viaje (o una orgía) de vez en cuando.
Polis - ¿PROYECTO ALTERNATIVO O VIAS DE APROXIMACIÓN? - Por Wladimir Turiansky
Ante la pregunta, parece necesario abordar el tema desde otro ángulo, y con otra pregunta, vinculada también a los procesos de integración, pero pensando en lo que creo que es el meollo de esos procesos, esto es, su contenido económico y social.
Me refiero a la elaboración de un “proyecto alternativo global”, objetivo reiteradamente reclamado en los foros sociales mundiales, y cuya ausencia se destaca como una insuficiencia de la izquierda.
Cabe entonces la pregunta: ¿Es posible la elaboración de un proyecto alternativo de alcance global?. ¿Es esa la tarea?.
Por cierto quienes nos ubicamos en el pensamiento marxista tendemos a pensar, más que en un proyecto, en un objetivo: la superación del capitalismo, la construcción de una sociedad que resuelva la contradicción entre el carácter social de la producción moderna y del desarrollo de la ciencia y la tecnología, por un lado, y la propiedad privada de esos medios, la apropiación privada de los resultados del trabajo científico, por el otro, mediante la eliminación de esa forma de apropiación y su pasaje a la propiedad y la gestión social. Llamamos a ese objetivo, SOCIALISMO.
Si a esto pudiera llamársele “proyecto alternativo”, sea, ese sería nuestro proyecto.
Pero dista mucho de serlo, al menos por dos razones:
La primera porque sólo estamos definiendo el modo de producción del sistema a construir. Podemos incluso avanzar un poco y definir la orientación de las fuerzas productivas y su desarrollo, en el sentido de sustituir el carácter depredatorio e irracional del capitalismo por un desarrollo que proteja la naturaleza y apunte a satisfacer las necesidades vitales, el bienestar y la superación cultural de la humanidad toda, ajeno a los falsos consumismos generados por procesos productivos basados en la búsqueda de la ganancia del capitalista más que en las necesidades de la gente.
Pero, hablar de gestión social implica pensar en las estructuras sociales, implica pensar en el rol del Estado, en las formaciones políticas, en su interrelación. Implica imaginarse la conformación de nuevos sistemas jurídicos, de nuevas formas de la comunicación entre los hombres, de una nueva conciencia social, en fin, implica abordar el complejo mundo de la superestructura. Y el problema es que, como ya sabemos, estructura y superestructura se interrelacionan, no a la manera de una, la superestructura como puro reflejo en la conciencia social de las relaciones sociales generadas en otra, la estructura material de la sociedad, sino de manera dialéctica, causa y efecto de una sobre otra. En consecuencia, avanzar mas allá, a partir del objetivo, en la construcción de un proyecto alternativo, y máxime si se lo concibe de una manera global, no es otra cosa que fabricar una utopía. No esta mal construir utopías, pues ellas aportan ideas a la hora de abordar las tareas que la historia pone en manos de los hombres. Pero los marxistas no pensamos en utopías, nos proponemos transformar el mundo.
La segunda razón por su carácter “maximalista”, porque ignora la existencia de etapas, o, si se prefiere, el carácter de proceso en el que transcurre la historia de las sociedades humanas, y la variedad de caminos por los cuales ese proceso transcurre. Es así que, a partir del objetivo propuesto, las tareas a las que los hombres se abocan, no en la teoría sino en la práctica de la historia, responden siempre a las contingencias que las relaciones sociales generan, a la “realidad concreta”, de cada momento y de cada lugar.
Por otra parte, el mundo globalizado no es un mundo homogeneizado, las contradicciones afloran por doquier, y en el marco de los objetivos finalistas que cada uno asuma, o de los proyectos alternativos que cada uno se construya, aparecen tareas cuya no resolución ponen en tela de juicio incluso las posibilidades de futuros avances civilizatorios (los tiempos en que, al decir de Federico Engels, el hombre abandone por fin la prehistoria). Esas tareas, además, traen al orden del día el tema de las alianzas, de la acumulación de fuerzas que posibiliten abordarlas y resolverlas con éxito.
En este sentido, y más allá de abordar más adelante las posibles respuestas a la pregunta inicial, sin duda el tema central y prioritario hoy tenga que ver con el entronizamiento en el gobierno de los EEUU, la potencia militar más poderosa del planeta, de los representantes directos de los círculos más agresivos y guerreristas del imperialismo, afirmados en la cúpula del poder de ese gobierno, bajo la administración Bush.
Su hegemonía pone en peligro la paz mundial, destruye incluso el precario sistema de la ONU, el respeto por el derecho internacional, avasalla y destruye naciones, y las coloca en la disyuntiva de someterse o pasar a integrar el llamado “eje del mal”. La humanidad vive nuevamente los tiempos de la “raza superior” y el “espacio vital” de la locura hitleriana. Aislar y detener esa espiral de guerra y destrucción es un irrenunciable deber moral de la humanidad sensata. Potencialmente, las fuerzas de pueblos y gobiernos que ven con alarma este proceso son inmensas. Incluyen no sólo sectores populares, organizaciones sociales de todo tipo, sino también fuerzas gobernantes aún de potencias del primer mundo, que no quieren vivir subordinadas a la hegemonía de los círculos guerreristas y su política demencial. Trabajar por su coordinación, por efectivizar en hechos esa inmensa fuerza, es tarea que nos compromete por supuesto a todos quienes nos ubicamos en el pensamiento de izquierda.
¿Qué hacer entonces?. ¿Cómo trazar nuestra estrategia?
Creo que más que la elaboración de un proyecto alternativo, debemos desarrollar el concepto de vías de aproximación, concepto mas dialéctico y que los comunistas uruguayos, a partir de los trabajos teóricos de R. Arismendi, desarrollaron desde la década de los 60.
En realidad, no hay aquí nada nuevo. Se trata, como ya dijimos, del “examen concreto de la realidad concreta”, que concibe el marxismo como una guía para la acción y no como un dogma que contiene en sí mismo las respuestas a todas las situaciones. Por tanto ese estudio concreto, de la realidad concreta, imprescindible para fijar la estrategia política de avance en la dirección de los objetivos de liberación y de socialismo, implica el estudio del modo de producción, de las clases sociales, de sus contradicciones y de sus puntos de coincidencias, de la historia y la cultura, en fin, de los rasgos nacionales, formas institucionales, etc. Pero también el contexto regional y mundial y la correlación de fuerzas. Es una ardua tarea, pero ineludible.
Y esto ya nos coloca ante una disyuntiva: ¿cómo conciliar este estudio pormenorizado, meticuloso, de un lugar, con objetivos de carácter global?. No hay manera si lo que se pretende es construir un proyecto alternativo de tales dimensiones.
Pero pensémoslo desde otro ángulo. La experiencia de los comunistas uruguayos nos ayudará. En 1958 el PCU aprobó en su XVI Congreso una Declaración Programática que resumió aquel estudio concreto de la realidad concreta, de que hablamos. A partir de allí, delineó su estrategia, basada en la conformación de las fuerzas motrices de la revolución uruguaya, la alianza política y social capaz de abordar la transformación revolucionaria de la sociedad.
Además, a las clásicas etapas que ya Lenin trazara en “Dos tácticas...”: etapa democrática burguesa, (o de liberación nacional), y etapa socialista, se superpuso la noción de proceso que, de alguna manera, ya estaba implícita en la tesis leninista acerca de las posibilidades de pasar de una etapa a otra sin solución de continuidad.
Proceso, pues. Que como tal da idea de algo no predeterminado, estático, sino de caminos y alternativas que su propio desarrollo va generando (pues es verdad que “la teoría es gris y el árbol de la vida es siempre verde”). El arte de la política consiste así en saber apreciar en cada instante la riqueza potencial de cada alternativa, qué programa político emerge de ella, cómo consolidarla, cómo resolver de manera armoniosa la contradicción entre amplitud y profundidad, esto es, la contradicción entre la amplitud de las alianzas y la profundidad de los programas, como procesar nuevos avances. A eso llamamos vías de aproximación, que, para la realidad uruguaya, y repito, para la realidad uruguaya, se expresa en los conceptos de “avanzar en democracia”, alcanzar niveles de “democracia avanzada”, es decir, comenzar a delinear, en el seno de la sociedad pre-existente, algo así como esquicios o bosquejos de lo nuevo, comenzar a construir, frente a la hegemonía dominante, la hegemonía del mundo que comienza a nacer.
Aclaremos un poco más, vale la pena, que encierra el concepto de “democracia avanzada”:
En el transcurso de discusiones que los comunistas uruguayos realizaron en torno a este tema, se formularon dos afirmaciones básicas que vale la pena replantear:
La primera, que la democracia avanzada no es un simple cambio en la correlación de fuerzas. Es toda una etapa histórica, con modificaciones, por un lado, en la estructura productiva que, aunque básicamente sigue siendo capitalista, contiene una importante y creciente presencia del área estatal y del área social junto a la privada tradicional.
Y por otro lado, en la superestructura institucional, en la que, aun en el marco del régimen republicano representativo de gobierno, de la separación de poderes y de la plena libertad de expresión del pensamiento, así como la existencia de partidos y organizaciones sociales de todo tipo, se acentúa sin embargo el contenido participativo de la democracia y la presencia de las grandes masas populares en la deliberación y la toma de decisiones, en todo momento y sobre todos los temas, los que hacen al gobierno del país, a sus regiones, o a sus comunidades. Como se señaló más arriba, ir construyendo, frente a la hegemonía de las clases dominantes, la nueva hegemonía, generadora de la nueva sociedad.
La segunda afirmación básica es que para alcanzar los umbrales de esa etapa histórica en el proceso liberador de nuestro pueblo, se requería transitar con éxito una etapa previa –en definitiva la actual, signada por la victoria electoral del Frente Amplio y sus aliados y la conformación del gobierno progresista encabezado por Tabaré Vázquez-, en cuyo marco fuera posible consolidar y ampliar el proceso de unidad, de elaboración programática, de respaldo al proceso de cambios iniciado, y de búsqueda de los consensos políticos y sociales que permitan profundizar la democratización del Estado y de la sociedad, generar cambios económicos y sociales, etc. Toda esta etapa se sintetiza en nuestra propuesta de “avanzar en democracia”.
La década infame y después
Los años de elaboración teórica y de avance real en la dirección antedicha, y que condujeron a la construcción de la unidad política de la izquierda uruguaya en torno a un programa nacional, democrático y antiimperialista, construido en la experiencia concreta del movimiento social y popular, en particular del movimiento sindical, fueron brutal y trágicamente interrumpidos por la ola de golpes militares que sacudieron el Cono Sur americano en los años 70, y cuya génesis e inspiración son bien conocidas y escapan a este trabajo.
La salida de las dictaduras puso de relieve el objetivo común a todas ellas, que lo fue consolidar en la región el neoliberalismo, expresión del proceso de globalización capitalista bajo el predominio del capital financiero, con su regla de oro, apertura de las economías, desregulación del mercado de trabajo, de la entrada y salida de capitales, del acceso de las multinacionales, achicamiento del Estado y de los espacios democráticos, venta de las empresas estatales y de activos, etc.
20 años después, los resultados están a la vista. Pobreza y exclusión social, desocupación, retroceso en todos los índices de bienestar social, y una creciente brecha entre la inmensa masa de pobres y las minorías cada vez mas ricas, así como entre el conjunto de los países de la región y el mundo desarrollado. Y a manera de corolario, una deuda pública incalculable y unos niveles de corrupción en esferas del poder difíciles de calificar.
Pero el topo de la Historia siguió trabajando, y hoy América Latina genera nuevas realidades, ensayan los pueblos nuevas vías de aproximación.
Esta claro que en condiciones distintas y mucho mas difíciles que en aquellos 60.
En primer lugar, por el deterioro económico y social que las dictaduras primero, y los años neoliberales luego provocaron en toda la región, sin olvidar el asesinato de tantos jóvenes militantes sociales, cantera de futuro, que los años de plomo, la operación Cóndor, llevó a cabo. Somos mas pobres, la marginación social, la exclusión, ha destruido o debilitado mucho del entramado social, hay urgencias y prioridades ineludibles para atender y resolver. Arrancamos de mucho más atrás.
En segundo lugar, por el contexto mundial, en el que la desaparición del campo socialista debilitó objetivamente la lucha contra el dominio imperialista que los EEUU ejercen en la región, sin olvidar la profundidad de la crisis ideológica que tal desastre generó en el campo de la izquierda.
El predominio militar e ideológico de los EEUU, y el carácter de su actual gobierno, su desprecio por las normas del derecho internacional, su concepción de la guerra preventiva, tan similar al hitlerismo, hacen del mundo de hoy un lugar caótico, inseguro, en guerra permanente, que obliga a sumar fuerzas, con toda la amplitud posible, de gobiernos y de pueblos, en defensa de la paz y del derecho internacional, en la conformación de bloques de naciones, en lo regional y con regiones del mundo periférico de Asia, Medio Oriente y Africa. Ya he hablado de esto más arriba.
Nuevas tareas, nuevos desafíos, nuevas urgencias, nuevas realidades socio económicas. Todo ello implica que en esa concepción general de las vías de aproximación, los programas políticos concretos, los procesos de alianzas políticas, los ritmos del avance, no son ya los del 60.
En muchos lugares del continente el acceso al Gobierno reviste la forma de gobiernos progresistas, con mayor o menor presencia de estructuras político sociales claramente identificadas con la izquierda.
¿Tienen todos ellos un proyecto alternativo común?. Es claro que no. Es más, subsisten diferencias y contradicciones en no pocos temas Todos ellos apuntan sin embargo en direcciones esenciales coincidentes: integración regional, esfuerzos por encauzar las economías hacia desarrollos sustentables y con mayor atención al hombre, intentos de romper la dependencia y marcar políticas exteriores a favor de la paz y el derecho de los pueblos a la autodeterminación.
Ya he dicho que el concepto de vías de aproximación permite comprender mejor los procesos locales, evita la tendencia al traslado mecánico de experiencias distintas, y al mismo tiempo nos da modos de percibir grados diversos de avance, rasgos que contribuyen al desarrollo de la unidad. Y, porqué no, construyen en la vida, y no en los alambiques de la teoría, el, o más bien los, proyectos alternativos.
Cómo profundizar esos procesos, cómo avanzar en esas vías, sin rupturas, con la comprensión de las dificultades y del carácter de las alianzas y coyunturas que en cada lugar generaron estos procesos, pero también teniendo claro que no son procesos irreversibles, y que su consolidación depende del nivel de profundización democrática que se alcance, de su contenido participativo y de la construcción o desarrollo de estructuras políticas capaces de mantener la unidad en la diversidad, que sean sustento de los gobiernos progresistas pero no sustento pasivo sino que sean capaces de generar en sí mismas y en las grandes masas populares la conciencia necesaria para nuevos avances. En una palabra, que vayan construyendo una nueva hegemonía.
Una pequeña, modesta, pero necesaria tarea
En ese terreno, el intercambio de experiencias en la región resulta fundamental. Sin desmedro del Foro Social Mundial, sin contraposiciones, debiéramos promover un Foro Latino americano con la participación de dirigentes políticos y gobernantes de izquierda y progresistas, así como dirigentes de organizaciones sociales, para conocer experiencias, peculiaridades, dificultades y logros, que permitan conocernos mejor e ir delineando objetivos comunes.
En cuanto a los marxistas latinoamericanos, resulta imperioso que empecemos a vincularnos, a discutir los diversos, y a menudo contradictorios, enfoques existentes. Y no exclusivamente por la vía de los partidos de orientación marxista, que es deseable, sino de todos aquellos que a partir de concepciones marxistas, y estén donde estén, en el ámbito político o social en el que actúen, escriben y debaten en torno a los caminos de la liberación y el socialismo en la región. Nuestro pensamiento es, sin duda, una vertiente indispensable, necesaria, entre todas aquellas que hoy actúan y piensan en la región. Sería una ayuda invalorable si lográramos encontrar mayores niveles de coherencia. Los medios de comunicación hoy existentes hacen injustificable que lo que se piensa y escribe en un lugar, no se conozca en los otros.
Una simple secretaría, que reciba y circule lo que se le haga llegar sería suficiente. Ya se verá después si se pueden organizar debates sobre temas específicos, foros, etc., pero principio quieren las cosas.
Quien nos diga que alguna de las Instituciones o Fundaciones marxistas presentes, la propia anfitriona tal vez, no aceptara el desafío.
La propuesta queda hecha.
* Ingeniero. Ex Representante Nacional por el Frente Amplio. Miembro fundador de la CNT.
Me refiero a la elaboración de un “proyecto alternativo global”, objetivo reiteradamente reclamado en los foros sociales mundiales, y cuya ausencia se destaca como una insuficiencia de la izquierda.
Cabe entonces la pregunta: ¿Es posible la elaboración de un proyecto alternativo de alcance global?. ¿Es esa la tarea?.
Por cierto quienes nos ubicamos en el pensamiento marxista tendemos a pensar, más que en un proyecto, en un objetivo: la superación del capitalismo, la construcción de una sociedad que resuelva la contradicción entre el carácter social de la producción moderna y del desarrollo de la ciencia y la tecnología, por un lado, y la propiedad privada de esos medios, la apropiación privada de los resultados del trabajo científico, por el otro, mediante la eliminación de esa forma de apropiación y su pasaje a la propiedad y la gestión social. Llamamos a ese objetivo, SOCIALISMO.
Si a esto pudiera llamársele “proyecto alternativo”, sea, ese sería nuestro proyecto.
Pero dista mucho de serlo, al menos por dos razones:
La primera porque sólo estamos definiendo el modo de producción del sistema a construir. Podemos incluso avanzar un poco y definir la orientación de las fuerzas productivas y su desarrollo, en el sentido de sustituir el carácter depredatorio e irracional del capitalismo por un desarrollo que proteja la naturaleza y apunte a satisfacer las necesidades vitales, el bienestar y la superación cultural de la humanidad toda, ajeno a los falsos consumismos generados por procesos productivos basados en la búsqueda de la ganancia del capitalista más que en las necesidades de la gente.
Pero, hablar de gestión social implica pensar en las estructuras sociales, implica pensar en el rol del Estado, en las formaciones políticas, en su interrelación. Implica imaginarse la conformación de nuevos sistemas jurídicos, de nuevas formas de la comunicación entre los hombres, de una nueva conciencia social, en fin, implica abordar el complejo mundo de la superestructura. Y el problema es que, como ya sabemos, estructura y superestructura se interrelacionan, no a la manera de una, la superestructura como puro reflejo en la conciencia social de las relaciones sociales generadas en otra, la estructura material de la sociedad, sino de manera dialéctica, causa y efecto de una sobre otra. En consecuencia, avanzar mas allá, a partir del objetivo, en la construcción de un proyecto alternativo, y máxime si se lo concibe de una manera global, no es otra cosa que fabricar una utopía. No esta mal construir utopías, pues ellas aportan ideas a la hora de abordar las tareas que la historia pone en manos de los hombres. Pero los marxistas no pensamos en utopías, nos proponemos transformar el mundo.
La segunda razón por su carácter “maximalista”, porque ignora la existencia de etapas, o, si se prefiere, el carácter de proceso en el que transcurre la historia de las sociedades humanas, y la variedad de caminos por los cuales ese proceso transcurre. Es así que, a partir del objetivo propuesto, las tareas a las que los hombres se abocan, no en la teoría sino en la práctica de la historia, responden siempre a las contingencias que las relaciones sociales generan, a la “realidad concreta”, de cada momento y de cada lugar.
Por otra parte, el mundo globalizado no es un mundo homogeneizado, las contradicciones afloran por doquier, y en el marco de los objetivos finalistas que cada uno asuma, o de los proyectos alternativos que cada uno se construya, aparecen tareas cuya no resolución ponen en tela de juicio incluso las posibilidades de futuros avances civilizatorios (los tiempos en que, al decir de Federico Engels, el hombre abandone por fin la prehistoria). Esas tareas, además, traen al orden del día el tema de las alianzas, de la acumulación de fuerzas que posibiliten abordarlas y resolverlas con éxito.
En este sentido, y más allá de abordar más adelante las posibles respuestas a la pregunta inicial, sin duda el tema central y prioritario hoy tenga que ver con el entronizamiento en el gobierno de los EEUU, la potencia militar más poderosa del planeta, de los representantes directos de los círculos más agresivos y guerreristas del imperialismo, afirmados en la cúpula del poder de ese gobierno, bajo la administración Bush.
Su hegemonía pone en peligro la paz mundial, destruye incluso el precario sistema de la ONU, el respeto por el derecho internacional, avasalla y destruye naciones, y las coloca en la disyuntiva de someterse o pasar a integrar el llamado “eje del mal”. La humanidad vive nuevamente los tiempos de la “raza superior” y el “espacio vital” de la locura hitleriana. Aislar y detener esa espiral de guerra y destrucción es un irrenunciable deber moral de la humanidad sensata. Potencialmente, las fuerzas de pueblos y gobiernos que ven con alarma este proceso son inmensas. Incluyen no sólo sectores populares, organizaciones sociales de todo tipo, sino también fuerzas gobernantes aún de potencias del primer mundo, que no quieren vivir subordinadas a la hegemonía de los círculos guerreristas y su política demencial. Trabajar por su coordinación, por efectivizar en hechos esa inmensa fuerza, es tarea que nos compromete por supuesto a todos quienes nos ubicamos en el pensamiento de izquierda.
¿Qué hacer entonces?. ¿Cómo trazar nuestra estrategia?
Creo que más que la elaboración de un proyecto alternativo, debemos desarrollar el concepto de vías de aproximación, concepto mas dialéctico y que los comunistas uruguayos, a partir de los trabajos teóricos de R. Arismendi, desarrollaron desde la década de los 60.
En realidad, no hay aquí nada nuevo. Se trata, como ya dijimos, del “examen concreto de la realidad concreta”, que concibe el marxismo como una guía para la acción y no como un dogma que contiene en sí mismo las respuestas a todas las situaciones. Por tanto ese estudio concreto, de la realidad concreta, imprescindible para fijar la estrategia política de avance en la dirección de los objetivos de liberación y de socialismo, implica el estudio del modo de producción, de las clases sociales, de sus contradicciones y de sus puntos de coincidencias, de la historia y la cultura, en fin, de los rasgos nacionales, formas institucionales, etc. Pero también el contexto regional y mundial y la correlación de fuerzas. Es una ardua tarea, pero ineludible.
Y esto ya nos coloca ante una disyuntiva: ¿cómo conciliar este estudio pormenorizado, meticuloso, de un lugar, con objetivos de carácter global?. No hay manera si lo que se pretende es construir un proyecto alternativo de tales dimensiones.
Pero pensémoslo desde otro ángulo. La experiencia de los comunistas uruguayos nos ayudará. En 1958 el PCU aprobó en su XVI Congreso una Declaración Programática que resumió aquel estudio concreto de la realidad concreta, de que hablamos. A partir de allí, delineó su estrategia, basada en la conformación de las fuerzas motrices de la revolución uruguaya, la alianza política y social capaz de abordar la transformación revolucionaria de la sociedad.
Además, a las clásicas etapas que ya Lenin trazara en “Dos tácticas...”: etapa democrática burguesa, (o de liberación nacional), y etapa socialista, se superpuso la noción de proceso que, de alguna manera, ya estaba implícita en la tesis leninista acerca de las posibilidades de pasar de una etapa a otra sin solución de continuidad.
Proceso, pues. Que como tal da idea de algo no predeterminado, estático, sino de caminos y alternativas que su propio desarrollo va generando (pues es verdad que “la teoría es gris y el árbol de la vida es siempre verde”). El arte de la política consiste así en saber apreciar en cada instante la riqueza potencial de cada alternativa, qué programa político emerge de ella, cómo consolidarla, cómo resolver de manera armoniosa la contradicción entre amplitud y profundidad, esto es, la contradicción entre la amplitud de las alianzas y la profundidad de los programas, como procesar nuevos avances. A eso llamamos vías de aproximación, que, para la realidad uruguaya, y repito, para la realidad uruguaya, se expresa en los conceptos de “avanzar en democracia”, alcanzar niveles de “democracia avanzada”, es decir, comenzar a delinear, en el seno de la sociedad pre-existente, algo así como esquicios o bosquejos de lo nuevo, comenzar a construir, frente a la hegemonía dominante, la hegemonía del mundo que comienza a nacer.
Aclaremos un poco más, vale la pena, que encierra el concepto de “democracia avanzada”:
En el transcurso de discusiones que los comunistas uruguayos realizaron en torno a este tema, se formularon dos afirmaciones básicas que vale la pena replantear:
La primera, que la democracia avanzada no es un simple cambio en la correlación de fuerzas. Es toda una etapa histórica, con modificaciones, por un lado, en la estructura productiva que, aunque básicamente sigue siendo capitalista, contiene una importante y creciente presencia del área estatal y del área social junto a la privada tradicional.
Y por otro lado, en la superestructura institucional, en la que, aun en el marco del régimen republicano representativo de gobierno, de la separación de poderes y de la plena libertad de expresión del pensamiento, así como la existencia de partidos y organizaciones sociales de todo tipo, se acentúa sin embargo el contenido participativo de la democracia y la presencia de las grandes masas populares en la deliberación y la toma de decisiones, en todo momento y sobre todos los temas, los que hacen al gobierno del país, a sus regiones, o a sus comunidades. Como se señaló más arriba, ir construyendo, frente a la hegemonía de las clases dominantes, la nueva hegemonía, generadora de la nueva sociedad.
La segunda afirmación básica es que para alcanzar los umbrales de esa etapa histórica en el proceso liberador de nuestro pueblo, se requería transitar con éxito una etapa previa –en definitiva la actual, signada por la victoria electoral del Frente Amplio y sus aliados y la conformación del gobierno progresista encabezado por Tabaré Vázquez-, en cuyo marco fuera posible consolidar y ampliar el proceso de unidad, de elaboración programática, de respaldo al proceso de cambios iniciado, y de búsqueda de los consensos políticos y sociales que permitan profundizar la democratización del Estado y de la sociedad, generar cambios económicos y sociales, etc. Toda esta etapa se sintetiza en nuestra propuesta de “avanzar en democracia”.
La década infame y después
Los años de elaboración teórica y de avance real en la dirección antedicha, y que condujeron a la construcción de la unidad política de la izquierda uruguaya en torno a un programa nacional, democrático y antiimperialista, construido en la experiencia concreta del movimiento social y popular, en particular del movimiento sindical, fueron brutal y trágicamente interrumpidos por la ola de golpes militares que sacudieron el Cono Sur americano en los años 70, y cuya génesis e inspiración son bien conocidas y escapan a este trabajo.
La salida de las dictaduras puso de relieve el objetivo común a todas ellas, que lo fue consolidar en la región el neoliberalismo, expresión del proceso de globalización capitalista bajo el predominio del capital financiero, con su regla de oro, apertura de las economías, desregulación del mercado de trabajo, de la entrada y salida de capitales, del acceso de las multinacionales, achicamiento del Estado y de los espacios democráticos, venta de las empresas estatales y de activos, etc.
20 años después, los resultados están a la vista. Pobreza y exclusión social, desocupación, retroceso en todos los índices de bienestar social, y una creciente brecha entre la inmensa masa de pobres y las minorías cada vez mas ricas, así como entre el conjunto de los países de la región y el mundo desarrollado. Y a manera de corolario, una deuda pública incalculable y unos niveles de corrupción en esferas del poder difíciles de calificar.
Pero el topo de la Historia siguió trabajando, y hoy América Latina genera nuevas realidades, ensayan los pueblos nuevas vías de aproximación.
Esta claro que en condiciones distintas y mucho mas difíciles que en aquellos 60.
En primer lugar, por el deterioro económico y social que las dictaduras primero, y los años neoliberales luego provocaron en toda la región, sin olvidar el asesinato de tantos jóvenes militantes sociales, cantera de futuro, que los años de plomo, la operación Cóndor, llevó a cabo. Somos mas pobres, la marginación social, la exclusión, ha destruido o debilitado mucho del entramado social, hay urgencias y prioridades ineludibles para atender y resolver. Arrancamos de mucho más atrás.
En segundo lugar, por el contexto mundial, en el que la desaparición del campo socialista debilitó objetivamente la lucha contra el dominio imperialista que los EEUU ejercen en la región, sin olvidar la profundidad de la crisis ideológica que tal desastre generó en el campo de la izquierda.
El predominio militar e ideológico de los EEUU, y el carácter de su actual gobierno, su desprecio por las normas del derecho internacional, su concepción de la guerra preventiva, tan similar al hitlerismo, hacen del mundo de hoy un lugar caótico, inseguro, en guerra permanente, que obliga a sumar fuerzas, con toda la amplitud posible, de gobiernos y de pueblos, en defensa de la paz y del derecho internacional, en la conformación de bloques de naciones, en lo regional y con regiones del mundo periférico de Asia, Medio Oriente y Africa. Ya he hablado de esto más arriba.
Nuevas tareas, nuevos desafíos, nuevas urgencias, nuevas realidades socio económicas. Todo ello implica que en esa concepción general de las vías de aproximación, los programas políticos concretos, los procesos de alianzas políticas, los ritmos del avance, no son ya los del 60.
En muchos lugares del continente el acceso al Gobierno reviste la forma de gobiernos progresistas, con mayor o menor presencia de estructuras político sociales claramente identificadas con la izquierda.
¿Tienen todos ellos un proyecto alternativo común?. Es claro que no. Es más, subsisten diferencias y contradicciones en no pocos temas Todos ellos apuntan sin embargo en direcciones esenciales coincidentes: integración regional, esfuerzos por encauzar las economías hacia desarrollos sustentables y con mayor atención al hombre, intentos de romper la dependencia y marcar políticas exteriores a favor de la paz y el derecho de los pueblos a la autodeterminación.
Ya he dicho que el concepto de vías de aproximación permite comprender mejor los procesos locales, evita la tendencia al traslado mecánico de experiencias distintas, y al mismo tiempo nos da modos de percibir grados diversos de avance, rasgos que contribuyen al desarrollo de la unidad. Y, porqué no, construyen en la vida, y no en los alambiques de la teoría, el, o más bien los, proyectos alternativos.
Cómo profundizar esos procesos, cómo avanzar en esas vías, sin rupturas, con la comprensión de las dificultades y del carácter de las alianzas y coyunturas que en cada lugar generaron estos procesos, pero también teniendo claro que no son procesos irreversibles, y que su consolidación depende del nivel de profundización democrática que se alcance, de su contenido participativo y de la construcción o desarrollo de estructuras políticas capaces de mantener la unidad en la diversidad, que sean sustento de los gobiernos progresistas pero no sustento pasivo sino que sean capaces de generar en sí mismas y en las grandes masas populares la conciencia necesaria para nuevos avances. En una palabra, que vayan construyendo una nueva hegemonía.
Una pequeña, modesta, pero necesaria tarea
En ese terreno, el intercambio de experiencias en la región resulta fundamental. Sin desmedro del Foro Social Mundial, sin contraposiciones, debiéramos promover un Foro Latino americano con la participación de dirigentes políticos y gobernantes de izquierda y progresistas, así como dirigentes de organizaciones sociales, para conocer experiencias, peculiaridades, dificultades y logros, que permitan conocernos mejor e ir delineando objetivos comunes.
En cuanto a los marxistas latinoamericanos, resulta imperioso que empecemos a vincularnos, a discutir los diversos, y a menudo contradictorios, enfoques existentes. Y no exclusivamente por la vía de los partidos de orientación marxista, que es deseable, sino de todos aquellos que a partir de concepciones marxistas, y estén donde estén, en el ámbito político o social en el que actúen, escriben y debaten en torno a los caminos de la liberación y el socialismo en la región. Nuestro pensamiento es, sin duda, una vertiente indispensable, necesaria, entre todas aquellas que hoy actúan y piensan en la región. Sería una ayuda invalorable si lográramos encontrar mayores niveles de coherencia. Los medios de comunicación hoy existentes hacen injustificable que lo que se piensa y escribe en un lugar, no se conozca en los otros.
Una simple secretaría, que reciba y circule lo que se le haga llegar sería suficiente. Ya se verá después si se pueden organizar debates sobre temas específicos, foros, etc., pero principio quieren las cosas.
Quien nos diga que alguna de las Instituciones o Fundaciones marxistas presentes, la propia anfitriona tal vez, no aceptara el desafío.
La propuesta queda hecha.
* Ingeniero. Ex Representante Nacional por el Frente Amplio. Miembro fundador de la CNT.
Trastienda - Maracaná - Por Roberto Bussero
Advertencia, personal pero no vinculante; un cuento con moraleja sobre el
pasado pisado y manoseado
Cuando Guerra me lo contó creí que estaba loco. Él y Jorge me llenaron una pizarra de números - estábamos en la academia donde ellos se ganaban apenas la vida – y yo, con mente de letras, me negué a entender. Sólo hice algunas preguntas que, entendí, eran respondidas con el reproche de enfrentar a alguien que no tenían nada que ver con el centro de la cuestión.
“El tiempo no existe, estamos en uno y múltiples instantes ’espaciales’, el tiempo somos nosotros, energía que irregularmente se vuelve materia dinámica, inestable. Einstein lo probó de una y mil maneras, ¡y le dieron el Nobel por otra cosa”, me repetía Jorge con distintos tonos de voz. Hasta que llegó al máximo: “Si no nos crees, vení, pasá”.
No dejé el termo, el mate ni el bizcocho que saboreaba con un dejo de culpa.
La sala del fondo, otrora reservada a local para ejercicios prácticos, con grandes pizarrones en las paredes, había sido ocupada por un artefacto del cual sólo pude identificar tres o cuatro asientos conectados a una red de cables que, a su vez, terminaban en un dispositivo central tachonado de luces y mandos.
“¡Sentate!, ¿adónde querés ir?”, me desafió Guerra. “¡Ponete el cinturón!”, me ordenó Jorge.
Los obedecí entre risueño y temeroso. “Siempre tuve el sueño de estar en Maracaná, en el 50, en la tribuna nomás...”.
“Bué..., vamos”.
Me sentí ligero, oí un ruido “finito”, de esos que molestan desde los dientes a los pies. “Ya llegamos”, me dijo Guerra mientras abría una portezuela de cuya existencia no me había dado cuenta. Sorprendido, y pasando del temor al miedo, casi en el terror, los acompañé por un túnel donde predominaba el olor a linimento y sudor.
“Llegamos tarde, está por terminar, pero todavía van uno a uno”, dijo Jorge mientras me indicaba una puerta. Salimos a la cancha. “En las tribunas no había lugar, acá estamos bien, y podremos gritar el gol de Ghiggia”, explicó Guerra.
Yo no dejaba de pellizcarme, mientras mi lengua jugaba con las últimas migas y comprobaba que el agua del termo aún estaba caliente.
En ese momento los vi venir, Julio Pérez había eludido a Bigode y corría con la pelota hacia el arco de Barboza; a su derecha, Ghiggia, a la izquierda Miguez vociferaba “pidiéndola”.
Maracaná se llamó a silencio cuando la redonda pasó a la izquierda, hacia el siete celeste que, raudo, corría mientras daba pequeños empujones a la pelota. Miguez cada vez gritaba más. En el arco, Barboza había cambiado una mirada de suficiencia por un ritus de terror.
Finalmente, don Alcides golpeó fuerte a la de cuero, yo cerré los ojos, ¡mi sueño cumplido!. Cuando los abriera, Uruguay sería Campeón del Mundo. Me apresté a vivir el momento. ¡Qué luego me explicaran los detalles científicos!, yo quería disfrutar.
Me preparé, “uno, dos, tres...”. Mis párpados dejaron entrar la luz como si se tratara de la apertura de un espectáculo maravilloso. La pelota iba hacia el arco, el silencio se hacia cada vez más hondo, casi atávico, o, mejor, lujurioso.
De repente, el esférico pareció dar dos tumbos irregulares, se estrelló contre el palo y, lentamente, se fue buscando un imposible – para mí – afuera. No lo podía creer, Barboza se desplazaba lentamente hacia dónde había quedado la pelota. Miguez recriminaba a Ghiggia, los demás se agarraban la cabeza, creí ver algunas lágrimas.
Como en una pesadilla, Jorge y Guerra me gritaban la explicación en medio del tumulto, la fiesta brazuca: “¿Viste?, el pasado se gasta, se pierde, se cambia; fuimos los últimos en saber de la proeza celeste que nunca fue”.
Entre los abrazos, besos, cantos y bailes de los campeones, llegamos a nuestro túnel. Fui el último en ingresar, no volví la mirada a la cancha, estoy seguro de que una socarrona expresión de Barboza estaba pegada a mi nuca y no quería calentarme.
ooo-ooo
Perdonen la ficción, pero tengo miedo de que esto nos esté pasando. Que de tanto no respetar el pasado, éste se vuelva tan finito y endeble que, finalmente, se rompa, desgastado por el manoseo.
Las indecisiones, ataques, espontaneísmos y hasta choluleces me tienen harto. El olvido o la sobrecarga, todo o nada en un maniqueísmo absurdo, donde el delirio deja paso al abandono. Un columnista se preguntaba hace poco qué más se iba a ubicar en la explanada municipal; otro, interrogaba sobre hasta dónde y cómo se extenderá la Peatonal Sarandi.
En estas cosas, el orden no es lo de menos – si bien no es lo único -, el progreso – que está de moda – no puede lograrse despedazando pasado para armarlo como si fuera un puzzle demencial, sin entorno ni reglas estéticas.
Estamos haciendo de Montevideo la ciudad de los proyectos - ¿bien! -, pero también una ciudad olvidable, transgresora hacia lo malo, feo, horrible; una ciudad sólo contemplable desde la reunión social y la sonrisa aburguesada de una elite que compara con Europa y ejemplos de otro americanismo.
Sin identidad, como dicen los presuntamente “vulgares”, “fuimos”, aunquenos enteremos dentro de unos años.
(En memoria de JRC, con quien hablamos mucho de estas cosas, y, por casualidad, estábamos de acuerdo)
pasado pisado y manoseado
Cuando Guerra me lo contó creí que estaba loco. Él y Jorge me llenaron una pizarra de números - estábamos en la academia donde ellos se ganaban apenas la vida – y yo, con mente de letras, me negué a entender. Sólo hice algunas preguntas que, entendí, eran respondidas con el reproche de enfrentar a alguien que no tenían nada que ver con el centro de la cuestión.
“El tiempo no existe, estamos en uno y múltiples instantes ’espaciales’, el tiempo somos nosotros, energía que irregularmente se vuelve materia dinámica, inestable. Einstein lo probó de una y mil maneras, ¡y le dieron el Nobel por otra cosa”, me repetía Jorge con distintos tonos de voz. Hasta que llegó al máximo: “Si no nos crees, vení, pasá”.
No dejé el termo, el mate ni el bizcocho que saboreaba con un dejo de culpa.
La sala del fondo, otrora reservada a local para ejercicios prácticos, con grandes pizarrones en las paredes, había sido ocupada por un artefacto del cual sólo pude identificar tres o cuatro asientos conectados a una red de cables que, a su vez, terminaban en un dispositivo central tachonado de luces y mandos.
“¡Sentate!, ¿adónde querés ir?”, me desafió Guerra. “¡Ponete el cinturón!”, me ordenó Jorge.
Los obedecí entre risueño y temeroso. “Siempre tuve el sueño de estar en Maracaná, en el 50, en la tribuna nomás...”.
“Bué..., vamos”.
Me sentí ligero, oí un ruido “finito”, de esos que molestan desde los dientes a los pies. “Ya llegamos”, me dijo Guerra mientras abría una portezuela de cuya existencia no me había dado cuenta. Sorprendido, y pasando del temor al miedo, casi en el terror, los acompañé por un túnel donde predominaba el olor a linimento y sudor.
“Llegamos tarde, está por terminar, pero todavía van uno a uno”, dijo Jorge mientras me indicaba una puerta. Salimos a la cancha. “En las tribunas no había lugar, acá estamos bien, y podremos gritar el gol de Ghiggia”, explicó Guerra.
Yo no dejaba de pellizcarme, mientras mi lengua jugaba con las últimas migas y comprobaba que el agua del termo aún estaba caliente.
En ese momento los vi venir, Julio Pérez había eludido a Bigode y corría con la pelota hacia el arco de Barboza; a su derecha, Ghiggia, a la izquierda Miguez vociferaba “pidiéndola”.
Maracaná se llamó a silencio cuando la redonda pasó a la izquierda, hacia el siete celeste que, raudo, corría mientras daba pequeños empujones a la pelota. Miguez cada vez gritaba más. En el arco, Barboza había cambiado una mirada de suficiencia por un ritus de terror.
Finalmente, don Alcides golpeó fuerte a la de cuero, yo cerré los ojos, ¡mi sueño cumplido!. Cuando los abriera, Uruguay sería Campeón del Mundo. Me apresté a vivir el momento. ¡Qué luego me explicaran los detalles científicos!, yo quería disfrutar.
Me preparé, “uno, dos, tres...”. Mis párpados dejaron entrar la luz como si se tratara de la apertura de un espectáculo maravilloso. La pelota iba hacia el arco, el silencio se hacia cada vez más hondo, casi atávico, o, mejor, lujurioso.
De repente, el esférico pareció dar dos tumbos irregulares, se estrelló contre el palo y, lentamente, se fue buscando un imposible – para mí – afuera. No lo podía creer, Barboza se desplazaba lentamente hacia dónde había quedado la pelota. Miguez recriminaba a Ghiggia, los demás se agarraban la cabeza, creí ver algunas lágrimas.
Como en una pesadilla, Jorge y Guerra me gritaban la explicación en medio del tumulto, la fiesta brazuca: “¿Viste?, el pasado se gasta, se pierde, se cambia; fuimos los últimos en saber de la proeza celeste que nunca fue”.
Entre los abrazos, besos, cantos y bailes de los campeones, llegamos a nuestro túnel. Fui el último en ingresar, no volví la mirada a la cancha, estoy seguro de que una socarrona expresión de Barboza estaba pegada a mi nuca y no quería calentarme.
ooo-ooo
Perdonen la ficción, pero tengo miedo de que esto nos esté pasando. Que de tanto no respetar el pasado, éste se vuelva tan finito y endeble que, finalmente, se rompa, desgastado por el manoseo.
Las indecisiones, ataques, espontaneísmos y hasta choluleces me tienen harto. El olvido o la sobrecarga, todo o nada en un maniqueísmo absurdo, donde el delirio deja paso al abandono. Un columnista se preguntaba hace poco qué más se iba a ubicar en la explanada municipal; otro, interrogaba sobre hasta dónde y cómo se extenderá la Peatonal Sarandi.
En estas cosas, el orden no es lo de menos – si bien no es lo único -, el progreso – que está de moda – no puede lograrse despedazando pasado para armarlo como si fuera un puzzle demencial, sin entorno ni reglas estéticas.
Estamos haciendo de Montevideo la ciudad de los proyectos - ¿bien! -, pero también una ciudad olvidable, transgresora hacia lo malo, feo, horrible; una ciudad sólo contemplable desde la reunión social y la sonrisa aburguesada de una elite que compara con Europa y ejemplos de otro americanismo.
Sin identidad, como dicen los presuntamente “vulgares”, “fuimos”, aunquenos enteremos dentro de unos años.
(En memoria de JRC, con quien hablamos mucho de estas cosas, y, por casualidad, estábamos de acuerdo)
Entre Vista - Por vun capitalismo nacional - a Homero Viera
Contra el “vinteneo electoral”
Homero Viera (diputado por Colonia del Espacio 609-Movimiento de Participación Popular, MPP) entiende que Uruguay “está entrando en la lucha por un capitalismo nacional, porque la dependencia nos está matando” y que “importa ahorrar e invertir adentro, en una línea productiva que intente evitar la inversión extranjera, que siempre se lleva la parte del león”.
Por RB.
En cuanto a aspiraciones electorales de los dirigentes frenteamplistas, sin dejar de expresar su apoyo al líder emepepista José Mujica, señala que “siempre hay riesgos y estar en la izquierda no vacuna contra ellos, me preocupa no traicionar mi visión por ningún tipo de vinteneo electoral”,.
Viera entró a la política en el Partido Socialista, recuerda a Emilio Frugoni en la plaza de su Rosario natal y cultivó amistad personal con José Pedro Cardozo y Vivián Trías. Entre 1968 y 1969 ingresó al Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Tupamaros), pasando a la clandestinidad luego de la asunción de Jorge Pacheco Areco, al morir el presidente Oscar Gestido, “cuando se implantó una política que comenzó a edificar el Uruguay dictatorial”.
“Era el tiempo de la lucha continental - representada por la OLAS - más que por el internacionalismo proletario. Participé en varias acciones ‘no famosas’ en mi departamento, pero en la madrugada del 26 de abril de 1972, en un enfrentamiento con las Fuerzas Conjuntas cerca de Trinidad (Flores), me detuvieron y estuve unos meses en el cuartel del grupo de Artillería 2. Faltaba más de un año para que se diera el golpe de Estado”, relató.
En noviembre de ese año “me trasladaron al Penal de Libertad, donde permanecí hasta mi liberación, el 15 de agosto de 1984. No me perdí ninguna elección, voté en 1971 y 1984. En 1996, a través de elecciones internas en mi grupo, fui designado para ser edil local en la administración comunal blanca de Carlos Moreira, hasta que renuncié en 1999 para ser suplente del diputado Orlando Gil Solares. En 2004 fui electo titular”.
“Una experiencia histórica riquísima en 57 años de vida, donde la cárcel fue un capítulo que nadie elegiría vivir dos veces, pero es acervo insustituible pero fértil de un militante que comparte esa adversidad con un colectivo de gran calidad humana por casi 13 años”, sostiene, mientras maneja su mate con el antiguo tapón Banchero y un clásico termo Fuaye.
VACA CONTENTA
También asegura Viera que “Uruguay hizo cosas muy importantes en la agropecuaria que, por la sobriedad y humildad de nuestro hombre, a veces no lucen. Avanzamos poco a poco, pero en pocos años va a ser el primer país del mundo con trazabilidad absoluta de su ganado bovino, vamos a marcar con caravana visual o chip, con lectura de código de barras. Va a ser a un ritmo de dos millones y medio de cabezas al destete por año, en cinco tendremos las 12 millones y medio de nuestro rodeo identificadas”.
Mientras “seguimos desarrollando las cajas negras, sistema monitoreado por el Instituto Nacional de Carnes (INAC) que informa ingreso, peso, cortes y precio de cada corte. Para los mal intencionados, será como ponerle una cámara sobre la cama extramatrimonial; las gremiales discuten, pero el sistema avanza, al igual que el bienestar animal, que se desarrolló en países centrales desde el pánico de ‘la vaca loca’ – Uruguay no tiene el mal ni riesgo de contraerlo -, eliminando vísceras animales de las raciones y ampliando el cultivo de soja, su sustituto”.
Otros avances en bienestar del animal, “cómo se lo trata e introduce en el tubo, carga y descenso de los camiones, la previa de día y medio antes del sacrificio, mediante electricidad, pero no electrocución, con corte longitudinal de grandes vasos que desangra en 30 segundos. Modernidad y sello de calidad internacional que harán posible fraccionar los cortes y ponerlos en las góndolas de países centrales. Este ministerio viene monitoreando esa orientación sin imponerla, dialogando”.
CHIQUITO O GORDO
¿Cómo vincula programa electoral, promesa y cumplimiento?
En política no se puede prometer con puntos, comas y señales, pero plantear la discusión sobre lo que se dijo en la campaña es uno de ls caminos para dignificar la política y ponerla a prudente distancia de la promesa electoral fácil.
Esta administración asumió luego de un período neoliberal y esa concepción impuso la filosofía del Estado chiquito, que recula, como respuesta incorrecta al Estado gordo, que seguimos teniendo, y que ahora está siendo encarado con la Reforma, ya en sus primeros pasos – nacimiento del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), ley de reestructura del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP); leyes para la salud, (chica, del Fondo Nacional de Salud, Fonasa; y grande, que va a institucionalizar la integración de los dos subsistemas); y la Reforma Tributaria -.
En concreto, ¿qué pasó en el MGAP?
Nos tocó ser árbitros y reguladores de la vida agropecuaria del país, y estamos ejerciendo lo que manda la Constitución y que habíamos perdido la costumbre durante 50 o 60 años. La herramienta ejecutiva del ministerio se había oxidado; me gusta compararla con una vieja desgranadora de maíz tirada al costado de algún rancho, que no funciona. En el ministerio, uno hablaba con una “cabeza” y salía la pila, no había ritmo de molienda que descartara el marlo y se quedara con los granos. Los números eran otro “debe”, hasta en lo aparentemente más chiquito: en los últimos días de la campaña electoral la cuenta de teléfono del ministerio, que estaba en cien mil pesos, se fue a más de un millón. Mujica tuvo que entregar a Antel algunos autos de lujo que estaban en los sótanos del edificio.
El Aldebarán, único buque de investigación científica del país, a la orden del sector pesca, estaba endeudado por amarras, muellaje, gastos con la ANP, pero, como debe ser entre organismos del Estado, se evitó la ejecución.
HISTORIA DE “QUINTITAS”
¿Qué pasaba con las simetrías internas y con los Institutos?
Existía una asimetría entre los sueldos de Ganadería y el resto del ministerio, toda la parte administrativa llena de parcelas, “quintitas”, y con una historia que permitió el nacimiento de distintas instituciones, que son parte de la agropecuaria. Pero el 50% del presupuesto va al MGAP y la otra mitad queda desperdigado.
Una institucionalidad dispersa que debimos entropillar a través de un organismo aún sin base legal que se dio en llamar Consejo Agropecuario Nacional (CAN). Una vez al mes, Mujica, el viceministro, el director general de secretaría, los jefes de división, los presidentes de las juntas directivas de los institutos más los directores de los principales proyectos arman una redondilla de intercambio para romper esa división y coordinar. A esos encuentros se invita un delegado gremial sin voz ni voto, para que tuviera idea de por dónde andaba la discusión en temas de su interés. Se logró funcionar de otra manera, colectivizando los problemas y elaborando líneas, siguiendo el mandato constitucional y legal de que la cabeza del ministerio determine la política agropecuaria nacional.
El modelo agropecuario para el país, ¿estaba, se trajo o se está buscando?
No estaba ni el Frente lo trajo; teníamos claro el sentido o dirección, pero del modelo agropecuario sólo tenemos ciertas líneas: repoblar la campaña – manteniendo los que están, sobre todo las nuevas generaciones -, lograr complejos agroindustriales fuertes – aprovechando la materia prima de alta calidad y con precios buenos y sostenidos, como ocurre ya en el sector alimentación -.
Además, sobre décadas de cierta estructura de tenencia y uso de la tierra pesaba una excelente ley (de 1948); pero desde algún partido tradicional se ordenó “les votamos la norma pero no les damos recursos”. Así tenemos un Instituto de Colonización atrofiado, un florero jurídico. Tenemos que romper con esa contradicción.
PEQUEÑOS NICHOS
Más allá de eso, con un mercado interno pequeño, ¿cómo debe funcionar la agropecuaria exportadora?
Uruguay tiene que ser un país de múltiples conexiones comerciales, eso amplía soberanía e independencia; muchos pequeños nichos de mercado en distintos países.
¿También EE.UU., a cuyo gobierno la izquierda siempre atacó ideológicamente?
Quizás comenzando por EE.UU. que puede ser formidable comprador, porque esa sociedad compra hasta irracionalmente y paga muy buenos precios. Estamos entrando en la lucha por un capitalismo nacional, porque la dependencia del extranjero nos estaba matando. No podemos negar la circunstancia capitalista en que vivimos, y la estamos administrando sin comulgar con esa filosofía, replanteándola sin dejar fuera a ningún uruguayo. Con esa inclusión y con ese entorno, comenzamos a armar políticas.
Alguien dijo que las gremiales del agro, junto a las de la industria, son la verdadera oposición a este gobierno.
Nos hemos acostumbrado a discutir con todo el mundo, incluso con alguno de nuestros compañeros de lucha, sobre endeudamiento, forestación, reestructura del MGAP; debí fundamentar en cámara la creación del CAN, los consejos departamentales y las mesas de desarrollo rural. Una de las discusiones con las gremiales fue que dijeron no estar incluidas en ese dibujo; pero, respetuosamente, no tienen que estar, porque es facultad del Poder Ejecutivo elaborar las grandes líneas de gobierno. Se las llama cuando se las precisa.
MUJICA Y ASTORI
¿Cuál es la intención de todo ese andamiaje?
Lograr el aterrizaje concreto para desarrollar la ejecutividad del ministerio, quedando involucrados los actores gremiales de cada lugar. No estamos sumando estructura, estamos reestructurando, aportando dirección colectiva para lo nacional, departamental y local. Esto implica diálogo y descentralización para alcanzar formas participativas que se reflejen en las estructuras. Por ejemplo, ya se redujo a la cuarta parte el endeudamiento, y Mujica fue a la asamblea de la Federación Rural en Treinta y Tres y al Consejo de Ministros, a seguir hablando de cómo tirar cabos a los deudores que aún no pudieron salir.
Este gobierno está ofreciendo y dejando al país un bien muy preciado: hasta las discusiones internas son de público conocimiento, pueden llegar al rancho más modesto. No hay problema con que se enteren todos sobre qué discuten Gargano, Astori y Mujica, o quien sea, y eso no ocurría antes.
Muchos frenteamplista no entienden cómo se llegó a ciertos acuerdos con el FMI y el BM, o por qué se recibió tan cordialmente a Busch.
Todo eso se discute, creo que los uruguayos tienen muy claro que Mujica y Astori tienen ideas diferentes acerca de cómo y hacia dónde debe desarrollarse el país. El MPP entiende que importa ahorrar e invertir adentro, en una línea productiva nacional, y evitar la inversión extranjera, que es la que siempre se lleva la parte del león. Si pensamos en desarrollar una explotación agroindustrial a partir de la muy buena materia prima nacional no me interesa que vengan capitales de EE.UU., Finlandia o la Unión Europea. Por ejemplo, no estoy feliz de que se haya instalado Parmalat en el Uruguay.
Pero si hablamos de rubros exóticos con buena adaptabilidad o de sectores donde no hemos desarrollado una corriente nacional de inversión, y tenemos un inversor nacional timorato o muy conservador – de los que miran todo con lupa y terminan sacando el capital del país, dejándolo en el colchón o en el banco -, acepto la inversión externa. Más allá de discusiones por lo alto, la forma de reinserción en la región no pareció pasar por el Mercosur, no me gusta eso de “más o menos Mercosur”, debe ser “Mercosur bien hecho” o “cómo más Mercosur”.
-----------o0o-------
Los señores de la forestación,
y la sombra para el ganado
Sobre forestación, hay una discusión, pero desde ya se le están sacando prebendas, se va a poner un impuesto a los camiones que trasladan madera a pasta de celulosa, no a la industria maderera, para devolverle a las intendencias el dinero del mantenimiento de su caminería secundaria, de balasto.
Uruguay tiene casi 800.000 hectáreas forestadas y va a tener dos plantas de celulosa, todo nacido de una ley de 1987, en el primer gobierno de Julio María Sanguinetti, e impulsado por el Luis Alberto Lacalle, con poca discusión y nada de planificación. Por supuesto, el país tiene y debe llevar adelante una faja forestal, pero no de la magnitud como la que se hizo ni en las tierras que se hizo.
Por otro lado, presenta una faja de maderas de calidad que nunca se desarrolló. Mujica está planteando la discusión sobre alrededor de 400.000 hectáreas de necesidad forestal para dar sombra a doce millones y medio de cabezas de ganado bovino y otras tantas de ovino, de manera que puedan congeniar en muchos establecimientos rurales, que perderían su carácter monoproductor, combinando una franja forestal, de dónde se vayan extrayendo troncos para pasta de celulosa, pero también donde los animales, que sufren el sol como nosotros, se arrimen para tener sombra. Hay que hacerles entender a los señores de la forestación que su producción no puede correr a otras formas productivas del campo, que tienen fuerza, tradición, rentabilidad y asientan a la gente.
---------o0o-------
Lechería: una cadena que retiene
al hombre y donde todos ganan
No hay nada más colonizador y más sano que la lechería, que por cuatro trabajadores en el campo tiene cuatro en la ciudad. Sin embargo, tenemos sólo casi un millón de hectáreas destinadas a la lechería frente a quince millones para ganadería extensiva – generalmente lanar y pampa hereford -, estamos planteando desarrollarla en otras partes de país, con características de cuenca, lo que supone agregar servicios que pueden ser enormemente costosos, como electricidad tambo con tanque frío con caminería de balasto que llegue al establecimiento.
Llueve, truene o haga calor, la producción lechera marcha igual cada 12 horas, cada 48 horas pasa la cisterna. Los tambos tienen tan sofisticado avance que ya en el campo se inicia el proceso industrial. Para ese desarrollo hay espacio aun en las actuales zonas lecheras (Colonia, San José, Florida, parte de Soriano) y el ministerio ya identifico otras por lo menos en Salto y Rocha.
Conaprole es el buque insignia y la historia de la producción lechera en el país, pero estamos trabajando en una nueva ley de lechería que incluirá el concepto de cadena láctea, que abarcará hasta el excelente queso artesanal. Hoy se han sumado a Conaprole ocho o diez industrias, con las cuales comparte el mercado.
Queremos fomentar más “pequeños conaproles”, sobre reglas de juego que no impliquen hijos y entenados, de modo que las nuevas empresas tengan derecho a un espacio en el mercado nacional de las leches más cotizadas, en el cual se capitalizaron las actuales.
Estamos satisfechos y orgullosos de lo que fue la cadena láctea nacional, que generó expresiones de fusión y eslabones asimétricos. Nueva zelanda exporta 9,5 litros de leche de cada 10 que produce, nosotros consumimos tres y vendemos al exterior siete de cada 10 litros. A escala, podemos producir y vender más, con zonas donde ya se llegó a 4.000 litros hectárea/año, están muy bien, y puede haber más, incluso superando una insensibilidad histórica para estudiar nuestros yuyos nativos, que tienen un período de semillación muy largo, que se puede acortar en laboratorio, mejorando e incrementando pasturas en praderas artificiales propias, que permitan producir más leche, incluso leche en polvo, que se puede exportar a u$s 5.000 la tonelada.
------------o0o-------------
Soja: fase industrial somete
y empobrece a la agrícola
En cuanto a la agricultura, somos tomadores de precios y dependemos de la región, por eso considero negativo el desarrollo sostenido del cultivo de soja, que a veces aprovecha precios internacionales muy buenos, pero en cuatro años la tierra queda muy lastimada, y termina haciendo el daño que hacía el latifundio: despuebla la campaña. Piense esto: es como un ejército de blindados que rompiera los alambrados y pasara por encima del campo, queda plantado y, luego de meses, el ingeniero agrónomo avisa que está pronto y se cosecha en horas, cosechadora y camión a su lado. Se terminó.
Así se ha comprometido la vida de no menos de 500 pueblos del interior argentino, cierran la escuelita y los negocios, se precisa menos gente, ni alambrador hace falta. La fase industrial somete y empobrece a la agrícola, pero hay otros productos que vienen mejor, como el alimento para el ganado en los tambos o los pantíos con destino a energía – alcohol, biodiesel -, siempre manteniendo equilibrios y con el ministerio encima de todo.
Sobre los productos hortofrutícolas, no me imagino el camino del control de precios, determinados a veces por su escasez, o a nivel internacional, o por cierta especulación . No es un problema fácil de resolver.
-----o0o-------
Los dos robos al Tiro Suizo y una
violación a la laicidad que no fue
El Codicen (ANEP) dictaminó que no violé la laicidad cuando el 2 de octubre de 2006, 24 horas antes del Día del Patrimonio, fui invitado para dar una charla de contenido histórico en el liceo de Nueva Helvecia. Los estudiantes iban a hacer una recorrida patrimonial y, entre otros lugares, iban a ir al Tiro Suizo, fundado poco después de instalada la colonia suiza, en 1862. Fui a hablar del segundo robo de armas en el lugar, el primero lo hicieron las huestes de Aparicio Saravia en 1904, y luego se trasladaron a mi pueblo, Rosario, en cuya plaza tuvieron un enfrentamiento durísimo tratando de arrebatarle ese bastión a los colorados en la administración de José Batlle y Ordóñez”.
“Cuando ocurrió el segundo robo, yo tenía 13 años, en el invierno de 1963 y significó el paso a la clandestinidad del histórico líder tupamaro Raúl Sendic y de Eleuterio Fernández Huidobro, que luego fundaron el MLN pero por ahora sólo eran coordinadores de pequeños grupos que hacían acciones en busca de pertrechos. Al liceo no fui “a meter un tinte”, sino a dar una crónica de la época – desde las medidas prontas de seguridad hasta el Santos de Pelé -. Metí el dedo en el ventilador de lo que fue un siglo de manejo de la “historia oficial”, que siempre me da repugnancia intelectual. Siempre ruego porque a mi gobierno no se le vaya a ocurrir introducir su historia oficial, que no excluya voces. Hubo alguien que grabó clandestinadamente la charla para el Partido Colorado, la toma como denuncia el diputado José Amorín Batlle y, sin consultarme, la publica un matutino, entresacando el contenido e interpretándolo. Las fuerzas sociales de Nueva Helvecia respaldan a la directora, que termina con dos días de suspensión por error administrativo, no pedagógico o educativo. Nunca llegó a nivel judicial”.
Homero Viera (diputado por Colonia del Espacio 609-Movimiento de Participación Popular, MPP) entiende que Uruguay “está entrando en la lucha por un capitalismo nacional, porque la dependencia nos está matando” y que “importa ahorrar e invertir adentro, en una línea productiva que intente evitar la inversión extranjera, que siempre se lleva la parte del león”.
Por RB.
En cuanto a aspiraciones electorales de los dirigentes frenteamplistas, sin dejar de expresar su apoyo al líder emepepista José Mujica, señala que “siempre hay riesgos y estar en la izquierda no vacuna contra ellos, me preocupa no traicionar mi visión por ningún tipo de vinteneo electoral”,.
Viera entró a la política en el Partido Socialista, recuerda a Emilio Frugoni en la plaza de su Rosario natal y cultivó amistad personal con José Pedro Cardozo y Vivián Trías. Entre 1968 y 1969 ingresó al Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Tupamaros), pasando a la clandestinidad luego de la asunción de Jorge Pacheco Areco, al morir el presidente Oscar Gestido, “cuando se implantó una política que comenzó a edificar el Uruguay dictatorial”.
“Era el tiempo de la lucha continental - representada por la OLAS - más que por el internacionalismo proletario. Participé en varias acciones ‘no famosas’ en mi departamento, pero en la madrugada del 26 de abril de 1972, en un enfrentamiento con las Fuerzas Conjuntas cerca de Trinidad (Flores), me detuvieron y estuve unos meses en el cuartel del grupo de Artillería 2. Faltaba más de un año para que se diera el golpe de Estado”, relató.
En noviembre de ese año “me trasladaron al Penal de Libertad, donde permanecí hasta mi liberación, el 15 de agosto de 1984. No me perdí ninguna elección, voté en 1971 y 1984. En 1996, a través de elecciones internas en mi grupo, fui designado para ser edil local en la administración comunal blanca de Carlos Moreira, hasta que renuncié en 1999 para ser suplente del diputado Orlando Gil Solares. En 2004 fui electo titular”.
“Una experiencia histórica riquísima en 57 años de vida, donde la cárcel fue un capítulo que nadie elegiría vivir dos veces, pero es acervo insustituible pero fértil de un militante que comparte esa adversidad con un colectivo de gran calidad humana por casi 13 años”, sostiene, mientras maneja su mate con el antiguo tapón Banchero y un clásico termo Fuaye.
VACA CONTENTA
También asegura Viera que “Uruguay hizo cosas muy importantes en la agropecuaria que, por la sobriedad y humildad de nuestro hombre, a veces no lucen. Avanzamos poco a poco, pero en pocos años va a ser el primer país del mundo con trazabilidad absoluta de su ganado bovino, vamos a marcar con caravana visual o chip, con lectura de código de barras. Va a ser a un ritmo de dos millones y medio de cabezas al destete por año, en cinco tendremos las 12 millones y medio de nuestro rodeo identificadas”.
Mientras “seguimos desarrollando las cajas negras, sistema monitoreado por el Instituto Nacional de Carnes (INAC) que informa ingreso, peso, cortes y precio de cada corte. Para los mal intencionados, será como ponerle una cámara sobre la cama extramatrimonial; las gremiales discuten, pero el sistema avanza, al igual que el bienestar animal, que se desarrolló en países centrales desde el pánico de ‘la vaca loca’ – Uruguay no tiene el mal ni riesgo de contraerlo -, eliminando vísceras animales de las raciones y ampliando el cultivo de soja, su sustituto”.
Otros avances en bienestar del animal, “cómo se lo trata e introduce en el tubo, carga y descenso de los camiones, la previa de día y medio antes del sacrificio, mediante electricidad, pero no electrocución, con corte longitudinal de grandes vasos que desangra en 30 segundos. Modernidad y sello de calidad internacional que harán posible fraccionar los cortes y ponerlos en las góndolas de países centrales. Este ministerio viene monitoreando esa orientación sin imponerla, dialogando”.
CHIQUITO O GORDO
¿Cómo vincula programa electoral, promesa y cumplimiento?
En política no se puede prometer con puntos, comas y señales, pero plantear la discusión sobre lo que se dijo en la campaña es uno de ls caminos para dignificar la política y ponerla a prudente distancia de la promesa electoral fácil.
Esta administración asumió luego de un período neoliberal y esa concepción impuso la filosofía del Estado chiquito, que recula, como respuesta incorrecta al Estado gordo, que seguimos teniendo, y que ahora está siendo encarado con la Reforma, ya en sus primeros pasos – nacimiento del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), ley de reestructura del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP); leyes para la salud, (chica, del Fondo Nacional de Salud, Fonasa; y grande, que va a institucionalizar la integración de los dos subsistemas); y la Reforma Tributaria -.
En concreto, ¿qué pasó en el MGAP?
Nos tocó ser árbitros y reguladores de la vida agropecuaria del país, y estamos ejerciendo lo que manda la Constitución y que habíamos perdido la costumbre durante 50 o 60 años. La herramienta ejecutiva del ministerio se había oxidado; me gusta compararla con una vieja desgranadora de maíz tirada al costado de algún rancho, que no funciona. En el ministerio, uno hablaba con una “cabeza” y salía la pila, no había ritmo de molienda que descartara el marlo y se quedara con los granos. Los números eran otro “debe”, hasta en lo aparentemente más chiquito: en los últimos días de la campaña electoral la cuenta de teléfono del ministerio, que estaba en cien mil pesos, se fue a más de un millón. Mujica tuvo que entregar a Antel algunos autos de lujo que estaban en los sótanos del edificio.
El Aldebarán, único buque de investigación científica del país, a la orden del sector pesca, estaba endeudado por amarras, muellaje, gastos con la ANP, pero, como debe ser entre organismos del Estado, se evitó la ejecución.
HISTORIA DE “QUINTITAS”
¿Qué pasaba con las simetrías internas y con los Institutos?
Existía una asimetría entre los sueldos de Ganadería y el resto del ministerio, toda la parte administrativa llena de parcelas, “quintitas”, y con una historia que permitió el nacimiento de distintas instituciones, que son parte de la agropecuaria. Pero el 50% del presupuesto va al MGAP y la otra mitad queda desperdigado.
Una institucionalidad dispersa que debimos entropillar a través de un organismo aún sin base legal que se dio en llamar Consejo Agropecuario Nacional (CAN). Una vez al mes, Mujica, el viceministro, el director general de secretaría, los jefes de división, los presidentes de las juntas directivas de los institutos más los directores de los principales proyectos arman una redondilla de intercambio para romper esa división y coordinar. A esos encuentros se invita un delegado gremial sin voz ni voto, para que tuviera idea de por dónde andaba la discusión en temas de su interés. Se logró funcionar de otra manera, colectivizando los problemas y elaborando líneas, siguiendo el mandato constitucional y legal de que la cabeza del ministerio determine la política agropecuaria nacional.
El modelo agropecuario para el país, ¿estaba, se trajo o se está buscando?
No estaba ni el Frente lo trajo; teníamos claro el sentido o dirección, pero del modelo agropecuario sólo tenemos ciertas líneas: repoblar la campaña – manteniendo los que están, sobre todo las nuevas generaciones -, lograr complejos agroindustriales fuertes – aprovechando la materia prima de alta calidad y con precios buenos y sostenidos, como ocurre ya en el sector alimentación -.
Además, sobre décadas de cierta estructura de tenencia y uso de la tierra pesaba una excelente ley (de 1948); pero desde algún partido tradicional se ordenó “les votamos la norma pero no les damos recursos”. Así tenemos un Instituto de Colonización atrofiado, un florero jurídico. Tenemos que romper con esa contradicción.
PEQUEÑOS NICHOS
Más allá de eso, con un mercado interno pequeño, ¿cómo debe funcionar la agropecuaria exportadora?
Uruguay tiene que ser un país de múltiples conexiones comerciales, eso amplía soberanía e independencia; muchos pequeños nichos de mercado en distintos países.
¿También EE.UU., a cuyo gobierno la izquierda siempre atacó ideológicamente?
Quizás comenzando por EE.UU. que puede ser formidable comprador, porque esa sociedad compra hasta irracionalmente y paga muy buenos precios. Estamos entrando en la lucha por un capitalismo nacional, porque la dependencia del extranjero nos estaba matando. No podemos negar la circunstancia capitalista en que vivimos, y la estamos administrando sin comulgar con esa filosofía, replanteándola sin dejar fuera a ningún uruguayo. Con esa inclusión y con ese entorno, comenzamos a armar políticas.
Alguien dijo que las gremiales del agro, junto a las de la industria, son la verdadera oposición a este gobierno.
Nos hemos acostumbrado a discutir con todo el mundo, incluso con alguno de nuestros compañeros de lucha, sobre endeudamiento, forestación, reestructura del MGAP; debí fundamentar en cámara la creación del CAN, los consejos departamentales y las mesas de desarrollo rural. Una de las discusiones con las gremiales fue que dijeron no estar incluidas en ese dibujo; pero, respetuosamente, no tienen que estar, porque es facultad del Poder Ejecutivo elaborar las grandes líneas de gobierno. Se las llama cuando se las precisa.
MUJICA Y ASTORI
¿Cuál es la intención de todo ese andamiaje?
Lograr el aterrizaje concreto para desarrollar la ejecutividad del ministerio, quedando involucrados los actores gremiales de cada lugar. No estamos sumando estructura, estamos reestructurando, aportando dirección colectiva para lo nacional, departamental y local. Esto implica diálogo y descentralización para alcanzar formas participativas que se reflejen en las estructuras. Por ejemplo, ya se redujo a la cuarta parte el endeudamiento, y Mujica fue a la asamblea de la Federación Rural en Treinta y Tres y al Consejo de Ministros, a seguir hablando de cómo tirar cabos a los deudores que aún no pudieron salir.
Este gobierno está ofreciendo y dejando al país un bien muy preciado: hasta las discusiones internas son de público conocimiento, pueden llegar al rancho más modesto. No hay problema con que se enteren todos sobre qué discuten Gargano, Astori y Mujica, o quien sea, y eso no ocurría antes.
Muchos frenteamplista no entienden cómo se llegó a ciertos acuerdos con el FMI y el BM, o por qué se recibió tan cordialmente a Busch.
Todo eso se discute, creo que los uruguayos tienen muy claro que Mujica y Astori tienen ideas diferentes acerca de cómo y hacia dónde debe desarrollarse el país. El MPP entiende que importa ahorrar e invertir adentro, en una línea productiva nacional, y evitar la inversión extranjera, que es la que siempre se lleva la parte del león. Si pensamos en desarrollar una explotación agroindustrial a partir de la muy buena materia prima nacional no me interesa que vengan capitales de EE.UU., Finlandia o la Unión Europea. Por ejemplo, no estoy feliz de que se haya instalado Parmalat en el Uruguay.
Pero si hablamos de rubros exóticos con buena adaptabilidad o de sectores donde no hemos desarrollado una corriente nacional de inversión, y tenemos un inversor nacional timorato o muy conservador – de los que miran todo con lupa y terminan sacando el capital del país, dejándolo en el colchón o en el banco -, acepto la inversión externa. Más allá de discusiones por lo alto, la forma de reinserción en la región no pareció pasar por el Mercosur, no me gusta eso de “más o menos Mercosur”, debe ser “Mercosur bien hecho” o “cómo más Mercosur”.
-----------o0o-------
Los señores de la forestación,
y la sombra para el ganado
Sobre forestación, hay una discusión, pero desde ya se le están sacando prebendas, se va a poner un impuesto a los camiones que trasladan madera a pasta de celulosa, no a la industria maderera, para devolverle a las intendencias el dinero del mantenimiento de su caminería secundaria, de balasto.
Uruguay tiene casi 800.000 hectáreas forestadas y va a tener dos plantas de celulosa, todo nacido de una ley de 1987, en el primer gobierno de Julio María Sanguinetti, e impulsado por el Luis Alberto Lacalle, con poca discusión y nada de planificación. Por supuesto, el país tiene y debe llevar adelante una faja forestal, pero no de la magnitud como la que se hizo ni en las tierras que se hizo.
Por otro lado, presenta una faja de maderas de calidad que nunca se desarrolló. Mujica está planteando la discusión sobre alrededor de 400.000 hectáreas de necesidad forestal para dar sombra a doce millones y medio de cabezas de ganado bovino y otras tantas de ovino, de manera que puedan congeniar en muchos establecimientos rurales, que perderían su carácter monoproductor, combinando una franja forestal, de dónde se vayan extrayendo troncos para pasta de celulosa, pero también donde los animales, que sufren el sol como nosotros, se arrimen para tener sombra. Hay que hacerles entender a los señores de la forestación que su producción no puede correr a otras formas productivas del campo, que tienen fuerza, tradición, rentabilidad y asientan a la gente.
---------o0o-------
Lechería: una cadena que retiene
al hombre y donde todos ganan
No hay nada más colonizador y más sano que la lechería, que por cuatro trabajadores en el campo tiene cuatro en la ciudad. Sin embargo, tenemos sólo casi un millón de hectáreas destinadas a la lechería frente a quince millones para ganadería extensiva – generalmente lanar y pampa hereford -, estamos planteando desarrollarla en otras partes de país, con características de cuenca, lo que supone agregar servicios que pueden ser enormemente costosos, como electricidad tambo con tanque frío con caminería de balasto que llegue al establecimiento.
Llueve, truene o haga calor, la producción lechera marcha igual cada 12 horas, cada 48 horas pasa la cisterna. Los tambos tienen tan sofisticado avance que ya en el campo se inicia el proceso industrial. Para ese desarrollo hay espacio aun en las actuales zonas lecheras (Colonia, San José, Florida, parte de Soriano) y el ministerio ya identifico otras por lo menos en Salto y Rocha.
Conaprole es el buque insignia y la historia de la producción lechera en el país, pero estamos trabajando en una nueva ley de lechería que incluirá el concepto de cadena láctea, que abarcará hasta el excelente queso artesanal. Hoy se han sumado a Conaprole ocho o diez industrias, con las cuales comparte el mercado.
Queremos fomentar más “pequeños conaproles”, sobre reglas de juego que no impliquen hijos y entenados, de modo que las nuevas empresas tengan derecho a un espacio en el mercado nacional de las leches más cotizadas, en el cual se capitalizaron las actuales.
Estamos satisfechos y orgullosos de lo que fue la cadena láctea nacional, que generó expresiones de fusión y eslabones asimétricos. Nueva zelanda exporta 9,5 litros de leche de cada 10 que produce, nosotros consumimos tres y vendemos al exterior siete de cada 10 litros. A escala, podemos producir y vender más, con zonas donde ya se llegó a 4.000 litros hectárea/año, están muy bien, y puede haber más, incluso superando una insensibilidad histórica para estudiar nuestros yuyos nativos, que tienen un período de semillación muy largo, que se puede acortar en laboratorio, mejorando e incrementando pasturas en praderas artificiales propias, que permitan producir más leche, incluso leche en polvo, que se puede exportar a u$s 5.000 la tonelada.
------------o0o-------------
Soja: fase industrial somete
y empobrece a la agrícola
En cuanto a la agricultura, somos tomadores de precios y dependemos de la región, por eso considero negativo el desarrollo sostenido del cultivo de soja, que a veces aprovecha precios internacionales muy buenos, pero en cuatro años la tierra queda muy lastimada, y termina haciendo el daño que hacía el latifundio: despuebla la campaña. Piense esto: es como un ejército de blindados que rompiera los alambrados y pasara por encima del campo, queda plantado y, luego de meses, el ingeniero agrónomo avisa que está pronto y se cosecha en horas, cosechadora y camión a su lado. Se terminó.
Así se ha comprometido la vida de no menos de 500 pueblos del interior argentino, cierran la escuelita y los negocios, se precisa menos gente, ni alambrador hace falta. La fase industrial somete y empobrece a la agrícola, pero hay otros productos que vienen mejor, como el alimento para el ganado en los tambos o los pantíos con destino a energía – alcohol, biodiesel -, siempre manteniendo equilibrios y con el ministerio encima de todo.
Sobre los productos hortofrutícolas, no me imagino el camino del control de precios, determinados a veces por su escasez, o a nivel internacional, o por cierta especulación . No es un problema fácil de resolver.
-----o0o-------
Los dos robos al Tiro Suizo y una
violación a la laicidad que no fue
El Codicen (ANEP) dictaminó que no violé la laicidad cuando el 2 de octubre de 2006, 24 horas antes del Día del Patrimonio, fui invitado para dar una charla de contenido histórico en el liceo de Nueva Helvecia. Los estudiantes iban a hacer una recorrida patrimonial y, entre otros lugares, iban a ir al Tiro Suizo, fundado poco después de instalada la colonia suiza, en 1862. Fui a hablar del segundo robo de armas en el lugar, el primero lo hicieron las huestes de Aparicio Saravia en 1904, y luego se trasladaron a mi pueblo, Rosario, en cuya plaza tuvieron un enfrentamiento durísimo tratando de arrebatarle ese bastión a los colorados en la administración de José Batlle y Ordóñez”.
“Cuando ocurrió el segundo robo, yo tenía 13 años, en el invierno de 1963 y significó el paso a la clandestinidad del histórico líder tupamaro Raúl Sendic y de Eleuterio Fernández Huidobro, que luego fundaron el MLN pero por ahora sólo eran coordinadores de pequeños grupos que hacían acciones en busca de pertrechos. Al liceo no fui “a meter un tinte”, sino a dar una crónica de la época – desde las medidas prontas de seguridad hasta el Santos de Pelé -. Metí el dedo en el ventilador de lo que fue un siglo de manejo de la “historia oficial”, que siempre me da repugnancia intelectual. Siempre ruego porque a mi gobierno no se le vaya a ocurrir introducir su historia oficial, que no excluya voces. Hubo alguien que grabó clandestinadamente la charla para el Partido Colorado, la toma como denuncia el diputado José Amorín Batlle y, sin consultarme, la publica un matutino, entresacando el contenido e interpretándolo. Las fuerzas sociales de Nueva Helvecia respaldan a la directora, que termina con dos días de suspensión por error administrativo, no pedagógico o educativo. Nunca llegó a nivel judicial”.
sábado, 28 de julio de 2007
Entre Vista - Porque decimos algo y más bien nada- a Peter Sloterdijk
PETER SLOTERDIJK es profesor de Filosofía y Estética - por Carlos Olivero
Asegura qe en el mundo actual existe una lucha defensiva de los que utilizan la pluma contra los que portan un micrófono es por la sencilla razón de que hoy el poder mediático se esta desplazando poco a poco de los medios a los medios audiovisuales.
Desde hace 3.000 años los escritores han estado íntimamente asociados a los centros de poder.
En el mundo moderno los escritores se han convertido en los escribas de los Estados-Nación, es decir de los pueblos modernos, son ante todo las voces de las naciones.
Todavía los especialistas nacionales del entretenimiento que utilizan el medio escrito, los literatos, sigue irradiando hasta el día de hoy algo del mágico aura de la antigua casta de los escritores.
Los escritores escriben para los individuos, no para el pueblo o para una masa.
Y hoy en día, los nuevos medios audiovisuales han transformado las radicalmente las relaciones de poder mediático en el Estado Nacional y más allá de él.
Los profesionales de la radio y la televisión han dado un golpe de Estado mediático y han pasado a mucha distancia de los demás, a un primer plano.
Hoy en día los animadores de la TV han tomado a la TV.
“De todo estas indicaciones se deduce que, en la era de la existencia de los medios, las relaciones entre escritores y profesionales audiovisuales serán tensas, y que la tensión será netamente superior del lado de los escritores”. (Sloterdijk)
Los escritores insultan más a los profesionales audiovisuales que los profesionales audiovisuales a los escritores. Los escritores que más insultan son aquellos cuyas obras podrían ser adaptadas en los medios.
Y por esta razón los intelectuales que carecen de suerte en el ámbito de las facultades, sean los que destilan más veneno ya que son perdedores por partida triple:
1º) Se sienten desdichados por la competencia académica;
2º) Participan en la derrota de los escritores académicos frente a los escritores literarios;
3º) Su frustración obedece también a ese desplazamiento general del poder de los escritores a los profesionales audiovisuales.
El discurso en la televisión: ¿es entendido rápidamente?
El filosofo en una entrevista dijo que si hablas en la televisión no es por creer que tu discurso será entendido inmediatamente. Que se trata de generar las bases de una determinada frecuencia, un canal espiritual en el que sea posible el envió de mensajes si existen los medios adecuados para ello.
Sloterdijk en cuanto a esto dice que los escritores trabajan en general produciendo efectos a distancia y da el ejemplo de la carta, que si yo le envío una cara a "x" lo haces con la intención de producir un efecto telepático cuando ella lea tus palabras. Un ejemplo es el de César Augusto en Roma no habría podido enviar un solo decreto si no hubiera contado con un sistema de escritura y un modo de transporte.
El mensaje ha de llegar también con una autoridad constante, es decir, con poder imperativo, al lugar extranjero. Discurso breve, sentido prolijo: la escritura es un sistema y telepático; brinda signos de afecto y con palabras poderosas produce efectos a distancia. Provoca sufrimientos en un lugar donde el orador-escritor no se encuentra en absoluto en persona; es más, la telepatía es la presencia del ausente en toda su capacidad para emitir signos.
La escritura es el descubrimiento más maravilloso de la historia de la humanidad y el más peligroso. Sólo hay un fenómeno un poco más peligroso que ha surgido recientemente los efectos radiopatológicos, pero no toca mucho este tema.
Telepático y telemático
Dice que la escritura a distancia se diferencia dos formas:
Telepático: esto es, ese misterioso flujo que transmite un determinado quantum de energía a otro punto alejado, en donde actúa.
Telemático: es la transmisión informática, el transporte de signos.
Hoy en día no paran de aparecer seminarios sobre los flujos de información, el lenguaje visual, los sistemas de escritura, el diseño gráfico, la transmisión de datos a través de la telefonía móvil, en fin toda esa charla típica de los medios de comunicación (telemático).
Y en cuanto a lo telepático, da el ejemplo de que la exposición de la violencia en los medios tiene un efecto intoxicador. No deja de ser sintomático que en la actualidad estemos obligados a hablar de imágenes violentas cuando queremos acercarnos el enigma de la telecomunicación real, es decir de la telepatía.
Para Sloterdijk sería más productivo para los profesionales dejarnos llevar por este desbordamiento y disfrutar de él sin remordimientos. Y exponen para eso: Nada hay nada mejor que la televisión.
Al fin de cuantas la televisión es nuestra mejor amiga, es porque nos deja fríos o nos deja en paz cuando queremos.
La televisión no tiene más que programas, pero ningún mensaje, ninguna misión, ningún deber educativo.
La televisión nos anuncia que todo en el fondo, no es más que imagen.
Dice que la televisión nos ha convertido a todos en budistas, desde hace tiempo ya todos somos meditadores involuntarios.
El nirvana está ininterrumpidamente en la pantalla de nuestro televisor. La televisión: la última técnica de meditación de la Humanidad en la época posterior a las religiones superiores regionales.
El medio-cero
Hans Mgnus Enzensberger, en alguna ocasión dijo que al televisión era el medio-cero, un medio, por tanto, que en última instancia no dice nada a excepción de esto: el aparato que está encendido, está encendido. Esta función parece indispensable en el mundo moderno, porque crea algo así como una forma de aplanamiento universal.
Algo parecido se puede decir hacer de la música popular, convertida desde hace tiempo en algo completamente estandarizado y que, sin embargo actúa como un efecto integrador. Esta función de medio-cero es insatisfactoria para los intelectuales y escritores tradicionales, porque ya no se reconocen dentro de un concepto semejante de medios de comunicación. Buscan la comunicación directa con el lector, aspiran a una complicidad que no siga siendo indiferente.
En cuanto a esto, dice que los autores más vehementes de la actualidad siguen interesados en producir un efecto a distancia. El autor telepático es incapaz de soportar la apatía procedente de este medio-cero. Que la TV constituye una forma de muerte.
Además los escritores no se sienten cómodos con esta posibilidad de no decir nada. Queremos que la escritura perdure y se prolongue en el tiempo.
Asegura qe en el mundo actual existe una lucha defensiva de los que utilizan la pluma contra los que portan un micrófono es por la sencilla razón de que hoy el poder mediático se esta desplazando poco a poco de los medios a los medios audiovisuales.
Desde hace 3.000 años los escritores han estado íntimamente asociados a los centros de poder.
En el mundo moderno los escritores se han convertido en los escribas de los Estados-Nación, es decir de los pueblos modernos, son ante todo las voces de las naciones.
Todavía los especialistas nacionales del entretenimiento que utilizan el medio escrito, los literatos, sigue irradiando hasta el día de hoy algo del mágico aura de la antigua casta de los escritores.
Los escritores escriben para los individuos, no para el pueblo o para una masa.
Y hoy en día, los nuevos medios audiovisuales han transformado las radicalmente las relaciones de poder mediático en el Estado Nacional y más allá de él.
Los profesionales de la radio y la televisión han dado un golpe de Estado mediático y han pasado a mucha distancia de los demás, a un primer plano.
Hoy en día los animadores de la TV han tomado a la TV.
“De todo estas indicaciones se deduce que, en la era de la existencia de los medios, las relaciones entre escritores y profesionales audiovisuales serán tensas, y que la tensión será netamente superior del lado de los escritores”. (Sloterdijk)
Los escritores insultan más a los profesionales audiovisuales que los profesionales audiovisuales a los escritores. Los escritores que más insultan son aquellos cuyas obras podrían ser adaptadas en los medios.
Y por esta razón los intelectuales que carecen de suerte en el ámbito de las facultades, sean los que destilan más veneno ya que son perdedores por partida triple:
1º) Se sienten desdichados por la competencia académica;
2º) Participan en la derrota de los escritores académicos frente a los escritores literarios;
3º) Su frustración obedece también a ese desplazamiento general del poder de los escritores a los profesionales audiovisuales.
El discurso en la televisión: ¿es entendido rápidamente?
El filosofo en una entrevista dijo que si hablas en la televisión no es por creer que tu discurso será entendido inmediatamente. Que se trata de generar las bases de una determinada frecuencia, un canal espiritual en el que sea posible el envió de mensajes si existen los medios adecuados para ello.
Sloterdijk en cuanto a esto dice que los escritores trabajan en general produciendo efectos a distancia y da el ejemplo de la carta, que si yo le envío una cara a "x" lo haces con la intención de producir un efecto telepático cuando ella lea tus palabras. Un ejemplo es el de César Augusto en Roma no habría podido enviar un solo decreto si no hubiera contado con un sistema de escritura y un modo de transporte.
El mensaje ha de llegar también con una autoridad constante, es decir, con poder imperativo, al lugar extranjero. Discurso breve, sentido prolijo: la escritura es un sistema y telepático; brinda signos de afecto y con palabras poderosas produce efectos a distancia. Provoca sufrimientos en un lugar donde el orador-escritor no se encuentra en absoluto en persona; es más, la telepatía es la presencia del ausente en toda su capacidad para emitir signos.
La escritura es el descubrimiento más maravilloso de la historia de la humanidad y el más peligroso. Sólo hay un fenómeno un poco más peligroso que ha surgido recientemente los efectos radiopatológicos, pero no toca mucho este tema.
Telepático y telemático
Dice que la escritura a distancia se diferencia dos formas:
Telepático: esto es, ese misterioso flujo que transmite un determinado quantum de energía a otro punto alejado, en donde actúa.
Telemático: es la transmisión informática, el transporte de signos.
Hoy en día no paran de aparecer seminarios sobre los flujos de información, el lenguaje visual, los sistemas de escritura, el diseño gráfico, la transmisión de datos a través de la telefonía móvil, en fin toda esa charla típica de los medios de comunicación (telemático).
Y en cuanto a lo telepático, da el ejemplo de que la exposición de la violencia en los medios tiene un efecto intoxicador. No deja de ser sintomático que en la actualidad estemos obligados a hablar de imágenes violentas cuando queremos acercarnos el enigma de la telecomunicación real, es decir de la telepatía.
Para Sloterdijk sería más productivo para los profesionales dejarnos llevar por este desbordamiento y disfrutar de él sin remordimientos. Y exponen para eso: Nada hay nada mejor que la televisión.
Al fin de cuantas la televisión es nuestra mejor amiga, es porque nos deja fríos o nos deja en paz cuando queremos.
La televisión no tiene más que programas, pero ningún mensaje, ninguna misión, ningún deber educativo.
La televisión nos anuncia que todo en el fondo, no es más que imagen.
Dice que la televisión nos ha convertido a todos en budistas, desde hace tiempo ya todos somos meditadores involuntarios.
El nirvana está ininterrumpidamente en la pantalla de nuestro televisor. La televisión: la última técnica de meditación de la Humanidad en la época posterior a las religiones superiores regionales.
El medio-cero
Hans Mgnus Enzensberger, en alguna ocasión dijo que al televisión era el medio-cero, un medio, por tanto, que en última instancia no dice nada a excepción de esto: el aparato que está encendido, está encendido. Esta función parece indispensable en el mundo moderno, porque crea algo así como una forma de aplanamiento universal.
Algo parecido se puede decir hacer de la música popular, convertida desde hace tiempo en algo completamente estandarizado y que, sin embargo actúa como un efecto integrador. Esta función de medio-cero es insatisfactoria para los intelectuales y escritores tradicionales, porque ya no se reconocen dentro de un concepto semejante de medios de comunicación. Buscan la comunicación directa con el lector, aspiran a una complicidad que no siga siendo indiferente.
En cuanto a esto, dice que los autores más vehementes de la actualidad siguen interesados en producir un efecto a distancia. El autor telepático es incapaz de soportar la apatía procedente de este medio-cero. Que la TV constituye una forma de muerte.
Además los escritores no se sienten cómodos con esta posibilidad de no decir nada. Queremos que la escritura perdure y se prolongue en el tiempo.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)