señores, una reflexión post 1/3
Quiero agradecer a todos los que me acompañaron en mi cumple, uno de los mejores momentos que pasé desde que hace cinco años y medio me pesco media parca. A esta altura de mi vida puedo pensar que celebrar un año más, un año menos, de vida es como ir juntando hinchada pa’l velorio, con la diferencia que, si en este hay whisky, nadie va a tener prurito de decir “¡pobre gordo!, ¡con lo que le gustaba!”, aunque no se preocupen, nunca envidié trago ni comida.
Quiero agradecer a la flia. A mi Su, que, como siempre, organizó primosa y amorosamente comida, bebida, regalos, amores… Mis ambulantes hijos, Alejo (e Inés), Nano (y Naty), llevados por la vida a buenos puertos, buenas compañeras y, en el caso de Nano, buenos hijos-nietos (¿cuánto vás a esperar Nechi?). al loco Pabo – que se lleva a Su dos días para Rivera, a su casorio, ya es feliz; y al tío Nelson, con nueva compañera, un fenómeno de vida.
En especial, mis adorados nietos, primor de existencia, JOJU ya saben vivir sus vidas, espero no los trague el sistema de aprehensiones y ocupas en que vivimos y del que, paradójicamente (¡salve Corto en las alturas!) me pude aislar gracias a este mal progresivo-progresista-regresivo que me acompaña genéticamente y me tiene en vilo hace 20 años.
Nietos que me permiten indagar los misterios del vínculo pasado – futuro, y conocer lo que puede ser el avance del mal capitalista y el candoroso rechazo a sus garras, encarnado en sus dibujos y avioncitos.
Luego, mi barra de allegados, amigos, casi cómplices en esta experiencia de sobrevivir. El arqui Ed Montemuiño, múltiplo de amistad y cercanía, bonomía y compañerismo, coincidencia y dialéctica. Gus, el patrón Lapaz, sincero amigo. Daniel, que no vino por una de sus complicaciones, pero que recuerdo llegando con una paloma de regalo a mi cumpleaños 18, antes de que la maroma fascista nos separara. El cura Diego, formalidad e informalidad combatiendo en un espíritu solidario y ultracreyente, esperando por lo que muchos desesperan. Damián, singulas apoyo que cree en mí hace 36 años, conservador visceral, pródigo revolucionario, humor disparado más allá de la meridad contingente =¡te gustó o no te gustó?).
Mis queridos colaboradores-asistentes-amigos. Jorge, el “dotor”, ya amigo casi hijo o sobrino de hermano que no tuve. Carlitos, también compañero de horas de reflexión, diarios, tv, camaradería (y siempre recordaré a Sergio, Pablo y Sebi Leiva, el mejor futuro para ellos). Los “fisios”. El calmo y justo Enrique, también supo “pasarlas”, taciturno estudioso de los misterios del equilibrio físico y emocional; el morocho Gabriel, puede parecer mi patovica preferido, haciendo su profesionalidad sobre sólidas bases; el amigo Fernando, servicial y metedor, sonriente ante la desdicha de un sistema que no lo comprende.
Agustín y Esther, sabios amigos, compañeros de mil horas ante la crueldad y el olvido.
Casi fue un acto fallido no invitrar a mis galenos preferidos. El Edy Curbelo me llamó, se acordó, como para protegerme; Facal, Gallotta y Rocca, el trío magnífico; Yamandú, pinchador de humor preferido. Será pá la que viene, o la última no reunión.
Los quiero a todos, con Su en la punta de la pirámide, y mi recuerdo para Jorge Restuccia, Walter Chocho y todos los que se fueron o me cercan más tímidamente,como Fer Caputti, Pepo, de los que “no quieren verme así”…
Sin epílogos, gracias, y que se repita con más flia y amigos.
Quiero agradecer a todos los que me acompañaron en mi cumple, uno de los mejores momentos que pasé desde que hace cinco años y medio me pesco media parca. A esta altura de mi vida puedo pensar que celebrar un año más, un año menos, de vida es como ir juntando hinchada pa’l velorio, con la diferencia que, si en este hay whisky, nadie va a tener prurito de decir “¡pobre gordo!, ¡con lo que le gustaba!”, aunque no se preocupen, nunca envidié trago ni comida.
Quiero agradecer a la flia. A mi Su, que, como siempre, organizó primosa y amorosamente comida, bebida, regalos, amores… Mis ambulantes hijos, Alejo (e Inés), Nano (y Naty), llevados por la vida a buenos puertos, buenas compañeras y, en el caso de Nano, buenos hijos-nietos (¿cuánto vás a esperar Nechi?). al loco Pabo – que se lleva a Su dos días para Rivera, a su casorio, ya es feliz; y al tío Nelson, con nueva compañera, un fenómeno de vida.
En especial, mis adorados nietos, primor de existencia, JOJU ya saben vivir sus vidas, espero no los trague el sistema de aprehensiones y ocupas en que vivimos y del que, paradójicamente (¡salve Corto en las alturas!) me pude aislar gracias a este mal progresivo-progresista-regresivo que me acompaña genéticamente y me tiene en vilo hace 20 años.
Nietos que me permiten indagar los misterios del vínculo pasado – futuro, y conocer lo que puede ser el avance del mal capitalista y el candoroso rechazo a sus garras, encarnado en sus dibujos y avioncitos.
Luego, mi barra de allegados, amigos, casi cómplices en esta experiencia de sobrevivir. El arqui Ed Montemuiño, múltiplo de amistad y cercanía, bonomía y compañerismo, coincidencia y dialéctica. Gus, el patrón Lapaz, sincero amigo. Daniel, que no vino por una de sus complicaciones, pero que recuerdo llegando con una paloma de regalo a mi cumpleaños 18, antes de que la maroma fascista nos separara. El cura Diego, formalidad e informalidad combatiendo en un espíritu solidario y ultracreyente, esperando por lo que muchos desesperan. Damián, singulas apoyo que cree en mí hace 36 años, conservador visceral, pródigo revolucionario, humor disparado más allá de la meridad contingente =¡te gustó o no te gustó?).
Mis queridos colaboradores-asistentes-amigos. Jorge, el “dotor”, ya amigo casi hijo o sobrino de hermano que no tuve. Carlitos, también compañero de horas de reflexión, diarios, tv, camaradería (y siempre recordaré a Sergio, Pablo y Sebi Leiva, el mejor futuro para ellos). Los “fisios”. El calmo y justo Enrique, también supo “pasarlas”, taciturno estudioso de los misterios del equilibrio físico y emocional; el morocho Gabriel, puede parecer mi patovica preferido, haciendo su profesionalidad sobre sólidas bases; el amigo Fernando, servicial y metedor, sonriente ante la desdicha de un sistema que no lo comprende.
Agustín y Esther, sabios amigos, compañeros de mil horas ante la crueldad y el olvido.
Casi fue un acto fallido no invitrar a mis galenos preferidos. El Edy Curbelo me llamó, se acordó, como para protegerme; Facal, Gallotta y Rocca, el trío magnífico; Yamandú, pinchador de humor preferido. Será pá la que viene, o la última no reunión.
Los quiero a todos, con Su en la punta de la pirámide, y mi recuerdo para Jorge Restuccia, Walter Chocho y todos los que se fueron o me cercan más tímidamente,como Fer Caputti, Pepo, de los que “no quieren verme así”…
Sin epílogos, gracias, y que se repita con más flia y amigos.
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